Un trio, siempre es un juego bien caliente.
Estabamos los tres tomando y la situacion se dio para pasar un rato agradable y caliente
Estábamos recién casados y recién empezamos a vivir solos, ya que por cuatro meses vivimos con mis padres mientras nos acomodábamos, ella estaba más radiante que nunca y esto claro se debía, porque cogíamos a todas horas, sin tener cuidado de que nos oigan, ni buscar el momento adecuado de que no haya nadie en la casa, en fin, cuando nos apetecía lo hacíamos como locos.
Un fin de semana, invitamos a unas amigas de ella y a dos matrimonios amigos míos a un convivio, con el fin de celebrar que vivíamos solos, estábamos un poco apretados, ya que el departamento no era muy grande, pero pasamos un rato divertido. A eso de las doce de la noche, después de la cena y unas copas demás, se empezaron a retirar los invitados, quedándose una de las amigas de mi esposa, que se llamaba Beatriz.
Betty, era una chica un poco alta de 1.75 m. de estatura, delgada, morena y con unas piernas bien sabrosas, de tetas no muy grandes, pero respingonas y unos labios carnosos que cuando los vi, lo único que pensaba, es como se verían esos labios mamándome la verga, nada más de pensar en esa posibilidad se me subió la temperatura.
Mi esposa, su amiga y yo, estábamos un poco mareados y bastante desinhibidos por los tragos que no tomamos, mi esposa pregunto qué les gustaría que hiciéramos para pasar el rato, yo me quede pensando y me levante para dirigirme a la recamara, regrese a la sala con una baraja española y les dije porque no jugamos a las cartas, ellas estuvieron de acuerdo, mi esposa se levantó, diciendo, voy a la cocina por un poquito de vino para aderezar el juego, después de un rato, les dije, este juego ya me aburrió, ellas se me quedaron viendo intrigadas, entonces que propones, dijeron, les dije, hay que ver que nos jugamos, si no, no tiene chiste este juego, empecé a repartir las cartas, les dije, se trata de apostarnos la ropa, así que, al término de cada mano, el perdedor se va quitando una prenda, la que indicara el ganador de la mano.
Mi esposa y Betty se quedaron serias, me dije, esto ya valió madres, después de un rato se empezaron a reír y estuvieron de acuerdo, empezamos a jugar. Para que se den cuenta de la situación, tengo que describir la ropa que llevábamos puesta, Yo, llevaba un camisa sport de magas corta, unos pantalones de gabardina, calcetines y calzoncillo. Mi esposa, vestía un vestido corto, una deliciosa tanga negra que le quedaba de maravilla y medias. Betty, vestía unos pantalones de mezclilla bastante entallados, que dejaban ver sus ricas nalgas y una blusita bastante holgada, que dejaba ver de vez en cuando una gran parte de sus tetas, ya que no llevaba sujetador.
Tras doce partidas, la cosa iba bastante mal para Betty, que ya había perdido tres prendas y estaba solamente en tanga con las tetas al aire, que eran maravillosas, ya que no traía sostén, mi esposa, también se encontraba en tanga y con sujetador, mientras que yo, había perdido casi toda mi ropa, nada más tenía mis calzoncillos. Yo no dejaba de mirarlas y se me estaba poniendo dura la verga, mi esposa se dio cuenta de mi erección y me la acaricio muy discretamente, diciéndome, ¿Qué tienes calor mi vida?, yo le conteste, si bastante.
Betty intervino y dijo riendo, ha de ser por lo que estás viendo bribón, el alcohol que nos habíamos bebido, empezaba a hacer mella en nosotros y cada vez, al menos yo, estábamos más calientes. Total acabamos todos desnudos, Betty, era espectacular, que tetas, que nalgas y que cuerpo, estaba completamente cachondo mirándola. Al verme así, mi esposa hizo que me recostara en un sofá cama que teníamos y sin decir agua va, las dos me empezaron a mamar la verga, turnándose para metérselo en su boca.
La verdad que disfrute de esa mamada, sonreía, no podía dejar de poner cara de satisfacción al tener a mi esposa y a su amiga comiéndome la verga en toda su extensión. Después de un rato me levante y puse a mi esposa empinadita apoyándose con las manos en el sofá y empecé a metérsela de a perrito, que mojado estaba el chochito de mi vieja, estaba bombeándola sabrosamente, cuando sentí una lengua húmeda que me lamia las bolas y se comía lo poco de vagina que le dejaba de mi esposa tras cada acometida, nunca la había oído gemir a gritos, ella estaba bien calienta.
Se veía bien rica, mi mujer agachada apoyada en el sofá, con el culo al aire, mientras yo le rebanada el coño, Betty, en cunclillas seguía en lo suyo, mientras con la otra mano se masturbaba, cuando llevábamos un buen rato en esa posición, me desenganche de mi esposa, convertí el sofá cama en cama y me volví a recostar en el, entonces Betty se me subió viendo hacia mis piernas, empezándome a cabalgar, bajando y subiendo las rodillas para que mi verga penetrara toda en ella.
Mientras tanto, mi esposa coloco mi cabeza entre las piernas y me hizo que le empezara a mamar el bizcocho todo mojado por sus jugos, mientras ella seguía gimiendo bien sabroso, Betty me cabalgaba a un ritmo avasallador, será por las copas que tome o por no sé qué cosa, pero no sentía ni rastros que me quería venir, para mí esto era maravilloso, porque quería seguir gozando. Betty, tras un gran gemido, tuvo un espasmo que yo sentí, porque clarito la sentí, viniéndose profundamente.
Mi esposa se bajo del sofá, y se arrodillo entre las piernas de Betty y se empezó a comer su vulva, me levante y el cuadro que vi me puso más cachondo, no podía más, ya que estaba cerca de explotar, me puse detrás de mi esposa y le metí la verga entera en su conchita que estaba toda mojada y caliente, mi esposa se encontraba en cuatro patas mando el bizcocho de su amiga, ella se llevó una sorpresa al sentir entrar mi verga, le agarre bien las caderas, dándole palmadas de vez en cuando mientras se la metía, a veces lentamente y a veces con un frenesí como nunca había cogido.
Betty, se vino otra vez por la chupada, mientras mi esposa le seguía chupando su botoncito de amor, yo la seguía bombeando más y más, hasta que oí un hondo gemido de mi esposa, que me decía que estaba alcanzando el orgasmo, ella se puso flojita, yo seguí bombeando hasta que de plano me vine profusamente dentro de ella. Diciéndole, nena trágate toda mi leche, así mami, así mami, ha hasta la última gota de leche te doy.
Después nos dimos un buen baño los tres, ya que estábamos llenos de los jugos de mi esposa de Betty y míos, estábamos hechos un asco, pero felices, después del baño, nos quedamos bien dormidos. A la mañana siguiente, Betty se marchó de la casa sin decir nada, y ya no la volví a ver otra vez, yo creo que porque mi esposa lo quiso así. Después de ese encuentro cachondo que tuvimos los tres, no volvimos a hablar del asunto hasta la noche de ayer.