Un trio delicioso

Una pareja un hombre solo; un viaje una delicia.

Puse el mensaje en el chat como siempre hacia, con ganas de que surgiera algo, pero pensando que como en la lotería, no iba a pasar nada: "Maduro busca pareja para relaciones, garantizada discreción y seriedad"

Tras una hora lanzando el mensaje en el chat, por fin se encendió la lucecita que me indicaba que algún privado se había abierto.

Era un hombre que decía tener unos cuarenta y tantos años, que su esposa tenía también una edad similar y que le gustaba mi anuncio; comenzamos a hablar  y muy pronto surgió la confidencialidad. El me contó que llevaban 15 años inmersos en el mundo de los intercambios, pero que a pesar del tiempo se habían prodigado muy poco, ya que ellos requerían unas personas muy determinadas y muy definidas.

Cuando llegamos a esta parte la primera pregunta que lancé fue: "¿Realmente que es lo que buscáis?"

Juan, digamos que este era el nombre de mi interlocutor, me contestó que querían hacer nuevamente un trío, pero que su esposa era una persona muy reservada y muy seria, que la persona escogida debería ser un hombre serio, discreto, educado, morboso y con un toque light suave; algo similar a lo que ponía mi anuncio, y que por eso habían contactado, pero además debería tener feeling con su esposa ya que ella era la que tomaría la última decisión.

Pasamos a las descripciones y él me contó que era un hombre de más de metro setenta, algo pasado de kilos, que era amable y simpático, me describió su miembro comentándome que tenía unos 15 ó 16 cms. de largo y que  era grueso.

Para describir a su mujer, lo primero que  hizo fue ponerme en la pantalla una foto de ella. Ya no hacían falta más descripciones: ella aparecía en ropa interior muy sugerente de color rojo y donde dejaba ver su cuerpo en todo su esplendor, excepto la cara que estaba tapada se veía a una mujer también de unos cuarenta años muy bien conservada y con una talla al menos 100 de pecho; se podían apreciar unas piernas bien torneadas, sinceramente, Miriam, llamémosle así, se veía una mujer muy deseable y con la cual cualquiera podría pasarlo muy bien.

Yo, diré que me llamo Mario, que soy más bien bajito, apenas 1,65, que peso unos 65 kilogramos, calvo y que como dotado estoy más bien poco pues ,mi pene es de apenas 15 cm. y no lo tengo muy grueso. Por lo tanto, realmente no me considero un Adonis ni lo que se suele llamar un cuerpo escultural: en mi desagravio he de decir que soy un buen anfitrión, que me gusta conversar y que no entro a saco como hacen algunos otros.

Comentado esto seguiré añadiendo que Juan fue adquiriendo confianza y me puso una par de fotos más de Miriam, en las cuales pude apreciar mejor aun su fantástica anatomía; de vez en cuando también ponía alguna de él mismo para que yo supiese como era. Por mi parte también les envié la única foto que tenía en donde se me veía en todo mi esplendor, Jajaja, para que tuviesen una idea de con quien se estaban batiendo los cobres.

Hasta ahí todo había ido bien y ya la verdad es que yo sentía una cierta proximidad, al menos visceral sino geográfica pues en aquel momento se descolgó Juan al decirme que ellos eran de una ciudad que dista de la mía unos 600 kilómetros. Todo mi gozo en un pozo, yo estaba trabajando en una empresa en la que acababa de incorporarme y ni de broma podía pedir algún día para ir a verlos y claro no les iba a pedir a ellos que viniesen a mi ciudad; ¿o sí?, pues dicho y hecho:

"Oye Juan, le dije a través del Messenger, yo no puedo ir pero si queréis y ahora que está casi todo el mundo de vacaciones os puedo invitar a venir a mi ciudad, y siempre que lo hagáis durante la semana, resulta que yo tengo una casita en un pueblito cerca de aquí que solo se ocupa durante los fines de semana ¿qué te parece? Juan me contestó que lo pensaría que ellos sí estaban de vacaciones y sí podrían hacer una escapada, que ya me diría algo. Quedando así las cosas nos desconectamos y nos fuimos a dormir, yo con el alma encogida pensando que nunca más volvería a saber ni de Juan ni de su encantadora esposa Miriam.

