Un traje, por favor.
Que pasa si un chaval vestido de heavy va a comprarse un traje? Y si esta macizo y el dependiente busca guerra?
La gran oportunidad me había llegado. Tras dos años trabajando en una empresa de software y después de varios proyectos emprendidos en solitario con gran repercusión me llego la oferta de un head-hunter. Se trataba de una gran empresa multinacional y el puesto era muy cercano a la dirección. Querían alguien joven con ideas nuevas. Y ese era yo.
Tras un par de entrevistas quede maravillado con lo que me ofrecían: coche de empresa, un sueldazo y una serie de beneficios que ni había soñado. En definitiva, todo con lo que un joven estudiante de ingeniería informática sueña. Tan solo había un "pero", y es que mi atuendo, según se desprendía de las palabras de mi interlocutor, no era el mas adecuado.
Como tantos jóvenes de mi edad, suelo vestir con ropa mas o menos informal por aquello de ser rebelde y demás. Pero ¿de verdad estaba tan en contra de la sociedad como para cambiar lo que me ofrecían por unos vaqueros?
Ni corto ni perezoso, para la siguiente entrevista, que sería la última, decidí irme a unos grandes almacenes para comprarme ropa mas "adecuada". Al volver a casa mi madre, emocionada de verme así, me pidió que me pusiera el traje para ver como estaba.
Cuando salí de mi habitación su cara cambió por completo el gesto. Me sobraba traje por todos lados y me quedaba fatal. Siempre he sido mas bien desaliñado a la hora de vestirme, así que mi madre agarró su bolso y me hizo volver con ella a la tienda para cambiarlo por algo que me sentase mejor.
Definitivamente, lo que me compré al final quedaba bastante mejor pero por contra salí mosqueado por haber vuelto a ser el niño que va con su mamá para que le compre la ropa. Me hizo también pasar por el peluquero para cortarme algo el pelo ya que el traje y mi melena no pegaban, aunque no tenía el pelo demasiado largo.
Tuve la ultima entrevista y salí de mi nueva empresa con un buen contrato bajo el brazo, y lo mejor de todo, con alguna mirada mas allá de lo profesional de alguna futura compañera, que, acostumbrado a ser alguien transparente para las tías, me dejó perplejo.
Vamos, que esa misma tarde me tenía que comprar otro traje, mas elegante si cabe. Lástima que no pudiese ir así vestido con los colegas por ver si a Laura (el pibon del grupo) se le ponían esos ojillos, pero tal y como van todos, resultaría ridículo.
Después de pasar por casa y cambiarme, de vuelta a mi trabajo, mi madre me llamó por teléfono para ir a los mismos grandes almacenes a comprarme mas ropa para mi nuevo curro, pero... una mierda! No estaba dispuesto a pasar la humillación del día anterior. La contesté que ya me pasaría yo por una tienda a comprarme ropa y a regañadientes, y con las típicas frases de una madre, aceptó dejarme ir solo.
En mi trabajo, tras presentar a mis jefes una carta en la que me despedía y las consiguientes visitas de compañeros intentando indagar dónde iba, tuve que poner muchas cosas en orden. Al fin y al cabo la relación con mi ya ex-empresa era y deseaba que siguiese siendo buena. Por ello esa tarde me demoré mas y salí en torno a las 8 y cinco de la tarde.
De pronto recordé que tenía pensado pasar por una elegante tienda del centro a comprarme un elegante traje para mi nuevo empleo.
En cada una de las chicas que, como siempre, me ignoraban al pasar a su lado en el metro quería imaginar las miradas que por la mañana me habían dedicado en mi nueva empresa y cuanto mas lo imaginaba antes quería llegar. El maldito metro no iba tan rápido como yo deseaba y dudaba que llegase antes de la hora del cierre.
Se había convertido en una auténtica obsesión el hacerme con un traje caro y elegante.
A las nueve menos cuarto llegaba el tren a la estación y como un rayo salí, escaleras arriba, buscando la salida. Corría por la calle sorteando a los viandantes como alma que lleva el diablo hasta que por fin, jadeante, diez minutos antes del cierre de la tienda, conseguí tocar la puerta.
