Un trío perfecto (2)

Aquella noche, durante la cena, el comportamiento de Nani fue diferente. Trataba de hacer parecer que no había ocurrido nada, que su sentimiento hacia mí no había cambiado lo más mínimo.

Aquella noche, durante la cena, el comportamiento de Nani fue diferente. Trataba de hacer parecer que no había ocurrido nada, que su sentimiento hacia mí no había cambiado lo más mínimo. También trataba de comprobar que yo era el mismo con ella, algo que traté de demostrar en todo momento aunque he de reconocer que, de mi cabeza, no se iban los momentos vividos aquella tarde. A veces me daba vergüenza de lo que hicimos, de haber permitido que mi mujer se exhibiese desnuda delante de otro hombre y que, encima le permitiese explorar y disfrutar de sus partes más íntimas. A mi mujer se la habían follado aquella tarde delante de mí y, sin embargo, ella trataba de aparentar que no había ocurrido nada. Es más, conforme avanzaba la cena ella iba relajándose y su rostro denotaba una felicidad por lo mucho que había disfrutado y, sobre todo, por lo que aún le tocaba experimentar.

"Me da la impresión de que la experiencia de hoy te ha sentado bien", le comenté una vez avanzada la cena.

Hombre, pues sí, hay sido magnífica. Y por lo que he podido comprobar tú también te has divertido.

Aquel comentario me avergonzó un poco. Era cierto, aquella sesión de sexo en la que mi mujer disfrutó de la segunda polla de su vida me había dado mucho morbo pero mi obsesión era hacerle creer que todo había sido por ella, porque además era cierto.

Aquí la verdadera protagonista eres tú y si hemos dado este paso ha sido porque tú lo has querido. La fantasía era tuya, no mía, aunque ya el campo está abierto. Yo también tengo mis fantasías y espero que tú también participes, ¿eh?

Sí ya sé, que tendré que probar estar con otra tía en la cama, ¿te refieres a eso, no?

Hombre, ¿qué menos, no?

Vale, por mí no hay problema, tú sabes que me he vuelto una mujer liberal en estos asuntos y que lo importante es que disfrutemos del sexo los dos juntos, sea con otras personas o no, pero que conste que la diferencia es que a ti te da morbo que yo me líe con una chica y yo, en cambio, no te he pedido nunca que tengas relaciones con un tío.

Faltaría más, bastante hago con consentir que tú disfrutes.

Pero si a ti también te ha gustado, pillín, si se te ponía aquello de hinchado que no veas… ¿Te ha dado morbo ver a tu chica con otro hombre, eh? Venga, reconócelo. Oye, ¿y no te gustaría compartir a Nacho conmigo? Anda, que no sabes lo que te pierdes, muchacho.

Su sonrisa pícara a la hora de decirme aquello y el guiño de ojo que me había hecho, me impactó. ¿¡A la golfilla de mi señora se le había pasado por la cabeza que yo tuviera relaciones con Nacho!? Alguna vez, bromeando, me había comentado que para ella sería muy morboso ver cómo otro tío me empala por detrás, pero yo siempre me lo había tomado como una guasa y no le había prestado más atención pero, por lo visto, formaba parte de sus fantasías. Esta, no obstante, no estaba dispuesto a ofrecérsela. Ni mucho menos.

La verdad es que la polla de Nacho, difícilmente te entraría ¡Qué barbaridad! ¡Qué diámetro tiene el chico!

"Pero bueno, ¿esto qué es?", le protesté yo sonriéndole, como no dando crédito a su comentario. Definitivamente, mi mujer se había soltado.

¿Qué pasa? ¿No quieres hablar de esto? ¿No quieres saber cuáles son mis fantasías? ¿No te gustaría compartir una buena verga con tu mujercita… comértela mientras nos damos lengüetazos…? ¿No te gustaría que te follara una buena polla que también se esté follando a tu mujer? La polla yendo de mi coño a tu culo, de tu culo a mi coño… Uffff… O mejor… Imagínate… Un macho que me está follando mientras tú estás mirando y otro que te da también a ti por detrás, ¿eh? Dos tíos que nos están follando a los dos

"Estás loca y no deberías beber más esta noche", le dije yo, viendo como el vino la había desinhibido por completo. Pero al mismo tiempo me ‘ponía’ el hecho de que mi mujer tuviera tanta imaginación respecto al sexo.

Pues a mí me gustaría hablar de lo que hemos vivido esta tarde, ¿por qué no? ¿No quieres saber cómo lo he pasado, ni qué es lo que más me ha gustado, ni lo que me gustaría hacer mañana?

¡Joder! ¿Ya has decidido que le vamos a llamar?

¡Hombre! Después de lo de hoy… ¿Tú sabes cómo tengo ahora mismo el chochito? Me está palpitando, siento tal hormigueo ahí que estoy deseando acabar la cena y meterme contigo en la cama, que me folles como loco y me eches toda tu leche. ¿Sabes lo que más me ha gustado esta tarde? –prosiguió sin que le preguntara, totalmente lanzada por el vino-. Me apetece hablar de ello ahora. Fue el momento en el que Nacho me la metió por primera vez. ¡Joder, qué sensación! Esa polla nueva, ancha, entrando en mí… Además lo hizo de una vez, no sabía yo que mi chochete fuese tan voluble, rápidamente se adaptó al tamaño del miembro de Nacho. Y ese bamboleo, dentro, fuera, dentro, fuera… Uhmmmmmmmm ¡Joder, cómo me estoy poniendo, mi vida!

