Un repartidor muy placentero

Cuando sucedió esto, yo tenía 19 años compartía piso con un amigo. Solíamos ir a comprar un par de de veces al mes, comprábamos tanto que optábamos por dejar parte del género, al día siguiente, el propio establecimiento, nos traía a casa los productos.

Un repartidor muy placentero

Cuando sucedió esto, yo tenía 19 años, hacia pocos meses que compartía piso con un amigo. El cual estaba fuera por motivos de trabajo, puesto que al ser época veraniega, era cuando más trabajo tenía.

Solíamos ir a comprar un par de de veces al mes, cargando al máximo las existencias, por lo cual comprábamos en un establecimiento cercano a casa, donde podíamos encontrar de todo. A veces, comprábamos tanto que optábamos por dejar la mayor parte del género, y al día siguiente, el propio establecimiento, nos traía a casa los productos. Era tal la cantidad de mercancía, que venían dos chicos a traerla a casa, y además al vivir en un piso alto sin ascensor, los chicos acababan rendidos al terminar de entregar nuestra compra. Por lo que teníamos claro, que se merecían propina por el esfuerzo.

Y en esos días, llegó el momento en el que habiendo pocas existencias en casa, tocaba reponerlas, así que fui a comprar. Al ir solo y por la cantidad de productos comprados en el establecimiento, me decidí por dejarlos para que me lo trajesen hasta mi domicilio.

Al día siguiente, que era sábado, solo dormiría hasta el momento en que llegase la mercancía comprada en el establecimiento. Por suerte, sabía que al vivir cerca del establecimiento, mi compra era la que entregaban al final del reparto, y al ser periodo vacacional, además vendrían algo más tarde, ya que no trabajaban tantos repartidores.

Cuando ya era casi hora de comer, sonó el interfono, así que me levanté de la cama para abrir al repartidor. Como suelo dormir desnudo siempre, y en época veraniega aun con más motivo dormía desnudo, pero no podía abrirle la puerta desnudo, por lo cual lógicamente, me puse un slip, que es lo que tenía más a mano. Y como suele pasar, bajo mi slip se notaba un buen paquete por decir algo, ya que experimentaba una pronunciada empalmada, producto del conocido empalme matutino, que suele darse con frecuencia al despertar por las mañanas tras dormir varias horas.

Con el fin de disimular un poco la empalmada, me eché algo de agua fría y acto seguido me sequé, consiguiendo que la visión de mi paquete ya no fuese tan evidente, puesto que entonces quedó en estado de morcillona. Y eso ya no me incomodaba en absoluto, sino más bien, me gustaba que se notase un buen paquete.

Al abrir al repartidor, me percate que solo venía uno de los dos, y le pregunte si estos días iba él solo, a lo cual respondió que así era al estar su compañero de vacaciones, y a continuación me dijo que mi pedido era ya el último que tenía que entregar ese día. Lo cual imaginé que le satisfacía cantidad, ya que con el calor que hacía, debía ser duro el ir repartiendo, y más si en muchos sitios debía de entregar pedidos en edificios altos sin ascensor, como era en mi caso.

Mientras él depositaba el genero en la entrada de mi casa, pude admirar su buen físico, el cual me parecía espectacular, ya que se le veía que poseía unos buenos bíceps, así como también pude percatarme de su tórax, el cual era algo visible, ya que llevaba una camiseta amplia sin mangas, que al agacharse, dicha camiseta dejaba ver un poco su cuerpo, y además pude ver su marcado abdomen en cierto momento, ya que con la camiseta se secaba la sudor de su cara. Al verle secarse el sudor, me dio el pretexto para ofrecerle papel de cocina para que se secara bien la cara, puesto que su camiseta ya estaba mojada por el sudor de su cuerpo. Lo cual él acepto dándome las gracias, y dedicándome una sonrisa, me dijo que ya le gustaría estar bañándose en la playa para aliviar el calor que tenía.

Una vez ya termino de entregarme todo el pedido, le dije que si no tenía mucha prisa, podía pasar al baño para refrescarse un poco con agua, a lo cual, accedió volviendo a sonreír, y enseguida se quito la camiseta, permitiéndome así verle bien la extensión de su bonito cuerpo. Mientras él se refrescaba, yo admiraba la belleza que tenía ante mí, dándome cuenta que me gustaría que se quedase un rato, por lo que le dije si le apetecía una cerveza, cosa que a él le pareció bien, ya que acepto de inmediato.