Al cabo de unos días me volví a conectar, siendo mi sorpresa que en el Messenger apareció Juan y me saludo amablemente: "Oye, amigo, ¿sigue en pie lo de que podemos ir a tu casa durante la semana? Sí, por supuesto, contesté siempre que sea de lunes a viernes, pues ese día mi familia se traslada allí a pasar el fin de semana. está bien, contestó volveremos a hablar pues estos días ando con un poco de gripe y no sé si podremos ir o no, mañana o pasado te diré algo más, Y con esta conversación volvimos a terminar el diálogo, desconectadnos nuevamente y dejándome en la zozobra de saber si vendrían o no. La espera se hizo interminable, al día siguiente no se conectó y yo me puse en lo peor, me habían tomado el pelo y ahora sí que nunca volvería a saber de ellos. Otro día pasó y nuevamente nada, me pasaba, las horas que me dejaba mi trabajo, frente al ordenador esperando que se encendiese el chivato que me diría si estaba conectado.

Al tercer día nuevamente volví a ver la luz que se encendía diciéndome que mis amigos se habían conectado; como un rayo pinché en su nombre:"Hola, ¿qué tal estáis? ¿Llevaba unos días sin saber nada de vosotros?, les aje.

Sí. Contestaron desde el otro lado, la verdad es que hemos estado bastante ocupados y además pillé una gripe y no tenía ni ganas de entrar a hablar con nadie.

Bueno lo importantes es que estás mejor, espero que te recuperes del todo y lo hagas pronto.

Pues mas me vale, contestó Juan, porque mañana, viernes salimos para tu ciudad, que hemos decidido ir a verte.

La sensación que tuve es difícil de explicar, ¿era posible que una pareja se trasladase hasta mi ciudad tan solo para estar conmigo? Lo cierto es que no me lo podía creer y me sentía feliz como si me hubiese tocado la lotería.

¡Genial, contesté, pues vosotros  diréis lo que queréis hacer!

Verás, dijo mi amigo, nosotros vamos a conocerte y a ver si hay "feeling" entre los tres, no prometemos nada ni queremos compromisos de ningún tipo, tan solo una visita informal y haber que ocurre, sin prejuicios y sin ningún tipo de acción preconcebida. Queremos que esto te quede muy claro.

Si, claro, comenté yo, no faltaría más, solo hay un conocimiento previo de los tres para charlar o tomar una copa, tan solo eso.

Tras la incertidumbre, por fin llegó el día acordado; los minutos se hacían horas y las horas ya ni os cuento, pero mientras iba conduciendo mí moto, de pronto sonó el teléfono. El corazón me dio un vuelco al pensar que se podría tratar de ellos, paré como pude la moto y casi sin para me desembaracé del casco y contesté: "Dígame". "Hola soy Juan, oye solo para que sepas que ya hemos llegado y que tal y como quedamos te llamaremos para vernos después de cenar"

Al fin llegó la hora, me presenté en el restaurante donde ellos habían cenado y me los encontré cara a cara: Juan era un tipo apacible y campechano tal y como había demostrado en sus conversaciones conmigo y me acogió muy gratamente, aunque lógicamente tenía un punto de reserva debido al desconocimiento que tenía sobre mí. Miriam era tal y como la había imaginado, no era una gran belleza, pero si era bella y sobre todo al sonreír se le iluminaba la cara y con su sonrisa también se sonreían sus ojos. Callada, algo más introvertida que su marido y un poco seria al principio, tal y como había predicho Juan que sería. Tomamos contacto los unos con los otros y cuando se dieron cuenta de que si bien yo tampoco era nada del otro mundo si que había una cierta empatía entre los tres, y tras tomarnos un café para romper el hielo, nos dispusimos a marcharnos del restaurante para dar un paseo por mi ciudad, que ellos, aun no conocían.

