Un trío el sábado por la noche.
Juliana y Yared quieren reavivar la pasión de su matrimonio, y por eso decidieron programar un trío, e invitaron a Claudia, una preciosa universitaria.
UN TRÍO EL SÁBADO POR LA NOCHE.
Kleizer
Personajes:
- Juliana (34)
- Yared (38)
- Claudia (24)
Prologuito.
Cuando sonó el timbre a eso de las nueve de la noche de aquél sábado de clima agradable, tanto Juliana como Yared, su esposo, se sobresaltaron. Estaban viendo la tv, tras haber decorado la mesa del comedor. Su hijo, Javiercito, de diez años, había sido despachado donde sus abuelos maternos para pasar la noche. No sospechaba nada de los planes ocultos de sus padres. Juliana y Yared tenían once años de casados. Ella tenía, a la sazón, 34 años, y Yared, 38.
Juliana llevaba puesto un vestido de noche color ocre, que hacía resaltar la blancura de su piel. Los años habían pasado su factura, pero conservaba su belleza; sus ojos café oscuro, su cabello negro ondulado, sus labios carnosos y sus pechos grandes y generosos. Los zapatos de alto tacón la hacían contornear aún más su redondo y carnoso trasero, lo que tenía trastornado a Yared, quien vestía pantalones de tela café y una camisa de tela con mangas cortas, y sobre la misma una chaqueta sport o casual, color gris claro.
Juliana y Yared habían hablado sobre la posibilidad de hacer un trío sexual, desde hacía varios años. Con el paso del tiempo, el asunto los atraía más y más. Una amiga de Juliana le confesó que había cumplido esa fantasía sexual, ella y su marido, ni más ni menos que con una preciosa universitaria, amiga del hijo mayor de la pareja. Margoth, que así se llamaba la amiga de Juliana, le comentó lo caliente y alocada que era aquella jovencita de 24 años, e incluso, Claudia, que así se llamaba la muchacha, les había dicho que también contaba en su haber con experiencias bisexuales e incluso, en sesiones de sexo grupal, hasta con tres personas. Fue Margoth quien propuso contactar a Claudia, siempre y cuando Juliana y Yared acordaban ejecutar el trío sexual. Finalmente, Juliana se lo confirmó y Margoth informó a Claudia, y luego se concertó la fecha.
Hasta ese momento, el nervioso matrimonio solo había visto a Claudia a través de sus fotos en las redes sociales. Yared por poco acabó cuando la vio. Una joven rubia, de piel dorada, cabello liso, siempre risueña y de ojos azul claro; una figura bien delineada y unos pechos duros y redondos, menos abultados que los de Juliana, pero bien proporcionados, en fin, Claudia era perfecta, bien podría haber sido modelo de revista.
1.- Llegada de Claudia.
El timbre volvió a sonar. Juliana y Yared se vieron. “Hagámoslo”, dijeron, tras un breve suspiro.
Abrieron la puerta. Claudia les sonrió de inmediato. Usaba un vestido blanco y corto, sin tirantes sobre sus delicados y bronceados hombros. Usaba sandalias de tacón, aunque no tan altas como los zapatos de Juliana. La blanca prenda se le ceñía estupendamente a su sinuoso cuerpecito de universitaria. Llevaba un abrigo delgado, pero confortable.
-Buenas noches, Claudia, nos da gusto que hayas venido, pasa, por favor –la invitó Yared.
-Hola, hola, ya lo creo que les da gusto –les dijo Claudia, su voz juvenil y sensual, sin embargo, ella tampoco estaba exenta de cierto nerviosismo.
Claudia y Juliana tomaron asiento en el sofá de la sala, en tanto Yared fue a la cocina a escanciar vino tinto en tres copas. Habían comprado una marca que le gustaba a Claudia, ya que habían tenido oportunidad de chatear con ella, en días anteriores. Claudia apretó la mano blanca de Juliana, y las dos mujeres sonrieron con ansiedad.
-Guau, eres muy guapa, eres una milf –le dijo Claudia, sin pelos en la lengua-. Tus pocas fotos en la red no te hacen honor, porque eres impresionante.
-Muchas gracias, pero tú estás divina, ya me estoy empezando a preocupar que vaya a quedarme sin marido –le dijo Juliana, y las dos rieron nerviosamente.
