Un trío perfecto (3)

Era el día de la despedida. Nacho nos recibió en pantalón corto y con una camiseta de tirantes ajustada. Sabía cómo provocar a Nani.

Medio dormido escuché a Nani hablar por teléfono. Miré el reloj: las nueve y media de la mañana. Mi relajación era tal que no tardé en volver a conciliar el sueño. 45 minutos más tarde volví a despertar. Mi mujer seguía en el cuarto de baño… Alcé la voz anunciándole que ya estaba despierto y, desde dentro, ella avisó de su aparición: "Prepárate para la sorpresa". Nani salió del baño, desnuda… con el pubis completamente rapado

"Pero, ¿qué has hecho?"

"¿No te gusta? Lo he hecho por cambiar, por ver cómo me quedaba"

Y la verdad es que no le quedaba nada mal. Su coño afeitado me puso a mil. La atraje hacia mí, la tumbé en la cama, le abrí las piernas y permanecí unos segundos observando su tesoro. Era impresionante: Sus labios vaginales oscuros, el interior rosadito, la piel blanca a su alrededor

"Ven aquí, zorrita", le dije un instante antes de comérmela. Le comí el interior de los muslos, el pubis rapado, su clítoris… Nani se retorcía de gusto. Su chochito sabía a gloria. Siempre me gustó el sabor y el olor de sus flujos. En cuanto alcanzó el orgasmo la puse como a mí me gusta: a cuatro patas. Observé antes de metérsela que los pelillos en torno a su ano no habían desaparecido, seguían allí para deleite de mis ojos. Y empecé a follármela

"¡Ooooooooooffffffff! ¡Sííííííí!". La muy golfa parecía disfrutar cada vez más. Las sesiones de sexo con Nacho la tenían muy cachonda. Su coño emanaba flujo contínuamente, movía las caderas a un lado a otro, adelante, atrás… Mientras follaba, y por cómo se expresaba, recordaba los polvos que Nacho le había echado:

"Follar, follar, follar, me encanta esa palabra…"

"¿Sí? ¿Y te gusta montártelo con dos machos a la vez, eh? Dos pollas para ti solita…"

"Sííííí, me gustan los tríos… Que me folles mientras le como la polla a otro… O que un buen macho me folle mientras tú miras… ¡Ufff, qué dura se te está poniendo, mi amor!

Yo no podía más, no podía esperarla, al fin y al cabo ella ya se había corrido. Menos de tres minutos de embestidas, con varias paradas para evitar la corrida, hasta que llegué al clímax:

"Yaaaaaaa. Me coooooorrooooooo. Tomaaaaaaaa…".

"¡Síííííííí!".

Su coño se inundó de leche otra vez. La muy guarra se quedó tumbada en la cama bocabajo, después de sacársela y empezó a tocarse. El semen que salía de su chocho le chorreaba hacia abajo, mojándole todo el clítoris, por lo que aprovechó para masturbarse y llegar a un nuevo orgasmo. Durante el tiempo que se dio placer, mientras se imaginaba todo tipo de situaciones, me machaqué el miembro, que rápidamente se había recuperado del polvo recién echado. Cuando ella acabó, nos abrazamos y nos besamos.

"No sé qué me pasa. Estoy muy caliente y con ganas de follar a todas horas".

"Pero sólo conmigo, ¿no?", le pregunté con cierta ironía.

Aquello provocó la risa inocente de mi chica. Ella era consciente que yo sabía que estaba deseando volver a follar con Nacho y que, además, aquello provocaba un morbo muy grande en nosotros. Por eso entendió la broma y ni respondió.

El día de la despedida había comenzado muy bien. En menos de una hora debíamos abandonar la habitación del hotel, donde nuestra vida sexual había cambiado por completo.

"Bueno, ¿qué vamos a hacer, nos vamos directamente y comemos por el camino o damos una vuelta por aquí?", pregunté absurdamente, porque ya intuía las intenciones de mi mujer.

