Un sueño hecho realidad (2)
La historia de como mi cuñada me folla haciendose pasar por... No querreis que os cuente el relato aqui, no? leedlo.
No pasó mucho tiempo desde que el sueño de acostarme con mi cuñada, se hiciese realidad, hasta que viví otro episodio parecido, aunque no con un final feliz en principio.
Yo trabajo en la recepción de un hotel de mi ciudad, normalmente en el turno de noche, es el mejor pagado y casi nadie lo quiere, pero yo no me aburro, gracias a internet, revistas televisión y que casi siempre se tiene algo que hacer, aunque los huéspedes no te molestan, tanto como de día.
Cierta noche, recibo una llamada de mi mujer diciendome que su abuelo ha sido ingresado por problemas típicos de su edad y que iba a vestir al bebé y se iba al hospital. Mi mujer está muy ligada a su abuelo y para él es su nieta favorita, aunque lo niegue y diga que para él son todos los nietos iguales, pero yo se que no.
Me comentó mi mujer que pasaría lo que quedaba de noche, puesto que eran las cuatro de la madrugada y quizás alargara su estancia en el hospital hasta el mediodía.
A esa hora lo que tenía que hacer de trabajo estaba ya hecho, así que me conecté a la red un rato, a ver si veía algunas fotillos guarras y ya para cuando terminé el turno estaba con un calentón de aupa. De camino a casa lo único que iba pensando era en echarle un polvo a la parienta, aunque me desconsolaba pensar que estaba en el hospital, así que pensé que pondría algún canal porno de la tv por cable y me la menearía un poco.
Al entrar en casa, vi el cochecito del bebé en el salón y pensé que mi mujer habría cambiado de opinión y no había ido a ver al abuelo o que habría vuelto antes. Así que mi plan de cascarme una paja había cambiado a mejor, aunque no sabía si mi mujer tendría ánimos de echar un polvo.
Subí las escaleras, encendí la luz del pasillo para no molestarla demasiado y vi el bulto en la cama (mi mujer acostada) y al bebé acostado en su cuna. Ya a oscuras me metí en la cama y me acoplé a la espalda de mi mujer. Yo ya subía con la polla empalmada, nada más pensando en el polvo, así que probé suerte y le arrimé el nabo a su trasero y comencé a darle besos de buenos días.
A pesar de que creía que me iba a decir que no le apetecía, me siguió el juego y empecé a morrearme con ella. Iba vestida únicamente con una camiseta, cosa que me extrañó bastante ya que suele ser muy friolera.
Mis manos acariciaban sus pechos y mi lengua se perdía en el interior de su boca, haciendonos un traje de saliva por todo el cuello. Yo la notaba demasiado excitada pero no me importó, al contrario me puso más cachondo. Sus pezones parecían que iban a estallar en mi boca y mi lengua recorría sus pechos.
Ella agarró mi polla y comenzó a menearla con vaivenes lentos, como si no tuviera prisa a pesar de su excitación. Yo no tengo fimosis y conservó mi prepucio, teniendo mucha sensibilidad en el glande. Echó hacia atrás del todo el prepucio dejando el glande al descubierto y lo restregaba por todo su culo y aquí viene lo más extraño. Apuntó la punta de mi polla en la entrada de su culo, echándolo hacia atrás, insinuándome que la penetrara por ese sitio. Mi mujer siempre me había negado este placer, así que no iba a perder esa oportunidad. Llevé mi mano a su coño, chorreante de flujo y lubriqué mi polla para facilitar la penetración y cual fue mi sorpresa que, entró con una relativa facilidad.
Yo creía estar en el paraíso, ella comenzó a embestirme con su culo metiendo todo mi miembro en su interior. Embestida tras embestida iba acercándose el punto en el que no aguantaría más y le pedí que fuera más despacio. No obtuve respuesta, simplemente obedeció y bajó el ritmo, no quería que este momento acabara en una corrida rápida al interior de su culo, así que la saqué para enfriar un poco el momento, para alargarlo más.
Le pedí que se pusiera a cuatro patas y seguía sin hablar, sólo hacía lo que yo le decía.
Empecé a masturbarla, le metía un dedo tras otro, casi le tenía metida la mano al completo y seguía sin rechistar, era en ese momento mi esclava del sexo. Con la mano aún metida en su coño, metí mi polla en su culo aún impregnado de sus propios flujos y esta vez no pude aguantarme más y descargué toda mi leche en su interior, llegando ella también en ese momento al orgasmo, comenzó a emitir gemidos de placer y fue cuando verdaderamente descubrí el pastel, mi mente estaba confusa, esa no es la voz de mi mujer............. ERA MI CUÑADA!!! Dios!!! pensé, me estaba follando a mi cuñada creyendo que era su hermana, osea mi mujer.
