Un Ultimo Suspiro - 2

Segunda y penúltima parte de este pequeño relato.

Muchas gracias a tod@s por los comentarios del primer capitulo. Creo que hubo una confusión y pensaron que la historia terminaba ahí. No es así, aún queda un segundo capitulo que está divivido en dos partes, la que subiré ahora y otra más.

De nuevo muchas gracias por permitirme leer sus opiniones y por leer esta historia, que como bien dijeron; nos enseña que hay que aprovechar cada momento, porque cualquiera puede ser el último. Un beso muy grande. Jackie.


Segunda Parte

Anahí despertó en un lugar extraño, donde nada de lo que había a su alrededor le resultaba familiar. Una intensa y blanca luz irradiaba sobre sus ojos, negándole prácticamente la visión. Escuchaba mucho alboroto a su lado y observaba la silueta de numerosas personas caminando a toda prisa de un lado para otro, pero no era capaz de entender nada. Ni que había ocurrido, ni donde se encontraba.

Hizo el intento de levantarse, dándose cuenta al instante, que numerosas vías habían sido clavadas en uno de sus brazos y rodeaban su cuerpo, mientras el otro era cubierto por una especie de yeso. Quedó sentada en la cama, pero justo en el momento en el que quiso abandonarla, sintió un fuerte dolor de cabeza que la hizo marear y volver a su posición, llevándose ambas manos a la cabeza, completamente aturdida.

─¡Señorita no puede levantarse! ─Ordenó una voz que rápidamente llegó hasta ella.

─¿Qué… que ocurre? ¿Dónde estoy?

Las manos de aquel desconocido, presionaron sus hombros, haciéndola recostar nuevamente.

─Primero recuéstese tranquila, está demasiado débil para incorporarse aún.

─Me siento muy mal… ─Confirmó tocándose la frente con su propia mano y sintiendo como la tenía cubierta por una venda.

De pronto sintió como el desconocido apuntaba a sus ojos con una pequeña luz, como si estuviera buscando algo en el fondo de ellos.

─¿Recuerdas tu nombre?

─A…Anahí… ─Respondió parpadeando numerosas veces.

─Muy bien Anahí, yo soy el Doctor Herrera.

─¿Doc…doctor…? ¿Dónde estoy?

─Te encuentras en el Hospital “12 de Octubre” de Madrid…¿Recuerdas algo de lo que sucedió?

─Yo… No… lo último que recuerdo es que estaba en la estación de Atocha, como cada mañana, camino a mí universidad y… no recuerdo nada más ¿Qué ocurre?

─Anahí… ─Suspiró ─Es normal que no recuerdes lo sucedido las últimas horas… tuviste un accidente muy grave. Pero tu cerebro no está afectado… poco a poco recuperarás tus recuerdos y tu orientación.

─¿Accidente? ¿Pero qué accidente? ¿Dónde está mi familia?

─No se te han permitido visitas por el momento… Estás en la unidad de cuidados intensivos, porque llevas un día inconsciente… Ahora te realizaremos algunas pruebas y en cuanto se pueda, tus familiares pasarán a verte y te explicarán un poco mejor la situación.

─Es…está bien ─Respondió aturdida.

─Intenta descansar un poco… Lo más pronto posible, mis compañeros pasarán a buscarte para comprobar los daños que has sufrido. Pero no te preocupes ─Añadió sonriendo, tratando de tranquilizarla ─Debes tener a alguien que te cuida allá arriba, porque se encargó de que te dieran una segunda oportunidad.

Anahí no comprendía absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo, su mente se encontraba muy aturdida y repleta de una información que no sabía bien como ordenar. Además sentía un profundo vacío que le dejaba la falta de recuerdos sobre aquel día. Es como si alguien hubiera borrado de un plumazo todo lo sucedido las últimas horas, como si se hubiera quedado dormida mientras esperaba el tren y hubiera despertado un día más tarde, con la noticia de que tuvo un accidente, sin saber cuándo, donde ni por qué.

