Un verano en la playa con mi primito 2: Amanecer
Me fui a dormir como Julián, me desperté como Julieta, la putita de mi primo. Así fue mi primer amanecer como nenita sumisa.
Aquella noche no pude dormir pensando en lo que había ocurrido, y sin poder evitarlo, volví a masturbarme. A cada sacudida que le daba a mi pito mi humillación aumentaba, pero a su vez aumentaba mi excitación. Tuve un orgasmo brutal, que me salpicó de leche hasta la cara. Cuando el extasis se fue, me vi a mi mismo, todo lleno de leche (restos de la de mi primo en mi cara, de la mia en todos lados, y la nueva fresquita), con un pitito encogido, miniatura, enfundado en una bombachita rosa. Con lagrimas en los ojos la tomé con ambas manos, como para arrojarla bien lejos, pero no pude hacerlo, por alguna razón sentí que no debía, ya que mi primito me había ordenado dejármela puesta. Así lo hice.
A la mañana siguiente me levanté temprano, casi no había dormido. Me asome a la puerta para asegurarme que nadie estaba despierto aun, y corrí al baño. Allí me vi en el espejo, de pie, lleno de leche seca, con mi nueva bombachita bien colocada. Moría de vergüenza, y sentía un hormigueo en mi interior. Luego de unos segundos de mirarme a mi mismo, me dirigi al inodoro. Cuando estaba sacando mi pitito para orinar escuche la voz de mi primito desde la puerta. – buen día Julieta – comenzó en tono burlón. – que estas haciendo? – le respondi sin mirarlo a los ojos que estaba por hacer pis, a lo que me respondió que las nenas lo hacen sentaditas. No opuse resistencia, hice pis sentada, como Julieta debía hacerlo, ante las risas burlonas de Pedro.
Cuando me levanté, dispuesto a irme, mi primito se puso en mi camino bloqueándome el paso. Me dio vuelta con sus brazos fuertes, dejándome frente al espejo. – que linda te queda tu tanguita Julieta! – me decía mientras desde atrás mio comenzaba a deslizar su mano por mi estomago hacia mi pitito, apoyándome su vergota en mi colita. – Te hace un culito divino! – agregó, mientras tomaba la tanga y me la calzaba bien en mi raya, dándome de paso varios cachetazos en las nalgas. Su mano derecha siguió masturbándome lentamente, y su rabo meneándose fuerte contra mi cola. Mi pitito respondia a sus caricias y se ponía duro, al igual que el suyo. Yo comencé a gemir, cosa que me avergonzó mucho, y dio gracia y valentía a mi primo, que me soltó y con violencia me empujó contra la pileta del baño, quedando yo inclinado hacia adelante. Una mano se poso en mi cintura y la otra comenzó a darme duras nalgadas. Yo resistía la violencia sin chistar, pero realmente me asuste cuando sin aviso previo, me bajó la bombachita hasta los tobillos. – chúpame los deditos – me ordenó mi primo. Obedeci rápidamente mientras el volvia a jugar con mi pija. Sus dedos ensalivados fueron directamente a mi ano virgen. Di un respingo que él contestó con nalgadas y apretón de huevos. – quieta marica!- me grito mientras comenzaba a jugar con un dedo en la puerta de mi culito. Un dedo entro lentamente, yo me quede durito, casi llorando, con dolor y humillación. Una vez que entró completo empezó su mete saca. El reia y me insultaba mientras yo temía que pensara desvirgarme con su mástil.
Por suerte, decidió soltarme de golpe y dirigirse a la ducha. – preparate puta, vas a bañarme – me dijo sonriendo mientras yo miraba al suelo. Me hizo entrar con el en la ducha, y como si fuera mi rey y yo su sirviente, me hizo bañarlo enterito, pasando la esponja enjabonada por todo su cuerpo. Tuve que ponerme de rodillas ante el cuándo me pidió que le enjabonara las piernas, empezando desde los pies. Obedecí sumisamente y fui subiendo hasta encontrarme frente a frente con su mástil, que me apuntaba con su único ojo directo a mi cara. Sin saber como proceder, levanté la vista y me encontré con la mirada lasciva y perversa de mi primito, brillante de maldad. Con una media sonrisa en su cara y sus ojos clavados en mi, comenzó a bambolear su verga al ritmo de “dale marica, enjabonala con amor”. Obedecí. Mientras pasaba jabon por sus enormes huevos, y los masajeaba con mis manos, quedé casi hipnotizado. No podía dejar de mirar esa enorme pija jabonosa delante mio. Sin darme cuenta quedé abstraído del mundo y de las reacciones de mi primito. Para mi, solo existía ese pedazo de carne en aquel momento. Dirigí mis manos al tronco y comencé a masturbarlo lentamente, apreciando el movimiento de la piel, su enorme cabeza apareciendo y desapareciendo, el agua y el jabon escurriendo hasta caer por los huevos.
