Un tipo decidió reprogramar a mi futura esposa 11

El tiempo había pasado lentamente y en mi vida habían ocurrido bastantes cambios, pero no el que yo quería o deseaba...pero. Capítulo final.

Dejé que el tiempo pasara e intenté continuar con mi vida, aunque no pasaba ni un solo día en que no pensará en Marta y quizás centrarme en mi trabajo fue lo que me ayudó más. En mi vida laboral cada vez era más valorado y no tardé en ascender (al revés de mi vida sentimental que estaba en un punto muerto).

Si quería cambiar cosas en mi vida la más importante sería la de irme a vivir sólo y sin mi gran amiga Rita a mi lado. Sería una decisión dura ya que Rita me comentaba que no hacía falta, pero sabía que era necesario en aquellos momentos de mi vida, además gracias a mi trabajo viajaba mucho y paraba menos en casa.

También me preocupe del bienestar de Rita para que logrará mi antiguo puesto ya que ella se lo merecía mucho más que algunos de los que estaban allí (incluido yo). Aunque quizás lo más bonito que le pudo suceder es poder presentarse ante su hija como su madre biológica y ser aceptada, aquel fue uno de los momentos más bonitos que puede vivir en aquella oficina.

Con Nadia y Olivia decidí no tener ningún tipo de contacto y lo que tendría que ser sería y cómo me dijo Nadia le daría todo el tiempo que fuera necesario, aunque cada vez albergaba menos expectativas.

Durante aquellos meses y a través de los medios de comunicación aparecieron noticias en la que había involucrados varios tipos que habían tenido "encuentros" con Marta. Los tipos del chalé fueron detenidos por varios tipos de delitos: estafa, prevaricación y trato de mujeres (la justicia, aunque dormida al final acaba poniendo a cada uno en su sitio), también aparecieron en las noticas aquellos tipos que me obligaron a follar Nadia, ambos aparecieron asesinados con dos tiros en la cabeza. Sabía sin ningún tipo de duda que Sofía, Patrícia y Rodrigo habían logrado repartir justicia a su manera.

El invierno se fue alejando y la primavera había llegado al fin. Tras mi último viaje llegué a casa y recibí un mensaje de Nadia: Necesito hablar contigo de algo importante. ¿Te parece bien quedar en el parque dónde os conocisteis Marta y tú?

Le respondí al instante para decirle que sí y ella me dijo ok. Desde que nos despedimos en aquel momento tan extraño de nuestras vidas no había tenido contacto alguno con ella y es que la casualidad parecía llegar de la mano y es que íbamos a quedar el mismo día en que nos hubiéramos casado Marta y yo. Ahora todo aquello me parecía muy lejano ya.

Llegué sobre las seis al parque y me senté en un banco cerca de una fuente y justo a la entrada del recinto. El sol me estaba casi cegando cuando levanté la vista me pareció ver un ángel o algo parecido y aquello no era una visión: era Marta.

Llevaba un vestido por debajo de la rodilla de color azul y topos blancos, su pelo era rubio natural y no platino. Me pareció ver que su figura era diferente a la de nuestro último encuentro y con algún kilito de más. Lo primero que noté al verla es que parecía que temblaba al caminar, quise acercarme a ella y cogerle la mano, pero por extraño que parezca no tuve las suficientes fuerzas para hacerlo.

Fue entonces que ella habló.

  • Lo siento no tenía que haber venido-totalmente nerviosa-.

  • Siéntate si quieres.

  • Me siento muy extraña, me tendré que ir.

  • Por favor quédate, no te haré nada.

Ahora que la tenía cerca de mi vi que aquellos desagradables pechos parecían haber menguado y que su mirada me recordaba a la de la antigua Marta. Le quería preguntar muchas cosas, pero a la vez no quería atosigarla y es que verla allí era como un sueño hecho realidad. A pesar del calor que hacía sus manos no paraban de temblar y cuando le cogí de la mano sentí algo mágico...yo la amaba. Noté que se relajaba lentamente mientras suspiraba entrecortadamente cuándo empezó a hablarme.

  • Estaba muy nerviosa de venir aquí y es que pensaba que a lo mejor tú ya me habías olvidado.

  • ¿Olvidado?

  • Pensé que habrías rehecho tu vida con alguien y que sólo me liberaste para que volviera a ser yo misma y recuerdo lo que hicisteis mis hermanas y tú para lograrlo, sé que fue algo macabro, pero era necesario y entenderé que haya alguien que ahora ocupe tu corazón.

  • No he querido estar con ninguna otra persona, aunque hubo una persona que siempre me apoyo y dijo que sentía algo por mí.

  • Esa era Nadia.

  • ¿Cómo lo sabes?