Encendí la lampara de la mesita de noche, y efectivamente ahí estaba mi cuñada tumbada en la cama y mil preguntas se me pasaron por la cabeza.
Lo primero que le pregunté fue que es lo que hacía allí, me comentó que mi mujer le había llamado por teléfono y le pidió que se acostara en la cama de matrimonio para hacerse cargo del bebé, ya que la cuna estaba en esa habitación, y que no se preocupase que me iba a dejar a mi una nota en la cocina comunicándome que me acostara en la cama pequeña, pero claro yo con la calentura no pasé ni por la cocina para desayunar algo!!!.
Multitud de pensamientos rondaban mi cabeza. La anterior vez que me follé a mi cuñada fui prácticamente violado por ella, pero esta vez fui yo el que la buscó, pensando que era mi mujer!!!.
-Es que acaso no te ha gustado? Me preguntó ella.
-Pues claro que me ha gustado, pero las cosas no son así, le dije.
-Por qué? Preguntó ella.
-Pues porque me has engañado, te he follado creyendo que eras mi mujer.
Le dije que así no podíamos seguir y ella me dijo que estaba de acuerdo y que tenía que acabar de alguna manera, pero no fue así.
Esto se convirtió en un vicio y quedamos muchas veces después, en hostales de carretera retirados de la ciudad, en su coche, en el mio, incluso llegué a engañar a mi mujer diciendole el día que libraba que un compañero me había cambiado el turno y quedaba para follar con mi cuñada.
Hasta que un buen día, mejor dicho un mal día, mi cuñada me llamó por telefono. Decía que no le había bajado la regla. El mundo se me cayó encima, la situación se tornó más grave y mi mujer llegaría a enterarse, a no ser que ella abortara.
Decidimos de mutuo acuerdo no decirle nada a mi mujer.... hasta que....
Una mañana después de dormir tras el trabajo, sobre las doce del mediodía mi mujer entró en la habitación, me despertó dulcemente y tras caricias, besos y manuseos, hicimos el amor, aunque mejor dicho, simplemente follamos.
Fue puro sexo, yo la notaba bastante fría y faltaba algo, era como si lo estuviese haciendo con mi cuñada.
Después de una larga mamada, la mejor que me había hecho en mi vida, se puso a cuatro patas y me dijo:
-Quiero que me la metas por el culo.
Yo me quedé de piedra y al ver mi cara me preguntó.-Que pasa que no te gusta mi culo? O es que te gusta más el de mi hermana?
Me hice el tonto y le dije que no sabía a que se refería. Y me dijo que su hermana se lo había contado todo. Le contó la primera vez en la ducha, la segunda vez en mi propia cama de matrimonio y las sucesivas veces que habíamos quedado para follar. Todo esto sin abandonar la postura del perrito y me preguntó otra vez: Bueno me la vas a meter por el culo, o no?
Yo hice lo que me decía, pero por mi cabeza pasaban otras ideas. Simplemente se la metí y me corrí, pero sin disfrutar, fue algo frio.
Después empezó a recriminarme que , que le daba su hermana que no me daba ella. No sabía que contestar, me quedé callado como una puta, avergonzado, asustado de que nuestra relación se fuera al traste, cuando ella de repente me hizo prometer que iba a cumplir una exigencia suya.-Cual? Le pregunté. -Tu prometemelo antes, y tuve que hacerlo!!! No estaba en situación de discutir!!!.
Me dijo: Un día de estos vamos a dejar al bebé con mi madre y quedaremos tu, mi hermana y yo. Te vas a follar a mi hermana delante mia y me vas a follar a mi delante de mi hermana y una de dos o te quedas con una o con las dos.
-Estás loca, le dije, eso no puedo hacerlo, yo me quedaría contigo, lo que hubo con tu hermana es puro sexo y nada más.
-Muy bien puro sexo pero quiero que lo hagas porque me lo has prometido y no estás en situación de discutir.
Así que le dije que iba a cumplir lo que le había prometido aunque no me gustara mucho la idea. Imaginaos la situación, mi mujer exigiendome que me tirase a su propia hermana. Luego em contó que siempre había tenido una fantasía sexual y era la de acostarse conmigo y otra mujer, y que mujer de más confianza que su hermana, pero eso lo contaré en otra ocasión, espero les haya gustado el relato.