Un tratado imperfecto sobre el amor, 11

Sobre cómo la desesperación y el dolor te lleva a equivocarte para que la estulticia saque partido

IV

SEXO, DROGA Y ROCK´N´ROLL

JUEVES 14 de septiembre de 2019

1:30

Albert.-

ME SORPRENDO DEL BULLICIO

Y YA NO SÉ QUÉ DECIR

CAMBIO LAS COSAS DE SITIO

MANERAS DE VIVIR

19:00

Lara.-

Otro jueves ajetreado. Esta mañana he ido a ver a Alberto. Solo por pasarme, para comprobar que estaba bien, como si necesitara verle para iniciar el día.

Tras la visita obligada a la habitación 207 me he dirigido al local para hacer el correspondiente listado de bebidas para comprar. He revisado las cámaras y he llamado a los diferentes proveedores. Es mejor que me traigan unos cuantos barriles de cerveza más, el jueves suele ser fuerte.

Sobre las 12:00 empiezan a llegar los camiones: la cerveza, la coca-cola, el vino, el vendedor de los frutos secos y variantes y también el de los vasos de mini. La rutina del pedido, el día a día de un bar de copas.

A las 15:00 me he ido a casa, un comida basada en un bocadillo de anchoas y un bote de coca-cola zero, una pequeña siesta y a las 18:00 de la tarde al garito.

Abro a las 18:30, por lo que dispongo solo de media hora para echar el serrín por el suelo del local y echar el ambientador, comprobar que todo funciona y, ahora sí, abrir.

Normalmente hasta las 20:00 no empieza el jaleo, por lo que suelo aprovechar esa hora y media para ponerme algo de la música que me gusta, un poquito de jazz suave de los 40 y 50, algo de soul  y rythm and blues, es el pequeño regalo que me hago todas las tardes.

Luego iré introduciendo poco a poco algo de blues y pasaré por el rock, el pop-rock, hard rock, pasaré a pinchar algo cañero, y terminaré la jornada con blues y vuelta al jazz.

A las 21:00 aparece Jose y, por alguna extraña razón, todo mi cuerpo se pone en alerta. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué tengo esta extraña sensación de que algo no va bien con Jose?

-Buenas noches, Lara ¿cómo va la noche?

-Como siempre, en mi línea

-¿Sabes algo de Albert?

  • Ahí está, luchando. Parece que en unos días podrán quitarle definitivamente las vendas de la cara, aunque sigue en estado de coma. Ya me he hecho a la idea de que esto va para largo. ¿Quieres tomar algo?

  • Sí, venga, ponme un tercio. No te preocupes, Albert es un tío fuerte, saldrá de esta. Me preocupa más Francis.

-¿Y eso, por qué? Ni siquiera se ha pasado a verle.

-Toma claro, como que no sabe nada de lo que ha pasado

-¿Me estás vacilando, Jose? ¿No la has llamado?

-No ¿para qué? ¿no han cortado? Que se joda

-Joder, Jose que es su mujer

-No, Lara “era” su mujer. Coño, que le puso los cuernos con un compañero de curro, Lara. Que le han pegado la paliza en la puerta de su casa ¿y no se ha enterado? ¿Qué pasa? ¿No oyó las sirenas de la ambulancia, ni vio a la policía? Joder, está claro que ha pasado.

  • Mira, Jose yo solo digo que si fuera mi esposo el que está en el hospital y tú no me dices nada, no vuelvo a dirigirte la palabra en lo que te queda de vida.

-Coño, pues llámala tú, no te jode. Tú también la conoces.

-Sí, claro. Bien pensado. La llamo yo, que he sido compañera de trabajo de Puertas de toda la vida  y le digo que su marido está en el Hospital y que le estamos cuidando entre Esther, Patricia y yo. Estoy seguro de que lo va a comprender.

No le  caigo bien, nunca le he caído bien a Francis, siempre ha procurado mantenerme alejada de Puertas. No, Jose, se lo tienes que decir tú.

-Mira Lara, no la voy a llamar. Por lo menos ahora. No quiero tener que estar aguantando historias de nadie. Además no sé cómo reaccionaría, lo mismo la mando a la mierda y la llamo zorra.  Ponme otro tercio, anda

-Tú verás, José. Yo solo te digo que vas a quedar como el puto culo delante de Francis, erais amigos y te lo va a echar en cara. Toma tu tercio. Por cierto, son siete pavos.

-Joder Larita, ¿me vas a cobrar?

-¿Perdona? ¿Qué si te voy a cobrar? Pues claro que te voy a cobrar, dame siete pavos.

-Coño, Larita a Albert no le cobrabas.

-Mira Jose, vamos a dejar las cosas claras ¿vale? Punto Primero: Tú no eres “El Puertas”. Punto Segundo: Siempre le proponía invitarle y ¿sabes qué? Nunca aceptó que le invitara. Simplemente nunca hizo falta que le dijera “Págame”. Según pedía pagaba, y, Punto Tercero: a mí “Larita” solo me llama el Puertas y ¿sabes qué?... me remito al Punto Primero.

-Siempre has sido una listilla, Lara. Te crees que porque estás muy buena y tienes tu local está por encima de los demás pero no es así. Eres una más, no eres especial.

-No necesito ser especial, Jose, lo que necesito es que me pagues los  siete euros. Esto es muy sencillo un tercio son 3,50, dos tercios son 7 euros. Matemática pura.

-¿Sabes qué, aquí tienes tus putos siete euros, gilipollas? Métetelos donde te quepa.

-Eso es. Muy bien.

-Bah, me voy de este garito, no merece la pena discutir contigo.

-Psst, Jose

-¿Ahora qué pasa?

-Te invito a un tercio. La tercera consumición siempre la paga la casa. Ja, ja, ja

  • Mira que eres cabrona, Larita

  • Anda, no te enfades, las reglas son las reglas, Jose y esto es un negocio. Fuera de la barra te invito a lo que quieras pero dentro del local quien consume paga.

-Ya, ya, lo entiendo, perdona tía, todos estamos un poco alterados y esto nos ha cogido fuera de juego. Venga, va ponme ese tercio.

-Toma, anda pero con una condición

-¿Cuál?

-No me vuelvas a llamar Larita, ¿vale?

-Hecho.