Dios! Estaba cerrado! No podía ser! Aún no era la hora del cierre y la puerta estaba cerrada. Menos mal que reparé en que había un timbre que debía pulsar.
Por fin, después de pulsarlo insistentemente pude ver como un dependiente se acercaba a la puerta y se aprestaba a abrirme. Diría que estaba como con miedo aunque en ese momento creí que se trataría del coñazo de tener que atender a un cliente a última hora.
Era martes y aparte de unas pocas camisas y algún que otro pantalón poco mas habíamos vendido. Sin duda, no era la mejor época del año, pero es que últimamente la cosa estaba muy floja. De hecho, ese día en concreto estaba esperando ya la hora del cierre, pues tenía pensado pasarme por un café que me pilla de camino a casa para deleitarme con su nuevo camarero.
Unos minutos antes de las nueve, estando ya en la trastienda oí como llamaban a la puerta. Me asomé y vi a un joven, de unos veintitantos años, con aspecto desarrapado y lo primero que pensé es que se podría tratar de un atraco.
Últimamente en la zona se estaban produciendo asaltos a tiendas justo en momentos de cierre y la verdad, me temía lo peor.
Estuve, pues, un rato dudando de si abrir o no pero la insistencia con la que el chico llamaba y un no se qué, me hizo ser algo mas confiado y salí a abrirle. Total, podría suponer una venta mas, y no está la cosa como para despreciar unos euros.
Nada mas abrir el chico pareció aliviado y a su vez yo me tranquilicé debido a los modales del chico, ya que me agradeció bastante el haberle abierto. ¿Que querría con tanta insistencia?. Me dispuse a escucharle.
Se trataba de un joven que debido a un cambio de trabajo necesitaba estar presentable, según me dio a entender. Dado su atuendo, en un principio no me pareció que quisiese nada especial y por eso le señalé la fila de trajes que vienen tal cual, es decir, que no se ajustan a medida del cliente. Y aunque su calidad es buena, ni es el mismo tejido ni al final tienen la misma caída que los que se hacen a la medida.
Una vez el chico se había tranquilizado y estaba mirando los trajes pude fijarme en él. La verdad es que vistiendo era un desastre pero no parecía tener mal físico. Vamos, que para quitarse las ganas o para un revolcón me podría servir.
Naturalmente, como yo esperaba, tenía el gusto, digamos, distraído y fue a elegir precisamente uno que estaba bastante pasado de moda y que claramente estaba destinado a un cliente madurito. De haber sido un cliente mas seguro de sí incluso le hubiera animado a llevárselo y me lo quitaba de en medio, pero ese chico parecía poner en mí su confianza y la verdad, no era lo mejor que se podía llevar.
A la hora de mostrarle otro traje lo cogí del brazo corroboré su buen estado físico que ya había intuido al tomarle medidas. Tenía el brazo durito, bien trabajado. Unido ésto a su cara de desconcierto (estaba perdido en medio de ropas cuyo estilo desconocía por completo) me puso un poco cachondo. ¿Por qué no? Además, no estaba mal y parecía tan inocente.
Le agarré de su brazo y lo guié hacia otra parte donde había trajes mas adecuados a su persona, o a lo que supuse que pretendía. El chaval se dejaba llevar como un corderito y eso no hacía sino incrementar mis ganas de tirármelo.
De entre dos que le mostré eligió un traje oscuro, similar al mio, aunque con peor caída. Me dijo que también se llevaría un par de camisas y corbatas a juego. Raudo, pues, me dirigí al estante donde están las camisas y le mostré una blanca y elegí una corbata de color rosa palo. Quería ver como a un chico tan rudo le sentaba ese color, el cual me encanta, dicho sea de paso.
Con estas prendas el chico se fue hacia el probador para probárselo y pasados unos minutos, que se me hacían excesivos, salió con el traje y la camisa puestos, pero con la corbata en la mano y cara de pedir perdón.
- Esto... es que no se hacer el nudo.
Humm, el traje le quedaba bastante bien ya que el chico estaba muy bien proporcionado y encima me pedía hacerle el nudo de la corbata, con lo que siempre me ha puesto eso. Definitivamente tenía que intentar tirármelo.