Vino Yared, cargando una bandeja con las tres copas encima. La colocó en una mesita baja que dominaba el centro del juego de sala, y tras repartir las copas y tomar la suya, se sentó a la izquierda de Claudia, comiéndosela con la mirada. La universitaria se ruborizó, sin dejar de sonreír.
-¿Y qué han pensado? ¿Realmente lo quieren hacer? –preguntó Claudia, tras su primer sorbo de vino, sintiendo cómo se le iba calentando la garganta, directo al grano.
-Pues, ¿qué podemos decir? Estamos hecho un manojo de nervios –le dijo Yared.
-¿Nunca han experimentado nada similar? –quiso saber Claudia,
Yared negó con la cabeza. Juliana también.
-¿Ni siquiera han hecho swinger? –indagó Claudia.
Juliana se sonrojó y Yared contestó: Pues no, también lo hemos hablado, pero al final acordamos concretizar lo del trío. Luego, ya veremos…
-¿Y cómo decidieron que querían hacerlo con otra chica y no… con otro chico? –siguió preguntando Claudia, apurando otro trago de vino.
-Me parece que estar con dos hombres es muy intenso, creo que aún no estoy preparada para eso –dijo Juliana, sus mejillas empezaban a arrebolarse con los efectos del vino tinto.
Claudia asintió, y sonrió: Sí, esos tríos son intensos, y más cansados para una de mujer, porque toca atender a dos tipos; en el trío de dos mujeres y un varón, se suele agasajar más al hombre –y le guiñó un ojo a Yared-, aunque también se puede consentir a una de las chicas –y clavó sus ojos azul pálido en Juliana.
-¿Qué propones? –quiso saber Yared, sintiendo su erección latente.
Claudia le sonrió y dijo: Bueeeno, pues, ya que me lo preguntan, dependiendo del tiempo que tengan, podríamos empezar con una etapa de calentamiento, para ver si están realmente dispuestos a hacer esto. Luego, podríamos… pues, hacer el amor los tres, tres veces, la primera vez podríamos atender a Juliana, o a ti, Yared, o a mí.
Juliana se ruborizó de nuevo y Yared permaneció en silencio.
-Juliana –la llamó Claudia-, ¿alguna vez has besado a otra chica?
-En la universidad, en algunas borracheras, pero no pasé de besuquearme con algunas –respondió ella al fin, para el asombro de su marido.
Claudia tomó la copa de manos de Juliana, y la depositó en la mesita de madera con parte superior de vidrio. También depositó su copa. Luego, Claudia se acercó a Juliana, que suspiró y se tensó, cuando adivinó lo que la bellísima universitaria se proponía.
-Juliana, ¿puedo? –y la aludida asintió sin proferir ninguna palabra, ante la mirada atenta de Yared.
Claudia acercó su rostro al de Juliana y muy suavemente, sus labios se juntaron. Poco a poco, sus bocas se acariciaban recíprocamente. Claudia posó una mano sobre la mejilla de Juliana, y ésta acarició el brazo dorado de la joven. Cuando empezaron a usar sus lenguas, ellas se abrazaron, acariciándose; Claudia dedicó mucha atención de sus manos a tantear los pechos de Juliana, y la mujer casada, pronto recorrió con sus manos el cuerpo esbelto y exquisito de la universitaria. Separaron sus bocas, aunque se mantuvieron cerca. Claudia le dio un último besito en el mentón a Juliana. Yared ya sentía su miembro bien duro.
Claudia rió pícaramente, y Juliana también sonrió, pero con su cara muy enrojecida.
-Me ha encantado, si me pongo de pie ahora mismo, voy a romper mis pantalones –confesó Yared, y las dos mujeres sonrieron.
-Besas muy rico, Juliana, pero te contuviste, me tuviste pena, te quiero más desatada –le dijo Claudia-. Ahora, necesito hacer algo importante, y Juliana, debes ser sincera para expresar lo que sientas. Ya te besé a ti, ahora voy a besar a Yared, rico, con lengua, y nos vamos a tocar. En este momento, si no puedes tolerar lo que estás viendo, debes decirlo y lo pospondremos, o esto se acabará tranquilamente- era extraño y a la vez, morboso, como aquella preciosa rubia veinteañera daba instrucciones al matrimonio treintañero.
Claudia se viró entonces y pronto posó sus manos a ambos lados de la cara de Yared, y empezaron a besarse. Se besaron más apasionadamente, rezumando mucho deseo; a Juliana no le pasó inadvertido que Claudia acariciaba el bulto en los pantalones de su esposo. Fue extraño ver a Yared besándose con otra mujer, manoseándola de esa manera, metiéndole mano debajo de la falda, haciéndola mugir de excitación, como si Juliana no estuviera presente.
