Un segundo despertar sexual (II)

Tras lo ocurrido en la piscina vuelvo a ver a Adrián

Después de lo ocurrido en la piscina y pasado el momento caliente me sentí bastante mal por haberme dejado llevar por Adrián. Incluso intenté acercarme a mi marido de nuevo pero las cosas con él no eran ni de lejos como con el joven que me robaba el sueño. Echamos un polvo rápido solamente, sin pasión alguna, lo que hizo que en mi interior aumentasen las ganas de ver a mi amante.

Pasaron unos días sin saber nada de Adrián hasta que me llamó por teléfono y me pidió vernos a solas en su apartamento. Yo acepté ir a verle y cuando llegué me esperaba con un boxer y una camiseta negras.

  • Pasa Victoria

Nos sentamos en su sofá. Los dos estábamos algo nerviosos.

  • Te he dejado unos días para que pensases en lo que ocurrió el sábado

  • He pensado mucho en eso –le dije- y aunque fue un momento muy agradable no debemos repetirlo

  • Pues yo no pienso lo mismo. Me gustas muchísimo desde el día que te conocí y lo que pasó el otro día quería con todas mis ganas que ocurriera. Y creo que tú también y que pasaste un gran momento. No debes dejarte llevar por cuestiones morales solamente

  • Mi marido no se merece que yo le haga esto

  • ¿Y tú te mereces no vivir plenamente? –Adrián se acercó a mi y me besó… ¡y me encantó!-

No pude evitar volverme a dejar llevar por su pasión. Adrián me abrazó, acercándome a él en su sofá. Podía sentir su cuerpo pegado al mío y eso me excitaba de nuevo como la última vez.

  • Adrián, otra vez no. Está mal

  • Y si no quieres, ¿por qué has venido tan sexy?

Y tenía razón. Me había puesto guapísima para él, con una minifalda y una blusa escotada y mi ropa interior más sexy, con un tanga azul minúsculo. Y es que en mi interior deseaba volver a sentir a Adrián. Durante aquellos días solamente pensaba en lo ocurrido, me tocaba cuando estaba sola pensando en él, anhelaba su polla y quería que me penetrase como aquel día no pudo. Y ahora estaba allí queriendo ser una hipócrita como si no quisiera lo que estaba ocurriendo y la realidad era que estaba completamente mojada por la situación.

  • No me he puesto sexy adrede –otra mentira-

  • Eso no te lo crees ni tú Victoria –me dijo eso mientras su mano se metía por mi falda acariciándome de nuevo la entrepierna-

  • No, no debemos

Entonces Adrián se apartó un poco de mi y se tumbó en el sofá. Estaba muy sexy. La camiseta ceñida le marcaba los músculos y el boxer la polla, que ya la tenía morcillona. Me miró con picardía y me dijo:

  • ¿Seguro que no quieres? Si piensas así, puedes irte.

No pude seguir autoengañándome. Claro que quería y me quité los miedos. Me puse encima de él, rozando nuestros cuerpos y le besé apasionadamente. Nuestras lenguas jugaron un rato mientras nos metíamos mano. Yo le acariciaba la polla por encima del boxer y él jugaba con mis tetas, quitándome la blusa y el sujetador. Las cogió con sus manos y las estrechó y empezó a lamerlas, queriendo mamar como un bebé. Yo me dejaba hacer disfrutando mucho de su lengua en mis pezones y de su boca húmeda.

Después fui yo la que lamió sus pezones y bajó por todo su torso hasta la polla en la que no había dejado de pensar. Se la saqué del boxer y me la comí golosa. Adrián me cogió del pelo y empezó a follarme la boca, primero despacito pero luego a una velocidad endiablada. Mi boca llenaba de saliva su rabo y mis labios lo apretaban mientras mi lengua jugaba con su glande. Me la saqué para lamérsela como un chupa chups y le comí los huevos. Él me agarró del pelo de nuevo y me dio pollazos en la cara obligándome de nuevo a tragarme todo su mástil. Como pasó el otro día noté como su polla daba espasmos y se corría de nuevo en mi boca. A pesar de lo abundante que fue su leche yo se la comí y le chupé bien el falo dejándoselo limpio.