Sin decir una palabra más, el Doctor Herrera abandonó la habitación, dejándola sola con sus propios pensamientos. Fue entonces cuando trató con todas sus fuerzas de que su mente recordara algo, aunque sea una vaga imagen de lo sucedido… Pero el sueño llegó a ella mientras continuaba con el intento.

Minutos más tarde, se despertó a causa de la sensación de estar siendo trasladada. Y efectivamente, al abrir los ojos descubrió el paisaje en movimiento mientras un rostro le sonreía desde arriba.

Era un rostro desconocido, pero pronto, la camilla se detuvo y la mirada del doctor Herrera apareció sonriente.

─Vamos a realizarte un escáner, Anahí ─Informó mientras presionaba algunos botones de un extraño aparato ─No te preocupes, solo durará unos minutos.

La chica simplemente asintió, aún aturdida por todo lo que ocurría y sin saber que decir.

Al instante, el doctor y su acompañante abandonaron el lugar, dejándola sola mientras la mitad de su cuerpo se introducía en aquel enorme aparato.

Transcurrieron unos segundos en los que Anahí no observaba nada extraño allí dentro, así que no podía adivinar lo que estaba ocurriendo. Pero pronto, su cuerpo volvió a abandonar aquel artilugio y al instante reaparecieron aquellos dos hombres.

─Ahora te trasladaremos a una habitación donde ya podrás recibir visitas ─Dijo el doctor con su eterna y amable sonrisa.

El hombre esperó unos segundos a ver si obtenía alguna respuesta por su parte, pero Anahí parecía estar completamente ausente y perdida. Así que con un gesto de su cabeza le indicó al enfermero que podía comenzar a trasladar la camilla.

─¡¡Doctor!! ─Llamó ella, antes de perderlo de vista, recibiendo la rápida mirada del chico ─¿Cuándo recordaré lo que sucedió?

─Eso depende de muchos factores Anahí. En unas horas pasaré por tu habitación para explicarte los resultados de la prueba, pero si todo es como yo lo imagino, poco a poco tus recuerdos volverán. Así que no te desesperes…

Ella asintió volviendo a su estado de ausencia y tras una última sonrisa del doctor, la camilla comenzó a ser trasladada.

En el camino, observó personas corriendo de un lado para otro, gritos de dolor y un caos realmente impresionante que jamás había visto. No tenía idea de lo que había ocurrido pero desde luego debió ser algo realmente grave.

Minutos más tarde llegaron a una habitación en la que además de un hueco libre, se encontraba otra camilla con una persona durmiendo. El enfermero la guió hasta el espacio libre, cercano a la ventana, conectó algunas de sus vías al recipiente con suero y le dedicó una sonrisa.

─Si necesitas algo sólo debes pulsar el botón ─Explicó mostrándole el pequeño control que colgaba sobre su cabeza ─En un rato el doctor Herrera pasará a ver como sigues.

─¿Cuándo vendrá mi familia?

─En este mismo instante voy a avisarles que ya estás aquí. Así que probablemente en unos minutos podrás verlos.

─Gracias…

─Intenta descansar ─Pidió sonriendo y abandonando definitivamente aquella habitación.

Cuando el enfermero cerró la puerta, Anahí pudo escuchar toser a la persona que tenía a su lado. Pero aunque instintivamente miró a su derecha, la cortina que separaba ambos espacios estaba corrida y no pudo ver a su compañero de habitación. Así que nuevamente se dirigió hacia la ventana, esperando que en la lejanía del paisaje los recuerdos de lo sucedido, volvieran a ella.

Minutos más tarde, la puerta volvió a abrirse, captando su atención y al instante vio aparecer a su madre, acompañada por su hermana, ambas con una expresión de miedo que se transformó en alegría en cuanto la vieron sonreír. Las dos mujeres prácticamente corrieron hasta su lado.

─Mi amor… ─Dijo su madre acariciándole el rostro con lágrimas en los ojos ─¿Cómo te encuentras?

