Un remojón en el estanque
¿Y qué razón es estar sola para no poder pegarme un chapuzón en el estanque?
¿Y qué razón es estar sola para no poder pegarme un chapuzón en el estanque? me pregunto a mi misma. Mi hermano Pablito y yo nos hemos bañado en él un montón de veces. Agobiados por el calor del camino y en ruta hacia casa nos paramos aquí a menudo y nos echamos un remojón. Pero esta vez él no está; está engripado en casa y va a faltar unos días a las tareas que acarreamos juntos en la villa.
Estoy aún dudosa ante el estanque pensado si me desnudo o no; nunca pasa nadie, será entrar y salir, este calor es sofocante, oooooh... mi cuerpo decide antes que mi mente que es cuestión de tomar un bañito. Miro a derecha e izquierda y al no ver ningún movimiento, en un abrir y cerrar de ojos me saco el vestido y lo cuelgo de una rama. Me saco también los calzones pues me disgusta andar con ellos empapados y sonriendo como si me hicieran cosquillas me sumergo en la divina frescura del estanque.
-Cloe: mmmmmm, que fresquita que está!
Nado un poquito de un lado a otro del estanque, me sumerjo, dejo que el agua limpie todos los poros de mi cuerpo y me siento de maravilla. Miro exultante el sol que aprieta lo suyo pero como yo estoy dentro del estanque no puede nada contra mi ja ja. Estoy en estas sonriéndome a mi misma cuando oigo un ruido de pasos en la arena del camino. Como por soldadesco reflejo me calo completamente en el agua, intentando desaparecer del panorama del estanque, ni que sea por 15 segundos. Metida bajo el agua aguanto la respiración todo lo que puedo, inmersa en el estanque se oyen los ruidos mejor que fuera y me parece oir que los pasos continuan el camino y se alejan. Mi resistencia sin respirar llega a su límite, y deseando que sea cierto lo que mis oídos me confían, emerjo lentamente sin hacer ruido y aspirando lentamente un que me parece dulcísimo aire. Me paso los dedos por los ojos para abrirlos y cuando los abro estos se quedan abiertos como ostras.
Justo en la orilla del estanque en que está colgado mi vestido, y escondidos mis calzones en él, me contempla un hombre grande, que parece haber deducido que ese vestido pertenecía a alguien, que estaba dentro del estanque y quizá necesitaba ¿ayuda?
-hombre: hola chica ¿estás bien?
-Cloe: sí.
-hombre: como he visto aquí este vestido colgado, y no veía nadie en el estanque, pensaba que alguien se había ahogado.
-Cloe: no, estoy bien.
-Hombre: ya, ya comprendo; has decidido darte un bañito y... te has asustado un poco cuando he llegado?
-Cloe: sí, perdone por esconderme, pero es que, normalmente me baño con mi hermanito Pablo, y hoy al no estar él, pues me ha dado un poquillo de..
-hombre: sí claro, ya te comprendo, no debes temer nada de mi.
-Cloe: sí claro, ahora lo veo, pero cuando he oído los pasos me he sumergido de inmediato.
-hombre: ¿como te llamas niña?
-Cloe: Cloe, soy la segunda hija de los Fierez, que vivimos al pie del monte Quillo.
-hombre: ya, ya conozco esa familia. Mi nombre es Bernardo. Trabajo con el ganado en uno de los caseríos que hay yendo hacia la villa, y la verdad, tienes toda la razón en no resistir pegarse un chapuzón. Hace un calor sofocante.
-Cloe: je je.
-Bernardo: te ves de maravilla así metida dentro del agua. El frío agua del estanque debe sentar fenomenal después de soportar este fiero sol que nos castiga. Como que me están entrando ganas de bañarme yo también. ¿Te disgusta si me refresco yo también?
-Cloe: uy no, haga usted lo que quiera.
Trato de decir esto con toda la naturalidad del mundo, pero bajo el agua me tiemblan las piernas cuando veo al señor que se desnuda casi completamente, dejándose solo los calzones, y metiéndose dentro del estanque.
-Bernardo: mmmm, que rica está! Si no llega a ser por ti quizá no se me hubiera ocurrido de bañarme.
-Cloe: je je, sí que es verdad.
Moviéndose a braza Bernardo se acerca hasta donde estoy yo.
-Bernardo: ¿y cuantos años tienes Cloe?