  • Ella me lo comentó que sentía algo muy especial por ti, pero que tú estabas enamorado locamente de mí.

  • Eso es cierto y Nadia es una gran persona, pero tú eres el amor de mi vida.

  • Pero yo no soy la misma y hecho cosas abominables y lo peor es que las recuerdo todas de una forma nítida. Mi otro yo gozaba de maneras que yo nunca imaginé y cada vez que lo recordaba me sentía sucia.

Se estaba desahogando y vi que no paraba de sudar y es que estaba nerviosa como un flan.

  • Yo le dije a Nadia que esperaría el tiempo que fuera necesario-intentando tranquilizarla-.

  • Sabes todo fue muy duro y necesito explicártelo.

  • Si no te sientes a gusto no tienes por qué dármelas.

  • Necesito que tú me escuches-mirándome seriamente-.

  • De acuerdo.

  • Cuando recuperé la consciencia lo primero que vi fue a Olivia allí a mi lado pidiéndome que me tranquilizará.

  • Yo estaba detrás de la puerta y se me rompía el corazón.

  • Yo no entendía nada y acto seguido noté un pinchazo y me dormí. No sé qué hora era cuando me desperté y vi que  estaba atada en la cama mientras mis hermanas me observaban y por un momento pensé que todo aquello era una pesadilla, pero de forma paulatina a mi cabeza empezaron a llegar de una forma muy nítida todos mis recuerdos: Cuando Leopoldo me introdujo en sus sucios juegos sexuales, mi estreno como su putita para sus amigos y lo peor fue recordar el daño que te hice cuando tu no me podías decir nada y yo me entregaba a todos aquellos hombres y gozaba porque mi otro yo necesitaba ser follada a todas horas hasta hacerme desfallecer.

  • Pero ahora estás aquí.

  • Yo ya no soy la misma y recuerdo cómo obligué a Nadia a que follará contigo y a que la sodomizarás. Después de aquello comprenderé que hayas tenido algo más con ella o otra mujer y es que yo en aquellos momentos de mi vida no tenía tenía ningún control sobre mí.

Ella contaba con pelos y señales todo lo que había vivido, pero realmente la veía diferente y si estaba allí era por qué en parte había superado aquel bache por mucho que ella lo negará.

  • Si has llegado hasta aquí es que has logrado superarte a ti misma.

  • No ha sido tan fácil-mirándome a los ojos con una mirada triste-. Después de despertarme me miré mi cuerpo y recordé cuando empecé a destrozarlo: primero mi pelo, como odiaba aquel color y después aquellos descomunales pechos que destrozaban mi espalda, pero lo que más me horrorizaba eran las dos flechas que me hacían sentir totalmente sucia. En ningún momento mis hermanas me dejaban a solas, ya que cada vez que pensaba en lo que había hecho me arañaba mi cuerpo y es que me quería autolesionar.

Se hacía duro escuchar sus palabras y como lo relataba.

  • Me miraba al espejo del baño y cada vez que veía mi reflejo me echaba a llorar durante horas y horas pensando en que mi vida no valía la pena y que tú nunca me podrías perdonar.

  • ¿Por qué creíste que no te podría perdonar?

  • ¿Tú estarías con una mujer que ha estado con todo tipo de hombres y practicando sexo de la forma más salvaje posible?

  • Tú no eras la que hacía aquello y yo amo a Marta aquella chica que conocí en la Universidad.

  • De aquella chica ya no queda nada-totalmente abatida-.

  • Si estás aquí es porque la antigua Marta quiere volver ¿Por qué tienes tantas dudas?

  • Sé por lo que pasaste y cómo lo arriesgaste todo por mí. Estuve casi cerca de tres semanas encerrada en aquella casa mientras mis hermanas se turnaban para no dejarme a solas y viendo cómo Olivia te defendía, algo que hace unos meses me hubiera sorprendido, durante aquellos días conocía a Patrícia.

  • ¿La conociste?

  • Si y me dijo que podía estar tranquila que todo había acabado. De forma progresiva fui saliendo a dar paseos y cada vez que lo hacía todo mi cuerpo temblaba y pensaba que morirme era la mejor opción.

  • Eso no lo tenías que pensar.

  • En muchos momentos de soledad pensaba en cómo había llegado a practicar sexo de una forma inhumana y notaba como mi entrepierna se humedecía y tenía la tentación de masturbarme, pero al final lo evitaba sabiendo que aquella era otra mujer y no yo.

  • Ves cómo has seguido hacía adelante.

  • Pero cada día que pasa la vida se me hace más cuesta arriba y además para acabar de empeorar las cosas perdí mi trabajo y tuve que dejar mi piso, aunque fue algo que también necesitaba ya que sólo me traía malos recuerdos.

