Un tratado de amor imperfecto, 12
Willkommen!, and bienvenue!, welcome! I´m cabaret, au cabaret, To cabaret!
VI
Caos en la habitación 207
17:35
Francis.-
“Albert está en coma”
Una frase construida con tan solo cuatro palabras y todo mi mundo se vino abajo, otra vez. ¿Qué le estaba pasando a mi vida? Solo habían pasado quince días y todo estaba del revés. Y no podía hacer nada para solucionarlo, veía como todo lo que antes era importante para mí se me escurría entre mis dedos, y no era agua, era mercurio, por mucho que intentara sostenerlo se escurría.
“Albert está en coma”
La noticia me traspasó. Cruzó mi cerebro, me atravesó el alma, mi corazón se contrajo. ¿Qué había ocurrido? ¿Desde cuándo estaba mi marido en coma? ¿Cómo no me había enterado antes?
Preguntas. Preguntas que cuestionan todo lo que soy, ¿cómo es posible? ¿no se suponía que debería haberlo sentido dentro de mí? ¿Que un súbito vacío debería haberse apoderado de mí para hacerme saber que Albert estaba en el hospital? ¿no es eso lo que nos muestran todas las novelas?
Habitación 207, vale. Pero ¿de qué hospital?, hay, al menos, tres por la zona. Y Jose … ¿por qué no me daba más detalles?
Ahora que lo pensaba ¿por qué me dijo lo de mi amante?.
Seguramente se lo confesó Albert. Me lo imaginaba bebiendo “unos tercios” como solía decir él con su amigo del alma y contándole lo puta y lo golfa que soy. Es posible que hasta le enseñara los vídeos, porque estoy segura que se guardó los vídeos, para mostrarlos luego en algún juicio de divorcio o para chantajearme con la finalidad de conseguir un mejor acuerdo. Qué cabrón.
Seguro que estaba conduciendo y enviando los vídeos y tuvo algún accidente. Sí, eso debió ser, también cabía la posibilidad de que estuviera andando, totalmente despistado y un coche lo hubiera atropellado. Algo de eso ha tenido que ser.
¿Y cómo se lo digo a los chicos? Están en plena adaptación en Irlanda, no puedo hacerles venir. Es más, si vienen, tendré que contarles que nos vamos a separar. No puedo hacer eso, sería fastidiarles todo el inicio de curso por no hablar del curso entero.
“Albert está en coma”
¡Basta!, me repetí. Tengo que desechar esa maldita frase, tengo que adaptarme. Ser fuerte. Iba a separarse de mí, no quiso ni oírme. Es mejor esperar, ver la situación, caben tantas posibilidades que cualquier decisión puede ser precipitada. Puede morir, puede despertar y haber perdido la memoria, o quedarse paralítico, o desear volver a mi lado. Lo aceptaría, claro, pero sería con condiciones, los vídeos habría que eliminarlos y nos iríamos a Estados Unidos, los cuatro, como una familia.
“Albert está en coma”
Necesito sentarme, estoy cansada, desconcertada, necesito… dios mío, necesito a Albert. Le necesito y no lo encuentro, no está aquí, todo se me hunde, no consigo enlazar un pensamiento más o menos claro, todo se me va, es mercurio, no es agua, es mercurio, y no puedo retenerlo, es como si tanteara en la oscuridad, buscándole, no está, no está, Albert, no está, solo consigo ideas dispersas, habitación 207, vídeos, mi amor, mi hombre, mi amante … y entonces es cuando exploto. Surgen mis lágrimas, no consigo detenerlas, fluyen, y caen por mis mejillas, empieza a hiperventilar, necesito a Albert, él me calmará, necesito su respiración, pero no está, no está, ¿por qué no está Albert? Ah, eso lo sé, sé la razón, no está porque …
“Albert está en coma”
19:30
Patricia.-
Ya falta menos para terminar la jornada. Hoy no tengo muchas ganas de quedarme y estoy al día. La satisfacción del deber cumplido. En cuanto termine me voy a casa, me ducho, me pongo ropa más cómoda y me voy a ver a Albert. Me apetece estar a su lado y curarle con mi propia receta: amor y poesía. ¿Qué puedo llevarle hoy? Béquer, Neruda, Alberti, Lorca, Iribarren (no, Iribarren, no, sé que le encanta pero es demasiado duro para mí, demasiado realista) y no pienso repetir con Benedetti.
En fín, ya lo pensaré más tarde. Ahora únicamente necesito terminar estas dos reclamaciones, un par de textos que sean lo suficientemente contundentes y expresivos para poder lograr un acuerdo. Nada serio, un par de minucias, pero todo ayuda. Machado, sí, esa es la elección, llevaré una antología de D. Antonio, le encantará y me llevaré “Estación de Tinieblas” de “Sandman” para leerlo por la noche.
