Un verano inolvidable (3 - Final)

Desenlace del viaje a Almería y sus consecuencias.

Después del extraño incidente de la playa, no habíamos vuelto a aquella cala. No sabíamos porque, pero teníamos la impresión de que habíamos hecho algo mal.

Apenas hablábamos de esa tarde, solo de vez en cuando hacíamos referencia a la follada que le hicimos a Elena. Los tres días posteriores a aquello no volvimos a intercambiar las parejas, aunque si conservamos la libertad de hacer lo que queríamos donde y cuando nos apeteciese, de esta forma si a mi mujer y a mi nos apetecía follar en el salón lo hacíamos. Nos gustaba hacerlo delante de ellos, igual que a ellos les excitaba follar mientras les mirábamos. No había pudor, solo respetábamos las horas de comidas y nada más. Era divertido, pero he de confesar que yo andaba con la polla como un palo casi todo el día, imaginaros: vas lavarte los dientes y te encuentras a Ana haciéndole una mamada a su marido, o están ellos lavando los platos mientras me enculo a mi mujer en la mesa de la cocina.

Faltaban solo tres días para marcharnos y ya habíamos visitado todos los pueblos de alrededor, así que pasamos la mañana en la playa más cercana a la casa, que tenia más gente y era más "textil". Después de comer solíamos hacer la siesta, pero ese día Ana nos sorprendió a todos: ¿Os apetecería meter a más gente en nuestros juegos?

La pregunta nos descolocó a todos, incluido a su marido. Elena y yo habíamos hablado de acudir a algún lugar de intercambio a la vuelta a Madrid, así que nos mostramos favorables. Víctor era algo escéptico con la idea, así que Ana no insistió más. Nos fuimos a una cala cercana y las chicas decidieron dar un paseo después el baño. Víctor y yo aprovechamos para dormitar un poco, pero a la media hora más o menos la voz de mi mujer nos despertó. Al volvernos vimos que llegaban con dos chicas que ayudaban a Ana a caminar. Nos explicaron que Ana tropezó junto a ellas y que se ofrecieron a ayudarlas a volver con nosotros. Ana y mi mujer accedieron encantadas tras observar que estas chicas miraban de forma especial los pechos de Ana.

Como agradecimiento las invitamos a cenar en casa, así que emprendimos la marcha. Durante la cena nos contaron que sus padres eran españoles emigrantes a Dinamarca, que se habían conocido en una escuela para hijos de emigrantes y que eran pareja desde hacia dos años. Ana escuchaba lo que contaban con una sonrisa picarona en su boca. Al calor de las copas fuimos intimando más, sobre todo con las preguntas de Ana y mi mujer acerca de las lesbianas, demostrando un interés que ellas despejaban con mucho gusto. Después de varios comentarios picaros y alguna que otra referencia por parte de Víctor y mía sobre sus cuerpos (que no estaban nada mal), Elena propuso jugar a algo y todos estuvimos de acuerdo. Ana aprovechó y sacó el Schinpps. Olga y María lo conocían y no pusieron muchas pegas, aunque si comentaron que no estaban seguras de llegar a ciertos límites, así que acordamos parar en cuanto alguien no se sintiese cómodo.

Lo echamos a suertes y salió el juego del rey, verdugo y esclavo. Víctor salió rey, su mujer verdugo y yo esclavo, y la orden del rey fue clara: Elena debía obligarme a besar la oreja de todos estando completamente desnudo. Me desnudé y todos pudieron observar que estaba excitado, pero esta excitación aumentó cuando besé los lóbulos de las invitadas, y ellas lo notaron. El siguiente rey fue Ana, Elena volvió a ser verdugo y su esclavo Olga. Olga debía desnudarse, desnudar a mi mujer, simular ser un hombre y follarla el culo. Un leve pudor la recorrió al quedarse desnuda delante de todos, pero desapareció cuando empezó a desnudar a Elena, notándose claramente su orientación sexual. La simulación fue divertida, con Elena a cuatro patas en la alfombra y Olga dando empujones con un pene imaginario en el ano de mi mujer, a ambas se les notaba excitadas y lanzadas cuando Ana paró la simulación dando por pasada la prueba. En el siguiente turno yo fui el rey, Víctor el verdugo y Ana su esclava. La prueba consistía en que después de desnudarse, Ana debía convencer a los que quedaban vestidos de que quitasen la ropa, y solo tenía para ello 1 minuto. Obviamente yo tenia claro que lo conseguiría, pero solo buscaba que estuviésemos todos desnudos. Ana estaba como loca, y la verdad, fue divertido verla por el salón en bolas pidiendo a los demás que se desnudasen. Con lo que no contábamos era que Maria se negó a quitarse el tanga, con lo que Ana perdió la prueba. Yo no pude desaprovechar la ocasión y el castigo fue el siguiente: debía demostrar a nuestras nuevas amigas como se convierten en lesbianas mi mujer y ella, así que la ordené abrir de piernas a Elena y comerla el coño. Ana obedeció y hundió su cara entre las piernas de mi mujer haciéndola gemir de placer. Olga y María estaban desconcertadas, no sabían que hacer, se miraban y miraban a Elena retorciéndose en el sillón con la cara de Ana hundida en su coño. Finalmente, tras unos momentos de duda, sonrieron, se besaron y fueron a sustituir a Ana. Pusieron a Elena boca arriba en la alfombra y comenzaron a hacerla gritar de placer como pocas veces la había oído. Ana no se quedó quieta, cogio la polla de Víctor y se la metió en la boca hasta los huevos, mamándosela como loca. Yo me acerqué al trío, pedí permiso para entrar y fue Olga la que me ofreció su coño para empezar. La verdad es que todo estaba saliendo a pedir de boca, mi amigo y yo cambiábamos nuestras pollas de agujero tantas veces como nos pedían las cuatro mujeres, bocas, culos, coños, todas pasaban de una posición a otra, enfrascándose en no dejarnos ni un segundo de relax. Con nuestra primera corrida, aprovecharon nuestras mujeres para deleitar a las invitadas con lametones en sus coños totalmente depilados, mientras las lesbianas se besaban y magreaban las tetas de nuestras mujeres. Cuando Víctor y yo nos recuperamos las danesas nos obsequiaron un par de mamadas que culminaron tragándose todo el semen que soltamos, besándose a continuación y diciéndonos que era la primera vez que se tragaban la corrida de un tío.

