Un sueño amarte 1

─No me molestas en absoluto, es más, me agrada que seas directa y sincera. ─¿Y no te agrada nada más de mí? ─Igual que tú te has fijado en mis ojos, yo me he fijado en tu boca. Espero que no te incomode.

Siguiendo tu juego, siguiendo mi juego,

jugando nuestras lenguas como delfines en el océano.

Libres de todo lo que no sea el momento

en que tú me besas en que yo te beso.

Aprendiendo lo que te lleva a abrazarme con desespero,

a rogar ahogadamente mi clemencia en tu cuerpo,

a enloquecer de impaciencia tu deseo.

Subiéndome hasta el cielo cuando toda tú te entregas,

para caer después como una pluma en la calidez de tu seno.

Una pareja de amantes pasea por las ahora tranquilas calles de Florencia. Esta cayendo la tarde  y la ciudad empieza a relajarse. La luz suave y difusa, llena de misterio las fachadas de los edificios, resaltando aspectos que de día no se observan. El juego de luces y sombras crea un ambiente misterioso y cálido.

Cruzan La Plaza del Duomo para subir al Campanile, desgastando un poco más a su paso las infinitas escaleras, para llegar a lo más alto, donde se percibe cerca lo lejano, donde la sensación de dominio sin dominación hace válido el esfuerzo del ascenso.

Se dirigen a un precioso e íntimo restaurante, donde disfrutan de un delicioso plato de pasta, acompañado de un buen vino de la Toscana. Un Chianti o un Montalcino, seguramente. Un excelente capuchino y una cómplice conversación, combinan una cena perfecta.

Vuelta al aparcamiento, conducen hacia un lugar en la colina de Setignano. Están invitadas a una fiesta privada, un cumpleaños. El lugar elegido es una casona antigua de tradición vinícola. La noche para la pareja transcurre entre amigos, copas,  risas, amistosas  y divertidas charlas. Miradas buscadas, manos generosas de caricias y besos robados, regalados y muy deseados.

Se levanta la mañana, finaliza la larga y divertida juerga. Las dos de la mano, se despiden felices del homenajeado y del resto de amigos.

El regreso a su casa, discurre por carreteras estrechas, con peligrosas curvas. Viven alejadas de la bulliciosa ciudad, al oeste, en una acogedora casa de dos plantas, situada en la ladera de la colina, con el río Amo a sus pies. Rodeadas de una bella zona de viñedos.

Llevan algo más de tres años viviendo juntas. Son una pareja muy querida en la zona y sus amigos las adoran. Son excelentes personas, se quieren con locura y saben vivir la vida.

Anne, con ascendencia irlandesa por parte de padre y vasca por parte de madre. Llegó a Florencia hace cuatro años. Antes había vivido durante tres en Sydney. Por cuestiones de trabajo le ofrecieron un traslado a Italia y aunque se encontraba muy a gusto allí, aceptó el cambio. La distancia de las antípodas a España era un grave problema para su corazón, echaba de menos el no poder visitar a su gente tanto como quería.

Nada más pisar Florencia, su empresa le facilitó alojamiento y un vehículo, según las condiciones establecidas en su contrato. Cuando llegó a su nuevo hogar, lo primero que vio fue un adagio latino sobre la puerta de su casa,  “Carpe diem quam minimum credula postero”, que viene a decir “Vive cada momento de tu vida como si fuese el último.” Sonrió dulcemente y nunca permitió que desapareciera de su fachada. Supo que ése era su lugar, pues la idea estaba ya en su filosofía de vida desde muy niña. Era la irrefutable prueba de que estaba cumpliendo con su destino.

Su adaptación a la sociedad italiana, a sus costumbres e idioma fue meteórica. Y su realización profesional iba viento en popa. No le podía ir mejor, ¿o sí?

/…/     …Tiempo atrás, a los pocos meses de instalarse, alguien entró con fuerza en su vida...

“¡Qué bueno, soñé que te conocía y me encantaba!”

Viernes, 9:00 de la mañana. Anne está en una recepción de la embajada española en Roma, por invitación expresa del embajador. Su empresa tiene clientes en España. La actividad principal es la fabricación de robots para automatización del trabajo en cadena, particularmente para la producción automovilística. La gestión de varios proyectos está su cargo, tanto su diseño como la programación de los autómatas. Por ello, esta comercialización hace que esté en contacto con la embajada.