"Hombre, Luis, yo creo que deberíamos despedirnos de Nacho, como acordamos. Además, he hablado con él esta mañana y me ha dicho que nos invita a comer en su casa".

"Con que hablando con Nacho a mis espaldas, ¿eh? ¡Vaya, vaya! Pero qué mala eres –comenté yo con cierta sorna-. Lo que estás es loca por volver a follártelo".

"¡Anda, no sea mal pensado! Es que hemos tenido ya muchos gastos este fin de semana", respondió entre irónica y melosa.

"Vale, pero no te olvides que tienes una deuda pendiente conmigo, ¿eh?".

"Cariño, te prometo que en casa de Nacho, si se tercia, mi culito será tuyo".

Ufff. ¡Cómo me estaba poniendo! En casa de Nacho, delante de él… La muy golfa seguro que estaba pensando en que, después de mí, también pillara Nacho parte del botín. Con un calentón tremendo, nos duchamos, nos vestimos, recogimos las cosas y nos marchamos.

Al salir del ascensor, camino de la recepción, me fijé en el culo de mi esposa. Con unos pantalones grises ajustados, sin que se le notase la marca de la ropa interior, se había puesto unas bragas muy pequeñas, como casi todas las que tiene, con un triangulito por delante que se unían con la parte de atrás, por dos finos elásticos, que la hacían muy apetecible. A través de los pantalones se podían intuir perfectamente las formas de su estrecho pero bien formado culo, con sus nalgas en forma de globitos, que hacían que las bragas se le metieran por dentro, como casi siempre. Mientras liquidábamos la habitación nos dimos un beso. Sus labios carnosos y la humedad de su lengua, provocó que mi polla se pusiera morcillona. Ya en el párking le comenté el grado de excitación que sentía y le mostré mi herramienta:

"Pues tócame a mí". Se bajó un poco los pantalones, se echó a un lado las braguitas y se abrió de piernas… ¡Jóder, cómo estaba!. Tenía el coño mojadísimo. La tela de la braguita estaba casi empapada. Era normal, si uno lo pensaba bien, mi mujer se iba con su marido a casa de un tío que tenía un físico envidiable, joven, con una polla poderosísima y con el que, además, ya se estaba estableciendo una relación de confianza. Ella había hablado con él esa mañana, claro que habían hablado, por él estaba tan cachonda, por él se había rapado el coño y por él estaba disfrutando del sexo como antes no lo había hecho. Ni que yo fuera tonto:

"Te has rapado por él…"

"No sólo por él, también yo tenía ganas de probarlo", contestó después de varios segundos".

"¿Y tú qué le has pedido a cambio? Porque seguro que tú también le has pedido algo.

"Lo mismo", respondió otra vez después de unos instantes.

¡Jóder! Sabía que lo habían hablado. Nani estaba entrando en un terreno algo preocupante pero, al mismo tiempo, muy excitante. Hablaba con su nuevo amante a mis espaldas. Tal era la calentura que tenía. Pues allá que fuimos, kilómetros adelante, a casa del muchacho, a vivir la tercera experiencia en trío.

Nacho nos recibió en pantalón corto y con una camisetita de tirantes ajustada. Sabía cómo provocar a Nani. La mirada de deseo de ella era evidente. Después de enseñarnos brevemente el piso, que compartía con un compañero que ese fin de semana se había ausentado, nos sentamos en un sofá de tres plazas a tomarnos las cervezas que sacó de la nevera.

"Estás muy guapa!", le dijo a mi mujer.

Sí, era verdad, estaba radiante. Durante unos minutos nos dedicamos a ver el piso, nos enseñó su habitación, nos contó que lo compartía con otro compañero que ese fin de semana estaba fuera, por lo que podíamos estar tranquilos. Después de unos minutos de conversación intrascendente, el hielo empezó a romperse:

"Bueno, ¿qué? ¿Quién va a ser el primero en enseñar las novedades?

Ante mi pregunta, Nacho se sorprendió, pero rápidamente pareció entender que yo estaba al tanto de lo que había hablado con Nani respecto al rapado púbico.

