Un trio inesperado

Salí de tapeo por Valladolid con mi mujer y terminamos en la habitación del hotel con una nueva amiga y habiéndolas prostituido antes.

Por razones de trabajo, Laura tenía que ir Valladolid a dar unos cursos a los trabajadores de una empresa y decidí acompañarla al tener el fin de semana libre y así poder disfrutar de ella sin la compañía de los niños. Me pidió que yo eligiera su ropa para las noches, que lo dejaba a mi elección y aunque se planease un fin de semana tranquilo, siempre se puede calentar la cosa y acabar siendo un fin de semana de locura.

El hotel se encontraba en el centro de la ciudad, yo nunca había estado en Valladolid así que para mí todo era nuevo pero para mi mujer esa ciudad era toda una vieja conocida ya que sus amigos la llevaban de fiesta allí cuando estudiaba en Madrid, eso sí, pagando su correspondiente peaje a la vuelta en los asientos traseros a todos los ocupantes del coche.

El trato del personal de recepción inmejorable, la habitación y el baño amplios y con poco uso, la bañera grandísima y nada más verla decidí que mi

mujer tenía que estrenarla meándose encima de mi cuerpo como hace siempre que vamos de visita cualquier sitio. Laura me leyó el pensamiento y me preguntó si se me apetecía darme una ducha antes de bajar a cenar.

Salí del baño para volver desnudo y en ese tiempo, mi mujer me había empezado a preparar la ducha, me metí dentro de ella y empecé a buscar el gel de baño pero ella me ordenó que me tumbase, quería estrenarla antes de salir. Me tumbé y acto seguido ella se descalzó, se subió en los bordes de la bañera, levantó un poco la faldita que llevaba, apartó a un lado el tanguita que llevaba puesto y separándose sus gordos labios del chocho empezó a mearme encima. Nada más ver que iba a empezar a mear, solté el telefonillo de la ducha para notar como el oro líquido de mi mujer recorría todo mi cuerpo y la muy cabrona sabe que me excita muchísimo eso y como si fuese un tío meando, intentaba darme en la cara con el chorro caliente.

Cuando terminó de mearme encima, se pasó la mano por el chocho y la lamió hasta dejarla limpia y diciéndome, amor mío, date prisa que tengo hambre y aún tenemos que salir del hotel. Al esperar el ascensor, coincidimos con una chica de nuestra misma edad, de unos 36 años, de las que yo denomino “jamonas” por no estar ni delgadas ni gordas y que cuando las ves imaginas tenerla encima de ti clavándose tu polla hasta los huevos y agarrándole esas carnes que las hacen especiales y por supuesto sin olvidarnos de sus tetas que siempre llaman la atención tanto al personal masculino como femenino. Nos saludó con una amplia sonrisa a la cual le correspondimos y me pude percatar como a mí mujer se le fueron los ojos a su escote. Bajamos juntos en el ascensor mientras Laura y yo la escaneábamos por completo y por supuesto ella a nosotros dos. Al llegar a recepción se despidió deseándonos una buena noche y recomendándonos un local para tomar unas copas después del tapeo.

De camino a los bares de tapas, mi mujer y yo llegamos a la misma conclusión de que esa recomendación sonaba como a invitación, a que volviésemos a vernos los tres fuera del hotel pero cesamos en la conversación al llegar a un bar al cual traían a Laura en sus excusiones nocturnas universitarias. Laura iba como siempre, impresionantemente sexy, llevaba un mono negro que le dejaba toda la espalda al aire y anudado a tras su precioso cuello y sus tacones que nunca les faltan en sus pies ni incluso al andar por casa.