-Cloe: 12, los he cumplido este marzo.
-Bernardo: dices que eres las segunda hermana de los Fierez, refréscame la memoria y dime cuantos sois que ahora no caigo.
-Cloe: somos yo, mi hermana mayor Judith, mi hermana menor Julia, y mi hermanito Pablito que es el menor de todos.
-Bernardo: ya, ya conozco a tu hermana Judith, aunque hace tiempo que no la veo.
-Cloe: está a punto de casarse y se irá a vivir a la villa con su marido.
-Bernardo: mmm, buenas noticias para la pequeñita Judith, que por cierto ya no debe ser tan pequeña.
-Cloe: ¿pequeña? uy no, es muy guapa. Y a veces se ha bañado con nosotros y tiene un cuerpo muy lindo.
-Bernardo: ya me lo inmagino que debe ser una lindura. Hay cosas que se aprecian nada más nacer, y en tu hermana Judith se veía desde muy chica que iba a ser una gran mujer.
-Cloe: je je, yo espero ser como ella algún día. Por eso estudio todo lo que puedo sin abandonar en las tareas a mi familia.
-Bernardo: a ver si es verdad y un día puedes ponerte al lado de tu hermana grande.
-Cloe: pues a mi me encantaría. ¿Usted cree que de grande seré tan guapa como mi hermana?
-Bernardo: pues así metida dentro del agua no puedo decir mucho, pero a ver, déjame tantear un poco.
Ante mi sorpresa y alarma, Bernardo se acerca aún más a mi y metiendo sus manos bajo el agua me tantea la cintura, las caderas y el torso.
-Bernardo: mmmm se te nota bonita. Aún un poco chica pero todas estas curvas auguran que se llenarán bien.
-Cloe: oh, oh, je, je, no sé qué decirle.
-Bernardo: no hace falta que digas nada. Tú limítate a comer lo que te pongan en el plato, trabaja todo lo que puedas para ayudar a tu familia y de grande serás una hermosa mujer.
Diciendo esto, Bernardo se vuelve a sumergir, pero esta vez no en el agua, sino en mi misma. Noto como su cabeza se pega a mi cuello y me muerde como si fuera una fiera, pero ese morder me sabe como el más dulce de los caramelos que haya comido nunca.
-Cloe: oh, oh, señor Bernadoo.
-Bernardo: tranquila hija, déjate hacer y te convertirás en una mujer como se convirtió tu hermana.
Con la invitación de mi continuos suspiros, Bernardo me va comiendo todo el cuello, por los dos lados y por la nuez. A mi me cuesta un poco, pero mi alma se acaba liberando y me entrego a lo que sospecho se aproxima, mi primera relación amorosa con un hombre. Cuando él siente que ya lo estoy abrazando con pasión, y lo acaricio confensándole mi entrega, me besa en la boca y me mete su gran lengua dentro. Él está derecho dentro del fondo del estanque, pero yo estoy flotando sujeta por sus brazos que me mantienen a la altura necesaria para besarnos como su fuéramos hombre y mujer.
Continuamos este juego de amorío un rato que me es difícil de calcular. Bernardo me da mil besos a la vez que sus manos van estimulando todas esas zonas prohibidas de mi cuerpo que tenía yo misma por descubrir. Mientras en todo momento me sujeta con una mano, va deslizando la otra por mis primerizos abultamientos petorales, el interior de mis muslos, hasta llegar a jugar con su dedo en mi cosita.
-Cloe: ooooooh, señor Bernardoo, me gusta muchoo.
-Bernardo: pues prepárate hija, que aún no eres una mujer en todas sus facetas.
-Cloe: ¿cómo puedo ser una mujer! como mi hermana!
-Bernardo: bien, te veo tan valiente como ella, vamos a ello.
Diciendo esto me descarga y nos aproximamos a la orilla. Salimos del agua y a sus indicaciones, con la ropa en ristre, nos apartamos un poco del estanque y nos internamos unos metros en el bosque.
-Bernardo: aquí, aquí es buen sitio.
-Cloe: esto.. que... vamos a hacer?
-Bernardo: tranquila hijita, no tengas miedo y todo saldrá solo.