Con mas parsimonia de lo normal le anudé la corbata y le puse frente a un espejo. La verdad es que estaba para comérselo y no paré de decirle lo bien que estaba. El también se debió de sorprender de verse así e incluso se gustó porque pude notar como crecía su auto confianza.
Claro, que si se quedaba con ese traje poco mas podría hacer yo para pasar a mayores. Acertadamente le dije:
La verdad es que te queda muy bien, pero si quieres probamos otros trajes que se pueden adecuar al cliente. Tienen mejor caída y la verdad, marcan la diferencia.
Pero -balbuceó- tanto se nota la diferencia? Este me queda bien, no?
En confianza - le dije medio susurrando -, no tiene nada que ver. Estos trajes son normales, de buena calidad pero normales. Lo que le comento es otro nivel.
Estaba claro que el chico quería deslumbrar allá donde fuese ya que no dudó en decirme que le mostrase uno mejor.
En ese momento me dí cuenta de que la tienda aún seguía abierta. Le dije que me disculpase y bajé los cierres.
Perdone, pero es que ya es la hora de cierre no quiero contratiempos.
Bueno -contestó inocentemente-, si acaso vuelvo mañana.
No, para nada. A usted ya le atiendo, faltaría mas. No se preocupe, estaremos aquí hasta que se vaya satisfecho.
Noté como se tranquilizaba, momento que aproveché para cogiéndole de la cintura dirigirle hacia el lado de la tienda en el que están los mejores trajes. Lo que si que pude confirmar que tenía una cintura muy agradable al tacto.
De entre todos los trajes escogí uno de los que la tela era mas ligera, lo que me permitiría tener mejor contacto con el a la hora de medirlo y ajustarlo. En cualquier caso, se acercaba la primavera y era muy apropiado para la época.
El chico se metió de nuevo en el probador y tras unos minutos de espera decidí entrar, mas que nada por ver si le pillaba a medio vestir, pero con la excusa de llevarle una camisa mas adecuada a ese traje. Como se puede imaginar, con una tela mas suave y fina.
Por desgracia ya tenía puesto el pantalón, así que le dí la camisa para que se la cambiase pero no salí del probador. Al chico se le notaba incómodo pero tras titubear por fin se dispuso a desabotonarse la camisa que llevaba puesta.
De nuevo me armé de valor y cuando solo le quedaba un botón me lancé a quitarle la corbata.
- Disculpa -dije- pero para este traje le pega mejor otra mas oscura.
El chico se dejaba hacer y a mi me daba una sensación de control de la situación que me gustaba.
Cuando llegué con la corbata nueva, de un tono morado, algo mas oscura que la anterior, ya tenía puesta la nueva camisa, y tal como esperaba, permitía palparlo mejor a la hora de anudarle la nueva corbata. Se puso su chaqueta y salió a verse a un espejo de cuerpo entero.
Uf -exclame- esto ya es otra cosa, aunque... -deje la frase en suspenso.
¿Algo no esta bien? -preguntó casi angustiado.
La verdad es que el traje le quedaba como un guante y apenas requería arreglo, pero estaba decidido a tocar mas aún.
- Nada que no se pueda arreglar -contesté tranquilizándole-. Estos trajes se arreglan siempre justo a la medida del cliente.
Me aleje un poco buscando unos alfileres y tiza para marcar los arreglos y de nuevo me dirigí al chico, que miraba mas bien entregado a mis decisiones. Por mi parte yo estaba dispuesto a ver hasta que punto estaría entregado.
Levanté la parte trasera de la americana para ver como le ajustaba por detrás y palpándole sus nalgas le dije que de ahí no hacía falta ajustar mucho. Ni tanto, le quedaba fenomenal en ese culito tan agradable al tacto.
Le cogí los bajos del pantalón y con la mano fui subiendo por su pierna indicándole que era para ver como se ajustaba y si necesitaba arreglo. Cuando mi mano llego a la altura de su paquete, por no resultar muy descarado, la separé un poco pero un gesto del chico puso su entrepierna justo en mi mano. Yo, por supuesto, no retiré la mano y seguí midiendo como si nada los segundos que, desconcertado, estuvo en esa posición.
Me quedé sorprendido del tamaño de su armamento y por nada del mundo separaría mi mano de ahí. De hecho, cuando el chico trato de apartarse mi mano siguió tras él.
