Un regalo muy especial

Pienso darle a mi novio el mejor regalo de toda su vida, pero termina convirtiéndose en un gran problema para mi.

Un regalo muy especial

Pienso darle a mi novio el mejor regalo de toda su vida, pero termina convirtiéndose en un gran problema para mi.

Mi nombre es Valeria, tengo 26 años y trabajo como Secretaria Ejecutiva en una importante Empresa automotriz. Con mi novio practicamos el bondage desde hace dos años ya que ambos somos entusiastas del erotismo que deriva de las ataduras, el sometimiento y la humillación. Vivimos juntos –aun sin estar casados- en una hermosa casa en las afueras de la ciudad, retirada y sin vecinos cercanos por lo que gozamos de privacidad. Ese viernes estaba dispuesta a ofrecerle a Hernán, mi pareja, un regalo ya que era su cumpleaños el domingo y quería sorprenderlo gratamente con uno de nuestros juegos. Para ello había decidido practicar self bondage quedándome asi, esclavizada, para que él me encontrara en esa postura al regreso de sus tareas que se produciría alrededor de las 19 horas. Cuidadosamente preparé el escenario sin olvidar detalle alguno. Debía sorprenderlo para que me encontrara esclavizada y atada y así poder continuar en ese estado hasta el domingo por la noche. Ese sería su regalo de cumpleaños. Llegué a la casa, cerré la puerta con llave y me dirigí directamente al dormitorio donde me pondría en esclavitud para él. Me di una ducha y asi desnuda me dirigí al guardarropas donde elegí un conjunto de mini tanga de cuero negro y un sostén que dejaba a la vista mis pechos que sin ser muy grandes son bellos y hacen juego con mi delgada figura. En los pies calcé un par de sandalias de cuero charolado negras, con exagerados tacones de 14 cms. Que apenas me permiten andar debido al arqueamiento a que se ven sometidos mis pies. Junté las llaves de todas las restricciones que luego acomodaría en mi cuerpo –esposas, candados- y las até a una cuerda que dejé colgando frente a la puerta de acceso de la casa con un mensaje que escribí apresuradamente poniéndolo dentro de un sobre al cual estampé mis labios pintados con rouge. Hernán no podría entrar a la vivienda sin ver ese sobrecito y su contenido, las llaves de mis restricciones!!!!!!!!!! Claro está que una vez que colocara en mi cuerpo las esposas y cadenas sujetas con candados me resultaría imposible trasladarme hasta el lugar donde deje el sobre con sus llaves, pero tal detalle me tenía sin cuidado ya que Hernán en apenas una hora mas estaría por la casa y tomaría el control de la situación, y yo me entregaría por entero a él como lo que soy, su esclava sexual. Ahora si en la habitación decidí encadenarme a la cama y permanecer allí estirada esperando su regreso. Para que al momento de su llegada me encontrara en estado de excitación, me coloqué un pequeño vibrador en mi vagina el cual quedó en su lugar sostenido por la tanguita que se metía en mis labios apretándolo. Este vibrador tiene un pequeño reloj que posibilita elegir la hora en la cual se pondrá en marcha, por lo cual previo a colocármelo en mi cuerpo marqué las 19 como su hora de inicio. Cuando llegara Hernán se daría cuenta muy rápidamente de tal adminículo y podría apagarlo .... o decidir dejármelo puesto esperando mi oleada de orgasmos... Coloqué en mi cuello un collar de cuero negro con argollas para demostrarle mi sometimiento de esclava. Los tobillos fueron rodeados por una gruesa cadena galvanizada que enrosque en los barrotes de la cama y cerré luego los candados con un click que sonó como un cañón en el silencio de la habitación. Ya estaba encadenada de los tobillos resultándome imposible bajar de la cama o caminar, ya era prisionera sin posibilidad alguno de escape. En mis oscuros y pequeños pezones coloqué sendas pinzitas unidas por una corta cadenita que apretaban bastante y podrían llegar a resultar