Un verano diferente
Aquel verano empezó como todos; pero acabó de una manera muy especial.
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Nuestro divorcio fue una sorpresa para todos; nadir entendía como después de tantos años, con dos hijos y sin mediar infidelidades, malos tratos u otra causa tangible decidiéramos separarnos.
Fue un separación totalmente civilizada, simplemente ambos decidimos al mismos tiempo que necesitábamos encauzar nuestras vidas por separado. Tan amistosa fue la separación que continuábamos compartiendo cama ocasionalmente; y , he de reconocer que follábamos con más pasión que en los últimos tiempos de nuestro matrimonio.
Alicia, mi ex-mujer, conoció a otro hombre, Juan, viudo, algo mayor que ella y con un hijo también algo mayor que los nuestros, con el que acabó casándose. A pesar de ello, nuestras relaciones no se rompieron; sin sexo, pero seguíamos viendo frecuentemente. Hasta tal punto nos llevábamos bien que, para sombro de propios y extraños, yo pasaba un par de semanas del verano en una casita que tenían en la playa con ellos y mis hijos.
El único que parecía poner pegas a mi presencia era Iván, el hijo de Juan. En su feroz adolescencia, mostraba tal rechazo hacia mi, que apenas llegaba yo, él se iba a casa de sus abuelos.
Aquel verano me presente como todos los anteriores en casa de mi ex-mujer. Me abrió ella misma, me recibió con un beso y me dijo:
Ven, te acompaño al hotelito de aquí al lado.- Yo la miré con cara de sorpresa. Pero ella siguió hablando sin parecer que me hacía ningún caso.- Iván a decidido que este año no se marcha; así que no puedes ocupar su habitación como siempre; nuestra hija no está dispuesta a compartir su habitación con un "adolescente rebosante de hormonas" y el adolescente no quiere dormir en el sofá ni por su padre.
Los chicos crecen. Me dije a mi mismo.
La verdad es que no me molestó. El pueblecito, a pesar de ser de costa, todavía no había sufrido el vandalismo del turismo masivo y el hotelito era muy acogedor, con un ambiente muy familiar y conocía a los dueños desde hacía años.
Realmente habían crecido. Marina, mi hija mayor, con sus 19 hermosos años, salía con un chico; Pedro, el pequeño, estaba empeñado el "ligar" con escaso éxito e Iván era un viril joven de 22 años que, manteniendo las distancias, me trataba con inusual cordialidad.
-2-
Mis vacaciones con ellos coincidía año tras año con la celebración de sus cumpleaños que se separaban en el tiempo unos pocos días. Pero aquel año, la fiesta familiar de pasteles y apagado de velas se transformó por su deseo en una fiesta a la invitaron a todos sus amigos, en una escandalosa reunión de jóvenes celebrando una fiesta de verano.
Concluidos la protocolaria apertura de regalos, fotos y reparto del pastel, me retiré discretamente al porche interior de la casa que daba al mar.
Un sonido casi imperceptible rompió mi concentración sobre mi lectura y tarjo mi vista hacia la puerta.
Iván me miraba atentamente, y su rostro mostraba que una serie de pensamientos cruzaban por su mente. Había cambiado mucho con los años, ya no era el adolescente impertinente que recordaba; se había convertido en un apuesto joven que me observaba enfundado en un ajustado pantalón tejano y ataviado con una camisa casi desabrochada mostrando su pecho firme cubierto de un casi invisible bello castaño claro.
¿Molesto? Preguntó sonriendo.
En absoluto, Iván, siéntate si quieres. Le respondí mostrándole amablemente una silla frente a la mía.
No gracias, iba a la playa a darme un chapuzón.- Dijo mostrándome la toalla que llevaba al hombro. - ¿Me acompañas?. Añadió afablemente.
Por que no.
Caminamos en silencio por la arena. Llegamos a unas rocas y empezó a trepar por ellas.
Apiádate de un anciano como yo. Gemí bromeando. Que a me edad ya no estoy para estos esfuerzos.
¡Ya quisiera yo tener a tú edad tu forma física y tu cuerpo!. Exclamó, devolviéndome la pelota.
