Un trío que no estaría mal
Vuela mi imaginación fantaseando como pueden ser los encuentros con nuestra amiga argentina.
Este relato lo inscribo en la categoría de fantasías con la esperanza de que lo aquí escrito pase a ser realidad en breve. Saludos y que os guste.
Un par de semanas después de la triste marcha de las danesas, volvimos a retomar el contacto con Laura, que nos había llamado un par de veces y le habíamos dado un poco de lado.
Acogió nuestra petición de una nueva cita con mucha alegría y a la noche siguiente ya estábamos cenando en casa.
Acudió a casa pronto, sobre las ocho y llegó espectacular: abrigo de ante marrón oscuro y debajo una minifalda de piel, botas negras hasta la rodilla, una blusa semi-transparente negra que dejaba poco a la imaginación y un sujetador de raso que a mi me pareció perfecto.
Ana había elegido un vestido rojo de hombreras, ceñido, un palmo por encima de las rodillas, un tanga rojo de hilo dental y no llevaba sujetador a petición mía, ya que el escote de ese vestido hacia que cuando se inclinaba un poco, aunque solo fuese para servir la comida, el tamaño de sus pechos hacían que el escote aumentase y se viese más cantidad de carne de la que estaba tapada. Me excita tanto ese vestido que la he hecho de ponérselo sólo para que se inclinase ante mí, levantárselo y follarla en ese mismo instante, está increíble con él puesto.
Comenzamos a cenar y conversamos tranquilamente sobre los días que habían pasado Olga y María en casa, insinuamos que habíamos tenido sexo pero no lo dejamos muy claro, y como Laura insistía en saberlo, a la segunda negativa por nuestra parte, dejó el tema.
Ya sentados en los sofás y disfrutando de unas copas, Laura abordó el tema de venirse a casa. Ana le explicó nuestra situación tanto económica como sentimental, la primera más o menos desahogada pero la segunda un tanto en el aire debido a los acontecimientos ocurridos el verano anterior y por otro lado, con el tema de los intercambios de parejas, los tríos, etc., temíamos no sentir el uno por el otro nada más que atracción física, y queríamos aclararnos.
Laura lo entendió, pero nos dejó claro que quería sexo, quería pasarlo bien en la cama con nosotros, que tenía fantasías todas las noches, que se masturbaba pensando en nosotros, así que de momento aplacaría sus deseos de venirse a casa pero nosotros la teníamos que aplacar los deseos de cama. Ana me miró, la sonreí y se fue hacia ella, comenzaron a besarse y de nuevo estábamos los tres al lío.
Mientras Ana se deshacía de la falda de la argentina, yo la metía mano por el escote del vestido, tiraba de sus pechos hacia arriba hasta que estaban fuera casi por completo, entonces Laura los manoseaba, pellizcaba los pezones y se dejaba quitar la ropa. Cuando las dos estaban en tanga, me percaté que ambos eran iguales, de "hilo dental", el de Ana rojo y el de Laura negro, les pedí que no se lo quitasen y que viniesen a por mí. Prácticamente me tiraron al suelo, me quitaron los pantalones, los calzoncillos, la camisa, me dejaron en bolas en pocos segundos y cuando se colocaron para empezar a mamarmela, me levanté, cogí la cámara de video y la coloque en la cómoda de la habitación, enfocando a la cama de la forma más amplia posible y las llamé. Me encontraron tumbado boca arriba, se arrodillaron una a cada lado, con los culos hacia la cámara y empezaron a chupar. Poco a poco fueron girando hasta quedarse de cara a la cámara, momento que aproveché para meter dos dedos en cada coño.
Ana se puso a cuatro patas encima de mi cara, me colocó el coño en la cara y siguió chupando ella sola mientras Laura se disponía a sentarse en mi polla. Lo hizo muy despacio, sintiendo cada milimetro de nabo hasta que se sentó del todo, se agarró las tetas y se quedó quieta, contraía los músculos vaginales, se apretaba las tetas y con las piernas totalmente abiertas dejaba que Ana le masajease el clítoris. Disfrutaba, la hacíamos disfrutar y así nos lo pedía, "más, más, follame, chupame las tetas Ana, quiero que me hagáis correrme", nos decía. Le agarré de la cintura, la levanté un poco y empecé a bombearla con todas mis fuerzas, fuerte, tanto como podía, ella apoyó las manos en la cama echándose hacia delante y yo hacia que sus tetas bailasen arriba y abajo al ritmo de mis empujones, Ana le manoseaba el coño, le apretó con un dedo en el ano y cuando éste se relajó un poco, se lo metió, y así, mientras yo intentaba aguantar ese ritmo el máximo tiempo posible, con mi chica follandole el culo con un dedo, y ella dejándose hacer, comenzó a gemir, cada vez más fuerte hasta que soltó un SI altísimo, largo y acompañado de unos espasmos pélvicos que me dejaron al borde del orgasmo.
Paré, Ana sacó el dedo, Laura se tumbó en mi pecho, me besó unos segundos, se giró para besar a Ana y se levantó liberando mi nabo aún tieso. Nos felicitó por el orgasmo que había tenido, puso su cara entre las piernas de Ana y empezó a mojarla el coño a lametones, despacio, empapándolo en saliva, recreándose entre los labios, y cuando la tuvo bien mojada, me tocó a mí. Me cogió la base de la polla con una mano, se la metió entera en la boca y empezó a lubricármela muy muy despacio.
Con la otra mano empezó a masturbar a mi chica mientras la hacia colocarse encima de mí, se retiró dejándome el nabo empapado y sustituyó el dedo del coño de Ana por mi polla, acercándola a su entrada, hasta que Ana sintió mi cabeza entrando. Entonces mi chica se dejó llevar, se folló a su antojo mientras Laura me besaba y me ponía los pezones en la boca. Yo estaba en la gloría, mi chica follandose a su gusto, unas veces deprisa, otras más despacio, subía, bajaba, en fin, disfrutando y yo con dos tetas preciosas en mi boca, una mano en las de Ana y la otra en el coño argentino, estaba a punto de explotar. Se lo dije a Ana, me pidió unos segundos más y cuando notó que mi polla empezaba a palpitar con el comienzo de mi corrida, sentí como su vagina se contraía y estallaba en un orgasmo que completó con un AAHHH intenso, prolongado.
Tumbado en la cama con una chica a cada lado, fantaseé con la idea de sentir eso todos los días al despertarme, dos cuerpos a mi lado, dos besos de buenos días, me atraía la idea. Le pedí a Laura que durmiese con nosotros si a Ana no le importaba, ambas estuvieron de acuerdo y al despertarme al día siguiente acaricié a ambas chicas, las besé y ellas me respondieron con un "buenos días" al unísono. Las abracé, me besaron y comenzamos de nuevo nuestros juegos sexuales a los que se unió un consolador de Laura, nuestra crema hidratante y disfruté de los anos de las chicas mientras ellas jugaban con el aparatito. Me corrí dentro del culo de Laura, que estaba a cuatro patas haciendo un sesentaynueve con Ana, la saqué y ellas jugaron todavía un buen rato más.
Tenemos pensado invitar a cenar a Laura muy pronto, espero que la noche discurra como la que ha fantaseado, ojalá.