Un Trabajo Apasionante

Un preocupado psicologo nos cuenta con todo lujo de detalles el caso mas sorprendente de toda su carrera: Una madre enamorada de su hijo

Un Trabajo Apasionante

Generalmente guardo en el mas absoluto secreto todo lo referente a mis pacientes, no solo debido al juramento hipocrático, que te obligan a firmar al acabar los estudios, también lo hago por respeto a mis pacientes, que depositan en mi sus mas intimas fobias y no sería ético pregonarlas por ahí.

Pero el caso que les publicare a continuación no puedo guardarlo ni un segundo más en mi interior, pues me esta volviendo loco, cada vez que repaso mis notas y mis cintas quedo más estupefacto, es tan incomprensible, y necesito contarlo ha alguien. Teniendo en cuenta que no puedo compartirlo con mis colegas de profesión lo haré con ustedes.

No paro de darle vueltas a la cabeza, pues se me ha presentado la oportunidad de hacer realidad mis mas depravados sueños eróticos con la mujer mas bella que ha pisado este suelo que compartimos todos, y realmente, todos mis años de estudio no me esta sirviendo demasiado para aclararme, pero mejor les cuento el caso desde el principio para que me comprendan mejor.

Durante mis nueve años de ejercicio profesional me he encontrado con numerosos casos sobre complejos de Edipo y Electra no superados, jóvenes, y no tan jóvenes enamorados de sus padre o madres respectivamente. Muchos los he resuelto sin demasiadas complicaciones y otros tantos me han costados horas y horas de tratamiento. Pero jamás en la vida me había topado con un caso al contrario, y mucho menos con ciertas particularidades.

Mis dolores de cabeza, y de otras cosas, comenzaron hace unos tres meses, cuando di paso a Heidi, una chica que venia recomendada por una colega de profesión debido a una fuerte depresión que le perseguía desde hacía unos meses y que estaba a punto de acabar con su matrimonio.

Tras la llamada de mi secretaría una esbelta figura cruzo con elegancia la puerta de mi despacho, mi atención se fijo instintivamente en sus hermosas y destapadas piernas, largas como columnas sosteniendo aquella obra maestra que tenía por cuerpo. Vestía un traje de Armani grisáceo, con chaqueta y minifalda, un picardía hacías las veces de camiseta, de color verde claro dibujaba con sus encajes la hermosa silueta de dos senos pequeños y deliciosos, que cabrían sin esfuerzo en mis temblorosas manos.

Al fin atendí a invitarla a sentarse, desconcertado por su belleza tarde más de lo normal, desgraciadamente no todos los días entra una quimera en mi despacho, deseando desesperadamente que ponga fin a sus problemas.

Heidi acaricio dulcemente su rubio pelo, cortito, poco mas debajo de sus ínfimas orejas, lacio y fino como la arena del trópico, que acaricia tu piel, con su calor y tranquilidad, endémicas del paraíso. Sonrió nerviosa, y se sentó, cruzando sus largas piernas y colocando sus delicadas manos sobre sus rodillas. Su dedo anular estaba adornado por una lujosa y brillante alianza, que me recordaba la razón por la cual se encontraba en mi despacho.

Ansioso por ayudarla, le pregunte cual creía era la razón por la cual había acudido a mi consulta, por supuesto actuaría como si no conociese su verdadera razón, así ella daría rienda suelta para hacerse entender, facilitándome la localización de su patología.

Vera doctor, no acudo a usted por una depresión, comprenda que quisiese tratar con intimidad mi problema, es tan avergonzante, que incluso contarselo a mi mejor amiga me da realmente miedo-

Había ido directamente al grano, eso es buena señal, su tono seguro y convencido nos ahorraría muchas horas de trabajo. Evidentemente no me sorprendía que hubiese mentido a su amiga, es completamente normal que los pacientes se avergüencen de sus problemas. Le invite pues, a decirme cual era la verdadera razón por la cual necesitaba de mis conocimientos.

