Un verano sorprendente-4- (acción-reacción)
Andrés y Mónica reciben una amenaza y se reúnen en un restaurante para trazar un plan. Allí tienen un tórrido encuentro sexual con sorpresa incluida. (Agradeceré vuestras valoraciones y comentarios). Muchas gracias
Aquella noche dormí como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Desperté a una maravillosa mañana de sábado veraniego, tomé un opíparo desayuno e hice unos largos en la piscina. Todo estaba bien. Me disponía a hacer planes para el día, cuando al mirar mi móvil pude comprobar que me habían llegado varios whatsapp. El primero de ellos volvía a ser de aquel número desconocido y contenía una nueva foto en la que se nos veía en la cocina de Mónica, mientras ella estaba de espaldas a mí, con los brazos levantados, mientras yo estaba pegado a ella desde atrás y le sacaba su camiseta. La foto venía acompañada del siguiente texto:
“En vuestra empresa estarán encantados de ver lo bien que se llevan sus empleados”
El otro mensaje era de Mónica que me decía que la llamase. Así lo hice
- Buenos días Andrés (su voz tenía un tono serio)
- Buenos días preciosa, (intenté dar un tono más cercano y distendido a la conversación). Supongo que me llamas por las fotos…
- ¿Tú también las has recibido…?
- Si. Estás muy sexy
- Pero Andrés…¿no te preocupan? (su voz había adquirido un tanto que denotaba su rubor afectada por mi halago)
- Bueno, creo que no es demasiado grave. ¿Quieres que quedemos para comer y hablamos del tema?
- Si, me parece bien
Concretamos el lugar y la hora. Nos veríamos a las 14 horas en un bonito restaurante situado en el paseo marítimo de una bonita población a las afueras de la ciudad, junto a un puerto deportivo de moda, a mitad de camino de su casa y la mía. Era un excelente plan para el mediodía del sábado.
Llegué puntual y me condujeron a nuestra mesa situada en una bonita esquina del interior de local, junto a unas amplias cristaleras con vistas al mar, donde podías ver y no ser visto desde el exterior. Pedí un cóctel y a los pocos minutos apareció Mónica y ví como un camarero le indicaba nuestra mesa, me vió y se dirigió a mí, sonreía mientras se acercaba, estaba radiante: vestía un bonito y vaporoso vestido de manga corta en color blanco, con un escote cerrado por pequeños botones y ajustado en la cintura por un cinturón de color marrón claro, a juego con su bolso y sus bonitos zapatos descubiertos de fino tacón. Llevaba el cabello recogido en un moño del que se escapaba graciosamente, sobre el lado izquierdo de su cara, un bonito mechón de cabello acabado en unos graciosos rizos.
Se acercó y me dio dos besos
- Hola Andrés –parecía un tanto nerviosa-
- Hola Mónica – le dije mientras acompañaba su silla y la ayudaba a sentarse-
Nos proporcionaron la carta, pedimos la comida y continuamos charlando distendidamente hasta que nos trajeron el vino y los entrantes; fui yo quién inició la conversación
- Así Mónica que tú también has recibido las fotos…cuatro ¿no?
- Si, así es tres ayer y una hoy
- ¿Estás preocupada?
- ¿Tú no lo estás Andrés?
- Si te digo la verdad: no. Además tengo una idea bastante aproximada de quién a podido hacer esto, aunque aún no tengo muy claro los motivos ni del todo la finalidad
- Lo siento Andrés, pero la autora de las fotos sin duda es Claudia, mi hija. Te pido disculpas. Se fue nada más irte tú. He intentado hablar con ella, pero no me contesta al teléfono…
- No hay ninguna razón para que te disculpes. Además supongo que no lo ha hecho sola, ¿verdad?
- Seguramente no. El número desde el que envían los mensajes no es de ella
- Y dime Mónica, ¿cómo crees que se hizo con mi número de teléfono?
- Eso es sencillo. Debió llegar a casa, y cuando se aseguró que estábamos distraídos cogió tu móvil de la habitación y miró el número.