Así conoció a Sergio Aranguren, encargado del control del libre comercio entre los dos países. Las reuniones de trabajo, las constantes llamadas de teléfono, los correos electrónicos, ser españoles fuera de España y por qué no, la más importante y causa de las anteriores, la atracción sexual que nació entre ellos provocó una gran amistad.

La recepción es bastante soporífera. A Anne no le gustan ese tipo de fiestas de alto copete, donde nadie es lo que aparenta y donde todos se hacen favores con el único fin de conseguir otros más ventajosos. Saluda a varios clientes y algún que otro conocido. Les dedica el tiempo prudencial para sus propósitos empresariales y a la vez no ser descortés, para llegado el momento, sigilosa y discretamente alejarse de la puesta en escena.

Su amigo Sergio está muy ocupado, pero no deja de acercarse siempre que puede a ella, bromear sobre el teatro montado y lo pintoresca que es una parte de la sociedad italiana ahí representada. Donde el dinero marca la categoría social, independientemente de la valoración personal. Así, al lado de un alto prelado de la iglesia involucrado en asuntos sexuales muy turbios, está compartiendo conversación muy distendida un “supuestamente” capo de la mafia, al que le ríe las gracias un político de alta esfera con varios cargos de prevaricación. Los tres aparecen día tras día en las noticias, saliendo de juzgados, entrando en lugares de “dudosa conducta”, agrediendo al paparazzo de turno...

En uno de sus retiros buscados y provocados, Anne, se siente observada desde un extremo de la sala donde se encuentra. Curiosa, disimulando todo lo posible, se va acercando hacia el lugar origen de las miradas y descubre a una joven más o menos de su edad. Una barra de bar a unos metros, es la mejor excusa para aproximarse. Pide una copa y pasea curioseando los lienzos de las paredes, llegando a un gran ventanal situado próximo a la mujer. Se posiciona quedando a  espaldas de ella, siendo ahora Anne, la que no aparta la mirada de su misteriosa dama. Los minutos pasan y dicen que “la curiosidad mató al gato”, pues… esta felina está a punto de fallecer. :-)

La joven, aburrida de hablar con gente extraña y artificiosa, decidió perderse en un lugar apartado de una sala secundaria menos concurrida. Desde allí se entretenía observando las estrategias de la gente para acercarse a las personas más representativas de la recepción o bien para conseguir algún contacto comercial interesante. Ensimismada en sus pesquisas, se topa en su recorrido visual con una bella mujer, vistiendo con excelente gusto un cuerpo esbelto y sensual. Su cara acompaña con gran armonía el resto de la composición. Se mueve con discreción y elegancia. ¡Guauuuu! la sorpresa llegó al final de la observación, su mirada se cruza con unos ojos de impresión. Su color azul intenso, su forma y tamaño, sus largas pestañas, lograron que la sala más bien poco iluminada se llenase de luz, de una luz azul serena y profunda, pero que le aceleraba el pulso claramente.

Un camarero con una bandeja llena de cócteles pasa a su lado e interfiere en su visión. La joven se siente contrariada…

─“¡Mierda!, ya no está ahí, ¿dónde se habrá ido? Puede que del aburrimiento mi imaginación me haya jugado una mala pasada, ¡eso será!, una mujer con esos ojos no es posible.”

Aún así, sigue deseando que fuese cierta su alucinación y la busca con su mirada en cada recoveco de la sala, no la encuentra. Por fin, deduce que el único espacio que no controla es su espalda, así que sin dudarlo, se gira 180º y… ¡Splashhh!   Se topa con Anne a cuatro metros de ella observándola fijamente. La pobre gatita ha sido pillada totalmente, su cara se sonroja, pero no piensa huir, ni retroceder. Esos ojazos son ahora más impresionantes pues la luz del ventanal los ilumina con mayor intensidad. La chica queda absolutamente hipnotizada, paralizada y embobada. Vamos, que Anne mentalmente se está partiendo de risa, le resulta totalmente cautivadora la situación y está centrando su atención un poco más… su radar… acaba de activar la alarma de “chica muy interesante”.   ;-)

Anne se decide y se acerca.