  • Mire Doctor Hernández, por experiencia se que si soy directa nos ira mejor, no crea que no es difícil para mi plantearle mi problema, pero necesito una solución urgente, así que haré un esfuerzo.- Dijo algo mas insegura que antes, se le notaba nerviosa, pensaba realmente que su problema era grave, e incluso me estaba asustando a mi.

  • Tranquila Señora Inswer, se sorprendería de los casos que oiga tras esta mesa, no me asustará lo que me cuente, se lo garantizo- Unas palabras tranquilizadoras siempre ayudan a serenar al paciente y a trasmitirle confianza en mi.

Estoy enamorada de mi hijo de diez años-

  • O h, tranquila Señora, es mas normal de lo que parece, en numerosas

ocasiones confundimos los sentimientos y lo que pensamos que es satisfacción por nuestra labor educativa, con el amor o atracción por nuetsros hijos, muchas mujeres y hombres han resuelto ese problema en ese sillón en el que usted esta sentada-

Es curioso, pero las personas siempre quieren ser especiales y diferentes, pero cuando se trata de crisis y síntomas patológicos les gusta escuchar que muchos han sufrido ese mismo problema.

  • No me entiende doctor, se que puede resultar repugnante, pero yo y Dani, hemos consumado nuestra mutua atracción, por eso estoy aquí- antes de que le formúlase otra pregunta la hermosa mujer se anticipo a despejar las dudas, sentada en mi sofá me confesaba su relación con un niño de diez años, que encima era su hijo.

Ser profesional me estaba costando un triunfo, y gracias a dios la mesa caoba donde tomaba notas me servia de escudo para ocultar mi erección, no podía parar de imaginarla en tales tareas con su retoño. Tome agua para serenarme, y le aconseje que se explicara y me contase como había sucedido todo, desde el principio.

De acuerdo doctor, será algo largo, espero que pueda ayudarme, es usted mi ultima esperanza.

Y así comenzó a relatarme lo que había sucedido en su vida desde hacía unos meses.

Acababa de recibir las notas del primer trimestre de Dani, había suspendido cinco asignaturas, era algo inusual en él, era muy estudioso y aplicado, pronto, cegada por mi instinto de madre, de echar la culpa a los demás, encontré en su nuevo grupo de amistades la razón de tales calificaciones.

Desde unos meses atrás Dani andaba de un lado para otro con unos niños de su edad, macarrillas de la escuela, los típicos abusones, malcriados e irrespetuosos, realmente pense que pronto se daría cuenta de la clase de chicos que eran y no tendría necesidad de prohibirle que se relacionara con ellos, entonces me equivoque, esta vez no lo haría, era hora de tomar cartas en el asunto.

Así que un día que los críos acudieron a buscar a mi hijo, aproveche para charlar con ellos, pues casualmente Dani había salido con su padre y yo les invite a esperarles en el salón.

Eran cinco pequeños, mal vestidos y lo que es peor aun, mal hablados, tocaban todas mis figuras y fotos, curioseaban todo aquellos que podían, no estaban acostumbrados a entran en mansiones como la mía, eso desde luego. En esos momentos odiaba haberle hecho caso a mi marido y apuntar a mi hijo a un colegio publico para que se relacionase con las demás clases sociales, y despertar en el instinto de supervivencia tan a fin a las clases baja.

Les Invite a sentarse y yo me quede de pie, estaba acostumbrada a tratar con pequeños, es mi trabajo, soy pediatra. Así que les fui del todo sincera y les pedía que no viesen más a mi hijo. Los chicos en principio no hicieron caso a mi declaración, y me asaltaban a preguntas sobre la casa, mi marido, y Dani. Pero gracias a mi insistencia obtuve una respuesta.

-¿ pero Porque? Dani nos cae muy bien- Creo que se llamaba Toni el que respondió.

  • ¿ No comprenden que el no es uno de los vuestro?- Intentaba negociar con ellos, debían alejarse de mi angelito.

Pero ellos seguirían negociando, se divertían mucho con él, apuesto a que sí, siempre invitándoles al cine y a las meriendas, gastando todos sus ahorros en amistad, había descuidado la educación de mi hijo, no me lo perdonaría, de ahora en adelante me volcaría en él, y daría de lado a mi trabajo.