Al pasarle la cerveza, lo hice de forma torpe a propósito, por lo que parte del liquido cayo sobre él, mojándole el abdomen y el paquete. Rápidamente me disculpe poniendo cara de circunstancias, ante lo cual él sonrió, y me dijo que no pasaba nada, entre tanto volvía a echarse agua por la parte del cuerpo donde había caído cerveza. Fue entonces cuando le sugerí que sería mejor que le dejase un pantalón mío, para así poder limpiar el suyo, y él acto seguido, sin decirme nada, llamo con el móvil a su empresa, comunicando que había terminado de repartir y se iba a casa, y sin demora, mientras hablaba por el móvil, con la otra mano se empezó a bajarse el pantalón, quedando claro que aceptaba mi propuesta, la cual cosa, me fascino mucho, puesto que se iba a quedar un rato, y encima le podría ver las piernas sin pantalones.

Tras contemplarle unos instantes mientras se bajaba los pantalones, pude gozar viéndole en calzoncillos, unos calzoncillos bien ajustados, lo cual me permitió comprobar que tenía un buen paquete, cosa que ya imaginaba, puesto que con el pantalón ya se le notaba, y además quedo a mi vista sus magnificas piernas. Pero para disimular enseguida mi estado de excitación por lo que estaba observando, de inmediato le busque algo para que se pusiera, momento en el que aproveche para quitarme el slip que llevaba, y así ponerme un pantalón tipo bermuda, a continuación, volví a donde estaba él, llevándole unas bermudas y slip, y al igual que yo, optó por cogerme solo las bermudas, diciendo que no necesitaba el slip.

Al darle las bermudas, de inmediato se quito los calzoncillos, mostrándome claramente su magnifico tesoro, cosa que me flipo cantidad. Le estaba viendo completamente desnudo, pudiendo deleitar con su majestuosa polla de un buen tamaño, la cual estaba claramente morcillona, y sus huevos eran ciertamente voluminosos, además, me pareció que eran de esos que se balancean, puesto que se notaba que le colgaban bastante, la cual cosa a mi me gusta mucho.

Ante tal imagen, sin pensarlo le dije "estás bien dotado tío", él se sonrió mientras se ponía las bermudas, eso si, lo hizo sin prisas, como si se estuviera exhibiendo para mí, la cual cosa me excitaba mogollon, tanto que mi polla comenzaba a palpitar, e incluso se me estaba empezando a poner bien dura, la cual cosa me inquietaba un poco, ya que temía que él se sintiera incomodo si se percataba de mi estado al verle desnudo.

Una vez ya tenia puestas las bermudas, se metió momentáneamente la mano en el paquete para acomodarlo, mientras lo hacia, me dijo entre risas "estoy tan dotado, que me la tengo que colocar siempre", ese comentario me calentó, y riéndome forzadamente, le dije "ya veo que presumes de tus atributos de macho, pero no sirve de mucho sino lo utilizas en condiciones optimas", ese comentario echo por mi, tuvo su replica, diciéndome "te garantizo que no se han quejado nunca, y lo uso con mucha frecuencia", antes de que yo dijese algo, entre risitas maliciosas, apostillo diciendo "no querrás comprobarlo por ti mismo", oír eso me incomodo un poco, ya que no sabía si era una broma sin más, o me estaba proponiendo rollo. Por suerte, tuve la serenidad necesaria para seguirle el juego, a la espera de ver como se desarrollaban los acontecimientos, y riéndome, me limite a decirle "tanto hace que no mojas", y acto seguido, antes de que dijese él algo, le propuse de tomar algo más para acompañar la cerveza, a lo que accedió.

Así que preparamos un buen aperitivo, tanto que se podía considerar como si fuese una comida en toda regla. Ya que había diferentes tipos de quesos, variedad de embutidos, un sin fin de productos marinos enlatados, diversos tipos de vegetales a la vinagreta, y todo eso acompañado con cerveza.

Una vez ya preparado el particular festín, no acomodamos en el sofá, teniendo delante una mesa baja, donde teníamos todo lo que nos íbamos a meter. Lo cual nos dispusimos hacer mientras charlábamos amistosamente, ya que siempre es agradable hablar mientras se degusta todo aquello que estábamos comiendo.