"A mí no me miréis, el anfitrión es Nacho, ¿no?", dijo rotunda mi mujer.

Nacho se puso de pie, sin pensárselo dos veces se bajó el pantalón corto y se quedó con los bóxers que llevaba. Su polla estaba ya hinchada. Lentamente, se quitó la ropa interior y su atributo se liberó.

En ese momento me fijé en Nani. Su rostro esbozaba una sonrisa de admiración y de felicidad pero no fue la primera en hablar.

"¿Qué, te gusta?"

Nani no respondió pero claro que le gustaba. La polla de Nacho estaba ya a media asta. ¡Menudo trabuco tenía el tío! Y sin un pelo alrededor. Todo depilado.

"Ahora me toca verlo a mí".

Nani se puso de pie y, lentamente, se bajó los pantalones, quedándose en braguitas. Yo me lancé a sus caderas y después de sobarla la dejé completamente desnuda, luciendo también su depilación.

"Uffff -exclamó Nacho-. ¡Qué bien te sienta el rapado!"

Nacho se acercó a Nani, comenzaron a besarse y, como la que no quiere la cosa, ella alcanzó la polla de él y empezó a acariciarla. Nacho hizo lo propio con el coñito rasurado de mi mujer. Yo, por mi parte, empecé a besarle el cuello mientras le acariciaba el ano. Ella abría las piernas para que nuestros dedos hurgasen bien sus agujeritos. Nacho se dio cuenta rápidamente de la calentura que traía mi chica.

"Estás muy mojada, Nani, y yo no aguanto más. ¿Qué te parece si nos dejamos de preámbulos?", preguntó.

El chaval se sentó en el sofá y empezó a tocarse el rabo. Nani siguió besándome unos segundos más, estuvo muy cariñosa –"te quiero", me dijo-, hasta que se dispuso a seguir el juego de Nacho. Se abrió de piernas y, a horcajadas, se dispuso a sentarse en su polla.

"No –interrumpió el chaval-. Ponte las braguitas, por favor". Nacho quería más morbo aún y Nani se lo dio. Se puso las bragas nuevamente y cuando se disponía a echárselas a un lado para clavarse en aquel pene enhiesto, el muchacho empezó a tocarle el clítoris a través de las bragas, incluso la masturbaba con la prenda. Estaban claras sus intenciones, quería que se impregnaran bien de los líquidos que salían de la vagina para lo que venía a continuación. Nani no esperó más, se agarró las bragas, se las echó a un lado y se montó encima.

"Aaaaaaaggggghhhhhh", bramó ella. El pollón de Nacho fue engullido por completo por el coño de mi chica. ¡Qué espectáculo! Los movimientos de ella eran lentos al principio. Gozaba milímetro a milímetro. Conforme su vulva se adecuaba a la enorme polla del muchacho, fue aumentando el ritmo. Nani comenzó a rotar sus caderas con maestría montada en el rabo de Nacho.

"¡Jóder, nena, cómo te mueves! Si sigues así me vas a hacer correr demasiado pronto".

Nani se puso de pie y, sin hacer ningún comentario, se bajó las bragas. Buscaba su propia comodidad. Antes de echarlas a un lado en el sofá, Nacho le pidió que se las diera y ella obedeció. Ni corto ni perezoso, buscó la parte de contacto con la vagina y se las llevó a la nariz. Estaban empapadas. Nacho aspiró profundamente para disfrutar del olor a coño que desprendían las bragas de mi esposa. El morbo era absoluto.

-Offf! ¡Qué maravilla! ¡Qué bien te huelen, chica!