Buscando ser mas imperativa y transmitirles respeto me senté entre dos de ellos, Toni, y Raúl, creo que esos eran sus nombres. Note que al sentarme los cinco se fijaron en mi, no en mi movimiento, no en mi actitud, si no en mi como mujer, pude observar como se deleitaban con mi trasero, y sobre todo, se fijaban en mis `piernas, apuesto a que se volvían locos imaginando lo que había bajo mi faldita. Evidentemente no le di importancia, era normal para la edad, esta escrito en el ciclo de la vida, debo confesar que incluso me sentí algo halagada.

Pero si me note algo violenta cuando los chicos que me franqueaban se rodaron para pegarse un poco más a mi, rozando mis piernas. Sería dura y acabaría con aquello en un instante, demonios, era la adulta y por tanto la dueña de la situación.

Tajantemente les prohibí ver mas a Dani, eran unos pordioseros y unos groseros, no podían descarriar mas a mi pequeño.

-¿ por que se empeña en que no veamos más a Dani? Nos cae muy bien , y tiene una mama muy guapa-

El tono de aquel pequeño me intimido, y más aún cuando coloco una de sus sucias manos en mi desnuda rodilla, de pronto me di cuenta de que estaba en el salón de mi casa sola, con cinco niños en plena hormonación, conociendo el lugar del que venían, me echaba a temblar de solo imaginar que eran capaces de hacer, pero el miedo no fue lo suficientemente grave como para hacerme levantar, quizás si me mantenía impasible no lo tomarían como un enfrentamiento, y no pasaría de una mano en una rodilla, sin duda me equivoque.

-Es cierto señora, es usted muy guapa- El otro pequeño que estaba a mi lado también se había animado a tocarme, esta vez en la parte interior de mi muslo, casi perdía su mano en mi falda.

No solo el miedo se apodero de mi cuerpo, algo mas inundo mi ser, y quizás ellos lo notaron. No entendía por que, los odiaba, los aborrecía, a ellos y a los de su condición, además eran críos, de nueve o diez años, tan solo pensarlo era una perversión ¿ que me pasaba, jamas otro hombre que no fuese mi marido se atrevió a tocarme?. Solo se doctor, que comenze a notar, que me humedecía.

Definitivamente Rául se animó a humillarme todavía más, e introdujo su rabiosa mano dentro de mi falda, encontrándose con mi braguita húmeda de placer, respondí cerrando los ojos e intentando impedirle que no lo hiciese, pero mis palabras sonaron vacías incluso para mi, y su curiosidad continuo sin barrera hasta perderse en la intima prenda y acariciar mi sexo.

  • ¿ Le estas tocando el coño? Joder tio....- Dijo uno de ellos, realmente no se cual fue, estaba algo desconcertada en aquel momento, además, ni siquiera sabía sus nombres.

Toni, acaricio mi cara, y la dirigió hacía el, pude ver su rostro triunfador y violento, note su respiración, y en un momento de silencio, nos miramos, y me beso, su lengua se perdió en mi boca, sus labios se pegaron a los míos obscenamente, me sentí sucia, y a la vez caliente. Me deje llevar por las caricias de uno y los besos del otro, hasta que cuando casi toda mi voluntad estaba pérdida, rendida al extraño placer en el que estaba envuelta, sonó la voz de mi marido que llegaba saludando feliz y ajeno a lo que su mujercita estaba apunto de hacer en el salón.

Pronto me deshice del cálido abrazo y me puse en píe en el salón, coloque sin disimulo mi braguita y me prepare a saludar a mi esposo. Disimule al verle, besándole con la misma boca con la que acababa de satisfacer a uno de los pequeños, le presente a los amigos de su hijo y les invite a que saliesen a jugar con mi hijo, solo quería deshacerme de ellos, en otro ocasión lucharía por el futuro de Dani, aquel era el momento de mantener lo que me quedaba de dignidad.

Refunfuñando se fueron, se les acabo la oportunidad, no fui capaz de mirarle a los ojos a ninguno de ellos mientras se marchaban de mi hogar,

Aquella noche se me hizo larga, a diferencia de mi marido, que estaba sumido en él mas profundo de los sueños, yo no pegaba ojo, la cama se me hacía pequeña de todas las vueltas que me daba, buscando mi posición, aquella que me liberase de los pensamientos impúdicos que me asolaban aquella luna.

