Un verano con mi tía Marta (5)- El incesto alemán

Marta y su sobrino David ya habían consumado el acto pero a Günter sufría solitariamente un secreto que solamente él conocía.

5 - El incesto alemán

Günter no pudo conseguir ni un solo beso de Marta. David estaba de pie, con su toalla y en calzoncillos esperando en la cocina a que su tía subiera con él a la habitación donde más tarde se consumaría el acto entre ellos después de tanta tensión sexual acumulada.

Günter se quedó pensativo. Meditando lo que había hecho mal para que Marta no le hubiese correspondido. El alemán meditaba, hacía círculos con su copa de vino sobre la mesa. Arriba se escuchaba la puerta del baño que se abría y la otra que se cerraba. Günter estaba rabioso y a la vez cachondo.

Cuando acabó el último trago de copa se levantó, apagó la luz de la cocina y subió las escaleras, encendiendo y apagando luces para así no tropezar en la oscuridad. Finalmente se plantó en la puerta de su habitación. Abrió sigilosamente. Su mujer estaba tapada y su silueta yacía en el rincón más lejano de la cama. Günter quiso acercarse y reconciliarse con ella, ambos habían discutido el día anterior. De hecho, casi deciden no ir a casa de Santiago y de Raquel.

-Para Günter, déjame dormir- Le contestó su mujer con grandes desaires.

-¿Pero qué te pasa conmigo Mila?- Günter, con ganas de follar, se bajó los pantalones y le metió la polla entre las nalgas.

-¡Para!-

Günter estaba enfadado y cachondo a la vez. Ella se seguía resistiendo.

  • ¿Pero por qué no quieres follar? si eres una puta. Eres la más puta de todas las mujeres.

-¡Déjame en paz o grito!- Su mujer se giró con rabia en los ojos

  • ¿Qué vas a gritar? ¿que eres una puta?

-¿qué coño te pasa conmigo? ¿por qué me tratas así?

-Porque es lo que eres. ¿No te estás cepillando a nadie? ¿eh zorra?

Al fondo se escuchó la puerta del baño que se cerraba. Entonces Günter le agarró las piernas.

-Ahora te vas a enterar puta

Ambos comenzaron a forcejear pero Mila consiguió darle un codazo en la frente que lo dejó K.O por un instante. Ella se levantó y salió llorando de la habitación. Su hija estaba a oscuras en el pasillo.

-¿Ya estáis discutiendo otra vez? - Natali se había percatado de la discusión mientras iba al baño.

-No cariño, vuelve a la cama- dijo Mila a su hija que andaba desnuda. Su bonita figura se podía ver en la oscuridad del pasillo.

Günter salió enojado tocándose la cabeza del dolor y mirando a su mujer con desprecio.

  • Me voy a dormir al sofá.

Bajó las escaleras y volvió a la misma silla en la que estaba con Marta hace unos instantes pero esta vez con un cubito de hielo en la frente. El reloj de la cocina marcaba los segundos mientras arriba se cerraban puertas. Günter se paró a pensar en el desencadenante de la discusión del día anterior. Se había enfadado con ella porque gastaba mucho dinero en ropa pero la razón era aún más compleja. Una razón que Mila, su mujer, ni siquiera ella misma conocía.

Todo se remontaba al jueves pasado, justo antes de que su hijo Thomas se fuera de viaje de verano con dos amigos a EEUU.

Günter tenía mucho trabajo en la oficina y había avisado a su mujer que no llegaría hasta la noche. No obstante, tuvo que volver a casa a por un disco duro que necesitaba. Eran las 11 de la mañana.

El alemán abrió la puerta y se dirigió apresuradamente a las escaleras. Lo que se escuchaba desde su habitación le hizo detenerse repentinamente en el primer escalón. La puerta estaba entreabierta, se escuchaba una conversación entre su mujer y otra persona. Era la voz de un hombre. Ella se reía. Günter no lo podía creer, su mujer estaba con otro hombre en la habitación.

Cuando subió nervioso, miraba desde lejos para no ser descubierto. Lo único que se podía ver era a un hombre en su propia cama tumbado y su mujer de rodillas haciéndole una felación. Su reacción fue de rabia, nervios, excitación pero a la vez de decepción mientras contemplaba la escena con la boca tapada.

Él no sabía qué hacer. No supo reaccionar, solo se ponía las manos a la cabeza, tirando de los pelos y una vez arriba, yendo hacia el baño, absorto en sus pensamientos. Mientras iba al baño se percató de algo que le llamó la atención. Había una mochila en el lado opuesto del pasillo, es decir, pegada a la habitación de su hijo. Cuando se acercó para verla mejor, observó que dentro de la habitación de su hijo habían unos pantalones, un sujetador y un par de cacetines en el suelo. Además, la cama estaba mal hecha y el aire era pesado, olía a cerrado a humanidad, a sudor.

Günter se tapó la boca y ató los cabos sueltos.

-¿Es Thomas el que está con Mila? - Miles de pensamientos se le pasaron por la cabeza. Se comenzaban a escuchar gemidos de fondo.

-ah, ah, ah, ¡sí! métemela más a dentro amor mío.

Thomas estaba atónito mientras su mirada se perdía entre los calcetines que había en el suelo. Comenzó a caminar despacio hacia la habitación. Los gemidos se hacía más fuertes. Tenía miedo de mirar hacia la habitación, no quería aceptar la realidad que le esperaba. Sus pasos eran sigilosos, las piernas le temblaban, el corazón le latía, estaba empezando a tener frio de los nervios que sentía.