─Bien mamá… estoy bien… simplemente un poco aturdida.

─No sabes el susto que nos diste Any… ─Añadió su hermana de igual forma ─Menos mal que estás despierta.

─No recuerdo nada… ¿Qué está ocurriendo? ─Preguntó observando a ambas ─El hospital es un caos… ¿Qué me pasó?

Las mujeres se miraron mutuamente por unos segundos. Tras un suspiro, Marichelo madre colocó la silla que tenía a su lado y se sentó siendo consciente de que tendría que explicarle a su hija lo que había ocurrido.

─Hubo un accidente… ─Comenzó agarrando su mano.

─¿Qué tipo de accidente?

─Aún se están llevando a cabo las investigaciones… Lo único que se sabe es que habían bombas colocadas en cuatro trenes de Atocha… y… explotaron… ─En ese instante, los ojos de Anahí se abrieron enormemente, completamente confundida y asustada ─Estaba trabajando cuando tu hermana me llamó diciendo que uno de los trenes era el que iba a tu universidad… Entonces todos vinimos corriendo y tuvimos que esperar horas hasta encontrarte… Esto era un completo desastre, pero gracias a Dios estás aquí…

─¿Pe…pero… bombas… por qué?

─Todo apunta a que fue un atentado terrorista…

─¿ETA?

─Ellos lo niegan… Se cree que es obra de Al-Qaeda, los responsables del atentado en las torres gemelas.

─No puede ser… ─Decía incrédula con lágrimas en los ojos ─¿Hay muchos heridos?

─Cerca de 2000… y 150 fallecidos por el momento… Hay heridos en situación muy crítica y algunos ni siquiera han sido identificados aún.

─¿Cómo es posible que haya ocurrido esto? Tiene que ser una pesadilla…yo…no recuerdo nada.

─Es una autentica pesadilla ─Añadió su hermana ─El país entero está conmocionado y… es un milagro que estés aquí con nosotras.

En ese momento, la puerta se abrió de nuevo dando paso al doctor Herrera, que rápidamente se percató de la expresión en el rostro de Anahí.

─Me imagino que ya te pusieron al tanto de todo ─Anticipó el hombre.

─No puedo creer que haya pasado algo así…

─Es una verdadera tragedia… Pero lo único que podemos hacer ahora es evitar que vaya a peor y tratar de salvar al mayor número de personas posibles. Probablemente aún no seas consciente de la suerte que tienes, Anahí. Tu cerebro está en perfectas condiciones… no tienes ningún daño interno y aunque perdiste mucha sangre, conseguimos estabilizarte… Tu brazo roto se recuperará con rehabilitación y las leves quemaduras de tu cuerpo irán sanando poco a poco. De verdad que es un auténtico milagro, no solo que estés viva, sino además que tus lesiones no sean graves… Ibas en uno de los trenes donde ocurrió la explosión.

─Gracias a Dios, tuvimos suerte ─Intervino su madre, acariciando la mejilla de su hija.

─Esto es algo más que suerte, señora Puente, algo debió evitar que su hija sufriera daños más graves.

─¿A qué se refiere? ─Preguntó confundida Anahí.

─A que algo o alguien tuvo que hacer de escudo, cubriendo tu cuerpo para que las llamas no te llegaran, la mayoría de los pacientes que iban en los trenes, tienen quemaduras de segundo y tercer grado, excepto los que consiguieron salir por las ventanas… Tú estabas dentro del tren cuando te encontraron y es medicamente imposible que salieras ilesa de no ser porque algo te cubrió…

