Un verano con mi tía Marta (7) - la discusión
Natali sigue coqueteando con su padre, Mila discute con Günter y David sufre de celos
7- la discusión y los celos de David
Eran las 8:01 de la mañana en la casa de los Günter. Hacía un día estupendo y radiante. El sol penetraba las persianas de la habitación de David y Marta. Marta abrió los ojos, se giró a su derecha y ahí estaba su sobrino, durmiendo profundamente. Las sábana estaban en el suelo, con lo cual todo su paquete estaba a la vista.
Ella se sentó en la cama limpiándose las legañas mientras miraba el pene de su sobrino. Solo imaginaba con arrepentimiento lo que había sucedido la noche anterior. Su sobrino le había entregado todo su néctar, no pudo evitar tocarse la vagina. Comenzó a acariciarse los pelos de sus órganos sexuales mientras meditaba con la mirada perdida. Luego se percató de que su sobrino tenía un pequeño hematoma debido al golpe que le había dado.
Su arrepentimiento era grande pero estaba embelesada mirando la preciosa polla de su sobrino que estaba semi erecta apuntando con su uretra hacia ella. Tuvo una terrible necesidad de acariciarla, de tumbarse con su sobrino y despertarlo besándole el cuello mientras le acariciaba la entrepierna. Desearía también un polvo matutino. Se sentía una adolescente, volvía a ser joven. Pero se dijo a sí misma que no era el momento, que no era lo correcto. Así que se levantó al baño, tenía ganas de depositar.
-Voy al baño mejor.- Se levantó, y se encerró. Justo en ese momento abrió la puerta Natali, cuya habitación estaba al lado de la de los invitados. Natalí salió y se dirigió al baño pero vio que estaba ocupado, entonces no pudo evitar asomarse a la habitación donde estaba David, ahí estaba él, boca arriba, inmóvil con las piernas abiertas y con su miembro viril a la vista. Sintió mucha curiosidad, fue a su habitación, cogió su móvil con la pantalla rota y le hizo una foto al pene de David. Al fondo se escucharon unos pedos, era Marta. Entonces decidió entrar en la habitación y hacer la foto más de cerca, su pene era más oscuro que el de su padre.
- Este pene no es tan grande como el de mi padre.- Pensó.
Entonces David hizo un movimiento brusco mientras dormía, Natali se asustó y dio un paso rápido hacia atrás, chocando sin querer con una pata de la cama y tropezando. Esto hizo que David se despertara pero cuando abrió los ojos no había nadie en la habitación. Eso sí, la puerta se había quedado abierta y aún se movía.
Natali no se metió de nuevo en su habitación sino que bajó al baño de abajo. Cuando bajó, su papá Günter estaba en la cocina. Fue al baño y luego a hacerse un café. Él estaba con su taza apoyado en la bancada, pensativo, con las piernas cruzadas y por supuesto, desnudo.
-Hola papá- Cuando entró lo primero que hizo fue mirarle el pene disimuladamente.
-Hola cariño ¿Qué tal has dormido?
-Bien.
Natali intentaba alcanzar una taza de un cajón de arriba pero no llegaba, era muy bajita. Todo lo opuesto a su papá y a su hermano. Günter se la pasó.
-¿por qué tienes un chichón en la frente?
- Nada, me di con la pila del baño por la noche.
-¿te duele mucho?
-Un poquito
-Pobrecito- Entonces soltó la taza, la dejó en la mesa, abrió sus brazos y fue a abrazarlo. Su papá hizo lo mismo.
Entonces ambos cuerpos se juntaron. Ella sí que estaba vestida, no le apetecía andar desnuda por la casa con invitados. Llevaba unas bragas negras y una camiseta de tirantes azul. Günter, con su altura la recibió en sus brazos. Él le acariciaba el pelo y ella apoyaba su cabeza en su pecho. Natali estaba un poco cansada porque no había dormido bien, con lo cual decidió cerrar los ojos un rato y quedarse así con él. Ya le daba igual tocar su alien, ya tenían la suficiente confianza.