─Hola, Me llamo Anne Salter. Creo que a las dos nos pasa lo mismo. –un silencio de intriga- Estamos hartas de esta recepción.  –Sonrisa encantadora, no sabe nada ella…-

─Jajajaja. Hola, soy Paola Bonardi. Sí, tienes toda la razón, esto es insufrible. Después de tres horas ya es insoportable.

─Cuando he visto al prelado, al mafioso y al prevaricador juntos, tuve miedo de que una redada policial entrase en estampida en la embajada y pudiese terminar con mis huesitos en la cárcel.

─Jajajaja. En este momento, este lugar es uno de los sitios más seguros de Italia. Toda esta gente no se mueve sin un ejército que los proteja. Paradójicamente, demasiados enemigos hacen tu integridad más segura que si sólo tienes uno, relajarías mucho más tu protección.

─¡Bueeeno!, ya estoy mucho más tranquila. Me acompaña una experta en seguridad personal. :-)

─Jajajaja.  Soy productora artística. Pero mi padre fue comisario feje de la escolta de los dos anteriores primeros ministros de la república. Algo me enseñó sobre seguridad. :-)

–“Mejor que me retire a tiempo… , si sigo el juego puedo acabar mal parada con un papi como el suyo. Mi radar no me falla nunca, pero si ésta es la primera vez, me puedo meter en un buen lío. …Paso el turno y dejo que si quiere, sea ella quien mueva ficha y va a tener que ser muyyyy clarita.”-

─¡Aaalaaa!  Te empezaré a hablar de usted de ahora en adelante, empiezo a temer por mi integridad, jejejeje    –“sí, se lo digo de coña pero…”-

─Jajajaja. Mi padre está ya retirado, es un hombre pacífico y en contra de cualquier tipo de violencia. Por eso se hizo comisario, para combatirla. Soy totalmente independiente y no voy corriendo a papá a que me defienda de nadie. Lo hago yo solita. jajajaja.    …Además, ¿por qué tendrías miedo?  ¿No me tendré que defender de tí? No pareces peligrosa.  –sonrisa muy incitadora…-

─Mujer…, tanto como peligrosa. No sé yo, no creo. Por ahora no tengo antecedentes penales ni nada por el estilo. Un poco traviesa de vez en cuando hay que ser ¿no? jajajaja

─Jajajaja.  Me gusta la gente que me hace reír. Nunca pensé que una recepción como ésta acabara siendo tan divertida.

─Con gesto serio-  No te equivoques Paola. La recepción sigue siendo un tostón, mira a tu alrededor. La alegría de la fiesta somos nosotras.  –Gran sonrisa,  “como sigas así te va a mandar a la mierda por superplasta, contrólate un poquito ¡ya mismo!”-

─Tienes toda la razón.  –Amplia sonrisa-  …Estaba pensando que esto está apunto de finalizar... Conozco un sitio precioso para comer, ¿si no tienes ningún compromiso…? ¿…me gustaría invitarte? …Así seguiríamos riéndonos y conociéndonos un poco más... ¿Te apetece?

─“Estoy invitada en casa de Sergio, he quedado para comer con él y un grupo de españoles al salir de aquí. Se va a enojar mucho, pero este juego se ha puesto muy pero que muy tentador para mí.”-

─Verás, tengo que hablar un momento con mi amigo y después estoy libre para acompañarte, ¿vale?

─Estupendo, yo también buscaré a mi socia y me despediré de ella. ¿Nos vemos en los jardines de la entrada dentro de diez minutos?

─Perfecto. Allí estaré.

─Si tardas un poco más, te espero. Y si soy yo la que me retraso…, no huyas o aviso a la policía. jejejejeje

─Ummm   No tengo intención de huir por ahora…  -Sonríe, le guiña un ojo y se va en busca de Sergio.-

Anne cruza la sala en la que se encuentran y antes de desaparecer por el pasillo, se gira, mira hacia donde la había dejado…  Seguía en el mismo lugar, sin moverse, siguiendo atentamente sus movimientos, la vigilaba con detenimiento. No intentó siquiera disimular. Por unos segundos Anne analizó a la mujer que la observaba. Su mirada era intensa, segura y provocativa, sus labios cerrados dibujaban una media sonrisa retadora. Su cuerpo perfectamente distribuido, sinuoso, grácil, elegante, desafiante. Unas piernas bien definidas, derechas y contorneadas. Su pelo oscuro, su tez ligeramente bronceada por el sol, su boca sensual como pocas, que desde el primer momento la sedujo. Sonrío y le devolvió la sonrisa. Definitivamente desapareció por el pasillo.-

Le costó encontrar a su amigo, estaba departiendo con un grupo de empresarios españoles, en un tono muy distendido. Desde una distancia prudencial,  le hizo una señal para que se le acercara. Se dio cuenta rápidamente y en dos segundos estaba a su lado.