Puede ser una noche agradable, Albert, Neil Gaiman y yo. Ese es mi plan, me ducharé, me arreglaré, me pondré guapa porque no pierdo la esperanza de que Albert despierte y, si es así, quiero que me vea guapa, por si estoy durmiendo o por si despierta muy tarde, pero quiero que su primera visión sea mi imagen. Nunca se sabe, pero es posible que aparezca Lara o Esther y ambas son preciosas, sobre todo Lara, y si quiero competir con ellas tengo que estar hermosa.
Decidido. Termino y me voy, ya queda menos. ¿Machado o, quizás Aleixandre?. Céntrate, Patricia, céntrate
20:00
Lara.-
No hay mucho movimiento en el local esta tarde. Está siendo una jornada triste. Creo que voy a dejar a la camarera sola, se puede apañar perfectamente y le vendrá bien que aprenda a foguearse y empiece a llevar la barra y la música. Por sus gustos musicales no va a desentonar y es posible que atraiga gente más joven quien bien sabe dios que hace falta para que marche el local.
Sí, a eso de las 21:00 me voy al Hospital. Me apetece ver a Alberto
20:45
Francis.-
Estaba de los nervios. Me había llevado toda la tarde localizar el Hospital, el hecho de no saber la fecha de ingreso tampoco facilitó las cosas pero, bueno, a base de insistir y de algunas llamadas telefónicas pude localizar el Hospital. Por supuesto, era el que estaba más cerca de casa.
Me había duchado y puesto unos vaqueros, una camisa, la cazadora y conduje mi coche hasta el hospital, estacioné en un parking cercano y, tras pasar las puertas del hospital me dirigí, sin saber qué esperar, a la habitación 207.
Abrí la puerta y allí estaba él. La luz estaba apagada y Albert parecía dormir, me acerqué para darle un beso en los labios y noté algo raro en su cara, ¿tenía surcos? ¿qué era eso?. Encendí la luz de la habitación y fui hacia él, cerca, lo suficiente para ver las horribles cicatrices que cruzaban su cara, los labios suturados, ¿qué había pasado?, retrocedí un paso, asustada y unas cuantas lágrimas comenzaron a emerger de mis ojos, puse mi puño derecho en mi boca y oí una voz femenina
-“Impresiona, ¿verdad?, oí decir a una muchacha, joven, morena, “y ahora está mejor, si le llegas a ver hace 12 días… por cierto, me llamo Patricia”
-Perdona, encantada yo soy…
-“Francis ¿verdad?. Sé quién eres” atajó esa extraña señorita
-Sí, eso pero, y perdona, ¿tú quién eres?. Es que no te conozco
-Es Patricia, compañera de despacho de Albert
Esta vez sí reconocí a quien hablaba. Era Lara, una antigua compañera de trabajo de Albert, de su época de camarero, portero y chico para todo en ese infecto bar de copas que era “El Juli”. Nunca entendí por qué mantuvo ese empleo mi esposo durante tanto tiempo, achaqué ese empecinamiento a Lara, esa imponente mujer que estaba allí, apoyada en el faldón de la puerta, vestida con un pantalón vaquero y una cazadora vaquera, con el pelo recogido en una coleta. No había cambiado mucho desde la última vez que la vi, y ya había pasado tiempo pero, a pesar de todo, el hecho de que estuviera en el hospital despertó en mí unos sentimientos que llevaban mucho tiempo ocultos en mi corazón.
Nunca tuve celos de nadie, Albert se encargó siempre de dejarme claro que yo era su única mujer, que jamás me iba a engañar pero siempre supe que, si existía una mujer que pudiera arrebatarme ese lugar de privilegio que yo tenía en el alma de mi marido, esa era, sin duda, Lara.
Siempre tuvieron una conexión especial. La forma que tenía Lara de mirar a Albert en el local cuando trabajaban juntos, la risa de mi esposo cuando bromeaba con ella, tan clara, tan sincera, tan … pura, eso, tan pura, podía notar su complicidad cuando iba a visitarle al local las pocas veces que fui a verle. Porque lo cierto es que no soportaba ese ambiente grotesco, zafio, garrulo en el que trabajaba mi esposo. ¿Cómo podía estar en ese sitio una persona con el talento, la inteligencia y la brillantez de Albert? ¿Qué le podía impulsar para estar ahí? Sí, era rockero, siempre lo dijo, un “chico de barrio” o como también decía, “una rata de cloaca”.