Joya.-

A veces, necesito alejarme un poco del ambiente en el que me muevo para poder ver con perspectiva todo lo que me rodea. Aún no sé quiénes han sido los que casi han matado a Alberto. Pero la teoría de los nazis no me cuadra en absoluto. No me lo creo. Alberto sacó a muchos skin-heads de apuros desde hace15 años.

El barrio en el que vivimos está plagado de skin-heads y ya sabéis lo que pasa con esta gente. Se meten en problemas continuamente, cada dos por tres tienen movidas y hace años podías garantizar que Albert defendía a los nazis por lo menos dos o tres veces por semana.

Lo sé porque más de una vez me pidió ayuda para que le acompañara a los juicios. No es que tuviera que hacer nada, solo acompañarle y dejarme ver. Con eso bastaba. Y lo cierto es que todos esos años en los que “El Abogado” (así le llamaban los rapados”) les sacó de líos le sirvió para granjearse el respeto de todos ellos.

¿Y ahora le iban a pegar una paliza? Imposible.

Llevaba días entrevistándome con todos los rapados, visitándolos en sus garitos, tomando minis de birra con ellos.

No han sido ellos.

Es más, los más veteranos estaban encabronadísimos con lo que le habían hecho a Alberto. Juraron no solo que no habían hecho nada sino que se lo harían pagar al que hubiera sido. Les creí, estaba y estoy absolutamente convencido de que aquí hay algo más, pero se me escapa qué puede ser.

Tenía una sospecha pero es que no me cuadraba en absoluto. “Ya volveré a ella cuando no me quede otra salida” me dije.

Estaba claro que necesitaba descansar un poco, aparcar mis deducciones y tomarme algo por lo que decidí irme al “Juli”.

Siempre me gustó ese garito y la tal Lara me cae de puta madre y, además, está muy buena y le caigo bien. Decidí ir allí y tomarme unos pelotazos, para relajarme un poco.

Eran las 22:00 cuando entré al local, ahí estaba Lara y también Jose. “Joder”, pensé, “la de tiempo que hacía que no veía a Jose”. Me acerqué a la barra y pedí un Gin-Tonic. Lara me miró y preguntó, “¿Algún ginebra o alguna tónica en especial?

-“No”, respondí, el Larios con tónica de toda la vida, mientras que no sea de garrafa me vale.

-“Yo nunca vendo garrafa, Joya”

-“Lo sé, Lara, lo sé” dije mientras Lara me servía el pelotazo y se dirigía al equipo de música a poner otra canción.

-¿Qué, Jose cómo va el tema, has averiguado algo?

-Qué va, Joya. Sigo dándole vueltas al asunto, fíjate que tengo la matrícula del coche, pero no me soluciona nada, era una matrícula robada. No sé, me parece todo muy preparado y el ensañamiento que tuvieron con él, joder me tiene despistado.

El caso es que no conozco a nadie que pueda odiar de esa manera a Albert.

-“Tienes razón, colega, hay algo muy raro en todo este tema. Me he estado moviendo por los garitos nazis pero nadie dice nada. O no saben o lo ocultan muy bien. En fin, seguiré indagando por ahí. Algo saldrá, siempre sale.

Por cierto, sigues parando por el despacho de Albert, ¿no?”, pregunté con toda la intención. No me gustaba que se pasara tanto por el despacho, no sé qué pretendía demostrar Jose con esa actitud pero la verdad sea dicha, ahí no pintaba nada.

-Sí. Ya sabes, para controlar un poco el tema

-¿No te fías de las chicas?

-Sí, sí que me fío

-¿Entonces, qué haces ahí?

-Joder, tío, ¿te pasa algo conmigo?

-Qué va, es solo que me extraña que estés ahí todas las tardes, que yo sepa no eres abogado y tampoco le has dicho nada a Francis. No sé, me extraña que estés controlando todo.

-Joder, lo único que hago es velar por los intereses de Albert, no tengo que demostrarte nada, Joya.

-Ya, si claro que no me tienes que demostrar nada pero tampoco tienen que demostrarte a ti nada las chicas, y estás ahí metido que pareces el Corleone.

-No estoy muy seguro de que me guste mucho por donde va la conversación, Joyita.

-Que te guste mucho o poco o nada es algo que me trae sin cuidado, solo digo que las socias de Alberto son ellas, no tú y que lo suyo es que dejes ya de ir por el despacho que, además, canta mucho que estés ahí metido.

-¿Me estás dando órdenes, Joyita?

-Mira, voy a dejarte una cosa clara, a mí, Joyita no me llama ni mi padre o sea estás advertido. Y no, no te doy órdenes simplemente te sugiero que no vayas más al despacho. Y no te me enfades, Jose, que lo digo para no joder la marrana.

-Me estáis dando la noche Lara y tú, ¿Sabes qué? … No voy a ir más al despacho, luego si hay movidas se lo explicas tú a Albert.

-Eso haré, tío. Venga va, no te rayes

-Lara, hazme el favor, ponle un tercio a Jose y a mí ponme otro Gin Tonic y dime qué te debo.

  • Son 17,50 Joya

-Toma 20, el resto, bote.

-“Ahí lo llevas, Joya. ¿Ves, Jose? Así es como se hacen las cosas” dijo Lara mientras me guiñaba un ojo y esbozaba una sonrisa.

-“Vete a la mierda, Lara”, dijo Jose

Y nos reímos los tres.

A las dos horas, Jose cambió los tercios por los Gin Tonic, Lara se había bebido ya siete chupitos de tequila y yo me apretaba el sexto pelotazo. La verdad, hubo un buen rollo de la hostia. Los tres colegas de Alberto, charlando, riéndonos y contando anécdotas de nuestro colega, entre trago y trago mientras Lara atendía a la clientela y pinchaba música.

A la 1:00 de la madrugada se fue el último de los clientes y nos quedamos los tres.

-“Venga, coño, hoy nos quedamos aquí a tomar algo” dijo Lara, “invita la casa”

Bajó el cierre casi a la mitad para demostrar que estaba cerrado y apagó casi todas las luces.

-Ahí va, ronda de chupitos, pero esta vez de tequila”, bramó Lara para acto seguido servir tres chupitos, darnos a Jose y a mí una rodaja de limón y la raya de sal.

-“Por Puertas” exclamó Lara

-“Por Puertas” gritamos Jose y yo

De un trago y el chupito boca abajo. Sí señor, así da gusto. Nada supera una buena sentada de colegas.