Al terminar de tapear, Laura me propuso ir al local donde nos aconsejó la chica del ascensor y tomarnos una copa antes de volver al hotel ya que ella tenía que madrugar para dar el curso. Cuando llegamos al local, no esperábamos que fuese de gente de nuestra edad y con un ambiente medianamente tranquilo. Laura me dijo que iba al baño y de mientras yo me acercaría a la barra a pedir las consumiciones y así desde la barra podría buscar un sitio tranquilo para tomarlas. Al otear el local encontré a la chica del ascensor que me vio, me sonrió y se levantó para venir a saludar y a presentarse. Se llamaba Ana, era de Madrid y estaba en Valladolid por la reciente maternidad de una amiga y le estaba haciendo una visita.

Como bien dije antes, el físico de Ana era totalmente contrario al de Laura, la primera “jamona” y la segunda delgada, la una rubia de pelo corto y la otra morena de pelo largo. Ana llevaba un vestido de tirantes, cortito que dejaba lo justo para lucir sus piernas, un buen escote que sumado a sus  buenas tetas le hacían deseable como bien pude apreciar en las miradas que les echó mi mujer.

Laura llegó del baño y se sorprendió ver a Ana hablando conmigo, no se la esperaba allí así que después de las presentaciones de rigor e invitar a una copa a Ana, ella nos ofreció sentarnos con sus amigos, cosa que declinamos educadamente aludiendo a que no queríamos interferir en su intimidad, así  que después de tomarnos la primera, ella se marchó a su reunión y nosotros pedimos la segunda y nos fuimos a un lugar más apartado.

Terminando la segunda consumición y dando por hecho que nos volvíamos al hotel, apareció Ana para invitarnos a la tercera por cortesía a la que invitamos al principio y aceptamos de buena gana, yo me quedé guardando el sitio mientras las dos féminas se fueron a la barra. Desde mi posición las podía mirar mientras esperaban a que las atendiesen y como mi mujer empezaba a bailar poco a poco e invitaba a ello a Ana que no se hizo de rogar mucho por lo que pude apreciar. Llegaron con las bebidas y mi mujer se me acercó al oído para decirme que nuestra nueva amiga la había invitado a bailar en la pista y que volverían en poco tiempo.

Empezaron a bailar algo separadas pero poco a poco se fueron acercando hasta rozar sus cuerpos, se había formado un corrillo de tíos a su alrededor  para verlas bailar. Laura se giró, dándole la espalda a Ana y siguió bailando pero contornándose más eróticamente mientras Ana desde atrás se  acoplaba al cuerpo de mi mujer con el mismo contoneo y restregándole las tetas por su espalda. Desde mi posición podía advertir que mi mujer se  estaba calentando y mucho ya que desde que la vio en el ascensor, deseó poder saborear esas tetas. Ana asió de las caderas a Laura para atraerla más hacia ella, como si fuese un tío y quisiese follársela por detrás, a lo que mi mujer se percató y empezó a seguir el ritmo con su culito. Los espectadores  estaban eufóricos viendo el show que estaban dando las dos nenas en la pista y más cuando Laura se gira hacia Ana para meter su pierna derecha entre  las de ésta y frotarle el muslo contra su chocho, cosa que a Ana le prestó y la imitó, quedando las dos allí en medio de todos masturbándose con los muslos y poniendo caliente al resto del local.

Salimos el local y Ana nos propuso ir a una discoteca a tomar la última, miré a mi mujer y le pregunté si se le apetecía ir o por lo contrario preferiría volver al hotel a descasar pero cuando iba por la mitad de la pregunta pude leerle en los ojos que quería esa copa y continuar con el juego que estaba llevando a cabo con su nueva amiga.

Ana nos llevó a la discoteca Bagur, a 100 metros de la Plaza Mayor y de entrada gratuita y un poco masificada de gente a pesar de tener tres plantas y un poco agobiante  por la poca altura de sus techos. Entramos y directamente ellas ya localizaron un sitio donde ponernos, mientras ellas lo ocupaban, yo fui a la barra a pedir tres consumiciones.

Pagué y regresé donde dijeron que iban a estar pero al llegar me llevé una sorpresa al encontrármelas rodeadas de un grupo de chavales y bebiendo,  habían sido más rápidos que yo, así que me mantuve en la distancia mirando lo que hacían las dos.

