¿Un sueño?
A veces la locura nos sienta tan bien como los sueños. Cualquier sentimiento ayuda a escribir. Yo sólo me sentia sola y un teclado me hizo compañia y ahora lo he publicado... ¿por qué no voy a hacerlo?
Todo está oscuro. Vuelvo a abrir mi ventana por la noche y no veo nada. El oscuro manto de contaminación de Barcelona no me deja ver ninguna estrella. Esto no a lo que estoy acostumbrada. En mi rincón favorito del mundo no necesito siquiera abrir la ventana para poder ver el resplandor que entra por ella. La luz de la luna y las estrellas se mezclan para darme paz por la noche. Su luz es como un beso maternal de buenas noches Que extraño, no? Cuanto se puede extrañar algo tan simple como la luz
Pero no es nada simple Ellas velan mis sueños. Sin su brillo mis sueños se vuelven pesadillas
Me he dormido, y mi sueño empieza a correr por mi mente como un tigre, peligroso y sin freno
Son las ocho de la mañana. Odio el maldito despertador con su cansina música día tras día. La monotonía del trabajo me abruma. Como una autómata hago lo mismo que todas las mañanas, y una vez seca de la ducha y con algo en el estomago comienzo mi ritual de encontrar ropa en el desorden de mi armario. Como siempre entre semana, la primera prenda que roza mis dedos es la que cubrirá mi cuerpo, así que todavía, con los ojos medio cerrados, no sé como voy vestida. Salgo de casa, y hago el mismo camino de siempre.
Llego al autobús, después al metro, y de nuevo otro autobús. Cuando llego a la puerta de mi trabajo y abro la puerta, el mundo se me cae encima. Vuelvo a ser la primera en llegar y todo está oscuro y vacío. Comienzo a encender las luces. Pero me siento tan sola aun falta media hora para que la gente comience a llegar. Las ventanas me quedan lejos.
Apenas veo la luz del día, y sobre mí, un par de fluorescentes atormentan mi cabeza. Las mismas tareas día tras día, las mismas llamadas, la misma gente. ¿Amigos? No, solo compañeros de trabajo. Gente con la que pasas ocho horas cada día y sigues tratando de usted. Enciendo mi ordenador, y para salir de mi desidia abro mi correo, pero esta vacío, como no
Como el rastro que deja una estrella fugaz Así pasaste por mi vida, llenando mi habitación de luz apenas un segundo. No se que es peor, acostumbrarse a ver el cielo negro noche tras noche o echar de menos el resplandor de una única estrella