-“Otra más”, insistió Lara, “pero se me ha acabado la sal”

-“No te preocupes por la sal, Lara, tengo otras rayas para aliñar el tequila” dije sonriendo y sacando mi “estuche del sueño” de la cazadora, dispuse tres rayas de coca, de la buena sobre la barra, pasé mi cánula de acero inoxidable a Lara y mirándome, se apretó una de las tres rayas. Acto seguido entregó la cánula a Jose,

-Qué va, paso

-“Va, coño un día es un día” dije

-Que no, que yo ya tuve bastante de esta mierda

-“Joder, Jose, aunque sea por Alberto”, insistí

-“Precisamente, por eso, por Albert jamás lo haría” opuso Jose

-“Déjale, Joya, si no quiere, no quiere” indicó Lara, “a más cabemos”

-“Guay”, celebré, metiéndome la raya por la tocha. “Ufffff, mitad y mitad, Lara”

-Venga, va.

Entre los dos nos apretamos la tercera raya de coca. Íbamos bien puestos, los tres, unos más, otros menos pero íbamos serviditos, llenos de esa euforia que nos da el alcohol y la coca, cualquier cosa para apartarnos de esa realidad que nos rodeaba, buscando mitigar esa sensación de pérdida que nos atenazaba saber que nuestro amigo estaba más allá que acá.

Y en esas estábamos cuando le dije a Lara:

-Joder, siempre te he admirado. Me parece que eres una campeona.

-“Lo mismo digo, Lara -añadió Jose-, siempre se habla de la mujer empoderada, del prototipo feminista como contraposición a la mujer femenina. Como si solo se pudiera ser feminista atacando al hombre. Sin embargo, tú, Lara, has empezado de camarera y ya tienes tu negocio, a base de esfuerzo y lucha, sin rendirte, sin sentirte acomplejada ni inferior y sin renunciar a tu femineidad o, mejor casi, sin aprovecharte de tu femineidad. No has renegado de la sensualidad que tienes y eso te convierte en alguien especial una “rara avis” como diría Albert, mujer, feminista y femenina, con un conocimiento, diría que preciso, de lo que es la vida. Con toda su dureza, con la crueldad que emana la vida en estos barrios alejados de la mano de dios pero, a la vez con esa preciosidad que se desprende de ti, esa belleza salvaje pero profundamente erótica y entrañable.

Estoy seguro –continuó su discurso- que has conocido a muchos hombres, que has interrelacionado no solo a nivel sexual sino niveles más profundos y que has dejado huella en todos ellos. Una mujer como tú, tan independiente, tan suya, marca a los tíos. El mismo Albert siempre te ha tenido respeto y admiración, y eso es mucho decir, Lara, porque alguien tan nihilista como Albert rara vez siente algo que no sea indiferencia por los demás.”

-“Joder, Jose –susurró Lara bajando los ojos- no sé qué decir … gracias, hombre. No sabía que tuvieras ese concepto de mí.”

-Es lo que siento, colega. Perdonad la chapa, pero en cuanto bebo un poquito se me suelta la lengua cosa fina.

-Ya te digo, tronko, vaya charlitas que nos has colado –añadí, para rebajar un poco el muermo que acababa de introducir en el encuentro- y Lara ¿has conocido a muchos tíos?

-“Unos cuantos, Joya” confesó Lara

-“Estoy seguro que has tenido que tener unas experiencias de la hostia. Seguro que has gozado del sexo mogollón. Ja, más que yo seguro” continué

-Sí, sí que gozado del sexo, ja, ja, he tenido mis orgasmos y mis noches locas. De hecho te diré que me precio de que sabía cómo iba a besar una persona solo con mirarla y cómo iba a follar únicamente bailando con él una canción lenta. Pero si te digo la verdad, la mejor experiencia que he tenido ha sido hace bastante poco y fue genial

-“Vas de farol, Lara, y lo sabes, ja, ja” insinué para picarla. Estaba claro que los tequilas y las rayas de coca estaban empezando a surtir su efecto. De verdad que no tenía pensado hacer nada especial esta noche, solo quería tomarme unos pelotazos, escuchar algo de música e irme a la piltra. Pero la cosa se había ido calentando poco a poco y me pareció ver cierto destello en Lara que no supe identificar al principio pero que se fue haciendo más y más brillante según tomábamos tequilas y tras ponerlos las preceptivas rayas. El discurso de Jose fue definitivo.

La dosis justa de halago y reconocimiento, con educación, con labia. Reconozco que Jose tenía un piquito que estaba a la altura del mismo Alberto aunque nunca hubiera pensado en que la noche podría acabar así pero qué coño, un día es un día. Viendo la posibilidad inicié mi siguiente movimiento,

-“¿Qué te parece, Lara, si te ponemos una venda en los ojos y Jose y yo te damos un beso con lengua? A ver si descubres quiés es quién”, lancé la caña

-¿Me estás vacilando, qué te crees que soy una golfa?

-Nooo, para nada, Lara, joder. No seas así, es por pura curiosidad. Verás yo no he sido muy ligón por lo que a mí esas cosas se me escapan, pero es que no me puedo creer lo que me dices.

-Joder, Joya –intervino Jose- creo que te estás pasando. Deja a Lara en paz. Nos hemos tomado unos pelotazos y lo estamos pasando bien no jodas ahora una bonita velada.

-Venga, va –se lanzó Lara a por el cebo- acepto el reto pero con una condición, esto no sale de aquí ¿vale?

-“Por mí, cojonudo. Tienes mi palabra” dije simulando la alegría que tenía por dentro.

-Tienes mi palabra, Lara

-¿Y cuál es mi premio si acierto? –preguntó Lara- porque aquí no veo yo el beneficio para mí por ningún sitio

-Está bien, -dije- si aciertas Jose y yo trabajaremos para ti los próximos cuatro fines de semana, esto es, viernes, sábado y domingo.

-Hecho” concluyó “ A ver esa venda, pero antes una ronda más de chupitos y otra de coca

-“Cojonudo” exclamé dando dos golpes sobre la barra.

Tras la ronda de tequila y tras esnifarnos otra rayita de coca tanto ella como yo, procedí a ponerle una venda en los ojos y la senté en la barra del bar. Iniciamos el juego y, por supuesto, hice trampas.