Las dos bailaban con los chicos, se dejaban rozar por ellos mientras ellas lo hacían entre ellas lo que conllevaba al calentamiento de los parroquianos  que cada vez los roces bailando pasaron al manoseo de una manera un poco tímida pero que la cosa prometía y en poco tiempo me estaría  empalmando viendo como mi mujer era sobada por desconocidos y deseada por su nueva amiga.

Ana salió del corrillo en el que estaban para ir al baño, me vio de lejos y se acercó, dándome un morreo en la boca y acercándose a mi oído me susurró, - me ha contado tu mujer que eres un buen cornudo y que seguro que estarías muy caliente viendo lo que ocurre en ese círculo. Mientras me decía esas  afirmaciones, bajaba su mano hasta mi entrepierna y pudo apreciar como mi polla se estaba poniendo alegre de ver a mi mujer entre tanto tío suelto  con ganas de follársela. Volvió a comerme la boca pero antes de marcharse añadió, - se paciente cornudo que tendrás tu recompensa al final de toda la noche.

Laura se quedó sola entre los chavales, seguía bailando al son de la música y dejándose manosear con descaro delante de todos. Uno de ellos se le  acercó y comenzó a comerle la boca, mi mujer reaccionó introduciéndole toda la lengua hasta la campañilla y sin esperarlo apareció Ana por detrás para  agarrar a mi mujer y empezar a besarle la espalda al aire que le dejaba el mono. Mientras tanto los otros chavales no se quedaban quietos, dos de ellos  metían manos por debajo del vestido de Ana hasta llegar a sus braguitas mientras otros dos le sobaban las tetitas a mi mujer por encima del  mono, el quinto no se separaba de su boca.

Llegados a un punto tuvieron que parar porque eran el centro de atención de parte de esa planta que tenía la discoteca y decidieron salir fuera de la misma para buscar un sitio más tranquilo. Mientras tanto yo ya me había terminado las tres consumiciones que pedí al llegar.

Salieron todos juntos y yo separado para ir mirando, ellas iban comiéndose la boca con unos y otros y entre ellas, sin importarles que las mirasen e  hiciesen comentarios al respecto. Caminaron en esa actitud hasta llegar a un callejón en el cual la cosa empezó a calentarse más, a mi mujer le  desataron el nudo que tenía detrás del cuello y ella misma se bajó el mono hasta la cintura para dejar sus tetitas al aire,  a Ana le bajaron los tirantes y  quitaron el sujetador, para dejar las dos buenas tetas como las de mi mujer, acariciadas por la noche castellana.

Laura se acercó a su nueva amiga para comerle la boca y que sus tetas se rozasen, tenían los pezones duros por la excitación y el frescor de la noche,   se veían perfectamente los 4 pezones rozarse mientras sus dueñas no paraban de morrearse e invitar a que los chavales participasen en la fiesta. Se  fueron acercando hasta que las dos se empezaron a comer la boca a la misma vez con uno de ellos mientras los cuatro restantes les trabajaban las  tetas. Las manos de mi mujer se iban a las entrepiernas te los tíos, los años de experiencia de calentar a fulanos en la universidad sirvieron para que  aprendiera a masajear pollas por encima del pantalón y hacer sentir al tío como si la tuviese fuera del mismo. Ana fue más lanzada y ya estaba  desabrochando los cinturones y las braguetas para dejar al aire los buenos trozos de carne que se intuía que tenían entre las piernas. Ana se puso de  cuclillas para empezar a chuparles la polla a los dos tíos que tenía a su lado, agarró con cada mano una y tiró hacia atrás para descapullarlas, una vez  con el capullo al aire, comenzó a besar poco a poco uno de los capullos, pasando al otro y viceversa, se los iba intercambiando hasta que los unió y los  besaba y lamía a la misma vez. Mientras tanto los que trabajaban a mi mujer se pusieron a observar las cosas que le hacían a sus dos amigos pero no  estaban parados, habían metido la mano por dentro del mono y le estaban haciendo un dedo ya que su cara era todo un poema pero también pude  apreciar que tampoco ella se quedaba quieta, ya tenía una de las pollas de los chavales fuera del pantalón y por la cara del chaval, también estaba disfrutando de lo lindo con la paja  que le estaba cascando mi mujer.