- Difícilmente. Para eso debe conocer mi contraseña de desbloqueo –yo me había vuelto muy precavido después de todo lo que me pasó- tal vez nos escuchó hablar y buscó en el tuyo
- Es posible Andrés…no lo sé…pero estoy preocupada, mi hija es bastante difícil y no da puntada sin hilo, algo estará buscando. Ella fue uno de los motivos por los que no separamos su padre y yo. Pasaron cosas muy feas…
- Ya, entiendo. Una pregunta: ¿tu hija conoce a la vecina mirona? – una expresión de extrañeza asomó a su cara- si, a la mirona del parking.
- Pues creo que sí, en alguna ocasión ella ha ido a su casa y esa chica ha estado en mi casa con Claudia, circunstancia que me extraña porque esa chica es bastante mayor…
Su rostro cambió de expresión a una mucho más sombría, y decidí intentar reconducir la conversación y hacerle ver que la situación no era tan preocupante
- Mira Mónica, si me lo permites, te voy a exponer mi teoría sobre todo esto
- Si claro…
- Verás: Es evidente que la persona que envía los mensajes sabe que practicamos sexo ayer tarde varias veces – Mónica se ruborizó…o se excitó al recordarlo-porque nos lo ha mencionado en uno de los mensajes de ayer. La única persona que puede saberlo es tu vecina…¿cómo se llama?
- Raquel
- Bien, pues Raquel fue la única que nos vió en el parking y por lo tanto, si tiene relación con tu hija Claudia, es posible que la avisara para que viniera a tu casa, por eso tu hija estuvo espiándonos. Llegó sigilosamente para no ser descubierta porque ya estaba sobre aviso. Ella le confirmó a Raquel que estábamos teniendo relaciones otra vez.
Mónica volvió a quedarse muy seria y pensativa, con un trozo de comida pinchado en su tenedor a medio camino entre el plato y su boca.
- Otra pregunta Mónica: ¿sabes como se apellida esta chica?
- Si, creo que De la Rueda-Osorio
- ¡Qué me dices! –mi rostro se iluminó ante la sorpresa de mi acompañante-
- ¿Qué ocurre?
- Pues ocurre, que como se confirmen mis sospechas, esto va a ser pero que muy divertido – esto debí decirlo con un brillo especial en mis ojos-
No podía creer en mi suerte. Si se confirmaban mis sospechas tal vez tuviera la solución de todo esto antes de que pudiera ni tan siquiera complicarse, y hacer que quedase en una anécdota más.
- Mónica, permíteme hacer una llamada. Es posible que podamos solucionar todo esto muy fácilmente.
- No entiendo…
- Espera y verás. Por favor, anótame aquí la dirección completa del piso de tu vecinita
Tomé mi móvil y llamé a un contacto de los que aún perduraban después de muchos años. Nos ayudamos aún hoy día de forma habitual en nuestros respectivos trabajos y es un buen tipo. Me atendió a pesar de ser sábado y tras los saludos y comentarios de rigor, le expuse que necesitaba una información urgente de un Registro de la Propiedad de la ciudad, le di la dirección completa, y tras unos comentarios y una despedida asegurándonos que nos veríamos pronto colgó, prometiéndome que tendría la información en mi e-mail en menos de una hora.
Después de efectuar esta gestión, le expuse a Mónica mi plan. Necesitaba de su cooperación y de su aprobación…Quería aprovechar mi ventaja para disfrutar un poco con aquella preciosidad que era su vecinita, y aunque era cierto que no teníamos una relación sentimental, no quería lastimar a Mónica y no sabía como podía reaccionar. Para mi sorpresa, no solamente le pareció un buen plan, sino que observé signos de excitación en ella. Sus pezones comenzaron a marcarse bajo la fina tela y se removía en el cómodo asiento un tanto inquieta.
- Mónica…¿puedo preguntarte algo?
- Si…Andrés…claro…- se puso más nerviosa-
- ¿Estás excitada?¿todo esto te excita?
Me miró fijamente, con la boca entre abierta, para después llevarse la copa de vino a la boca y beber un pequeño sorbo.