“Vivo en las grietas, Fran, no intentes comprenderme, no podrías” siempre esa misma cantinela de las grietas, ni que fuera una cucaracha. Y yo aguantaba, porque era lo que tocaba, estar ahí, viéndole perder su carrera profesional con pleitos de poca monta que poco o nada le reportaban, soportando noche tras noche cómo cambiaba su traje por unos vaqueros, una camisa, una cazadora de cuero negro y una braga para el cuello a trabajar jugándose el físico para aportar dinero y poder llegar a fin de mes, para poder pagar la hipoteca de nuestra casa mientras yo estudiaba para preparar mis oposiciones a profesora de instituto.
Sí. No me gustaba ver a Lara en esa habitación por lo que mi respuesta no fue lo amable que debía haber sido.
-Vaya, si es Lara. ¿Puede saberse qué haces aquí?
-“Pues ya ves, Fran, he venido a visitar a Alberto” respondió Lara
-“¿Fran? ¿Desde cuándo soy Fran para ti? A mi Fran solo me llaman mis íntimos, tú puedes llamarme Francis” hice saber a Lara
-¿Tus íntimos?”, intervino Patricia. “Entonces ¿así es como te llama tu amante?, si, mujer, ese profesor sindicalista … ¿cómo era? Ah, sí, Felipe. ¿Así es como te llama Felipe?
Y, de repente, todo el dolor que tenía acumulado, toda la desesperación que vivía escondida en mi interior se volvió ira. No iba a permitir ni por un momento que ni esa niñata, ni la camarera se burlaran de mí. De ninguna manera consentiría que se me faltara al respeto.
-¡¿QUIÉN COÑO TE CREES QUE ERES, NIÑATA DE MIERDA?!”grité, con toda la fuerza que tenía, ¡¿ QUIÉN-COÑO-TE-CREES-QUE-ERES?!; ¿Qué sabes de mí, de Albert, de nuestro matrimonio? ¿Qué sabes de las horas perdidas, de nuestros hijos, qué sabes?... No sabes… na..
-“Shhhhh, cielo. No te sulfures” dijo esa jovencita impertinente, “Sé lo suficiente. Sé que le pusiste los cuernos a tu marido, Sé que te pilló haciéndole una paja en una cafetería. Por Dios, en una cafetería, ¿se puede ser más cutre? ¿qué te creías que eras, la reina del ligoteo?. Sé que, de alguna manera, la cagaste. No sé cómo, ya lo averiguaré, reina, pero lo sé. La cagaste, y Albert, tu marido, ese hombre a quien pusiste los cuernos fue el que pagó los platos rotos. Sé que fue a tu casa. Probablemente a solucionarte un problema. Fíjate, lo que son las cosas, el cornudo sacando las castañas del fuego a la puta infiel. Porque, sabes que eres eso ¿no?, una puta infiel que no supo valorar a quien tenía a su lado. Sé que Albert pagó un precio pero no sé el motivo, eso me falta, sé que le destrozaron entre tres hijos de puta, en la puerta del portal de tu casa, cuando bajaba de reunirse contigo ese puto jueves de mierda que no consigo olvidar.
Ese jueves en el que se me cayó el puto móvil de mierda porque tenía miedo, Francis. Y no pude llamar a la policía a tiempo, porque perdí la calma al ver cómo masacraban a tu esposo, ¡has visto el parte de lesiones, Francis? ¿No? Le pegaron con un puño americano, le dieron patadas en la cara, varias, lo sé, lo vi, estuve ahí, como una idiota buscando un móvil debajo del asiento del copiloto, ciega por las lágrimas, pero oía, oía golpes que daban sobre carne blanda, e imaginaba que eran las botas ¿sabes qué botas usan los skin heads? Las Martens, ¿sabes el impacto que tiene eso en la boca?, ¿has visto la boca de Albert? Y todo eso, todo ese despropósito de tortura, sangre y dolor lo tuve que contemplar en la puerta de tu casa.
Y se me ocurren muchas preguntas, ¿dónde estabas tú?, ¿por qué en la puerta de tu casa?, ¿qué pasó en ese día entre tú y Albert?, ¿Por qué le llamaste? ¿Cuál era la urgencia?. Y no lo entiendo, Francis, tres tíos esperando Albert en la puerta, arremetiendo contra él, con rabia, patadas, golpes, puño americano, barras metálicas, en la puerta de tu puta casa, y tú sin enterarte.