Esto si que le desconcertó por completo ya que se quedó completamente parado y tenso, aunque su miembro comenzaba a responder y podía notar como crecía, lo cual me envalentonó para seguir.
Ya descaradamente mi mano sobaba su entrepierna mientras no paraba de decirle lo importante que era que justo ahí el pantalón se ajustase y que había que prevenir todas las situaciones, por lo que tendría que ver que le quedase bien incluso empalmado.
El chico ya se dejaba hacer y aunque algo asustado y entre algún "pero" dejaba escapar suspiros que denotaban que el debate interior estaba decantándose a mi favor.
Cuando ya estaba completamente empalmado y prácticamente vencido me dispuse a bajar la bragueta diciendo:
- Es importante ver que si esto esta así se pueda bajar el pantalón.
Terminé por desabrochárselo por completo y la fina tela cayó al suelo dejando frente a mi sus calzoncillos, tan rudos y vulgares como la ropa que traía.
- Esto también es importante que esté a juego, por lo que conviene cambiarlo -dije mientras le bajaba los calzoncillos.
Ante esto el chico mostró un leve gesto de protesta.
- Espera, espera -dijo- yo...
No le deje decir nada mas, o no quise escucharlo, y de un golpe de cuello me metí toda su polla en mi boca.
Una vez en la tienda el empleado, muy amable, me preguntó qué quería. Como pude le explique la situación: Iba a cambiar de trabajo y en mi nuevo empleo debía vestir muy elegantemente. Quería su ayuda para elegir algo que me hiciese parecer así.
El dependiente me hizo esperar para ponerme un metro por encima del pecho, de hombro a hombro, supongo que para ver mi talla y me señaló un lateral de la tienda donde había mogollón de trajes colgados, así que me acerqué y tras un rato de ver varios al final elegí uno parecido al que mi madre había elegido el día anterior. Ya si no quedaba bien supongo que el dependiente me lo diría, no?.
Descolgué la percha pero el tío me dijo que los había mas modernos así que lo colgué de nuevo y me sacó un par de trajes mas. La verdad, a mi me parecían iguales, a no ser por el color, pero bueno, según el eran mas modernos. Elegí uno de ellos que se parecía al que llevaba él. Supongo que alguien que vende ropa irá moderno, no?.
Como no me iba a probar el traje encima de la camiseta que llevaba, una de mis favoritas de un grupo de Heavy de hace unos años, le dije que además del traje me llevaría un par de camisas a juego y claro, una corbata, ya que la que me puse el día anterior era de mi padre y seguro que estaba pasada de moda.
Me sacó una camisa blanca y una corbata rosa. Joder, ¿No había otro color?. En fin, igual era lo que se llevaba ahora, así que con todo eso me metí al probador para cambiarme. Todo fue bien hasta que tenía que ponerme la corbata. Tampoco es que importase mucho, pero quería ver como quedaba el conjunto. Estuve dudando un rato intentándome acordar como la había hecho mi padre el día anterior, pero no había manera, que no me salía.
Salí del vestuario a ver si el dependiente podía hacer el nudo y en vez de hacerlo en su cuello lo puso en el mio y se puso a hacerlo. Se le dará mejor así, pensé. La verdad es que el tío parecía elegante. Iba impecable y olía bastante bien. Vaya, que mas o menos así era como quería ir yo.
Me miré a un espejo y, vaya!, parecía otro. Fijo que vestido así todas las tías se quedarían mirándome. Pero algo no debía quedarme del todo bien ya que el tío de la tienda me dijo que aunque me iba bien el traje los había que quedaban mejor. Coño! Mejor aún? Yo quería uno de esos! Y con la pasta que me iban a pagar me lo podía permitir.
Ya que estaba pasada la hora el dependiente fue a echar los cierres de la tienda. Ya que el tío se estaba portando bien no quería molestar y pregunté si prefería que viniese otro día, a lo que me contestó que ya que estaba allí me atendía. Me tranquilicé por que parecía buena gente y muy atento, que era justo lo que necesitaba ya que de eso de vestir bien no tenía ni idea.
