Un último orgasmo antes de morir...

Una amiga del pasado me llama y me pide que vaya a darle un “masaje”...

UN ÚLTIMO ORGASMO ANTES DE MORIR...

Una amiga del pasado me llama y me pide que vaya a darle un “masaje”...

Cris aún no ha muerto, pero tanto ustedes como yo…,  ya sabemos que próximamente morirá...

Este será un relato lleno de sexo, morbo, sensualidad y lujuria aunque con epílogo amargo.

Había conocido a Cristina hacía más de veinte años en un curso sobre cooperativismo, que di a una veintena de estudiantes en mi localidad..., el verano de 1.999.

Comencé a llamarla Cristina, aun cuando después de empezar a ser amantes la llamaría Cris.

El pasado lunes 07.09.2020, recibí una llamada inesperada...

  • José Miguel, soy Cris. ¿Sabes quién soy?
  • Hacia años..., ¿Qué es de tu vida? Cuéntame...
  • Viviendo en Orgáz, cerca de Toledo.
  • Qué casualidad, paso por allí todos los días que vengo a Madrid.
  • Te quería pedir un favor José Miguel.
  • Lo que quieras mi amor...
  • Necesito recordar..., uno de aquellos masajes que me dabas.
  • Cuando quieras.
  • ¿Mañana?
  • Claro que si...

Sentí que respiraba aliviada como si se tratase de un peso que se quitaba de su mente.

El resto del lunes lo pase pensando en ella.

Recordaba cuando nos habíamos conocido y que durante meses disfrutamos de un maravilloso sexo y de las peculiaridades de Cris, de las que sabrán de inmediato.

Cuando el martes por la tarde a las cuatro en punto como habíamos quedado me abrió la puerta de su apartamento, al que llegué sin problemas siguiendo la ubicación que me había mandado..., noté sin duda su cambio físico.

A diferencia de cuando la conocí estaba escuálida, extremadamente delgada.

Le pregunté.

Me dijo que había estado enferma.

No pregunté detalles.

Nos besamos.

Sus besos eran especiales, muy sentimentales, muy tiernos además de apasionados.

  • Vamos...

Me cogió de la mano y me llevo a su dormitorio.

Sus perritas Canela y Flaquita quisieron acompañarnos.

Con su mirada tierna, la de las tres...

Acepté.

Al lado de la cama en una colchoneta con dibujos azules de perros y gatitos infantiles..., aquellos dos animales se tumbaron.

Parecían tristes..., quizás intuían algo que yo aún no sabía.

Nosotros ya desnudos en la cama, volvimos a besarnos.

Besé sus pechos decaídos...

Los besé con ternura y pasión... lamí sus pezones oscuros y poco a poco se reactivaron.

Cris se dejaba hacer como siempre...

Siempre había sido una amante pasiva que disfrutaba de todo lo que le hacía.

Después de su primer orgasmo ella cambiaba a rol de reciprocidad..., pero en un primer instante ella disfrutaba de sentir...

No había cambiado Cris en aquel sentido.

Mi mano no dejaba de acariciarla..., todo su cuerpo en minutos fue auscultado por mis dedos.

Estaba húmeda...

Volví a besarla...

  • ¿Mi masaje...?
  • Ahora mismo mi amor.

Era cierto... Estaba allí a causa del masaje.

Quizás la ausencia de musculo me había llevado a pensar que no necesitaba mi masaje especial.

Luego descubriría que lo necesitaba..., aunque no físicamente, sino emocionalmente.

Se puso de espaldas y comencé mi habitual masaje tai.

Poco a poco, sin prisa...

Sus pies..., todos sus dedos...

Sus tobillos..., sus piernas..., sus muslos...

Sus preciosos glúteos de otro tiempo habían sido sustituidos por un poco de carne coronada por los huesos de su cadera.

Fui muy suave en mis tocamientos, dado su estado de salud.

Su espalda no necesitaba masaje, todo era hueso. De todas formas la trabaje delicadamente.

Sus brazos, sus manos, sus dedos, hombros, su cuello.

Pedí que se volviese.

Volví a echarme aceite de almendras en las manos.

Muy poquito para no manchar la ropa de cama.

Repasé sus piernas por delante.

Repasé su vientre y pubis. Dejé su sexo..., pensaba comerlo después sin prisa... ella sabía de mi protocolo en el masaje tai con final feliz.

Su torso, sus senos...

Su mentón, sus pómulos, su frente..., sus sienes...

En su cara se apreciaba su felicidad, aunque mucho más en el brillo de sus ojos...

  • Cómeme...
  • Claro mi amor..., lo estoy deseando...

Baje y abrí sus piernas con sensibilidad.

Metí y acoplé mi cabeza para alcanzar adecuadamente su sexo con toda mi boca...

Comencé...

Un pequeño tic en sus caderas me hizo ver que empezaba a disfrutar.

Cris jamás había dado un gemido, ni grito de placer...

Como verán amigos, yo sabría cuando se corría gracias a mi lengua y boca..., gracias a mis papilas gustativas y al olor especial de..., su urea cuando empezaba a salir por sus glándulas de Skene.

Cris eyaculaba cuando se corría.

Cris se corría a chorros cuando alcanzaba su orgasmo y mientras el duraba, durante minutos inundaba mi boca con sus fluidos...

Cuando le estaba comiendo su coño, empecé a sentir el sabor especial..., fue poco a poco...