La verdad es que me cuido; pero me sentí halagado por el cumplido.
Llegamos a lo más alto de las rocas y al otro lado apareció una pequeña playa de arena inmaculada, sin señales de haber sido pisada en días.
Generalmente vengo aquí. Es un sitio tranquilo al que no viene nunca nadie. Comentó mientras empezaba a desnudarse. Me baño en pelotas sin ningún problema.
Me quedé mirándolo sin decir nada. Desnudo frente a mí, con las piernas algo separadas y las manos en las caderas, estaba magnífico. Un rostro muy bello, torso masculino, culo firme, piernas fuertes y bien torneadas y una polla que colgaba como un badajo, gruesa y larga a pesar de no encontrarse en erección.
¿No te dará vergüenza, verdad? .- Preguntó con sorna.
La verdad era que sí que me la daba; pero no era de mostrar mi desnudez, si no de que viera la reacción que me había provocado la visión de una cuerpo tan atractivo como el suyo. Mi verga presionaba con fuerza el pantalón; pero no podía negarme a desnudarme. Así que si responder me desprendí de mi ropa quedando frente a él mostrando sin disimulo mi polla erecta.
Se acercó hacia mí hasta que la punta de mi sexo rozó su vientre.
¿No sabía que los tíos te pusieran tan cachondo?. Musitó, mientras sus manos se posaba en mis caderas.
Además de las mujeres, sólo los que están tan buenos como tú. Respondí, con un cierto aire de provocación.
Pues a mí sólo me excitan los hombres y especialmente los que me doblan en edad y tienen un cuerpazo como el tuyo. Murmuró en mi oído, recalcando lo de "sólo".
En ese momento, nuestros cuerpos ya estaba fundidos en un abrazo y sentía la fuerza de su polla en mi pubis. Nos besamos con pasión, me lamió las orejas, el cuello, los pezones y fue bajando poco a poco besando lentamente cada rincón de mi cuerpo mientras se arrodillaba.
Desde abajo me miró fijamente a los ojos y tomó mi polla en su boca haciéndola deslizarse entre sus labios una y otra vez. La sacó de su boca dejando un hilo de saliva espesa entre sus labios y mi la punta del glande y la aproximó de nuevo a su boca manteniendo la lengua fuera. Cuando la punta de la húmeda y cálida lengua rozó el frenillos, creí estallar en su boca. Apretó con fuerza la base del mástil justo sobre los huevos y lamió lentamente las gotas de líquido seminal que brotaron.
Se separó y tumbado en el suelo me ofreció su culo con un "follame" que se salió del alma. No me hice rogar, me arrodillé entre sus piernas abiertas, las levanté hasta apoyarlas en mis hombros y lo ensarté entrando lentamente en aquel canal, que obviamente no era el primero en visitar.
Sentí el palpitar de cada centímetro hasta que mis cojones toparon con su culo y me abalancé sobre él besándolo en la boca.
¡Cómo follais los heteros!. Gimió entre jadeos.
¡Y como la mamais los maricones!. Exclamé, exultante de placer.
Mientras lo follaba su polla erecta se mecía al ritmo que yo marcaba. Era una verga perfecta, recta, vertical, cilíndrica, simplemente maravillosa.
¡Hazme una paja, cabrón!. ¿O es que vas a negarme ese placer?. Me espetó.
¡Eres tan maricona que no necesitas que te toquen la polla para correrte, putón!. Le grité a la vez que asía su verga con fuerza y empezaba a sacudírsela.
En eso lanzó un grito, arqueó el cuerpo y lanzó un surtidor de semen que chocó contra mi cara, haciéndome sentir su tibieza, mientras le hundía la polla hasta el fondo de sus entrañas.
Después de la boda de mi ex-mujer había descubierto los placeres del sexo entre hombres. Me había follado a varios tíos; pero siempre se habían limitado a poner el culo o la boca o ambas cosas hasta que me corría. Aquello era distinto, Iván me trasmitía su placer, me hacía sentir el goce de los dos y me estaba volviendo loco.
Sentí que estaba a punto de correrme e Iván también se percató de ello.
¡No te corras dentro!. ¡Dame tu leche! .- Gritó casi exigiéndolo.