¿Has disfrutado más que conmigo?

Sabía que lo ibas a preguntar. Para mí tú eres incomparable. Tu polla es única, tú cuerpo es único, tú eres único. Pero tú mismo me dices que, para los hombres, donde se ponga un conejito nuevo… Pues a nosotras nos pasa igual. Date cuenta de que para mí no sólo era una nueva polla, sino la segunda polla de mi vida y, la verdad, me ha encantado. Lo he disfrutado muchísimo. Además, el chaval, además de tener un buen paquete, se movía muy bien, ha sido más o menos sumiso y además, no veas la cantidad de leche que suelta por ahí. ¡Qué barbaridad! Ese fue el otro gran momento de la tarde, cuando se corrió dentro. Yo estaba tan cansada que no creía que me fuera a correr más, ya lo había hecho tres veces, pero todo fue empezar tú a hablarme, a decir guarradas, con lo que eso me pone, y a él se le empezó a hinchar el pollón de tal manera que… Ufffff… empecé otra vez a ponerme cachonda. Y ya, cuando noté esa sensación de calorcito en mi interior y me di cuenta de que se estaba corriendo, sentí otro intenso orgasmo. ¡Qué placer, amor mío! Si me metieras mano ahora te darías cuenta de cómo me he puesto sólo de recordarlo… ¿Le llamamos ahora a ver si puede venir esta noche, Luis?

¿Ahora? Hombre, espérate a mañana, ¿no? Vamos a estar solos ahora tú y yo, que ya habrá tiempo mañana.

Como tú quieras, amor. Tú sabes que aquí se hace lo que tú mandes, que yo en ese aspecto me dejo llevar y si hay algo que no quieras que haga, pues no lo hago y punto. Ahora que, dicho esto, te pregunto: ¿Te importaría si mañana lo hacemos todo como hoy? ¿Un todo-vale?

Bueno, ya lo iremos viendo. Además, todo no vale. Todavía no he probado tu culito.

Poco a poco, cariño, ten paciencia. Bueno, pues mañana al levantarnos, le hago una llamada a Nacho.

Todo quedó ahí. No quería consentirle tanto a priori, aunque sabía que volvería a pasar. Nacho se la follaría sin condón, se correría dentro, fuera, encima o donde fuese. Mi mujer estaba muy salida y quería gozar sin cortapisas. Además, sabía jugar muy bien sus cartas porque pasado el fin de semana me reconoció que cuando me pidió llamar a Nacho aquella noche lo hizo para asegurarse que lo llamaríamos mañana, que esa noche lo que quería era estar conmigo y follar conmigo, lo demás lo disfrutaría mentalmente reviviendo la intensa tarde de sexo y lo que volvería a hacer al día siguiente.

Llegado a este punto quisiera agradecer vuestras valoraciones y comentarios a la primera parte de este relato. Y también os quiero responder que para hacer un trío, se ha de estar muy seguro de sí mismo y de los sentimientos hacia la persona querida, que cada individuo o pareja es de una manera de ser diferente y que ninguna situación se repite. Aparte de que también hay que estar seguro de la solvencia de la tercera persona en cuestión que se elige y que, en todo caso, siempre hay que utilizar protección con desconocidos. No hay que tener en cuenta como ejemplo este relato para tirarse a la piscina. Y si existe una mínima duda, si no hay pleno convencimiento en la pareja, desestímenlo. No merece la pena.

Volviendo al asunto, ni que decir tiene que esa noche follamos como locos, nos corrimos dos veces cada uno y a ella la noté más salida que una perra, quería hacer todas las guarradas posibles. Contínuamente me pedía que le hablase y emplease palabras soeces y la tratara como una guarra. Hasta intentamos el coito anal. En este punto me llevé una sorpresa porque fue ella la que agarró mi nabo e intentó metérselo despacio en el culito. Yo me dispuse antes a lamerle el ojete cuando comprobé que estaba algo enrojecido.

¿Y esto?

Esto es de esta tarde. ¿No te acuerdas que Nacho intentó metérmela por ahí?

Pero yo pensé que no lo consiguió.

No lo consiguió porque me la saqué enseguida pero el cabroncete sí metió el capullo en un pis-pas. Recuerda que tenía el agujerito muy abierto y que me lo había estado lamiendo antes un rato. Venga, amor mío, no le des más vueltas y fóllame ya. Y no te preocupes que el capullo ya lo habías metido tú antes y que el primero que me va a desflorar por completo por ahí vas a ser tú.

La follada continuó pero ¡vaya sorpresa! Resulta que el cabrón de Nacho también había metido su polla, aunque fuese sólo el capullo por un instante, en el culo de mi mujer. Y yo sin enterarme. El coito anal no lo hicimos, a ella le dolía y la calentura no nos permitió parar por más tiempo, había que ir al grano. Le clavé el miembro entre su pelambrera y gozamos como locos. Antes de cinco minutos nos corrimos los dos al unísono y le descargué todo el esperma que llevaba dentro.

