Un segundo despertar sexual (I)

Con 40 años y un matrimonio largo un chico más joven me despierta el gusto por el sexo de nuevo

Me llamo Victoria. Mido 1.70, peso 60 kilos, soy morena, pelo largo y buen pecho. Lo que voy a contar pasó hace 2 años cuando tenía 40. Estaba entonces casada y mi hijo tenía 19 años. Mi vida era todo monotonía y aburrimiento en todos los planos, especialmente en el sexual. Todo hasta que conocí a Adrián, un compañero de trabajo de mi marido, de 31 años.

Le conocí en una fiesta de la empresa y rápidamente me impresionó. Un morenazo de 1.83, muy masculino, barba de dos días y un cuerpo que se intuía muy apetecible en su traje. Nos saludamos y cruzamos nuestras miradas en toda la fiesta. A partir de entonces, Adrián empezó a entrar en nuestra vida y le invitábamos a almuerzos, a la piscina de casa o a la casa de la playa. Pasó así casi medio año hasta el día de agosto en el que se desencadenaron los acontecimientos.

Adrián llegó a casa sobre las 11 de la mañana sin avisar. Estaba yo sola pues mi marido y mi hijo habían salido. Le abrí con un pareo puesto sobre mi bikini pues estaba tomando el sol. El bikini estaba mojado y transparentaba en el pareo.

  • Hola Adrián, ¡qué sorpresa! ¿qué tal?

  • Hola Victoria. Perdona por venir sin avisar, pero con el calor que hace me apetecía piscina y tu marido me dijo por teléfono que me viniese que había alguien en casa

  • Claro, no pasa nada. Adelante.

Fuimos a la piscina y yo me volví a tumbar en la hamaca, ya sin el pareo y me quedé mirando a Adrián, que se estaba desnudando. Llevaba un bañador cortito y apretado de color blanco que le hacía un culo apetecible y cuando se dio la vuelta marcaba un paquete considerable. Me quedé boba mirándolo y él se dio cuenta y me sonrió. Yo me puse nerviosa.

  • Puedes mirar, no seas tímida

  • Perdona, no quería incomodarte

  • No lo haces. Es normal que mires. Tu marido precisamente no es que esté muy bien. jaja!

La verdad es que tenía razón. Adrián tenía un cuerpo muy trabajado por el deporte, con el vello justo y unas piernas de impresión. Mi marido en cambio…

  • Bueno, os separa más de una década

  • La edad es lo menos importante, ¿no crees?

Adrián se sentó en mi hamaca y cogió mi spray solar y me lo echo en las piernas y empezó a masajeármelas. Yo estaba muy nerviosa y me quedé mirándole. Él me aguantaba la mirada muy sexy y empezó a subir con sus dos manos por mis piernas hasta llegar a mi entrepierna. Entonces metió sus manos por mi bikini y con sus dos dedos pulgares acarició mi coño. Yo solté un suspiro.

  • ¿Te gusta cariño?

  • Si, pero… no está bien esto Adrián. Mi marido podría…

Adrián no me dejo hablar más porque tiró de la braguita de mi bikini y me lo bajó de golpe y empezó a lamer mi coñito depilado con su lengua húmeda. Yo estaba ya flipada y me olvidé rápidamente de todos mis complejos. Adrián se tuvo que dar cuenta porque empezó a comerme el coño con más fuerza aún. Sentía su lengua en mi clítoris y me hacía ver las estrellas con su maestría. Mi marido apenas me lamía porque no le gustaba demasiado y este chico estaba dedicándose a mi como hacía tiempo que nadie hacía. Estuvo así durante mucho rato. Al cabo de más de quince minutos notaba que me venía, y me sujeté de la toalla antes de correrme como una loca en la boca de mi amante

Adrián me besó después y se puso en pie dejandome al lado su paquete, que estaba durísimo debajo del bañador blanco, marcándose. Se lo saqué de ahí viciosa y saltó una polla de 18 centímetros gorda y con un capullo que ya tenía líquido preseminal que lamí mirándole a los ojos con cara de puta. Después le engullí la polla hasta donde alcancé. Adrián parecía disfrutar mucho y yo comía polla con tantas ganas como cuando estaba soltera. Él me quitó la parte de arriba del bikini y empezó a jugar con mis tetas.

  • ¡Qué bien comes polla nena! – me dijo antes de sacar su polla de mi boca y darme sus huevazos que me metí en la boca y le lamí para luego volver a darle placer a su rabo.

Estuve así un buen rato hasta que escuchamos abrirse la puerta del garaje. Sin duda, era mi marido y mi hijo los que venían y yo me asusté de que nos fueran a pillar y saqué su polla de mi boca. Él me miró enfadado, me cogió del pelo y me obligó a comerle la polla de nuevo y además hasta el fondo, lo que hizo casi que me ahogara. Fue muy bruto y me violó la boca rápidamente hasta correrse en toda mi garganta. Yo pensando en quienes estaban por venir me tragué su leche, me puse el bikini rápidamente, igual que él el bañador y volvimos cada uno a nuestra hamaca. Justo a tiempo de que vinieran…

Estábamos los 4 ya tomando el sol cuando Adrián me mandó un SMS: “me ha encantado. Eres una zorra. Tenemos que terminar lo empezado”. Yo le miré y le hice un guiño

Continuará…