-Cada uno de nosotros te vamos a dar tres besos. Los tres con lengua. Y vas a tener que decir el orden en el que te los hemos dado ¿vale?. Para que no haya líos grabaremos los tres besos en un único móvil, el mío

-Eso no era lo acordado, -opuso Lara- pero acepto.

-¿Estás segura?, mira que te puede echar para atrás

-Que sí joder, acepto

-Venga, iniciamos el reto

Primero la besé yo. Fue un beso húmedo, prolongado, jugué con su lengua, mordisqueé sus labios, pensé que si fuera el único beso que le iba a dar lo suyo es que mereciera la pena.

Finalizado el beso, le tocó el turno a Jose. Este, puso su mano sobre la mejilla derecha de Lara y la besó, también duró lo suyo y noté que bajó su  mano derecha por la cintura de Lara. Lara prolongó un poco más el beso y cuando terminó dijo: “Joder, qué bien besas”.

Cuando fui a entregarle el móvil, hice una seña a Jose y le indiqué que nos cambiáramos las camisas. Aunque se extrañó de la proposición, me cedió la suya con una sonrisa. También le señalé que no tocara la mejilla ni la cintura.

Con un gesto de asentimiento, Jose inició el segundo beso. Mordisqueando los labios de Lara y acariciando su mejilla izquierda, esta vez no bajó las manos a la cintura sino que se apretó contra ella, metiéndose entre sus piernas y acariciando su muslo izquierdo. Pude observar cómo Lara movía casi imperceptiblemente su pelvis para acomodarse al cuerpo de Jose, abriendo un poco más las piernas.

-“Joder, tío, has mejorado el beso de antes” dijo confiadamente Lara. Estaba claro  que nos había confundido.

Llegó mi turno nuevamente y le cedí el móvil. En esta ocasión le acaricié las dos mejillas e inicié mi beso. Sin mordisquitos, entreteniéndome con su lengua, acariciando con mis manos su cintura, intentando meter mis manos por debajo de su jersey mientras Lara pugnaba por apartar mis manos, me apreté contra ella, hasta notar como los pezones de sus pechos se ponían duros.

-“UUUfffff”, susurró, Lara

Nuevo intercambio de camisas, nuevo guiño a Jose. Le entregué el móvil y le dice muy despacito: “Repite mi beso que esta cae hoy, fijo”.

Y repetí mi beso, mordisqueé sus labios, introduje mi lengua y volví a meterme entre sus piernas, me alcé usando una silla, y coloqué mi polla dura y prisionera de mis vaqueros a la altura de su coño, abiertas sus piernas. Pude notar un calor que emanaba de su entrepierna cuando, inesperadamente, Jose apareció por detrás de ella y comenzó a besarle el cuello. Despacito, pasando su lengua, lamiendo su oreja y metiendo sus manos por debajo de su jersey.

Comencé a sonreír, aquello iba de lujo. Continué besándola, chupé su barbilla, mientras Jose se esmeraba en su cuello, no té como Lara movía su pelvis a la búsqueda de mi paquete mientras Jose subía su jersey, hasta que aparecieron dos hermosos pechos, con sus pezones erguidos, duros, Lara alzó sus brazos y, desde atrás, José le quitó el jersey comenzado a besar su espalda mientras yo me entretenía con los pechos de Lara, totalmente desbocada.

Estaba ya muy suelta, nuestra querida amiga se bajó sus pantalones juntos a sus bragas a la vez que yo me quitaba los pantalones, seguí entreteniéndome con sus tetas, pasando mi lengua, mientras ella se abandonaba, colocaba los brazos por detrás de su espalda sin notar que Jose se había desnudado completamente e irguiéndose encima de la barra puso su polla a la altura de la boca de Lara.

Mi excitación iba en aumento mientras observaba cómo Lara engullía el prepucio de Jose. La imagen causaba morbo, Lara con los ojos vendados, tragando esa barra de carne que le había introducido nuestro amigo común, poniéndose en cuclillas y exponiendo abiertamente su raja para que yo pudiera empezar a comerme ese coño, húmedo, caliente y pensé: “A caballo regalado…” y entonces dejé de pensar y me limité a mamar su clítoris, como si fuera un recién nacido,  mamadas persistentes, con un movimiento continuo, sin detenerme y cuando noté que empezaba a abrir la espita introduje mis dedos índice y anular dentro de ella.

Lara no podía hablar, estaba tragando polla, claro, Jose no la daba tregua, empezó a follar su boca y Lara ser perdía, imagino que irremisiblemente, dentro de su propia lujuria, y aumentó el movimiento de su pelvis, restregando bien su coño en mi boca y disfrutando de la follada que le practicaban mis dedos. De repente, se detuvo, y empezó a temblar mientras manaba caldo desde su interior hacia mi boca, al principio poco pero después estalló,  inundó mi boca de esa leche tan especial que regalan las mujeres que son bien tratadas. Saqué los dedos de su vagina y dirigí mis manos a sus pechos, pellizcando sus pezones, otra vez. No pudo seguir en cuclillas y procedió a sentarse, abriendo bien las piernas y aproveché ese movimiento para coger de mis pantalones una raya de coca más para aplicar una parte a su coño y otra a mi pene, estaba decidido a darle el máximo placer.

Jose sacó su falo de la boca de Lara y, quitándole la venda, la besó en los labios, “Te voy a follar, Lara” le dijo. Ella no replicó, simplemente se tumbó boca arriba y se dispuso a ser penetrada, pero yo no estaba dispuesto a que fuera Jose el primero que se la tirara. “De ninguna manera”, dije, “Este chochito me lo follo yo, colega”.

No oí ninguna oposición por lo que hice un bulto con mi ropa y se lo puse a Lara debajo de su cintura, elevando de esta manera su pelvis para facilitar la follada. A su vez, Jose dispuso su cuerpo lateralmente a lo largo de la barra, poniendo nuevamente su polla a la altura de la boca de Lara.

Introduje mi miembro en un chocho que derramaba flujo, entrar resultó facilísimo, apenas tuve que hacer un pequeño esfuerzo, “cuchillo caliente dentro de mantequilla”, esa fue la imagen que me vino a la mente. Mi rabo necesitaba marcha, la coca hacía pleno efecto e inicié un “mete-saca” veloz, rápido, quería matarla a polvos y quería hacerlo deprisa, correrme dentro de ella, llenarle el coño de semen, que chorrearan sus muslos con toda mi leche, meterle polla e impregnarla de tal manera que saliera lefa por sus narices, ese era mi pensamiento. Una estupidez, claro, una idea peregrina provocada por el alcohol y la cocaína. Pude oír los gemidos de Jose aunque eché en falta los de Lara y, por alguna extraña sensación, dirigí mi vista hacia la puerta de la entrada y pude atisbar un pequeña luz roja, apenas perceptible pero supe lo que eso significaba.