Él mismo eligió uno parecido pero según él de mejor calidad y me lo dio para que me lo pusiera. Con esas, me volví al probador para cambiarme. Cuando me había cambiado el pantalón entró de repente en el probador el dependiente con una camisa igual a la que llevaba puesta, pero por lo visto, por el tipo de tela me quedaría mejor. Pues nada! A probarse la camisa, aunque el tío se quedó en la puerta del probador. No es lo mas normal, supongo, pero en fin, entre tíos supongo que no pasa nada, así que me puse a quitarme la camisa.
Cuando tenía la camisa casi quitada el dependiente se puso a quitarme la corbata. Estuve a punto de decir que eso si que sé hacerlo, pero bueno, como se le veía tan amable le deje hacer.
Fue a por una nueva algo mas oscura, casi morada. Eso estaba mejor, al menos no era rosa. Otra vez se puso a anudármela y se le notaba algo cansado, normal siendo la hora que era, ya que se apoyaba a veces en mi.
Ya con todo salí a verme en el espejo y si, parecía un traje mas elegante. El dependiente seguía sin verme del todo bien. Pero se trataba de arreglos que son normales, por lo que me dijo.
Lo primero me miró como quedaba por detrás, bastante importante, según decía y me señalo por donde ajustaba diciéndome lo bien que quedaba. Por que estaba viendo como me quedaba, que si no diría que me estaban tocando el culo. El caso es que el tacto de la tela resultaba agradable y en una ráfaga, me imaginé que de pronto una secretaria, rendida a mi nuevo aspecto, me hacía eso en mi nuevo despacho.
Bajó a ver como me quedaba de largo el pantalón y marcó de donde arreglar. Fue poco a poco subiendo por la pierna comprobando si había algo mas que arreglar. El jodido pensamiento de la secretaria volvía a mi mente y me estaba empezando a poner cachondo tanto toqueteo.
Llegó a la entrepierna y por fin separó la mano pero, y juro que fue involuntario, un picor en la espalda hizo moverme y poner mi paquete en su mano. De verdad que no fue intencionado, y seguro que el dependiente se quedaría sorprendido porque, al igual que yo, quedó paralizado con la mano ahí.
No pude mas y noté como mi polla respondía. ¿Que cojones me estaba pasando? Traté de echarme atrás pero el dependiente seguía con su mano sobre mis partes. Joder, era superior a mi aguante y quedé como muerto al comprobar que se me estaba empinando. Dios! que vergüenza! ¿Que pensaría el tío de mi?
El dependiente, creo que por salir del paso, dijo que así podríamos comprobar como quedaría el traje si algún día me empalmo. ¿Coño, eso se prueba? No se, pero el dependiente estaba en todos los detalles y ya que se trataba de probarlo empalmado me dejé llevar y me puse completamente palote.
Probó si en ese estado se podía desabrochar el pantalón y sin apenas darme cuenta el pantalón ya estaba en mis tobillos.
No sé que dijo de mis calzoncillos el caso es que de pronto me los bajó y cuando quise darme cuenta mi polla estaba en su boca.
¿Que estaba pasando? Eso ya no podía ser parte de la prueba. Pero no encontré fuerzas para rechazarlo. Como sabía chupar el mariconazo! Además yo que era primerizo en eso (ningún rollete había querido chupármela) estaba en la gloria. Si, era un tío, pero desperdiciar una mamada así... ni por asomo. Miré hacia el techo imaginando que era una tía.
Siguió mamando y cuanto mas lo hacía mas placer me daba el muy cabrón. Además, una de sus manos la paso debajo de mis huevos y se entretenía jugando con sus dedos en el espacio que va desde mis testículos a mi ano. Lejos de asustarme por su dedo jugando ahí le dejé hacer ya que la combinación de la mamada con el dedo era una pasada.
Pasado un rato me empujó contra el asiento del probador y quedé sentado, con el de rodillas frente a mi y puso mis piernas sobre sus hombros. Sabía perfectamente lo que se hacía porque cuando ya estaba a punto de correrme paraba el ritmo lo justo para contenerme, y al rato, vuelta a succionar. Por supuesto que seguía jugando con su dedo que de cada vez mas se aventuraba a la entrada de mi culo.