Claro que sé, Francis. Sé que no luchó, y yo pensé que era porque él era pacifista pero me luego me entro por esa especie de imbécil que tiene por amigo, ese tal “Joya” que Albert era Boina Verde, que es lo más parecido a ser el guerrero definitivo en este país y sé que no luchó, no peleó, y cuando me acerqué a él estaba sonriendo. ¿Sabes qué significa eso?. No tuvo miedo, Francis, estaba protegiendo, no sé si a ti, a mí, no lo sé. Y me mata no saberlo, ver a ese hombre, a ese cornudo, darlo todo, caer, y no puedo dormir, Francis, no puedo dormir, solo puedo venir aquí y cuidarle mientras tú estás en tu casa, en tu castillo, ajena a todo, viviendo de puta madre mientras la vida arde a tu alrededor. Todos se han enterado, Francis, todos. Lara ha estado aquí, vigilando, montando guardia, aquí, en la trinchera, ¿dónde estabas tú?.
Y, ya que nos ponemos, también sé más cosas” y sacando unos folios grapados me los extendió y me puso delante la última hoja.
-Sé que Albert quería separarse de ti, me lo dijo, me encargó que preparara la demanda de divorcio, el convenio regulador, toma, fírmalo. Es lo único que puedes hacer ahora mismo. ¿Ves? ¿Te das cuenta, Francis, sé muchas cosas
Me sentí en shock, miré a Lara pero ella tenía su vista fijada en el suelo. No hizo ni una mueca. Me di cuenta de que ella pensaba lo mismo de mí. Estaba claro, yo sobraba ahí, no tenía derecho a un mínimo espacio. Pero Albert era mi marido y no iba a consentir que estas dos fulanas me echaran en cara nada.
-Iros de aquí. Las dos. Este sitio, este momento, es para mí y Albert. He metido la pata y sé que me toca trabajar mucho y pagar mi precio, estoy dispuesta a hacerlo, pero ahora mismo os quiero fuera. No voy a permitir que se me insulte, que se me degrade de esta manera. Amo a Albert, le cuidaré, estaré a su lado en todo momento y, con el tiempo, le recuperaré y podré devolverle la sonrisa.
-“¿La sonrisa? ¿Qué sonrisa, Francis?” intervino Lara, Vino a mi local, llorando, destrozado, borracho. Vino con esa mierda de amigo llamada Jose, y le contó todo, Francis, le contó cómo te habías follado a tu compañero, ese tal Felipe, ese compañero de sindicato, el profesor de música. ¿Sabes? una vez tuve un novio llamado Felipe, un auténtico hijo de puta que también estudiaba para profesor de música. Le comparo e imagino que le has puesto los cuernos con él y luego pienso que Puertas me sacó de las garras de ese malnacido. Francis, tú piensas, siempre has pensado que Puertas era un disminuido, le minimizabas y nunca has sabido todo lo que él ha conseguido. No sabes cómo baila, no sabes cómo le ven los tíos que paran aquí, no ves a las mujeres que le observan, la manera de mirarle, a escondidas, con pasión y él baila y baila, con esa danza absurda, punteando y ¿sabes’ siempre baila solo. Siempre. Y, si hubiera dependido de ti, habría muerto solo. Estuvo muerto ¿sabes eso?, estuvo muerto y Patricia lo vio todo, le vio morir, y tú no estabas, Francis-
-Me parece muy bien todo lo que dices, Lara, pero ahora haz el favor de irte o llamo a la policía.
-¿Y qué vas a hacer”? replicó Lara, ¿llamar a la policía? ¿Se te ha ocurrido pensar que la policía ya nos ha interrogado, que ya sabe que nosotras le cuidamos? ¿Se te ocurre imaginar siquiera que aquí quien está de más eres tú?
-“No necesito ayuda, Lara” intervino Patricia “Y menos tuya”. De hecho, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar en tu triste bar de copas intentando follarte a alguien?
-“Oye guapa” dijo Lara y por primera vez en mi vida pude verla pálida “¿Qué quieres decir, tía loca?”
-¿Loca yo?, Ja, ja, ja, ¿Seguro? Ja, ja, ja. No me lo puedo creer. De verdad. ¿Qué os pasa a las maduritas? ¿Ese es el concepto de amor hacia el hombre de vuestra vida? Porque es el hombre de vuestra vida ¿no?. Lara, no me engañas, estás enamorada de ese esperpento que está tumbado sobre la cama, como yo, como esa, y te follas a sus dos amigos, ja, ja, ja, a sus dos mejores amigos. ¿Ese es tu concepto de amor, de respeto?