Al día siguiente, Nani hizo la llamada con mi permiso. Mientras yo estaba en el baño, ella hablaba desde la terraza. Volvimos a quedar por la tarde, esta vez, cada parte almorzaría por su cuenta.

En la habitación, Nani, se colocó un vestidito muy finito que tiene, sin sujetador y sin braguitas. Me explicaba que para qué iba a vestirse del todo si en poco tiempo iba a desnudarse, que le ponía muy cachonda recibir a Nacho vestida sólo con ese trapito y que, de todas formas, no se le veía nada a simple vista.

Nacho llegó a las cuatro en punto, la hora convenida. En su mano traía una bolsita de plástico, con algo dentro. Era un bote de vaselina… Primera sorpresa. El cabrón venía con la idea de follarse a Nani por el culo.

Ya con la confianza adquirida del día anterior y tras varios minutos hablando de todo un poco, Nani empezó a dar el primer paso. Me agarró la cabeza, comenzó a besarme y me llevó hasta la cama tumbándose sin dejar de besarse conmigo. En un principio dejaba fuera a Nacho pero, al mismo tiempo, su cuerpo tumbado sobre la cama, cubierto únicamente con su fino vestidito, invitaba al muchacho a tirarse de cabeza. Y bien que tardó poco. Se arrodilló a los pies de la cama, echó hacia atrás los volantes del vestido y comenzó a recrearse con la visión de aquel coño peludo, expuesto totalmente para él. Sin pensárselo mucho se lanzó a lamer las partes íntimas de mi mujer.

¡Qué golfilla. Ya ni siquiera te pones las braguitas!

Nani ni siquiera continuó el comentario. Simplemente cerraba los ojos mientras me metía la lengua hasta la garganta y se disponía a gozar de la comida de coño que le estaba proporcionando el chaval.

¡Uhmmmm… síííííííííí… eso es… cómeme toda… Así, así… dame con la punta de la lengua ahí… justo ahí!

Nani se abría de piernas sin ningún pudor para mostrar su clítoris en todo su esplendor. A mí se me puso la polla como un garrote. Sentir su aliento mientras le hablaba a Nacho, mientras me seguía comiendo la lengua, me excitó muchísimo. Rápidamente hizo que me arrodillara, me quitó el cinturón, los pantalones, los slips y empezó a chupármela. La mamada era espectacular, propio de una mujer que había perdido todos los prejuicios y que estaba entregada al sexo. Mi chica se retorcía de gusto mientras le comían el clítoris. Agarró la cabeza del muchacho y la apretó contra su pubis, como pidiendo que se la follara con la lengua. De pronto, dejó de mamármela mientras su cuerpo se contorsionaba:

-Ahhhgggggg…! ¡Chico, qué gustoooooooo!

Nani se corrió en la boca de Nacho. Cuando acabó, me habló mirándome a los ojos:

Me corrí. ¿Has visto lo fácil que estaba?

Yo dejé de tocarme la polla y no esperé más: la cogí por la cintura, la puse a cuatro patas y se la metí: "¡Offfff… Síííí!" Nani disfrutaba de cada embestida que le daba. El morbo fue en aumento cuando Nacho, con el cipote bien erecto, se colocó delante de ella y se lo metió en la boca.

  • Sííííí. ¡Guarra! ¡Qué te gusta mamar mientras te follan, eh! ¡Qué te gusta follar con dos tíos a la vez, eh!

Nani no respondía, se limitaba a mamar y mamar. Sus labios carnosos atrapaban el rabo de Nacho, que cerraba los ojos disfrutando. Mi chica agarraba la polla con la mano derecha mientras se metía en la boca el capullo que chupaba lentamente. La paja y la mamada era completa y no sólo la disfrutaba el chaval, también Nani gozaba plenamente. Su chocho la delataba. Mi polla estaba cada vez más embadurnada de sus secreciones.

  • "Ufff. Chico, ¿todo esto me vas a meter?". Aquella pregunta que, de repente, le hizo Nani a Nacho, mientras le pajeaba, fue demasiado.

"Uououououououohhhhhhhh!". Descargué la leche en las entrañas de mi mujer. Esta vez fui yo el primero que le llenó el coño. Creo que ella se sorprendió por lo prematuro de la corrida pero no había podido evitarlo. El morbo era total, follándome a mi mujer mientras se la mamaba a otro. Y encima, la muy guarra le muestra al tío el deseo de que se la volviera a follar. Como mi norma de que sea la chica siempre la primera en correrse, ya se había cumplido, no me aguanté más.

Con Nani despegada de Nacho, fui sacando poco a poco mi polla para evitar que se saliera la leche. "Qué bueno, mi vida", comentó Nani que volvió su mirada a Nacho esperando la reacción de éste. Nani estaba loca ya por volver a follar con el chaval. Éste entendió el mensaje y se dirigió hacia la bolsita que trajo aquella tarde. Sacó una caja de preservativos y se dispuso a colocarse uno de ellos.

"Después de lo de ayer, ¿tú crees que hace falta?", preguntó con atrevimiento mi mujer.

Nacho se quedó unos instantes pensativo. Quizás no fuera ese el problema.

"No sé, es que después de haberse corrido ya él…"

"Anda, métela, verás que sorpresa te llevas".