No podía despejar de mi cabeza la sensación que recorría hasta el ultimo rincón de mi cuerpo cuando aquel renacuajo me tomaba como suya, acariciando sin tapujos mi sexo, el cual agradecido no hacía otra cosa que emanar flujo como nunca antes lo había hecho, ¿ pero porque? ¿ Soy una enferma mental o algo así? El caso es que me tuve que levantar para no despertar a mi marido, el cual estaba cansado de su agotador empleo. Trabajaba en el buffet de su padre, y aportaba gran parte del sueldo a casa, gracias a sus esfuerzos, ya los míos, podíamos mantener nuestro alto nivel de vida.

Me senté en el salón a ver algo de la tele, solo teletiendas y teléfonos eróticos acompañaban mi soledad. Eché una mirada a mi alrededor, el salón estaba solo y oscuro, y una sensación extraña se apodero de mi cuerpo, desatando en mi una pasión si limites.

Acaricie el sofá donde horas antes estuve a punto de ser tomada por cinco hombres de la edad de mi hijo, porque ahora me daba cuenta, solo un hombre podía haberme hecho sentir como una gata en celo, eran hombres de medio metro, pero tan solo eso explicaba que me encontrase acariciándome el sexo en el salón de mi casa, algo que no recuerdo haber hecho ni siquiera en mi adolescencia.

Lamí mi dedo índice para lubricarlo, lo acerque a mi sexo, depilado para que el tanguita que llevaba en la piscina de casa resultase tan atractivo como un modelo de versace, me gustaba estar guapa incluso para dormir, me enorgullecía de mi figura y cuerpo. Gracias a pasar horas ante el espejo, disfrutando de mi anatomía, aun joven y tersa a pesar de mis 31 años, conocía cada palmo de mi cuerpo, y por eso, era capaz de alcanzar el mas profundo placer sexual en la soledad de la masturbación.

Mi braguita cayó inocente en el suelo del salón, y mis manos se perdían con ferocidad en mi vagina, húmeda y sedienta, había olvidado esa capacidad de paciencia y sensibilidad femenina respecto al sexo, tan solo quería apretarme, estrujar mi sexo como el crío había hecho en la tarde, sin tacto ni dulzura, y lo estaba consiguiendo, la mitad de mi, se retorcía en el sofá y la otra mitad se deshacía en el frío suelo buscando aplacar mi temperatura corporal.

Acaricie con dulzura uno de mis senos a través de la camiseta que utilizaba para dormir, deguste con mis frágiles manos la dureza de mi pezoncillos, la aureola no era mas que un botón de camiseta masculinas, y aun así aportaba una sensibilidad a mi ser que me hacía perder los estribos en el suelo de mi casa, casi sin darme cuenta mi piel descansaba erizada en el duro y frío salón, hasta que un placer incalculable se apodero de mi, y tras un alarido de gusto tumbó mi cuerpo extasiado casi sin fuerzas, las mínimas para llegar nuevamente a mi cama y quedar dormida por fin como una princesa.

Días y semanas después, mi excitación se fue apagando como era de esperara, sin duda alguna mi relación con aquellos conquistadores de escasos centímetros no prospero, desgraciadamente para ellos, que según mi Dani, andaban siempre preguntando por mi.

Pero mi tranquilidad se vería nuevamente turbada, cuando un día tuve que salir antes del trabajo, la menstruación me había dado muy fuerte y no podía atender a ningún paciente mas, no desde luego con la paciencia que hace falta para tratar con los clientes de una pediatra.

Así que, Al llegar a mi hogar, me quite la chaqueta y los zapatos como acostumbraba, y me dirigí a mi habitación para cambiarme, ponerme algo más cómoda y pasar como pudiese el día que me esperaba. Pero todo tomaría un rumbo inesperado, cuando al acercarme a la puerta del dormitorio oigo ruido, me asuste tremendamente, pense que eran ladrones, se suponía que no había nadie en casa, pero mis miedos se transformaron en enojo e indignación, cuando identifique la voz de Dani en mi dormitorio, ¿ que hacía allí? Debía estar en clase, había hecho novillos.