Claudia y Yared se separaron, pero se mantuvieron tomados de la mano.
-Todo depende de ti, Juliana, si no te gustó lo que viste, no deberíamos seguir; no es recomendable que sigamos con esto si uno de los participantes no lo va a disfrutar –dijo Claudia.
-Fue extraño, impresionante, sí sentí celos –dijo Juliana, y por un momento, Yared creyó que hasta ahí iba a llegar el amago de trío-. Pero fue excitante, creo que porque se trata de algo consensual, una fantasía querida por ambos.
Claudia sonrió y besó a Juliana otra vez. A Juliana le pareció raro sentir el sabor y aroma de su esposo en boca de otra mujer. Esta vez, Juliana se desató un poco más y chupó la lengua tibia y sedosa de la joven, y a veces, lograba introducir la suya en la boca de Claudia, que se la succionaba deliciosamente. Claudia besó de nuevo a Yared, y pronto, las cuatro manos del matrimonio acariciaban todo el espléndido cuerpo de piel dorada de la joven pasante de Medicina, en tanto Claudia se turnaba para besarlos en la boca, hasta que ocurrió el caluroso y estremecedor beso triple; tres pares de labios haciendo contacto, tres lenguas aviesas frotándose.
Yared sirvió más vino. Juliana apuró rápidamente su segunda copa, sus manos trémulas, por los nervios y por su excitación, que aumentaba vertiginosamente. Claudia también bebió pronto. Yared bebió la suya de un trago.
2.- Que comiencen los juegos.
-Muy bien, perfecto, vamos excelentemente –dijo Claudia, sonriendo, acariciando las caras de sus dos amantes ocasionales-. Ahora, Juliana, haré otra cosa que te puede hacer cambiar de opinión. Sé sincera con lo que vayas a sentir. Se la voy a chupar a tu esposo, ¿ok?
Claudia se volvió hacia Yared: ¿Quieres ponerte de pie, o que yo me incline hacia ti? También puedo arrodillarme en el piso, ya que está alfombrado.
-Prefiero que te hinques delante de mí, para que Juliana pueda ver –dijo él.
Juliana se quedó muda y petrificada, mientras la escultural joven se arrodillaba ante su marido, y empezó a hurgarle los pantalones, mientras lo besaba. Pronto saltó el grueso y venoso pene que tan bien conocía. Claudia no vaciló en atraparlo con su mano para pajearlo. Claudia besaba a Yared, y su mano subía y bajaba despacio por el grueso miembro. Juliana observaba, más interesada en ver la técnica de Claudia, aunque los celos, y la amenaza causada por una mujer más joven y bellísima, estaban ahí, pero arrinconadas por el morbo y la lujuria.
Claudia entonces, empezó a atragantarse la verga de Yared. El agasajado suspiró e irguió su espalda. Pronto, Claudia se sujetaba de los muslos de Yared y su cabeza subía y bajaba a lo largo del duro pene, ensalivándolo y saboreándolo. A veces lo sujetaba de la base para lamerle el glande, trazaba expertos círculos con su lengua encima del hongo. A veces, Claudia veía a Juliana, sin dejar de comerse el pene de su marido.
Claudia hizo un gesto a Juliana para que se reuniera con ella. Juliana se acomodó junto a Claudia, y la universitaria la instruyó para lamer los flancos de la pija, para pajearla con la presión de los dos pares de labios, ensalivándola aún más, luego se turnaban para chuparla, como si fuera un habano, en el ínterin, Yared resoplaba y gemía, saboreaba el magno momento de sentir dos boquitas trabajándole el mazo. A veces, las chicas se besaban ante las narices de Yared.
-Qué rica la tiene tu esposo –decía Claudia.
-Aprovecha para tragártela, porque el permiso es limitado –bromeó Juliana.
-Uf, debo disfrutar entonces, toda esta rica verga –respondió Claudia, justo antes de que las dos mujeres juntaran sus lenguas para lamer afanosamente el tibio y palpitante glande de Yared, y poco después, los calientes chorros blancuzcos de semen, embadurnaron las caras de sus dos amantes. Y ante la mirada atónita del hombre, Juliana y Claudia procedieron a limpiarse sus caras con sus lenguas, para terminar de limpiarle el miembro sexual, en un acto libidinosamente magno, propio de una película pornográfica muy hardcore.
