Un verano caliente - 5

Una visita inesperada y una nueva ocasión para pasar un buen rato con dos hombres y calentar un poco al vecindario.

CHALET -2

Antes de que acabase el mes tuve una visita sorpresa. Mi prima Ely se presentó una mañana para quedarse toda la semana, con un par de amigos que se habían ofrecido a traerla, y cuando fuéramos a recoger a mi hijo, la llevábamos de vuelta a casa.

Los chicos querían irse antes de comer, pero mientras tomábamos un aperitivo en la terraza, les convencimos para que pasaran la tarde con nosotras y yo les ofrecí que se quedaran a dormir, había sitio de sobra, y se podían ir a la mañana siguiente temprano.

Se fueron a la piscina, mientras nosotras recogíamos todo y preparábamos la comida, y a la tarde ellos se quedaron descansando en la terraza y nosotras nos tumbamos al sol en la piscina, aprovechando para hablar de nuestras cosas.

Bueno, primero me dijo que teníamos que tumbarnos desnudas, que era la promesa que les había hecho para que la trajeran con su coche, y además para que así fuera más sencillo disfrutar del par de regalos que me había traído.

Luego me anticipó que me tenía novedades muy interesantes, pero que ya me contaría cuando estuviéramos solas. Me tenía muerta de curiosidad y empezaba a sonsacarle cuando los chicos aparecieron y se tiraron a la piscina empezando a armar follón, tirándonos agua, reclamándonos para que nos metiéramos con ellos. No tuvimos mas remedio que levantarnos y acercarnos al bordillo.

Bajo el agua, perfectamente transparente, se veían sus cuerpos totalmente desnudos. Al vernos así a nosotras y para no mojarse los calzoncillos para el viaje, los habían dejado sobre la toalla.

Nos metimos y nadamos un rato, el agua estaba muy buena. Nos agarraban por debajo del agua y yo chillaba, porque nado lo justo para no ahogarme.

Después subimos sobre sus hombros para hacer peleas a caballo, pero yo lo pasaba muy mal, me agarraba a su cabeza, casi ahogándole, sin dejarle ver porque tenía miedo a caerme, pero me fui olvidando y chillando todo lo que pude me dediqué a intentar tirar al agua a la otra pareja.

Bueno, un inconveniente de estos juegos estando desnuda era que la nuca pelada de mi montura me rozaba en el chochito y el espectáculo de nuestras tetas meneándose ante sus narices, se reflejaba en su erección bajo el agua.

Mi prima se dio cuenta también del espectáculo y decidimos parar un poco y volver al sol. Ellos hablaban de sus temas y de las vacaciones que empezaban, pero nosotras cuando no estamos solas hablamos mas bien poco, necesitamos intimidad, pero sí observé sus miradas a los dos chicos, que estaban con total naturalidad en bolas, delante de nosotras.

Fuimos a casa a preparar algo de merienda y mientras preparábamos algo para picar, me dice Ely:

  • sabes lo que me apetecería hacer ahora.

  • no sigas que te temo

  • efectivamente. ¿No te has fijado lo buenos que están? ¿Qué culitos…?

  • tú sí que no has perdido detalle

  • toma, ni ellos. Tú tenias tanto miedo que no notabas como te agarraba por el culo en el agua y como te miraban las tetas.

  • es que una está muy buena todavía.

  • venga, que me dices. ¿Lo intentamos? Los he invitado para que disfrutes de carne nueva. Además, son dos días y luego...

  • mira, no sé. Tú empieza si quieres y yo veré si me decido mientras, si me da envidia.

  • de acuerdo.

Aceptó el trato, ya me conocía. Hicimos un círculo sobre las toallas y pinchamos algo y nos tomamos unas cervezas.

Al acabar, lo recogí todo y me llevé las latas para casa y a la nevera lo que había sobrado. Hablé con mi marido por teléfono para confirmarle que el fin de semana íbamos a por nuestro hijo y le comenté la visita de mi prima. Se alegró de que me acompañase unos días; luego volví a la piscina.

Debí de haber estado un buen rato al teléfono porque al llegar me encontré a Ely tumbada en una toalla, desnuda, y los dos chicos encima de ella.

Encontrármelos así me dio un poco de corte, pero al final eso fue lo que me decidió. Me quité la escasa ropa que llevaba y me senté en los escalones de la piscina, mirando aquel trío que se iba calentando por momentos..