Ella notaba que el alien crecía y que le tocaba la entrepierna.
-Papá ¿qué haces?- Le miró a la cara con su inocencia y luego se apartó unos centímetros para mirar la entrepierna de su padre. -¿otra vez estás así?
No sé, se ha puesto dura cariño pero no importa, no le hagas caso.
Ok- Ella suspiró y volvió a juntar su cabeza al pecho. Él le seguía acariciando el pelo.
Natali
-¿sí?
-¿Tienes las tetas más grandes?- Ella torció su cuerpo hacia atrás y se las miraba mientras su padre la sujetaba de la cintura. Su pene ya estaba totalmente erecto y escondido entre las piernas de su hija que no le importaba tenerla así ya que se estaba mirando los senos.
-No, yo las veo igual.
-A ver, enséñame
- Si ya las has visto...- Entonces se levantó la camiseta y le enseñó sus tetas rosadas. Ella seguía con el pene de su progenitor entre las piernas.
-A ver, ¿puedo tocarlas?
-Sí, pero yo las veo igual.- Günter le cogió ambos senos y se recreó en los pezones.
Papá ¿qué haces?
Comprobar que no las tienes más grandes.
Las tengo igual. Papá, para por favor.-Ella estaba empezando a notar que la vagina se le humedecía.- ¡Párate ya! - Se estaba poniendo cachonda.
Natali se bajó rápidamente la camiseta, Günter seguía sujetándola entre sus brazos con la polla ahogándose entre sus bragas ya prácticamente mojadas.
-Papá...
-Dime cariño.- Ella comenzó a moverse sensualmente con el pene entre sus piernas mientras le sonreía
-¿Te acuerdas que me dijiste que me comprarías un móvil nuevo si te chupaba el alien?
- Sí cariño, es verdad. Se me había olvidado
-Vale pues...acuérdate. Quiero un Iphone nuevo
-¿el nuevo Iphone? ¿no quieres uno más barato?
¡No porfa! quiero el iphone
Es que es un poco caro hija. Tenemos dinero pero es que son 1000€
-¡Porfa papá! Dime que sí.
- No sé...
-Va papá, mira, tu alien dice que sí- Entonces comenzó a jugar con él- mira, me está guiñando el ojo y dice que sí.- Puso sus dedos sobre la uretra y se la movió imitando el guiño del ojo Entonces dijo: -ay, tu alien otra vez está llorando.- Había salido una gota.
-jajaja- Su hija comenzó a masturbarlo. -Era esto lo que te excitaba ¿no? bueno que sepas que esto ya te lo hice.
-ufff Natali, ¿qué haces?
-Pues estoy conociendo a tu alien. Creo que es el único que me entiende. Él sí que me compraría el Iphone. ¿a que sí?- Le estaba hablando al pene
¿cómo le llamamos?- Entonces se agachó mientras lo agarraba y le seguía hablando.
- señor alien, dígale a mi padre que me compre el Iphone ¿ok? ¿Ves papá? está diciendo que sí- Su padre estaba alucinando. Ella reía mientras le hablaba.
-Papá, tu pene sigue goteando.
-Está triste jaja- Dijo su papá
-¿Por qué?- ella miraba a su padre desde abajo
-Dice que no recibe muchas cariños, que necesita besos
-Vale, pues dile que yo le puedo dar besos pero tienes que comprarme el Iphone ¿sí?
-No sé hija, ahora mismo no puedo comprarte el Iphone, pero hay un buen móvil por 200€ que está en oferta.
-¡No! ¡joder papa! Entonces se levantó enrabietada cruzándose de brazos, sacando los labios y frunciendo el ceño. Estaba a punto de llorar.