En ese momento, la mente de Anahí comenzó a ausentarse mientras las palabras del doctor quedaban cada vez más en la lejanía. Sus pensamientos se transportaron sin siquiera darse cuenta a aquella mañana y entonces, una imagen apareció en su retina… Unos ojos color miel y una misteriosa sonrisa, que no le resultaban para nada desconocida… Era esa chica, esa chica que veía cada mañana frente a ella, con la cual se dedicaba intensas miradas que sin hablar de nada, decían todo y hacían que su corazón latiera a un ritmo frenético incluso en este momento, por el simple hecho de recordarlo… La escuchó pronunciar su nombre y recordó el hormigueo que sufrió su estomago en ese instante… Sus pensamientos le habían dicho, que por fin había llegado el momento esperado durante tres años y algo en su interior le pedía que no se detuviera… que había llegado su oportunidad… Una cadena de vagos recuerdos iban llegando a su mente paulatinamente. Pero entonces, como salido de la nada, sintió los labios de esa chica rozando los suyos y la humedad de las lágrimas cayendo por sus propias mejillas… Instintivamente se acarició los labios con sus propios dedos y a continuación comprobó que sus mejillas estaban igual de húmedas que aquella mañana, emocionadas por los miles de recuerdos que estaban llegando a su mente… Su corazón se encogía a medida que miles de imágenes flasheadas la atacaban… Sintió la calidez de esos brazos envolverla en un abrazo que en ese momento la hizo sentir protegida…Y entonces observó una vez más esa mirada, misteriosa e intensa… que susurró un “Te amo”… seguido por un último suspiro…tras el cual, todo se detuvo.

─¡¡¡Dulce!!! ─Gritó completamente desesperada, tratando de levantarse.

El doctor rápidamente la agarró impidiéndole tal peligroso movimiento.

─Cálmate Anahí, no puedes levantarte.

─¡¡¿Dónde está Dulce?!! ─Preguntaba forcejeando sin éxito ─¡Tengo que encontrarla!.

─Tranquilízate primero y dinos quien es Dulce o tendré que inyectarte un calmante.

─Es…es… ella estaba conmigo… ─Decía mientras sus ojos comenzaban a humedecerse ─Ella fue quien me salvo… por favor, necesito verla…ya lo recuerdo todo.

─Any cálmate ─Pidió su hermana ─Buscaremos a tu amiga más tarde.

─¡No! ¡Tengo que encontrarla ahora! Doctor por favor… déjeme buscarla.

─No puedo permitirte que te levantes de esa cama y mucho menos que salgas ahí fuera, Anahí acabas de despertar de un coma, necesitas calma y tranquilidad… Así que lo único que puedo hacer es buscar a esa chica en la lista de pacientes… ¿Sabes su apellido?

Anahí se detuvo a pensar unos segundos, su mente aún no estaba del todo recuperada pero recordaba que aquella mañana se habían presentado formalmente y Dulce mencionó su nombre completo.

─Espinoza ─Sentenció ─Dulce María Espinoza.

El doctor deslizó su bolígrafo por cada uno de los nombres que habían escritos en la lista que llevaba entre sus manos… pasó algunas hojas haciendo el mismo gesto y al finalizar devolvió su mirada hacia Anahí.

─No hay ninguna Dulce María Espinoza ─Informó ─¿Estás segura de que ese es su nombre?

─Si… Vuelva a mirar por favor.

─Tu amiga no está en esta lista Anahí… Quizás la hayan trasladado a otro hospital.

─Necesito encontrarla ─Suplicaba mientras las lágrimas volvían a correr por sus mejillas, completamente abatida.

─Llamaré a los otros dos hospitales a los que están llevando a los heridos a ver si figura en alguno de los registros…

Tras decir eso, el doctor abandonó la habitación sabiendo que no recibiría respuesta, pues la mente de Anahí había viajando a algún lugar que solo ella sabía.

Las lágrimas no dejaban de empapar su rostro y en su pecho se había depositado una angustia e impotencia muy intensas… Su madre y su hermana se encontraban a su lado, observándola. Pero para ella, lo único importante en este momento era que Dulce estuviera bien, en algún lugar y volver a verla… Volver a ver a esa chica que con una simple mirada conseguía acelerar su corazón y tener la oportunidad de volver a sentir la dulzura y calidez de sus labios mientras la besaba, y no dejar de besarla nunca… No podía haberle ocurrido nada… no ahora que el destino las hizo conocerse por fin, después de tres años observándose en silencio.