Decidida a entrar tome aire y camine firme y enfadada, pero otra voz respondía a mi hijo, eran sus amigos, estaban en mi dormitorio, y la curiosidad de saber que pasaba allí pudo con mi enfado, me coloque tras la puerta y afine el oído para saber que ocurría.

Ñooos mira estas Pancho, son super guarras, rojas y pequeñas-

Oye Tíos, dejen eso mi madre se va a dar cuenta-

Joder, ya me la estoy imaginando con estas azules puestas, con ese cuerpaso, como me la follaría, si no hubieses llegado con tu padre........-

No te pases Toni, es mi madre-

Si fuese mi madre la espiaría siempre, la cogería cuando durmiese-

Venga tíos, vámonos esto no esta bien.

Quizás por que estaba mala con la regla, o quizás por que me sentía humillada y ultrajada no fui capaz de entrar allí y repartir bofetones, al fin y al cabo, habían tocado alguna de aquellas bragas con su dueña enfundada en ella, y solo se me ocurrió ir al baño a llorar como una niña, como odiaba a aquellos niños, y lo peor es que también empezaba a hacerlo con mi hijito, al que seguramente ya le habían contado la hazaña de la otra semana, le habrían relatado con todo lujo de detalles como estuvieron a punto de beneficiarse a su madre, como la tocaron y besaron, dios, le estaba dejando por los suelos, pobre Dani, no tenía culpa de nada.

Pero Doctor, aquello no fue lo peor que sucedió aquella semana, créame.

Recuperada ya de mi ciclo menstrual afronte el fin de semana con el afán de afianzar los lazos con mi marido y mi hijo, y poner en rumbo nuestra vida otra vez, sin la presencia de aquellos intrusos que tanto daño me estaban causando. Se me ocurrió que podíamos pasar un rato divertido limpiando los tres coches en el jardín que teníamos en la parte de atrás de la casa, lo pasaríamos en bañador como en la playa, sin duda sería divertido.

Pero a mi marido le surgió un trabajo urgente en la misma mañana, ya me encontraba en bikini cuando apareció para decírmelo, le explique lo importante que era para mi, pero era ineludible, un cliente habitual era mas importante que su familia, claro que no podía reprocharle nada, pues tantas veces había hecho yo lo mismo, decidida, me prepare para afrontar en día yo sola con mi pequeño.

Andábamos por el primer coche aún, con la música alta y el sol pegando fuerte, me estaba costando comunicarme con Dani, estaba algo callado y aburrido, echaba de menos a su padre, lavar coches era tarea de hombres, intente bromear con él, poniendo voz ronca y diciendo frases masculinas, pero no resulto, nuestro día especial estaba siendo un autentico fracaso.

Así, que decidí darle mas ritmo a la cosa, para acabar antes y que Dani pudiese irse con sus amigos. Moje la esponja con abundante agua y la estruje contra el capo del Porsche, inclinándome un poco sobre el carro para poder limpiarlo bien, pero sucedió algo no previsto, sentí que una tímida mano acariciaba mi trasero, la redondez de mis nalgas eran acariciadas sin reparo por Dani, sin mas prenda, pues me había puesto un ínfimo tanga amarillo para impresionar a mi atareado marido.

Dos mil alternativas pasaron por mi cabeza en cuestión de minutos, y sus caricias no cesaban, finalmente decidí alejarme con la misma inercia del frotamiento del capo, así, evitaría que Dani se sintiese culpable o violento por lo que había hecho, además, ¿ no había dejado que sus amigos me tocasen la vagina? ¿ Pues que menos?

Ciertamente estaba funcionando, mi pequeño había dejado de tocarme, la alarma había pasado, creí que me estaba volviendo paranoica o algo así, mi hijo nunca me desearía, era mi hijo.