Le obedecí. Rápidamente la saqué, y me situé sobre su vientre, con el tiempo justo para que varios trallazos de esperma llenarán su cara. Caí exhausto sobre su cuerpo sudoroso y me besó compartiendo conmigo mis sabores.
¿Habíamos venido a bañarnos, no? .- Dijo como si no hubiera pasado nada. Va, levanta, que pesas.
Nos metimos en el agua. Parecíamos dos adolescente jugando, salpicándonos, intentando hundirnos en el agua el uno al otro.
Sobre la arena, el uno junto al otro charlamos de manera distendida. Él me explicó su escondida homosexualidad desde la adolescencia y yo mi reciente descubrimiento del sexo entre hombres.
Me abrazó desde atrás y sentí su verga de nuevo erecta entre abriéndose paso entre mis glúteos.
Serías el primero y este no es el momento. Le dije cariñosamente, mientras me volví hacía él y le besaba en los labios.
Pues no acabarás el verano sin saber lo que se siente. Musito al oído.
Se giró tomado mi flácida polla con su boca y ofreciéndome la suya.
También era mi primera vez; pero eso no podía negárselo. La sujeté entre mis dedos y le lamí los huevos y la verga antes de metérmela en la boca y no parar hasta que se corrió.
Aquella noche, en la soledad de mi cama, la cabeza se me llenó de sentimientos contradictorios. Pero al final concluí que me volvía loco por su cuerpo y que ardía en deseos de que me follara.
-3-
Estuve varios días sin verlo, hasta que apareció una mañana a la hora de comer. Tomado el café, se me acercó con sigilo y me dijo.
De esta noche no pasas. Y se marchó casi sin despedirse.
Durante la cena, no paró de lanzarme miradas y sonrisas. Y al acabar me hizo gestos de me marchara. Con una torpe disculpa, le obedecí y me fui a mi hotel tremendamente nervioso.
Había dejado la puerta abierta de mi habitación, entro deslizándose, sin hacer ruido, me llevo a la cama y empezó a desnudarme mientras me besaba y me lamía todo el cuerpo. Luego se desnudó él lenta y provocativamente. Se quedo desnudo delante de mí, consciente de la impresión que me causaba, con su pelo suelto, los músculos firmes, pero no marcados de manera exagerada y una polla deliciosa, recta, larga, no muy gruesa y con un color moreno suave que me volvía loco.
Vamos a la ducha. - Dijo sonriendo, mirando mi expresión golosa.
Bajo el agua tibia, empezó a enjabonarme lentamente acariciándome el culo y pellizcándome las tetillas. Se arrodillo y se metió mi polla tiesa en la boca mientras me introducía un dedo en el culo. El dedo enjabonado y mojado entró suavemente y tuve que sacarla de su boca para no correrme de inmediato. Siguió explorando mi recto y con su lengua me lamía los huevos y el mástil de mi verga haciéndome gemir de placer.
Me cogió de la mano, me tumbo boca abajo se estiro sobre mi espalda. Yo notaba su sexo sobre mis glúteos mientras me susurraba al oído.
Relájate y déjame hacer. - No te haré ningún daño.
Empezó con un masaje en los hombros y espalda bajando lentamente hacia mi culo impaciente. Finalmente colocó su cara entre mis glúteos trabajándolo con su lengua y su boca. Me lleno de su saliva y su lengua entraba y salía de mi interior. Yo estaba ardiendo de deseo y tenia ganas de su polla, así que me giré alcanzando con mi boca su apetitoso miembro.
Su hermosa polla no estaba en ese momento muy dura pero pronto adquirió toda su envergadura dentro de mi boca. Él seguía ocupado con el culo y ya tenia dos dedos metidos e iba a intentar meter el tercero.
Si te duele avisa que paro. - Me dijo.
Con su polla en la boca y los tres dedos en el culo creí morir de placer y empecé a gemir como un poseso.
Cambiamos de postura. El se tumbó boca arriba en la cama, unto bien de lubricante su verga y mi culo y me dijo.