-“No entiendes nada” dijo Lara
-“ Ya veo” replicó la abogada. No sé nada, no entiendo nada pero tú te has follado al Jose y al Joya y esa le ha puesto los cuernos. ¿Así voy a ser yo dentro de unos años? Vaya par de golfillas, de verdad que espero no ser como vosotras”
-“Te voy a arrancar esa lengua de zorra que tienes” exploté
-“Es una posibilidad” dijo Patricia, sin miedo, sin temor “Pero yo me lo pensaría, con los vídeos que tengo a buen recaudo una agresión no estaría bien vista”
-“Es mejor que nos calmemos” intentó apaciguar Lara, sin éxito alguno
- ¡Cálmate tú, jodida pervertida!” atacó la cría, “Me voy a quedar aquí toda la puta noche, junto a mi hombre, a mi maestro, a mi compañero, y ¿sabéis por qué? Porque me necesita, porque no le puedo dejar con vosotras. Me gustaría, creedme, pero no le puedo dejar aquí, solo, con dos zorras como vosotras. Ni de coña. Me sentaré a su lado, le acariciaré la cara, le besaré los labios y le leeré poesías, hoy toca Vicente Aleixandre y luego, a la 1:30, como todas las noches, le sacaré la polla de su pijama, y se la chuparé o le haré una paja. Cogeré su miembro y no pararé hasta que se corra y cuando lo consiga le besaré su cuerpo y chuparé toda su leche, la recogeré con mis dedos y me la pasaré por mi coñito, o me la tragaré porque tengo un plan y vosotras no sois más que dos zorras calenturientas que no saben hacer otra cosa que follar con todos menos con su hombre.
No me lo podía creer. Esta chica estaba loca, había perdido totalmente la cabeza, ¿se la chupaba todas las noches? ¿poesía? Joder, joder. ¿En qué coño pensaba Albert cuando contrataba a las abogadas? Eso se tenía que acabar y si iba a acabar ya.
-¡VETE DE AQUÍ!, le grité, ¡VETE DE UNA PUTA VEZ, LOCA!
-¡NO!
-¡QUE TE VAYAS, COÑO!
-¡QUE NO, ÉCHAME TÚ SI TIENES LO QUE HAY QUE TENER!
-Será mejor que te vayas” sugirió Lara, “Francis es su esposa, Patricia.
-Me paso por la raja del culo que sea su esposa. Fírmame el divorcio, cabrona.
-“TE ARRANCO LOS OJOS, ZORRA” grité, ya sin ningún control, a pleno pulmón y fue entonces cuando oí una voz masculina que ya conocía
-¡BASTA, POR FAVOR, BASTA, NO PUEDO MÁS!
Volví mi cabeza hacia el sonido de la voz y le vi.
21:15
Jose.-
Nadie me avisó de la violencia que podía generarse en una pelea de gatas. Por lo general, la idea que te haces de una mujer es de alguien indefenso que, muy a menudo y por la curiosidad, pierden los papeles y ponen los cuernos a sus maridos.
La vida me ha enseñado que las mujeres aman mucho a sus esposos… al principio, claro. Los principios siempre son buenos, son inmejorables, la chica se enamora de su hombre por una serie de detalles, de características que les hacen únicos a sus ojos. Algunos tienen una buena polla, otros comen el coño muy bien, y otros tienen todos los complementos. Muy pocas tías se fijan en los niveles intelectuales del hombre. Pon un hombre inteligente pero normalucho y otro hombre guapo, fuerte, con buena polla pero que solo sepa las cuatro reglas básicas (comer, beber, cagar y mear) y se tirará a por este último. Supongo que tiene que ver con la evolución, que la hembra busca al macho que pueda sacar adelante a la progenie, pero en plan proletario.
Sostenía Marx ( y no me refiero a Groucho) que la riqueza del obrero era su prole y de ahí viene la palabra proletario. Así, tenemos a una mujer que busca sobrevivir a base de fuerza lo que motiva que busquen a quien consideran más adaptado. Por eso se fijan en los malotes, y mojan sus bragas ante una buena polla. Se les olvida que están casadas y que su hombre les rinde homenaje cada día yendo al trabajo, a dejarse el lomo, a partirse el alma por unas putas migajas de pan que llevar a la boca de su amada y de sus hijos.
Son esos animales nobles que mueren en las novelas de George Orwell. Cambian a sus hombres, les castran, arrebatándoles lo que les hace únicos y, cuando los han disminuido les ponen los cuernos con otros hombres que son como eran ellos al principio. Joder, qué sofisticadas son.
Y ante esa tesitura ¿qué podemos hacer los que nos damos cuenta?