- Verás…tú me gustas, me gustas mucho Andrés
- Y tú eres una mujer preciosa, especial diría yo, pero aún no me has contestado, tal vez deba preguntártelo de otra manera digamos menos dulce, ¿más imperativa?...porque te eres sumisa, te gusta obedecer ¡verdad!
Como saliendo de una ensoñación, Mónica me respondió:
- Si, estoy excitada, todo esto me recuerda lo de ayer y me excita, estar contigo me excita, y no, nunca he sido sumisa, pero contigo no sé que me pasa, desde que te conocí en la empresa, me gustaste a pesar de que estaba en plena crisis en mi matrimonio y no tenía la cabeza para pensar en nada más, pero tu seguridad, tu trato correcto, percibir que eras distinto, me hizo comenzar a fantasear contigo y en mis fantasías siempre aparecías dominante, yo me entregaba; cuando por fin hemos estado juntos y he visto que no solo era una fantasía…
Se cayó de repente, la sonrisa en mi cara le hizo ver que estaba dándome demasiada información, pero ya era tarde…
- Mónica, quiero que te quites el sujetador
- ¿Cómo dices…?
- Me has oído perfectamente
Bajó la mirada para después volverme a mirar con una expresión diferente, ardiente, que denotaba lo que le calentaba esta situación
- Como desees
- ¿Así te vas a dirigir a mí?
- Como desees mi señor
- Así está mejor
Aquello fue fantástico. Solamente escuchar de una hembra como aquella esa expresión, esa entrega, hizo que mi entrepierna sufriera un conato de incendio y comenzó a desarrollarse una erección que ya no podría parar.
Llevó sus manos a la parte de atrás de su vestido, y se desabrochó el corchete del sujetador, con una habilidad y rapidez sorprendentes; acto seguido, desabrochó dos de los botones de su escote para, disimuladamente, proceder a sacar los tirantes a través de la amplia manga de cada lateral y finalmente, extraerlo por el escote. Lo cogió con rapidez y lo introdujo en su bolso. Era de encaje en un bonito color verde. La visión era maravillosa. Sus dos imponentes pechos se insinuaban claramente bajo la tela y los pezones que los culminaban se marcaban erguidos, retadores. Me quedé mirando unos segundos mientras Mónica me miraba a mí, excitada y ruborizada a un tiempo.
- Por favor, continuemos con la comida, como si nada; ahora estarás más cómoda sin duda.
Mónica me miró con una media sonrisa encantadora. Y proseguimos con el resto de la comida. Yo miraba descaradamente como se movían aquellas maravillas de mi acompañante, mientras que degustábamos el resto de la comida y acabábamos con la botella de vino. Cuando ya habíamos pedido los postres, pasé a la segunda fase.
- Mónica quiero que pellizques tus pezones, sobre la tela
- Pero…
- ¡ahora!
Desde nuestra posición no se nos veía con demasiada claridad pero, ciertamente, si hubiéramos tenido una mesa a un metro, en ese momento me hubiese dado exactamente igual. Llevó lentamente sus manos a sus pechos, buscó sus pezones sobre la tela y comenzó a pellizcarlos con cariño. La expresión de su cara me encantaba, sobre todo cuando no pudo evitar comenzar a entreabrir su boca y lanzar pequeños suspiros para intentar controlar su cada vez más agitada respiración. Ni que decir tiene que mi erección iba en aumento.
- Estíralos con fuerza
Obedeció al instante, estaba demasiado caliente y comenzó a estirar de los dos simultáneamente, con un movimiento de tira y afloja sobre cada uno, y su excitación iba en aumento, hasta el punto de que se le escapó un pequeño gemido
- Uummmmmmm
- Muy bien preciosa, ahora quiero que me des tus bragas
Sus movimientos pararon de repente. Me miró con atención a lo que respondí levantando mi ceja derecha y estirando mi mano derecha con la palma hacia arriba en un claro gesto de apremio y esperando que depositara ahí la prenda, tal y como le había solicitado. Se agachó hacia delante, tras retirar hacia atrás la silla e introdujo sus dos manos bajo la falda para subirlas hasta sus muslos y después, sin dejar de mirarme, hizo bajar la prenda por sus piernas con pequeños movimientos de sus manos en los dos laterales de sus muslos hasta que esta superó sus rodillas y, agachándose aún más, procedió a sacarlas por sus pies, circunstancia que se produjo ante la atónita mirada de dos parejas de la mesa más próxima, a nuestra derecha, que fliparon aún más cuando ella deposito en mi mano una bonita braguita, tipo culotte, de encaje verde a juego con el sujetador. Yo guarde la prenda con mucha parsimonia en el bolsillo derecho de mi pantalón, triunfante.