Nani aprovechó para quitarse también la camisa y el sujetador. Se quedó completamente en pelotas. Volvió a subirse encima mientras él la agarraba por las nalgas. Sentía su cuerpo unido a él por completo, le comía las tetas y le abría el culo completamente para darle un suave masaje en el ano, sin meter el dedo. Dada la sensibilidad que Nani tiene en esa zona, el magreo de Nacho la tenía atolondrada, gemía sin parar. A veces, el muchacho se llevaba el dedo a la boca para humedecerlo y volver luego a masajearle el ojete. A escasos dos metros de ellos, justo detrás, me había sentado a mirar el espectáculo y a masturbarme como un mono. Aquella visión era tremendamente excitante. Podía ver la raja oscura del sexo de mi mujer, rapada por completo, la polla de Nacho entrando y saliendo del coño, con el esfínter cada vez más abierto por la excitación y el magreo al que la estaba sometiendo aquel tío. Y por si no tenía bastante con la entrega de mi mujer, Nacho se llevaba frecuentemente sus bragas a la nariz.

"Me gusta mucho tu polla, chico", dijo Nani.

"¿Sííí? Pues toma ahora el dedo, chúpamelo, que vas a saber lo que es bueno". Nani le chupó el dedo que había estado en contacto con su culo como si de una polla se tratara, mientras otro dedo de la otra mano le volvía a tocar el ano.

"¡Ooooh… ooooh… ooooh… ssssssíííííí… Méteme el dedo en el culo ya, por favor", suplicaba Nani. Sus gemidos me pusieron tan cachondo que no podía dejar de masturbarme, aún estando a punto de correrme.

"Párate, nena, párate", le pidió Nacho.

"No puedo… Estoy a punto…", respondió Nani, que seguía moviendo sus caderas encima del chaval, arriba, abajo, adelante, hacia atrás.

"Aaaaaaagggggggggggg… Tomaaaaaaaa…", explotó Nacho sin poder aguantar más, soltando trallazos de esperma en lo más profundo del coño de Nani.

Cuando Nacho estaba terminando de correrse, Nani, sin apenas moverse, empezaba a gemir con más fuerza.

"Mmmmmmmmmm…" Sus movimientos eran suaves pero intensos, encima de él… Se estaba corriendo también... El esperma del chaval la llevó al clímax. ¡Menuda corrida se pegó la muy guarra!

"¡Ufff., qué maravilla. Los dos a la vez, chica!", acertó a decir él después de unos instantes de silencio.

"Síííí", le confirmó gozosa Nani, mientras realizaba sus últimos movimientos de pelvis, aprovechando las últimas contracciones. Nani permaneció como un minuto más clavada en el miembro de Nacho hasta que se sacó la polla y se sentó en el sofá. Con los ojos cerrados se acariciaba el clítoris, para seguir gozando:

De su coño empezó a salir semen, bastante semen. Se lo hice ver y ella, en un acto reflejo, cerró las piernas, como si le diera vergüenza de que yo la viera chorrear leche de otro tío por su coño. Me acerqué a ella, le abrí las piernas, le metí un dedo y lo saqué bien mojado. Me lo llevé a la boca y ella, sin dejar de mirarme en ningún momento, sonrió. Le gustaba mucho el morbo y le excitó que mi lengua probase la leche del macho que la acababa de follar.

Me senté a su lado –Nacho me dejó sitio- y empecé a morrear con ella. Le volví a meter un dedo en la vagina, hice que sus pies se apoyaran en el borde del sofá y comencé a hurgarle también el culito. Le sacaba esperma de su coño y se lo llevaba al ano. La estaba preparando... Ella así lo entendió y empezó a moverse. Su ojete estaba muy abierto y sensible y Nani comenzó a disfrutar. Otra vez se estaba poniendo muy caliente, sobre todo, al comprobar que Nacho se había sentado en el mismo lugar desde el que yo acababa de presenciar el polvo que habían echado y que había empezado a tocarse viendo cómo nos dábamos lengua por arriba y dedo por abajo.

Como mi polla estaba dura para reventar, la cogí de las caderas y me la puse encima para follármela. ¡Joder, qué gusto me dio sentir aquel coño húmedo y todo el cuerpo de mi hembra encima de mi polla! Me excitó tanto que empecé a desatarme.