-A ver cariño...-Günter la intentó abrazar
-¡No!- Ella se giró. su padre la trajo hacia él agarrándola por detrás, su culo ya estaba pegado a su pene. Mientras tanto le acariciaba la barriga y la consolaba.
-Me lo prometiste- Ella seguía enfurruñada. Su padre le daba besos en la cabeza mientras la abrazaba.
-Cariño, entonces tendrás que esperarte un poco a que pague unas cosas.
- ¡No!
-Natali, por favor, te lo compraré, pero ahora mismo no puedo. -El roce del culo blando de su hija le estaba provocando una erección casi completa.
-Papá, me estás clavando la polla en el culo.- su padre le tomó el cabello y se lo puso todo a un lado para ver su cuello.
- Déjame decirte una cosa
-Vale pero no me claves tu bicho en el culo.
-Ok entonces abre las piernas. - Su hija le hizo caso y su padre introdujo su pene entre sus piernas.- Te prometo que a mitad del mes que viene te lo compro.
- ¡No! ¡Papá! ¿Por qué tanto tiempo?- Cuando Natali escuchó la fecha en la que iba a obtener su recompensa ella cerró las piernas y el pene de su padre quedó completamente atrapado. Como un animal cazado.
-Venga cariño, no te enfades con papá.
-¡Es que me lo prometiste! ella estaba subiendo el tono de voz y estaba enfadándose más, con lo cual apretó más las piernas. Así era prácticamente imposible que el pene de Günter
saliera.
Cariño, me estás apretando.
Te lo voy a asfixiar
No por favor cariño, pobrecito.
Te lo mereces por malo.
-Pero él no tiene la culpa cariño
- Claro que no la tiene pero es tuyo.- Entonces miró hacia abajo, sólo podía ver el glande rojo entre sus piernas.
-¡Mira!- Cambió de tema repentinamente.- Es como si yo tuviera pene.- Entonces comenzó a frotar el glande con sus dedos. -¿Es así como te masajeas tú?
Cariño para.- Günter le empezó a oler el cabello y a besarle el cuello.
Papá, no hagas eso...Recuerda que estoy enfadada contigo. Me haces cosquillas.- En ese momento de placer del padre alemán, entró en escena la madre que contemplaba atónita la escena desde el marco de la puerta de la cocina.
-Günter, ¡¿qué coño estás haciendo?!- Su mujer estaba indignada.
¡Natali! sube a tu habitación que quiero hablar con tu padre.- Ella sabía que tal vez lo que estaban haciendo no era correcto. Entonces agachó la cabeza y se subió.
Eh, Mila, no es lo que parece.- Günter se sentía apenado
-¿No es lo que parece? ¡estabas con la polla entre las piernas de tu hija y le estabas besando el cuello! ¡Eres su padre!
Günter miraba a su mujer sin decir nada.
- ¿Qué coño te pasa? ayer me intentaste violar y ahora estás haciendo obscenidades con nuestra hija. Creo que necesitas un psicólogo Günter. Lo tuyo no es normal y no es correcto. ¿Qué pensarán los invitados? ¡vístete! ¡tápate un poco! No hacemos nudismo para que vayas empalmado. Quiero que sepas que estoy muy decepcionada y te digo una cosa. Para proteger a Natali de semejante pervertido que eres me la voy a llevar hoy mismo a casa de mis padres en Benidorm. Esto es insoportable. Estás enfermo Günter, eres un pervertido.
Günter callaba pero a la vez quería soltarlo todo, quería decirle a Mila que sabía que se estaba cepillando a su propio hijo pero pensaba que aún no era el momento oportuno. Quería darle su merecido a su hijo y a su mujer. Pillarlos infraganti. Finalmente dijo:
-Haz lo que quieras, pero eso no quita que seas una furcia y una hipócrita.
-¿Cómo?
-Que eres la más puta de todas las putas que existen en el mundo.- Günter contestó con rabia
-¿Pero qué mosca te ha picado para que me insultes así? ¿eh?- Entonces se acercó a él y le pegó una bofetada. Günter le contestó cogiéndola fuerte de las mejillas.