  • Lo siento amor mío.

  • Cada vez que salgo a la calle pienso que todo el mundo me observa y esto me hace sentir extraña.

Todas y cada una de sus explicaciones me tenían atónito y es que el infierno no era el control que había vivido aquellos meses, sino el peso que suponía cargar con él.

  • Pero estás aquí y aún te veo más guapa y bastante cambiada...a mejor.

  • Si hay una persona importante en estos cambios diría que es Sofía. Ella me trató de la mejor manera posible y muchas veces al ponerme triste me consolaba. Ella Estuvo a mi lado y me acompaño a un famoso cirujano para arreglar mi pecho y es que me lo destrozaron de tal manera que el cirujano me tuvo que poner unos implantes para que así se pareciera al pecho que tenía, me reconstruyeron toda mi vagina, recuperé mi color de pelo y a base de muchas horas y de bastante dolor pude borrar aquellos horribles tatuajes. Lo que más me avergonzaba era que había tomado cocaína y aquello si que me hacía sentirme mal.

  • Tú no eras la que hacía todo aquello recuérdalo.

  • Pero no podemos estar juntos y tarde o temprano sé que te cansarás de mí.

La veía que ahora la perdía y es que se encerraba en ella misma, cuando hice mi último intento.

  • Si quieres irte te puedes ir ya que yo no te puedo obligar a que vuelvas conmigo, aunque podríamos salir cómo amigos que se conocen nuevamente.

  • ¿Estarías dispuesto a empezar de cero? -Marta con cara de sorpresa-.

  • Sin prisas y poco a poco.

Había perdido la noción del tiempo que habíamos estado allí y decidí invitarla a tomar algo y me fijé en que a veces su mirada parecía perdida y es que psicológicamente estaba muy tocada.

A aquella tarde le siguieron muchas más y de forma progresiva las cosas empezaban a mejorar. Siempre quedábamos a la misma hora (si mi trabajo me lo permitía) y salíamos a pasear o simplemente a hablar de cosas en general y alguna vez para desahogarse me explicaba cosas que le atormentaban y que le avergonzaban de lo que había hechos durante su control. Al cabo de un mes le presenté a Rita y conectaron de una forma única.

Tres meses después a mediados de julio, me sorprendió bastante con una petición y es que me comentó si podía quedarse a dormir a mi casa una noche y que era una manera de comprobar si podía estar preparada para dormir sola en un lugar que no fuera su hogar. Me sorprendió y es que durante los últimos meses lo único que había conseguido de ella era acariciarle su mejilla o cogerle la mano.

El día elegido fue un viernes. Marta y Nadia subieron a mi piso y comprobaron que había dos habitaciones perfectamente separadas y es que no quería que ella se sintiera presionada ya que ahora que parecíamos tener una relación de amistad y ella empezaba a ser la de antes de todo no quería que lo que habíamos conseguido se fuera al traste. Se trajo una pequeña bolsa de viaje. Dejé que se acomodará y que mientras estaba en el baño aproveché para hablar con Nadia.

  • Me ha sorprendido mucho lo de que se haya querido quedar a dormir aquí.

  • A mí también, pero tienes que estar preparado durante la noche.

  • ¿Y eso? -yo muy intrigado-

  • Durante la noche tiene pesadillas en las que chilla, se empapa en sudor y llora desconsoladamente. Te lo comento por qué no quiero que te asustes.

  • Lo tendré en cuenta.

Minutos después salió del baño y por mucho que lo intentará yo la veía perfecta: con su falda tejana y una simple camiseta me parecía un bellezón y es que desde que ella me hecho de casa poseída por su antiguo yo, hacía tiempo que no habíamos compartido los dos el mismo techo (exceptuando su liberación mental).

Nadia se despidió y unos minutos más tarde me envió un mensaje diciéndome que si pasaba algo la avisará.

Aquella noche pedí algo de comida a domicilio: exactamente comida japonesa ya que a ella le encantaba y acerté. Ahora me podía permitir el lujo de pedirla de uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

La veía relajada, pero tenía la sensación de que algo fallaba y es que después del estado de paranoia vivido durante el último año era normal que me sintiera así.

Después de cenar miramos un rato la televisión (cada uno en un lado del sofá) y a las once de la noche me dijo que se iba a cambiar y a dormir que estaba cansada.

Le dejé su intimidad e hice lo mismo, me sentía extraño por la situación, pero a lo mejor este paso era necesario para los dos y sobre todo para ella.

Me metí en la cama, revisé un par de correos del trabajo y me dormí. No sé la hora que era que empecé a oír gritos.

  • No por favor, no déjame, no me toques, no en el culo no, los dos a la vez no.