Günter seguía en el pasillo y desde ahí consiguió asomar su cabeza y contemplar la escena. Su mujer estaba encima de aquella persona que no quería imaginar. Ella estaba en cuclillas recibiendo las embestidas de un enorme pene. Se escuchaba el golpe de ambos cuerpos que chocaban. Toda la casa resonaba con el sonido y los gemidos de su mujer. De repente se escuchó una voz que decía: -Vamos a cambiar.

En ese instante comprendió que no se equivocaba. Su mujer abandono el mástil grande, se puso de espaldas y le abrió las piernas para que entrara por detrás. Eso le causó un shock extremo que no supo cómo controlar. Su hijo estaba escupiendo en culo de su mujer y acto seguido introducía su pene lentamente.

-ahhhh sí, qué rico mi amor. Dame todo antes de que te vayas. Voy a echar de menos ese rabo.

Günter sentía odio hacia su hijo y quería matarlo pero a la vez le excitaba la escena y no entendía por qué. De repente Thomas dejó de embestirla. El padre se asustó pero seguía mirando desde lejos.

-No me gusta el condón, me está apretando- le decía el hijo a su madre.

Ella se giró y se lo intentaba acomodar con las manos. -Prueba a ver así- y se giró de nuevo para mostrarle su coño. La embestida continuaba pero él seguía parándose. El coño estaba demasiado mojado y se estaba tragando el preservativo.

  • No me gusta este preservativo mamá ¿puedo quitármelo?

-No Thomas, por si acaso no.- Al final de tanto tocarlo y acomodárselo e preservativo se rompió por un lateral. Su madre volvió a girarse.

-¡No! Lo has roto cariño. Le sujetó la polla de nuevo y se lo quitó lentamente. El preservativo estaba completamente blanco de la fricción con el coño de su madre que estaba cada vez más mojado.

-Vale, túmbate y te la chupo un poquito si quieres.- Su hijo accedió y ella comenzó a chuparle lentamente los testículos mientras le masturbaba.

-¿Quieres correrte así?- Mila le decía

  • Quiero follar un poco

-No podemos follar amor, se ha roto el preservativo. No quiero quedarme embarazada de mi propio hijo.

-Un poco solo, por favor. Solo para saber qué se siente. Nunca lo hemos hecho sin preservativo.- De lo cual, Günter dedujo que ya habían follado en otras ocasiones.

-Vale, solo un momento, pero no te corras ¿me oyes?

-Ok, no me correré

Entonces su madre soltó la polla, se puso encima y con la mano guió al pene erecto de su hijo hacia su vagina. No hubo fricción alguna, parecían hechos tal para cual. El pene entraba y salía. Thomas podía notar el calor que salía del coño de su madre. Su polla se sentía segura dentro.

-Ufff- Decía el hijo

-No te corras dentro Thomas ¿eh?- Pero ella seguía cabalgándole.

-Para, para un momento- Su madre paró y se quedó sentada encima del mástil mientras se quitaba el sudor del cuello y resoplaba.

Mila volvió a moverse de manera sensual posando sus manos en el pecho de Thomas. Éste las masajeaba las tetas mientras su coño seguía disfrutando.

-Ufff...

-ay sí, qué grande la tienes amor

-ufff

Su madre se movía muy fuerte y empujaba su coño todo lo que podía. No quedaba ni un centímetro de espacio entre ambos cuerpos. Ella estaba completamente entregada a buscar su orgasmo.

  • ufff qué mojado está

-Thomas, sigue, no pares, me voy a correr.

-uffff qué bueno

-¡no pares!- Thomas se estaba parando. Estaba sintiendo ganas de venirse él también.

-Te he dicho que no pares, fóllame fuerte. Chúpame las tetas. - Thomas le hacía caso a su madre.

-Me corro hijo, me corro, dame fuerte, ahhhhhh- Su coño se tragó la polla todo lo que pudo y más. Pero Thomas no aguantó y su pene decidió que tampoco.

Justo al momento que su madre Mila se corría Thomas le decía a su madre que también.

-Me corro yo también mamá- Ella le decía que no lo hiciera mientras seguía moviéndose para finalizar su orgasmo.

  • Ahhhhhhhh mami

-¡No!ah ah No te corras Thomas! ah ah ah, dame duro.

Ya era demasiado tarde. Ambos se habían corrido juntos. Su madre estaba arrepentida.

-¿Qué has hecho Thomas? ¡Te he dicho que no te corrieras!

-Lo siento.

  • ¿No querías correrte en mi boca? me habías dicho que querías eso joder.- Entonces se levantó rápidamente para ir al baño y escupir todo el semen que tenía en la vagina.

Günter se asustó, dejó de mirar y rápidamente, intentando no hacer ruido, bajo las escaleras. Ya no le importaba el disco duro. Decidiría volver a su trabajo así.

Ya en la sala de juntas, su jefe hablaba de presupuestos, de albaranes, de transferencias, de gráficas pero él solo pensaba en su mujer siendo follada por su propio hijo.

Todas estas cuestiones se le pasaron por la cabeza mientras se tocaba el chichón de la frente con el hielo en la mano casi a media noche.

Este era un secreto que no podía contar pero lo que más remordimiento le causaba no era que hubiese visto a Mila teniendo relaciones con Thomas. Lo peor de todo era que ahora que Natali tenía 18 años él no dejaba de pensar en ella. Oler las bragas de su hija ya no era suficiente. Él intentaba justificarse a si mismo. Pensaba que si su mujer podía hacerlo, él también podía hacerlo con su hija.

En ese preciso instante se escuchó una puerta abriéndose. Era Marta, que acababa de follarse a su sobrino y se dirigía a limpiarse al baño.

Günter se sentía culpable, sentía que había fracasado como padre y como marido.

Decidió entonces tirar el hielo e irse a dormir al sofá. Él quería solo quería follarse a toda mujer que estaba en esa casa, incluida a su hija.