Cuando comenzamos a salir la primera que salio fue Miriam, seguida por mi y detrás su marido. Al ir detrás de ella fue cuando me di cuenta del pedazo de mujer que llevaba delante. Efectivamente tenia un tipo muy bonito, con unas caderas anchas y un culo levantado que se movía al compás de unas piernas bien formadas, si a esto añadimos que se le apreciaba una delantera fenomenal, podríamos decir que estaba ante una real hembra. Ya solo faltaba que efectivamente todas mis lujuriosas fantasías se hiciesen reales.

Bueno, ¿donde vamos? pregunté yo. Y ahí comenzaron las sorpresas.

¡Vamos donde queráis, contesto Juan, pero con la condición de que soy yo el que os lleva, tú dedícate a ser un buen anfitrión de Miriam, que de conducir me encargo yo!

Dicho eso subimos en el coche, poniéndose Juan al volante y montándonos detrás Miriam y yo.

Bueno poneros cómodos, que como no conozco la ciudad, me iré guiando por los carteles indicadores para ver si puedo ir llegando de un monumento a otro, jajá jajá, sin contar el que tú tienes al lado, dijo Juan.

La verdad es que tienes una mujer muy bonita y con un cuerpo espectacular, comenté yo.

Oye, a mi no me digas nada, yo no estoy aquí, lo que tengas que hacer o decir se lo dices a ella. Yo solo soy el chofer que os lleva y os trae, ¿de acuerdo? Este es el juego y estas son las normas, tu estas con ella, si ella quiere y ella esta contigo, si tu quieres, yo no existo.

Vale, como tu digas, así se hará. Dicho lo cual me concentré por completo en Miriam.

Lo primero que le pregunté es si yo le agradaba y si le parecía bien que nos acercásemos más ya que cada uno estaba tocando una de las puertas del coche.

Mira, me dijo ella, me caes bien y me pareces simpático, así que vete ganando mi confianza y sobre todo no me preguntes cada vez que vas a hacer algo. Si algo no me gusta o lo desapruebo, te lo haré saber.

Puestas ya las normas a seguir por la pareja, me dispuse a pasarlo lo mejor posible y a tratar de hacer realidad mis sueños desde que había visto la primera foto de Miriam en el ordenador.

Me acerqué y le planté una mano encima de su precioso muslo, por encima de la falda, seguí aproximándome mientras el coche seguía dando tumbos por las calles de mi ciudad y haciéndola recostar contra el reposa cabezas  comencé a comerle los labios mientras ella comenzaba a suspirar, entreabrió los suyos y dejó que poco a poco fuese penetrando mi lengua. Allí me comencé a sentir en paz mientras veía como su marido nos miraba a través del espejo retrovisor del coche. Seguí mi investigación y mientras una mano reposaba encima de sus muslos con la otra cogí una de sus tetas y la presioné mientras oía como su respiración comenzaba a entrecortarse. Introduje la otra mano por debajo de su falda y conseguí tocar sus muslos por primera vez, mientras sentía un fuerte cosquilleo en mi estómago y como comenzaba a crecer mi pene para intentar escaparse de mis calzoncillos. Seguí poco a poco avanzando y note como ella abría las piernas para hacerme más fácil la entrada hasta su gruta de los placeres. Cuando llegué allí sentí como estaba toda húmeda y como sin casi querer mi dedo se metía dentro de ella.

Eh, Eh! no corras tanto, me dijo ella, que tenemos toda la noche para nosotros. Y además, tu también tienes que dejarme ver l oque tienes para mi.

Diciendo esto me quito las manos de donde yo las tenia y sin darme tregua se acercó a mi, me quitó de un solo golpe el cinturón y con la misma, me bajo la cremallera de la bragueta introduciendo su mano dentro de mis calzoncillos y agarrando con fuerza mi pene.¿Vaya lo que tenemos aquí!, si está grande, grande y además esto que es....ummm, parece que esta también medio humedecido, así que estas echando liquido pre seminal, bueno pues vamos a ver que tal sabe. Y en cuanto terminó de decir eso, sacó su mano y se llevo los dedos a su boca chupando el líquido que a mí ya se me había comenzado a salir. Bueno, no está mal. La verdad es que sabe bien, dijo mientras con los ojos miraba a su marido, que seguía conduciendo a lo largo de toda la ciudad, a través del espejo.