La conversación transcurría de forma muy distendida, explicándonos cosas de nuestras respectivas vidas. La charla era tan amena, que dio pie a que nos tocásemos el uno al otro con total naturalidad, o no, ya que si al principio eran toques esporádicos, y de forma fugaz, en el transcurso de la conversación, cada vez nos tocábamos más, y ya no era tan fugaz, puesto que el toque en realidad ya era posar sobre el otro durante un determinado tiempo.

Si al principio hablábamos de cosas banales, sin buscar nada de antemano, es decir que charlábamos de lo que hacíamos en el día a día. Pero con el paso de la conversación, la cosa fue derivando en hablar de cosas más íntimas, lo que coincidió con el aumento de instantes en que nos tocábamos mutuamente.

Nos contábamos intimidades suaves, como hablar de rollos de magreos, ligues de polvo fugaz, y también de relaciones ya algo más serias, ya fueran en plan pareja estable, o rollo permanente sin compromiso. El estar hablando de estás cosas, y el hecho de que cada vez nos tocábamos con mayor frecuencia, me hacia sentirme algo excitado, y además, tenía muchas ganas de que tuviéramos algo muy íntimamente placentero.

Tal como iba la cosa, la conversación cogía un rumbo directo que nos estaba llevando ha hablar de sexo. Por supuesto, para no provocar una situación delicada, ya me estaba bien que hablásemos en clave de sexo heterosexual, lo cual no era completamente desconocido para mi, pero evidentemente, yo lo que me gustan son los chicos, y en esos momentos en los que estábamos hablando, solo pensaba en lo mucho que gozaría con él haciendo sexo.

Cuando ya llevábamos un buen rato saboreando lo que comíamos, acompañándolo con cerveza en todo momento, conversando de forma bien amistosa, sin importarnos tratar cualquier situación que se diese en el sexo, y además sin cesar de tocarnos mutuamente. Todo esto, estaba creando un clima propicio para mostrarnos desinhibidos el uno con el otro, quedando reflejado que teníamos una relación amigable.

En cierto momento, se produjo una situación que me sorprendió en un primer momento, ya que fue bastante inesperado que él reaccionara de la forma que lo hizo. Aunque viendo su cara de malicia cuando sucedió, me hizo suponer que él también tenía en mente que ocurriera algo entre nosotros.

El caso es, que estando yo bebiendo cerveza, él me dio un ligero golpe en el brazo, supuestamente sin querer, pero al darme en el brazo, eso hizo que la cerveza se derramara sobre mi, cayendo en mi tórax y también sobre mi paquete, eso me recordó que yo se lo había hecho antes a él. Por surte fue poco el liquido que cayó, y él, disculpándose entre risas, de inmediato se puso a secarme con una servilleta, tanto el pecho y abdomen, como así mismo el paquete.

Cuando con servilleta en mano, estaba secándome el paquete, mi polla empezó a palpitar, ante lo cual, él intensifico su empeño en secarme el paquete. Y de pronto, introdujo su mano en el interior de mi pantalón bermuda, al principio, introdujo la mano sosteniendo la servilleta, pero no tardo en dejar la servilleta para palpar mis atributos viriles con dedicación.

Eso me estaba poniendo a mil, por lo que mi polla cada vez estaba más a tono, de lo cual se percato, y con cara de vicio, me dijo, "parece que te gusta como te seco", respondiéndole yo, que sí me gustaba, que siguiera secándome como lo hacia. Mientras le decía eso, le empecé a acariciar el brazo, deleitándome sobre todo en su bíceps, que me gustaba mucho.

Tras decirle lo mucho que me gustaba lo que hacia, él me bajo el pantalón bermuda, quedando todo mi tesoro al aire, y así bien visible. Una vez ya estaba yo desnudo, le puse mi mano sobre su paquete, sobándoselo durante unos segundos, para a continuación, bajarle a él las bermudas que le había dejado.

Cuando ambos ya estábamos en pelota picada, ambos, el uno al otro nos sobábamos aquellos que admirábamos recíprocamente. Momento, en el que los dos teníamos una evidente erección, puesto que estábamos inmersos de lleno en pasar un buen rato juntos.

El sobeteo inicial de los atributos masculinos, dio paso a que extendiéramos los sobos al resto de nuestros cuerpos, acariciándonos mutuamente de forma meticulosa diversas partes. Cabeza, cara, cuello, tórax, abdomen, brazos, espalda, culo, y piernas. Deleitándonos sobre todo en aquellas zonas erógenas, por lo que la excitación iba en aumento.