El caso es que Dani empezó a comportarse como un niño de nueve años que era, y empezó a chingarme con el agua, estaba enralado, me tiraba con la manguera y me lanzaba los baldes, ambos estabamos empapados por el agua y el jabón, desde la cabeza a los píes. Su risa jovial y despreocupada me recordó lo hermoso de la inocencia de un niño, desinhibida yo también le lance un cubo cogiéndolo por sorpresa, hasta casi hacele caer, desafiante empezó a perseguirme amenazándome con ingenuidad hasta que me alcanzó y me tumbo en el suelo para hacerme cosquillas, haciendo me deshiciera en risas y gritos, lamentablemente el ya no se reía, no, miraba fijamente al seno que se me había salido mientras retozaba con él.

La tormenta se había desatado, reconocí aquella mirada a primera vista, era la misma que la de su amigo antes de besarme, me deseaba, me miraba como una mujer, no como a su madre. Hubiese sido fácil echarle la culpa a las conversaciones de sus amigos, pero si yo no les hubiese alimentado los rumores, si no fuese vestida con aquel ínfimo bikini, que dejaba muy poco a la imaginación de un niño en plena pubertad, si no estuviese mojada de arriba abajo, mostrándome reluciente como un coche encerado antes de ser vendido, era una inconsciente, y ahora tendría mi castigo, o mi recompensa.

El silencio se hizo, estabamos solos, no había nadie en los alrededores, Y Dani me volvió a mirar fijamente a los ojos, notaba mi nerviosismo, reconocí las intenciones de mi hijo., el cual estaba erecto, y su fino bañador no podía disimular la enorme excitación del pequeño.

Esta vez mi marido no llegaría para evitar que le fuese infiel con un niño, con su hijo, y en si casa, sin duda, estaba a punto de cometer la mayor locura de mi vida, y era completamente consciente de ello.

. Dani me beso en los labios, y le respondí gustosa, mi pequeño sin mediar palabra desplazo la tira de sostén que cubría el otro pecho, y descubrió mis deliciosos senos, mirando al cielo, erizados por la morbosa situación, le dije que no debíamos, era su madre, estaba mal, pero el no me hizo caso y chupo con fuerza mis montículos, hasta casi parecer que los mordía, gemí como un gatita, , me había gustado.

De alguna manera, mi hijo sabía lo que me hacía falta, me trataba con muy poca dulzura, me babeaba los senos, tenía los pechos erectos y rebosantes de saliva, la saliva de mi hijo. Este comenzó a bajar, ansioso, en busca de un objetivo más oculto, mas secreto e intimo, su desespero hizo que saltase por encima mi estomago, que estaba contraído y deshecho por la entrecortada respiración que propiciaba el momento, su objetivo estaba más abajo, de un golpe me rompió el tanga, cuyo elástico golpeo con fuerza en mi sexo, produciéndome un tremendo dolor que interprete como una nueva forma de placer, y con nerviosismo introdujo se cabeza en la entrepierna, jugosa y limpia de vello pare él, la había rasurado al máximo para que mi marido no pudiese resistirse a una noche de sexo desenfrenado, y ahora ese privilegio recaía en alguien con su mismo apellido, sin ser él. Grite sin vergüenza al sentir el primer lametazo en la bolita del clítoris, me encontraba más excitada que nunca, el inexperto pequeño siguió con su gustosa tarea, me trataba como a un objeto, como un juguete, como si no tuviese sentimientos, y eso, extrañamente, me apasionaba, me hacía sentir en el cielo, El liquido jugoso que emanaba de mi vagina delataba la victoria de Dani, lo había conseguido, me había vencido y ahora era tan suya como la perrita que nunca le regale.

Raúl tenía razón, solo tenía que tocarte y te entregarías como una puta-

Aquellas palabras lejos de ofenderme o llevarme a soltarle un bofetón, me humedecieron aun más, sumergiéndome en un morboso placer del que aún no he podido salir.

N-n-o...o cariño....no soy una puta....soy tu puta- Mis ensalivados labios acertaron a decir esto, le estaba pidiendo que me follase, a mi pequeño, era repugnante, y por eso me gustaba.