- Como me vuelvas a tocar te vas a enterar.
-¿Ah sí? ¿Qué me vas a hacer? ¿eh? ¿Qué me vas a hacer asqueroso?- Mila estaba ya gritando. Sus gritos se escuchaban en toda la casa.
Mientras tanto, arriba se escuchaban puertas y personas hablando.
- Buenos días tía Marta.- Le dijo David a su tía cuando entró en la habitación. Su tía no quiso mirarle mucho.
-Buenos días David - Seguía avergonzada.
-Tía...
-¿Sí?
-¿Estás bien?
-Sí...
-Tía, lo de ayer...
-David, no quiero tocar el tema. Olvídalo. voy a desayunar
- Vale, te acompaño.- Su tía estaba fría, parecía otra mujer.
-¡Espera!- Marta se paró a escuchar los gritos pero no entendía nada. Eran gritos en alemán.- Ufff creo que están discutiendo, deberíamos irnos.
Entonces se escucharon unos pasos rápidos subiendo las escaleras y una puerta que se tiraba. Era Mila, encerrándose en la habitación.
-Vámonos a casa David, vístete. No pintamos nada aquí.
- Sí tía. Él obedeció.
Ambos se vistieron.
Cuando bajaron, Günter estaba solo en la cocina. Se había puesto un pantalón corto.
-Hola Günter
-Hola Marta ¿qué tal habéis dormido?
-Bien, bien gracias.
-¿Os vais? - Él veía que ellos llevaban bolsas y estaban preparados para salir.
-Sí, nosotros nos vamos.
- ¡No! ¿Por qué? ¿no queréis ir a comer fuera?
-No, tengo que hacer unas cosas, pero gracias por la invitación.
-Vale, guárdate mi número por si queréis quedar el finde que viene o cualquier otro día.- Marta tuvo que aceptar.
-Ok, este es mi número. - Ella se lo dio, David se despidió del alemán y ambos cogieron un taxi hacia Barcelona. Marta no tenía ganas de ir en bus. De hecho tenía ganas de encerrarse y olvidarse de su sobrino.
Una vez en casa, y habiendo saludado a Ozzy, Marta se metió en la habitación, sola, arrepentida, necesitaba su espacio para reflexionar. Pensaba que habría sido mejor que la noche anterior se hubiera dejado besar por el alemán para así no tener que sentirse mal después de haberse follado a su sobrino. Ahora pensaba en seducirlo para olvidarse de él y no sentirse mal y arrepentida por otra cosa que no fuera el haberse follado al hijo de su hermano. Por eso, para borrar esa imagen, decidió llamar al hombre que había dejado sus calzoncillos en la ropa sucia la noche antes de que David llegara. Era un hombre que había conocido gracias a una amiga.
Iba a invitarlo a tomar algo, para así hacerle saber a David que ella seguía con su vida y que lo que había pasado había sido un error.
David en cambio, se sentía ignorado en casa de su tía. Él estaba en el comedor viendo la televisión mientras acariciaba al perro. Entonces se dio cuenta que Pilar, la chica que conoció de camino a Barcelona, por fin le había escrito. Esa misma tarde quedaría con ella para olvidarse un poco de su tía.
El sobrino avisó a Marta de que iba a quedar con Pilar y de que volvería más tarde.
-Vale David, nos vemos luego, pásalo bien.- Esto se lo dijo mientras estaba tumbada en su cama, mirando el móvil, escribiéndose con el hombre de los calzoncillos en la ropa sucia.
Ni siquiera le miró a la cara.
Esto hizo sentir a David muy dolido, se sentía triste, veía la figura de su tía tumbada, con sus pies al aire, con su precioso trasero... Él se acordaba de cómo estuvo dentro de su vagina y cómo disfrutó. Ella también lo pensaba, pero quería deshacerse de ese horrible pensamiento.