Alguien nos estaba grabando con un móvil o con una Tablet, el cierre seguía echado por la mitad pero el que fuera estaba claro que había conseguido arrastrarse por debajo del cierre metálico y estaba grabando, probablemente para luego pajearse.

“Está cerrado, hostia” grité, y pude observar como la luz desaparecía y una sombra se echaba para atrás dando un pequeño golpe con la cabeza en la verja para escabullirse en la noche.

Ese gritó debió despertar algo en Lara porque luchó para quitarme del sitio que me había buscado entre sus piernas, mi pene estaba a punto de regalar un buena dosis de crema pastelera y, francamente, me apetecía aplicarla en la boca de Lara, pero ese agujero estaba lleno de carne de Jose. Parecía que no sabía hacer otra cosa que follar una boca. Le oí decir, “Joder, Lara, que bien la chupas, cómo me encanta follar esa boca de golfa que tienes, qué bien zorrita, chupa, chupa, guarra, que sé que te gusta”.

Pero no le gustó a Lara porque después de oír esas gilipolleces, nuestra querida amiga sacó el pene de su boca para cerrarla y detener la felación. Eso no detuvo a Jose quien, por lo visto, estaba a punto de correrse y, en un último instante, y guiñándome un ojo dijo: “Qué puta eres, Larita”

“¡¡¡Que no me llames Laritffffggggggg!!!” intentó terminar la frase, Lara. Y digo intentó porque justo cuando abrió la boca,  José dirigió toda su corrida a la boca de ella, coincidiendo con mi explosión, es decir, la boca de Lara se llenó de nuestra leche. Nos miró como quien no se cree lo que estaba pasando. Su boca entera chorreaba semen, escupió todo lo que tenía, pero el daño ya estaba hecho. La imagen que se me quedó grabada fue la de una mujer que estaba empapada de semen que resbalaba de su boca a sus pechos, deslizándose hacia el ombligo.

No pude evitar reirme. “Ja, ja, ja, que hijoputa eres, Jose. Qué bueno”

-“Va, tío, crema para el cutis” me respondió el colega.

Lara, en cambio, dijo: “Sois unos hijos de la gran puta, los dos. Coged vuestra ropa y largaos de aquí. No os quiero volver a ver en mi vida, cabrones”

-“ Joder, tía no te pongas así. Ya sabes lo que dice el anuncio… un gran vaso de leche, en cada tableta” se burló Jose

-“Ja, ja, ja, te sales, tronko, te sales” acompañé de buen gusto su broma

-“¡¡Que os larguéis de aquí, pero ya!!” gritó Lara.

-“Vale, vale, coño ya nos vamos. Joder como se pone, encima que le hemos dado salami del bueno se nos mosquea”, siguió Jose

-“Es verdad, es verdad… ahora sé lo que se siente al ser un hombre objeto, ja, ja,ja” añadí. “Por cierto, Lara no nos has dicho el orden de los besos”

-“¿Y qué más da eso Joya?, quiso polla y tuvo polla, ja,ja,ja. Joder, hoy estoy que lo tiro” finalizó Jose su show.

Salimos del local, pero me quedó la sensación de que Lara no se quedó muy conforme con nosotros, me pareció que no querría repetir con nosotros.

Jose y yo nos despedimos en la puerta de “El Juli”. Bajamos el cierre un poquito más para que diera más sensación de estar cerrado.

-“Lo malo es que no voy a poder volver a este garito y su música me gustaba, joder”. Dijo Jose mientras sonreía.

-A mí me da lo mismo si te soy sincero, lo mío son las rumbas. Nunca había venido antes, para ser mi primer día he hecho un completo.

-A eso se le llama entrar por la puerta grande, Joya

-Ja, ja, ja, no habría estado mal entrar por la puerta de atrás también

-Ja, ja, ja, lo siento tío, te he cortado el rollo, pero es que tenía muchas ganas de correrme en la boca de esa golfilla presuntuosa.

-Yo no la veo como una golfilla, pero sí que la va la marcha, qué bien folla la “jodía”

-Bueno, tío, me tengo que ir ya es tarde. Nos vemos, Joya

-Nos vemos, Jose.

Y con esa frase nos marchamos cada uno por  nuestro camino.

V

ERRARE HUMANUM EST

Viernes, 15 de septiembre de 2019

2:15

Lara.-

Son unos cabrones.

Me pasé de frenada, me equivoqué. Ni siquiera puedo decir que no sabía cómo eran estos dos babosos. No sé qué me pasó, qué es lo que me pudo confundir para llegar a entregarme a ellos.

Supongo que echaba de menos a Puertas. Quise ver en Joya y Jose partes de Alberto al igual que veía en mí algo de él.  No lo tengo claro, me sentía tan triste, tan sola, tan desesperada que pensé que estar con ellos sería como estar con Alberto, como si al unirnos los tres pudiéramos rememorar de alguna manera a Puertas.

Supe, en cuanto me tomé mi primera raya de coca que iba a cagarla, pero no sabía que tanto. Me miro ahora en el espejo del cuarto de baño del local y veo mi boca, mis pechos y mi vientre llenos de semen, mi pelo alborotado, mis ojos rojos y mi sexo ardiendo. Todo consecuencia de la cocaína.

¿En qué momento pude pensar que Joya y Jose serían como Alberto? ¿Cómo me pude equivocar tanto? Solo puedo achacarlo a que me sentía desolada y necesitaba compañía, necesitaba descargar dolor y ellos eran sus mejores amigos. Pensé en una especie de amor comunal, chorradas, idioteces provocadas por el tequila y por la cocaína.

Y el juego, ese juego de mierda, con los ojos vendados supe perfectamente quien me besaba. Primero Joya, luego dos veces seguidas Jose y otras dos veces seguidas el Joya.