Sin saber cuánto tiempo había transcurrido el doctor reapareció y ella trató de incorporarse rápidamente para recibir las noticias. Pero el rostro serio del doctor Herrera, encogió su corazón ocasionándole un profundo miedo.

─Dígame que pasó por favor…

─Llamé a los hospitales más cercanos y Dulce María Espinoza no figura en ninguno de los registros… ─En ese momento, el mundo de Anahí pareció detenerse ─Aún hay muchas personas que no han sido identificadas Anahí, pero… si esa chica iba contigo en el tren, debería encontrarse en este hospital y no es así… Puede que…

─Dudó con un suspiró ─Voy a ser honesto contigo, aún hay muchos cuerpos sin rescatar bajo los escombros… si tu amiga evitó de alguna forma que las llamas llegaran a tu cuerpo, significa que tuvieron que alcanzar el suyo… Así que debes estar preparada para lo peor… y seguir adelante.

─¡No! ─Negó con la cabeza y la mirada perdida ─Dulce no puede…no puede haber… No puedo haberla perdido cuando recién la encontré, mamá… ─Se dirigió a su madre con los ojos bañados en lágrimas ya sin hacer ningún esfuerzo por retenerlas ─Dime que no es cierto por favor…

─Cariño yo… Doctor, ¿Puede dejarnos a solas un momento?

─Si necesitan algo solo tienen que llamarme ─Informó después de asentir.

El doctor abandonó la habitación siendo seguido por Neni, la hermana de Anahí, quien decidió dejarlas también a solas unos minutos.

En cuanto ambos desaparecieron tras la puerta, Marichelo agarró fuertemente la mano de su hija, con la intención de hacerle sentir protegida.

─Dime que esto no es más que una pesadilla ─Suplicó entre lagrimas ─Mamá prométeme que voy a despertar como cada mañana para verla de nuevo y que este sueño solo habrá servido para que de una vez por todas me atreva a acercarme a ella…

─Daría lo que fuera por poder hacerlo, mi amor… Si estuviera en mi mano la pondría frente a ti en este mismo instante y le contaría las maravillas que hablabas de ella sin siquiera conocerla, le haría saber de qué forma le cambió la vida a mi pequeña, que se enamoró de una desconocida aunque el mundo le dijera que estaba loca… Le contaría como una sonrisa suya cambiaba por completo tu día y como esas pequeñas miradas para ti significaban todo un mundo… Daría lo que fuera por no verte sufrir, mi niña… pero la vida… la vida a veces es injusta Anahí. Y ni Dulce, ni tú, ni esos cientos de personas que iban en el tren, merecían que la maldad de unos pocos arruinara sus vidas de esta forma… Ahora toca ser fuertes mi amor, toca afrontar lo que venga y agradecerle a la vida que te dio la oportunidad de amar… de amar a una persona de la forma más pura que jamás he visto amar a nadie… porque tú te enamoraste de cada gesto de esa chica, de cada mirada y de cada sonrisa, independientemente de cualquier otra cosa… y lo más hermoso de todo es que ella debía amarte de igual forma, porque eligió tu vida, antes que la suya…

─Esas fueron sus últimas palabras ─Recordó en llanto ─Dijo que me amaba… y lo sentí mamá… lo sentí cuando me besó y lo vi en su mirada… llevo tres años perdiendo el tiempo por miedo y ella me amaba… ¿Cómo voy a vivir con eso? ¿Cómo voy a seguir adelante sabiendo que el miedo me impidió ser feliz?

─El miedo es el peor de nuestros errores, Anahí… y lamentablemente es el único que nos impide hacer lo que nos pide nuestro corazón… Pero el universo es sabio y aunque no tengo una respuesta que darte, sé que a pesar del miedo… estos tres años han sido los mejores de toda tu vida y créeme cariño que no existen muchas personas en el mundo capaces de amar de una forma tan generosa como ustedes lo hicieron… Porque ese es el verdadero amor, tener lo más importante del mundo sin poseerlo… ustedes se amaban y no porque esperaran algo a cambio, ni porque se pertenecieran la una a la otra… simplemente se amaban.