─Anne, te estoy buscando hace más de una hora. ¿Dónde te habías metido?

─Perdida por las salas, admirando la decoración y el arte…

─¡Ya!  Sí, esto es muy aburrido si no tienes los hilos para mover a estas marionetas. Está a punto de concluir y nos iremos en breve a comer.

─De eso te quería hablar... Bueno…, ¿cómo te lo digo para que no te enfades?   –“No le voy a mentir, nunca lo hago y no voy a empezar, hoy, ni con él.”-   He conocido a una mujer, hemos estado hablando y congeniamos muy bien. Me ha invitado a comer, y la verdad, no me apetece pasarme la tarde con ese grupo. ¿Me perdonas si no te acompaño? porfiii.

─¡Menuda amiga que tengo!, se le acerca cualquiera y ya prefiere comer con una desconocida que conmigo. Y los pobres empresarios, que estaban entusiasmados de poder pasar un rato con una joven tan buena profesional y tan bella. Ahora les tengo que chafar el plan, ¡porque a la niña no le apetece!  –pucherito de Anne-  ….Está bien, ve con esa misteriosa desconocida, y pásatelo mejor que bien. Pero vuelve a casa sana y salva, no te vaya a secuestrar la camorra napolitana. Estás loca Anne, rematadamente loca. Pero incomprensiblemente te quiero.

─Gracias, gracias, gracias, Sergio. Te prometo que te compensaré por este desplante. Te llamaré por la tarde para comentarte mis planes ¿vale? Eres un sol, te quiero.

Le plantó un beso en todos los morros, sin darse cuenta de donde estaban. Creyó que casi nadie se había percatado de ello. Bueno… casi nadie no incluye al grupo de españoles... Hacen tan buena pareja, que las miradas curiosas no se hicieron esperar, estaban todos observándolos sin perder detalle. Anne deseaba que la distancia de separación fuese lo bastante importante como para que no hubieran oído su conversación. Hizo un gesto de disculpa hacia Sergio, llevando la mano a sus labios infractores, elevando los hombros y doblando el cuello graciosamente hacia un lado. Sonrió con picardía y éste le devolvió la sonrisa con infinita dulzura. Le susurró un-   Hasta luego  -y se fue a paso algo apurado para que nadie la pudiese entretener.-

La tensión del momento la obliga a pararse un instante, necesita vaciar su vejiga, así que se dirige al servicio más cercano. Cuando sale, recorre un pasillo lateral que va a dar al jardín. Por uno de los ventanales ve a Paola hablando con una mujer, están una frente a la otra. Paola sostiene cariñosamente el brazo de su amiga mientras conversan. Finalmente se dan un beso en la mejilla y Paola se aleja hacia la entrada principal. Su socia entra de nuevo al edificio por la puerta por la que Anne pretendía salir. Se cruzan en el pasillo sin que ella advierta su presencia, ni Anne haga movimiento alguno que la delate. La mujer sigue su camino, concentrada en sus pensamientos y desaparece girando hacia una sala.

Finalmente ya puede acceder libremente al jardín y camina hacia la entrada. A lo lejos ve a Paola esperando. Cuando ésta detecta su presencia, se centra nuevamente en observarla sin reparo todo su recorrido. Anne piensa, “si se trata de ver quien retira última la mirada, va buena conmigo, esta partida no la pierdo ni en sueños. jejejeje.”     Llega a su vera, se refleja en ella. Paola ataca…

─Tienes unos ojos impresionantes. No puedo dejar de admirarlos.

─Me vas a asustar si sigues fijando tu mirada así.

─Eso aún está por ver. –Sonrisa provocadora-  Si hablas de mirada intensa y seductora, la señorita gana por goleada. No hay un ápice de temor ni duda en tus lindos ojos, no parece tu estilo.

─“No le voy a contestar a eso, la veo muy segura y sino, que lo descubra”-    ¿Llevas mucho tiempo esperando?