Por fin, sacó mi pene del calzoncillo y acercó su boca a el, comenzando a darle fuertes lamidas que hacían que cada vez me pusiese mas caliente, bajaba y subía por el metiéndoselo entero en la boca y volviendo a sacarlo como si de un chupa chups se tratase, yo mientras tanto trataba de desembarazarme de su falda y por fin conseguía meter un dedo dentro de su vagina que chorreaba humedad por todas partes, llevándome el dedo también a mi boca para saber como mi amiga sabia de rica

Las cosas se iban escapando por momentos y yo necesitaba tranquilidad y sosiego para disfrutar de aquella maravilla de la naturaleza, no podía seguir dando tumbos en el coche, aunque se tratase de algo morboso, necesitaba un sitio donde poder desabrochar aquel sujetador, verle las tetas, podérselas comer y disfrutar de aquella vagina que se me antojaba riquísima en todos los sentidos. Por lo tanto no se me ocurrió otra idea que proponerles ir a un club de intercambio de los que hay en mi ciudad. Miriam no se sintió especialmente contenta, e incluso puso alguna que otra pega, pero sin embargo a Juan le pareció una idea excelente, por lo tanto y dado que éramos dos contra una, comencé a darle indicaciones para poder llegar hasta allí.

Entramos y tras un breve saludo de la azafata del club y una explicación y paseo a través de sus  salas, donde pudimos comprobar como en la cama alta una pareja estaba follando, ella de rodillas mientras el por detrás le metía todo su hermoso pene, y en la sala común había otra pareja en la que ella estaba sentada encima de la cara de el mientras le comían por completo tanto la vagina como el culo y un hombre con una capucha negra por la cabeza estaba en el jacuzzi esperando que algún o alguna parroquiana se metiese para "jugar" juntos, terminamos por sentarnos en un sofacito los tres y pedimos unas bebidas mientras nos acostumbrábamos al local y a sus gentes. Nuevamente, Juan, galantemente, se fue al baño para dejarnos solos a su mujer y a mí, así que sin perder un minuto, la saque a la pista oscura de balie, para ver si conseguía llegar donde lo había dejado en el coche. Allí no obstante, noté como Miriam se contraía y se volvía mas desconfiada y a la vez menos amable, no me dejó tocarle el pecho y mucho menos me dejo que le metiese la mano por debajo de la falda, bien al contrario se puso a la defensiva y decidió que aquello no le gustaba y que allí no pasaría nada, que nos tomásemos las copas y nos fuésemos a casa, que ella no quería seguir allí. Mi gozo en un pozo, estimados y apreciados lectores, os podéis imaginar como me quedé de chafado, toda mi potencia se vino abajo y mi pene quedó flácido y casi sin fuerzas. Llego Juan del servicio y Miriam seria le dijo lo mismo: Mira, aquí no me siento a gusto, así que vamos nos para el hotel y mañana será otro día, ya  no me apetece seguir "jugando".

Bueno, como tú digas, dijimos ambos a la vez y diciendo esto, recogimos, pagamos y nos fuimos de allí.

Mi gozo en un pozo, por no haber sido más paciente y haberles llevado a un motel que era lo que debería haber hecho, en fin, aun quedaba el día siguiente.

Por fin llegó el día siguiente y para no hacerme pesado en las vivencias que tuvimos durante todo el día, si bien fueron agradables y había un cierto tufo a sensualidad, fueron todas muy honestas y nos dedicamos a hacer simple turismo, cuando llegó la noche las cosas cambiaron.

Para comenzar os diré que cuando los deje en su hotel para que fuesen a ducharse y cambiarse de ropa, me acerqué a Miriam y al oído le dije: por, favor, trae esta noche falda, no vengas con pantalones. ¿Y eso por qué? preguntó ella. Ya lo sabrás, contesté, es una sorpresa, jajajaja. Diciendo eso, arranque el coche y me marché a casa para cambiarme yo también de ropa.