Cuando Ely me vio allí, se separó de ellos  y, acercándose a mí, me besó la cara y el pecho, cogiéndome con su mano. Al instante se acercaron ellos y la ayudaron, hasta que consiguieron que me fuera calentando lo suficiente para abrazarme a uno de ellos y restregarme contra él, juntando mi boca a la suya.

Estaba excitándome y deseaba sentir su pene contra mi cuerpo, me movía contra él, con una mano en su culo mientras me pegaba a su pecho. Me cogió en vilo y me colocó tumbada sobre una de las toallas.

Permanecí quieta, mirándole a los ojos, mientras crecía mi deseo y el suyo se hacía evidente con solo tenerme desnuda allí, frente a él, mientras mi pecho se agitaba esperando el siguiente paso.

Fue gateando hacia mí, poniendo su boca en mi pecho y besándome las puntas, hasta que quedaron rígidas y arrugadas. Le cogí de la cintura y él se acercó mas a mí para besarme la cara y los labios, poniendo sus manos en mis tetas y dejando que mis pezones sobresalieran entre sus dedos. Luego bajó despacito por todo mi pecho hasta que llegó al vientre redondito, y enterró allí su cara, oliendo y pasando con su boca por toda mi piel.

Luego sentí su pene contra mi vientre, apretando y buscando mi entrada y dirigí mis manos para guiarlo; él se irguió un poco para iniciar la penetración. Cogió su aparato con una mano, mientras yo abría con las mías todo lo que podía mi sexo, ansiosa por recibirle. La metió y dio inicio a un suave vaivén, controlándose y mirándome a la cara, estudiando mis expresiones para saber cuándo acelerar y cuando frenar.

No sé el tiempo que estuvimos así, sin dejarme tener un orgasmo, parando cuando me veía llegar y acelerando si advertía que me calmaba, y hasta que no oímos a los otros dos, desahogándose entre suspiros y gritos, se controló.

En ese momento, al ver la cara de mi prima, con los ojos semicerrados mirando hacia mí, no me pude contener y empecé a jadear y a moverme contra él. No se reprimió mas y con una corta serie de movimientos rápidos dentro de mí, nos vinimos los dos, un poco menos ruidosos, pero igualmente satisfechos.

Volví la cara hacia mi prima, que me sonreía y guiñaba un ojo, como diciendo - lo ves… - y quedamos los cuatro tumbados allí, al sol, en pelotas, sin ganas de levantarnos.

El que parecía dueño del coche, sin mirar a nadie, dijo en voz alta – nos vamos mañana – ninguno hicimos el menor comentario. Estaba claro que todos pensábamos que todavía no se podía acabar aquello.

Y así fue. Aquella noche cenamos en la terraza y estuvimos allí un rato sentados, hablando y mirando cómo se ponía el sol. Yo ya le había dicho a mi prima cual sería su habitación y parecía que todos esperaban que yo hablase o hiciese algo, así que me levanté, cogí de la mano al otro chico, por eso de probar de todo, y le conduje hasta mi dormitorio.

Me fue sacando la camisa y de rodillas me bajó las bragas, sus manos entre la prenda y mi vientre, rozando la suave y sensible piel del interior de los muslos, deleitándose al tocar el corto pelillo que lo cubría, su boca en mi pecho, besando y chupando, ansioso.

Se deshizo rápido de la camisa y el pantalón, que cayeron al suelo. Me tumbé en la cama, boca arriba, con las piernas abiertas, y él se tumbó a mi lado, empezando con las caricias sobre mi cuerpo y poniendo su boca contra la mía en un beso larguísimo.

Nos fuimos colocando, mientras nos besábamos y tocábamos, de lado, frente a frente, para poder sentirnos mejor y yo notaba como su pene iba creciendo y excitándose. Me colocó encima de él y me senté con cuidado sobre esa polla enorme y rojiza, que palpitaba de la excitación.

Lo hicimos despacio, mandando yo, subiendo y bajando a mi ritmo, según el cuerpo y mi calentura me indicaban como seguir, hasta que me apreté a su cuerpo, dejando que entrase en lo mas profundo de mi ser, sintiendo como se venía en mi interior, para acabar los dos, y quedar luego dormidos muy juntitos, sobre las sabanas.

Sonó su despertador, pero antes de levantarse se dedicó a darme besitos en la nuca y el cuello y pasando una mano por delante, metió dos dedos en mi sexo, buscando mi punto sensible. Me excitó de nuevo, aunque estaba medio dormida, y eché mi culo hacia atrás, buscando algo más que sus dedos, hasta que lo encontré.