Pero Jose tenía razón en una cosa ¿qué más daba el orden?. Habían sido tan cariñosos conmigo, tan educados que no lo vi venir, hasta que el cabrón de Joya me puso cocaína en mi sexo, hasta que Jose empezó a follarme la boca más violentamente hasta que, inesperadamente, oí a Joya decir: “Está cerrado, hostia”

Enfoque mis ojos hacia la puerta y pude observar como un punto rojo se desvanecía en la sombra y un bulto se agachaba por debajo del cierre. “Nos están grabando”, pensé, “mierda, mierda” e intenté sacar el miembro del Joya de mi vagina y apartarme de Jose. Pero no me permitía que dejara de chuparle el pene, seguía dentro de mi boca mientras me insultaba.

Todo ese cariño que había mostrado se había vuelto ira, violencia, no había dulzura sino rabia. Aquello no iba de tres personas entregándose mutuamente para alcanzar alguna especie de conexión, aquello iba de desquite, de ponerme en mi sitio, de demostrarme que yo no era más que una puta que se dejaba follar por dos sinvergüenzas como ellos.

Nada que ver con Alberto, muy lejos de él. Esto era una humillación en toda regla, la corrida de ambos en mi boca no era de entrega, ni siquiera de marcar territorio o de señalarme como su amiga sino más bien de desprecio pero en Jose detecté algo más… resentimiento.

Eso es, resentimiento hacia mí o hacia algo o alguien. Por eso hizo bromas por eso quiso continuar con el menosprecio, no se había corrido sobre una cualquiera, se había corrido sobre mí. Me buscó, me poseyó y, después, se corrió sobre Lara, una actitud despectiva, déspota.

Fue a hacer daño.

Y, Joya… otro canalla más. Un aprovechado que vio la oportunidad de echar un polvo fácil y rápido y actuó en consecuencia. El error fue mío. Ni siquiera fue una calentura. Eso sería minimizar mi fallo.

Tengo la horrible sensación de que he perdido a Alberto y de que no voy a poder recuperarlo. Me he entregado a sus dos amigos. Cada vez que los vea pensará que estuvieron conmigo, que me compartieron y que me tragué parte de su semen. Es cierto que me prometieron que no dirían nada a nadie pero tengo la certeza de que esto va a salir a la luz, de que Alberto va a enterarse de mi polvo.

No tengo ninguna obligación con Alberto. No somos pareja, no somos nada, no me puede echar nada en cara, pero le he perdido. Lo sé. Mierda.  Tantos años esperando a que se divorciara y cuando estoy tan cerca la pifio.  Tanto nadar, para morir ahogada en la orilla.

2:30

Albert.-

VOY CRUZANDO EL CALENDARIO

CON IGUAL VELOCIDAD

SUBRAYANDO EN MI DIARIO

MUCHAS PÁGINAS

Patricia.-

Me gusta estar aquí, en esta habitación, a tu lado. Me reconforta ver como tu pecho refleja una respiración acompasada, tranquila. Creo que es la primera vez que puedo disfrutar de tu presencia.

Observo tu cara por primera vez desde hace tantos días. Esta tarde te han quitado las vendas y he podido observar las cicatrices que cruzan tu rostro, pasado mis dedos por esas terribles heridas que recorren tu cara. Hay una marca, amor mío, que se inicia por encima de la ceja de tu ojo izquierdo, atraviesa la misma, y me estremece que no haya pelo por donde cruza la herida, desciende esa especie de línea de dolor por tu pómulo y recorre tu mejilla hasta alcanzar la parte baja de tu mandíbula. Es la más notoria por su anchura, por su color rosado, por su extensión y porque divide tu cara.

Sigo recorriendo las diferentes huellas de esa noche, grabadas con el acero del puño americano por toda la extensión de tu rostro. Tu labio inferior roto por tres sitios, el superior por dos, y no me atrevo a rozar los puntos de sutura que unen las heridas de tu boca porque me da por pensar que te puede doler y que, en tu inconsciencia, vas a notar el daño y te vas a esconder en algún rincón oculto de tu mente. Tu maravillosa mente que tanto me inspira.

He leído historias que hablan del estado de coma describiéndolo como una situación en la que el paciente lucha por salir a la superficie de tal manera que tiene que librar diversos combates hasta que alcanza la luz y, en esa luz, se encuentra el despertar.

Me da miedo que sientas dolor si recorro esos terribles puntos de sutura porque pienso, tonta de mí, que huirías. Por tanto, solo te doy ligeros besos buscando que, a través del placer encuentres esa luz que te traiga a mi presencia.

El despertar por medio del gozo y ¿sabes, vida mía?   lo estoy  logrando.  Tu cuerpo reacciona poco a poco. Ya sabes que yo nunca pierdo la esperanza, si algo he aprendido de ti es a pelear, recuerdo esa frase que siempre me has dicho: “La lucha es lo que nos define, Patricia”.

Te busco, Albert, te busco por esas zonas de bruma que tiene que haber en tu alma, te imagino perdido y me he impuesto la obligación de rescatarte. He hecho inventario de todas tus heridas y empiezo a ver el lado bueno. Tus ojos, azules, como el cielo siguen ahí, tus manos están bien, y tus brazos, tus piernas, es solo la cara y me ha dicho el médico que te ha operado que no va a ser para tanto, que habrá cicatrices, claro, pero yo creo que te harán incluso más atractivo, pondrán un aire un poquito más siniestro que siempre viene bien a un abogado veterano como tú.

Hoy no he podido evitar fijarme en un artículo del periódico que te gusta leer. Una noticia anodina, intranscendente pero que contenía un poema de Benedetti y que te leo ahora mismo:

“No te rindas, por favor. No cedas.

Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se ponga y se calle el viento.

Aún hay fuego en tu alma,

Aún hay vida en tus sueños.

Porque cada día es un comienzo nuevo.

Porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo.

Porque yo te quiero.”

Y ahora toca despedirse, cielo. Mañana vendré por la noche, a cuidarte, a leerte mi parte de batalla, a compartir estos breves minutos contigo, a escondidas sin que Lara, ni Esther, ni el tal Jose estén presentes. Con un poco de suerte conseguiré que despiertes. Ya lo estoy deseando, cariño, hay tanto que tengo que contarte, y me debes unas cañas, amor mío. No creas que se me ha olvidado… “Pacta sunt servanda”.