Estaba sucediendo lo que Nadia me había comentado. Pegué un salto de la cama y me fui hacía su habitación: Encendí la luz y allí estaba chillando como una loca cuando la desperté y se echó a llorar.

  • Lo siento mucho, no puedo es superior a mí.

  • No pasa nada, tranquila.

Estaba totalmente empapada por el sudor. Llevaba un pijama de tirantes y un pantaloncito corto, me acerqué hacia ella y la abracé intentando que se relajará, pero notaba que su corazón latía cómo si tuviera que explotarle.

  • Lo siento Sergio, ves no soy una persona normal y nunca más lo volveré a ser-con los ojos encharcados-.

  • No tienes que pensar así, tranquila.

Me separé de ella y le empecé a limpiar con mis dedos las lágrimas que recorrían su rostro hasta que llegué a sus labios y fue entonces que paré. Aquello era ir demasiado rápido y decidí dejar un ligero espacio entre los dos.

  • No te vayas por favor, quédate-arrodillada encima de la cama-.

  • Tengo miedo de que pase algo.

  • Quédate conmigo esta noche, no quiero estar sola, te lo pido por favor.

Me volví a acercar a la cama cerré la luz y me tumbé a escasos centímetros de ella. Tenía unas ganas inmensas de volverla a abrazar, pero a lo mejor estaba tentando a la suerte.

Cuando noté que ella se acercaba a mí y aun estando a oscuras notaba su rostro cerca del mío y fueron las palabras que dijo que me dejaron turbado.

  • Sergio necesito que me beses-voz melosa-.

  • ¿Estás segura, yo no te quiero obligar?

  • Si, lo necesito.

Aquello era sorprendente para mí y ahora el que estaba nervioso era yo. Busqué su rostro en la oscuridad y me acerqué a sus labios y los empecé a besar de manera suave y ahora notaba su lengua por primera vez en muchos meses cómo iba recorriendo cada parte de mi boca. Perdí la noción del tiempo en que estuvimos así cuando ella se levantó y cómo si fuera un acto reflejo me tumbé. Vi cómo se despojaba de su pijama (entraba un pequeño hilillo de luz por la ventana) y acto seguido noté como sus manos se ponían a la altura de mis slips que bajó hasta que liberó mi miembro que ya hacía tiempo que estaba erecto. Los dos estábamos en silencio cómo si tuviéramos miedo de decir algo que lo alterará todo.

De forma lenta noté cómo algo acariciaba mi pene y sin ningún tipo de duda era su lengua que recorría mi punta de una manera muy dulce y que no se parecía a la mujer que había visto desatada sexualmente aquellos últimos meses.

Me daba casi miedo gemir y es que notaba cómo mi polla se iba perdiendo dentro de su boca de forma gradual hasta que noté como mi miembro se empezaba a perder entre sus labios y entonces ya no pude más.

  • Ohhhh…dios mío.

Aquello era único y ahora el que deseaba más era yo, pero quería que fuera ella la que se sintiera a gusto. Estuvo deleitándose de una forma suave con mi miembro hasta que noté cómo su boca dejaba de albergar mi polla, ahora no sabía lo que ella deseaba, cuando noté cómo su cuerpo lentamente se sentaba encima de mí y buscando mi miembro, ahora yo tenía miedo de no estar a su altura.

Noté como mi polla iba entrando lentamente dentro de su coño que ahora si se parecía al de la antigua Marta, tardó unos segundos hasta que se acomodó perfectamente todo mi miembro. Me agarré a sus caderas y ella empezó con un leve movimiento arriba y abajo, noté como estaba lubricada perfectamente su parte más íntima y como mi polla se enterraba cada vez de forma más rápida dentro de ella, fui subiendo mis manos hasta que llegué a sus pechos los cuáles agarré con todas mis fuerzas cómo si tuviera miedo de que alguien me los robará.

Iba a tomar el control y llevarla yo a mi ritmo cuando noté que paraba.

  • Sergio lo deseo, pero es muy duro para mí y necesito llevar yo el control te lo pido por favor.

  • Lo que tú quieras amor.

Lentamente recostó su cuerpo a escasos centímetros de mí y ahora tenía sus pechos al alcance de mi boca y empecé a chuparlos y los notaba diferentes tenían un pelín más de rigidez que antes, pero al menos no eran aquellos descomunales y horribles globos de antaño. Pasaba mi lengua por sus pezones y sus gemidos empezaron a hacerse notar.

  • Así...así...poco a poco me gusta-Marta-.