Me toque la vagina, abriéndola con los dedos anular e índice, y le pedí que me penetrase de una vez , no podía aguantar, mi pequeño se quito el bañador y mostró su erecto pene, más grande de lo que esperaba, estaba desarrollado para su edad, cosa, que me agrado ver . Así, Dani me penetro sin mas retraso, y acogí en mi dilatado sexo el duro pene mi hijo en todo su esplendor y magnitud, me penetro varias veces, y cada vez encogía más mis largas y delicadas piernas para sentir más adentro el instrumento de placer que poseía mi pequeño dueño, tuve que advertirle que fuese más despacio, sino pronto eyacularía, y ninguno de los dos quería eso.

El sol nos baño un largo rato en nuestra danza de lujurioso entretenimiento, y desgraciadamente mis indicaciones de poco sirvieron, Dani no pudo aguantar más, sin duda había sido su primera vez, e inundo hasta la ultima de mis cavidades, todo mi ser quedo impregnado de su cálido y joven esperma, hasta las más profunda de mis paredes, cosa que no me importó, normalmente me hubiese sentido sucia y depravada, pero en aquel momento estaba llena y placentera, deje de lado cualquier tabú o perjuicio acerca del sexo, pues ya había sobrepasado todas las barrera, realizando el sexo que un niño pequeño que resultaba ser su mi único hijito.

Nos acostamos en el asiento trasero del todo terreno de mi marido, desnudo, sudoroso, deshechos por lo intenso del acto, mi pequeño descansaba su cabecilla como otras tantas veces sobre mi regazo, tumbado, pero dos circunstancias cambiaban de todas aquellas ocasiones, ahora su cabeza no reposaba sobre mis muslos sino sobre mi entrepierna y ambos estabamos desnudos después de habernos sumido en el mas incontrolable deseo.

  • Vaya Mama, eres maravillosa, deja que se lo diga a mis amigos, se morirán de la envidia

  • No puedes contárselo Dani, tendrá que ser nuestro secreto, no entiendes que si lo cuentas nos separarán

  • Pero Mama , ellos si me contaron cuando te cogieron el conejo

  • Habla bien Dani....soy tu madre... No ves que lo hacían para molestarte, no son tus verdaderos amigos, eso es mentira...

  • ¿ EN serio? Que tonto fui, yo lo creía, sabia que no eras así de guarra , tu eres solo mía, y ahora te has dado cuenta ¿ porque no lo hicimos antes?

  • Por la misma razón por la cual no volveremos a hacerlo, porque somos madre e hijo...¿ comprendes?

Sin duda Dani pensaba discutir aquello pero no le di oportunidad, le bese por ultima vez en la boca, introduje mi lengua en su ínfima cavidad como si fuese una adolescente desesperada con su novio, y salí del coche completamente desnuda hacía mi casa, ahí acabo nuestro " Día de los enamorado"

La pasiva tranquilidad con la que describía los hechos, me llamaba poderosamente la atención, generalmente los pacientes tartamudean mucho mas y dan excesivo rodeos, pero Heidi se mostraba abierta y extrovertida, era cuanto menos, extraño, aunque me agradaba que depositase tanta responsabilidad en mí.

En principio pense que no estaba tan arrepentida como decía, que no era consiente de la magnitud de su trauma, pero a medida que la escuchaba me percataba que mis sospechas eran infundadas, Heidi evitaba extenderse en detalles escabrosos así como morbosos, lo que ocurría es que por alguna razón la hermosa madre había perdido su pudor, y hablaba del tema sin tapujos. Mi trabajo era averiguar porque se expresaba con tanta naturalidad.

¿ Fue ese su único encuentro con su Hijo?-

-Por supuesto que no, como buen hijo único Dani persigue lo que quiere hasta que lo consigue, y yo era lo que deseaba, lógicamente me tuvo. ¿ Debo contárselo ? ¿ ayudara eso en algo ? ¿ no es suficiente con lo que he contado?

-Por supuesto que no señora, aun nos quedan horas de conversación, entiéndalo como una muestra de análisis, no solo miramos el hierro de la sangre, también lo triglicérido, glóbulo, ¿ me entiende? -

Bueno usted es el profesional, le contare nuestro segundo encuentro.