Se me empezó a pasar por la cabeza entrar en acción y hacer más morbosa la situación, así que me decidí y salí de detrás del coche en el que estaba   escondido.

Me acerqué a ellos alegando que eran mi putitas y que si querían seguir jugando con ellas tendrían que pagar 20 euros por cabeza, en caso contrario  terminarían solitos con una paja. Mi mujer y Ana se separaron de ellos siguiéndome el juego y entre ellos empezaron a decir que no podían quedarse  así, que pagarían para aliviarse con la puta y empezaron a preguntarse quién tenía condones pero les dije que no, que ese precio era como mucho para  una mamada y corrida fuera de la boca que follárselas ya subiría bastante la cuenta.

Accedieron al servicio por 20 euros, les cobré un total de 100 y mis dos fulanas se pusieron a trabajar para demostrar que costaban ese dinero. Las dos estaban de cuclillas mamándoles el rabo a los fulanos, Ana se intentaba meter en la boca los dos a la vez y mi mujer con la cabeza baja lamiéndole los  huevo a uno de ellos, con el morcillón reposando sobre su mejilla y con cada mano pajeando a los dos restantes, me acerqué a los que estaba  trabajando mi mujer y les dije si les ponía como se las estaba chupando mi mujer, los tíos me miraron sorprendidos y continué, esta fulana es mi mujer,  la otra es una tía que hemos conocido esta noche y mira lo rápido que se deja prostituir, imaginaros mañana por la mañana a mi mujer poniéndole el  desayuno a sus hijos y horas antes ha estado mamando pollas por 20 euros en un callejón mientras el marido mira como lo hace, a uno de ellos le tuvo  que dar bastante morbo porque empezó a soltar unos buenos chorreones de leche sobre el hombro de mi mujer, parte de la leche le corría por el brazo,  otra parte por la espalda y por las tetas. Ana casi había terminado porque la leche de los dos a los que se trabajaba se la estaba restregando por las  tetas con los mismos capullos y mirando hacia arriba, comentándoles las buenas cargas que tenían en los huevos. Mi mujer terminó con el que tenía en  la otra mano y la descarga de leche fue como la anterior, manchándole el hombro, parte de la espalda y de las tetas, al que le lamía los huevos,  empezó a mamarle bien la polla, estábamos todos a su alrededor, se sentía observada y ponía más ímpetu en su trabajo como si quisiera crearse una  cartera fija de clientes. Mientras ella trabajaba el cipote del tío, Ana se me acercó y empezó a comerme la boca, le sabía a polla, a meado de los fulanos  mezclada con su saliva, tenía la boca cálida que demostraba que se había esforzado en satisfacer a sus clientes, volvió a susurrarme al oído diciéndome,  cornudo, mira tu mujer como se trabaja una buena polla, y con medio cuerpo corrido por los otros dos, que buen cornudo eres y serás  recompensado por ello, a lo que le respondí, tu serás la recompensada por lo puta que eres has sido.

Laura de repente empezó a soltar por la boca con la polla aún dentro una mezcla de baba y leche del tío al que se la chupaba, el caía por la barbilla y de  ahí por el cuello hasta las tetas que se acercó Ana por detrás y empezó a untársela con sus manos mientras le decía, Laura, me estas calentando  con esas tres corridas por tu cuerpo y a eso le responde mi mujer, pues más caliente me estás poniendo rozándome la espalda que estoy notando las  corridas en tus tetas.