Nani puso su culito más en pompa aún, lo movió graciosamente invitando a Nacho a follársela y éste ya no lo dudó más. Agarró su poderoso pene y ¡zas! se lo clavó en el coño.

"¡Ayyyyychchch! ¡Vaya pollón tienes, niñato!"

"Y tú qué pedazo de hembra estás hecha. Joder, qué gusto."

"Ya te dije que te iba a gustar".

El rabo de Nacho, hinchado por completo, perforaba las entrañas de Nani con suma facilidad. Cada vez que su polla salía de dentro aparecía embadurnada de jugos y del semen que yo había depositado en su vagina. A Nacho esto ya no le importaba, sólo se preocupaba de follar, agarrar a Nani fuertemente por las caderas y chuparla entera: espalda, cuello, orejas, boca

"¡Uff! ¡Qué… me gustan… las pollas gordas!", oí decir a la golfa de mi mujer.

Nani se había desinhibido por completo mientras Nacho disfrutaba de la tremenda lubricación de su coño. La suavidad era completa.

Empezó a moverse como loco, apretó las caderas de Nani y procedió a darle fuertes embestidas.

"¡Toma, toma, toma! ¡Toma rabo, niña, toma! ¡Ohgggg… zorra… cómo me está gustando!".

"Sigue así… no te vayas a parar ahora… estoy a punto... sigue follándome…. Uffff, me siento muy puta… Dame tu dedo… Ayyyyyyyyyyyyy…"

El dedo índice de Nacho en la boca de Nani fue definitivo... Pegó su culo al cuerpo de Nacho y explotó. El coño de la muy zorra se había tragado por completo el pollón de Nacho mientras se corría. Segundos más tarde, finalizado el orgasmo, Nacho empezó a moverse lentamente pero la lubricación del conejito que se estaba follando no le permitió aguantar mucho más.

¡TO-MA-MI-LEEEEE-CHEEEEEEEEEEEEEE!

Nacho, con los ojos vueltos, se volvió a correr dentro de mi mujer, como ocurrió en la tarde anterior.

Los dos se quedaron quietos un ratito, sintiéndose mutuamente y esperando a ver quién se movía primero. Fue Nani la que, poco a poco, empezó a mover su culito y a volver a follarse con lentitud a Nacho. Por los gemidos, debía proporcionarle mucho placer el suave vaivén pero Nacho, que necesitaba un pequeño descanso, acabó sacando con cuidado su pene, para evitar que la leche se saliera y pusiera perdidas las sábanas. Nani se tumbó unos segundos bocabajo, recuperando. Pasado un minuto en el que permanecimos todos callados, se puso la mano debajo del coño, se levantó y salió disparada hacia el cuarto de baño.

"Qué barbaridad" -exclamó por el camino. Pese a tener colocada la mano en su vagina a modo de recipiente, no pudo evitar que un goterón de esperma cayera al suelo de la habitación.

Nacho y yo nos quedamos en la cama, sin perder detalle del cuerpecito de la hembra que nos estábamos follando. Verla chorrear semen desde su coño me puso la polla tiesa de nuevo. Al minuto, Nani volvió con nosotros, con la bonita sonrisa que tiene en los labios. Se la veía una mujer feliz, junto a su marido y un chaval joven con un cuerpo muy atractivo, que estaba completamente a su disposición.

"Chicos, ya veo que sois dos máquinas de fabricar esperma, parecía que me había hecho pipí. Menos mal que tomo la píldora, porque si no me dejaríais preñada de trillizos. ¡Qué exageración!"

"Estás desatada, cariño", le comenté en tono reprobador.

"Es que no es para menos. Estáis buenísimos los dos y, encima, folláis de maravilla. Me hacéis sentir una verdadera mujer - expresó exultante - ¿Te ha gustado la experiencia, Nacho?"

"¿Te refieres a…?"

"Sí, a metérmela después de la eyaculación de mi marido".

"Tengo que reconocer que sí. Entre eso, y lo caliente que estás, tus caderas tan sexis, tus labios tan sensuales y tu impresionante culo, la verdad es que lo he pasado de maravilla. Tengo que decir que estás muy buena, Nani. Y más que buena, lo morbosa que eres. Haces y dices cosas que ponen a mil a cualquier hombre."

"Me pone muy cachonda hablar mientras me follan, decir cosas fuertes. Mi marido sabe lo que estoy diciendo –dijo mirándome a mí- Tú háblame también, Nacho, no te cortes. Dime guarradas, lo que se te ocurra."

"No sé, ¿como qué?. No quiero que te ofendas".

"Hombre, a mí no me gusta que me peguen o me pierdan el respeto pero hay momentos en plena calentura que sí me gusta que me llamen, zorra, guarra, puta, o cosas así. Me pone sentirme un hembra a la que están manejando, sentirme utilizada… Entiéndelo, siempre dentro del respeto".

"Vale, lo capto".

"Pues esto acaba de comenzar. ¡Cariño, cómo estás! Eso no se puede desaprovechar. Anda, siéntate y apoyate en el cabecero de la cama".