Unas pocas veces mas o no supo controlarlo o no quiso, el caso es que ne pude mas y me corrí. Traté de apartarle, pero fue en vano ya que según salía mi semen succionaba con mas ganas aún el muy cabrón. Cuando me quise dar cuenta, me había corrido en la boca de un tío que tenía dos de sus dedos dentro de mi.
Me quedé totalmente relajado y recostado sobre mi espalda. Había sido un tío, pero me había llevado a la gloria y sus dedos que seguían en mi ano aún me estaban dando placer.
Él debió de notarlo pues siguió como si nada hurgando en mi culo y de nuevo sabía que se hacía ya que lejos de notar dolor, como habría supuesto, sentía un placer nuevo y desconocido. Estaba vencido, a su merced, y estaba haciendo de mi lo que quería, pero el caso es que cuando metió un tercer dedo era como si lo estuviera esperando.
Una punzada de dolor fue lo único que sentí pero cuando el dedo se acomodó todo era placer.
Sin sacar ni uno de los dedos se incorporó y con una sola mano bajó sus pantalones y su slip. Ante mi, y por primera vez en mi vida, apareció ante mi una polla de unos 18 centímetros, así a ojo, completamente erecta. Se ladeó un poco, lo justo para sin sacar sus dedos situarse a mi lado pero dejando su pene a pocos centímetros de mi cara.
Con la mano que le quedaba libre me giró la cabeza y me dijo:
- Venga hombretón, si sé que te va a gustar. Además no te vas a convertir en gay por esto.
Jamás hubiera imaginado que me debatiría entre comerme una polla o no, jamás. Me lo llegan a decir una hora antes y me lío a hostias, pero ahí estaba pensando si chupar la polla que me ofrecía.
- Es que... -balbuceé.
Con un movimiento de cintura el dependiente puso su polla tocando mis labios. Saqué instintivamente la punta de la lengua y pude comprobar el sabor de su liquido preseminal. No me resultó desagradable y sin apenas darme cuenta mis labios abrazaban su capullo. Él, mientras, seguía taladrándome el ano con sus dedos y la situación me estaba resultando placentera hasta tal punto que abandoné todo prejuicio y metí mas aún su pene en mi boca.
- Oh! Sigue así. Lo haces fenomenal - me decía el dependiente.
Su mano, la que le quedaba libre, comenzó a acariciarme la nuca pero pasado un tiempo mas que acariciar lo que hacía era marcar el ritmo de la mamada.
- Te gusta lo que están haciendo mis dedos? -pregunto el dependiente.
Solté un sí ahogado.
- Lo ves? Te esta gustando. Una polla sería mejor aún.
Uffff... eso ya era otra cosa. Lo de los dedos estaba bien, pero lo otro ya era pasar una linea roja.
- Esto tampoco te convierte en gay. Como mucho en bisexual, y eso, créeme, gusta a las tías -insistía el dependiente.
En parte tenía razón, pensé. Los homosexuales siempre están rodeados de tías buenas y por probar... No dije nada mas, me dejé llevar por él, que al fin y al cabo, con la pinta tan buena que tenía de hombre no sería homosexual (o eso pensaba).
El dependiente siguió un rato masajeando mi ano y metiendo y sacando su polla en mi boca, aunque esto último con algunas pausas, imagino que para no correrse.
De pronto sacó la polla de mi boca y se situó frente a mi, acercándola a sus dedos, que llevaban un rato moviéndose mas aprisa, o sea, se acercaba a mi ano. Por mi parte mi nerviosismo iba en aumento ya que siempre se ha dicho que que te den por culo es lo peor, aunque yo en este momento estaba disfrutando de sus dedos como pocas veces lo he hecho.
Noté como fue sacando sus dedos y acto seguído noté en la entrada de mi ano como su capullo pugnaba por entrar. Imagino que sería por lo dilatado que lo habían dejado sus dedos pero a poco que empujó entró sin dificultad y sin molestias por mi parte, todo lo contrario, empezaba a sentir un calorcillo muy agradable.
Visto que, no solo no me quejaba, sino que cerré mis ojos y exhalé un suspiro siguió empujando y mi culo seguía tragando hasta que llegó un punto que si que sentí un ligero dolor.