Sábado, 16 de septiembre de 2019

1:30

Albert.-

TE BUSCO Y ESTÁS AUSENTE

TE QUIERO Y NOES PARA TI

A LO MEJOR NO ES DECENTE

MANERAS DE VIVIR

Domingo 17 de septiembre de 2019

1:30

Albert.-

VOY APRENDIENDO EL OFICIO

OLVIDANDO EL PORVENIR

ME QUEJO SOLO DE VICIO

MANERAS DE VIVIR

Lunes, 18 de septiembre de 2019

1:30

Albert.-

VOY CRUZANDO EL CALENDARIO

CON IGUAL VELOCIDAD

SUBRAYANDO EN MI DIARIO

MUCHAS PÁGINAS

MARTES 19 de septiembre de 2019

17:30

Francis.-

Es curioso cómo cambia la percepción que tenemos las personas del transcurso del tiempo. Un día puede hacerse eterno y una semana pasar casi desapercibida.

Habían pasado quince días desde que Albert descubriera mi infidelidad y, si bien los tres siguientes fueron una pesadilla, desde el viernes que alcancé un acuerdo con Juan el tiempo corrió veloz.

Supongo que fue debido a mi total dedicación al trabajo, preparar las clases, elegir el modo adecuado de impartir la materia y hablar con los padres de los alumnos, absorbía todo mi tiempo y ello a pesar de que también presenté mi renuncia como delegada sindical. No es que lo hiciera por despecho, creía, y sigo creyendo, que la lucha sindical es la única que es viable para poder conseguir cualquier tipo de logro para la clase trabajadora pero también tuve la oportunidad de observar “in situ” que los sindicatos deberían hacer alguna que otra revisión de las personas que entran en él. Yo soy un ejemplo de ello. Felipe también.

En cuanto fue nombrado Jefe de Estudios Suplente abandonó el sindicato.

Pensé que Albert se habría reído de todo el asunto, probablemente esbozando es sonrisa irónica suya y añadiendo un “se veía venir”. Y yo no podía objetar nada. Tenía razón, tenía toda la maldita razón del mundo. En los últimos doce días tuve mucho tiempo para reflexionar y sacar mis propias conclusiones.

Tenía muy claro que Albert me había ayudado. A pesar de saber perfectamente todo lo relativo a mis infidelidades no permitió que me chantajearan. Me protegió. Por ello no me resultaba descabellado albergar una mínima esperanza de recuperar a mi esposo. Me aferraba a ese sentimiento con la misma perseverancia que mostré cuando me alejé de él.

Mi jornada laboral se hacía leve, apenas me daba cuenta, lo malo era cuando llegaba a mi casa. Se me hacía difícil vivir sin Albert, pero me estaba acostumbrando. Poco a poco conseguí aceptar el vacío como un paso previo a una reconciliación, me lo tomaba como un castigo, la justa retribución  pagar por el dolor causado. Sentía que, una vez equilibrara la balanza, volveríamos a estar juntos.

Andaba rumiando estos pensamientos cuando descubrí en el buzón una carta de la mutualidad sanitaria del Colegio de Abogados de Madrid.

“Claro, leche” me dije “los resultados de las pruebas”.

Había olvidado que aquél lunes infausto Albert tuvo que hacerse unas pruebas médicas referentes a unas migrañas que le aquejaban.

No me consideraba una buena esposa, ya no. Pero, coño, ¿es que no había límite a mi egoísmo? Había olvidado sus pruebas, el juicio que le estaba amargando e, incluso, el informe del psiquiatra, es informe que yo le obligué a conseguir. ¿Qué clase de mujer trata así a su hombre’

Me di cuenta de todo lo que había hecho. Tres años sin hacer el amor con él, sin mostrarle un mínimo de afecto, insultándole, esquivándole, engañándole,  inventando excusas para encamarme con otro,  con otro que era inferior a él. Tan por debajo de él que tuve que bajar muchos peldaños para encontrar a quien era la horma del zapato de Albert.

Le abandoné y su respuesta fue ayudarme.

Mi mente divagaba, no sabía qué pensar, ¿Albert me amaba? ¿Me odiaba? ¿ Por qué me ayudó? ¿Qué puede impulsar a un hombre traicionado defender a la persona que lo traicionó? ¿Dónde está la motivación última de una persona como Albert?

Empecé a sospechar que le engañé porque me sentía inferior a él. Siempre hizo gala de que una persona tenía que comportarse adecuadamente. Siempre habló de predicar con el ejemplo, “se supone que tenemos que ser mejores que ellos” decía siempre en sus tertulias y yo siempre le replicaba “eso hay que demostrarlo, letrado” haciendo énfasis en “letrado”, solo por tocarle la moral, por humillarle. “Es fácil hablar de principios cuando tu oficio consiste en romper la regla, abogado. ¿Dónde está tu moral, amigo mío?”

Ahora lo recuerdo vívidamente y veo la cara de Albert, sorprendida, casi triste, respondiendo en voz baja :”No busco la debilidad de la norma, cariño, busco hacerla más fuerte” y yo proseguía “No soy uno de tus clientes, picapleitos, fachorro, no me tienes que convencer, solo digo que la justicia se alzará en el pueblo y muchos acabarán ahorcados” y entonces se oían murmullos de aprobación entre los contertulios que acudían a nuestra casa.

Ganaba el combate, era la vencedora moral y Albert se daba media vuelta y me decía: “El movimiento se demuestra andando, cielo. No basta con pregonar los principios, hay que sentirlos, tenerlos, vivirlos y amarlos. La multiplicación no consiste en aprenderse las diez tablas sino en saber que  hay que sumar una misma cosa un número determinado de veces. Las matemáticas se sienten. Las ideas, también”, y se retiraba y aun así, a veces le insistía  “Matemáticas y política, vete a la mierda, abogado”.

La gran vencedora de los combates dialécticos, esa soy yo. Pero lo cierto es que cuando tuve problemas él estuvo ahí. No pensó en los desplantes, no pensó en nada más que en ayudarme y ahí estaba yo, una vez más, con los resultados de los análisis de mi marido, sin atreverme a mirar, a investigar, a preguntar qué le pasaba a mi esposo, a mi Albert, que siempre estaba ahí, que me ayudaba a pesar de los insultos, de mi infidelidad, de mi deslealtad y por eso, solo por eso, le odié un poquito más.