No le rebatí en ningún momento la palabra y continué lamiendo sus pechos hasta que se volvió a separar y ahora entregándome sus labios, pero ahora besándonos con mayor pasión, mientras mi polla era engullida por su coño de forma más rápida. Eran pura dulzura sus movimientos y aquello me estaba volviendo loco cuando noté que mientras que nos besábamos apasionadamente soltó una gran cantidad de flujo y es que acaba de correrse. Noté como su cuerpo caía encima del mío y mi polla totalmente encharcada de sus flujos, yo tenía mi miembro totalmente duro aún, pero en aquel momento su felicidad para mí era lo más importante.

Ella se dio cuenta al momento y volvió a coger el ritmo nuevamente pero esta vez con mayor rapidez, no podía más y no me iba a callar lo que sentía, notaba su ritmo y ahora sabía que el que no iba a poder más sería yo.

  • Marta, amor mío me voy a correr.

  • Hazlo, por favor, te quiero y lo necesito.

Tras varias penetraciones sentí que mi polla iba a explotar dentro de su coño y segundos después de decírselo esparcí todo mi semen dentro de ella y sintiendo algo muy bello. Nuestro reencuentro había sido un momento único y a la vez perfecto y parecía que había estado con la antigua Marta y no la golfa que se había convertido en su época de depravación. Notaba cómo todos nuestros flujos se mezclaban perfectamente.

De forma lenta se levantó y no sabía ni que decirle en un momento tan bonito cómo el que habíamos vivido y fue ella la que habló primero.

  • Sergio ha sido maravilloso y lo recordaré siempre.

  • Yo también.

Se giró y me dio un beso. Me quedé pensando en lo que había ocurrido y me quedé abrazada a ella creyendo que las cosas empezaban a mejorar, pero...

Al despertarme noté que no estaba a mi lado y pensé que a lo mejor estaría en el comedor, al llegar allí no estaba. Empecé a buscarla por toda la casa y no la encontraba. Fue entonces que vi una nota encima de la mesa: "Querido Sergio lo de ayer por la noche fue maravilloso y noté que te amaba con todas mis fuerzas, pero mi mente nunca más volverá a ser la misma y tendré que acabar con todos estos demonios que tengo dentro de mí. Te querré siempre Marta"

Aquello no podía estar sucediendo y sin ningún tipo de duda aquella nota me indicaba que Marta deseaba acabar con su vida. Quizás pensé que ya era demasiado tarde y que a lo mejor ya no...pero no quería pensar en esto y no sabía dónde buscarla.

Lo primero que hice fue llamar a su móvil el cuál daba tono pero ella no contestaba y me estaba temiendo lo peor.

No sabía ni a donde ir ni que hacer, ni dónde encontrarla y no podía salir a la calle a buscarla.

Era el momento de afrontar las consecuencias de todo aquella y llamar a Nadia la cuál quizás nunca me perdonaría por no haber cuidado de Marta.

Me temblaba el pulso al llamarla y al tercer tono me contestó.

  • ¿Hola Sergio cómo ha ido la noche?

  • La noche bien, pero tu hermana me ha dejado una nota en la que dice: que me ama con todas sus fuerzas, pero su mente nunca volverá a ser la misma y tendrá que acabar con todos estos demonios que tengo dentro.

Se lo solté de sopetón y noté como si el silencio se apoderará de aquella conversación y entonces Nadia cómo si volviera a la vida empezó a hablar.

  • Mantén la calma, creo que habrá alguna manera de encontrarla.

  • No hay manera alguna de saber dónde está.

  • Creo que hay una.

  • Dime Nadia.

  • ¿No le puso Rodrigo una app para que supiéramos dónde estaba en cada momento?

  • Si, pero hace tiempo que la desconecté.

  • Actívala por favor, tienes que encontrarla y es que ahora no la quiero perder para siempre.

  • Cuelgo y ahora te llamo a ver si funciona.

  • De acuerdo, dime algo por favor si la encuentras.

Colgué y busqué la app y tuve que reiniciar mi móvil, introduje el número de teléfono de Marta y en cuestión de segundos me encontró una ubicación casi exacta. Estaba en una estación de metro a unos quince minutos de casa y es que no me quería imaginar que quisiera acabar con su vida de esa manera.

Me vestí y empecé a correr en dirección a la estación de metro y es que el tiempo iba en mi contra, me faltaba el aliento y el calor era abrasador. Entré y saqué un billete y es que no sabía dónde estaba exactamente ella y dudé que andén podía ser y me la jugué.

La sensación de que el tiempo iba avanzando de forma más lenta se estaba acrecentando en mí y cuando llegué al andén vi un grupo de gente y el tren parado, me intuí lo peor y es que a pesar de todos mis sacrificios aquel desgraciado había ganado.

Fui acercándome hacía allí intentando esquivar a la gente y ahora estaba preparado para lo más duro de todo. Llegué hasta el final y vi a varias personas allí alrededor de Marta que estaba en el suelo y que movía la cabeza de una forma diría que casi imperceptible.