-“Procuro ser la mejor oferta” decía Albert, “entiendo la relación como si fuera una subasta y Fran tuviera que elegir”
Valiente gilipollas era mi amigo, la mejor oferta. Parece ser que la mejor oferta fue Felipe. Entonces, nada que reclamar ¿no, Albert?. Todo está bien. Felipe ha empujado (perdón, pujado) y su oferta ha superado la tuya. Todo correcto. Nada que protestar. Es todo tan civilizado que nadie se da cuenta que Francis lo que hizo fue sustituir a Albert para buscarse a otro Albert más joven. Porque de eso se trata este juego ¿no? De que pasas a segundo plano en cuanto tu piba se encuentra con un potro más joven. Jódete, Albert, pero jódete mucho. No lo viste venir y eso está bien, amigo mío. Por una puta vez no lo viste venir y todo se te ha derrumbado.
Venía a verte, solo para observar tu evolución de hombre-monstruo a hombre-cosa, a ver qué marcas se te quedaban en la cara y de repente me encuentro con esta pelea de gatas. Lara, Francis y Patricia.
Francis le gritaba a Patricia -“TE ARRANCO LOS OJOS, ZORRA”. A pleno pulmón, dándolo todo. Y no me lo podía creer. Joder, hace dos semanas le estaba haciendo una gayola a su amante y ahora estaba aquí bebiendo los vientos por Albert .¿Quién entiende a las mujeres?. No pude evitar sonreír porque sabía perfectamente que Patricia no se iba a echar atrás. Patricia no, no es de las que recula, esa muchacha siempre tiene un plan.
Pensaba en intervenir cuando, de repente, oí esa voz tan familiar… y entonces empecé a alegrarme.
VII
DESPERTAR
Martes, 19 de septiembre
21:16
Albert.-
Creo que he sentido algún destello de racionalidad dentro de esta oscuridad tan acogedora. Todo ha sido silencio, tranquilidad y alguna impresión … ¿de placer? No sabría definirlo muy bien, solo recuerdo un último golpe y mi esfuerzo por sonreír mientras sonaba en mi cabeza esa canción de Leño.
Creí que se echaba el telón y, la verdad, pensé que todo estaba bien. Me sentía en paz y había asumido el fin como algo lógico, algo que tenía que caer por su propio peso. Sin reproches, sin deudas, preparado para lo que viniera, si es que venía y si no, pues tampoco pasaba nada. Había hecho los mejor que había podido. Había dado todo y me sentía libre. No más dolor, no más humillación, no más infidelidad, no más obligaciones. Solo esa atractiva negrura que me acogía. Joder, era feliz.
Y no vi ninguna luz al final del túnel, no vi túnel. No vi. Eso lo resume todo, no ver. De repente desconectas y te sumerges y flotas, inalterable, insensible, solo tú y la oscuridad. Nada te puede tocar, ni el dolor, ni la tristeza, nada.
Repentinamente, oyes un latido, … ¡BUM! y te entran ganas de decir: “No, no, por favor. Que no sea la consciencia”. Oyes otro latido …¡BUM! … “Es el corazón, joder es el corazón, no, no” te dices. ¡BUM!... y no quiero despertar, no está bien, quiero seguir aquí, ¡BUM! … más fuerte. Es el corazón que truena, y sientes como un chispazo, un rayo eléctrico que cae en tu cerebro, que te despierta junto a unas voces que rugen en la oscuridad.
-“¡VETE DE AQUÍ!, ¡VETE DE UNA PUTA VEZ, LOCA!” ¿Fran?
-“¡NO! ¿Patricia?
-“¡QUE TE VAYAS, COÑO!”. Sí, esa es Fran (no, joder, Francis)
-“¡QUE NO, ÉCHAME TÚ SI TIENES LO QUE HAY QUE TENER!”. Sí, je, je, je, esa es Patricia
-“Será mejor que te vayas, Francis es su esposa, Patricia” Y esa es ¿Lara?
-“Me paso por la raja del culo que sea su esposa. Fírmame el divorcio, cabrona”
Te estás pasando, Patricia, no pierdas los papeles
-“TE ARRANCO LOS OJOS, ZORRA”, Jooooooder, cómo está el patio.
Tengo que detener esto, me duele la cabeza horrores, las putas migrañas no han desaparecido, diría que han aumentado. Enfoco la vista y veo a Francis, Patricia y Lara y, más allá, ¿Jose?, joder, me entran ganas de volver a la oscuridad otra vez. Solo hay una manera de parar todo este escándalo:
-¡BASTA, POR FAVOR, BASTA, NO PUEDO MÁS!
Mientras grito esa frase intento levantarme y ponerme de pie. Consigo que la algarabía cese, pero no puedo evitar el mareo, me tambaleo y noto que mi mente es caos mientras crece exponencialmente el dolor de mi cabeza. Como un rayo que me atraviesa el cráneo, los ojos, un chispazo eléctrico, un flash en mi cerebro, un fogonazo de dolor.