Laura se levantó, se me acerco y comenzó a comerme la boca con la corrida del tío y mientras lo hacía iba notando como estaba  deseando follar, pidiéndome que nos marchásemos ya para el hotel. Las dos fulanas ya con sus tetas dentro de su mono y vestido correspondientes, decidimos volver al   hotel, eran las tres de la mañana e íbamos a ir paseando ya que no quedaba lejos. Por casualidad del destino, nos encontramos un sex shop y se me iluminó una bombilla en la mente, les dije que me esperasen, que no se les ocurriese entrar ya que con el dinero que habían conseguido prostituyéndose, les iba a hacer  un regalo para las dos.

Entré en el sex shop y le pregunté al dependiente por una polla de esas de látex que tienen cinturón, el dependiente me sacó varios modelos y me decidí por uno de 22cm, grueso y negro. Le pedí que me lo envolviese para que ellas no averiguasen que es lo que llevaba en la bolsa, le pagué con el  dinero recaudado de mis putas y  salí a la calle donde me estaban esperando para regresar de una vez por todas al hotel.

De camino al hotel, intentaron sonsacarme lo que había comprado en la tienda pero me hice de rogar e intentaba desviar la atención hacia mi compra  comiéndoles la boca a las dos, sobándolas, comentándole como me muero de ganas por llegar al hotel y hacer una buena paja recordando lo que vi  pero a eso me dijo Ana que no me haría falta recordarlo, que ellas mismas me lo recordarías con pelos y señales y con el olor que se les quedó por el  cuerpo de las corridas.

Antes de llegar al hotel les dije que se me apetecía que me diesen una buena mamada de culo, que quería sentir sus lenguas y babas correrme desde  mi culo hasta mis huevos. Al entrar en el ascensor, pulsé el botón de la planta cuarta y me giré inmediatamente, desabrochándome los pantalones y les  dije que empezasen a mamar hasta que llegásemos a la planta. La primera fue mi mujer que le encanta lamérmelo, me escupió y dio un buen  lametazo, dejándole el lugar a Ana para escupirme de nuevo y notar su lengua deslizarse y limpiarme parte de la saliva de mi mujer y la suya desde los huevos hasta el mismísimo ano, introduciendo un poco la lengua.

El ascensor no tardó en llegar a su destino y salimos dirección a nuestra habitación, mientras íbamos por el pasillo, ellas iban comiéndose la boca,  pasándose las babas de mi culo de boca en boca. Entramos en la  habitación comiéndome la boca con Ana mientras mi mujer iba fue al armario y buscar ropa más sexy.Mientras se cambiaba descorché los dos benjamines de cava que estaban en la nevera, me llené la boca y fui directo a la de Ana para que bebiese el cava de mi boca.

Laura salió del baño con los tacones que llevó esa noche pero se había puesto un conjunto de sujetador y braguita algo especial que le compre, el  sujetador tenía limpio el triángulo por lo que se le quedaban los pezones y parte de las tetitas al aire y las braguitas tenían apertura vaginal y anal. Se  me acercó y me preguntó si para ella no había cava a lo que me volví a llenar la boca y poniéndome en pie, se lo pasé a la suya.

