Un triangulo perfecto
María y su marido Carlos incluyen en su vida sexual a una tercera persona, Antonio. Aquello se convierte en la solución para satisfacer la voracidad sexual de María y la parte Bisexual de su esposo.
Nuestros protagonistas María (22), su marido Carlos (26) y el corneador Antonio (42) establecen una relación de Infidelidad consentida , incluir a un tercero o varios que complementen las carencias sexuales de la pareja.
Continuación de los relatos “Seis meses de casados y en la cama no disfrutamos” y “Una mamada al repartidor de las pizzas delante de mi marido” para quienes no hayan leído los anteriores recomiendo encarecidamente leerlos primero.
CAPÍTULO 4 - FINAL PROVISIONAL DE LA HISTORIA
Se habían hecho las tres de la tarde demasiado rápido, aprovechamos mientras comíamos aquellas pizzas para fijar un poco las bases de la nueva relación entre los tres. Bueno si tengo que ser sincera Antonio las fijó, mi marido y yo las aceptamos sin objeciones.
Carlos trabajaría desde aquel día para Antonio oficialmente como chofer pero su nuevo jefe tenía en mente algunas otras tareas para él. Antonio se encargaría de conseguir nuevos clientes para mi, mi la base de trabajo ya no sería la fisioterapia, directamente iba a convertirme en su puta. Algún hombre en mi vida me había entregado a otros por puro placer pero nunca había tenido la sensación de ser una puta en el sentido literal de la palabra, ahora sí. El sexo había sido durante muchos años de mi vida una auténtica droga hasta el extremo de reconocerlo y aceptar ir a terapia con un psicólogo que con un considerable esfuerzo consiguió encauzar de nuevo mi sexualidad.
Miré el reloj de la pared, ya eran casi las tres, Jaime, mi cliente, no tardaría en llegar. Hacía varios meses que le conocía, creo que fue de los primeros que tuve como paciente cuando monté el gabinete en casa. Tardó un poco en decirme que me había reconocido por mis fotos de instagram y que era fiel lector de mis relatos. La sorpresa y preocupación iníciales al verme reconocida se convirtieron poco a poco en una sana amistad terapeuta-paciente. Viene tres veces por semana realmente no tiene una dolencia que justifique tantas sesiones, en el fondo estoy convencida que viene mas por las charlas que tenemos relacionadas con los relatos que escribo. Hablamos sobre los personajes, las tramas, tiene curiosidad por saber cómo me siento cuando las escribo, que partes me excitan mas, intenta adivinar que parte es real y cual novelada. Se ha convertido en mi confidente de confianza, veo sus miradas de deseo hacia mí y me siento halagada porque nunca ha tenido una mala palabra ni intentado propasarse.
Hoy preveo que será un día distinto, ha sido Jaime quién me presentó a Antonio, amigos los dos desde la infancia parece yo he sido el centro de sus conversaciones en muchas ocasiones. Esta mañana Antonio después de contarme su intención de emputecerme con clientes me dijo que Jaime sería el primero de muchos. Hoy tenía que preguntar a Jaime cuando llegase que servicio quería, explicarle mis tarifas, cobrarle y atenderle como debería hacer a partir de ahora. Como cualquier puta novata me imagino que no es lo mismo atender a un cliente que no conoces que a uno con el que tienes el trato y la confianza como las que yo tengo con Jaime.
-!Levántate! Jaime tiene que estar a punto de llegar. Tú ya le conoces ¿no es así Carlos? -ordenó Antonio que estaba sentado junto a mí.
Mi marido asintió con la cabeza al tiempo que yo me ponía de pie frente a él y al lado de Antonio. Continuaba con aquella casaca blanca de enfermera, los tres botones de arriba sueltos, sin sostén, la minifalda blanca cortísima regalada por mi marido cuando compró en un sex-shop un disfraz de enfermera sexy, unas sandalias con un generoso tacón de cuña de esparto que realzaba mis piernas y nalgas. Ah se me olvidaba, sin bragas, Antonio me había dicho que en su presencia nunca llevaría ropa interior de no pedírmelo expresamente.
-Bien, entonces prefiero que sea Carlos quien abra la puerta cuando venga el primer cliente de María. Le darás las gracias por venir y le dirás que le estábamos esperando, que tu mujer se ha vestido especialmente para él.
¿Vestido?, yo más bien diría desnudado, las tetas casi se me salían de la casaca, desabotonada y sin sostén dejaban muy poco a la imaginación por arriba. Por abajo notaba ahora la mano de Antonio que manoseaba a su antojo mi culo para deslizar su mano entre mis piernas buscando mi coño. Aquella falda tan corta apenas alcanzaba para cubrir mis nalgas o tapar mi coño de frente estando de pie, si me inclinaba un poco ya no podía evitar que todo quedase a la vista.