- Para! -exclamé, abriendo los ojos de par en par- Me haces daño!!.
Él se mantuvo completamente inmóvil pero pasados unos segundos volvió a la carga. La molestia seguía ahí pero ya no me queje y el, muy poco a poco, eso sí, siguió taladrándome hasta que con una amplia sonrisa en su cara dijo.
Ves? Ya la tienes toda dentro
Toda? -pregunté sorprendido.
Si, toda -respondió tranquilizándome.
Y ahora? -pregunte mas bien despistado.
Ahora a disfrutar.
Comenzó tras un rato quieto a moverse lentamente hacia atrás hasta casi sacarla entera y llegado hasta el límite volvió a meterla también muy despacio. Esta misma maniobra la hizo unas pocas veces hasta que ya no notaba molestia alguna y por contra una sensación cada vez mas placentera me invadía.
Él debió de notar esto porque sus movimientos se aceleraban poco a poco. Me agarró con sus manos de mi cintura, cerró sus ojos y comenzó a darme fuerte. Yo también cerré mis ojos y me abandoné al placer. Durante unos minutos lo único que se oía era el sonido de sus piernas chocando contra mis nalgas mezclado con los gemidos de ambos.
Como me pones -dijo el dependiente-, me voy a correr!!
Espera, no te corras, sigue dándome -me sorprendí a mi mismo diciendo esto.
Sería por la enorme sorpresa que se llevó el chico cuando me metí toda su polla en mi boca, el caso es que se quedó inmóvil y me dejó manejar la situación mas aún de lo que ya lo estaba haciendo. No sé si es que buscaba una cámara oculta o es que se abandonaba a mis cuidados pero miró hacia el techo del vestuario y se mantuvo así mientras ya mas a placer le sobaba sus testículos.
Dando por hecho que había cazado al bomboncito que tenía delante traté de avanzar un poco mas y ver sus límites. Deslicé la mano que tenía en sus testículos hacia su ano, despacito pero avanzado sin parar, aunque le notaba un poco cerrado. Opté por empujarle para que se sentara, coloqué sus piernas sobre mis hombros sin parar de mamarle y en esa posición aparte de tener un mejor acceso a su culo la mamada sería mas profunda. Tanto era así que mas de una vez tuve que controlar porque parecía que se corría, y no era cuestión de que se corriese aún y acabase la fiesta.
Ahora si, mi dedo se posaba sin mayor inconveniente sobre su ano. Tan absorto estaba en la mamada que ni se daba cuenta como poco a poco mi dedo empezaba a violar su intimidad. Acompasaba cada vez que succionaba con una punzada en su ano hasta que vi la posibilidad de un segundo dedo. Fue meterlo y el chico se corrió sin previo aviso. Por mi parte no podía desperdiciar ese manjar y succionaba toda su leche.
Estaba claro que lo tenía a mi merced ya que quedó recostado con los ojos cerrados disfrutando -si, disfrutando, se notaba- del juego de mis dedos en su ano. Me envalentoné y traté de meterle un tercer dedo, el cual recibió con disfrute. Paré un momento hasta que se acomodase y vuelta al juego digital. El chico estaba disfrutando así que pensé que por qué no, por qué no le ofrecía yo mi polla para que se la comiese.
Como pude me incorporé tratando de no sacar los dedos de su culo, no fuera que se perdiese la magia del momento, y con una mano bajé mis pantalones y mi slip. Mi polla saltó como un resorte y traté de moverme para sin que él hiciera nada ofrecerle la polla justo en su boca. Le ladeé la cabeza y tras una ligera resistencia y un movimiento de cintura mía por fin sus labios entraron en contacto con mi capullo.
Realmente el chico estaba extasiado con este tipo de placer ya que no tardó prácticamente nada en comerse mi polla, si bien es cierto que un movimiento de mis dedos que aún jugaban en su culo ayudó a que se decidiera. El caso es que mamaba bien, de principiante, pero bien. Seguía jugando con mis dedos en su interior tratando de marcarle el ritmo de la mamada pero vi que era mas práctico cogerle de la nuca y follarle la boca a placer.