  • Déjenme pasar es mi novia-totalmente acelerado y acalorado-.

Había un hombre y un par de mujeres, me fijé en el rostro de ella y estaba totalmente pálida, cuando una de aquellas mujeres habló.

  • Estaba cerca del andén cuando noté que se balanceaba y entonces se desmayó cayendo en el suelo.

  • Es así-dijo el hombre- perdió el conocimiento y pensábamos que se había caído.

Poco a poco recuperó la consciencia y la gente se fue esparciendo hasta que llegó una camilla con dos auxiliares, la subieron y me identifiqué para que la pudiera acompañar. En ningún momento me separé de ella mientras íbamos camino del hospital. Durante nuestro recorrido en la ambulancia aproveché para enviar un mensaje a Nadia diciéndole que estaba viva y que nos dirigíamos al hospital. Marta me miraba a los ojos y no decía nada.

Al llegar allí le hicieron varias pruebas y al final nos quedamos los dos en un box y se lo tenía que preguntar o explotaría, cuando ella fue la que se armó de valor y habló.

  • No sé qué me paso y es que lo de ayer por la noche fue una de las cosas más maravillosas que me han sucedido en los últimos meses y cuando me desperté me miré al espejo y vi que yo por mucho que lo intentará nunca te podría hacer feliz y que siempre verías en mi a una zorra viciosa necesitada de sexo.

Se puso a llorar desconsoladamente y ahora no sabía cómo calmarla.

  • Yo cada paso que hacía era para que tú volvieras a ser tú misma y si no quieres estar a mi lado lo entenderé-de forma tajante-.

Le había dejado las cosas demasiado claras y si ella veía que conmigo no podía estar quizás era el momento de que nuestros caminos se separarán para siempre.

  • Sé que has hecho un montón de cosas por mí, pero ahora que estoy contigo parte de estos miedos han vuelto y pienso que puedo ser vulnerable y esto me asusta.

  • Yo también he hecho cosas estos últimos meses de las que me arrepiento, pero cada una de las cosas que he hecho las hice pensando en ti.

-No tienes por qué justificarte y lo sé todo.

  • ¿Todo?

  • Si lo sé y los motivos que te llevaron a ello, pero tengo miedo de que tú me veas diferente.

  • Para mí eres Marta la chica que conocí en la universidad, a la que le pedí matrimonio y con la que me quiero casar.

Durante unos segundos la vi pensativa y ahora era cómo una partida de cartas: o todo o nada.

  • ¿Pero tú estarías dispuesto a casarte conmigo? -Marta sorprendida-.

  • Yo te quiero y si pudiera me casaría ahora mismo, pero sé que esto es imposible.

Me acerqué a ella y la besé de forma casta en sus labios y fue entonces que llegó Nadia quedando su respuesta en el aire.

  • Lo siento no he podido llegar antes-muy acalorada-.

  • Tranquila que está bien.

  • Marta esto no lo vuelvas hacer en tu vida-Nadia mirándola inquisitivamente-.

  • Estaba hecha un mar de dudas y si yo me iba tu podrías estar con el- Marta algo asustadiza-.

  • Mira hermanita yo durante estos meses con Sergio he tenido una relación más estrecha, pero cada una de las cosas que ha hecho las hizo para recuperarte.

Entendí que yo ahora no pintaba nada allí y que ellas necesitaban hablar de todo lo acontecido y sin mi presencia, además Marta no me había respondido a mi pregunta.

  • Bueno chicas yo os dejo solas, si me necesitáis estoy afuera.

  • Gracias Sergio por encontrarla- Nadia me abrazó-.

  • De nada.

Salí y analicé lo ocurrido durante aquellas últimas 24 horas las cuáles habían sido muy intensas. Me quedé afuera esperando a que Nadia me diera alguna explicación y es que me moría de ganas de saber que le había contado Marta. Al cabo de un rato apareció Nadia.

  • Sergio eres una persona única.

  • ¿Cómo? -me había quedado descolocado-.

  • Me ha contado todo lo que habéis vivido.

Tenía un nudo en la garganta por qué no sabía que le había explicado ella.

  • ¿Todo?

  • Me lo ha explicado todo desde ayer por la tarde: cómo la trataste durante la cena, cuándo tuvo sus pesadillas y sobre todo que anoche lograste hacerla sentir mujer de una forma que ella ya no recordaba y sin que nadie nublará su mente.

  • ¿Pero no te ha dicho nada más?

  • No me ha comentado nada en especial, aparte de que te ama.

  • Gracias.

Quizás había elevado demasiado mis expectativas después de todo lo acontecido y tendría que haberle dejado algo más de tiempo...no sé. Justo después vi cómo la llamaba Olivia y cómo la ponía al corriente de todo y cómo Nadia intentaba tranquilizarla.