- ¿Estás mojada Mónica?
- Si…bastante
- Pues quiero probarlo. Métete dos dedos y mójalos bien para mí
Obediente, excitada y divertida con el juego, llevó su mano derecha, la que quedaba más escondida a la vista de las parejas de curiosos por estar pegada a la cristalera, bajo su falda y pude notar el momento en el que los introducía en su sexo, por su expresión y la forma en que se afilaba su mirada. Los movió en su interior unos segundos, que se me hicieron eternos, y después, lentamente los sacó y estiró su mano derecha hacia mí, para que pudiese acceder a ellos. Me incliné ligeramente hacia delante, abrí mi boca y los chupé con gula, degustando aquel manjar, el sabor de aquella magnífica mujer. Mi erección estaba en su máximo apogeo. Los ocupantes de la mesa contigua, dos matrimonios, no nos quitaban ojo. Pedí la cuenta y le dije a Mónica que nos teníamos que marchar. Siguiendo en su rol no protestó. Pagué y en lugar de dirigirnos a la salida le agarré de su brazo y le dije al oído:
- Creo que tenemos que ir al servicio
Me miró con lo ojos brillantes de excitación y me respondió
- Si mi señor
Nos paramos delante de la puerta de la entrada del baño de señoras y ella entró primero, mientras que yo fingía esperar a mi pareja; acto seguido abrió la puerta y me invitó a entrar. Rápidamente la dirigí a uno de los cubículos donde había solamente un inodoro y tras cerrar la puerta, cerré con el pestillo. Me giré hacia mi preciosa acompañante y en un segundo se pegó a mí, devorándome en un beso desesperado en el que su lengua buscaba la mía, levantando su pierna derecha para pegar su muslo a mi cadera y ofrecerse a mi. Yo aproveché su movimiento, mientras con mi brazo derecha rodeaba su cintura, e introduje mi mano izquierda bajo su falda buscando su sexo. Lo encontré mojado y dispuesto y no tuve ninguna dificultad para que entraran en su cueva caliente y húmeda y arrancarle un primer gemido alto y claro que no pudo contener
- Oooooohhhhhh, ufffffffff
Jugué en su interior durante unos segundos, para luego sacar los dedos y acercarlos a su boca, que me recibió dispuesta, lamiendo y chupando mis dedos para capturar su propia ambrosía. Volví a bajar mi mano mientras ella se apretaba desesperadamente a mí, y esta vez introduje en su coñito mis dedos índice y corazón, mientras con la yema de mi pulgar castigaba su ya hinchado clítoris. Mónica me ayudaba con movimientos de su cadera, buscando profundizar más en las sensaciones. Intentó llevar su mano a mi bragueta, pero yo saqué mi mano de debajo de su falda y la paré para, acto seguido, hacerla girar bruscamente de manera que quedara de pie de cara a la pared del fondo del servicio, con una pierna pegada a cada lado del inodoro. Estiré de sus caderas hacia atrás y levantando la falda de su vestido dejé su culo y su sexo totalmente expuesto. Adivinando mis intenciones me urgió:
- Si, por favor mi señor, por favor…
Ronroneaba como una gata en celo
Lentamente, con parsimonia, fui bajando mi cremallera, de manera que ella escuchara su sonido y después, no sin esfuerzo debido a la erección, saqué mi rabo y lo fui acercando a Mónica, que no dejaba de mirar hacia atrás por encima de su hombro mientras hacia ondulantes movimientos con sus caderas. Por fin acerqué el glande a su raja y rocé con el sus labios, con lo que conseguí arrancar un suspiro de mi compañera y, además ponerla más nerviosa
- Uuuuffffffff, no puedo más mi señor hazlo ya
E intentó introducírse mi miembro con un movimiento de su cuerpo hacia mí.