En tanto Juliana se traía la cubeta con hielo con las demás botellas de vino, para tenerla más a manos; Claudia y Yared se comían a besos, tocándose como novios de universidad; Yared le apretaba las nalgas a la preciosa veinteañera y Claudia iba sacándose el vestido blanco. Cuando Juliana volvió, la alba prenda de la universitaria yacía colgada en un brazo del sofá, y la piel dorada de Claudia estaba expuesta en todo su esplendor, con un matapasiones blanco, y no usaba sostén, con un collar dorado, sus sandalias, brazaletes y aretes, esas eran todas sus prendas. Como era de esperarse, las manos y boca de Yared no se estaban quietas y casi parecía querer devorar a la joven.
Juliana se adhirió por la espalda de Claudia, y la universitaria se dio vuelta para fundirse en un acalorado beso con ella. Las lenguas de las dos mujeres chasqueaban ruidosamente, y pronto, Juliana fue la única que no estaba desnuda, pero con la ayuda de Claudia, el vestido ocre pronto desapareció y así el cuerpo voluptuoso y de piel blanca de Juliana, quedó a merced de su marido y de su amante ocasional. Los tres se apretujaron entonces, haciendo un emparedado de Claudia, las tres lenguas juntándose, los tres pares de labios besándose. Las manos del matrimonio recorriendo sin pudor ni tapujos todo el espléndido cuerpo curvilíneo de la pasante de Medicina, quien gemía agradecida, muy sensible. Yared frotaba su tieso miembro en medio de las nalgas rutilantes de la joven, y ella se estremecía una y otra vez.
Fue el turno de Juliana, que se tendió boca arriba en el sofá, con sus piernas bien abiertas. Claudia le sonrió y le dijo lo hermosa que era, antes de acomodar una blanca y rolliza pierna de Juliana sobre el respaldo del sofá, y luego, la universitaria hundió su bello rostro en el sexo de aquélla. Juliana arqueó su espalda y se sobresaltó, cuando la aterciopelada lengua de Claudia empezó a escudriñarle el coño. Yared besaba y le acariciaba los pechos a su mujer, en tanto Claudia cumplía su misión en la entrepierna de Juliana. Yared se encaramó sobre su mujer para pasar su pene en el intersticio en medio de su busto, él le apretó los pechos para estimular su pene, mientras Juliana suspiraba y jadeaba, su cara muy enrojecida y sus ojitos bien apretados. A veces, Claudia usaba uno o dos dedos, y aprovechaba para lamer la espalda de Yared o para mordisquearle o besuquearle una nalga, gestos audaces que lo ponían más caliente aún.
Luego, tanto Yared como Claudia, juntaron sus lenguas para cenarse el sexo de Juliana, quien empezó a chillar como ánima en pena, pero sin cadenas y sin el frío, al contrario, con mucho calor. Claudia se subió a horcajadas sobre Juliana, y pronto, las dos mujeres gemían de puro placer, en un glorioso 69 lésbico, y la verga de Yared titilaba de tanto morbo, de tan maravilloso estímulo visual.
Yared, entonces, tomó a sus dos amantes de la mano y las reubicó sobre el amplio sillón, Juliana sentada, y Claudia encima de ella; la dorada universitaria se colocó las rollizas piernas de Juliana sobre las suyas, de manera que sus vaginas quedaran expuestas para cualquier cosa que Yared deseara hacerles; el contraste de la piel dorada de la joven, con la piel blanca de Juliana, era muy excitante. Ellas se besaban ardorosamente; Yared veía las uñas de Juliana recorriendo la espalda de piel tersa de Claudia. Yared penetró a Claudia.
-¡Oh! –exclamó ella, cerrando sus ojos, saboreando cada milímetro de carne que le iba entrando-. Tu esposo me la está metiendo –masculló, y luego chilló cuando el vientre de Yared topó con la carne tibia de la universitaria, sus carnes resonaron como un aplauso. Claudia seguía besando con lengua a Juliana, pero ahora gemía, mientras Yared empezaba a cogérsela, sujetándola de su fina cintura.
La cara de Claudia estaba muy enrojecida: Ay, Juliana, qué rica la tiene tu marido, con razón te afligís tanto que te lo quiten –logró articular ella, para luego entregarse a la emisión de gemidos y chillidos, abrazándose a Juliana.