David salió para quedar con Pilar, Marta invitó a Lorenzo, un hombre moreno, alto, apuesto, de pelo largo y tatuajes, el típico hombre mujeriego que se acostaba con todas y Marta era una más en su lista.
La tarde transcurrió como si nada, Marta con el apuesto Lorenzo, David con Pilar, pero tía y sobrino estaban en otro mundo. Intentaban disfrutar de la tarde pero no dejaban de pensar en la noche que pasaron juntos.
David se bebió unas cervezas con pilar y se puso contento. Por un momento se olvidó de la hermana de su padre. Por su parte, Marta y Lorenzo salieron por el centro y regresaron más pronto que David. De hecho eran las 22:00 y David no había llegado. Cuando llegó a casa de su tía sobre las 23:00, la única buena bienvenida que sintió fue la del perro. Por lo demás, Marta le presentó a Lorenzo. Se saludaron cordialmente pero ella seguía mirando a su Lorenzo mientras acababan de cenar. David no se esperó esta puñalada, nunca se imaginó que hubiese invitado a otro hombre justo después de todo lo que había sucedido entre ellos.
-Ah, David, la habitación ya no huele a pintura, ya puedes dormir allí.
-Vale...
-Te hemos guardado un trozo de pizza. Está en el micro.
-Ok, gracias
-Vamos a ver una película en el salón, si quieres verla estás invitado.- Ellos se levantaron con la copa de vino y fueron al comedor, dejando solo a David mientras calentaba su pizza.
David no tenía ganas de películas.
-No, la verdad es que estoy cansado, tengo sueño. Me voy a la cama.
-ok- Dijo su tía de manera tajante.-Buenas noches, apaga la luz de la cocina cuando salgas.
-Bueno David, encantado de conocerte- Contestó Lorenzo tocándole el hombro de manera condescendente.
David tenía ganas de llorar. Cenó, pero la pizza se le atascaba en la garganta y de fondo se escuchaban risas y la tele. Cuando acabó de cenar, fue a cepillarse los dientes y se encerró en la habitación. En la oscuridad meditaba, miraba el móvil e intentaba conciliar el sueño.
A eso de la 1:00 la película acabó. Se escuchó el silencio, la tele ya no sonaba, pero en el pasillo, detrás de su solitaria habitación, se escuchaba a su tía cuchichear con Lorenzo, unas risas suaves así como el sonido de ropa y zapatos.
-¡Para Lorenzo! que vas a despertar a David- Ella reía suavemente. David podía escuchar cómo se besaban apasionadamente. De fondo también se escuchaban golpes en la pared. Eran los codos de su tía que estaba contra la pared, con todo el cuerpo de Lorenzo encima de ella.
-Qué tetas más ricas- Pudo escuchar David de fondo. Éste se tapaba las orejas con la almohada pero seguía escuchando. Su tía ahora gemía. Lorenzo la tenía atrapada y le estaba besando el cuello.
Se escuchó de repente una cremallera, era el pantalón de Lorenzo. Se bajó los pantalones. Marta le estaba masturbando.
-Para Lorenzo, vamos a la habitación- David escuchaba la invitación de la tía.
- Vale, pero chúpamela un poquito aquí- Marta se agachó y comenzó a comerle el rabo, quería olvidar a su sobrino chupando otros rabos pero se le pasó por la cabeza la idea de que nunca pudo degustar con su boca el pene de su sobrino. Esto le hizo parar. Ella se levantó, se limpió la boca y cogió a Lorenzo de la mano y se lo llevó a su habitación.
David lo había escuchado todo, prefería haberlo visto antes que imaginarselo. Era la peor tortura posible, ahora iban a follar. A David le salían las lágrimas.
Decidió entonces sacar sus auriculares de la mochila y escuchar música. Entre canción y canción podía escuchar los gemidos de su tía por mucho que subiera el volumen. Además la cama golpeaba la pared. Lorenzo se la estaba metiendo hasta dentro.