  • Esto es una locura, ni a mi marido le hago estas cosas

  • Porque él no te pone como yo

Me empecé a vestir cuando él me detuvo:

  • ¿Dónde vas?

  • A casa

  • Esto no es como el otro día. Hoy te voy a follar

  • Pero si te has corrido ya

Es cierto que se había corrido pero su polla seguía morcillona. No cabe duda que Adrián era muy potente y hoy me lo iba a demostrar. Me tendió la mano para llevarme a su cuarto y me tumbó en su cama, quitándome la falda y el tanga y volviendo a adorar mi coñito como solamente él sabía. Empezó a jugar con su lengua en mi clítoris que empezó a humedecerse más y empecé a notar ese calor sin igual. Estaba absolutamente entregada a su boca y empecé a gemir como hacía mucho que nadie me provocaba hacerlo. Adrián me metió dos dedos por el coño mientras me lo chupaba magistralmente y con su otra mano acariciaba mis tetas. Estuvo un buen rato así hasta que se puso encima de mi y violentamente me abrió las piernas y me introdujo su miembro. Yo me quedé atontada mirándole.

  • Aaaah! Adrián

  • ¿Te gusta eh?

  • Si, dame polla

Él no se lo pensó y empezó a empujar fuerte su rabo en mi coño. Notaba como entraba hasta dentro y me lo volvía a sacar. Empecé a gritar de placer mientras me follaba salvajemente. Después me dio la vuelta y me puso a cuatro patas siguiendo dándome caña por el coño y agarrándose a mis tetazas me daba más y más. Me dio un azote en el culo

  • ¿Qué haces?

  • ¡Qué rico es follarte zorra! –y me dio otro- Aquí mando yo

Ni protesté. Estaba totalmente entregada al pedazo de macho que estaba follándome y me dio igual que fuese bruto. Igual me dio hasta que sacó su rabo de mi coño y trató de follarme el culo, que hacía años que era territorio sin explorar y se lo dije, pero no le importó. Me metió su polla por el ano despacito. A mi me dolía muchísimo pues es muy gruesa pero a él no le importó nada y siguió metiendo su rabo hasta que estuvo todo dentro y comenzó a follarme. El culo me ardía pero poco a poco me fui acostumbrando y cuando me introdujo tres dedos en el coño me hizo olvidar el dolor y me dejé llevar por el placer de ser sometida por mi hombre así. Su follada cada vez era más vigorosa y en un instante se corrió dentro de mi culo como si no lo hubiese hecho hace un momento pues fue muy abundante. Caí exhausta en su cama y él encima de mí me acariciaba.

  • Eres toda una zorra, campeona

  • No me digas así

  • Yo te digo como quiera. Si te gusta mi rabo y quieres más tendrás que hacer lo que yo te diga

  • Pero…

  • Nada, no digas nada. Quiero que te marches con mi leche en tu culo y cuando llegues a casa después de saludar a tu marido vayas al baño y te limpies con los dedos y te tragues la lefa

  • ¿Qué dices?

  • Que quiero pruebas fotográficas. Si no lo haces, no la tendrás más –se tocó el falo con bastante chulería

Yo, entre avergonzada y salidorra, me vestí con cuidado y cogí el coche. Mientras conducía sentía le leche de mi hombre en el culo que estaba totalmente húmedo. Llegué a casa y saludé a mi marido como si nada. Me encerré en el baño e hice lo que me dijo. Me bajé el tanga, que tenía algo de leche, la lamí y luego el resto la saqué con dos dedos y los chupé viciosa. Hice varias fotos y se las envié. Su respuesta fue: “Mañana te follo en el cuarto de tu marido”. Le contesté: “Estás loco”. En el fondo, deseaba que fuese mañana…

Continuará