─No me voy a resignar a haberla perdido mamá… no hasta que la encuentre…

─Nunca la perderás… pase lo que pase… sé que nunca la perderás…

Poco a poco… a medida que escuchaba las palabras de su madre que secaba con delicadeza las incontrolables lágrimas que continuaban empapando sus mejillas, un profundo cansancio y sueño se apoderaron de ella… La cantidad de medicamentos y el cansancio emocional consiguieron que sus ojos se cerraran mientras observaba la imagen de esa mujer tan sabia y valiente que la había protegido, cuidado y aceptado durante toda su vida. La única que fue capaz de advertir en sus ojos, antes incluso de que ella misma lo supiera, que se había enamorado… Nunca le importó que fuera de una mujer y tampoco una desconocida… Sus palabras siempre fueron: “Debe ser una persona muy especial, si mi pequeña puso los ojos en ella”… Y así era…Así era Dulce.

De pronto, apenas sin darse cuenta, Anahí pasó de los pensamientos a encontrarse en un hermoso paisaje verde. Una montaña donde el sol irradiaba luz y la brisa acariciaba su rostro… Un lugar donde se sentía en paz, donde el olor de las flores impregnaba el ambiente otorgándole libertad. Entonces, otro olor comenzó a mezclarse con el aroma de las flores… Un suave y fresco olor a bebé que la hizo sonreír, pues sabía perfectamente a quien pertenecía… Pronto, sintió unos brazos rodear su cintura desde atrás... y se aferró a ellos con fuerza mientras cerraba los ojos y aspiraba su aroma…

─Sabía que no me abandonarías…

─Nunca te abandonaré… ─Susurró una dulce voz junto a su oído.

Entonces, se volteó para encontrarse de frente con su mirada… esa mirada color miel que había amado durante años, y la descubrió sonriendo… Eternamente sonriendo.

─¿Me lo prometes?

─Solo si tú me prometes algo antes ─Añadió con un misterio que la derretía

─¿Qué cosa?

─Prométeme que pase lo que pase, siempre vas a ser feliz… Y que serás una mujer fuerte, capaz de afrontar cualquier desafío… Pero también prométeme que nunca vas a cambiar, que nada de lo que ocurra podrá arrebatarte esa sensibilidad e ilusión con la que ves la vida… Prométeme que cumplirás tu sueño de ayudar al mundo… y que nada podrá detenerte.

─Te lo prometo ─Confirmó con una sonrisa ─Pero ahora promételo tú.

─Te prometo que siempre estaré contigo ─Acarició su mejilla ─Nunca vas a sentirte sola, porque yo te estaré cuidando pase lo que pase.

─No me gusta cómo suena ese “pase lo que pase”…

El miedo en la mirada de Anahí, hizo que Dulce sonriera tratando de tranquilizarla, pues su sonrisa era lo único capaz de otorgarle paz.

─Si existe otra vida… ─Fue lo último que susurró ─Te amaré más allá…

Y antes de que Anahí pudiera responder, sus ojos se abrieron, llevándose la imagen de aquella chica y devolviendo la vista de esa habitación casi vacía, en la que solo se escuchaban sonidos de ambulancias que corrían en el exterior.

Tardó unos segundos en recordar dónde se encontraba y en acomodar su mente… Fue entonces cuando unas nuevas lágrimas brotaron de sus ojos al darse cuenta que todo había sido un sueño… Un sueño que sintió tan real, que aún podía oler el aroma a bebé que desprendía… sabía que ese olor se había quedado para siempre en su interior y que probablemente la perseguiría a todas partes a partir de ahora…

─Yo también te amaré más allá ─Susurró entre lágrimas para sí misma.

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