Nani seguía dirigiendo aquello a su antojo. Yo, con la polla tiesa, obedecí sus órdenes y volví a disfrutar del bonito cuerpo de mi chica. Esas tetitas… ese culo tan sexi… ese coño peludo… A horcajadas se sentó encima de mí y se la clavó hasta el fondo. Su coño seguía estando muy húmedo. Por mucho que se lavara, el interior permanecía muy mojado, con sus líquidos, los míos y los de Nacho, todos mezclados. Mi polla estaba como una estaca otra vez, con el vaivén de Nani, que se movía suavemente gozando los dos inmensamente de la follada. Por mi mente pasaba la imagen de Nacho follándose a mi chica, y derramándose en sus entrañas. Su esperma y mi polla entraban en contacto precisamente en el lugar más íntimo de Nani: su vagina. Y yo estaba otra vez a punto de correrme. Su boca y la mía estaban pegadas, echándonos el aliento, besándonos, dándonos lengua. Su boca desprendía un olor inconfundible a sexo, indiscutiblemente a polla, la de Nacho, que había sido succionada por aquellos carnosos labios minutos antes.

"Espérate cariño, no te vayas a correr, por favor -gritó Nani, saltando y sacándose mi polla de su coño. Se había dado cuenta de que estuve a punto de venirme-. Poco a poco, ten paciencia".

Después de unos segundos en los que mi polla palpitaba enrojecida, y una vez fuera de peligro la eyaculación, volvió a follarme lentamente.

De buenas a primeras, la polla de Nacho apareció entre su boca y la mía y Nani comenzó a saborearla de nuevo.

"Uhmmmmm". Nani mamaba y se morreaba conmigo, volvía a chupar la tranca de Nacho y de nuevo me metía la lengua en la boca. Parecía como si quiera que yo también probara los sabores de la verga del chaval. Su cuerpo se movía lentamente encima de mí y cuando notaba que me iba a correr, se paraba por completo. Así estuvimos varios minutos hasta que dio otro paso más, el que me estaba imaginando

"¿No quieres probar, cariño?", me preguntó en un tono muy lascivo.

"Nani, por favor, por aquí ya no puedo pasar".

"Anda, mi vida, verás como te gusta... ¿No ves qué cipote tiene?… con estas venas tan hinchadas… Anda, prueba lo que es mamar una buena verga…. Seguro que a Nacho no le importa, verdad?"

"Hombre, yo…" Decía el muchacho sin estar muy seguro de nada

"Anda, mi vida, hazme este regalo, que es otra de mis fantasías... Tú y yo compartiendo una polla gorda… Oooooh, sííííííí…"

Nani estaba cumpliendo un sueño. No sé ni cómo, con mi polla metida toda dentro de mi mujer, agarré la tranca del chaval y empecé a chuparla. Viendo la cara de Nani, y cómo estaba disfrutando, me olvidé de todo lo demás y empecé a volverme loco mamando aquel esplendoroso cipote. Nacho gemía de placer y Nani se salió de mí y se apartó un metro para mirar. Se llevó su mano a su coño y empezó a masturbarse.

"Síiii… cómele la polla… ¿Te gusta verdad?... Qué bien lo haces, mi vida... Mira Nacho como disfruta… ¿te vas a correr verdad, Nacho?... Sigue, sigue, mi amor… Eso, hazle una paja mientras se la comes… Uffff, cómo me está gustando… Yo estoy ya a punto… ¿Vas a tardar mucho, Nacho?... Me gustaría que nos corriésemos juntos…. Mira, como me toco el coño… se me ha puesto chorreando… creo que me voy a ir ya

Nacho miraba extasiado cómo se masturbaba mi mujer, mientras gozaba de la primera mamada que le hacía un hombre. El homenaje a Nani estaba llegando a su fin.

"Me coooooorrooooooooo". Nacho fue el primero: empezó a descargar esperma en mi boca. Yo, en cuanto sentí el primer contacto con el líquido caliente, la saqué y terminó de correrse fuera. Agarró el pene con la mano y terminó de ordeñarse, llenándome la cara de leche. Nani ya no pudo más.

"Yo también me corrooooooooo". Nani sentada sobre la cama, cerraba y abría las piernas con una rapidez vertiginosa mientras se frotaba con fuerza el clítoris. Estaba teniendo unas convulsiones bestiales, toda ella se contorsionaba, el orgasmo era intensísimo. No cabe duda de que aquello la había excitado sobremanera.

"Offffff, qué gustoooooo. Ven aquí, mi amor". Nani, desatada, volvió a sentarse a horcajadas y empezó a follarme. Mi polla volvió a ponerse erecta mientras mi chica chupaba el esperma que se había quedado en mis labios y barbilla y la compartía conmigo. "Ummmm ¿No te da morbo?", me preguntaba la muy golfa. Yo, por mi parte, estaba petrificado, aquello no me había hecho ni pizca de gracia pero mi mujer lo estaba gozando mucho y comencé a excitarme otra vez. Con una mano le tocaba los pezones y con la otra le acariciaba la raja del culo. Le metí un dedo en el ano y comprobé lo cachonda y abierta que estaba. Hice esfuerzos por no correrme en varias ocasiones, viendo que ella podía llegar de nuevo hasta el final, como así ocurrió. Con mi polla a tope dentro de su coño, mi dedito estimulándole el culito y Nacho, haciéndose una paja, ya recuperado, al lado nuestro, llegamos a otro orgasmo.