No existen las personas perfectas, lo sé. Era “mi conditio sine qua non” para poder aceptar al resto de las personas. Todos tenemos defectos, unos más grandes, otros más pequeños, pero todos, sin excepción, tenemos defectos. Es lo que nos hace humanos, la capacidad de tropezar dos, tres y cuatro veces en la misma piedra. Si no tropezamos es que no somos personas. ¿Pueden vivir personas sin defectos con animales con defectos? No. Nunca, Jamás.

¿Verdad?

Albert no tenía defectos. En serio, no los tenía. Y por eso lo odiaba más y más. Por eso le engañé, necesitaba humillarlo, convertirme en su mayor defecto, su mayor dolor, enloquecerle y demostrarle que solo era una persona más sometida al destino.

Un mal día puede destruirte, imbécil…

A veces pienso que me juramenté para destruirle, para hacerle daño. Y ahora, le había engañado y me había visto.  Joder, mi deseo hecho realidad pero no me atrevía a mirarme a la cara.

Me armé de valor. Me había prometido no molestarle más, pero unos resultados médicos era una excusa lo suficientemente válida como para acercarme a él. Envié un whatsapp,

Han llegado los resultados médicos. ¿Vienes o prefieres que los acerque al despacho?

Doble check gris. Doble check azul. Sin respuesta.

Jose.-

Últimamente me estaban saliendo las cosas muy bien. Un trabajo estable, el sindicato lo llevaba estupendamente y no me daba problemas y ya no tenía que dedicar nada de mi tiempo al despacho de Albert.

El Joya me lo dejó claro y a mí nunca me ha hecho falta quemarme dos veces para saber dónde está el fuego.

Me preocupaba que el perturbado este sospechara de mí porque en cuanto se le cruzan los cables tiene más peligro que un mono con una pistola pero la verdad es que tenía razón. Las chicas llevan adelante el negocio y yo ya tenía todo lo que  necesitaba para continuar, no era necesario que estuviera ahí más tiempo.

El incidente del  Jueves noche nos había unido bastante al Joya y a mí. Hacía mucho tiempo que no habíamos cruzado palabra y, de repente, compartimos polvo.

Bueno, polvo no, el único que echó un polvo fue el Joyita pero cumplí la fantasía de que Lara me la chupara y de correrme en su boca. Ufff, cada vez que lo pienso, se me pone dura. Qué bien la come.

No me arrepiento en absoluto de mi comportamiento. Puede que no fuera muy caballeroso pero yo tampoco me he distinguido por mis finos modales, ni Albert, ni, mucho menos, el Joya y, siendo sincero, Lara estaba pidiendo guerra.

Cierto que me dejé llevar y que es posible que se sintiera un poco humillada pero,  joder, entre los tercios y el tequila, bastante que no la vomité encima. Tampoco es que la pegara ni que la violara,  eso nunca, pero todo iba como la seda hasta que Joya largó aquello de que alguien nos estaba viendo. Y yo a punto de correrme, me bastaban un par de empujones más para llenarle el estómago de lefa, ¿y me iba a cortar el rollo?. Ni de coña. Si vas de trío, vas de trío. ¿Qué es eso de ahora sí pero no?. Por eso la sujeté cuando noté que quería sacar mi polla de su boquita, y qué boquita, madre. Qué ganas tenía de correrme en su boca, llenarle la cara de esperma, y ella cerrando los labios, je, je, je sabía que si la insultaba y le decía “Larita” se iba a encabronar. Me salió todo a pedir de boca (qué apropiada la expresión, hostia) y ella picó, como no podía ser de otra manera, nunca supo tener la boca cerrada.

Jamás habría supuesto que yo, la sombra de Albert, el eterno acompañante podría correrme en la cara de Lara, me habría encantada que se hubiera tragado toda mi leche y que luego me hubiera limpiado el rabo y besado el capullo pero no se puede pedir todo. Me sentí como si me hubiera tocado la lotería, menuda hembra, al principio pensé que Albert tuvo algo con ella el martes de marras, el día que se quedó con ella en el local y yo me largué pero, parece ser que no hubo nada. Como siempre pasa con Albert. Tiene a todo el mundo pendiente de él y nunca pasa nada.

Qué morbo me daba Lara y la lástima era que no podía decir nada a nadie, puede que mis modales no sean de un gentleman pero mi palabra vale oro y, por otra parte, ¿a quién se lo iba a decir? ¿a Albert?. Ni de coña, probablemente me reprocharía haberme montado un show con Lara. Y sé que él lo haría para decirme chorradas como “tú vales más que eso”, “tú no eres así”, “no me esperaba eso de ti” pero la verdad oculta de todas esas frases es que Albert siempre estuvo enamorado de Lara y si no se enrolló con ella fue porque estaba casado con Fran.

De alguna manera se restauraba cierto equilibrio cósmico en mi vida. Albert me había quitado a Fran (1-0) pero con la mamada de Lara volvíamos a la posición de inicio (1-1) y aunque es verdad que Albert se quedó con el amor de Fran y de que Lara nunca me amará, también puedo decir que nunca he necesitado que me amen. Al fin y al cabo mis apetitos son voraces, no delicados.

Y en esas andaba cuando, de repente recibí, el mensaje de Fran

Han llegado los resultados médicos. ¿Vienes o prefieres que los acerque al despacho?

Hostiaaaaaa, qué marrón. No contesté. ¿Qué iba a contestar?. No podía contestar nada pero sentí que algo había que hacer. Hostia puta, era su esposa, la madre de sus hijos. Sus hijos no sabían nada. Coño no era justo.

Esperé cinco minutos y respondí

Albert está en coma, Fran

Estuve tentado de añadir “no hacen falta los resultados médicos ¿no te parece?”

Me sorprende, la capacidad que tengo de inventar cosas cuando estoy de mal humor porque me entraron unas ganas locas de decir “Los cuernos le  han salvado la vida”, pero me corté. Me corté porque siempre me he cortado aunque en esta ocasión el hecho de que una vez estuve enamorado de ella me sirvió como excusa para no añadir más sal a la herida.

¿Cómo? ¿Quién eres?, contestó Fran

Soy Jose. Albert está en coma. Su habitación es la 207. Pásate si quieres, pero no te traigas a tu amante·

Lo sé, joder, lo sé. Pero ¿de verdad alguien se creía que me iba a callar? Una polla como una olla, como suele decir el Joya.

“Jodidas adúlteras”, pensé mientras di por terminada la conversación, “son tan putas”.