¡Un romance con el profesor! 2

Tal cómo se miraba encima de su ropa, tenía unos pectorales fuertes y trabajados tapizados con una fina capa de bonitos vellos, tenía un abdomen marcado y definido por donde una línea de pelos bajaba desde su ombligo hasta perderse entre la toalla. Sus piernas, eran potentes y velludas, tal cómo me

Hola amigos, pues aquí les traigo la 2da parte. Gracias a todos los que comentaron en mi primer relato y por animarme a seguir escribiendo, espero disfruten de este relato así como yo lo hice al escribirlo.

1ra parte: http://www.todorelatos.com/relato/108510/

-Gracias profesor, se lo agradezco -dije mientras le daba un apretón de manos. Sus manos eran grandes sin llegar a exagerar, eran fuertes y tenían una textura rasposa como las de todo un hombre, en el dorso de sus manos se le marcaban  algunas venas que se extendían hasta sus brazos los cuales estaban tapizados de una delgada capa de vellos color marrón oscuro, al igual que su cabello y barba.

-Por nada, nos vemos mañana.

Salí de su oficina con una gran sonrisa pues después de todo no era tan malo que yo hiciera examen global, si eso haría que el profesor y yo estuviéramos a solas.

Yo era estudiante foráneo porque lo que rentaba un departamento junto con un compañero del salón, él también venia de otra ciudad y no es que fuéramos muy amigos pero nos llevábamos bien, conversábamos de vez en cuando pero cada quien hacia las cosas por su lado, él se iba a la universidad en su carro pero yo prefería caminar, eran dieciséis cuadras a pie disfrutando el panorama de la ciudad, eso me mantenía en forma.

Estábamos en la época donde los días era muy cortos, por lo que, para cuando salí de la oficina del profesor ya había obscurecido bastante. Antes de poder dar el siguiente paso el profesor abrió la puerta de su oficina.

-Isaac, ¿quieres que te lleve? –preguntó de nuevo con esa sonrisita picara.

-Gracias profesor pero prefiero caminar –traté de no verme tan desesperado y esperar a que el profesor insistiera.

-Vamos no seas tímido, me queda de paso.

-Está bien.

Durante el camino conversamos cosas sin sentido, me di cuenta que el profesor era muy distinto a lo que era en clase. Ese hombre no se parecía en nada a aquel aburrido hombre que hablaba sin parar. Aunque su voz era seria y quedita, era bastante gracioso y sabía como hacerme reír con cualquier tontería. La radio se escuchaba de fondo ante nuestras risas absurdas, mientras el paisaje de árboles y edificios iluminados pasaban velozmente por las ventanas, una de mis canciones favoritas empezó a sonar justo en el momento que llegábamos a mi destino.

-Es aquí profesor.

-Lo sé –dijo mientras se estacionaba.

-¿Lo sabe? –pregunté confundido.

-Una vez te vi salir de ese edificio ¿rentas tu solo?

-No,  Javier y yo compartimos departamento.

-¿Qué Javier? –preguntó intrigado.

-Javier Hernández –la expresión del profesor cambio de repente.

-Ese chico no me agrada, he visto cómo intimida y se burla de los de primer grado ya tiene varios reportes en su expediente, mucho cuidado con él –noté como sus palabras denotaban preocupación.

-No se preocupe profesor, he convivido con el cuatro semestres, se cómo tratar con él– le guiñe un ojo en señal que todo estaría bien. Abrí la puerta para bajarme pero ésta no cedió lo intente por segunda vez pero seguía sin abrir.

-¡Ahh maldita puerta! –dijo el profe cómo recordando que no servía. –No recordaba, es que hace tiempo que nadie me acompañaba aquí adelante, tienes que jalarle con fuerza –dijo mientras se estiraba para hacerlo él mismo. Al hacer esto, su brazo se apoyó en mi muslo, el profesor jaló fuertemente la palanca, su brazo se deslizó hacia atrás rosando mi pierna, su codo casi tocaba mi miembro. -¡Listo! –dijo con un tono satisfactorio por haber logrado lo que quería y estaba seguro que de la puerta, no se trataba.

-Gracias profesor, nos vemos mañana.

-Hasta mañana –cerré la puerta y el profesor arrancó para dar vuelta en la siguiente esquina.

Camine hacia la entrada del edificio. Metí mi mano para sacar la llave del apartamento y sentí el papel que me había dado el profesor donde estaba anotada su dirección. No conocía bien la ciudad por lo que decidí preguntarle a Javier si él conocía la dirección.

-Está a cómo a 7 cuadras a la derecha ¿Por qué? ¿Qué hay ahí? –dijo sin despegar la vista del televisor en el cual jugaba Grand Theft Auto San Andreas.

-Ah no es nada, la dirección de un viejo amigo.

-¡Ah! Por cierto –dijo poniéndole pausa a su videojuego. -¿Para qué te quería el profesor que tardaste tanto?

-Es que reprobé la materia así que debo ponerme las pilas.

-¿Cómo? ¿No que nos había exentado a todos?