-!Separa mas las piernas!, Acostúmbrate a facilitar las cosas -ordenó Antonio sin dejar de acariciarme el coño.
Me esforcé por complacerle apoyando mis manos sobre la mesa, separando más mis piernas y poniendo un poco el culo en pompa. Las caricias habían pasado ya a ser una masturbación en toda regla a la que mi cuerpo reaccionaba, estaba terriblemente excitada, notaba como mis flujos bajaban empapando mi coño y al mismo tiempo la mano de Antonio.
- Apuesto que contigo no se pone así de caliente, esta chorreando la muy puta. !Levántate Carlos! si estas sentado no veo si te empalmas.
No solo chorreando, tenía el horno a punto para carbonizar cualquier cosa que entrase dentro. Estaba deseando correrme, hacía esfuerzos por aguantarme, sabía perfectamente que Antonio no me lo permitía sin su expresa indicación. Mi marido se levantó, pudimos ver como a él también le gustaba aquel juego, el bulto en su pantalón era evidente y eso que su verga es más bien pequeña.
El timbre de la puerta sonó en aquel momento, la mirada de Antonio a mi marido le indicaba que fuese a abrir y Carlos se dirigió a la puerta.
-Voy a dejar que te corras con Jaime pero nunca lo hagas con ningún cliente que no te lo haya dicho previamente. Verás que contento se pone “mortadelo” pensando que es él quien te hace correrte. Tienes el chochito a punto zorrita, lo noto. -dijo Antonio al tiempo que sacaba la mano de mi coño y me hacía sentarme de nuevo.
Mi marido abrió la puerta de casa, frente a él estaba Jaime. La verdad es que el hombre no es muy agraciado físicamente que digamos, calvo, muy delgado, alto como Antonio, sobre el 1.80 y aquellas gafas de culo de vaso. Si, Antonio no se equivocaba con el mote, “mortadelo” le caía que ni pintado.
-Gracias por venir Jaime, te estábamos esperando. Mi mujer se ha vestido especialmente para ti -dijo Carlos al verle tal como le había pedido Antonio. Jaime entró en la casa y se dirigió hacia la mesa donde estábamos sentados sin responder a las palabras de Carlos, le ignoró directamente.
Reconozco que como mujer me es difícil explicar cómo se debía de sentir mi marido en aquel momento. Abriendo la puerta a un hombre que venía a follarse a su mujer, agradeciéndole que viniese, mostrándola semi-desnuda en compañía de otro hombre. Imagino que todos pensarán que también es difícil explicar mi comportamiento. Yo soy de las personas que piensan que en el sexo todo está permitido si es consensuado. Cada cual tiene sus morbos, sus fantasías y puedo asegurar que en aquel momento tanto mi marido como yo las estábamos cumpliendo, los dos estábamos calientes, excitados.
-Ya pensaba que no venias Jaime. ¿Preparado? -preguntó Antonio con un tono de ironía que no podía disimular. Antonio recordaba cuando su amigo comenzó a hablarle de María, se apostaron una cena que Antonio no conseguía follársela y ahora allí tenía a su amigo Jaime que gracias a él tenía la oportunidad de hacer realidad sus fantasías
-!Hola Antonio! me he tomado dos pastillas azules por si acaso jeje. -rió Jaime en respuesta a su amigo.
-Venga pues adelante, toda tuya -dijo Antonio dándome una palmadita en la espalda para que me levantase. -Tú Carlos ven aquí aprovecharemos este rato para que me cuentes tus experiencias. Quiero saber todo sobre tus fantasías, lo que has hecho y lo que no. - Aquella hora sería clave en las futuras relaciones de los tres, Carlos por primera vez en su vida se sinceraría con alguien sobre sus gustos, fantasías, sus frustraciones…
Caminé hacia el cuarto de masajes, Jaime a mi lado parecía ansioso, alargó su mano bajo mi falda y comenzó a tocarme el culo antes de salir del salón. Nada más entrar en el cuarto le explique a Jaime los servicios que ofrecía, las tarifas y le pregunte qué era lo que quería.
-Bonita, llevo tanto tiempo deseando este momento que lo quiero todo. Un completo, quiero follarte la boca, el coño y el culo. Hacer realidad mis sueños contigo, ni te imaginas la de pajas que me he hecho desde que por primera vez vi tus fotos en el instagram - dijo Jaime sacando su cartera del bolsillo y entregándome tres billetes de 50 euros. - ¿Así está bien?-
-Si, muy bien, gracias - respondí dejando el dinero sobre la mesa.