Cuando finalmente decidimos irnos a dormir casi amanecía. Olga se vino con nosotros y Maria se fue con Ana y Víctor. Yo me desperté cerca de las dos de la tarde, besé a mi mujer en los labios y ella me susurró que la hiciese el amor allí mismo. No me negué así que cuando me la puso bien tiesa con su boca, se sentó encima. Olga se despertó, nos miró, me besó y lentamente se sentó en mi cara, comiéndole las tetas a mi mujer. Noté el orgasmo de Elena, aumenté el ritmo de mi lengua y me corrí al tiempo que Olga se estremecía con su corrida.

En el baño me quedé en la ducha cuando Elena salió y entró Olga. Enjabonar el cuerpo de otra mujer mientras la mía me observaba secándose el pelo, me puso a doscientos. Elena ya se había secado así que le pidió a Olga que me bajase la hinchazón, ésta me enjabonó la polla, la colocó entre sus tetas y me hizo una cubana de escándalo.

Ya más tranquilos salimos al salón y comentamos con los otros lo ocurrido, y ellos nos dijeron que algo parecido les pasó, pero en esta ocasión fue Maria quien despertó a Ana, con lo que Víctor se desayunó un espectáculo genial. Se fueron los tres a la ducha y al poco rato oímos claramente los gemidos de las chicas.

Dos horas después Víctor y yo dejábamos a las danesas en su hotel, con la promesa de vernos muy pronto. De vuelta a la casa, Víctor me confesó que se lo estaba pasando genial, pero que debíamos parar un poco, ya que empezaba a sentirse incómodo con mi mujer. No entendí que quería decir pero me lo explicó sin preguntárselo: le empezaba a apetecer estar con mi mujer antes que con la suya. Me quedé en blanco, no sabia que decir, estuve tentado de darle un puñetazo, pero preferí esperar y decirle que debíamos hablarlo con las chicas al llegar a la casa. Así lo hicimos, nos reunimos en el salón y Víctor expuso sus sentimientos. Ana me miraba con estupor mientras que Elena callaba, notándose que lo sabía. Víctor explicó que sentía una atracción por Elena que superaba lo físico y por tanto debíamos parar ahora para no lamentarnos más tarde. Estuve de acuerdo y propuse adelantar el regreso, pero Elena se mostró en contra, pensó unos segundos que decir y … decidió volver ella sola con Víctor.

No me lo podía creer, primero mi amigo me insinúa que se está enamorando de mi mujer y ahora ella se va con el a Madrid. Discutimos entre todos el asunto, pero Ana puso paz y decidió que si ellos se iban, se quedaría conmigo hasta arreglar los papeleos.

Una semana después, en Madrid, quedamos los cuatro para aclarar algunos asuntos, nos pusimos de acuerdo y ahora, cuatro meses después, Víctor y Elena viven en casa de el mientras que Ana y yo estamos en la mía. No es igual que antes obviamente, pero no ha sido tan doloroso, al fin y al cabo, nos conocemos todos hace años.

Ana me ha propuesto realizar intercambios con chicas, ya que le gustó la experiencia de las danesas, que por cierto van a pasar una semana con nosotros. He aceptado la propuesta de Ana y hemos tenido varias experiencias con chicas, sobre todo con Laura, una argentina de 30 años preciosa, que medio en broma medio en serio nos ha dicho un par de veces que se quiere venir a vivir a casa. Os contaré la visita de María y Olga, y a ver que pasa con Laura.