─No, la verdad es que hace sólo un minuto que estoy aquí. Has sido puntual.

─Me costó un poco encontrar a mi amigo, ¡con tanta gente!…  ¿Has hablado con tu amiga?

─Sí, claro. La localicé rápidamente. Me acompañó hasta la salida al jardín, quizá hasta te cruzaste con Lucía.

─Puede ser…

─Que no eres italiana, lo tengo claro. Hablas perfectamente el idioma, pero tu acento es peculiar.

─Es muy evidente. Soy española, de San Sebastián. Aunque hace años que no vivo allí. Me acerco cuando mi trabajo me lo permite, que es mucho menos de lo que me gustaría. La distancia es lo más difícil de llevar.

─Lo comprendo, ¿vives en Italia?

─Sí, en Florencia. Desde hace casi un año.

─Es una ciudad muy bonita, pero el área metropolitana está superpoblada, casi tanto como Roma. Llega a ser agobiante tanto turista.

─Sí, es cierto. Pero yo vivo en Fiesole, allí todo es muy tranquilo. Mi trabajo está en la zona industrial, para llegar no entro en la ciudad. Así, me salvo un poco de las aglomeraciones y del tráfico.

─Conozco bastante bien la Toscana, es maravillosa.

─Estoy realmente feliz de vivir en ese enclave. Oye, Paola, me lo estoy pasando muy bien aquí contigo, estoy disfrutando, de verdad. Pero… están a punto de salir todos los invitados y no me gustaría que viesen que nos hemos ido antes de tiempo. Ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Sabes…? ¿Nos vamos?

─Tienes toda la razón, tengo mi coche muy cerca, vamos.

Se descuidan por las calles de Roma. Anne había visitado la ciudad en varias ocasiones por cuestión de su trabajo o invitada por Sergio. Él había sido su cicerone. Pero no la conoce tanto como para saber a dónde la lleva. Pasan por algunos de los espacios más turísticos, Anne se recrea en el recorrido y aunque tienen una conversación fluida, está un poco dispersa en su admiración de la ciudad eterna.

Por su parte, Paola, está dando una vuelta por el centro de Roma, pues ha observado como su acompañante se queda absorta viendo la belleza de la ciudad. No sabe si es su primera visita o ya la conocía, pero no tiene prisa por llegar a su destino.

─¿Te gusta Roma?

─Me apasiona, no me canso de descubrirla cada vez que vengo. He hecho la ruta oficial, la de la mayoría de los turistas, ya sabes, haciéndome las fotos típicas. Mi amigo Sergio y sus amigos, han intentado mostrarme la parte actual, la vida romana sin cámara de fotos. Y me parece tan fascinante como la monumental. Es una ciudad que me sorprende cada vez más. Siempre me da motivos para volver a ella y volverme a conquistar.

─Una española enamorada de Italia y una italiana enamorada de España. jajajaja Hacemos una excelente pareja.

─Jajajaja.    Estoy totalmente de acuerdo. ¿Qué conoces de España?

─He estado en Madrid, Barcelona, San Sebastián, Málaga, Valladolid, Valencia e Ibiza. Muchas veces por trabajo, pero todas han sido un placer. Me gustaría vivir un tiempo en cualquiera de estas ciudades, pero la producción me impide tomarme un largo descanso lejos de Italia.

─¡Has estado en mi ciudad! Puede que hayamos coincidido en algún lugar antes.

─Estoy segura que no ha sido así. Si te hubiera visto, lo sabrías como lo has sabido hoy.

─Cabe la posibilidad de que coincidiéramos, pero estoy de acuerdo contigo, es más que improbable, imposible que si nos hubiéramos visto no hubiésemos recordado nuestro encuentro. ¿Qué es lo que más te gusta de mi país?

─Hasta ahora lo que más me gustaba era la manera de ser de la gente, de vivir la vida. Aunque dicen que españoles e italianos somos muy parecidos, no es para nada cierto.

─Hasta ahora, ¿entonces que ha cambiado?

─Que ahora, desde hoy, lo que más me gusta de España, son los ojos de una española.

─¡Bueeenooo! Pensaba que sólo los hombres italianos eran expertos en seducción. Pero… veo que las mujeres italianas no se quedan atrás, o por lo menos una que acabo de conocer.

─Perdona si te he molestado. Pero, no puedo ocultar que me has impresionado mucho.