-Yo no, sólo no hare tercer parcial, el global sí –Javier se quedó pensativo pero ya no me dijo nada y reanudó su juego.

Me fui a mi habitación para estar más tranquilo, prendí mi computadora y al instante está se conectó a la red de la cafetería de abajo. Decidí conectarme a Facebook  para despejar mi mente de los asuntos universitarios. Desde mi habitación apenas se escuchaban los disparos provenientes del televisor y cómo Javier gritaba continuamente <> <>. Al rato, recibí una llamada de mi mejor amigo Alex para preguntarme si pasaba por mí para iría a “La tasca”; un bar tranquilo al que varios compañeros frecuentábamos los fines de semana, dónde, mientras tomábamos alguna que otra bebida deliciosa, platicábamos de lo que había pasado durante la semana y en veces nos burlábamos de algunos profesores, era algo tradicional entre nosotros y era una forma divertida de liberarse del estrés. Rechacé la oferta de Alex con el pretexto de que estaba demasiado cansado, aunque no niego que me hubiera gustado ir, sin embargo, esa noche tenía otros planes.

Baje a la cafetería por unos muffins y un café late para cenar, de pronto se empezó a escuchar cómo algunas gotas de agua golpeaban el vidrió de la cafetería. Me gustaba mucho la lluvia, el sonido que hacía me relajaba, así que en vez de regresar al departamento decidí quedarme para contemplar la lluvia. Saque el iPhone del bolsillo de mi pantalón para reanudar lo que estaba haciendo, en cuanto me conecte a Facebook busqué al profesor Molina. Tipié en el la barra buscadora su apellido a lo que me desplazo una serie de perfiles, pero en ninguna foto se miraba mi hombre. Tras varios minutos de seguir intentándolo, recordé que en su portafolios llevaba escrito “J. Molina”. Quise intentar escribiendo Jorge Molina y vualá, ahí estaba, el perfil de él en primera posición.

En su foto estaba él solo, tan sonriente y guapo cómo en persona. Decidí abrir la foto de perfil y ver las demás, deslizando mi dedo pulgar para pasar de una foto a otra. Cuando vi una foto donde besaba a una chica en la mejilla, mi corazón se detuvo, no podía ser cierto, ¿Quién era esa zorra? ¿Sería su novia? Cerré la imagen y trate de no invadir mi mente con preguntas que me llevarían a conclusiones inciertas, pulsé el botón de agregar y decidí esperar hasta mañana para averiguarlo, me desconecté de Facebook y lo aguardé nuevamente en el bolsillo.

Subí al departamento y vi que Javier no estaba, “mejor para mí” pensé. Me dirigí a mi habitación donde la computadora aún prendida mostraba Facebook  con tres notificaciones y un mensaje. Abrí las notificaciones primero, dos de ellas pertenecían a invitaciones de juegos en línea (-_-) y la otra me avisaba que el profesor ya había aceptado mi solicitud, por lo que supuse que el mensaje sería de él. Abrí los mensajes y me llevé una gran desilusión al ver que no era de él si no de Sofía, una amiga. Ignoré el mensaje y vi que en la barra de del chat estaba el nombre del profesor junto con un puntito verde, <> pensé.

Desperté a las 10:14, no sabía a qué horas me había quedado dormido esperando a que el profesor me hablara, la computadora seguía prendida a mi lado, pues estaba conectada al tomacorriente. Nuevamente se mostraba Facebook, pero esta vez con 3 mensajes y otras 2 invitaciones a Candy Crush. Abrí el primer mensaje.

-Era de mi amigo Alex: <> le conteste explicándole mi situación.

-El segundo mensaje era de Sofía: <>

-Cuando vi el tercer mensaje me dio un infarto, era un mensaje del profesor: <> ¡Maldición! Justo cuando ya me había dormido, me fije si estaba conectado, negativo, seguramente estaría en la universidad. Pobre, él tenía que ir lo sábados para cuidar a los que estaban en detención, por suerte sólo era hasta medio día.

Me vestí para ir a correr al parque, aún seguía lloviendo, así que me abrigue bien y salí. Cuando regresé eran las 5:30 se me había hecho tarde pues también había ido al centro comercial. Me apresuré a preparar la regadera y admiré mi cuerpo en el espejo. Era un cuerpo musculoso pero no marcado, lo único que hacía de ejercicio era cardio por lo que no tenía unos abdominales muy marcados ni pectorales bien definidos, pero me gustaba. Cuando me estaba vistiendo recibí una llamada de un número desconocido.

-Hola, ¿Quién habla?

-Hola Isaac, soy el profesor Molina –“¿Molina? ¿Cómo habrá conseguido mi numero?” pensé.

-¡Ah! Hola profesor iba en camino.

-De eso quería hablarte, esta tarde no podré asesorarte, surgió un compromiso inesperado con mi novia, pero si quieres puedes ir mañana, te prometo que estaré libre, ¿puedes mañana? –“¿su novia?” pensé, aquella chica de la foto no era nada menos que su novia, en ese momento todas mis ilusiones se desbarataron,  no pude evitar sentirme triste al respecto. -¿Hola? ¿Isaac, sigues ahí?