“¿Para esto me he despertado?”, pienso
-“Patricia”, consigo decir a duras penas, “que se vayan, por favor… todos, o todas ¿qué más da? Pero que se vayan”
-¿Habéis oído,… largo de aquí?
-“Pe- pero, Albert, cariño” oigo balbucear a Francis
-¿Qué parte de “largo” es la que no entendéis? ¡ Lar-go! Exclama mi compañera
-“Ya lo has oído, Fran, vámonos de aquí” dice Jose “Tú, también Lara” añade, mientras le intenta poner el brazo sobre el hombro.
-“A mí no me toques, hijo de la gran puta” grita, furiosa, Lara “Me cago en tu puta madre si te vuelves a acercar a mí, cabrón. Te lo dije. Ni se te ocurra rozarme”
“Algo ha pasado” intuyo, mientras me vuelven esas ráfagas de dolor que me matan. Caigo al suelo. In-intento levantarme, planto una rodilla en el suelo, apoyo mi cabeza en la rodilla. El dolor me puede, me agota, coloco mi puño cerrado en la frente. No, no puedo soportarlo más.
Oigo a los enfermeros entrar en la habitación, a mi lado está Patricia, preocupada, “Albert, Albert… aguanta”. Intento relajarme, poco a poco, aspiro el aire, lo retengo y lo expulso suavemente, una vez, dos, tres. Imagino una ola que sube mientras aspiro el aire, la retengo y rompe finalmente mientras exhalo mi respiración, poco a poco. El dolor cede, es lento, muy lento, pero cede.
Me estoy orinando, intento aguantar la vejiga, necesito ir al servicio, urgentemente. Por favor, por favor, que pueda aguantar. No quiero mearme encima delante de Patricia. Los enfermeros me llevan hasta la puerta del aseo. No puedo mantenerme en pie. Tengo que orinar sentado, dios, como las pibas. No es agradable pero es funcional. Al menos no mancho el suelo. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?. Miro mis manos, parece que todo está bien. Mis piernas, bien. No me noto nada roto, la cara, quizás, y ese puñetero dolor de cabeza.
Llevo casi cuatro años con ese puto dolor de cabeza. Ya he terminado de hacer mis necesidades. Parece que todo va bien. Voy a lavarme las manos, tengo que sentarme, pensar, ver qué ha pasado, encontrar un sentido a todo esto. Me lavo las manos, siento el agua fresca, cómo se escurre entre mis dedos. Hago un hueco con mis manos y veo cómo se llena de agua, me la echo a la cara. Sí, el frescor del agua me vendrá bien. Cierro mis ojos y noto el agua enfriando el terrible fuego que hay en mi faz. Eso está mejor, mucho mejor, abro los ojos y… “¡Dios mío!... ¿Qué es eso?...” ¡NO!, ¡NO!, ¡NO!, Señor, ¡no! ¡no!. ¡¡¡NOOOOOOOOO!!!
Lloro, me derrumbo, siento a Patricia venir corriendo. Tengo que darme prisa, esto no puede ser, es una pesadilla, tengo que huir, tengo que salir de aquí, es un error, está claro, es un maldito error, lo hice bien todo, me he portado bien, no soy mala gente, Dios, no, no puede ser. Golpeo el cristal con mi puño, el monstruo sigue mirándome, la cicatriz que corre por mi cara, esos labios cosidos, improviso una huida, cojo uno de los trozos del cristal, el más grande y me lo aplico a mi antebrazo, dibujo una línea recta por encima de mis venas y la sangre fluye, seeeee, esa va a ser mi escapatoria. Un manantial rojo corre por mi antebrazo mientras me derrumbo apoyado en la puerta del aseo, noto las patadas de los enfermeros intentando abrir. “No vais a poder, cabrones, conmigo no.”
¿Qué me ha pasado ¿Qué he hecho mal? En algún momento el curso de mi vida se ha desviado y he caído aquí, en la tierra de los monstruos y alguien me ha nombrado su rey. Ese soy yo, un demonio maldito, un monstruo. Pero eso ya no importa en poco tiempo me habré desangrado y volveré a la oscuridad” Me digo todo eso, mientras corren abundantes lágrimas por mi cara y noto cómo mi cuerpo se enfría e intento dormirme con una nana loca formada por los gritos de horror de Patricia…
21:30
Patricia.-
No puede ser. No me lo puedo creer. Joder, tenía que haber ido con él, esos enfermeros del carajo no me dejaron entrar con él. Ese grito…. Dios, ha sido aterrador. Se ha intentado cortar las venas. El suelo debe estar lleno de sangre, su sangre, se derrama por debajo de la puerta. Los celadores consiguen abrir la puerta.
