Un trato redondo

No se como sucedió.......

No se como sucedió, pero lo importante es que sucedió. Hasta ese momento yo era una persona normal, un ama de casa como cualquier ama de casa, con su aburrida vida cotidiana. Pero ahí estaba yo desnuda frente a dos hombres, mi marido y su socio.

Soy una mujer normal, por aquel entonces tenia 32 años. No estaba gorda pero tampoco se puede decir que delgada, cabello negro justo hasta los hombros, una 100 de pecho y un culito respingón que era mi mayor atractivo.

Todo empezó durante la cena. El socio de mi marido, un hombre de 45 años pero muy atractivo, acababa de cerrar un trato muy ventajoso para la empresa y para celebrarlo se vino a cenar a casa. Durante la cena no dejo de mirar mi escote y cada vez que yo me levantaba notaba sus ojos clavados en mi trasero, solo cubierto por una pequeña minifalda. Estaba empezando a sentirme violenta. Acabada ya la cena mi marido bajó a la bodega a por otra botella de vino. Me dispuse a recoger la mesa y cuando estaba metiendo los platos en el lavavajillas se me acercó por detrás y pude notar como frotaba su polla contra mis nalgas. Trate de girarme pero me sujeto por la cintura y empujó aún mas fuerte, si no fuera por el pantalón me habría introducido la polla de un golpe. Sin darme tiempo a reaccionar comenzó a manosearme las tetas, yo no quería pero mis pezones se empezaban a poner duros. Eso lo animo a meter una mano bajo mi camiseta y empezó a pellizcarme los. ¡Que cabrón! Esa era una de las cosas que me volvían loca. Cuando me di cuenta mi marido también estaba detrás de mi.

  • Veo que aprovecháis bien el tiempo, ni siquiera me habéis esperado, dijo mientras se quitaba los pantalones.

Ahora empezaba a entender, el lo había planeado todo. Su socio me bajó la faldita de un tirón y ahí quede yo, apoyada en el lavavajillas y solo con el tanga y la camiseta puesta, aunque esta ultima ya estaba por encima de mis tetas. Julio, así se llamaba el, comenzó a lamerme el culo. Pasaba la lengua por mis nalgas y de vez en cuando metía la lengua bajo el fino hilo de mi tanga mientras sobaba con una de sus manos mi depilado, y ya por entonces empapado coñito. Ruben, mi marido, observaba la escena sentado en una silla mientras se pajeaba. Ya completamente desnuda me giré hacia Ruben y comencé a chuparle la polla mientras julio se desnudaba. En un minuto estábamos los tres completamente desnudos. Notaba como Ruben se movía follándome la boca como jamas lo había echo. Julio detrás de mi acariciaba mi clítoris y de vez en cuando metía uno de sus dedos en mi coño, me estaba volviendo loca y sus expertas caricias consiguieron arrancarme un orgasmo. Tras eso se coloco al lado de mi marido y me ofreció su polla. Comencé a lamersela, jugando con la punta de mi lengua sobre su glande para luego seguir lamiendo su tronco y sus huevos. En un momento dado pedí a Ruben que se acercara y comencé a chupársela a los dos a la vez. No se si por el roce entre sus pollas o por mis lengüetazos, o por ambas cosas que los dos se corrieron a la vez. No pude tragar tal cantidad de semen que chorreaba por mi barbilla hasta empapar mis tetas. Seguí chupándoselas hasta dejarlas relucientes y cuando me quise dar cuenta ambos empezaban a tener una nueva erección. Julio me cogió en brazos y me dio un profundo beso, yo coloque mis piernas alrededor de su cintura y el intento penetrarme. Cuando consiguió meterla en mi coño me llevo así, en brazos y ensartada hasta el dormitorio, Julio nos seguía. Me tumbo sobre la cama y comenzó a lamerme el coño mientras Julio mordía mis tetas. Al rato cambiaron los papeles y era Julio el que me comía, era un experto. En menos de dos minutos consiguió arrancarme un orgasmo salvaje, nunca me habían comido el coño de esa forma. Después de lamer todos mis jugos se tumbo sobre mi y empezó a meterme su enorme polla, nunca había tenido un rabo así entre mis piernas. Comenzó un suave vaivén que poco a poco fue acelerando mientras yo volvía a tener el rabo de mi marido en la boca. Notaba que estaba a punto de correrse y yo acelere el ritmo de mis caderas pero me la saco de un golpe seco que me hizo daño. Ruben me coloco en la cama a cuatro patas y comenzó lamer la entrada de mi ano, metía su lengua en el y luego me la ofrecía para un beso intenso durante el cual yo pude probar el sabor de mi culito. Apunto la cabeza de su polla hacia mi agujerito y poco a poco lo fue introduciendo hasta metermela por completo, mientras Julio seguía comiendo de mi coño. Estaba alucinando, quería que esto no terminara, me corrí dos o tres veces mas en esta posición. Acto seguido se cambiaron y fue Julio el que tomo posesión de mi culo mientras Ruben se tumbo debajo de mi y me follaba el coño sin compasión. Así estuvieron durante varios minutos hasta que sentí como mis dos agujeros se inundaban con dos abundantes corridas. Estaba destrozada, me dolía el culo, me dolía el coño y me dolía la boca de tanto chupar pero jamas había sentido un placer tan intenso. Nos levantamos y nos fuimos a la ducha para luego meternos los tres en la cama a dormir. Pero la noche fue muy largar y dormir dormimos muy poco.

Ese trato tan ventajoso para la empresa también fue muy ventajoso para mi ya que desde ese día esas veladas se hicieron habituales y aun es hoy el día en que no soy capaz de gozar con una polla sola.