Un verano en la playa con mi primito 4

Acepto mi papel como putita personal de mi primito y lo cumplo a la perfección. Pero Pedro y Vero tienen nuevos planes para mi...

Cerré los ojos con resignación y abrí la boca y me acerqué a su pija semi dura. Ya me estaba acostumbrando a sentirla crecer en la boca. Mi primito estaba sentado en el sillón de mi habitación completamente desnudo y fumando. Yo estaba arrodillado entre sus piernas chupándole la verga como todas las noches. Habían pasado cuatro días desde que me había cogido y cada noche desde ese momento me había obligado a chuparle la pija. Le gustaba que fuera en mi habitación, supongo que lo hacía sentir más dominante el hecho de degradarme en mi propio cuarto. Yo ya me había resignado y esperaba sumisamente ese momento cada noche, y me alegraba con que me dejara tranquilo durante el día. El había estado yendo a la playa y yo me quedaba en la pileta, lejos de sus abusos. Intentaba mantenerme lejos de mi prima Vero, no podía soportar su presencia después de aquella humillante noche, aunque la recordaba cada vez que me iba a dormir. Sus manos apoderándose de mi pitito, sus dedos haciéndome sentir infinitamente inferior, el sabor de su increíble conchita. La miraba de lejos, la veía tomar sol desde la ventana, con su cuerpito aceitado y bronceado, siempre desde distancia segura. Pero esa noche cambió todo.

La pija de mi primito se había endurecido y yo lamía como buena putita cuando sentí la puerta de la habitación abrirse de golpe. El terror invadió mi cuerpo e intenté separarme de su miembro, pero su mano en mi nuca me lo impidió. Casi sin esfuerzo empujó mi cabeza contra su ingle llenándome hasta la garganta. La diferencia de fuerzas era abrumadora. Estaba a su merced.

  • Se están divirtiendo sin mí - escuché la voz de mi prima.

  • El putito extrañaba la verga de papi, ¿no, maricon? - me dijo agarrándome de los pelos y moviendo mi cabeza de arriba a bajo sobre su verga. - ¿ves como dice que sí?

Vero estalló en risitas perversas mientras mi primo menor jugaba conmigo como si fuese un muñeco. Me imaginaba la sonrisa malvada y los ojos brillantes de mi prima mientras me miraba chuparle la pija a su hermano sin siquiera frenar para mirarla.

  • Así que acá estaba mi bombachita roja - dijo Vero tironeando de su tanga que decoraba mi culo. - Le queda linda.

Me puso a cuatro patas y comenzó a acariciarme el culo, y luego mis huevos. Movió su (o mi?) tanga hacia un costado y cayeron junto con mi pijita erecta, la agarró con dos deditos.

  • Parece que le gusta ser tu putita eh, mirá como está esta cosita. - dijo entre risas mientras me masturbaba con su índice y su pulgar. Yo seguía chupando sin levantar la cabeza.

  • Le encanta - añadió mi primo - todas las noches se aparece en mi cuarto con tu bombachita puesta pidiéndome que le deje chuparmela - Luego me agarró del pelo y comenzó a manejar mis movimientos, casi cogiéndome la boca. Vero seguía ordeñándome.

  • Contale a tu primita como te gusta chupármela, dale maricón.

Como nunca aflojó su presión sobre mi cabeza alejé mi boca los centímetros que me permitió y hablé:

  • Me encanta chuparte la pija Pedro -  dije con su pija en la boca, casi sin dejar de chupar. Las caricias de Vero en mi pijita me estaban calentando y lo demostraba poniendo mucha dedicación en el tronco de carne de mi primito. Chupaba como una puta experta ante los ojos de mi prima que no paraba de ordeñarme.

  • Y se toma la lechita? - preguntó Vero metiéndome un dedo ensalivado en la cola. Me estremecí tanto por su dedo como por la pregunta. Vero estaba encantada con toda la situación, y yo sabía que eso le daba más morbo a mi primo.

  • Miralo y decime nena... no se separa de la mamadera hasta que no se la toma toda, hasta la última gota.

Cuando terminó la frase soltó mi cabeza y se acomodó en el sillón.

  • Sin manos, puta. Como te enseñé. - dijo.

Vero empezó a jugar con mi culo mientras me masturbaba con dos dedos y se reía de que no necesitara más que eso. Sentí espasmos en los huevotes de mi primo y chupé con más fuerza. Cuando sentí los espasmos subir por su largo tronco pegué mis labios a su base y lo dejé llenarme la garganta, luego aguanté los ataques de todos sus chorros de leche tibia que me golpearon con fuerza; fueron cinco. Tomé toda la leche como una buena bebita y recién solté su pijota cuando comenzó a perder erección. Finalmente me separé de su tranca, pero no me animé a voltear para ver a Verónica.

  • Te quedó un poquito, tontito - dijo ella risueña y señalo un charquito de leche sobre los huevos de Pedro.