Jaime estaba con muchas ganas, se quitó la ropa con prisas, completamente desnudo mostraba una verga erecta no muy larga pero si muy gruesa, más que la de Antonio. Aquella verga tan gorda contrastaba con su cuerpo tan delgado. Sus manos se apoyaron en mis hombros y me hizo arrodillarme, me esforcé en abrir la boca todo lo que pude para intentar abarcar aquella morcilla gruesa y dura. No iba a ser tarea fácil.
-Mmm, así, así, chúpamela bien. No te puedes imaginar la de veces que he deseado este momento. Siempre pensé en el fondo eras una zorrita de campeonato. Lo que no me esperaba era ver que tu marido es un cornudo consentidor en toda regla mm. Otro día dejaremos que vea como te follo, me pone mucho esa situación. Me lo imagino de mamporrero, mm, cogiendo mi verga con su mano y llevándola a tu coño.
Jaime hablaba para escucharse a sí mismo, en eso se parecía a mi marido, cada cual con sus fantasías pero en el fondo reacciones parecidas. Yo había conseguido meter aquella verga en mi boca con mucho esfuerzo, tenía las mandíbulas casi desencajadas.
-! Túmbate en la camilla María! tengo muchas ganas de meterla.
Me coloqué igual que me había puesto horas antes con Antonio, ahora Jaime era el que se ponía entre mis piernas. Una verga distinta pero unas ganas parecidas de joder, Antonio había sabido calentarme muy bien mientras estaba en el salón, buff, desde luego con las manos o con la polla Antonio era un follador de primera. Sabía muy bien cómo llevar al límite a una hembra como yo. A pesar de lo mojada que estaba a Jaime le costó clavármela dentro pero cuando lo hizo y comenzó a bombear mi vagina se adaptó perfectamente al grosor de aquel cipote.
-¿Si me corro puedo repetir? no quiero desaprovechar esta hora -preguntó Jaime.
-La verdad que no lo sé, Antonio no me dijo nada al respecto, imagino que sí dentro del tiempo - respondí sincera.
Me estuvo follando así durante un buen rato, no se corrió. Cuando se cansó me hizo quitarme la casaca y la faldita, ponerme a cuatro patas sobre la camilla. Mis pechos colgaban libres de sujeción, metió la cabeza bajo mi cuerpo y comenzó a lamerme las tetas, mordisqueando los pezones, amasándolas con sus manos al mismo tiempo. Después se colocó a mi espalda y comenzó a lamer mis agujeros alternativamente. Mmm era bueno lamiendo, sí señor, me hizo ponerme a mil, hasta que no pude más y se lo advertí.
-!Me voy a correr! Me tienes a tope Jaime -le dije
-!Dámelo! !Córrete en mi boca! !Dámelo todo putita! -decía hasta que recibió mi chorro de flujo directamente en su boca -Ahh Ahh sigue, sigue, !dámelo todo María! -decía ansioso mientras su boca se llenaba de mis jugos.
Cuando terminé de correrme y me recuperé del orgasmo me hizo bajar de la camilla. De pié, apoyada en ella, me puso el culo en pompa, le quedaba un agujero por probar y no iba a perder la ocasión. Reconozco que me dolió bastante, a pesar de mi excitación, de mi calentura y de la enculada que había recibido por parte de Antonio, la verga de Jaime era demasiado gruesa para mi pobre culo.
En esta ocasión Jaime no pudo aguantar la corrida, regó de leche mi culo, noté aquella inyección de esperma caliente como penetraba hasta el fondo de mis entrañas. -Ahh Ahh !Vaya polvazo! !Que pasada! !Que ganas tenía de follarte María! -gritaba Jaime.
La verdad que mi primer cliente como puta no había ido mal, los dos nos habíamos corrido a plena satisfacción y había descubierto una habilidad especial de Jaime con la lengua que seguro podría disfrutar en futuros encuentros. El tiempo se había pasado rápido, tuve la sensación que iba a disfrutar con mi nueva profesión. No me había sentido incómoda en ningún momento.
-¿Todo bien? -preguntó Antonio al vernos salir. Mi marido había ido a buscar los materiales para colocar la ventana indiscreta que le había pedido su nuevo jefe.
-!Perfecto! María es una zorra de lujo cojonuda -respondió Jaime.
Sinceramente me sentí halagada por aquel comentario delante del nuevo macho que regía mi destino.