"¡Guarra, qué mojada estás! ¡Te han follado bien, eh, putona!"

"Sí, mi amor, me han follado muy bien. Y ahora vas a disfrutar tú de tu mujercita, que te lo mereces".

Nani empezó a moverse lentamente hasta que tuve que pararla. Me iba a correr

"Espera, mi vida, que ya no puedo más".

La levanté de encima mía y la puse a cuatro patas en el suelo, apoyando los brazos en el sofá. Con el culo en pompa, expuesto a la vista de Nacho unos instantes, me coloqué detrás y le abrí las nalgas para que se le viera bien el ano.

"¿Tú crees que está ya preparada?", pregunté a Nacho, para darle morbo a la situación, mientras ella se llevaba la mano al culo para taparse, como dándole corte de estar así, abierta de piernas, ante la mirada de dos machos.

"Venga, ya, no seáis morbosos, que me da corte", dijo.

"Preparadísima", asegurójh Nacho respondiendo a mi pregunta.

Acto seguido me coloqué detrás y empecé a darle lengua en el ojete. Poco después invité a Nacho a hacer lo mismo. El chaval le comió el culo con deseo, y con su polla otra vez a tope. Nani movía sus caderas y se abría las nalgas para sentir más. "Chicos, qué gustito". Pero ese era mi momento, así que aparté a Nacho y apunté mi polla hacia su ano. ¡Zas! El primer intento fracasó. Insistí una segunda y una tercera vez y no había manera, no atinaba. Apunté hacia el coño y entró con suma facilidad, Nani volvió a gemir, y después de varias embestidas volví a la carga con el culo.

"Ten cuidadito, mi vida". Con la polla lubricadísima por los jugos de su coño, el capullo, ahora sí, se abrió paso por su recto.

"Aaaaahhhhhhh", gritó Nani. "Ay, ay, ay…".

"Tranquila, mi vida"

"Quieto, quieto. Despacito…"

Lo más difícil parecía logrado. Mi polla, o más bien el capullo, estaba ya metido y, tras unos primeros instantes de acomodamiento, comencé a mover el pene buscando más profundidad. Nani pareció acomodarse al nuevo inquilino que había invadido su puerta trasera y empezó a moverse también con lentitud.

Mi polla ya entraba y salía. Si bien es cierto que no era igual que por el coño, al no haber tanta lubricación, ni mi pene se deslizaba con la misma fluidez, aquello sí que me estaba empezando a gustar y Nani parecía que ya no lo sufría tanto. Y menos que lo iba a sufrir.

Concentrados los dos en el coito anal que estábamos practicando, a la vista de un tercero, no nos dimos cuenta de las intenciones de éste. Nacho metió su cabeza entre mis piernas y las de Nani, hizo que las abriéramos aún más y buscó su sitio para, casi tumbado y en una posición algo incómoda, colocar su cabeza justo debajo del coño de mi mujer. Sacó su lengua y empezó a darle lametones en su raja y clítoris.

"OOOOOhhhhhh, sííííííííí", gritó Nani. Mi mujer empezó a gozar de aquella nueva experiencia. Y saqué la polla de su culo para mirar cómo la lengua de Nacho hacía maravillas en su coño. Metí el dedo dentro de la vagina –otra vez mojadísima- y lo unté en el ojete, le metí la polla en el coño –Nacho seguiá chupándole el clítoris-, la lubriqué y la volví a meter en el ano. Nani ya no se quejó, empezaba a moverse cada vez más y yo me volvía loco.

Nani me pidió con la mano que no me moviese por unos instantes, debía estar pasándolo bien y no quería movimientos en su recto. Rápidamente lo entendí. Miré hacia atrás y vi cómo Nacho se masturbaba mientras le comía el coño a mi mujer. "Se está haciendo una paja", le susurré.