"Toma más leche para tu coño, mi amor".

-"AAAAAAhhhhhhh. ¡Cabrón! ¡Síííííííííí!", exclamó mi mujer corriéndose otra vez. Era la cuarta vez que lo hacía y no llevaríamos ni una hora de sexo. Su calentura estaba por encima de cualquier síntoma de cansancio. Conociéndola, sabía que si no parábamos, ella no tenía límite. Después de un orgasmo, su vagina siempre alcanza una gran sensibilidad, necesita seguir follando, tener su coño ocupado por un buen cipote. De ahí que buscara más. Y como gozaba del privilegio de tener dos machos a su disposición, la intensidad de la sesión de sexo vespertina no decayó.

Yo, sin embargo, necesitaba refrescarme, lavarme bien la cara sobre todo, y entré al baño unos minutos. "No te vayas, Luis, que no quiero parar ahora", me pidió casi rogándome. "Será un instante, no te preocupes por mí", le respondí como dándole carta blanca para hacer lo que quisiera. Después de todo lo vivido, qué importancia tenía.

No creo que tardase más de tres minutos en darme el remojón pero cuando aparecí en la habitación la imagen que vi no me sorprendió. Nani estaba tumbada bocabajo, con la pierna derecha abierta, rodilla flexionada y pelvis levantada, apoyada sobre una de las almohadas. No podía estar más abierta y expuesta. Nacho, encima de ella, en posición absolutamente dominante. La muy puta estaba recibiendo en esta pose la enorme tranca del chaval. Era impresionante. Su polla, tiesa, con la vena muy marcada, entraba y salía del coño de mi mujer. Dada la postura, el rozamiento era completo, los labios vaginales se abrían y cerraban abrazando el tronco de Nacho, los pelitos del coño de Nani se pegaban a la polla, cuando salía de la vagina, embadurnada por las secreciones… Los gemidos eran cada vez más fuertes.

"Agh, agh, agh"

Nacho le abría y cerraba las nalgas mientras se la follaba, provocándole un gustito añadido. "Sííííí, ábreme y ciérrame el culito", pedía ella. El ano de Nani estaba dilatadísimo por la calentura y por las embestidas que estaba recibiendo. Era eso precisamente lo que a ella le ‘ponía’. Que la dominaran, que la utilizara un macho a su antojo

"Síííííííííí… Me encanta que me follen en esta postura. ¡Vaya pedazo de tío estás hecho, chaval…! OOOOOOOOOOhhhhhhhh! ¡Madre mía, qué gusto!

Mi presencia no cambió nada. Tanto ella como él seguían empujando. Nacho metía y sacaba su rabo con una velocidad casi frenética. Su tronco salía cada vez más mojado y lleno de los jugos blanquecinos que generaba el coño de Nani. Ella, a su vez, levantaba el culito como pidiéndole que por nada del mundo sacara el miembro de su interior.

"¿Te gusta, verdad Nani? ¿Te gusta que te follen con una buena polla, eh? Mira, aquí está tu marido para ver cómo te follan. ¿Ves, a que eso te pone más cachonda?"

"Síííí… me en… canta que… mi marido… me mireeeee".

"¿Verdad, golfa? Toma polla, toma. Pero qué guarra eres".

Nacho parecía estar traspasando el límite del respeto pero no era así. Estaba haciendo exactamente lo que le había pedido Nani un rato antes. Y bien que aquello tuvo resultado. La muy zorra, excitadísima también con lo que oía, volvió a correrse. Su culo empujó hacia arriba para que la polla de Nacho se quedara quieta, completamente ensartada en su coño

"Paaara… paraaaaaaaaa….. Aaaaaammmmmmmmm…" Nani estaba como ida, con los ojos cerrados, mordiéndose los labios… Parecía haber perdido los cinco sentidos. Segundos después, ya recuperada y siempre con la polla de Nacho dentro de su chocho comenzó a moverse de nuevo. El orgasmo había encharcado de manera exagerada su coño y el miembro del muchacho se movía con una suavidad maravillosa. Cada mete y saca era celebrado con un "agh, agh" por parte de Nani mientras se daban lengua el uno al otro.

La cosa no quedó ahí. Nacho, que estaba a punto de caramelo, aprovechó las secreciones de la vagina para lubricar el ano de mi chica. Por si no bastaba, se salió por un instante –acción que fue respondida con una protesta por parte de mi mujer- y empezó a soltarle lengüetazos en el ojete. Se la folló unos instantes con la lengua y volvió a la posición anterior, follándola con la polla el coño y con el dedo el culo.

"Me vas a matar de gusto, cabrón… Síííí… Dámelo todo… hijo de puta… polla… dedo… lo quiero todo". Definitivamente mi mujer había perdido la cabeza. A todo esto, y casi sin darme cuenta, mi pene se había puesto otra vez a tono. Nani se percató de mi presencia y me tendió la mano. Yo se la agarré mientras con la otra me masturbaba. Nani me miraba con ojos de deseo y por su expresión, me di cuenta de que aprobaba mi forma de actuar. Quizá no era el momento de plantarle el rabo en la boca y sí de que ella se excitara más aún viendo cómo su marido miraba como se la follaban y, además, se hacía una paja.