- Siéntate sobre mi polla y ves entrándotela a tu aire y sin prisas, avanza hasta que notes molestias, retrocede y vuelve a avanzar.
Seguí sus consejos y su polla fue entrando milímetro a milímetro en mi interior sin sentir dolor. Yo notaba como su verga crecía y vibraba a cada nuevo avance, pero no se movía para nada ni hacia la menor fuerza para precipitar la penetración. Cuándo note que su capullo había pasado el esfínter me deje caer de golpe hasta notar sus huevos en mi culo, empalándome en aquel soberbio falo que tanto placer estaba dándome, gritando ¡que bueeeeno!.
Muévete arriba y abajo poco a poco e inclínate hacia adelante que pueda morrearte. - Me ordenó, mientras él comenzaba a menear suave y lentamente sus caderas y me agarraba con sus manos tersas y suaves la polla, masturbándome mientras su lengua invadía mi boca.
No sé cuanto rato estuvimos así, pero yo creía morir de éxtasis.
Cambiemos de postura. - Dijo, mientras me indicaba que me pusiera a gatas.
Se colocó detrás de mí y me la metió lentamente frenando al menor obstáculo y volviendo a presionar, hasta que la volví a tener toda dentro. Me fue bombeando cada vez más rápido.
El no se corría y yo no podía mas, quería correrme de una vez y así se lo dije. Me coloco boca arriba con las piernas sobre sus hombros y ahora su verga entró de un golpe a la primera. Que gozada verle la cara mientras me follaba, con el pelo suelto que saltaba a cada envestida y sus músculos tersos y sudorosos. Tenia mi polla en sus manos y me la cascaba al ritmo que me follaba.
Me corrí salpicándolo todo, mi cara y la suya, y se acerco para besarme en la boca sin sacarla.
Quedamos así unos momentos, abrazados, exhaustos, sintiendo todavía aquel pedazo de carne dentro de mí y gozoso de haber perdido la virginidad de mi culo con Iván.
Retiro su verga todavía dura de mi interior y le pedí que se corriera encima de mi pecho. No sé porqué, quería ver salir la leche a borbotones de su magnifica verga; y mis deseos se vieron cumplidos con creces. Una riada untosa y cálida inundo mi torso.
Casi no nos dijimos nada y después de descansar, como puestos de acuerdo con el pensamientos, salimos a tomar el fresco aire de la noche. Vagabundeando acabamos entrando en la casa por el porche de la playa. Unos gemidos rompían el silencio de la noche.
Alicia y tu padre están follando. Comenté en voz baja.
Iván sonrió y me tomó del hombro empujándome hasta la ventana abierta de la habitación de la pareja.
Por los jadeos, le debe estar comiendo el coño. Añadí con una cierta ironía.
Tras unos segundos de silencio, la voz de Juan acompañada de sonidos húmedos llenaron el ambiente.
Ahora es ella quien se la mama. Son muy poco discretos, yo también identifico con todo detalle lo que hacen. Me dijo Iván al oído, mientras llevaba su mano a mi entrepierna, descubriendo una incipiente erección. - ¿Envidia?. Añadió con retintín.
No, sólo recuerdos. Pero no tengas celos, tu la mamas mejor.
Iván se había arrodillado, delante de mi, me había abierto la bragueta y me la estaba mamando.
En el interior de la habitación los rítmicos crujidos y las voces entrecortadas de ambos me decían que Alicia esta cabalgando sobre la polla de Juan. Era como más le gustaba follar.
Mientras en el exterior, vivía una situación tremendamente morbosa. Esta espiando a mi ex-mujer mientras follaba con un hombre, cuyo hijo me estaba haciendo una de las mamadas más placenteras de mi vida.
Ambos gritaron casi al unísono y yo no pude más y me corrí en la boca de Iván, que no paró de chupar y tragar mientras mi polla continuó escupiendo semen.
Se levantó, me dio un beso y se despidió de mi.
A mi me temblaban las piernas y me volví a mi hotel con paso dubitativo.
No he vuelto a saber nada de Iván y Alicia y Juan me han sugerido discretamente que no vuelva a pasar el verano con ellos. Pero ya buscaré el modo de rencontrarlo y revivir este verano diferente.