Cuando fui al hotel y como ya conocía la rutina, me bajé del coche y dejé que Juan condujera mientras yo me iba atrás con su mujer. Estaba recién duchada y tenía un olor de mujer limpia y aseada que aun daban mas ganas de acercarse a ella. Le dije  a Juan por donde tenía que ir al restaurante que en el que yo había reservado mesa y me dispuse a embriagarme de los olores y sabores de Miriam mientras llegábamos. La besé en la boca y ella abrió sus hermosos labios sensuales para acogerme, dejó que mientras el coche corría por las calles llenas de gentes le metiese la mano por el escote y por fin tocase sus pezones que al contacto con mis manos se pusieron erectos y grandes. Abrió un poco las piernas para dejarme entrar entre sus muslos y que pudiese acariciar su clítoris por encima de sus bragas. Comenzó a gemir mientras me cogía mi polla por encima de la ropa. ¿Te gusta puta? ¿Te gustaría comértelo? Sí, déjame bajar y comértelo mientras llegamos, seria un placer que me llenases la boca de leche como aperitivo.

Mientras empezaba a bajarme la bragueta miré al frente y vi. Como Juan nos observaba por el espejo retrovisor que había bajado convenientemente para ver las evoluciones de nuestras manos y de la boca de su mujer.

Comenzó a chuparme y llegamos al restaurante, me compuse la ropa como pude y baje del coche todavía completamente empalmado, por l oque cogí una chaqueta y me la puse por delante para que no se viese la hinchazón que tenia.

Mientras Juan y Miriam se reían de mí y de mi situación.

Conseguimos sentarnos y dejamos que ella se pusiese en medio de los dos, Juan a su derecha y yo a su izquierda, dominando con la vista la entrada y salida de los camareros dentro del medio reservado que había solicitado.

Metí la mano por debajo de la mesa y comencé a subirla por la pierna de Miriam mientras ella respiraba profundamente. Seguí con mi subida de manos y comencé a desearla por encima de las bragas, mientras ella se sentía cada vez más cacunda y mas colorada. Llegó el camarero con la comanda y yo no ceje ni un momento en dedearla mientras este nos recitaba todo el menú.

Cuando el camarero se fue me acerque a ella y le dije: "Recuerdas que te dije que vinieses con falda, pues ahora quiero que vayas a los lavabos y te quites las bragas y me las des  a mi, y si eres buena te las devolveré después de salir del motel a donde os voy a llevar al terminar de cenar". Se levantó y obedientemente fue al baño y a los pocos minutos volvió y me dio sus bragas que yo las recogí y metí en el bolsillo de mi pantalón. Una vez acomodada en su sitio se acercó a mi y me dijo: ¿Por que no sigues con lo que estabas haciendo?-Yo, complaciente con las damas, nuevamente bajé mi mano y la deslice por sus piernas hasta llegar a su vagina, donde metí un par de dedos, que tras mojarlos de sus jugos me los lleve a la boca para saborearlos. Le pregunté a Juan ¿quieres, si quieres, prueba, te va a encantar? y diciendo eso Juan también metió sus dedos dentro y se los llevó a la boca. Lo cierto es que mi mujer esta buenísima, ¿verdad?, me dijo, a l oque yo asentí, pues si esta riquísima y  tiene un sabor especial, no se como lo hará pero sabe diferente y muy agradable. Bueno, chicos, ya basta de hablar de mi como si yo no estuviese aquí. Venga cada uno a lo suyo que va a venir la cena y quiero estar tranquila. Tu, Mario sigue con lo que estabas haciendo y tu Juan controla la entrada y salida de camareros no nos vayamos a meter en un lió, jajajaja, se rió.

Axial pues yo obedientemente, volví a meter mis deditos en su coñito y comencé nuevamente a dedearla mientras ella comenzaba otra vez a coger el ritmo y su marido nos miraba deleitándose en el placer que yo le estaba produciendo a su mujer.