Con mi polla en su culo ella empezó un vaivén inconfundible, sintiendo la lengua en su sexo, e instantes después, empecé a notar unas fuertes contracciones en su culo. Otra vez se corría. Lo que yo le desvelé provocó que estallara en un orgasmo. Nani gemía casi en silencio y cuando terminó expresó lo que ya había yo sentido. "Me he corrido". Sin pedir permiso, con mi polla sensibilísima, empecé a moverme de nuevo y no tardé en experimentar un placer extraordinario.

"Uooooooooooohhhhhhhh". Mi expresión, sorda y seca delataba el gusto indescriptible que estaba sintiendo. Mi polla, gorda e hinchada, estaba corriéndose en las profundidades del culo de mi mujer. Sentí como si su parte más íntima estuviera siendo violada. ¡Pero qué gusto, joder! Nacho se salió de su ubicación y nos dejó solos a Nani y a mí. Le di besos por la espalda, por el cuello, en sus labios carnosos, hasta que mi polla bajó la erección y sola se salió de su culo. Poco después, un hilito de leche salía del ano de mi mujer al tiempo que pedía algo de papel para limpiarse

Nacho apareció con un rollo de papel higiénico y, decidido, le preguntó:

"¿Me dejas a mí?

"No, espérate unos minutos", contestó Nani.

Yo me quedé pensando en lo que aquello significaba. ¿A qué se refería Nani con aquel "espérate unos minutos"? ¿Habían quedado en algo?

Ella se levantó, se fue al cuarto de baño y cerró la puerta. Tardó varios minutos, no sé lo que haría en ese tiempo pero como tardaba fui a ver qué pasaba. Una vez dentro y sin más dilación me hizo una pregunta en voz baja:

¿Tú qué dices?

¿Qué digo de qué?

De lo que me ha pedido Nacho.

No sé, tú sabrás

¿Te da lo mismo que me lo haga por detrás?

¿A estas alturas vas a venir con esa película? ¿Tú que quieres?

Yo estoy muy caliente, mi vida, tengo ganas de hacer muchas guarrerías. Me apetece probarlo con él. Además, yo sé que a ti te encantaría verlo

Dicho esto, y sin dejarme hablar, me cogió del cuello y me metió la lengua en la boca. Estaba muy caliente. Yo le correspondí y le toqué el culo, las nalgas y el agujero… Era tremendo. Tenía el ano muy abierto. Me cupo un dedo con extrema facilidad y se lo metí casi entero. Noté como su recto estaba dilatado de la excitación.

"Me parece que no te va a costar mucho recibir el paquete del chaval".

Volvimos al salón, donde esperaba Nacho, y ahí se entregó de nuevo. Le cogió por el cuello, le sobó la polla y empezó a darle unos morreos con lengua que le puso de nuevo el cipote mirando a la luna.

"Ten mucho cuidado y paciencia, ¿vale?. Prepárame bien", le pidió casi en un susurro.

Nani se colocó en el sofá, de espaldas a él, se apoyó con sus brazos encima del respaldo y le ofreció todo su culo. Nacho empezó a lamerle el anillo del ano y alternaba los lametones con un suave masaje con los dedos. A Nani aquello le encantaba, pero lo de recibir una polla en su recto era otra historia.

Superada la primera fase, Nacho cogió el bote de vaselina, se lo untó en un dedo, lo metió en el recto, embadurnó de vaselina también su polla y se lanzó al primer asalto.

"Ay, ay, ay… cuidado… chico…Aaaaaaaggggggg". Nacho le había introducido el capullo en su ojete y aquello había provocado un respingo en mi chica.

"Por favor, por favor, me duele bastante, no te muevas…Sácala…"

"Tranquila, nena, voy a ir poco a poco. Estáte tranquila que yo me muevo con suavidad".

Nacho, que ni loco estaba dispuesto a sacarla, empezó un movimiento lento, muy lento, que provocaba los quejidos de mi mujer. A medida que empujaba, Nani parecía ir aceptando aquel misil que tenía dentro.