-!Dúchate!, !Aséate bien!, voy a escogerte algo de ropa y saldremos para hacer unas compras. Luego podrás ir a la estaticen y al estudio de tatuajes para cumplir tus tareas. - me dijo Antonio mientras acompañaba a Jaime a la puerta para despedirse de él. Quería tener la información de primera mano de cómo me había portado.
Aquella tarde Antonio me compró un montón de ropa, de todos los estilos, desde un vestido de fiesta muy elegante, un par de vestidos de calle bastante provocativos, varias faldas muy cortas, camisetas de lycra bien ajustadas al cuerpo, blusas ceñidas, tops, dos pares de zapatos con tacón de aguja, etc. Un sinfín. Como mujer la verdad es que estaba encantada al ver la alegría con la que gastaba el dinero.
-!Todo esto lo vas a pagar con tu coño zorrita!, el 50 por ciento que me darás de tus ingresos pagarán todo lo que gastemos a partir de ahora. ¿No me defraudaras verdad? -preguntó Antonio con voz seria.
-No, tranquilo. Haré todo lo que quieras, soy tu perra, tu puta y tu hembra - dije sin pensar, pero aquellas palabras habían salido desde lo más profundo de mi ser.
Aquella tarde completé mis tareas encomendadas, mi felpudo presentaba una nueva imagen más cuidada, Seguía poblado pero corto para no ser molesto, la depilación láser recortó la anchura haciéndolo más atractivo para el gusto de Antonio. Lucía un hermoso tatuaje negro con un círculo que rodeaba la A de su nombre justo encima de mi clítoris. Mi marido hizo la obra para poder ver disimuladamente desde nuestro dormitorio la habitación de los masajes, desde el lado de la camilla era un espejo y desde nuestro dormitorio un cristal transparente. Carlos cumplía una de sus fantasías por orden de Antonio que sin saberlo le hizo presuponer con acierto aquel fetiche de mi marido.
Al día siguiente Carlos se puso a disposición de Antonio y comenzó a trabajar en su empresa, firmaron un contrato y lo hicieron todo legal. El trabajo de conductor no era pesado, realizar a pequeñas entregas con una furgoneta a clientes de la empresa de Antonio y plena disposición para hacer de chofer de Antonio cuando este lo necesitase.
Yo comencé mi nuevo trabajo de puta en mi casa, Antonio se encargaba de concertar las citas, una media de seis diarias. Cada día ingresaba una media de 500 a 600 euros, aún entregando la mitad que se quedaba Antonio con la que pagaba entre otras cosas el salario de mi marido y todos los gastos mis ingresos mensuales iban a ser muy importantes.
-Eres mi puta pero también eres mi hembra, yo no necesito el dinero. Con la mitad que me das yo me encargaré de todos los gastos incluidos el salario de tu marido. Quiero que tu parte la ingreses en una cuenta a tu nombre, nunca se sabe lo que el futuro nos deparará a ninguno de nosotros - me dijo Antonio.
Seguí sus indicaciones, creo que era decisión inteligente. Interiormente cada día que pasaba me sentía más atraída por aquel hombre que había aparecido tan de repente en mi vida. Seguía enamorada de mi marido, pero no teníamos sexo juntos sin el permiso o la indicación de Antonio. Por contra comenzamos a practicar sexo los tres juntos, Carlos descubrió con naturalidad su lado bi, le encantaba mamar la polla de Antonio antes de que este me follara y después de que Antonio le penetró analmente la primera vez aquello se convirtió en habitual en nuestras sesiones de sexo. Aquello no impedía que Carlos se excitara enormemente practicando el voyerismo desde nuestro dormitorio. Se pajeaba compulsivamente viendo cómo otros hombres se jadían a su mujer.
Aquel triángulo perfecto estaba demostrando ser una perfecta solución para satisfacer los gustos de los dos. Mi voraz apetito sexual tenía cada día media docena de vergas que lo saciaban y mi marido estaba descubriendo su verdadera sexualidad mucho más bi de lo que jamás se había atrevido a reconocer.
Pd. Terminan de momento las aventuras de María. Sé que a muchos no le gusta la actitud y el papel de Carlos en estas historias pero si lo describo así es porque el personaje real al que representa se comporta de un modo parecido. Soy consciente de mis limitaciones como escritora amateur, cuando escribo no lo hago pensando en lo que los demás desean leer. Quizás sea egoísta pero en primer lugar escribo para mí, lo que siento, lo que me excita, lo que me sale en cada momento. Seguro que nos encontramos en futuros relatos.
Gracias a todos los que siguen leyendo mis relatos.
Un abrazo
MaríaRuizRed