Dejé que se quedará Nadia con Marta y vi que era un buen momento para salir a la calle a respirar (más bien a ahogarme de calor) y empezaba a sentir que todo aquel tortuoso camino estaba llegando a su fin cuando vino a mi cabeza la canción de The Beatles: "The long and winding road"

Sabía que lo de casarse en aquellos momentos era un auténtico disparate ya que ella no me había dado ninguna respuesta y nuestra relación era algo extraña por decirlo de alguna manera.

Al cabo de un par de horas nos dieron el alta y cogimos un taxi para regresar a casa de Nadia. Durante el trayecto no quise atosigarla en ningún momento (Marta estuvo callada durante todo el trayecto). Nos despedimos y al cabo de un rato yo llegué a mi casa. Al llegar me sentía rendido y es que todo lo vivido había sido quizás demasiado para mí.

Me estaba preparando algo para comer, cuando oí el teléfono y vi que era Nadia.

  • Hola Nadia, ¿está bien Marta?

  • Si está bien y no temas, te llamaba porqué necesito hablar contigo y además podríamos quedar para cenar.

  • ¿Hoy?

  • Si, esta noche tengo un evento en una finca y vendrá Olivia, sería un buen momento para hablar sobre Marta. Lo único que si es necesario es que tienes que ir de etiqueta, necesitamos hablar contigo sobre todo los acontecimientos vividos y sobre las ocho de la noche sería perfecto.

  • ¿Y Marta dónde estará?

  • En casa y no temas que no hará nada, sabe que te quiere, pero para ella en este momento todo es complicado.

  • Me tienes intrigado.

  • Confía en mí y no te arrepentirás.

  • De acuerdo.

  • Hasta luego Nadia.

  • Adiós Sergio.

Un par de minutos más tarde me envió la ubicación: era una finca que estaba a una hora en coche de la ciudad y no entendía el secretismo que había en lo que iba a ser una simple cena.

Durante la tarde me preparé mi mejor traje y todos sus complementos. Salí con bastante tiempo de antelación, puse en el navegador la dirección que me había indicado y a la hora exacta ya estaba en el lugar dónde habíamos quedado.

Al llegar me encontré una verja muy alta, llamé a un timbre y esta se abrió.

Conduje hasta aparcar en una amplia esplanada y si allí había un evento debía ser supersecreto porqué apenas había un par de coches.

Me dirigí hacía una amplia escalinata y vi que la puerta estaba entreabierta, cuando oí una voz de hombre.

  • Buenas noches, le estábamos esperando.

  • Buenas noches-sorprendido- había quedado con Nadia.

  • Ahora bajará y la atenderá.

  • Gracias.

Estaba intrigado ya que la casa parecía estar vacía y se me hacía extraño que allí hubiera algún evento. Apenas esperé un par de minutos cuando apareció Nadia: llevaba un vestido de color gris brillante con bordados y su pelo con un bonito recogido y no lo podía negar estaba bellísima.

  • Buenas noches Sergio, veo que has encontrado el lugar.

  • ¿Dónde está Olivia?

  • Ahora la verás, tú sígueme.

Mientras la seguía me fijé en su silueta casi perfecta y cómo había disfrutado de aquel cuerpo en mis momentos de mayor caída emocional.

Llegamos ante una puerta y al abrirla me quedé sorprendido al ver quién estaba allí: Olivia, Rita, su hija, Rodrigo, Carola, Patrícia y Sofía.

No entendía nada de porque estaban allí. Cuando Nadia me habló.

  • Te sorprenderá vernos a todos aquí.

  • Pues sí y mucho.

  • Hoy le has dicho a Marta que si pudieras te casarías con ella hoy mismo.

  • Si, pero sé que es imposible y además ella no me ha respondido.

Fue entonces cuando Sofía tomó la palabra.

  • Marta me ha llamado para decirme que deseaba casarse contigo, pero que sabía que era imposible y me comentó qué si había alguna manera de que fuera lo antes posible y lo he logrado, este es mi regalo para vosotros.

  • ¿En serio? -yo totalmente emocionado-.

  • Si, piensa que yo te tengo que dar las gracias a ti, ahora soy una mujer libre que disfruta de la vida.

  • Yo no sé qué decir.

  • Espera que ahora viene la novia.

Ahora tenía la confirmación de aquella pregunta que ella no me había respondido. A los pocos minutos apareció un chico de unos treinta años que llevaba un libro. Me iba a casar con Marta y no me lo creía.

