¿Un sueño?
Hay sueños que casi son reales
Él entró en el dormitorio tal y como acababa de salir de la ducha, desnudo con una toalla enrollada a la cintura.
La habitación estaba completamente oscura, solamente el olor tan familiar a trementina le advirtió de que ella (tú) estaba allí. Tras cerrar la puerta se dirigió a tientas hasta la cama dejó caer la toalla y se deslizó entre las sábanas. Sintió un (tu) cuerpo cálido, escuchó una (tu) respiración cadenciosa, percibió un (tu) olor mezcla de perfume, trementina y óleo. Ella (tu) estaba allí, dormía dándole (me) la espalda.
Él le pasó su (mi) brazo derecho por la cintura y posó la (mi) mano sobre el (tu) vientre. Percibió el tacto suave y cálido de la (tu) piel desnuda.
Aspiró con deleite el aroma del cabello de la mujer y lo besó, siguió besando la base del cuello apenas rozando la (tu) piel con los (mis) labios, y siguió desgranando un rosario de besos descendiendo por el (tu) costado hasta la cadera.
Entre sueños ella (tu) sintió que una (mi) mano fresca y acariciadora se posaba en su (tu) vientre. Percibió en el cuello un (mi) aliento fresco al mismo tiempo que el olor a jabón.
A continuación una cadena de besos ligeros, que se deslizaban desde su (tu) hombro derecho, por el costado hasta la cadera la sacaron del sopor y provocaron que su (tu) piel se erizara y un aleteo de mariposas cosquillearan lo más íntimo de su (tu) vientre.
La (mi) mano ascendió suave por el (tu) estómago hasta el pecho, un pecho generoso turgente y suavísimo. Acarició con dulzura, con la palma de la mano, ambos senos, primero el uno, luego el otro. La mujer (tu) se giró y quedó tendida sobre la espalda ofreciéndole su (tu) cuerpo.
Sintió unos (mis) labios sobre los suyos. Primero fue un beso ligero, luego otro que fue tornándose más apasionado y una lengua que tomaba posesión de su boca y las manos que le acariciaban el pecho fueron sustituidas por esa boca que acariciaba, lamía y succionaba los pezoncitos ya erectos por la excitación que le (te) provocaba aquella situación.
Saboreó con su deleite el dulzor de la (tu) piel femenina y su (mi) lengua jugueteó con la erección de los pezones de ella provocando, si cabe, que se intensificara.
La (mi) mano se deslizó por la planicie del vientre hasta encontrar una pradera de vellos sedosos y delicadamente recortados que ocultaban y protegían la suave loma del (tu) sexo partida en dos por una apretada endidura de la que emanaban humedad y calor.
Posó la palma de la (mi) mano sobre aquel monte sagrado tímidamente como pidiendo permiso, y los muslos se abrieron concediendo audiencia a un (mi) dedo que sin demorarse penetró en el recinto más intimo mientras con el pulgar presionó sobre el botoncito que puso en marcha un concierto de dulces gemidos que llenaron como armónicos arpegios la habitación.
Sintió como aquella mano tomaba posesión de su (tu) intimidad y como punzadas de placer nacían en su (tu) bajo vientre y lentamente, en oleadas, ascendían por todo su (tu) cuerpo hasta su (tu) cerebro.
Sintió aquellos (mis) dedos que hacían tañer sus (tus) fibras más sensibles y aquellos (mis) labios que libaban en sus (tus) pechos primero para después apoderarse de sus (tus) propios labios..
Sintió aquella (mi) lengua que se introducía en ella y se enredaba con la suya propia,
Sintió sobre su (tu) cadera la erección poderosa del (mi) miembro viril del hombre y sintió la humedad viscosa con la que ungía su piel.
Se volteó sobre su costado izquierdo ofreciendo le( me)su (tu) grupa y sintió entre las nalgas el calor y la dureza del pene. Ella (tú) levantó la pierna derecha y pasando una mano entre los muslos asió aquel vástago y lo dirigió hacia la entrada de la vulva invitándolo a que penetrase en su interior. Él (yo) avanzó la pelvis y ella (tú) empujó hacia atrás sus nalgas y …
Un sonido como de charquito, “chop…chop… chop…chop” , marcaba el ritmo de una danza que se acompañaba con la letra de dulces palabras de amor entrecortadas por un coro de respiraciones agitadas.
Sentí la humedad de mi eyaculación sobre mi propio vientre que acompañó a unas como descargas eléctricas que me llevaban hacia una cima que cada vez estaba más alta …
Abrí los ojos, miré a mi alrededor en la penumbra de mi habitación y regresé a la realidad lentamente como quien bucea en un mar espeso, fue cuando me apercibí de que mi pijama, mi vientre y las sábanas que me cubrían estaban completamente empapados por una abundante cantidad de semen espeso y caliente.