Un sueño
Que difícil es soñar con un buen amigo
Tremendo sueño que tuve, demasiado real para mi gusto, para colmo con un amigo de mi trabajo, me desperté desconcertada, pero con la necesidad de recordar cada detalle.
Las calles empedradas, callejones angostos, casas como salidas del libro del Quijote, había unos lavaderos en el centro de aquella plazuela, en medio de ellos corría un arroyuelo, en donde las mujeres hincadas sobre grandes piedras tallaban la ropa.
Mi ropa era como un camisón blanco de tirantes anchos, largo, de una tela gruesa pero suave, llevaba el cabello recogido, atado con un cordel, suelto del fleco y mucho mas largo de lo que en verdad lo tengo, hacía calor porque sudaba y llevaba un cesto al parecer con ropa para lavar en ese lugar.
Pero de pronto por un callejón escalonado bajaba mi amigo, el es guapo, pero en mi sueño se veía mucho mas atractivo. El cabello despeinado, sudado, su semblante era diferente al de siempre, es un chico muy tranquilo y su semblante es de mucha paz, pero en mi sueño se notaba enojado, se veía recio, duro y eso lo hacía mas atractivo.
Pero yo lo veía acercarse a mi y sentía mucho coraje, como rabia, lo veía desaliñado, desfajado y su ropa tenía manchas de sangre, la camisa que traía era blanca, de tela parecida a mi ropa, las mangas tenían como holanes en los puños y en el pecho, su pantalón era negro y llevaba un chaleco, las manchas de sangre no parecían de él, porque no se le preciaba ni un solo rasguño y entre mas se acercaba mas coraje me daba.
Así hasta que lo tuve de frente, yo soy muy bajita, el muy alto le deba a medio pecho porque estaba descalza, le arrebataba la camisa dejándolo sin nada encima, bueno obvio con el pantalón me daba media vuelta y me hincaba para comenzar a lavar la camisa, sentí el agua del arroyo, estaba templada, comencé a tallar la camisa en aquella piedra cuando sentí que él se hinco detrás de mí. Solo lo veía de reojo porque en verdad estaba enojada, mientras tallaba la camisa el agua me salpicaba y se revolvía con el sudor de mi cara, sentí como se repegó a mi espalda su torso, pude sentir su respiración en mi nuca, su aliento en mi oreja y sentí como toda la piel se me erizó.
Te pegaste mas a mi cuerpo, tu cadera se pegó a la mía, y pude sentir tu erección en mis nalgas, esa erección crecía y la sentía cada vez mas dura, mi pulso se alteraba cada vez mas y sudaba y buscaba pegar más mi culo a su pelvis para poder sentir mejor tu erección.
De pronto algo nos saco de nuestro calentamiento, una mujer parada a un lado de nosotros nos veía reprobando lo que estábamos haciendo.
Me tomo del brazo algo brusco, se levantó poniéndome en pie a mí también, me llevó jalando hasta uno de los callejones escalonados de piedra, se sentó en un escalón y me hinco en otro mas abajo quedando las caras a la misma altura, quise hablar, pero su mano tapo mi boca y suavemente paso su pulgar por mis labios y después con la palma recorrió mi rostro de una forma dulce, seguía pasando su pulgar por mis labios mientras le besaba y lo rozaba despacio con mi lengua. Su mano dejo mi cara y enredo sus dedos en mi cabello soltándolo del lazo, y después con las dos manos las paso por mi cuello, las deslizo por mis hombros corriendo los tirantes de mi vestido, desnudándolos, me tomo por la espalda, me acerco a él, sus labios pasaron de mi oreja a recorrer muy despacio mi cuello, después mis hombros, el calor de su aliento hizo que mi piel nuevamente se erizara, lo percibió, una de sus manos tomo uno de mis pechos y con el índice empezó a buscar mi pezón, cuando lo encontró lo acaricio sobre la ropa hasta que se puso duro, yo solo le tomaba del brazo y lo apretaba, hacía la cabeza hacia atrás para dejar que recorriera mi cuello, comencé a buscar su entrepierna, sentí como crecía, parecía que su pantalón se iba a romper, busque la forma de liberarlo, abrí los botones de su pantalón y ayude a salir a ese prisionero que estaba brillaba erecto y firme, lo tome entre mis manos húmedo y caliente, conforme lo acariciaba su respiración se agitaba mas y los roces se hicieron mas fuertes como pequeñas mordidas.
Tomo los tirantes de mi ropa y los bajo completamente dejando mi torso al descubierto, hizo que me levantara un poco y sus manos apretaron mis tetas, las veía, se acercó a ellas prendiéndose primero de una, luego de la otra. Su lengua jugaba deliciosamente con mis pezones, mientras el otro seno era apretado por su otra mano.
Dejó de jugar con mis pechos, me puso de pie, levantó el vestido hasta mi cintura y me jalo hasta quedar casi sobre él. Se recostó sobre los escalones y me hizo que bajara lentamente pude sentir como su erección se abría paso entre mi pelvis y de un solo golpe la introdujo en mí, pude sentir como me abrió, así sentada sobre él, movía su cadera incesantemente, yo solo me quedaba quieta sintiendo tensando la cadera para poder disfrutar los espasmos gloriosos de mi orgasmo, lo tome por el cuello y el me tomo por el culo separando mis nalgas se movía violentamente entrando y saliendo de mí, hasta que solo lo dejó dentro y empujaba sus caderas tratando de que su miembro llegara lo más profundo posible, totalmente poseída por la lujuria enterraba mis dedos en su espalda desnuda, se podría escuchar el ruido que hace la mezcla de nuestra humedad y cuando busque su rostro solo hechó hacia atrás la cabeza, sus ojos se pusieron casi en blanco, sentí los espasmos de su falo dentro de mi vaciándose, su leche caliente llenándome, como me aprisionaba dentro mío tu pene, para no dejarlo salir, sus manos aferrándose a mis nalgas y su boca a la mía…
En eso desperté, completamente agitada y excitada pero también confundida porque ese sueño fue muy raro.