Juliana la sujetó para que Yared pudiera bombearla con mayor precisión, sin poder creer lo mucho que le excitaba saber que su marido estaba cogiéndose a otra mujer frente a ella, y los aplausos seguían. Luego, Yared se la sacó a Claudia para introducirse en Juliana, quien clavó sus uñas en la piel dorada de la universitaria; las mujeres se besaban apasionadamente, mientras el macho de las dos, se turnaba para penetrarlas alternativamente. Esa noche, Claudia también fue esposa de Yared, y él fue el macho, no solo de Juliana, sino también de Claudia. Cuando Yared se aferró de las caderas finas de Claudia y acabó muy adentro de ella, los tres gimieron al unísono.
Yared se regresó al sofá, sudoroso, resoplando como semental satisfecho. Su cuerpo velludo perlado de sudor, viendo a sus dos hembras, a sus dos yeguas; Claudia aún estremecida por el orgasmo que aquél hombre casado le había proporcionado, y ella usó sus manos, sin dejar de besar a Juliana, para ayudarla a acabar sonoramente. Ellas permanecieron así, bañadas en sudor, un rato, luego fueron a ubicarse, una al lado de la otra de Yared. Al rato, él les sirvió más vino.
3.- Una cena muy particular.
Yared y Juliana habían leído que los mariscos eran buenos afrodisíacos, así que habían preparado una cena a base de atún y salmón, un flan bañado de chocolate, y vino a raudales, entre otras vituallas. Cenaron alrededor de la mesita en medio de la sala, los comensales estaba totalmente desnudos, habiéndose despojado de sandalias, joyas, etc.
El matrimonio casi no podía quitar sus manos de encima de Claudia, y se la pasaban disputándose su boquita para besarla, o a veces, Juliana y Yared le lamían una oreja; a veces, las chicas se lo hacían a Yared; y a veces, Claudia y Yared acariciaban así a Juliana.
-Esto estuvo muy intenso –dijo Juliana, riendo, sus mejillas arreboladas gracias al vino.
-Estuvo riquísimo –dijo Claudia, muy sonriente, también achispada. Y puso su mano sobre la de Yared: Y debo decir que me encanta la pingota de tu esposo. Dicho lo cual, Claudia derramó algo de jarabe de chocolate sobre el pene de Yared para proceder a limpiarlo con su boca, inclinándose hacia él. Juliana observó la escena y le guiñó un ojo a su marido. Lo estaba disfrutando, los dos lo estaban pasando de mil maravillas. Los tres se habían vuelto aficionados a los besos triples, muy intensos y tórridos.
Finalmente, Claudia se tendió sobre la mesita para que el matrimonio ubicara varias vituallas sobre su cuerpo perfecto, y así, empezaron a lamerla y mordisquearla. Claudia se moría de pura lujuria, y se estremeció cuando Juliana y Yared, con sus bocas aviesas, se apoderaron respectivamente de un pezón de Claudia, mientras también era escrutada en su sexo por algunos dedos traviesos. Yared se encaramó encima de Claudia para estimularse el pene en medio de sus pechos, en tanto Juliana empezó a darle sexo oral a la joven universitaria.
Claudia temblaba y gemía, apretando sus pechos, a veces lamiendo el glande de Yared, que asomaba de en medio de sus senos. Juliana tenía poca experiencia, pero sus lamidas ardientes la estaban aniquilando. Entonces, Yared sujetó a Claudia de la cabeza para bañarle la cara con su semen caliente. Juliana usó su lengua sobre el clítoris de la joven estudiante, y sus dedos en el interior de su vagina, para ayudarla a acabar a su vez. Luego, las dos mujeres se besaron, saboreando el semen de su marido común.
Yared se arrodilló junto a ellas, para besarse los tres al mismo tiempo, y para manosearse mutuamente. Luego, decidieron marcharse a la habitación. Juliana se llevó el vino y Yared algunos bocadillos. Claudia se fue con ellos. Era medianoche. La química entre los tres era muy buena.
Se metieron a la ducha los tres, en medio de risas, y las dos mujeres le chuparon el pene a Yared, bajo el agua de la regadera, y entre ellos, se lavaron, se enjabonaron y se secaron. Luego se metieron los tres en la ancha cama matrimonial y la tele fue la única luz, junto a la tenue iluminación provista por la lámpara de cama.