- ¡Quieta!, ¡pero qué modales son esos!
Y paré su intento para luego darle un sonoro azote en su nalga derecha, que ella recibió con un gemido y una subida de temperatura de su cuerpo
- Uuummmmmmmmm, siiii, perdón mi señor su putita ha sido mala y merece el castigo
Me estaba poniendo como una auténtica moto y ella estaba desatada, incluso su tono de voz era elevado, lo que no pasó desapercibido a dos usuarias del baño que debieron entrar tras nosotros, y que hasta ese momento estaban hablando, pero al escuchar a Mónica enmudecieron de repente para luego soltar unas risitas más propias de unas adolescentes que de unas mujeres maduras.
Empujé con fuerza y de un solo golpe ensarté a mi Venus sin dificultad, pues mi miembro entro en ella como un cuchillo en la mantequilla caliente y sin contemplaciones comencé a bombear con fuerza mientras mi compañera comenzaba a gemir totalmente fuera de si
Siiiiiiiii, siiiiiiiiiii, fóllame mi señor, FOOO-LLAAA-MEEEE
A los pocos segundos se escucharon unos golpes en la puerta, aunque yo continúe con mi labor haciendo caso omiso, pero unos nuevos golpes y una voz de mujer me hicieron prestar atención, parecía la voz de una de las mujeres que hablaban hacía unos instantes
- Por favor, ¿pueden abrirme?, … solo queremos mirar
Mónica estaba tan concentrada en lo suyo que no debió prestar atención, pero yo sí las escuché muy sorprendido porque aún habiendo vivido muchas situaciones insólitas en lo sexual, esto aún no me había pasado…pero siempre hay una primera vez, y supongo que llevado por mi lado más lascivo y morboso, y que en ese momento estaba a flor de piel, sin pensar que podía ser una treta de algún empleado del restaurante para llamarnos al orden, descorrí el pestillo con lo que la puerta se abrió unos centímetros. Yo permanecí alerta mientras una mano femenina aparecía y la abría aún más
- Mira preciosa, tenemos público – le dije a Mónica-
Está puso cara de sorpresa, giró su cabeza hacia atrás para ver que ocurría, pero no hizo ademán de asustarse y mucho menos de desenvainar mi pene de su funda. La invitada se dejó ver; efectivamente eran las dos señoras que estaban en la mesa contigua y que habían presenciado nuestro juego en la mesa.
- Por favor seguid, no queremos interrumpir.
Tiré de la muñeca de la que estaba delante y la hice entrar automáticamente mientras la otra se situó estratégicamente en la puerta de manera que nos veía pero tapaba la visión desde el exterior. Moví un poco a mi linda compañera de juegos hacia la izquierda para dejar sitio a la recién llegada y que se viera bien el espectáculo y enseguida, de forma lenta proseguí con mi tarea bajo la atenta mirada de nuestra mirona más atrevida. Era una mujer de unos cincuenta años aproximadamente, atractiva, con el cabello negro oscuro, cortado en una media melena con un corto flequillo, y ojos marrones, entrada en carnes, pero muy bien cuidada, y que sabía sacarse partido. Vestía un conjunto de blusa blanca y pantalón azul marino, ceñido con un cinturón amplio de color negro y unas sandalias negras muy elegantes, su perfume olía de maravilla.
- Pero el espectáculo no te va a salir gratis querida…
Me miró sin entender, hasta que por sorpresa la agarré por la cintura y la atraje hacia mí, momento que aproveché para apretar mi boca contra la suya e introducir mi lengua hasta el fondo, pero fue un beso que no rechazó, sino que respondió con su lengua y un pequeño gemido, a la vez que se apretaba a mi costado. La separé de mí con mi mano en su hombro derecho y después presioné hacia abajo para que se hincará de rodillas; entendió rápidamente mis intenciones, y sin oponer resistencia se postró en el suelo.