Lo volvimos a hacer; con una mano en mi cadera y la otra en mi pecho se fue acercando a mí, metiendo su pene entre mis muslos. Levanté un poco mi pierna, dejando bien expuesto mi agujerito y traté de acercar su miembro a la entrada, húmeda por sus caricias y mi calentura.

Sentí acercar su cuerpo hacia mí y su pene se deslizó suavemente. Con la mano en mi cadera para evitar que se saliese al empujar, mantuvo el pene en movimientos cortos y rápidos muy dentro de mí.

Más que oírle golpear contra mi cuerpo, sentía los golpes contra el fondo de mi vagina. Me soltó las caderas y puso su mano en mi pubis, introduciendo un dedo hasta alcanzar el clítoris, hinchado y excitable, que masajeó para acelerar mi calentura.

Lo consiguió rápidamente y cuando empecé a estremecerme, presa de espasmos, agitándome y casi gritando, se corrió en mi interior, incapaz de aguantar más.

Entré en la ducha para asearme y limpiarme un poco,  me vestí con una camisita y unas braguitas y me levanté a prepararles el desayuno. Se lo serví en la misma cocina, mientras yo me tomaba también una taza de café.

Me miraban bastante según hablábamos, y me daba un poco de vergüenza porque no sabía si era por mi pinta desaliñada y el pelo algo revuelto, por lo que se veía a través de la camisa medio abierta, o porque mis bragas eran demasiado pequeñas.

Dijeron que volverían algún día a hacernos una visita y yo les di mi número de teléfono, aunque les advertí que no iban a tener todos los días un recibimiento como el de ayer.

Se despidieron de mi muy afectuosamente, y cordialmente replicaron que si me refería al desayuno, era una pena porque era el mejor que habían probado nunca.

Nos dimos unos besos cuando se subieron al coche y yo me volví a acostar otro rato.

Ely se levantó primero y se vino a mi cama, metiéndose un rato conmigo hasta que me fui despertando. Nos levantamos y recogimos la ropa de las camas, para lavarla y luego de desayunar nos fuimos a la piscina.

Allí, tomando el sol, me contó que se casaba en otoño, esa era la noticia, y que el novio era Juan, aquel que íbamos a su piscina hace unos años y una de las primeras aventuras que tuve fuera del matrimonio.

Me alegré mucho por los dos, porque lo tenía por buena persona, además de estar bastante bien, y me hizo prometer que pasaría unos días con ella, antes de la boda, para ayudarla en los preparativos.

Pensando en la juerga de ayer, quise saber si él estaba enterado de esos desahogos o alegrías suyos y que opinaba, y me dijo que seguía mi táctica: le contaba parte, siempre menos de lo que hacía.

A él no le importaba demasiado, porque también lo hacía o lo había hecho antes, incluso delante de ella y yo era testigo, aunque le decía que tenían que ir volviéndose un poco mas serios; por eso indicaba lo de aprovechar los dos días que le quedaban.

Pasamos todo el día al sol, y por la noche, como no tenía ganas de hacer otra cama, le dije que se viniera a la mía. Se acostó con la camiseta y las bragas que se puso para la cena, de modo que me arrojé sobre ella y, entre risas y bromas le quité todo y nos dormimos abrazadas, con nuestros cuerpos juntitos, tapándonos con la sabana y hablando hasta que el sueño nos venció.

El día siguiente lo pasamos igualmente en la piscina al sol y me volvió a parecer que se veía alguien en la parte exterior. Podían ser los chicos del vecino, hoy era primero de agosto, y es posible que estuvieran de vuelta ya.

Cuando volvimos por la tarde, nos pusimos la braga del bikini y de nuevo a tomar el sol tan tranquilas, hasta que al rato me pareció que ahí estaban de nuevo. Efectivamente, algo discretamente pero se veía moverse las ramas y se oían roces y hasta algún susurro entre ellos.

  • lo que te dije antes, ahí están.

  • o sea que lo que queda de semana lo tenemos que pasar vestidas

  • o los ignoramos y seguimos a nuestro aire. Ya el año pasado les gustaba venir a espiar, y yo no me corté por ellos.

  • ¿les montamos un espectáculo?

  • siempre que no sea pornográfico; ten en cuenta que son unos críos…

  • mira, si han venido a ver algo, pues que vean todo lo que quieran. Vamos a hacer como si no estuvieran.

