Un Trío Delicioso
Comencé a imitarla y al rato estábamos las dos acariciándonos por encima del bikini y gimiendo. Mi amiga no me quitaba la vista de encima. Su mirada estaba brillante. Olvidé que el jardinero caminaba por allí porque la tibieza del sol sobre mi piel y mis propias caricias me excitaron.
Roxana es una amiga de mi edad, divorciada, una muchacha de cuerpo espectacular que tiene una hermosa casa con una enorme piscina. Los sábados suelo visitarla y tomamos sol y conversamos de nuestras cosas.
Uno de esos sábados estábamos las dos con nuestros bikinis junto a la piscina. Cuando observé a un joven que caminaba por su jardín.
-Es mi nuevo jardinero. ¿Qué te parece?
Me comentó Roxana.
Realmente era muy guapo, musculoso. Debía tener 22 o 23. Vestía un ya muy ajustado y musculoso.
-Vamos a jugar un poco.
Me dijo mi amiga que siempre tiene ideas locas, y de inmediato, se quitó la parte de arriba del bikini mientras sonreía divertida.
Sus enormes pechos quedaron al sol. El joven no podía vernos porque estaba bastante lejos, pero resultaba excitante estar con los senos al aire mientras el jardinero caminaba por allí. Después insistirme un poco, me animé y le imité. –Tienes unos pechos hermosos, más pequeños que los míos, pero terriblemente atractivos. Supongo que a tu marido le entran completos en la boca.
Me dijo Roxana, al tiempo que se estiraba sus pezones:
-A los míos los cuido para que sigan así de firmes, porque sabes que son un poco grandes. Y cuando me hago masajes no puedo evitar excitarme. A ti te sucede?
Le conté que mis pechos son una de las partes más sensibles y que me excito fácilmente cuando me los acarician. Roxana fue un paso más allá y me preguntó:
-¿Te masturbas?¿Cada tanto?
Le dije y recordé lo que había hecho después de aquella escena con Jorge.
-¿Y cómo lo haces?
Quiso saber mi amiga.
-Pues creo que como todas las mujeres.
Dije con una risa nerviosa.
-A mí me gusta tocarme suavemente el interior de los muslos e ir subiendo.
Continuó Roxana.
Mientras sus dedos largos y finos acariciaban justo como me estaba diciendo.
-Muéstrame como te tocas tú.
Comencé a imitarla y al rato estábamos las dos acariciándonos por encima del bikini y gimiendo. Mi amiga no me quitaba la vista de encima. Su mirada estaba brillante. Olvidé que el jardinero caminaba por allí porque la tibieza del sol sobre mi piel y mis propias caricias me excitaron.
Hacía varios días que no tenía sexo con mi marido y necesitaba una descarga. Roxana ya se había hundido sus dedos en su sexo mientras con la otra mano se retorcía los pezones. Gemía ruidosamente. Verla tan caliente me contagió también. Yo me metí los dedos muy profundos. Primero uno, luego dos y al tocarme los pezones me vino de inmediato un orgasmo intenso. A mi lado, mi amiga terminó igual.
Recordé al joven, lo busqué con la vista y estaba en el otro extremo del jardín. Parecía concentrado en unas rosas.
Con Roxana reímos por la travesura que habíamos hecho durante la semana. Mi amiga me llamó por teléfono a la oficina. Conversamos algunas trivialidades hasta que por fin me dijo:
-Te veo más hermosa cuando te masturbas.
Volví a sonreír sin contestar nada, nerviosa. Me gustó mirarte mientras lo hacías. Me gusta escucharte gemir.
-Y a mí también.
Le dije, porque era la verdad.
-¿Crees que seremos lesbianas?
Me preguntó Roxana. Le respondí:
-No lo sé.
Y ella continuó:
-Pues tendremos que hacer algo para averiguarlo. ¿Vendrás el sábado?
Esperé la llegada del sábado como una chica que tiene su primera cita. Cuando llegué a la casa de Roxana, ella me estaba esperando. Creo que con la misma ansiedad fuimos hasta la piscina. Las dos en bikini. Pero antes de sentarnos, ella se plantó delante mío.
-No puedo seguir con esta duda. Tengo que saberlo.
Me dijo, y me dio un tierno beso en los labios. Le respondí y al rato estábamos besándonos apasionadamente. Sentía su lengua dentro de mi boca y sus manos acariciando mis pechos.
-Me gustas Patricia.
Me dijo Roxana con excitación. Mientras sus manos bajaban por mi cuerpo y sus dedos largos buscaban mi sexo por debajo del tanga del bikini, sin dejar de besarme la boca, el cuello, los pechos… me metió un dedo a la vagina.
Yo apenas podía sostenerme sobre mis piernas.
Rosana me ofreció sus tetas y por primera vez tuvo el pezón de una mujer en mis labios. Me gustó. Lo chupé, lo mordí mientras me calentaba más y más. Los dedos de Roxana seguían en mi concha. Me estaba dando una cogida espectacular. Yo estaba más húmeda que nunca. Las dos gemíamos de placer.
En eso, reparamos en que el jardinero estaba observando toda la escena con los ojos muy abiertos y tocándose la entrepierna por encima del pantalón.
-Ven! -le dijo Roxana- Y mastúrbate para nosotras.
Y ,dirigiéndose hacia mí:
-No te pienso compartir con nadie. Quiero saborearte toda!
Roxana se tendió boca arriba e hizo que me sentara sobre su cara. Metió toda su lengua dentro de mi vagina. Me chupó de manera increíble. Yo gozaba mucho y no podía quitar mi vista del tremendo pene del jardinero que se masturbaba de pie delante de mis ojos. Era grueso, con las venas muy marcadas y la cabeza roja y brillante. Se me hizo agua la boca.
Cuando Roxana metió su lengua en el agujerito de mi culo, no soporté más. Le pedí al joven que se acercara y me trague su polla. ¡Estaba tan dura! Le pasé la lengua, la mojé bien con mi saliva y luego le hice una mamada acorde con la calentura que tenía.
-Quiero follarte, – me dijo él-. Quiero metértela bien adentro.
Me dieron un orgasmo intenso, fuerte, que me hizo gritar. Todos mis jugos fueron a la boca de Roxana. Me desprendí del pene del jardinero y caí hacia adelante. Mi rostro fue a dar contra la vagina de mi amiga. Estaba mojada, con olor a mujer caliente. La probé con la punta de mi lengua. Hice a un lado su bikini y lamí sus labios. Los abrí un poco y me comí su clítoris. Roxana se sacudió con desesperación y tuvo un orgasmo increíble.
Sentí sus gotas sobre mi espalda. Eran el semen del jardinero que tampoco pudo contenerse más. Mi amiga me tomó entre sus brazos y me besó con ternura.
- ¡Estuvo fantástico! me dijo.Y yo asentí