Nacho cogió el bote de vaselina y sacó su polla. Estaba dispuesto a poner todos los medios necesarios antes que renunciar a follarse a mi chica por el culo. La embadurnó de nuevo y se dispuso a meterla otra vez. En esta ocasión, curiosamente, tardó en introducir el capullo, pero cuando lo hizo la embestida fue mayor. Las quejas de Nani fueron más suaves. Nacho empezó a moverse rítmicamente hasta que entró casi entera. La prueba parecía superada.

Cogió a Nani y, sin sacarla, la sentó encima de su miembro, con la espalda de Nacho apoyada en el sofá. La penetraba por abajo y le masajeaba las tetitas por arriba pero Nani no estaba cómoda, se sacó el pene del muchacho y se sentó encima, pero ahora de cara, mirando hacia él. ¡Qué espectáculo! El rabo de Nacho se clavaba hasta el fondo, Nani tenía todo el recto repleto de carne. Como ella apenas se movía, Nacho levantaba su culo cogiéndola de las nalgas, su polla entraba y salía con más facilidad de la esperada. ¡Vaya sorpresa me llevé con mi mujer! ¡Qué bien se adaptaban sus agujeros a las pollas extrañas y, sobre todo, qué profundidad tenían!

"Nena, qué buena estás, cómo me gusta darte por el culo... ¿Qué? ¿Te gusta? ¿Te gusta que te den por el culo?".

Nani no respondía, callaba y se mordía el labio superior.

Nacho la cambió de postura y la puso como al principio, a cuatro patas, y se dispuso a follársela con el culo en pompa. Ahí me llevé una fuerte impresión al comprobar cómo el ano de Nani tenía una abertura de entre tres y cuatro centímetros de diámetro. Dentro, todo estaba oscuro. ¡Qué bárbaro! El recto de mi amada estaba completamente dilatado. Poco a poco el esfínter recuperaba su postura natural. Mientras, Nacho le metió el cipote en el chocho y se la folló por ahí. Una vez lubricada su herramienta se la introdujo de nuevo en el ano. El diámetro del agujerito facilitó en esta ocasión las cosas.

Nani debió sentirse muy puta en esos momentos ya que de sus labios, ahora sí, susurrando, salieron algunas palabras:

"Me gusta… sííí… me gusta que me den por el culo…".

Al chaval, esto lo puso a mil y empezó a arremeter con más fuerza por detrás. La verdad es que su miembro entraba y salía con mucha facilidad del culo de mi mujer.

Al rato, los gemidos de Nani fueron perdiendo intensidad. Incluso, por la expresión de su cara, parecía estar deseando que aquello se acabara. Y poco después ella misma lo corroboraría.

"Córrete ya, Nacho"

.

El chaval seguía a lo suyo, se la follaba ahora lentamente, disfrutándola, clavándosela hasta el fondo, se paraba... Lo estaba disfrutando una barbaridad, sus gemidos le delataban. Cuando estos aumentaron, Nani volvió a hablar.

"No te vayas a correr dentro".

Aquello nos cogió de sorpresa. Yo me masturbaba esperando la eyaculación de Nacho y él la follaba deseando llenarle el culo de leche. Nacho siguió con el mete-saca hasta que no pudo más.

-Aaaaaaaaaahhhhhhhhh. Fue un grito ronco, como de alguien que parecía estar ido. Nacho se estaba corriendo en los intestinos de Nani...

Ella se quedó con los ojos cerrados.

"Uffff, jóder, qué bueno", exclamaba él con su miembro aún dentro.

Nani se echó hacia delante para sacarse la polla. Su ojete estaba abierto y enrojecido y el esfínter parecía contraerse, hasta que de buenas a primeras salió del interior un chorrito de esperma, como si se hubiese corrido por el culo. Aquello me puso a mil. Cogió papel, que había encima de la mesa, y se lo colocó en el ano para limpiarse y por si volvía a salir más semen.

"Perdona que me haya corrido dentro pero es que estaba como ido. ¿Por qué no querías que lo hiciera dentro, como siempre?".

"No sé, sentí una sensación extraña, pero no te preocupes", dijo Nani en tono conciliador aunque muy seria.

