Un remedio casero

Se suele decir que los resfriados se quitan sudando y ayer lo comprobé. (for Kaneda)

Se suele decir que los resfriados se quitan sudando y ayer lo comprobé.

Hace unos días, salí con mis padres a dar una vuelta y acabé cogiendo frío. Conclusión: acabé cogiendo un resfriado.

Pedro se ofreció a hacerme compañía mientras mis padres están de viaje.

Estuve toda la tarde con el pijama puesto pero después de ducharme me puse solamente un camisón que dejaba trasparentar lo que se escondía debajo.

Llegó cerca de las 8. Le había dejado las llaves en la puerta ya que después de ducharme empezó a dolerme la cabeza y me acosté para ver si se me quitaba. Entró en mi habitación y tras encontrarme durmiendo rozó mi mejilla con su mano para comprobar el calor que desprendía.

Ya llegaste – le susurré.

Salió de mi habitación y apareció 10 minutos más tarde con una sopa caliente y una aspirina.

Tomate esta sopa, te sentará bien.

Me incorporé para beber la sopa dejando trasparentar mis pezones bajo el camisón. Cuando terminé, se llevó la taza y me volví a tumbar.

Tienes sueño- dijo.

Asentí.

Pues cierra los ojos-

Caí en un profundo sueño pero pronto empecé a notar que mi cuello se humedecía. Pedro me daba pequeños besos que excitaban mi cuerpo. Sus manos se deslizaron dentro de mi camisón y rozaban mis pezones con mucha delicadeza.

Se colocó sobre mí y recorrió mi muslo con su mano mientras, sus labios se posaban en mis pechos. Su lengua se deslizaba por ellos y bajaba poco a poco acercándose a mi sexo.

Mis manos se posaron sobre su camisa y fui abriendo los botones uno a uno hasta sentir su piel bajo mis palmas. Su pecho estaba sin depilar desde hacía unas semanas pero sentir su pelo en mis manos me excitaba de sobremanera.

Me abrió las piernas de par en par y agarrándome los pechos deslizó su lengua hasta llegar a mi clítoris. Lo besaba con mucho mimo como si fuera la primera vez que lo hacía.

Lo detuve, me incorporé, le besé y le bajé el pantalón de un tirón. Debajo de su boxer se podía comprobar lo caliente que estaba y lo que esperaba de mí.

Besé su ingle y fui acercando mis labios a su sexo. Pasé mi lengua desde la base hasta la punta de su pene notando como se estremecía delante de mí. Le chupé la punta detenídamente hasta acabar metiéndomelo dentro de mi boca. Lo movía allí dentro al tiempo que me sujetaba la cabeza para darme la intensidad que quería que le ofreciera.

Me coloqué sobre él y fui metiéndome su sexo poco a poco. Mientras iba entrando sentía como Pedro me apretaba contra él. Cuando ya casi estaba dentro, apreté a Pedro contra mí para que llegara hasta el fondo sintiendo como chocaba con la entrada de mi útero.

Me movía sobre él con mucho tacto hasta que empecé a comprobar que sus gemidos iban creciendo. Entonces, me moví más rápido y de repente el me empujo y me indicó que me pusiera a cuatro patas.

Me la metió sin rechistar y se movía con una velocidad que no me dejaba mantener las piernas rectas. Con una mano me acariciaba los pechos y cuando noté que estaba alcanzando el climax se lo indiqué. En ese momento, subió su ritmo y mis gritos se oyeron desde la calle al tener un orgasmo. Continuó y tras varios segundos sacó su pene y esparció su semen sobre mi trasero.

Caímos exhaustos y cuando desperté comprobé que Pedro dormía a mi lado en un sillón, comprendiendo que había sido un sueño.

Hoy me desperté mucho mejor, voy a casa de Pedro. Está enfermo, voy a cuidarle y aconsejarle que para combatir los síntomas del resfriado lo mejor es sudar.