Puse a Ana en pie también para empezar a desnudarla, mi mujer por delante le bajaba los tirantes mientras le comía la boca, yo desde atrás le iba  lamiendo la nuca, parte del cuello y bajaba por la espalda poco a poco hasta el enganche de su sujetador. Una vez liberado el sujetador de su enganche,  salieron dos buenas tetorras que hicieron que Laura soltase una exclamación de asombro y con ambas manos tomo cada una al peso para  deleitarse con la vista que tenía ante ella. Yo mientras tanto iba bajando con mi lengua por su espalda, iba notando como se iba estremeciendo con que  iba siguiendo hasta que me encontré con el límite del vestido que había dejado mi mujer en el olvido cuando vio las tetas de Ana. Continué con el  trabajo que mi mujer dejó a un lado, fui bajando el vestido poco a poco hasta sus tobillos para levantarle una pierna y sacarle una parte y después la  otra para terminar con las braguitas y las sandalias de esparto que llevaba puestas. Miré como Laura comenzaba a besar cada pezón con suavidad, poco  a poco, sacaba la punta de la lengua y recorría la aureola mientas con sus manos presionaban levemente el resto. Cuando Laura me vio a su lado,  ella misma me ofreció una teta para mamarla pero sólo mamarla, con su mano me la ofrecía y la sostenía para darme de mamar mientras ella  seguía trabajándose la otra teta. Poco a poco Laura se fue desviando en dirección a la teta que yo estaba mamando para juntar nuestras lenguas sobre  el pezón que yo tenía ya erecto por mis succiones. Estuvimos un buen rato lamiendo el mismo pezón y jugueteando con la punta de nuestras lenguas  mientras Ana gemía cada vez con más alto, no teníamos prisa, íbamos lento, con delicadeza, que se sintiese una reina. Cambiamos a la otra teta y en  esa fui yo quien la sostuvo entre mis dedos para empezar a darle de nuevo a mamar a ella, notando entre mis dedos teta húmeda de la saliva anterior  de mi mujer.  Le retiré la boca del pezón y quería volver al él como si fuese un recién nacido que le quitan su comida pero de un tirón de pelo un poco  fuerte, la retiré  y abriendo Laura la boca, le escupí para lubricársela y que continuara lamiendo. Cuando mi mujer volvió al pezón, miré hacia arriba y  abrí la boca para que Ana dejase caer su saliva en el interior de la mía y dirigirme a su pezón para mezclar las babas en el mismo.

Le bajamos las braguitas para dejarla solamente con las sandalias de esparto con la intención de dejarle el culito levantado porque me dirigí hacia él   para separárselo y escupirle. Laura le separo las piernas para tener acceso a su chocho, desde abajo se lo separó e hizo lo mismo que yo, abrir la boca  mirando hacia arriba para que su amiga le escupiese en el interior de su boca y después ella con esa misma saliva, escupirla en su chocho para empezar  a trabajárselo. Ana empezó a correrse en la boca de mi mujer cuando giró la cara hacia los espejos del armario y ver como estaba ella en  medio de la habitación, desnuda, con las piernas separadas y ligeramente flexionadas para que una pareja estuviese uno trabajándole el culo y la otra  su chocho, desplazándose los dos hasta el interior y que la lengua de la pareja se uniesen justo en el pequeño espacio de carne que hay entre su chocho  y su ano.

En la boca de mi mujer pude saborear la corrida de Ana, estábamos aún entre sus piernas, nos metíamos la lengua hasta el fondo, ella intentando  pasarme la corrida y yo recogiendo lo máximo posible con la mía. Nos pusimos de pie para comerle la boca entre los dos a ella, que probase su corrida  de dos bocas diferentes a la misma vez, se le notaba muy excitaba,  gemía con solo introducirnos la lengua a uno u otro, nos agarraba por la nuca para  atraernos más hacia ella como si tuviese miedo de que fuésemos a escaparnos de su dominio. Laura la tomó por los hombros y la hizo ponerse de  cuclillas, le ordenó que empezase a quitarme los pantalones mientras ella me desnudaba de cintura para  arriba. Mi polla salió disparada de mis  calzoncillos por la tensión que acumulaba de toda la noche, con dolor de huevos de no haberme corrido aún y estar muy caliente. Ana la agarró y  empezó a mamarme el capullo con mucha delicadeza, desde atrás mi mujer empezaba a mamarme el culo y masajearme los huevos al a misma vez junto a Ana que se acariciaban las manos mientras lo hacían.

