Un sueño hecho realidad

Una hermosa chica trans de closet, realiza su sueño anhelado Por causa de un feliz azar del destino.

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Una hermosa chica trans de closet, realiza su sueño anhelado

Por causa de un feliz azar del destino

Era un sábado por la tarde. Allí estaba en la soledad de su departamento. Se miraba al espejo cambiando de posición a cada instante. Estaba muy hermosa. Una mini muy breve y ajustada que se apegaba a su bien torneado trasero como una segunda piel. Arriba una blusa blanca que caía graciosamente sobre su falda. Medias negras con motivos de flores, muy sensuales que se veían preciosas sobre ese par de piernas hermosas. Muslos firmes bien delineados. Zapatos de tacón. Llevaba el cabello corto que le daba un aspecto de chica adolescente. Sus uñas primorosamente pintadas. Su maquillaje inmaculado. Largas pestañas y sus labios de un color granate que invitaban a degustarlos.

Sintió al verse una hembra, una profunda excitación y también sintió endurecer su miembro aprisionado bajo la pequeña tanguita que llevaba puesta. –"¿Qué pensarían los hombres al verla así?" – se preguntaba incesantemente. Esa era su entretención de los fines de semana. Vestirse y sentirse como toda una nena. Sentir los latidos de su corazón más fuerte con sólo pensar que un macho hermoso la pudiera coger. Pero el temor era más fuerte y no se atrevía ni siquera a acercarse a la ventana. Terminaba siempre viendo fotos de hermosos hombres desnudos y marturbándose hasta caer rendida.

Había pensado mucho en qué nombre ponerse cuando dejaba aflorar a la hembra que llevaba adentro y de tanto cavilar se decidió por Nicolette. Lo encontró muy femenino, delicado, sensual, de la misma forma en que deseaba ser tratada. Tomó asiento en un sillón, encendió un cigarrilllo y cruzó las piernas de forma muy femenina. Era muy difícil notar que no era verdaderamente una mujer.. Mientras fumaba por su cabeza pasaban miles de fantasías. Se puso de pie, ¡le encantaban los zapatos de taco alto! Sentir el roce de sus piernas con la suavidad de las medias y la tanguita metida entre sus glúteos. Fue a la cocina para prepararse un café. De pronto sonó el citófono. Sin pensarlo dos veces y de manera automática tomó el fono y contestó. –"¿Aló?" –Era el conserje ´para decirle que estaban los del gas revisando las conexiones. Ya había contestado y no podía negarse. Tampoco había tiempo para cambiarse. Comenzó a desesperarse. ¿Qué hacer? Decidió quedarse como estaba.

El tipo del gas no lo conocía. Podría hacerse pasar por una amiga del propietario y que éste había salido. Sería una buena experiencia, pero no podía estar más nerviosa. No alcanzó a pasar cinco minutos y ya estaban llamando a la puerta. El aire le faltó. Apenas podía respirar. Miró por el ojo mágico. Era un hombre joven, moreno, llevaba un overoll gris, con la cremallera abierta hasta la mitad del pecho. Se armó de valor, respiró hondo y abrió la puerta. El joven quedó enmudecido ante la vista y luego nerviosamente le dijo: -"Buenas tardes, señorita, vengo por la revisión". Nicolette le devolvió el saludo y lo hizo pasar mientras le explicaba que el propietario no estaba, pero que de todos modos realizara la revisión. Notaba como el chico la miraba disimuladamente de reojo. Eso la halagaba mucho y la hacía sentirse deliciosamente mujer. El joven hizo la inspección que no duró más de unos diez minutos.

Cuando terminó le hizo algunas indicaciones. Nicolette le ofreció un vaso de jugo, el cual aceptó de buen grado. Conversaron un poco sobre algunas trivialidades, Nicolette le coqueteaba mesuradamente. El chico se daba cuenta de la situación aunque no se animaba a hacer algún avance. Nicolette sentía en su interior un deseo salvaje, casi incontenible de concretar sus deseos, pero tampoco se animaba. Sólo un hecho era cierto: ambos se deseaban con intensidad. El chico le dijo que ya debía irse, entonces ella inventó una excusa para preguntarle algo sobre una conexión que había en el dormitorio. Fueron a verla. Por un segundo sus manos se rozaron ligeramente y Nicolette vibró entera. El chico se percató. Estaba en las mismas que ella. Le dijo que no se preocupara, que sólo era un detalle y que si deseaba podía repararlo, pero después de su trabajo.

Ella con sus ojos brillantes por la esperanza le dijo que cuándo podría hacerlo.El chico le contestó que cuando ella quisiera. –"¿Podría ser esta noche?" – le preguntó tímidamente. El la miró a los ojos y le dijo: -"Aquí estaré". – Lo fue a dejar a la puerta, antes de salir se miraron fijamente a los ojos, el chico, sin pensarlo le dio un fugaz beso en los labios y desapareció. Nicolette se llevó los dedos a sus labios tratando de mantener en el tiempo ese mágico instante. Cerró los ojos y quedó pensando por largos momentos lo maravilloso que sería la noche que estaba por llegar...