Yo acerqué mi lengua y la pasé por el líquido, levantándolo todo y llevándolo a mi boca. Lo tragué y le dí un patético beso a su huevo derecho. Me aseguré de limpiar bien toda su verga con mi lengua y luego, aún no se por qué, levanté la mirada para encontrarme con sus ojos brillantes de morbo, abrí la boca y saqué la lengua demostrando que me la había tomado toda. Vero me acarició la barbilla entre risas.

  • Buena putita!! - dijo, y volvió a mi cola. Su dedo se movió en círculos bien adentro mio mientras sus dedos me ordeñaban. La humillación de sentir como era ordeñado solo con dos dedos de mi prima era demoledora, y sus comentarios lo hacían más humillante aún. Comencé a gemir de placer en cuatro patas, con las piernas abiertas y entre las piernas de mi primo que me miraba complacido. Vero comenzó a nalguearme. "Mové la cola putito, dale movela con ganas" decía.

Comencé a moverla presionando yo mismo contra su dedo intruso. Estaba cerca del orgasmo. Ella se dio cuenta y bajó el ritmo de su ordeñe. Yo comencé a moverme más, demostrando que era toda una putita y estaba dispuesto a todo para conseguir mi orgasmo. Moví mi cola bien provocativamente, comencé a frotar solito mi pija contra sus deditos, que permanecían estáticos abrazando mi pene. Había pegado mi cara contra el suelo y subía y bajaba mis caderas con furia en una búsqueda desesperada de placer. Cada vez que estaba cerca de acabar ella aflojaba sus dedos y me obligaba a moverme más, a humillarme más. En la desesperación de mi calentura comencé a lamer los huevos y la pija blanda de mi primo. Mi lengua recorría desde sus huevos hasta su glande con pasión. Eso pareció gustarle a mi prima y aumentó levemente su presión en mi pijita, y aún más sus movimientos en mi cola hasta que finalmente alcancé el orgasmo. Fue intenso. Caí rendido en el suelo sin soltar la verga de mi primo, de mi macho. Seguía prendido a ella como un cachorro a la teta de su madre, y aún rendido contra sus piernas continué chupando hasta que él mismo me apartó empujándome al suelo. Luego se arrodilló sobre mí atrapando mi pecho con sus piernas y comenzó a masturbarse hasta acabar sobre mi cara. Cerré los ojos y, como buena nena, abrí la boca. Me bañó el rostro de semen caliente, luego me escupió la cara y se sentó nuevamente en mi sillón.

Mi prima se me acercó feliz.

  • Que linda te queda la carita llena de leche bebé. Bien putita.

En ese momento me di cuenta que en la palma de su mano tenía mi leche. Abrí la boca sin que me lo pidiera y ella me la metió en la boca. Luego extendió la palma sobre mi cara y yo comencé a lamerla como perrito fiel. Ella me acariciaba el cabello. Yo me dejaba hacer sin oponer resistencia, y permanecí así, desnudo con su bombachita corrida al costado, con la cara y la boca llena de leche propia y ajena, y con mi prima mirándome y haciéndome caricias mientras reía porque mi pitito volvía de a poco a ponerse duro.

  • Te salió golosa la nena - le dijo a mi primo mientras sus dos dedos volvían a apoderarse de mi pitulin y mis huevitos.

  • Demasiado, cada día está más en celo. - contestó acariciándose el paquete, que desde mi ángulo se veía aún más grande e imponente.

  • Hay que hacer algo al respecto, ¿no?

  • Si, mañana vienen los chicos a la pileta, y el mariconcito está invitado.

Me asusté demasiado cuando escuché eso, pero sabía que no podía hacer nada para evitarlo.

  • Escuchaste putito?!, Que bueno que es tu macho, piensa en vos - dijo Vero riéndose - Agradecécelo.

Yo me levanté del suelo y me acerqué a mi primo a cuatro patas, agarré su pija con mi mano y mirándolo a los ojos le di un beso en el glande.

  • Gracias primito - dije.

Mis primos terminaron el porro que habían encendido y abandonaron mi habitación. Me quedé solo, con la tanga de mi prima y la cara llena de leche, sin poder dejar de pensar en lo que me esperaba al día siguiente. Ya había aceptado y asumido mi papel de putita personal de mi primo, sabía que mientras estuviera en su casa sería de su propiedad. Incluso me había resignado a la humillación total de mi hermosa e inalcanzable (ahora más que nunca) prima, pero sólo pensar en que iba a tener que cumplir mi rol delante de pendejos extraños, que de seguro serían igual de crueles y odiosos que mi primo Pedro me aterraba. Una cosa era ser la putita personal de mi primito, pero ¿tendría que serlo de todo su grupito de amigos? ¿realmente era capaz de entregarme de esa manera y destruir mi dignidad para siempre? No tenía ni idea con qué me iba a enfrentar al día siguiente, pero aunque estaba completamente horrorizado, mi pitito se encontraba duro. ¿Acaso, en el fondo de mi ser, me gustaba sentirme humillado y abusado por un grupo de chicos desconocidos y más chicos que yo?

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