Un trío con una escultural mujer
Iniciando en los tríos
Parecía un día normal, cuando en medio de una conversación con la mujer de nuestros secretos sexuales, nos recomendó una chica para un trío. Sin dudarlo le pregunté sobre aquella chica, y nos contó que se ganaba la vida dando placer a las parejas que como nosotros querían experimentar cosas nuevas, le gustaba el sexo más que a cualquier otra mujer en el mundo, y disfrutaba encuentros del tercer tipo como un pequeño vicio del cual no había podido salir. Fue así como nos pusimos en contacto con ella y programamos un fin de semana en el que dejaríamos llevarnos por la lujuria y la locura sexual desenfrenada, pero nos quedaba una duda frente a lo que nos íbamos a encontrar.
Hasta que llegó el dichoso día o noche por decirlo con más precisión, la mujer tocó a la puerta y mi esposo abrió y entró una mujer con cuerpo escultural, una sonrisa muy picarona que robó inmediatamente un beso de mi marido para romper el hielo. ¡vaya forma de romper el hielo!. Siguió lentamente y se sentó en el sofá, llevaba una blusa blanca muy ajustada que dejaba ver sus pezones, que solo daban ganas de tocarlos y besarlos; fue así como las cosas se fueron dando y ella como toda una experta nos fue llevando con sus pensamientos a dejar nuestra ropa fuera y a sumergirnos en unos besos donde se confundían nuestras mentes. Las luces se apagaron y esta mujer fue tocando lentamente el pene erecto de mi esposo, metía sus manos con mayor intensidad y poco a poco, fue bajando su boca hasta llegar a él, lo saboreaba como si comiera un helado; mis ojos no podían creer lo que veía, mi corazón se aceleraba al ver como lo disfrutaba y quería que siguiera lentamente como si lo estuviese torturando; el placer era único, ver como mi hombre era tocado por otra mujer que no era yo, me hacía arder el cuerpo por dentro, pero no de celos, sino de un éxtasis que no es fácil describir en unas líneas. Ella hacía muy bien su trabajo, era adicta al sexo, y cada vez mi esposo se retorcía de placer y emitía unos sonidos que jamás había escuchado. Yo disfrutaba cada momento y comencé a grabarlo en mi memoria, porque no quería que se borrara. Mientras me perdía en esa dulce sensación de verlos, ella se acercó a mi y puso sus manos en mis senos y comenzó a besarlos, mientras mi esposo me acariciaba el clítoris y me besaba lentamente y suspiraba en mi boca, quería perderme en un sueño profundo pero la realidad me llevaba a descubrir nuevas sensaciones. Pasamos a la cama de un solo tiro, y allí comenzó la fiesta y el derroche de caricias, de un lado a otro, de dos mujeres contra un hombre indefenso que no podía creer lo que estaba pasando.