Una vez habíamos estado un rato sobeteándonos, nos tumbamos sobre el sofá en la postura del 69, para darnos el placer de chuparnos la polla el uno al otro. Que gozada era pasar un delicioso rato con su polla a mi entera disposición, y más cuando él también estaba inmerso en hacerme disfrutar haciéndome de todo en mi polla y huevos, chupetones, lamiéndomela, dando ligeros mordiscos sin llegar a clavar los dientes, así como sobarme con una de sus manos, mientras la otra la dedicaba a mi culo.

Tras estar un buen rato chuparnos las pollas mutuamente, yo me puse boca arriba, y él arrodillado para meterme sus magnifica polla por el culo, cosa que deseaba con todas mis ganas. Lo cual enseguida se puso a hacer, abriendo de piernas con sus manos, y una vez estaba bien abierto de piernas, su polla bien dura, y lubricada por la mamada que le había hecho, la empezó a meter en mi culo, poco a poco las envestidas iban siendo más fuertes, consiguiendo metérmela cada vez más adentro.

Cuando ya la había metido bien adentro, estuvo un rato sin sacarla, manteniéndola lo máximo adentro posible, procurando que su polla ensanchase el interior de mi culo. Y cuando mí culo ya se había adaptado a su polla, inició un frenético mete y saca, envistiéndome con fuerza, metiéndola hasta el fondo, lo que hacia que sus huevos rebotasen al golpear mi culo a cada envestida que me daba.

La follada era a toda marcha, aunque pretendía que fuese duradera, por lo que cuando notaba que estaba cerca de correrse, paraba en el mete y saca, manteniendo su polla dentro de mi culo, momento en el que con una mano me sobaba los huevos y la polla, a la vez que me daba lengüetazos en la pierna que me seguía cogiéndome.

Con sus sucesivas envestidas, que ahora ya era metiéndola toda a dentro para a continuación sacarla casi por completo, e incluso a veces la sacaba del todo, momento en el que con su polla bien dura, me propiciaba pequeños golpes en mis huevos, para acto seguido volverla a metérmela hasta lo mas fondo de mis entrañas, produciéndome inmenso placer.

La follada era tan intensa, que ambos jadeábamos de placer, y él con las palabras entre cortadas por el gustazo que experimentaba follándome a saco, me decía: Que, te gusta como te la meto eh, vaya follada te estoy dando, tu culo es mío. Y yo entre jadeos le decía: Sí me gusta, sigue metiéndomela toda, rómpeme el culo, que bien follas, que gusto me das, fóllame como si fuese tu puta.

Ante mis palabras, aumento el ritmo de forma frenética, ya sin sacarla de dentro en ningún momento, con unas envestidas salvajes, golpeando con sus huevos en mis nalgas, produciendo el sonido característico de plaf, plaf, plaf, de forma continuada hasta eyacular entre jadeos y espasmos de placer. Momento en que note como me inundaba de leche mi culo, produciéndome una fascinante sensación, que me recorría por todo el cuerpo.

Tras haberse corrido del todo, continuó manteniendo su polla dentro de mi culo, y empezó a pajearme con total decisión para así hacer que los dos siguiésemos disfrutando al máximo del placer que nos dábamos mutuamente. Y para que el placer fuese mayor para ambos, yo movía el culo con el propósito de que su polla se mantuviera dura, y a su vez así sentir que en mi culo seguía teniendo su polla.

El pajote que me hacía era tan intenso, que al poco rato me corrí abundantemente jadeando entre convulsiones de mi cuerpo por el gran placer del que estaba gozando, los primeros trallazos de semen salieron con gran fuerza, llegando alcanzar mí cara. Cuando ya no soltaba más chorros de leche, él me empezó a dar lametones en el glande, y también a cosquillear el orificio de mí polla con la punta de su lengua, provocando que el máximo placer continuase.

Cuando ya lamió todos los restos se leche en mi polla, fue cuando ya saco su polla del interior de mi culo, y se tumbo a mi lado. Momento en que nos pusimos a acariciarnos con ternura, a la vez que hablábamos de lo mucho que habíamos gozado el uno con el otro. Sin duda, lo disfrutamos al máximo los dos, y prueba de ellos es que nos quedamos un buen rato tumbados mientras proseguíamos con las caricias de forma reciproca.