─No me molestas en absoluto, es más, me agrada que seas directa y sincera.

─¿Y no te agrada nada más de mí?

─Igual que tú te has fijado en mis ojos, yo me he fijado en tu boca. Espero que no te incomode.

─Para nada, me acabas de hacer más feliz todavía.

La conversación va aumentando el grado de “sinceridad”. Pero como suele ocurrir, cuando mejor te lo estás pasando, algo sucede que modifica el momento.

En este caso, llegaron al restaurante. Aparcan, bajan del coche. Anne, se sorprende del lugar en el que se encuentran. Una colina elevada, cubierta de zonas arboladas y verdes prados que caen hacia el valle, donde el río Tiber discurre formando sinuosas curvas en su trayecto. La romana ejerce de guía para su interesante compañía.

─Hay teorías que dicen que ésta es la verdadera cuna de la antigua Roma, la aldea originaria se desarrolló sobre este grupo de colinas. Existen algunos restos arqueológicos allí, al sur, en aquel pequeño valle entre las dos colinas de enfrente.

─Este lugar es impresionante Paola. Muchas gracias por traerme aquí. –La emoción embarga a Anne y abraza a Paola sin pensarlo demasiado. Está feliz de descubrir este paraje tan espectacular. Le susurra a al oído-   Gracias.

Paola la estrecha hacia sí, con la misma intensidad. Sus labios rozan los suyos con delicada ternura. Anne le devuelve el roce aproximándolos más, para terminar en un beso corto pero cargado de sensualidad. Sus miradas siguen su propia conversación privada. Anne gira sobre sí misma, colocando su espalda pegada al cuerpo de su acompañante. Paola desde atrás la abraza por la cintura. Anne coloca sus brazos sobre los de ella.  Así siguen contemplando el paisaje.

Después del afectuoso momento, se está haciendo bastante tarde para poder comer. Así que se dirigen al singular restaurante, rodeado de otras casas no menos singulares, formando un pequeño pueblo romano de indudable belleza. Una mesita acogedora, en un lateral del salón principal, con un balcón abierto que ofrece la bella panorámica, son el entorno perfecto para una agradable comida.

─Con la carta en las manos, Paola pregunta- ¿Te apetece algo en particular?  ¿Hay algo que no te guste? :-)

─No, la verdad es que me encanta la comida italiana. Si soy sincera, me muero de hambre.

─Perfecto. ¿Me permites que pida por las dos?, no te defraudaré, estoy segura. Conozco muy bien las excelencias de esta casa.

─Muy bien, confío en tu elección. Será estupendo lo que tú decidas.

La comida consistió en unos antipasti (entremeses) de bruschetta, fiori de zucca, suppli y ensalada caprese. De primer plato, un risotto fruti di mare. De segundo, “salt´ im bocca alla romana”. Y de postre un delicioso gelato. Acompañado todo de un vino blanco de la casa que estaba buenísimo. Y unos cafés espressos como cierre. Todo estuvo exquisito pero demasiado abundante. Anne estaba a punto de reventar de lo mucho que había comido.

La conversación fue interesante, divertida y sorpresiva al conocer aspectos insospechados de sus vidas. Estaban encantadas de conocerse, de hablarse, de reflejarse la una en la otra.

Después de abandonar el restaurante, deciden pasear por el pintoresco pueblo. Parece como si se conociesen de toda la vida. Las dos son divertidas, tienen aficiones comunes, se complementan intelectual y culturalmente. Pero lo más importante es, la fuerte atracción que se crea entre ellas. Va más allá de la tensión sexual, que es evidente que la hay, es algo mucho más elevado, mucho más adictivo.

Empieza a hacer un poco de frío, un viento desagradable hace presencia y aumenta la sensación térmica. Deciden subir al coche y volver a Roma. En el camino de vuelta…

─Ha sido maravilloso que me llevaras a las colinas del Tiber. Todo me ha parecido muy singular, el lugar, la comida, el pueblo y tú, tu compañía. Muchas gracias Paola.

─Me alegro que lo hayas pasado tan bien. Ese ha sido mi propósito desde que te vi. …Yo no querría estar en ninguna otra parte en este momento y por supuesto con ninguna otra persona. Estoy encantada de haberte conocido. Pero…, por favor. No me des las gracias constantemente. Si no yo tendré que hacer lo mismo y nos pasaremos la vida dándonos las gracias.