Ella, nuevamente y después de haber comenzado a comer el primer plato en la mesa de los mancos, metió mano a mi entrepierna y también comenzó a masturbarme mientras comía con la otra mano. Aquello comenzó a ser notorio, con lo cual, tomamos el postre como pudimos, pague la cuenta y nos fuimos de allí, prácticamente antes de que nos echasen. Nuevamente en el coche y ya sin trabas de bragas, entre en la parte de atrás y casi sin darle tiempo a ella a subir, me metí por debajo de su falda y comencé a oler y por fin a saborear aquella vagina que me había traído loco durante los dos últimos días. Me encantó, no puedo decirlo de otra forma, me pareció deliciosa. Yo puedo presumir de haber "comido" algunas vaginas, pero aquella era diferente, era riquísima con un sabor especial que aun hoy en día sigo llevando en mi memoria. Por fin llegamos al motel, yo sin haber visto ni una sola vez por donde habíamos ido, pues yo estaba sentado en el suelo del coche y metido entre las faldas de Miriam comiéndole el coño y llenándome de sus jugos.

Una vez en el motel, ella fue a lavarse y volvió limpia y vestida, invitándome a mí a hacer lo mismo. De esta forma yo también entré en el baño y me di una ducha de agua fría pues sabia que con el calentón que llevaba de dos días seguidos, difícilmente podría durarle ni un asalto a semejante mujer.

Salí y me encontré con otra sorpresa, Juan, que estaba desnudo, me dijo que si no me importaba que sacásemos una película de nuestro encuentro y unas fotos, que eran estrictamente para ellos y que prometían que cumplirían su palabra. Yo, me fié de mis nuevos amigos y comenzó la sesión.

Miriam me preguntó si se desvestía ella o si la desvestía yo y  entonces dije: ¿Porque no te desviste tu marido y te entrega a mí? Y Dicho y hecho, diligentemente y muy despacio Juan le quitó la camisa que llevaba dejándola en sujetador, y luego dejó caer su falda quedándose en bragas. Le hizo dar una vuelta así, mostrándome todo aquello que yo quería ver y que hasta ese momento no había tenido tiempo d disfrutar. De frente otra vez, le quitó el sujetador y dejó que cayesen sus dos bellas tetas que tenían una aureola grande de color marrón clarito, casi café con leche y unos pezones grandes y duros, y que miraban directamente hacia mí.

Se puso de espaldas a ella y fue bajando lentamente su braga, dejándome ver como su coño estaba casi depilado, dejando apenas una rayita de pelos que parecían una flecha indicando la dirección que había que tomar para llegar a su perfecta cueva.

Cuando estaba totalmente desnuda, ella me dijo: "Mi marido me ha entregado a ti, ahora me gustaría que el mismo te entregase a ti a mi".

Juan pidió mi permiso y yo le dije que si, con lo cual, se puso detrás mía y mientras Miriam se sentaba con las piernas cruzadas encima de la cama y se disponía a mirar, Juan  me quitó poco a poco la camisa dejando mi torso al aire; bajo mis pantalones y luego despacio, bajo mis boxers hasta que con un salto salió mi empalmado pene de ellos, y cayeron a mis pies dejando también mis huevos al aire. Salí de mi ropa que estaba tirada en el suelo y me acerqué a ella. Creo, dije, que ya que el nos ha entregado el uno al otro, debería ser el que cogiese mi pene y te lo pusiese en la boca, para que así la entrega fuese total.

Juan sin cortarse, m e cogió el pene y lo llevo hasta la boca de su mujer, la cual la abrió y comenzó a chupar.

