Un tío normal en una situación nada normal (3)

Que haríamos si un día te despiertas y todo el mundo hace lo que tú quieres. Vamos a intentarlo darlo respuesta. En capítulos anteriores Luis soluciona su vida económica. Ahora está tomando una cervezas con amigos.

JOSEFA

Luis está con un par de amigos en una terraza de una calle comercial. Aunque ya atardece, aprieta el calor, y la verdad es que las cervezas entran muy bien. El paso de gente es constante. Fran y David están poniendo a parir a José, un amigo común,

por una tontería

Lo típico de cualquier grupo, si quieres ser el protagonista de una reunión, no acudas a ella. (¿Audrey Hepburn?). El tema de conversación la verdad que le aburre a Luis, son buenos colegas, pero a veces demasiado marujas. Luis desconecta, y empieza en fijarse en la gente que pasa, bueno, más que en la gente, básicamente en las mujeres. Bendito verano, están todas de muerte. Algunas tienen unos vestidos de infarto. Habría que hacer una moción para colgar del palo mayor el que instauró la moda de los pantalones en las mujeres. Luis se tiene que contener, para no "sugerir" a más de una que le espere en su casa para follarsela. "No hay que abusar" piensa Luis. Pero ya se ha calentado y algo va a tener que hacer al respecto. Una maldad pasa por su cabeza. Va a hacer un experimento "sociólogico".....

Hay una mesa libre delante suyo. Se va a sentar en ella la proxima chica que pase cerca. Ya ha "sugerido" al camarero que no la atienda y deje una libreta encima y un bolígrafo. Cualquier otra chica, que pase a menos de diez metros va a preguntar mentalmente a la que está sentada cuentas veces se ha masturbado en la última semana, y si ella se lo ha echo más, le cambia el sitio, apuntando las veces en la libreta, dejándola a la vista.

Hay va la primera, una rubia veinteañera que la verdad que es un bombón con un vestido rojo super ajustado. Luis piensa que si él tuviera ese cuerpo se le estaría sobando sin parar. La chica coge la libreta y apunta. Luis, para darse un poco de emoción, ha decidido no "preguntarla" y espera el resultado cual final de gimnasia rítmica. Termina de escribir y muestra un increíble.....cero. "Joder, pues comenzamos bien".

Pasan cinco minutos, por lo menos han pasado diez mujeres al lado, y ninguna le quita el puesto a la rubia. Luis empieza a sudar frío "Esto no es posible, ¿Y si he perdido mi poder?", Para su tranquilidad, la rubia se levanta, y se sienta una cincuentona, de cuerpo indefinido, y escribe en la libreta, un paupérrimo uno. "Bueno, relax, solo vivo en una ciudad de frígidas" Está dura un poco menos, en su lugar se sienta una morena normalita que tiene un apaño, bueno de hecho Luis en su vida anterior se hubiera dado con un canto en los dientes si se la hubiera podido ligar. La morena escribe un tres. Visto lo visto, Luis piensa que a este ritmo la van a tener que echar cuando cierre el bar a la morena.

Luis visto el poco éxito de su juego, vuelve a la conversación con los amigos, una hora después, solo ha habido dos cambios y estamos en un cinco. Por decencia, le indica al camarero, que les sirva una cerveza a su cuenta. Ya están a punto de irse, cuando se sienta una mujer rellenita de unos cuarenta años. Apunta en la agenda con parsimonia ¡¡¡Veinte y seis!!! " Hostias, está se hace cuatro pajas al día". Luis sufre una erección inmediata, despide a sus amigos y se va a hablar con la gordita.

-Hola, ¿Me puedo sentar? . Soy Luis. - Hace tiempo que Luis hacía dejado su timidez atrás y el entrenador personal estaba empezando a hacer maravillas.

Josefa, no se lo podía creer. Podían pasar semanas sin que ningún hombre le dirigiera los palabra, quitando al frutero, y ni siquiera este le hacía los típicos comentarios con doble intención que hacia al resto de las clientes. Y ahora tenía sentando delante suyo a un tío con una planta increíble, educado y solo la ropa que llevaba puesta debía valer más que su coche.

Van por la tercera copa de vino. Luis está relajado,, dejando la situación correr. No le va hacer falta utilizar mucho su don para conseguir lo que quiere.

Josefa le cuenta su vida, sin omitir detalle, siempre con problemas de sobrepeso y de cara poco agraciada, sus únicas relaciones sexuales habían sido borrachos de última hora de discoteca que la habían utilizado más como recipiente para descargar que otra cosa. Sus padres la tuvieron muy mayores, y había pasado los últimos años sin trabajar cuidándolos hasta su fallecimiento. Gracias al patrimonio de sus padres, tenía una renta para vivir, sin grandes alardes, pero suficiente. Se pasaba la mayor tiempo en casa sola. Así es como había descubierto internet. Porque quieren decir Internet cuando quieren decir porno. En su cuarenta cumpleaños, sola en casa, como siempre, descubrió un tutorial de cómo masturbar a una mujer. El video duraba diez minutos, pero le repito más de ocho veces, y empezó a practicar consigo misma lo que veia. Una hora después, explotó en un orgasmo. Lloro de emoción, era el primer orgasmo de su vida. A partir de hay no pudo parar. Se convirtió en una pájera compulsiva.  Todos los días según se despertaba, se bajaba las bragas y se hacía la primera paja en la cama. Luego desayuno, y a la ducha, hay caía la segunda, con el teléfono de la ducha. Luego a hacer la compra y volver a casa a hacer la comida. Después de comer, siesta en el sofá, piernas abiertas y bragas en los tobillos, que es donde caía la tercera paja del día viendo porno en la tablet, muchos días, si encontraba un vídeo nuevo de los que le gustaba, de negros con pollas de caballo, se hacía otra pája más seguida en el sofá La tarde para descansar hasta la hora de dormir, allí terminaba de hacerse un dedo para dormir relajada Su día especial eran los sábados por la tarde. Había comprado un consolador de veintidós centímetros, que conseguía enterrarse hasta el fondo mientras se metía un par de dedos en el culo. No paraba de follarse a su misma, hasta que conseguía correrse un mínimo de dos veces

Luis la escucha con atención. Aunque le ha puesto cachondo todo lo que ha oído, sabe que él no es la solución para Josefa. Le ha venido a la mente Javier, su antiguo compañero de soporte. Siempre ha sido muy tímido con las mujeres por culpa de su físico, pero es muy buena gente. Va a organizar un encuentro entre ellos.

Han pasado tres meses. Luis está en la terraza del bar discutiendo con sus tres amigos sobre fútbol alrededor de una cervezas. A lo lejos ve pasar a Josefa y Javier agarrados de la mano sonriendose. "A lo mejor no puedo conseguir la paz en el mundo, pero a lo mejor puedo repartir un poco de felicidad en mi barrio". Piensa Luis, volviendo a la charla con sus amigos.


Relatos publicados en la serie:

Un tío normal en una situación nada normal (0) // Luis

Un tío normal en una situación nada normal (1) // Isabel

Un tío normal en una situación nada normal (2) // Manuel

Un tío normal en una situación nada normal (3) //Josefa