- Mira putita, tenemos una sierva
Mónica la miró, excitada y tal como estaba me respondió:
- Que pague su tributo mi señor
Yo saqué mi rabo de dentro de Mónica y lo dirigí a nuestra espontánea ante la atónita mirada de su amiga que mantenía la puerta abierta unos centímetros, lo justo para mirar y tapar el hueco. La arrodillada, cogió suavemente mi polla con su mano derecha entreabrió su boca y dejó salir su lengua para luego pasarla desde los huevos hasta el glande de un solo movimiento, acto seguido la engulló con maestría hasta el fondo de su garganta, ¡joder era muy buena!. Su amiga se atrevió a decir con una sonrisa en la cara:
- ¡Pero que guarra eres!
Desde su posición, nuestra invitada me miraba a los ojos con deleite, disfrutando con su nueva función
- Quiero ver tus pechos, ¡vamos no tenemos todo el día!. Pero primero mete mi rabo donde estaba
Obediente, cogió mi falo con su derecha y procedió a acercarlo al mojado coñito de Mónica, hasta que mi glande entró en ella, momento que aprovechó para pasar su mano por el culo de la rubia, que la miraba con interés y curiosidad. Comencé de nuevo mi cabalgada y la receptora sus gemidos, mientras nuestra nueva amiga se desabrochaba los botones y, bajando su sujetador, dejaba salir dos buenos pechos, algo caídos pero con un indudable atractivo, en el que se marcaba claramente la marca de los bikinis que debía utilizar, pues la zona de sus pezones, muy erectos por cierto, estaba totalmente blanca, eso sí la marca llegaba muy, muy cerca de sus aureolas, - debía usar unos modelos minúsculos pensé-. Cogí uno de los pechos de la morena, y tiré ligeramente hacia arriba de él para que su dueña se levantase y así lo hizo, acercándose a mí. Cogí aquel pecho y lo llevé a mi boca, mientras su dueña desabrochaba el cinturón de su pantalón, el botón e introducía su mano por dentro de él para comenzar a masturbarse. Cuando lo ví le ordené:
- ¡Con fuerza zorra!, quiero escucharte gemir
Ya estaba en ello, se retorcía y se frotaba apoyada contra mí y escuchaba su respiración entrecortada, que enseguida pasó a gemidos. Aceleré el ritmo para no descuidar a mi montura, y Mónica comenzó a anunciarme su inminente orgasmo apretando más su culo contra mi vientre
- Mi señor, me voy a correr, casi me corro, casi me corrooooo
Como no quería acabar la fiesta todavía, saqué mi miembro inmediatamente de Mónica e hice arrodillarse a la morena, que recibió mi polla con gula, como quien tiene mucha hambre atrasada y aceleró el ritmo de su masturbación emitiendo toda clase de sonidos guturales. La chupaba, muy, muy bien
- Gummmmpppfff, uuuummmm, oommmmmff
Le retiré su chupete, volví a empalar a Mónica de un solo golpe, y empecé a bombear dentro de ella con rabia. No pudo contenerse más y estalló en un fortísimo orgasmo, contrayendo todo su cuerpo mientras su interior estrujaba mi pene
- Ooooo Dios, siiiiiiiii, me co-rro, me co-rrooooo, me-coooorroooooo
Y yo seguí apretando fuerte a pleno ritmo hasta que se le aflojaron las piernas, momento en el que se la saqué para que pudiera sentarse en el inodoro con la cabeza apoyada en la pared, totalmente desmadejada, mientras me miraba sonriente. Ordené a la morena que se acercase a mí
- Vamos zorra, chúpamela bien que tendrás premio.