Se abrió la puerta y allí apareció ella con su pelo perfectamente alisado y con un pequeño velo y lo que más me gusto fue su vestido de corte tipo sirena, sin tirantes y sin apenas cola. En una sola palabra la definiría: una princesa de cuento. La distancia hasta dónde me encontraba yo era muy poca, pero el tiempo que tardo hasta llegar a mi lado se me hizo eterno.

A pesar de que en la sala había aire acondicionado mi calor por la excitación del momento era mayor. No me podía creer lo que estaba viviendo después de tantos problemas.

Cogí su mano y fui escuchando lo que decía aquel chico hasta llegar al momento culminante.

  • ¿Quieres a Marta cómo tu legítima esposa?

  • Si quiero-tenía la garganta seca-

  • ¿Y tú quieres a Sergio cómo tú legítimo esposo?

  • Si quiero-mirándome totalmente emocionada-.

En pocos segundos oímos las palabras mágicas: "Ya sois marido y mujer, puedes besar a la novia". Todos aplaudieron y me acerqué a Marta y la besé con mucha dulzura y abrazándola con todas mis fuerzas.

Aquel era quizás el momento más bonito de mi vida y estar con las personas que nos habían ayudado no tenía precio.

Todos nos felicitaron por nuestro enlace, pero ahora necesitaba hablar con Marta mi querida esposa a solas durante unos minutos.

  • Marta, por que has querido casarte así tan deprisa y pienso que quizás no era la boda que tu habías soñado.

  • Sergio que tú te quisieras casar conmigo después de todo lo que hemos vivido ya es un gran regalo en sí y que me amarás de una forma tan incondicional es algo que no se puede explicar con palabras. No quiero pasar un segundo más sin estar a tu lado, el tiempo que hemos perdido sé que no lo podremos recuperar, pero el futuro es nuestro y con una boda tan sencilla como esta quiero demostrártelo.

  • Te quiero.

  • Yo también.

Después de nuestras confidencias nos hicimos las fotos, cenamos allí con nuestros amigos y familiares y dónde volví a ver a la Marta que me había robado el corazón en la universidad.

Aunque me bailaban por la cabeza ciertas cosas y es que quería saber a ciencia cierta si nuestra felicidad sería perfecta o alguien la podría enturbiar, así que aproveché para hablar con Patrícia.

  • Patrícia te quiere preguntar si...

  • Estate tranquilo nadie le hará daño nunca jamás, pero tienes que saber que la "familia" que tu conociste tiene muchos enemigos y sí que ellos estarán en peligro y no temas que Adriana ya esta pagando por todo el daño que ha hecho.

  • Yo ya no quiero saber nada de aquella gente.

  • Haces bien, espero que seáis muy felices y te lo comenté un amor cómo el tuyo no lo había visto nunca.

Aquella noche fue única compartiendo mi alegría con todos ellos y viendo cómo algunas de las vidas que habían sido destrozadas como las de Carola empezaban a despertar y es que Rodrigo me comentó que lentamente había reanudado sus estudios.

Al llegar a la habitación ambos caímos rendidos en la a la cama y es que habían sido demasiadas emociones en un solo día (ella quería acabar con su vida y al final nos habíamos casado). Cuando antes de dormir me habló.

  • Sergio ¿tú crees que podrás aguantar a una mujer cómo yo que cada noche se despierta teniendo pesadillas?

  • Lo podré aguantar porqué eres mi esposa y cómo ha dicho aquel señor te querré en lo bueno y en lo malo.

La bese y se durmió entre mis brazos.

EPÍLOGO

Al cabo de un mes aprovechamos para ir de luna de miel a Estados Unidos y dónde empezamos a cimentar nuestro matrimonio, sus pesadillas y los recuerdos no la abandonaban y aunque iban reduciéndose paulatinamente durante el primer año no cesaron.

Al llegar de nuevo a la oficina y con el trabajo que había hecho en mis meses anteriores logré un nuevo ascenso y tras el ascenso de Rita y al no disponer de secretaria, Marta se convirtió en mi mano derecha.

En cuanto al sexo fue un camino largo en el que conocimos poco a poco placeres que yo desconocía y que ella había aprendido quizás de forma demasiado vulgar (sexo anal, dejarme correrme en cualquier parte de su cuerpo, etc…).

Aunque lo más sorprendente fue que en alguna ocasión y por petición expresa de Marta, Nadia participaba en alguno de nuestros encuentros sexuales (algo que también sabía Oliva). Quizás era una forma de que yo tuviera a Nadia entre mis brazos...no lo se pero en aquellos momentos Marta parecía sentirse más a gusto y segura.

Pero si algo cambió fue que cuando yo viajaba ella siempre venía conmigo y es que ahora sabía que nunca más nos volveríamos a separar.

PD: Ahora si que aquí hemos acabado, gracias por opiniones, comentarios y lecturas de todos vosotros.