Soltando los dos la ropa al suelo nos volvemos a abrazar con los brazos y con los labios. Yo no puedo evitar de curiosear que tacto tiene ese miembro masculino que le he visto grande al salir del agua. Tiene un tacto caliente y tenso, y se nota que muy sensible porque noto en el beso de Bernardo la reacción a la caricia que le estoy haciendo entrepiernas. Con su propia mano me va indicando como hacerlo y acabo aprendiendo bien el movimiento de pajear del que he oído hablar alguna vez a las chicas mayores.
-Bernardo: ¿recuerdas eso que te he dicho antes de que te tienes que comer todo lo que te pongan en el plato?
-Cloe: sí, lo recuerdo.
-Bernardo: pues este es tu plato de hoy, ponte de rodillas y cómelo.
A sus órdenes me arrodillo y trato de besar el miembro masculino que me ofrece. Primero trato de hacer lo mismo que cuando nos besábamos en la boca, pero como su mano me indica, voy tragándolo como si fuera un sorbete. No tiene el buen sabor del sorbete, pero el que su mano me esté empujando a tragarlo, me hace tomarle gusto. El empuje en mi nuca, pero, es cada vez más rudo. El miembro entra completamente en mi boca y a mi me dan ganas de vomitar.
-Cloe: gorbl, gorbl, ajj, para, por favor, para.
Le digo con una lagrima en los ojos.
-Bernardo: ok, ok, perdona muñeca, vamos al plato fuerte.
Bernardo me acerca a un árbol y me dice que, girada respecto a él, me coja del tronco. Hago lo dicho y noto como vuelve a jugar con su dedo en mi cosita.
-Bernardo: estate quieta princesa, que vas a saber lo que es bueno. Así, así, mantén quieto el trasero.
Noto como, sin duda, me ha colocado el pene en la entrada de la conchita. Me toma con las manos de los hombros y haciendo un movimiento brusco, noto un gran dolor en mi vientre a la vez que se escapa de mi boca un alarido.
-Cloe: aaaaaaaaaaaaaaaah.
-Cloe: aaaah, aaah, aah, ah.
-Bernardo: tienes que ser valiente Cloe, como lo fue tu hermana, para llegar a ser como ella.
-Cloe: lo que usted diga.
Ante mi sumisión, Bernardo vuelve a coger. Pero esta vez ya no me duele tanto sino que me gusta mucho. Da unos primeros empeñones medidos, para que me acostumbre, pero a la que ve que mi concha se ha abrazado a esos empeñones, usa más fuerza haciéndome gritar de nuevo pero ahora de lo bien que lo paso.
-Cloe: aaaah, aaaaah, aaaaah, gusta mucho, aaaaah, aaaaah, Bernardo, aaaah.
-Bernardo: si lo sabré yo lo que gusta mi niña, como a mi me gusta entrarte dentro.
-Cloe: ooooh, oooooh, oooooh, oooooh, ooooooh, oooooh.
Nos pasamos así un rato eterno, yo me quedaría la vida entera haciendo esto, mi cuerpo parece no ser mío y noto la más rica cosquilla que he sentido en mi vida. En un momento dado me da la vuelta y me sigue cogiendo pero sostenida en sus brazos como me había sostenido antes dentro del lago.
-Bernardo: mmmf, mffff, mfff, voy a correrme hija.
-Cloe: aaaah, aaaah, y eso qué es? aaaah.
-Bernardo: no importa niña, aún eres pequeña para esto.
Diciendo esto empieza a gemir y sus empeñones toman una fuerza brutal en que me cala en él como si quisiera atravesarme.
-Cloe: ooooooh, ooooooooh, ooooooooh, oooooooooh, Bernardooooooooooo.
Nuestros gemidos se abrazan como se abraza mi concha con su miembro y se abrazan quizá nuestras almas para formar una sola persona. Abrazados caemos los dos al suelo y aún ahí Bernardo no para de meterse dentro de mi y hacerme gritar de desesperación.
-Cloe: aaaaaaaah, Bernardooooo, paraaaa, por favoooooor, aaaaaaah.
Poco a poco pero Bernardo va deteniéndose. La velocidad de su cogida disminuye al mismo ritmo con que creció y acabamos desplegados encima de la hojarasca suspirando de agotamiento.
-Cloe: ah, ah, ah, ¿ya está, ya soy mujer?
-Bernardo: ah, ah, ah, lo has sido desde que naciste, yo solo te lo he descubierto.