Nacho y yo nos miramos, yo no sabía qué decir y él abría los brazos como diciendo "si es lo que llevo esperando todo el fin de semana…"

Pero algún problema debía tener Nani para no querer sentir la leche de su amante, cuando casi desde el principio practicamos sexo sin protección con él, por la confianza que nos infundíamos.

Nani se apresuró a entrar en el cuarto de baño y yo, minutos más tarde, me acerqué a interesarme por ella. Allí entendí lo que pasaba. A Nani se le había soltado un poco la barriguita. Con tanto trajín en su culito y tanta leche derramada en un lugar tan sensible, y sobre todo, siendo la primera vez que lo hacía, era normal lo que le ocurrió.

"¿Estás bien, Nani?"

"Déjame, ahora salgo".

Tardó unos minutos, la esperamos en el salón. Cuando apareció se dirigió directa a su ropa: "Bueno, nos vamos".

"¿Y esas prisas?"

"Es muy tarde, quiero llegar pronto a casa, que tengo muchas cosas que poner al día".

Fue a por sus bragas pero Nacho estuvo más rápido:

"Me lo prometiste…"

Casi sin mirarlo a la cara, dio por perdidas sus braguitas, cogió el pantalón y se lo puso. Su chocho depilado desapareció entre el tejido. Nacho se quedó mirando hacia su pubis, como despidiéndose de ese coño que tanto había disfrutado ese fin de semana. En realidad no le quitó ojo a Nani mientras se colocaba el resto de la ropa, sujetador, camisa y zapatos. Yo me vestí también con rapidez y nos despedimos de Nacho. Nani fue muy seca:

"Hasta otra". "Perdona si te he molestado", le dijo Nacho. "Nada, nada, no te preocupes".

Nacho y yo nos despedimos. Nos dijimos un "hasta la vista" con un "espero veros pronto" dicho por su parte, y nos montamos en el coche.

Nani seguía seria aunque por poco tiempo. El fin de semana había sido muy placentero y ni la ‘desobediencia’ de Nacho le iba a borrar el buen recuerdo. A mi mujer le habíamos roto el culo, habíamos dado un paso adelante en nuestra experiencia sexual y, además, no había sido traumático ni tampoco le había dolido demasiado. Es más, en algunos momentos llegó a sentir placer, a sentirse muy hembra:

"Sólo ha sido lo último. Prefería que no se hubiese corrido dentro pero ya está".

Nani me explicó que se notó algó extraño en la barriguita cuando Nacho empezó con el vaivén en su culo y que temió no poder controlarse:

"Me he sentido un poco rara. Tenía muchas ganas de ir al cuarto de baño y cuando sentí eso tan caliente dentro de mi culito… no sé… fue extraño. Pensé que iba a ser así, por eso le pedí que no lo hiciera dentro pero, claro, el chaval estaba loco por hacerlo", expresó resignada durante el viaje de vuelta.

"Tanto follar, tanto follar, sin ningún límite que ahora te jodes. Por haber entregado tu puerta trasera también, a otro hombre", pensé yo por un momento. Pero imaginándome aquel culito, enrojecido, bien abierto, sin braguitas, y con los pantalones posiblemente manchados por los restos de semen que se habrían quedado en su interior, volví a sentir una erección.

Mi esposa se había dormido y yo volví a recordar las escenas vividas. Estaba guapísima, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, con aquellos labios tan sensuales. Nani se había convertido en una ninfómana y a mí aquello me ponía. El verano que se avecinaba iba a ser muy placentero.

Llegamos a casa, después de ir a una farmacia a comprar una crema para el culito, que se lo notaba muy irritado. Yo mismo le unté la crema en casa. El ano estaba rojito, después de las dos pollas que lo habían penetrado, pero su vagina estaba húmeda. Mi actuación como enfermero fue el prefacio a otro polvo espectacular con el que terminamos aquel fin de semana, que no fue más que el principio de un nuevo periodo en nuestra vida sexual.