-¡Ah!.. Claro profesor descuide, no hay problema –mentí.

-Muy bien entonces te veo mañana a las dos en punto ¿te parece bien?

-Ok.

-Nos vem…-le colgué antes de que terminara.

Me sentía decepcionado, creía que todo iba bien entre nosotros pero me di cuenta que solo me ilusioné, el destino me había jugado una mala pasada. Una lagrima rodo por mi mejilla hasta caer en el suelo. Me acosté en mi cama para dormir, no quería seguir pensando en mi desilusión.

Al día siguiente me sentía tan desilusionado que no tenía muchas ganas de ir a casa del profesor y mucho menos si solo iría para escuchar temas sobre su tonta materia. Pero aunque sabía que ya no tendría oportunidad tenía ganas de verlo, así que sin más me dispuse a ir, esperando que esta vez no me cancelara. Seguí las instrucciones de Javier, y tal como había dicho llegue a la calle que buscaba, no fue difícil dar con la casa del profesor pues afuera estaba estacionado su carro. Toqué el timbre y tras un par de minutos el profesor me abrió. Su pelo estaba húmedo y llevaba una toalla enrollada en la cintura, pude observar su cuerpo, un cuerpo agradable a la vista. Tal cómo se miraba encima de su ropa, tenía unos pectorales fuertes y trabajados tapizados con una fina capa de bonitos vellos, tenía un abdomen marcado y definido por donde una línea de pelos bajaba desde su ombligo hasta perderse entre la toalla. Sus piernas, eran potentes y velludas como su barba, tal y cómo me gustaban en un hombre. No podía creer la suerte que tenía su novia, tampoco podía creer que mi ilusión se había acabado con aquel hombre tan perfecto.

-Lo siento, acabo de salir de bañarme, pero pasa, estás en tu casa –me condujo hasta la sala y dijo que me pusiera cómodo. –Voy a vestirme ya regreso.

Regresó con varios libros, entre ellos estaba el libro que nos había recomendado, me ofreció café y yo acepté con gusto, encendió la cafetera y pronto su casa se empezó a inundar de ese aroma tan rico que desprende el café. Traté de no ser tan seco con él y llevar la misma actitud que tenía con él al principio,  aun sabiendo que mis oportunidades eran nulas. El seguía igual de lindo como siempre y en veces me parecía ver que me coqueteaba, pero supongo que sólo era producto de mi imaginación. Se sentó junto a mí en el sillón y comenzó a explicarme los primeros temas. Así estuvimos entre risas, charlas y estudió hasta que se dieron las 9. No me di cuenta cómo el tiempo pasó tan rápido así que le dije al profesor que tenía que irme pues ya era muy noche y aún tenía proyectos finales que hacer para entregar esa última semana de clases. La lluvia había arreciado bastante así que el profesor se decidió a llevarme, tuve que aceptar, no quería que pensara que era un simple y que estaba molesto por lo de su novia.

Llegamos rápido, el profesor conducía muy acelerado como si tuviera prisa, supongo que era la costumbre por llegar tarde al trabajo. Le agradecí y me acordé de la puerta, esta vez jale con fuerza la palanca y la puerta accedió, antes de bajarme el profesor me sujetó de mi chaqueta y me acercó a él. Me dio el beso más tierno que puede haber probado en mi vida.

-¿Qué es esto? –dije confundido apartándome de sus labios.

-¿Crees que no me doy cuenta cómo me miras en clase? No soy estúpido.

-¡Pero usted tiene novia!

-No, sólo fue un truco, hubo una videoconferencia de último momento por parte de la escuela y decidí darte celos, perdón si deshice todas tus ilusiones.

-¿Y la chica de la foto? ¿Dónde la está besando en la mejilla?

-Es mi hermana, no tengo novia, ¿recuerdas que te dije que nadie se había subido en mi coche por mucho tiempo?

-¡Es usted un idiota! –grite enojado al saber la verdad. Por una parte estaba feliz de saber que el profesor realmente me quería pero por otra estaba enfadado por haber jugado así conmigo.

-Perdóname, deja que te recompense –se estiró para alcanzar la guantera de dónde saco un paquete grande envuelto con figuras navideñas. –Toma ¡feliz navidad!

-¿Creé que con un obsequio lo perdonaré? –dije tratando de dar drama.

-Entiendo si estás enojado y ya no quieres hablarme pero por favor, acepta el regalo de todas formas –tomé el regalo y lo mire a los ojos, eran color avellana que resplandecían ante la luz, pero ésta vez sus ojos denotaban tristeza.

-No seas tonto, no me gustaría perderte otra vez –alcancé sus labios para darle un beso, un beso que duró bastante, aprovechando que los vidrios de su carro estaban polarizados y no se miraba desde afuera. Su barba me picaba la cara pero eso no importaba, amaba a ese hombre cómo a ningún otro.

Espero que les halla gustado, pero esto no es el final, ya llegara el 3er capitulo con mejores cosas. Gracias a todos y que tengan un feliz y prósopero año nuevo! Bendiciones!