Un tratado imperfecto sobre el amor, 3

Una receta para dos traiciones

V

Francis.-

“Necesito tu voto para que mi proyecto salga adelante”

“Por favor, déjame convencerte. Quedemos”

Fueron los mensajes enviados por Juan, el director del centro. Un patético intento para lograr que yo aprobara su proyecto. Había intentado que mi opinión fuera favorable a su idea de centro. Para ello, me ofreció su influencia para que yo pudiera conseguir el  traslado a otro centro, una recomendación para lograr ir a Estados Unidos, pero siempre me negué. Leí sus mensajes y respondí,

“No. Ya te he dicho que no. Déjalo ya, por favor. No me obligues a tomar otras medidas. Esto empieza a ser acoso.”

Observé el doble check azul que demostraba que había leído mi mensaje y comprobé que estaba escribiendo su respuesta.

“Esto no va a quedar así, Francis. Vas arrepentirte de tu decisión.”

Respondí

“Que te jodan, Sr. Director de Centro”

Y poniendo en modo silencio el móvil lo coloqué encima de la mesa

-“¿Quién era?” inquirió Felipe

-“El director. Insiste en mi voto”

-“Quizás deberías pensarlo, Fran”

-“No hay nada que pensar” dije seriamente “Y no quiero hablar más del tema. ¿Quieres cenar algo?”

-“Estupendo”, asintió mi compañero.

Volví a vestirme después de todo no era cuestión de cocinar desnuda. Ya había cedido bastante aceptando cocinar pero me negaba a ser una “porno chacha”.

Me dirigí a la cocina, abrí la nevera para ver qué podía hacer con lo que tuviera dentro, cogí un paquete de filetes de pollo, un tomate y una tarrina de queso philadelphia.

Había pan de molde en la alacena. Empecé a freír los filetes de pollo con solo unas pocas gotas de aceite. Dispuse dos platos y cuatro rebanadas de pan sobre la mesa de la cocina. Introduje dos rebanadas de pan en una tostadora y corté dos rodajas de tomate.

Vigile la sartén para que no se quemaran los filetes. Saltaron las dos rebanadas de pan, las unté con el queso y coloqué una rodaja de tomate. Di la vuelta  los filetes y metí las otras dos rebanadas en la tostadora.

Retiré la sartén del fuego cogí un filete de pollo y lo puse encima de la rebanada con tomate, lo cubrí con la otra. Saltaron las otras dos rebanadas de pan y repetí la operación.

En breves instantes, había  preparado una comida para dos. Frugal, sí, pero comida al fin y al cabo. “Y si no le gusta, que lo prepare él”, pensé.

Tomé dos coca-colas de la nevera y una bandeja y fui al salón.

Felipe estaba sentado en el sofá, seguía desnudo cuando se abrió la puerta del piso y entró Ana.

-“Joder, Felipe, veo que tienes ganas de guerra” dijo la que era profesora de educación física y compañera nuestra, “Dame un minuto, voy al baño y nos ponemos al día, que hoy te tengo muchas ganas- Me tienes que compensar por traerte la moto desde el Insti”

Felipe me miró, luego miró a Ana, fijamente, con los ojos muy abiertos y volvió a dirigirlos a mí. Ana finalmente se percató de que yo estaba en la habitación.

-“Vaya, si es nuestra Jefa de Estudios. Qué agradable sorpresa, y ha preparado comida y todo. Qué apañada”

No reaccioné. Me quedé alelada, quieta, sin creer lo que estaba oyendo. Sabía que Felipe y Ana compartían piso pero ignoraba que hubiera algo más y esa forma de hablar, esa familiaridad dejaba bien claro que había algo más.

-“No nos mires así, Mary Poppins”, dijo Ana, “ No me importa que te estés tirando a Pipe. De hecho, podríamos hacer un trío. ¿Te gusta la idea, Francis?. Ahora puedo llamarte Francis ¿no? ¿o era Fran?