  • Llegará muy pronto...
  • Lo sé..., Cris..., lo sé... Lo recuerdo perfectamente (Le dije mientras dejaba de comerle con tierna sensualidad su precioso coño labiado)

Generalmente amigos, las mujeres orondas y gorditas, aunque no todas, suelen tener los labios cortos o metidos dentro de su rajita.

A Cris en el pasado le notaba sus labios principales someramente. Ahora se apreciaban más contorneados...,  destacando junto a su hueso pubis ahora más notorio por la pérdida de peso y masa muscular.

El sabor de aquel coño humedecido era único. Siempre había recordado como Cris denotaba una limpieza intima especial.

Su lubricación llegaba a mi boca...

Mi polla estaba dura y babeante desde el primer segundo... Ahora más.

No dejaba de lamer su coño en todos sus puntos cardinales...

Su clítoris de pasada, sin abusar de él.

Sus ramificaciones nerviosas de alrededor.

Sus labios principales y secundarios.

La entrada de su vagina.

Su perineo.

Su ano.

Sus ingles.

Otro repaso...

Vuelta a empezar.

Cambio de ritmo.

El reloj hacia la izquierda...

El reloj hacia la derecha.

Mi lengua jugueteaba con todo su sexo y alrededores.

Mis labios apretaban y besaban todo su ser sexual...

Su sabor crecía en intensidad.

Una nueva segregación esqueneana, me anunciaba su inminente orgasmo...

Su habitual primer gran orgasmo era siempre de alta intensidad.

Dejé de lamer en intensidad, quería que duraba...

  • Sigue..., sigue..., no pares... Lo quiero ya...

Siempre he sido un caballero.

Lamí a placer.

Sentí como comprimía mi cabeza con sus muslos...

Notaba como empezaba a eyacular...

Comenzaba su orgasmo.

El sabor fuerte, ligeramente ácido y amargo pero sabroso comenzaba a llegar a mi boca...

Durante unos maravillosos minutos, quizás tres o cuatro dos docenas de eyaculaciones me llenaban...

Ya nos conocíamos en la cama..., a diferencia de las primeras veces en el pasado, cuando siempre me pedía perdón por aquellas humedades que nos obligaban a poner toallas o a cambiar sabanas siempre.

Cuando noté que había terminado subí a besarla.

Mi cara estaba prácticamente chorreando...

Abrió los ojos y aquel brillo se transformaba en lágrimas de agradecimiento...

No era habitual en ella..., llorar de placer.

Obviamente había intuido enfermedad..., pero no tanta como me explicaría en minutos...

Su teléfono sonó.

Lo cogió y su expresión cambio satisfactoriamente...

Se dirigió a sus niñas...

  • Ya tenéis un hogar...

Me miro...

Sin más dilación..., me decía..., echándome un jarro de agua helada...

  • José Miguel..., me muero...
  • ¿Qué?
  • Apenas me quedan unas semanas... Mañana cogeré el tren hacia Cádiz... Quiero terminar junto a mi madre...

Me quedé en blanco...

Recordé a Conchita, su madre... Una encantadora gaditana con un genio único.

Cris..., se dio cuenta de mi estado...

  • Tranquilo José Miguel..., lo tengo asumido desde hace meses.
  • Mi preocupación eran mis niñas y ya me confirmaron su adopción.
  • Quería disfrutar por última vez.., y no podía ser otro más que tu...

Nos besábamos...

Fue un beso tierno, amable y agradecido en ambas direcciones.

Me contó que repasando su vida, quiso tener un último orgasmo especial conmigo.

Que a través del centro de formación donde nos conocimos, contacto con su actual propietario y que a través de él, recabo el teléfono de mi cuñada, y a través de ella, el mío que había perdido en los habituales cambios de teléfono.

Sus agradecidos ojos no dejaban de mirarme...

  • Ahora tú...
  • No es preciso...
  • Lo quiero..., quiero sentirte dentro...
  • Como quieras mi amor...

Durante la siguiente media hora aproximadamente, sin hablarnos, solo besándonos y mayoritariamente con los ojos cerrados..., penetrada con mi polla, sin apenas movimientos..., disfrutamos de nuestra despedida...

  • Cuando quieras te corres..., estoy preparada...
  • Ahora mismo, mi amor.

Llevaba físicamente cachondo desde el primer segundo. El reencuentro había hecho volar mi imaginación hacia aquellas centenares de veces...

Cris era especial.

Jamás había encontrado...,  a una eyaculadora tan especial.

Cuando me empecé a correr, nos besamos sin pausa..., esperando terminar..., y no paramos de hacerlo..., mientras llenaba su coño con mi leche agradecida.

La despedida fue épica...

Ambos lloramos...

Cuando la puerta se cerró tras de mi..., no quise pensar...

Como un autómata conduje y llegue a casa.

Marga me lo notó de inmediato y se lo conté... Le cuento todo..., esa es la clave de nuestra relación.

Bajábamos  a comprar provisiones, cuando al pasar por la puerta de la farmacia, María me saludo con la mano y su tremenda sonrisa que se apreciaba a través de la mascarilla.

  • Solo te sonríe a ti...

Recordé aquella primera y última vez con ella..., los tres solos.

Marga había sufrido..., la falta de empatía en María, queriendo ser la protagonista única de aquel trio, hizo que jamás volviésemos a quedar con ella, ya que aquella singular mujer no aceptó nuestra propuesta de estar cuatro...

María solo quería estar conmigo..., no aceptaba otra opción.

Echaba de menos aquel lunar precioso y característico de su cara...

Hasta pronto amigos...

PEPOTECR.