Yo no podía seguir de esa forma porque estaba a punto de correrme, con lo cual la tire encima de la cama y me puse a chuparla yo a ella. Baje por su tetas que estaban duras y tiesas, las agarre con fuerza y le di tirones a los pezones, notando como cada vez se ponían mas duros, los mordí y los chupe hasta conseguir que comenzase a gemir de placer. Seguí bajando parándome en su vientre que era liso y bello, con un ombligo en donde hice una parada larga y profunda, y por fin llegué a su coño, me estaba esperando invitador, recuerdo que dije que era el coño mas bonito que había visto en mi vida, y era cierto. Es un coño con unos labios amplios, gruesos, invitadores que hacen que te sientas muy dentro de ella cuando se abren para ti, tiene  un color que invita como el de las flores que invitan a las abejas y su sabor, bueno ya he hablado de su sabor. Es sin lugar a dudas el mejor coño que he comido, me entretuve en su coño horas, la hice correrse una y otra vez, no era capaz de salir de allí, sabia que me esperaban muchas mas cosas con las que disfrutar, pero para mi era una atracción fatal, adoraba el coño de Miriam, me atraía como un imán y seguí y seguí chupando mientras con mis manos no paraba ora de meterle los dedos ora de tocar sus pechos, ora de metérselos en la boca. Veía como se retorcía de placer y como se abría más de piernas para dejarme entrar mejor dentro de ella, me dolía el cuello por la postura, pero era incapaz de salir de aquel coño. Los jugos de ella se derramaban por la cama unida a mi saliva. Mientras Juan no paraba de sacar fotos de ella de mí  de ambos y yo me abstraía de todo y para mi solo existía aquel coño divino que me estaba haciendo gozar más que nunca en mi vida.

Por fin y contra mi voluntad, ella terminó de correrse y me cogió la cabeza me hizo subir hasta su boca, donde deje parte de sus propios jugos al besarla con pasión y darle algo de lo que ella me había dado.

Descansamos un momento y bajo a mi polla y se la enfundó en la boca, sentada a horcajadas sobre mi, sentí su peso en mis piernas y su coño mojado mientras metía mi polla una y otra vez en su boca.

Le dije a Juan: "Oye cabronazo, ¿no te gustaría chupar lo mismo que esta chupando tu mujer?". Ante esta invitación, Juan se arrodillo frente a la cama y cambiándome yo de postura deje que entre ambos me chupasen la polla y los huevos sintiendo como sus lenguas se encontraban en la mitad de mi cuerpo y mientras ella iba de arriba abajo, el subía desde casi mi ano por el escroto hasta llegar a la verga.

Cuando ya no pude mas me vacié en la boca de los dos y entre ellos se repartieron mi leche y la juntaron al besarse en la boca.

Vio Miriam como se me encogía el pene después de esta sesión, pero ella no estaba dispuesta que darse sin un buen polvo, por lo tanto volvió a mi pene y comenzó a chuparlo mientras me ponía su coño en mi cara para que yo pudiese ver l oque me perdía o bien para que se lo chupase que estaba invitándome. Así pues, como no pensaba perderme nada,  subí la cabeza y comencé a chupar aquel coño que había sido mi mayor delicia; y nuevamente me aficione, no podía dejar de chupar, otra vez mi pene respondió a su coño y a sus lametones y se puso en pie de guerra. Por lo tanto, le día la vuelta a Miriam, y la puse encima de mi. Llamando a Juan que seguía masturbándose por un lado y haciendo fotos por otro, le dije: "Cabrón, ponme un preservativo que me voy a follar a tu esposa". El se acercó a mí con un preservativo en la mano y me lo puso. Ahora chúpalo, para que este húmedo y a ella no le duela. Con lo cual Juan se metió mi polla en su boca con el condón puesto. Y ahora, pon mi polla en su coño para que no se me vaya a escapar. Cosa que también hizo, haciéndome de mamporrero, con lo cual, yo feliz, entre en Miriam por primera vez.

La sensación de alivio, de placer y de satisfacción fue máxima así que empezó ella a cabalgarme mientras Juan seguí haciéndonos película  y fotos y yo cada vez sentía mas placer por estarme follando a semejante mujer. No duré mucho, esa es la verdad, creo y no es disculpa por mi parte, que los acontecimientos del día, mas las ganas que tenia de follarla unido todo eso al placer que me produjo hizo que nuevamente me viniera y me corriese hasta quedar exhausto.

A partir de ese momento nos dio un ataque de risa a los tres y distendidos y tranquilos comenzamos a tocarnos los dos, pero sin pasión solo por el placer de tocarnos y sentirnos próximos el uno al otro.

Días después me enviaron las fotos y salimos perfectos y cada vez que las veo lo recuerdo y me vuelvo a masturbar pensando en el coño de esa mujer. Estamos preparando una escapada de fin de semana, para poder estar más tiempos juntos y con más intimidad. Cuando esta se realice, os la contaré también.