Un trio un poco raro
Historia de amor filial con brotes masoquistas entre una prima y un hermanastro.
Todo comenzó el dia que llegué de Madrid a mi antiguo pueblo, Torremolinos. Mientras me alojaba en mi casa llegó Miguel, mi primo con el que habia pasado muy buenos momentos. Recuerdo que tenía dos hermanas que estaban buenísimas, cúantas mañanas habría llegado a la casa de mi primo para verlas en pijama. Miguel me apartó de mis recuerdos llamándome para que fuera a su casa.
Cuando llegué a su casa lo reconocí todo, el jarrón el que escondíamos los caramelos, el reloj que rompimos jugando a la pelota... y a su hermana. A sus 22 años era preciosa, tenía un cuerpo excelente y erectaba a todos los hombres que habia a su alrededor. Seguí mirando la casa y vi a una persona que no conocía, por su aspecto debía tener dos años más que yo, unos 17 años. Estaba sentado en el sofá viendo una película, y me di cuenta de que estaba anonadado mirando a mi prima Yumara.
- Preséntamelo Migue-dije señalando al desconocido.
-Marcos ven, te voy a presentar a mi primo Rubén.
-Hola Rubén, soy Marcos, el hermanastro de Migue.
-Encantado, vamos a dar un paseo, tengo algo que decirte.
Salimos de la casa sin rumbo. Cuando llegamos a un parque vacío ya nos habíamos puesto al dia, pero aún me quedaba algo que decirle.
-He visto como mirabas a tu hermanastra.
-No puedo dejar de mirarla... es hermosa.
-Quizás deberíamos... follárnosla.
-Pues ya me dirás tú cómo.
-Pensaremos algo.
Al dia siguiente me desperté con las ideas claras, íbamos a follárnosla quisiera o no quisiera. El olor a gofre me hizo bajar a desayunar; estaba deseando acabar para llegar a por Marcos y conseguir las cosas. Fuimos a buscar una cuerda larga y encontramos una un poco vieja. Ya lo teníamos todo, solo quedaba esperar a la noche. Lo planificamos todo para quedarnos a dormir a casa de mi primo Migue.
Estuvimos en la habitación de Migue jugando a la consola hasta que se durmió. Creíamos estar solos, pero cuando bajamos las escaleras escuchamos a Yumara dándose una ducha. Buscamos la ventana que daba al baño, y allí estaba su cuerpazo desnudo y mojado. Observándola, nos quitamos el nerviosismo con una buena paja. Cuando salió del baño nos escondimos en el patio esperando a que se durmiera. Eran ya las 2:00 de la madrugada y la casa estaba completamente en silencio. Subimos las escaleras sin hacer ruido hacia su habitación. Entramos despacio, y sin hacer movimientos bruscos la amarramos a la cama. Ya estaba hecho, solo quedaba ponerle algo en la boca para que no despertara a los demás.
-¿Qué está pasando?-dijo excitada Yumara para mi sorpresa.
-Shh... déjate llevar-comentó Marcos tomando las riendas de la situación.
-¿Me vais a violar?
-No, solo vamos a disfrutar un poco.
-Genial, me pone muy cachonda el rollo masoquista.
Cuando escuché eso, un escalofrío inundó mi cuerpo, estaba a punto de cumplir mi fantasía sexual. Tomé de nuevo las riendas y la besé en el cuello. Mientras yo la besaba, Marcos empezó a desnudarla. Le quitó los pantalones ajustados del pijama y empezó a besarle y tocarle las piernas mientras yo le quité la parte superior y comencé a sobar sus tetas. Con cuidado de no desatar la cuerda, Marcos la giró y le quitó el tanga morado que llevaba puesto. Aproveché para pegarle un cachete en el culo.
-¿Te pone el dolor prima?
-Me encanta, pégame más.
Mi pene no aguantaba más en mi ropa interior, me desnudé rápido y le metí el pene directamente en la boca. Casi me corro cuando noté su lengua humedeciendo mi duro pene. Noté gemidos en el interior de mi prima, y cuando me giré ví a Marcos penetrándola por su perfecto y redondo culo. Ambos nos miramos y acto seguido la volvimos a girar. Ahora me tocaba a mi. Me agaché y comencé a besar su vagina. Mi lengua comenzó a jugar con su clítoris. Me chupé los dedos y mientras chupaba su clítoris le metí ritmicamente los dedos. Noté que llegaba al orgasmo.
-No pares... ya llego.
Paré de golpe porque no quería que llegara al orgasmo aún. Me levanté y le introduje el pene en su vagina. Aquello era perfecto, una sensación de placer increíble mezclado de la visión de mi prima chupándosela a Marcos. Al minuto ya estaba listo, me corrí en el suelo para no mancharla hasta que hubiésemos practicado la doble penetración. Mientras Marcos desataba la cuerda yo la puse en posición. Nos colocamos y cada uno de nostros le metimos el pene por sus dos orificios. Nuestra mala cordinación hizo que nos cambiáramos de posición. Nunca había practicado el sexo anal, a decir verdad aún era vírgen, pero aquello era lo mejor que me había pasado nunca. Los tres llegamos prácticamente al mismo tiempo al orgasmo. Ambos nos corrimos en su cara y aquello puso muy cachonda a mi prima. Ella quería más, pero nosotros no aguantábamos más. La dejamos allí, y nos fuimos a la habitación donde debíamos dormir. Cerré los ojos en la cama y pensé en lo ocurrido, ojalá volviera a ocurrir. Recordé que Miguel tenía otra hermana, y una idea me vino a la mente...