─Haremos un pacto. Nos diremos gracias al finalizar cada día que nos veamos, ¿De acuerdo?

─Me encanta, estás diciéndome que nos volveremos a ver, cuando todavía no nos hemos despedido.

─“Qué estoy haciendo?... ¿Pactando vernos más días?.. ¿Y ella? Ha dicho que nos pasaremos la vida dándonos las gracias. ¿la vida? ¿la vida de quién?... Esto no va como debería ir…  Me estoy bloqueando…¿Qué coño digo yo ahora?”-

─Anne ¿Qué te pasa? Te has quedado muda de repente.

─Lo siento, estaba pensando que debo llamar a Sergio. Quedé en comentarle que es de mi vida. Soy su invitada y ya ves el caso que le estoy haciendo. Debería…

─Le interrumpe-  ¿No irás a quedar con él ahora?

─No sé. ¿Tú que dices? ¿Nos vemos otro día?

─Con gesto de sorpresa-  No quiero que te vayas. Me gustaría enseñarte otro sitio que creo que sabrás apreciar.

─¿Si?   Dime,  ¿a dónde me llevarías, si aceptase?

─A un lugar desde donde verás Roma iluminada por la noche. A mi casa.

─Mmmm. Seguro que son unas vistas preciosas.

─Las mejores de Roma, confía en ello.

─Siendo así…, no me las quiero perder por nada del mundo.

─Tu amigo Sergio…. ¿es sólo tu amigo? Perdona, no me contestes si no quieres.

─Sólo es mi amigo.  –Rotunda-

─Animada por la respuesta rápida y segura, ataca de nuevo-  ¿Tu corazón cómo está?

─Algo alterado hoy.   ¡Tanta belleza!     -Sonrisa pícara-

─No me refería a eso…

─Lo sé.  Digamos que mi corazón sólo late a mi ritmo. A veces se agita un poco, pero no se acompasa con ningún otro.  ¿Y el tuyo, cómo está?

─El mío libre, esperando latir junto al tuyo.

─“¡Esta chica!, cuando menos te lo esperas, pisa embrague, cambia de marcha y acelera a tope. Me va a volver más loca de lo que ya estoy, me está volviendo rematadamente loca, me encanta...”- :-)

Anne cambia el giro de la conversación. Para intentar controlarla o controlarse, jajaja, un mucho de ambas situaciones. Como si no hubiese escuchado nada, comenta…

─Voy a enviarle un WhatsApp:

Sergio, eres muy bueno y yo una mala amiga, lo sé. Pero no puedo alejarme de esta mujer, me atrae demasiado. No te preocupes por mí, la mafia napolitana está ocupada buscándote a tí :-). ¿A ver a dónde has llevado a los empresarios? ¡Qué nos conocemos! ;-) Te veo mañana. Un beso  -enviar-.

/…/

Llegan a la ciudad eterna. La misteriosa oscuridad y la reveladora iluminación, le dan un aire romántico y maravilloso.

Paola vive en el mismo centro geográfico de Roma. En un ático, en una de las zonas más antiguas y más caras de la ciudad.

─¡Hemos llegado! Aparcamos y ya estamos.

Apunta con el mando a distancia hacia una parte de la fachada del edificio, donde se puede ver una señal de tráfico, Divieto di parcheggio (prohibido estacionar). Anne se fija con curiosidad para ver que sucede. De pronto como por arte de magia, una zona de la fachada empieza a abrirse hacia dentro, como si fuese “la cueva de Alí Babá y sus cuarenta ladrones”. Realmente curiosa la entrada al garaje.

─¿He escuchado bien?, ¿has dicho?  ¡Ábrete Sésamo!

─Jajajajaja. Pues no acaba todo ahí, verás.

Una vez abiertas las puertas. Se abren otras de un ascensor para vehículos. Paola introduce con destreza el coche en el reducido habitáculo.

─¿Tienes claustrofobia?  -Mientras las puertas correderas se estaban cerrando a sus espaldas.-

─Un poco tarde para preguntarme ¿no?  -sonrisa de situación crítica-  No, menos mal que no la padezco. De otra manera, a estas alturas estaría entrando en pánico.

─Jajajaja.  Lo siento.