Nacho, mientras tanto, aguantaba como podía. Su polla seguía llenando las entrañas de Nani. A veces paraba para evitar la explosión, a veces aceleraba los movimientos con los consiguientes grititos de la magnífica hembra que se estaba follando. Si había alguien hospedado en la habitación de al lado a buen seguro que estarían muy entretenidos. El esfínter de Nani estaba cada vez más abierto, tanto que Nacho había dejado de usar su dedo corazón y, por comodidad, y porque el culito de mi mujer lo permitía, le había metido metido el pulgar. Es más corto pero también más ancho. Después de impregnarla varias veces de sus propios jugos e, incluso, de mojarlo con su propia saliva, el dedo de Nacho había entrado por completo en el recto. ¡Qué pedazo de puta estaba hecha Nani! ¡Cómo estaba gozando con lo que le estaban haciendo!

"Mira -me dijo el muchacho dirigiéndose a mí-, esto está listo ya para recibir". Nacho sacó el dedo y lo puso en mi boca. Antes lo olí. Me gustó su olor a sexo, a hembra viciosa. Lo chupé, lo embadurné de saliva y lo solté. En ese momento me acordé de la vaselina que había traído Nacho esa tarde. La saqué de la bolsita, cogí un poco con el dedo y, acto seguido, se lo unté en el ojete. Nacho, siempre con su pene en la vagina, siguió con el trabajo, su dedo volvió a entrar en el recto de Nani. El ano se dilató aún más

  • "¿Te gusta, mi vida?", le pregunté.

-"Me encantaaaa", respondió rotundamente.

El muchacho se empeñaba en mostrarme el culo de mi mujer, abriéndole las nalgas y pudiéndose ver cómo el coño recibía sin estragos aquel pedazo de rabo que tenía el privilegio de poseer. En ese instante decidió ejecutar la idea que le rondaba la cabeza desde el día anterior. Sacó su polla, le dio varios roces a Nani en el ojete y colocó el capullo en el agujerito.

  • "No, Nacho, no. Por ahí el primero debe ser mi marido". Aquellas palabras tan contundentes de Nani, aparte de satisfacer mi ego, hicieron cambiar los planes de Nacho, que volvió a meterle el dedo en el culo y siguió moviéndose unos segundos más hasta que la muy guarra volvió a correrse:

"Otra vez me vieneeeee…" Nacho tuvo que parar otra vez. La presión del culo de Nani contra su polla era la señal. Pero esta vez no pudo parar por mucho tiempo, las contracciones en el ano de mi chica le excitaron muchísimo. Aguantó hasta que calculó que el orgasmo de ella llegaba a su fin. Entonces volvió al intenso mete-saca y comenzó a hablar en un tono alto, desinhibido:

"¡Ufff! Chica, estoy a punto de correrme. ¿Quieres mi leche dentro de ti?

"Sí, por favor… Lléname toda… Me gusta que te corras dentro de mí…"

"¿Sííí, golfa? ¿No prefieres que la saque y… no sé… me corra encima tuya? ¿Qué quieres, chica? ¿Dónde te echo la leche?" Dime...

"Córrete en mi culo".

Aquella frase dicha entre gemidos, aquel deseo, no le permitió seguir con las embestidas. El orgasmo era imparable.

"Quiero tocar tu esperma caliente con los dedos…", añadió Nani.

"¡OUOOOOOOOOOhhhhhh… Me corrooooooo……." Nacho se sacó la polla y empezó a correrse justo en el culo de mi chica. Ningún hombre habría podido evitar la eyaculación ante aquel espectáculo de hembra. Abierta de nalgas, con los labios del coño separados por el miembro que acababa de salir de la vagina, el ano dilatado, marcado por la excitación y los pelos negros que poblaban la zona perineal y llegaban hasta el culito, completaban un cuadro de lo más excitante. ¡Vaya pedazo de tía!

¡Zas! El primer disparo de semen cayó justo en el centro de la raja, en pleno ojete. Los siguientes, encima, repartidos entre el coño y el culo… La leche no salió disparada pero los chorros eran muy largos. ¡Qué bárbaro! Nacho se corrió como un burro. Parecía que se estaba meando... Pero no, aquello era esperma. ¡Y qué cantidad de esperma! Se veía que el trío le había puesto como una moto porque sus corridas no perdían ni cantidad ni intensidad. Toda la zona erógena de mi mujer quedó salpicada de semen. La raja del culo era un río de leche. De hecho, el ano de mi mujer estaba completamente tapado por la corrida. Nacho la había puesto perdida.

Nani, en otra prueba más del desenfreno que sentía, quería comprobarlo con su mano. Se la echó atrás como anunció, se frotó el coño con la leche y se metió un dedito en el culo, como queriendo que el esperma penetrara por su puerta trasera. Nacho y yo la mirábamos mientras nos tocábamos. La muy golfa empezó a masturbarse con la otra mano, aprovechando la humedad de su coño y la corrida de Nacho que ya chorreaba hasta las sábanas. Sus caderas y su culito se movían con rapidez para darse placer.