Ver por el espejo a mi mujer mamándome el culo, me puso más caliente si cabe y de un golpe en seco le endose mi trozo de carne a Ana en la boca,  hasta  que mis huevos le dieron en la barbilla y escuchar cómo se atragantaba, desde ahí comencé a zumbarle bien fuerte la boca, le tapé la nariz para  que intentase respirar por la boca y que se le cayera la baba poco a poco y pringase mis huevos y lo que no son  mis huevos ya que chorreaba en sus  tetorras. Mi mujer de mientras se levantó y abrazándome desde atrás me decía, así semental así, dale bien fuerte a esta perra en la boca que luego te  la follarás a pelo en la cama, dale bien fuerte. Las palabras de mi mujer  me animaron más y llegué a tener un leve dolor en los huevos de golpearlos  fuertemente contra su barbilla, a la mamada se sumó mi mujer y entre las dos me comían desde los huevos hasta el capullo, teniendo ellas mismas sus morreos tanto cuando se encontraban  con las bocas en los huevos como en el capullo, que placer más grande notar dos lenguas húmedas juguetear  entre tus huevos.

Llevé a Ana a la cama, la tumbé sobre ella y le separé las piernas, me metí entre ellas para que mi mujer agarrándome la polla, hiciese de mamporrera   y con el capullo comenzase a acariciar los labios del chocho. Estaba chorreando, entre la baba y las corridas que había tenido ya, estaba  muy lubricada. Poco a poco fue introduciendo mi polla en el interior de su amiga que se le veía en la cara el placer de  que le entrase, las ganas que  tenía de tener una polla dentro ya que había hecho de todo esa noche menos tener una  polla dentro. Cuando ya la tuvo toda dentro, comencé a moverme con un movimiento lento, suave, que notase como se la sacaba hasta el capullo  y volvía a metérsela hasta el fondo con suavidad, así unas  cuantas veces hasta que le daba un golpe fuerte y seco desde el capullo hasta los huevos, que notase mi capullo golpearle en las profundidades de su  chocho y mis huevos en sus labios. Le agarré las piernas para ponérmelas en los hombros y así tener mejor postura para trabajarle el chocho mientras  Laura se sentaba en su cara para que  le comiese el chocho y el culo, reclinándose hacia adelante para besarme. Empecé a lamer un talón de uno de los  pies ya que los tenía junto a mi cara y soy fetichista de los mismos, mi mujer me acompañó chupándole los deditos, uno por uno mientras íbamos  avanzando  por el lateral del pie hasta su puente, ahí justo nos morreamos y me dijo, amor, como come esta perra el chocho y el culo, me tiene  chorreando. Eso hizo que le diese más fuerte a la tía, embestidas descomunales que hicieron que se corriese junto a mi mujer,  notaba el chof chof chof  de la inundación que tenía en su interior y yo seguir taladrando. Le saqué la polla y le dije que se girase, que se pusiese a cuatro patas y la tía obedeció  sin ningún problema, le dije a mi mujer que le separase los cachetes del culo, le escupiese y lo lubricase bien con los deditos para follárselo. Como en la  vez anterior, mi mujer hizo de mamporrera para follarle el culo, se le notaba a la perra que tenía el culo trabajado porque no costó mucho meterle la  polla dentro  o también sería que mi mujer es tan atenta a todo lo que hago que cada vez que le introducía un poco, ella escupía en el tronco de mi rabo para lubricarlos más, no sabría que hacer sin ella, es mi guía. Cuando estuve un buen rato follándole le culo desde todos los ángulos, decidí usar lo que  compré en el sex shop para mi putitas. Le saqué la polla y desnudo,  con la polla tiesa y llena de saliva de mi mujer me moví por la habitación en busca  de la bolsa. Lo saqué y abrí el paquete, las dos se quedaron boquiabiertas, llamé a mi mujer y le coloqué el cinturón con el pollón negro, estaba  preciosa con su cuerpo y ese buen pollón.  Me fui hacia la cama de nuevo, me tumbé sobre ella y le dije a Ana que se sentase encima de mi polla, que  se la clavase hasta el fondo, cuando estuvo en la posición que yo quería, le ordené que se reclinase sobre mi cuerpo, que me comiese el cuello y cuando  estuvo en esa posición le dije a mi mujer que se la follase por el culo con ese pollón que tenía, no sé a quién de los tres le puso más caliente  eso.