─No te preocupes. Te dejaré vivir por ahora. jejejejeje

El suelo comienza a desplazarse hacia el centro de la tierra. Anne observa muy divertida el original y cuidado sistema de aparcamiento. Aunque la robótica es su profesión y conoce estos sistemas. La conjunción de los elementos, de la forma y estética con que se estaban produciendo, le resultaba más que interesante.

El ascensor se para, se abren las puertas. El garaje está, por fin, delante de ellas. Paola conduce hasta su plaza y aparca.

─¡Lo que provoca la falta de espacio en las ciudades! Es toda una aventura poder llegar a tu propia vivienda. No quiero ni pensar, en quedarse encerrada en este ascensor durante un terremoto. jajaja

─Con quedarte media hora encerrada, sin el terremoto mortificándote el alma, llega. ¡Te lo puedo asegurar!   –Cara de no querer vivir lo ya vivido-

─Mujer…, todo depende de si te quedas encerrada sola o bien acompañada.  –Mirada de… estoy de caza y me divierto-

─Nada que objetar. ¿Volvemos al ascensor?  ;-)

─“Esta chica es maravillosa. Recoge un buen saque y devuelve un punto ganador, juego para la señorita”-

─Jajajaja.   No, gracias.  Jajajaja  Por ahora será mejor que subamos a tu piso.

Paola se ríe con ganas, le lanza una gran sonrisa de complicidad y lujuria contenida.

La feliz romana, abre la puerta, se gira hacia su invitada, separándose de la entrada y dice: “Bella dama, ésta es su casa, adelante”. Anne, sonrisa en boca, entra curiosa de ver el nido de su sorprendente nueva amiga. Paola le muestra su hogar, con el enorme interés de observar cada una de las sensaciones, que su peculiar acompañante, mostrará como un libro abierto en sus ojos, su boca, en todo su cuerpo. Le seduce su expresiva y pasional forma de conocimiento…


“La gratitud que no se expresa pierde el valor de sentirla.

En la memoria de mi corazón la guardo para entregártela a ti.”

Hola a tod@s l@s que habéis leído el relato inicial y/o éste. Muchísimas gracias. Deseo de todo corazón que os haya/n gustado.

Para los que habéis cruzado la puerta para saludarme y apoyarme con vuestro comentario, mi mayor agradecimiento. Es toda una responsabilidad para mí mantener vuestra positiva opinión. He cambiado de estilo aunque en el fondo descubriréis que no del todo, espero que sea de vuestro agrado. Las críticas sinceras y constructivas son la mejor manera de mejorar.

HombreFX (ID: 853437) : Mi primer comentario, no lo olvidaré. Espero que esta historia siga valiendo el peso de tus palabras :-). Muchas gracias. Un saludo

Lililunita (ID: 1409518) : Una dulce sonrisa provocó tu comentario en mí :-). El mejor regalo que puedo recibir. Si esta continuación sigue mereciendo tu apoyo seguiré sonriendo. Muchas gracias. Desde España, un saludo y bendiciones para tí.

aurora la diosa (ID: 1363822) : Que una diosa me otorgue tan buena calificación, no puedo más que sentirme su humilde servidora, un honor Adi :-). Siendo así, sería cobarde por mi parte dejar mi historial en un único y breve juego de palabras. Te reto a que compartas de nuevo tu opinión y que me critiques con compasión. Muchas gracias. Desde España, mis respetos deidad.

*Rouge (ID: 1429238)* : Totalmente de acuerdo, lucho constantemente para que lo que escribo no sea cursi, ni denso. Me gusta jugar con las palabras demasiado, intento sacar de ellas todo lo que quiero expresar y esto es un riesgo. Me fascina Bécquer, su ángulo oscuro, sus golondrinas volando, el placer del alma al sentir que todavía me quedan lágrimas... Un peligro, lo reconozco. Me encantaría volver a contar con tu sincera opinión. :-) Muchas gracias. Desde España, un saludo.

Muchas gracias a quien despierta almas dormidas con su magia escrita. A quien ofrece dulces palabras en sus agradecimientos. A quien regala su sonrisa y provoca mi sonrisa. :-) Muchas gracias. ¡Un beso!

A que hoy puede ser un maravilloso día, inténtenlo. -Carpe diem-

¡Hasta la próxima entrega! Cuídense y no me olviden, yo no lo haré. ;-)