A mí aquello me puso a mil. Le dije al muchacho que se apartara y me coloqué en la misma postura que él. Mi propósito fue intentar metérsela por el culo pero Nani me paró. Me pidió, por favor, que se la clavara en el coño, que se había quedado, una vez más, con la vagina muy sensible. Lo necesitaba. Ella, con su mano debajo del cuerpo, frotándose el clítoris, y yo, tumbado encima, follándomela. Su postura seguía siendo la misma con la rodilla derecha flexionada para facilitar la penetración. ¡Qué sensación más agradable! Como sé que le gustaba, procedí a abrirle y cerrarle las nalgas mientras me la follaba. El esperma de Nacho se quedó pegado, unido entre nalga y nalga, adquiriendo un color blanquecino por el contínuo roce. ¡Cómo estábamos abusando de Nani! Sólo faltaba ya que la meáramos. Viendo cómo había cambiado mi mujer, no descartaba que aceptara alguna vez algo así. Aquello que veían mis ojos me excitó mucho y mi polla por otro lado, disfrutaba enormemente de su coño empapado. Aunque la mayor parte de la eyaculación de Nacho había tenido lugar fuera, algo debía haber caído dentro y, además, ¡qué coño!, mi mujer estaba empapada por sus propios jugos. No tardé más de un minuto, también con el dedo metido en su culo abierto y mojado de semen, en llegar al orgasmo.

"Toma, guarra… aquí tienes también… la leche de tu marido… so puta… Viciosaaaa… Ayayayayayayaaaaaaaaaaa…"

Era mi tercera corrida, las tres dentro de mi mujer, y aunque no vi la cantidad, noté que también fue abundante. Me quedé tumbado sobre ella comiéndole la boca, moviendo los dos lentamente nuestros cuerpos, disfrutando de las mínimas contracciones que aún daban nuestros genitales, gozando uno del otro. Por la posición adoptada, yo encima de Nani, cubriéndola por completo, noté mi bajo vientre pegajoso. Los pelillos que ahí tengo quedaron manchados de semen, el que Nacho había eyaculado en el culo de mi mujer.

Nacho se había retirado al baño. A los cinco minutos apareció en la habitación y al vernos en la misma postura, muy relajados, preguntó prudentemente si queríamos que se marchara. Yo dejé que Nani, casi dormida, respondiera: "Esta noche hablamos, ¿vale?". No hizo falta ser más explícita, la respuesta fue muy clarificadora. Era nuestro momento... "No hay problema", contestó el muchacho. La verdad es que, en ese aspecto habíamos tenido también mucha suerte. Era un chico muy educado, que siempre actuó según nuestro parecer. No en vano era universitario. Pero en su rostro no pudo esconder la decepción por marcharse sin haberse follado a Nani por el culo. La había preparado muy bien, había traído vaselina, le había follado el ojete con los dedos, con la lengua… pero faltó lo mejor. Nacho parecía estar obsesionado con meterle a Nani su polla en el agujerito trasero y llenarle de leche sus intestinos pero tendría que esperar a mejor ocasión.

Mi mujer y yo nos quedamos definitivamente dormidos, uno al lado del otro, aún con mi polla dentro del cuerpo de ella, hasta que se salió definitivamente cuando volvió a su estado natural. Nani se separó de mí, se limpió el semen del culo con las sábanas y nos dormimos más de dos horas. Serían las siete y media de la tarde cuando despertamos. El olor a sexo era muy fuerte. Las sábanas estaban manchadas de esperma, el que se había salido de la vagina de Nani. En total habían sido cuatro las veces que, Nacho y yo, nos habíamos corrido dentro de ella, aparte de la corrida en el culo. El descanso nos había venido tan bien que volvimos a follar antes de ducharnos. El coño de Nani, aparte de mojado por dentro, estaba muy sensible y volvió a correrse antes de recibir otra descarga.

Con las ganas de salir a cenar y tomar el aire, apenas hablamos de lo ocurrido aquella tarde. Lo dejamos para la noche. Lo único que provocó un comentario fue esa gran mancha que había en las sábanas, en la parte donde había descansado la zona pélvica de mi mujer. Después de ducharnos nos fuimos a cenar. Ahí sí que había que hablar. Por ejemplo, sobre si por fin me dejaría desvirgarle su culito al día siguiente, si volveríamos a ver a Nacho, si esta experiencia marcaría un antes y un después en nuestras costumbres sexuales... Yo, en mis momentos íntimos, meditaba sobre la experiencia. Nunca pensé que algún día compartiría mi mujer con otro hombre. Y mucho menos que yo fuera a tener una experiencia homosexual, por rápida que fuese. Sólo de pensarlo me hubiese censurado a mí mismo pero el anhelo de mi mujer de probar un trío, de probarlo todo, y el resultado del mismo, había derribado el mito. Verla gozar de aquella manera me ponía a quinientos. Y, además, sabía que más pronto que tarde ella también tendría que acceder a mis deseos y compartirme a mí con una mujer, de la misma forma que yo la estaba compartiendo con un hombre.

Esta fue la segunda velada que pasamos con Nacho. A la mañana siguiente debíamos abandonar el hotel y regresar a nuestra casa. Pero Nani quería que, al menos, le llamásemos para despedirnos. Y así fue, pero la despedida no fue corta. Hubo un tercer encuentro en el que volvimos a vivir momentos muy ardientes de los que les daré detalles próximamente.