- Estas babeando, marica – me interrumpió mi primito entre carcajadas. Yo me sonrojé y no conteste, solo bajé la mirada al suelo. – Tendriamos que aprovechar que está bien enjabonada y resbalosa, no? – continuó Pedro. Mi cara avergonzada se transformó en aterrorizada. El siguió riéndose. Comencé a llorar y le pedí por favor que no me hiciera eso. Primero el sonrió y mientras se acariciaba su verga en mi cara me dijo que era preferible así, ya que estaba bien lubricada para abrirme el ano, pero yo estaba desesperado. Mi insistencia termino enojándolo, me tomó del pelo, levantó mi cara, con su otra mano se agarro la verga y comenzó a pegarme en la cara con ella. Dolía mas de lo que me imaginé. – Sos mi puta y me vas a obedecer! Ahora ponete contra la pared y abri las piernas marica. - Me gritó mi primo. Tuve miedo de que despertara a alguien. Lo obedecí, aun llorando, y cerré los ojos. Sentí un dedo suyo jugando en mi ano. Mi pitito se despertó y comenzó a pararse, yo no podía creerlo. Muy nervioso y asustado sentía su dedo entrando en mi colita, y los segundos se me hacían eternos mientras esperaba lo peor. En ese momento siento su espada de carne apoyarse en la entrada de mi hoyito mas preciado. – Preparate Julieta, porque en un segundo vas a ser oficialmente mi puta, mi mujercita. – Dijo Pedro mientras yo sentía su glande haciendo presión. Cerre fuerte los ojos y trague saliva. Lagrimas cayeron por mis mejillas y se me escapó un leve suspiro: por… por favor…. Mi primo lo respondió con una fuerte nalgada. Comenzó a empujar lentamente y yo sentí por primera vez carne entrando en mi. El dolor fue agudo y me hizo dar un pequeño grito cuando la punta de su cabeza abrió mi barrera. Pero peor que el dolor fue la completa y total humillación que sentí en ese momento. Realmente me había transformado en la puta de mi primito menor! No había vuelta atrás. Entre llantos y gemidos sentí como centímetro a centímetro su cabeza violaba mi culo. Tenia los ojos cerrados y en mi mente veía y prácticamente podía sentir la forma de su glande forzando mi culo. Comenzó a empujar para meterla toda. Yo sentía como resbalaba su carne enjabonada y como mi dignidad se hacia pedazos con cada milímetro.
En ese momento la puerta del baño sonó fuertísimo y con violencia, ambos nos quedamos paralizados por un instante. – El boludo que se esté bañando por favor que se apresure!- Se esuchó la voz de Vernónica. Mi primo sacó su verga de mi ano y yo sentí como había quedado abierto y mi dignidad escapaba por ahí. La erección de Pedro había casi desaparecido. Se enjuagó el cuerpo y cerró la ducha mientras yo permanecia inmóvil, humillado, abusado y adolorido. – por esta vez te salvo la campana putito! El destino quiere que tu desvirgación sea algo mágico jeje – Dijo mi primo mientras se envolvía en una toalla. Antes de que pudiera preguntarle como íbamos a salir del baño, me miró y me dijo –vos putito te vas a quedar acá, así como estas, hasta que entre Vero. Cuando ella abra la puerta la vas a mirar a los ojos, la vas a saludar, y desnudito te vas a ir a tu habitación. Yo me quedo con tu tanguita por un rato. - Y se fue cerrando la puerta.
Segundos después la puerta se abrió y apareció mi hermosa prima Verónica, en ropa interior que solo cubría un pequeño pijamita tipo baby doll que solo le tapaba la mitad de su hermosa colita. Me miro sorprendida, mientras yo permanecia desnudo y semi erecto al lado de la ducha. – Que carajo haces acá vos? - Me preguntó entre sorprendida y enojada, bajando la mirada para apreciar mi pequeño pito. Me quede callado unos segundos y solo pude decir “perdón”, mientras me iba apresurado y con la cabeza gacha. Cuando llegue a mi habitación cerré rápido la puerta, preocupado por que nadie me viera, y no me di cuenta de la presencia de mi primo hasta que estuvimos los dos encerrados allí. Pedro estaba desnudo, sentado al borde de la cama, con su pija semi dura y las piernas abiertas. – Vamos a terminar lo que empezamos Julietita. – Me dijo sonriendo. Caí arrodillado, vencido y quebrado, y le pedí por favor que no me cogiera, con esas mismas humillantes palabras. El se rió fuerte mientras se acariciaba los huevos y me dijo que eso lo dejaríamos para una ocasión especial, y que teníamos poco tiempo. Me miro fijo y yo entendí todo. En cuatro patas me acerque a el, me arrodille ante sus piernas abiertas, con una mano tomé su pija y acerqué mi boca abierta a ella. El me detuvo. – Mirandome a los ojos, mariconcito. – Me dijo bien firme. Yo obedeci sin chistar. Levante la vista y mire sus ojos divertidos mientras acercaba mis labios a su verga. La meti en la boca completamente humillado, y sin dejar de mirarlo se la mame lo mejor que pude hasta que sin previo aviso me empujó la cabeza contra su verga y comenzó a llenarme la boquita de leche. Increiblemente casi no me resistí, solo un poco a la hora de tragarla, pero por supuesto lo hice a pesar de las arcadas, el horrible sabor y las ganas de ser tragado por la tierra. Una vez terminado todo, me quede de rodillas, mirándolo, como un perro que espera la orden de su dueño. El se levantó y solo me acarició la cabeza riéndose. – Lo hiciste bien putita, mejor que ayer. Cada día vas a ser una mejor mariquita Juli. - Y salió desnudo de mi habitación, dejándome arrodillado y, (cosa que ya no me sorpendia tanto) con el pitito duro.
Por ese día no volví a ver a mi primo, y evité cruzarme con mi prima Vero. Tuve una tarde tranquila, que lamentablemente sería la última de mi agitado verano.
Espero con ansias sus criticas, ideas y comentarios. Sus palabras son las que motivan y ayudan a seguir escribiendo esta historia. MUchas Gracias!