-“Basta Ana” intervino Felipe

-“Pero amor, si de verdad que no me importa que nos marquemos un trío con esta estirada. ¿Nunca te has comido un coñito?, Pipe dice que el mío está riquísimo. Y ¿sabes? Estoy deseando saborear tu rajita depilada”

Ana se acercó a mí y lo único que pude hacer fue balbucear

-“¡Qué’ ¿Qué? ¿Cómo sabes lo de mi …?”

-“Shhhh, gatita, no tartamudees, te voy a enseñar algo nuevo”

-“Aléjate de mí, zorra” reaccioné.

-“¿Zorra? ¿De verdad tú me llamas zorra?. Entérate puta vieja, has puesto los cuernos a tu marido con un compañero de trabajo doce años más joven que tú. Te has ido con él a Irlanda y has dejado tirado a tu esposo, al padre de tus hijos. Sí, aquí hay una zorra pero no soy yo” exclamo Ana.

Dejé la bandeja sobre la mesa. Recogí mi chaqueta del sofá y abrí la puerta.

-“Espera, Fran” me suplicó Felipe

Le miré detenidamente y le dije

-“Francis. Llámame Francis”

Antes de cerrar la  puerta volví mi cara a la suya y añadí:-“Eres un hijo de puta, Pipe. Un hijo de la grandísima puta”

Ana se levantó con una mirada feroz y alzando la voz me soltó : - “¿Pero tú qué te creías? ¿Que Pipe iba a casarse contigo’ ¿De verdad pensabas en una vida en común con él?. Baja de la nube, compañera, que ya tienes una edad. ¿Qué hijos vas a darle’ Le sacas doce putos años y eso no es lo peor. Lo peor es que tienes 45 años, ¿Dónde vas con 45 años?”

Me marché. Y a los pocos pasos pude oír a Ana otra vez, asomada a la puerta: -“Debiste aceptar el trío. Al menos te habrías llevado un gustito para el cuerpo”.

Salí del portal de ese edificio. Totalmente humillada, derrotada. No sé cómo pero pude encontrar mi coche. Entré en él, y con las manos encima del volante, lloré.

No sería la última vez que lloraría

VI

Francis.-

Me repuse y arranqué el motor del coche. Tardaría media hora en llegar a casa. Tenía tiempo suficiente para pensar en todo lo que había pasado ese día.

Una montaña rusa de emociones. Sensación de culpabilidad, de libertad, de amor, de vicio, de ira y de humillación.

La humilladora humillada, y todo en unas pocas horas. Tenía razón quien dijo que la realidad supera la ficción.

“Joder” me dije, “Todo a la mierda. Por gilipollas. Por zorra. ¿Qué te creías vieja puta? Ana tenía razón”

Encendí el equipo de música del coche y sonó Louis Armstrong, “Wonderful World”, un CD grabado con una selección hecha por Albert. Siempre grababa un CD con canciones. Odiaba el spotify, le costaba acostumbrarse a las nuevas tecnologías.

Finalmente llegué a casa. No me sorprendió en absoluto la ausencia de la ropa de Albert en sus armarios, ni que la mesilla de noche estuviera vacía. Noté que se había llevado algo de música, y entonces, justo entonces, fui consciente de lo grande que era el piso, el inmenso vacío que dejaba Albert. Sentí frío y me tumbé en el sofá. Cerré los ojos, necesitaba dormir y una siesta me vendría bien.

Cuando desperté, me animé diciendo “Adelante, tú puedes con esto. Hay que desconectar, Fran”, pensé en llamar a Juan, darle mi voto a cambio de su ayuda  para irme a EE.UU. “En unos meses acaba el curso. Es cuestión de meses. Aguanta Fran, coordinas con los niños y nos vamos un par de años a Norteamérica”, desbloqueé el móvil y vi dos vídeos enviados por Juan a mi whatsapp.

De repente se me heló la sangre y mi corazón se detuvo. No podía ser, era imposible. Los dos vídeos eran de los dos escarceos que tuve con Felipe en la sala de profesores. El de hace  tres años y el de este curso. Eso significaba que había cámaras en la sala de profesores y nos habían grabado.