Laura se puso detrás de Ana con el cipote de látex en la mano le empezó a introducir ese monstruo por el culo. Notaba caérsele la baba sobre mi cuello  con cada centímetro de polla que le clavaba mi mujer. Me dijo entre jadeo, sois unos cabrones, me vais a reventar, nunca me han metido dos pollas al a  misma vez y menos ese pollón que se gasta tu mujer, pero no paréis de  dadme y girando la cara le dijo a Laura, tu fulana, quiero que me destroces el  culo fuerte, que no pueda andar en una semana. Esas palabras calentaron bien a mi mujer que empezó a darle fuerte y yo desde abajo también le daba  fuerte hasta que empezó a morderme el hombro tanto de placer como de dolor, le pregunté si gozaba como una perra y me contestó que se cagaba, que mujer le estaba abriendo  tanto que se cagaba allí mismo y como es lógico, más  fuerte el dimos hasta que se corrió y cayó encima de mi exhausta con las dos pollas dentro.

Laura se salió de ella con el pollón tieso y lleno de mierda de la tía, la aparte y la dejé tumbada en la cama, me levanté, fui a por papel al baño para limpiarle el pollón a mi mujer y la puse entre las piernas de la tía para que se la follase, empezó a meterle el pollón y yo desde atrás le busqué el  agujerito del culo de mi mujer para follárselo a la misma vez. La situación era muy morbosa, la perra de Ana tirada abierta de piernas como una fulana  barata, mi mujer follándosela con una polla de látex y yo por detrás follándole el culo. Así estuvimos hasta que nos corrimos los tres, cuando saqué la  polla del culo de Laura, se le caían los goterones de leche hacia su chocho, las dos quedaron abrazadas una encima de la otra, exhaustas y sudadas de  la sesión de sexo que tuvieron.

Eran ya las siete de la mañana y Laura tenía que descansar algo pero antes de ello, mi mujer le dijo a Ana que si se le apetecía mearse por encima de mi cuerpo, ella le respondió que nunca lo había hecho pero que tendría que dar morbo hacerlo. Nos fuimos al baño, como ocurrió cuando llegamos al  hotel por la tarde, me tumbé en la ducha, Laura se puso de pie en el borde la bañera e invitó a Ana a hacer lo mismo. Cuando las dos estuvieron juntas,  cara con cara y besándose, mi mujer le dijo que se separase el chocho como ella lo hacía y empezó a soltar el buen chorro de meado encima de  mi cuerpo, cosa que imitó Ana y salió un buen caño que se cruzaba con el de mi mujer y me bañaban entero, mientras eso ocurría, me corrí rápidamente  del morbo de ver a dos buenas hembras  desde abajo meándote.  Cuando terminé de ducharme y salí del baño, Ana ya estaba vestida y  despidiéndose de mi mujer ya que ella ese mismo día volvía a Madrid, le dio su número  de teléfono y Laura prometió llamarla cuando fuésemos a Madrid. Al despedirse de Laura le dio un buen morreo y que le daba mucha pena dejarnos, al pasar por mi lado, me dio un beso en la comisura de la  boca y me dijo, no cambies nunca cornudo.

Antes de cerrar la puerta al salir, añadió,avisadme con antelación de vuestra visita a Madrid y me  deshago de mi marido para irnos al piso de unos  amigos  inmigrantes de Lavapiés.  Laura se pegó una buena ducha y empezó a  arreglarse para ir al curso que tenía que impartir, iba sin  dormir pero  con una sonrisa de oreja a oreja y desvirgada,  se había follado a una mujer por primera vez con un buen  pollón.