Albert está sentado en el suelo, lleno de sangre, pálido, y me mira, otra vez, pero no sonríe, está llorando, y siento su mirada como si me acusara, fija en mí hasta que el iris de sus ojos se esconde en sus cuencas y grito. Un grito de terror que barre finalmente el conducto lacrimal para fluir con todas sus consecuencias por todo mi rostro.
Me sacan de la habitación 207, se llevan a Albert en volandas, y me quedo mirando esa sala vacía, con la mirada fija en el vacío del interior. Sigo llorando, no puedo más, me derrumbo y caigo al suelo notando unos brazos que me apoyan. Un ancla al que aferrarme para no hundirme del todo, algo a lo que asirme.
“Tranquila, Patri” oigo, “Tranquila, cielo” insiste esa voz. Me giro y la veo. Es Lara la que me sujeta. Se sienta en el suelo mientras mi cuerpo cae encima de sus muslos. Noto la manera tan dulce de acariciarme el cabello. “Todo va a salir bien, cariño” me dice, “todo se va a arreglar”.
-¡No!, no se va a arreglar nada, Lara. Todo se va a ir a la mierda. Albert está perdido, ¿no lo ves?, está totalmente perdido y yo no puedo hacer nada para salvarle. Nada de lo que haga va a valer. Está roto, total y definitivamente, roto, Lara. ¿te das cuenta?, se ha cortado las venas. Dios mío, se ha intentado suicidar. Perdóname Lara, perdóname.
-No hay nada que perdonar, Patri, no te tomo tus insultos en cuenta. Protegiste a Alberto, con eso me vale.
-No, Lara, tú no sabes. Perdóname, soy una cabrona… ayer, ayer os grabé
-¿Cómo? ¿que nos grabaste?
-Sí. Me pasé al local para visitarte, para ver cómo eras. Quería tomarme una copa contigo y cambiar impresiones. Decirte, que por las noches intentaba que Albert despertara a base de pajas y mamadas. Que me tragaba su semen o lo guardaba en unos pequeños tubos. Una idea loca, Lara, lo sé, pero quería contártelo. Vi el cierre del local echado por la mitad y supuse que estarías limpiando, pasé por debajo del cierre y te vi haciendo… pues eso… follando con esos dos y os grabé con el móvil.
-¿Cuánto tiempo, Patricia?, ¿Cuánto tiempo nos grabaste?
- Quince minutos, por lo menos. Desde que Joya te besó y Jose empezó a besarte por detrás de tu cuello hasta que me pillásteis, y entonces me escabullí y salí corriendo.
-¿Lo grabaste con tu móvil?
-No, Lara, con el de Albert. El mío estaba sin batería y el suyo siempre lo tenemos cargando para que no se apague y así podemos acceder a sus archivos siempre. Los vídeos están en su móvil.
-¿Por qué hiciste eso, Patricia? No lo entiendo
-Supongo que porque soy muy competitiva, quería eliminarte del tablero. Siempre pensé que serías la única mujer que podría separarme de Albert. No quería hacerte daño, no las iba a utilizar nunca, fue un error. Lo lamento mucho, Lara, perdóname.
-¿Qué piensas hacer ahora, niña? ¿No me has humillado ya bastante? ¿le vas a enseñar los vídeos a Puertas?
-No, Lara. Los voy a borrar. No te preocupes por eso. Alberto jamás sabrá lo que ha pasado.
-Gracias, Patricia
-De todas formas, no tiene ningún sentido, ¿no te parece?
-¿A qué te refieres, Patri?
-Pues eso, Lara, tú ya estás fuera del juego. No puedes hacer nada, ya.
-¿Y qué te hace sentirte tan segura de eso?
-Oh, vamos, Lara, lo sabes perfectamente, ya no puedes volver con Albert. ¿Qué le vas a decir? ¿Qué te has follado al Joya y al Jose, a sus dos amigos?. Ambas sabemos que Albert ya no es una opción para ti. Nunca podrá vivir con una mujer que se ha acostado con sus dos mejores amigos, no lo podría soportar. El mero hecho de que tenga en su corazón que su chica ha estado follando con esos dos le echará para atrás. Tú lo sabes, yo lo sé. Si se lo dices tú, malo, pero si dejas que se lo digan esos dos, y se lo van a decir, tan seguro como que después del día viene la noche, será peor.
-Nunca se sabe, Patricia. Puedo tener un as guardado en la manga
-¿Un as? ¿Qué as? ¿Qué puedes darle a Albert que no le pueda dar yo?
-Un hijo