Nos acabamos de quitar toda la ropa, y después de echarnos la crema solar, volvimos a nuestras cosas, ella seguía teniendo mucho que contarme y acabamos olvidándonos por completo de ellos.

Igual fueron los dos días siguientes, aunque cada vez se acercaban mas a la valla, volviéndose mas descarados. La tarde del viernes se decidieron y les vimos subir por nuestro camino, empujando las bicis, hasta quedar a un par de metros delante de nosotras, pero ninguna de las dos nos movimos. Ely estaba boca arriba, estirada y bien a la vista y yo boca abajo, con el culo en pompa.

Cuando preguntaron cuando venía mi hijo, me incorporé un poco, sujetándome el pelo con una mano, con lo que mis tetas quedaron colgando ante sus narices.

El domingo, les dije, viendo como se ponían colorados, sin saber si mirar o no mirar y al final dijeron algo mas pero no se atrevieron a alargar la situación y se fueron. No sé si a esa edad los niños se hacen pajas, pero seguro que esa noche aprendieron.

Un buen rato mas tarde vino mi marido; ya estábamos fuera de la piscina y vestidas. Nos dio un beso a cada una, le contamos lo de la boda y demás cosas y después de cenar y estar un buen rato de tertulia en la terraza, nos fuimos a dormir. El domingo regresó a casa, llevándose a mi prima, y me volví a quedar sola

A mitad de la semana siguiente nos quedamos sin teléfono y decidimos que llamaría él desde la oficina a averías. Si había algún problema siempre podía bajar al pueblo y llamar desde allí.

Mas tarde, en la cama, me preguntó si pensaba hacerlo con el de telefónica. Me pareció un reproche y le iba a contestar enfadada cuando se pegó a mí y noté que estaba cachondo por el asunto, de modo que cambié el tono:

  • no, que cosas dices. ¿Tú crees que yo planeo hacer esas cosas con premeditación? Es algo que surge y nunca soy yo la que las busca.

  • hazlo esta vez. En una ocasión te vi hacerlo con otro y todavía no se me ha olvidado.

  • ya, pero esta vez no estarás tu aquí para verlo.

  • grábalo.

Alguna vez nos había grabado en la cama, aunque luego lo borraba. Yo casi nunca lo veía, pero sabía manejar la cámara y era discreto y relativamente fácil. No me parecía bien lo que me proponía, pero en realidad tampoco estaba nada bien lo que yo hacía, de modo que estaba un poco en deuda con él.

No le prometí que lo intentaría, pero sí que haría algo. Lo hicimos un par de veces esa noche, mientras yo le contaba detalles de mis aventuras. Hacía tiempo que no lo hacíamos tantas veces y tan intensamente; a lo mejor no era mala idea grabarlo y él pasaba mucho tiempo solo en casa. Le gustaba ponerse las peliculas de vez en cuando y de esa forma pensaba en mí.

El técnico se presentó el martes por la mañana. Mientras él investigaba en dos o tres sitios, yo colocaba la cámara como me había dicho mi marido y preparé el mando a distancia a mano. Me había puesto un vestido cortito y veraniego, que apenas llegaba a taparme las bragas y esperé.

Tardó poco más de media hora, cuando apareció para decirme que ya podíamos probarlo. Todo iba bien, le firmé el papel y le ofrecí una cerveza. Le dije que se sentara mientras iba a por ella y cogía un vaso. Lo coloqué en la mesita y antes de sentarme a su lado puse en marcha la grabadora.

Solo enseñé algo las bragas al agacharme y la tetas saliéndose un poco por el escote, pero no quise ir mas lejos. No toqué la cámara; se la di tal cual a mi marido cuando llegó el viernes.

Me pidió que le grabase algo más, cuando tuviese ocasión, y se contentó con alguna toma en la piscina, tomando el sol o bañándome desnuda.

Creo que lo mas atrevido que filmé fue un día que, cuando venían los chicos, me puse de pie para colocarme el bikini y aparecían ellos al fondo, mirándome. Esta ultima le encantó, decía que tenía un toque voyeur y de perversión que la hacía mas provocadora.

El primer día que estuvimos juntos en la piscina, mientras le iba contando mis avances en la fotografía erótica, sentimos que volvíamos a tener espías.

  • ven – me dijo – vamos a enseñarles como se hace

Y sentándome en el borde, hicimos el amor como hacía tiempo que no recordaba.

Bueno, si les quedaba alguna duda a los dos chicos de cómo era eso del sexo, creo que esa tarde aprendieron bien la lección.