David sentía envidia y celos.
Por fin paró. Se había consumado el acto. De fondo se escuchaba la siguiente conversación:
-¿Pero no te quedas?
-No Marta, que mañana es lunes y tengo que trabajar.
-Pero me dijiste que te quedarías.
- Ya pero no puedo.
Lorenzo se vistió, ya no le importaba Marta, se había cansado de ella, ya la había usado, era una más en su lista. David se sentía algo más aliviado. La puerta se abrió y Lorenzo se fue de la casa con los ladridos de Ozzy detrás de él.
La casa quedó en completo silencio. Solo se escuchaba a Ozzy llorando y persiguiendo a su ama.
David sabía que algo pasaba. Su tía estaba triste, podía escuchar sus sollozos. No podía quedarse sin hacer nada.
Se armó de valor y decidió abrir la puerta. Justo en ese instante el baño se cerró. Decidió esperar a que saliera. En el fondo de su habitación olía a sexo. Cuando salió, Marta se encontró a su sobrino esperándola en la puerta de su propia habitación.
-¿qué haces despierto?- Marta se secó las lágrimas pretendiendo que no pasaba nada
- ¿estás bien?
-Sí David, vuelve a la cama- David se puso en medio.
- ¿Tía?- le tocó los brazos
-David, vuelve a la cama- Ella miraba al suelo
Tía, mírame, ¿estás bien?- Le tocó la barbilla y le subió la cabeza para que lo mirara.
Sí, estoy bien- Pero sus ojos estaban rojos.
-¿Por qué lloras?- David le puso la mano en la nuca y la acercó hacia su pecho. Ella se dejó. Pudo notar su olor, lo echaba de menos. Entonces la abrazó, ella cedió a sus encantos y también le abrazó por debajo. Sus mocos estaban mojándole el pecho pero no importaba.
-Ven aquí- le dijo David y se la llevó a la habitación. Su cama era individual. Se sentó con ella en la oscuridad.
-Puedes contármelo si quieres.
- No cariño, túmbate y duerme. Yo me voy a dormir que tengo que trabajar.- Ella miraba al suelo triste.
-¿Tía?
-¿Qué? -Ella lloraba más. Entonces puso su cabeza en la cama de David. Se había tumbado pero con los pies en el suelo.
Eh, eh, tía, a ver. Ven aquí. Túmbate aquí conmigo.- David la acomodó bien en la cama y se tumbó a su lado. La abrazó y le comenzó a dar besos en la frente.
Eres muy cariñoso- Ella se limpiaba las lágrimas en su pecho desnudo. Su tía llevaba la camiseta de tirantes y las bragas.
Ella se juntó a él como lo habían hecho la noche anterior. Entonces le puso la boca en el cuello mientras cerraba los ojos. Se estaba quedando dormida. David tenía una erección pero no quería follar, estaba a gusto así. Su tía también se sentía segura. Le acariciaba los pelos de la barriga y le ponía de nuevo la pierna encima de la polla. Ella sabía que tenía una erección pero no quería hacer nada, solo sentir su calor, sentir el aliento de su sobrino cerca. Se había calmado.
Mañana sería otro día, un nuevo comienzo, sin Lorenzo, solo con su sobrino.
Mientras tanto, en la casa de los Günter, el alemán sentía un huracán de emociones. Quería separarse de su mujer y golpear a su hijo pero a la vez quería ver cómo se la follaba. Pensaba también en su hija y con total depravación se imaginó a toda su familia follando. Thomas con Natali, Thomas con su madre, él con Natali y así se fue a dormir en el sofá, pensando en obscenidades.
Su hija pensaba en el examen de español que tenía al día siguiente y Mila pensaba en dejar a su marido y esperaba con ansias a que su hombre volviera, es decir, su hijo.