Se arrodilló frente a mí y comenzó una mamada épica, que incluso llamó la atención de Mónica por su glotonería y su entrega. La tragaba entera, hasta la garganta y una vez allí, hacía movimientos con su cabeza, como si se follara mi miembro al ritmo de los dedos en su coño, los ríos de saliva colgaban de su boca mojando sus pechos, y su rimel estaba totalmente corrido por efecto de las lágrimas de sus ojos, lo que no parecía importarle. Por mi parte, además de sentir el placer que me proporcionaba, disfrutaba del magnífico espectáculo de ver sus pechos desnudos bambolearse y su cara de vicio, aderezado por sus gemidos. A mi izquierda Mónica me cogía la mano y no perdía detalle, y por la abertura de la puerta, su amiga miraba con los ojos como platos.
Noté que me llegaba la muerte súbita y, sin ningún tipo de aviso, dejé que mi simiente se derramara en la boca de aquella morena insaciable que lo recibió sin sobresaltarse, sacando mi polla solo hasta la mitad y engullendo sin remilgos mis jugos, mientras aceleraba el ritmo de su paja y se corría con mi rabo en su boca, mientras succionaba sin piedad.
- Oooummmpppppfff, uuuuuummmmmmhhh, uuuuummmmmhhh, aaaahhhh
Fue una corrida épica, pero la imagen que se quedó guardada en mi retina fue la del momento en que nuestra zorrita espontánea abrió la boca y, sacando su lengua, dejó que mi corrida resbalara hasta caer sobre sus pechos, momento que aprovechó Mónica para arrodillarse junto a ella y fundirse en un beso en el que se intercambiaban sus salivas y mi semen. Esto duró aproximadamente un minuto. Acto seguido, como si todos hubiésemos escuchado una señal inexistente, procedimos a adecentar nuestro aspecto. La amiga mirona me hizo señas de que podía salir, cosa que hice el primero, pero me quedé esperando a Mónica junto al baño, aunque a una distancia prudencial. Además, quería ver salir a nuestras amigas
Como suponía lo hicieron antes que mi compañera. La morena atrevida, realmente estaba de muy buen ver, pero pude comprobar que era una lástima que su amiga no hubiera sido más lanzada y se hubiera apuntado porque era realmente una mujer muy deseable. La morena se acercó a mí discretamente, me dio un dulce beso en la comisura de los labios y depositó en mi mano derecha una servilleta con un número de teléfono móvil y su nombre: Mireia. Después se marcharon cuchicheando entre ellas. Enseguida salió Mónica, totalmente maquillada como si nada hubiese pasado.
- ¿Nos vamos guapa?
- Nos vamos…¿Andrés?
- Si, claro. ¿Todo bien?
- Perfectamente
Me devolvió una sonrisa radiante. Se cogió de mi brazo y la acompañé hasta su coche. Allí comprobé que mi contacto había cumplido y me había enviado la información que le había solicitado. Pude confirmar que mis sospechas eran ciertas y que podíamos proceder con el plan que habíamos elaborado.
- Mira Mónica, todo concuerda –le mostré la información en la pantalla del teléfono-
- Ya veo, es perfecto
- Entonces responde el mensaje, tal y como hemos hablado
Se acercó a mí y me dio un dulce beso que recibí con placer, cogió su móvil de su bolso y buscó el último mensaje recibido de ese número del que, hasta hacía poco, desconocíamos su procedencia. Acto seguido le escribió la respuesta que habíamos pactado previamente:
“Nos vemos esta noche en tu casa y hablamos de todo esto”
Esperamos unos instantes comentando lo bien que había ido la comida, y como suponíamos no tardó en llegar la respuesta:
“Será mejor que vengas dispuesta a escuchar y callar. Yo digo donde nos vemos y cuando zorra”
Suponíamos que seguiría pensando que tenía la sartén por el mango, pero nuestra respuesta estaba ya preparada y la iba a descolocar por completo.
“De eso nada. Esta noche a las 21 horas en tu casa. Hasta luego RAQUEL”
Al saberse descubierta se le debió helar la sangre en las venas, pero esto no era nada comparado con lo que le teníamos preparado para esa noche porque, evidentemente, Mónica no era la única que se iba a presentar a esa cita y, claro está, la vecinita díscola se llevaría su castigo…y algo más. CONTINUARÁ
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