Claudia y Juliana se hicieron el amor salvajemente, mientras Yared observaba y se acariciaba su órgano viril. Las chicas se practicaron un intenso e inolvidable 69 hasta que las dos acabaron ruidosamente. Posteriormente, Claudia cabalgó a Yared mientras Juliana se masturbaba, tendida al lado de ellos, preguntándose por qué no habían hecho locuras así con anterioridad, muy excitada, viendo aquella belleza de piel dorada montando a su esposo. Luego, se durmieron los tres bien apretados, Claudia en medio de ellos.
4.- El desayuno más caliente.
No era la primera vez que Yared se despertaba con su erección matutina en la boca de su mujer, pero sí fue la primera vez en que dos lenguas hambrientas, y dos pares de labios trémulos de lujuria, devoraban conjuntamente su miembro durísimo, debajo de las sábanas. Yared removió las cobijas para observar a su voluptuosa mujer y a la hermosa universitaria de piel bronceada, lamiéndole la verga, turnándose para succionarla, chupándole los huevos también.
-Es maravillosa, se le pone bien dura por la mañana –musitó Claudia. Entonces, Juliana se ubicó tras la pasante de Medicina para desayunarle el sexo, dejando a Claudia a solas con su salchicha de desayuno, la que devoró con ansias inusitadas, estremeciéndose de solo pensar sentir ese apéndice caliente y pétreo en su interior, gimiendo contenta con los lengüetazos de Juliana en su vagina.
Yared no pudo más y pronto acomodó a Claudia encima de él. La universitaria jadeó gozosa cuando su vientre liso y bronceado se topó con el vello de Yared, toda su verga desaparecida dentro de la jovencita de 24 años. Claudia empezó a montarlo, disfrutando ruidosamente la tiesa pija de Yared, mientras que Juliana, arrodillada junto a ellos, se turnaba para besarlos o para manosear los pechos bamboleantes y expuestos de la rubia.
Luego, Yared se incorporó y abrazó a Claudia, besándola ardorosamente, a pesar de encontrarse presente su mujer. Acostó a Claudia y Yared se colocó sobre ella, ubicando las esbeltas y delineadas piernas de la universitaria sobre sus hombros, para luego metérsela toda, de golpe. Claudia boqueó y gimió, en el colmo de la dicha, le encantaba la verga de ese hombre casado. Yared la bombeó a ritmo firme, la besaba y le murmuraba lo muy puta que era, lo caliente y fácil que era, cosas que no hicieron más que poner a mil a Claudia, quien acabó en medio de gemidos y sollozos, mientras que Yared volvía a eyacular muy adentro de ella.
Yared y Claudia resoplaron, exhaustos y satisfechos. Finalmente, más tarde, Claudia volvió a comerle el coño a Juliana, mientras su esposo la besaba y le acariciaba los senos, hasta que la hicieron acabar.
-La pasé muy bien con ustedes, me divertí muchísimo –les dijo Claudia, antes de marcharse. Los besó a los dos-. Tenemos que repetirlo. Pero en la próxima ocasión, podría ser que Yared nos dé por el culo a las dos.
Juliana se ruborizó, sin dejar de sonreír. Y Yared casi se desmayó al imaginar su verga bien apretadita en el culo de Claudia. Se dieron un beso triple y ardiente. Claudia le apretó el bulto a Yared, y le dijo: He tenido muchas vergas, desde el colegio, pero la tuya es de las más ricas y gordas que he tenido. Si Juliana está de acuerdo, me encantaría volver a probarla, varias veces.
Yared y Juliana la vieron subirse a su carro y marcharse. Luego se miraron y sonrieron. La habían pasado muy bien. Sin duda, Claudia volvería pronto. “Ahora que me cumpliste con el trío de dos chicas y yo, toca cumplir el tuyo con dos hombres”, dijo Yared, mientras cerraba la puerta.
-¿En serio? ¿Lo permitirías? –preguntó ella, curiosa.
-Claro. Pero me gustaría que Claudia consiguiera dos compañeros de ella para que te hagan de todo, mientras yo veo todo –confesó él, envalentonado por el nuevo nivel de confianza e intimidad alcanzado con su preciosa cónyuge. Juliana se quedó muda un instante, luego sonrió.
-Me parece que te acabo de conocer, me está encantando ese pervertido que vive en ti, quiero conocerlo más a fondo –dijo Juliana, sonriendo-, quizás pronto lo deje metérmela por el culo –y se fueron riendo hasta la habitación.
Uno sabe cómo empiezan las cosas, pero no tiene idea de cómo pueden terminar.