Tan vencido y entregado le vi que decidí que no podía dejarle ir sin follármelo, así que le pregunté si le estaba gustando mi juego en su ano y le dije el cuánto mejor que lo hace una auténtica polla. No me dijo que no, así que saqué mi miembro de su boca y moviéndome me dispuse a encularle ya que su posición me lo permitía. Apoyé la polla sobre mi mano, la que tenía dedos dentro de él y retirándolo poco a poco, acto seguido le enchufé con mi polla.
Fui lentamente entrando en el. Que placer desvirgar a un tío que estaba tan bueno!!. En un momento exclamó como con dolor y me detuve un instante pero al poco rato continué la embestida, muy suavemente aunque firme hasta que la tuve toda dentro. Se asombró de verse así empalado, como si no se lo creyese aunque a buen seguro lo estaba disfrutando.
Saque mi polla y volví a enterrarla varias veces mas y poco a poco incrementaba la velocidad. Su cara era un poema de placer y vergüenza cada vez que yo alababa su prieto culito. Tras un buen rato de vaivén, le anuncié que me iba a correr, ante lo cual me dijo, para mi sorpresa, que le siguiese dando polla.
Guau!!! Para ser primerizo me estaba saliendo un auténtico viciosillo. Traté de contenerme para seguir dándole sin correrme pero fueron poco mas de tres minutos los que aguanté, ya que mi nivel de calentura me tenía a punto de estallar.
Con varios estertores por fin me corrí en su culo. Yo gemía como un auténtico poseso y él daba auténticos aullidos de placer que me expliqué al ver como se estaba corriendo.
Te has corrido de placer. Te ha gustado, eh?
Jooooder -exclamó el chico- que gustazo!
Y que te ha parecido? -pregunté inocentemente.
Que ya sé a que tienda tengo que venir a comprar ropa. -dijo con una sonrisa.
Agarré lo primero que tenía a mano para limpiarme, su boxer, ya que mi polla aún chorreaba semen. Cuando me di cuenta se lo enseñé con cara de pedir perdón. Él puso un gesto de cabreo que sofoqué diciéndole que se podía llevar cuantos boxers quisiera de la tienda.
Nos incorporamos y al mirar el reloj vi que eran pasadas las 10 de la noche. Yo desde luego no tenía ninguna prisa y sin dudarlo hubiera intentado probar su polla en mi culo, pero él si que dijo que tenía que marcharse.
Ambos nos vestimos, no sin antes salir yo a por unos boxers nuevos para él y ponérselos sobeteándole el paquete un poco mas.
Que rico! Esto lo tengo que probar con mas detalle - le dije.
Ya te digo que pasaré a comprarme mas ropa aquí.
Le dí una tarjeta de visita de la tienda en la que apunté mi teléfono móvil en la parte de atrás. Al tiempo que abría la puerta de la tienda el chico se la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón y con un guiño de un ojo salió de la tienda con un "hasta otra".
Aunque le dije que no se corriese tardo nada en estallar pero el muy maricón se movió de modo que hizo que yo también me corriera. Joder! que puto placer sentí en ese momento. Os juro que nunca había sentido nada parecido, aunque mi vida sexual hasta el momento había sido muy limitada y poco mas allá de algún polvete en el sillón de atrás del coche.
El dependiente me preguntó que si me había gustado y no pude decirle otra cosa que repetiría.
De pronto se limpió la polla y me limpió a mi el culo con mi boxer... Ya podía haber usado otra cosa!! Menos mal que se ofreció a reponermelo con uno nuevo.
Visto que eran las 10 y veinte me tenía que ir volando para casa así que nos vestimos deprisa, no sin antes recibir un buen sobo en mi paquete cuando el dependiente me colocó los calzoncillos nuevos. Al salir me dio una tarjeta de la tienda en la que me apuntó su teléfono y su nombre. Damián se llamaba.
Una vez llegado a casa tuve que explicar mi retraso... y el caso es que no podía decir que me había ido a comprar ropa ya que con las prisas al final no la compré. Ya en mi habitación por la noche, algún remordimiento que me venía a la cabeza quedaba instantáneamente apagado al recordar el rato de placer desconocido que había descubierto.
Sin duda, tendría que ir a la tienda de Damián al día siguiente a comprarme un traje. Me tomaría medidas de nuevo?