Llegó otro mensaje, “ Vota a favor o será peor”

Llamé al móvil de Felipe,

-“Fran cielo, lo siento”

-“Déjate de rollos, Felipe. Esto es serio. Juan me ha mandado dos vídeos. Nos grabaron, Felipe, Nos grabaron follando. Nos quiere chantajear. Tenemos que denunciarlo a la Inspección.”

-“Espera, espera Fran. No te precipites. Una denuncia no nos interesa a nadie. Joder, piénsalo. Hemos follado en la Sala de Profesores. Nuestra carrera estaría acabada. Me costó mucho sacarme la plaza, Fran. No estoy dispuesto a perderla por una mamada y un polvo. Hagamos lo que dice y santas pascuas”.

-“No, Felipe. No podemos ceder, si cedemos volverá a chantajearnos. Hay que denunciar”.

-“Yo no pienso denunciar, Fran. Haz lo que quieras pero yo no voy a denunciar”.

-“Eres un cobarde, Felipe, un puto cobarde. Albert nunca habría cedido”.

-“Sí, sí, Albert era muy bueno, inteligente, luchador y valiente, lo sabemos. Por eso acabó siendo un cornudo”

-“Vete a la mierda”, le dije y, acto seguido, colgué.

Todo era muy confuso. Demasiadas emociones en tan poco tiempo. No sabía qué hacer. Albert podría haberme asesorado pero esa ya no era una opción.

Llamé a mi hermano. Él sabría aconsejarme.

-“Tienes que interponer una denuncia ante la inspección, y casi te diría que en comisaría también, ¿qué te ha dicho Albert?”  Oí la voz de mi hermano a través del móvil.

-“No quiero molestarle con esta tontería”, mentí

-“Es un chantaje y nada más. ¿Tienes algún modelo de denuncia?”

-“Sí, por eso no te preocupes, te lo envío por email”

Cinco minutos después recibí el email con el modelo de denuncia en formato Word. Rellené la denuncia de manera escueta, solo hablé del proyecto, de mi negativa a votar a favor y de las presiones recibidas, mencioné los vídeos, pero no el contenido.

“Reserva tus mejores armas para la traca final” solía decir siempre, Albert.

Redactada la denuncia la formateé en PDF, la firmé y la presenté en la página del Ministerio de Educación. Descargué el resguardo de presentación y se lo envié a Juan por whatsapp con un mensaje que decía. “Jódete, cabrón”

Diez minutos después, recibí un vídeo. Esta vez de Felipe …

Es curiosa la capacidad que tiene la vida para sorprenderte. Cómo el destino va poniendo a todos en su sitio.

En efecto, el vídeo era de Felipe. El muy  malnacido había grabado la mamada que le hice en su casa. Junto al vídeo, un mensaje “Retira la denuncia”

Juro que desconecté. Algo en mí hizo click y desconecté. Así de fácil, asi de simple. Le di al play para ver el vídeo. Mis ojos empezaron a llorar. En el vídeo no había una diosa del sexo que se desnudaba eróticamente y se lanzaba con sensualidad felina a un dios apolíneo del sexo. Mis movimientos eran torpes y carentes de agilidad alguna, mis pechos figuraban pequeños, caídos. Lloré durante toda la duración del video.

Ana tenía razón. Era una vieja haciendo una felación a un joven. Una vieja chupapollas y que, además, le preparaba la comida.

Vi el video tres veces más. Me castigué, lloré, hipé. Agoté todo lo que podían dar de sí mis ojos. Y pensé “Lo sabía todo. Por eso nunca recibió ningún mensaje de Juan. Ya tenía su voto”

No sabía qué me dolía más si haber sido tan infiel o tan ingenua. Ya daba todo igual. Apagué el móvil, apagué la luz.

“Mañana o pasado mañana retiro la denuncia y pido traslado  donde sea”