molestas de tener que soportarlas mucho tiempo, pero faltaba poco para las 19 asi que no me moleste demasiado, podría soportar la mordedura de las pinzas con sus dientes de cocodrilo. Para dar mas patetismo y realismo a la escena me coloqué una mordaza con forma de pene –regalo de Hernán- que aseguré con tirillas por detrás de mi cabeza. El pene de goma se incrustó profundamente en mi boca siendo su tamaño muy grande. En realidad casi no hemos usado esta mordaza porque me provoca asfixia al poco de tenerla, pero quiero agradar a Hernán y se que el agradecerá mi confianza de utilizar su regalo. Llegó el turno de los ojos, los que vele con una venda también regalo de Hernán, de cuero negro y acolchado por dentro que resulta muy eficaz ya que no se ve absolutamente nada una vez colocada. Ahora si, me tendí en la cama y me coloqué las esposas en mi muñeca izquierda, haciendo pasar la cadenita por detrás del respaldar y con un ruidito de clickkkkkkkkkkkkkkk la ajusté a mi otra muñeca. Estoy por fin absolutamente encadenada, entregada, indefensa, estirada en mi cama. Supongo que la imagen que Hernán verá apenas entre lo hará poner muy caliente ya que mi figura es muy linda y estando así esclavizada en forma total y dependiente de su persona será el condimento justo para un fin de semana de sexo y juegos, al menos asi lo creí en aquel momento............ Me sentía muy bien en la forma que me había acomodado en la cama, estaba cómoda pero con absoluta restricción de movimientos. Las piernas las podía mover un poco de costado pero no doblarlas ya que las cadenas impedían tal movimiento. Las muñecas esposadas al respaldar mantenían mis brazos por encima de la cabeza, inútiles, reposando en la almohada. El cuerpo quizás estaba un poquito demasiado estirado, pero ya me acostumbraría a tal postura y la mordaza en la boca todavía era soportable. Las pinzas cocodrilo de los pezones comenzaron a sentirse al poco rato, pero sin provocar un dolor que no fuera soportable y hasta reconfortante. El vibrador metido en la vagina llenaba mi cuerpo y se lo sentía caliente, aún faltaban 15 minutos para que comenzara a andar hasta que Hernán decidiera qué hacer con él. Me retorcí y tiré de mis prisiones para ver si se las sentía firmes y seguras, y en efecto, era imposible zafarme de mi estado de esclavitud, solo el dueño de mis llaves podría hacerlo, tal mi regalo de cumpleaños.... Allí quedé chupando el pene-mordaza y disfrutando de mis restricciones a la espera de mi amo... a las 19 horas en punto el vibrador comenzó a andar trasmitiendo su cálido murmullo a los labios de la vagina. Me sentía en el séptimo cielo no solo por la posición en que me encontraba sino también por la sorpresa que daría a mi amorcito cuando arribara... Pasaron lo que calculo deben haber sido otros diez minutos y Hernán no ha llegado... que extraño... habíamos quedado durante el día en forma telefónica que sería muy puntual ya que le había adelantado que lo esperaba un regalo para él muy de su gusto.... y supongo que comprendió que algo muy bueno lo esperaba, por eso me extraño su inusual impuntualidad. La verdad es que me comencé a inquietar un poco, y los cocodrilos comenzaban a apretar mas fuerte mis pezones transmitiendo ya una ligera sensación de dolor que el vibrador no lograba apaciguar en su monótono movimiento. Me retorcí en mis cadenas pero me aplaqué pensando que quizás pueda haber tenido un inconveniente en su auto o en el trabajo... ya vendrá... Esas cavilaciones me fueron arrancadas cuando el teléfono ubicado en la mesa de luz cerca de mi cabeza comenzó a sonar... ring....... ring....... ring........ escuche el ruido metálico del contestador que se ponía en marcha y renglón seguido la voz de Hernán con ese dejo metálico que otorga el parlante del contestador ... Valeria, amorcito, disculpá que no llegue a tiempo, pero debí viajar sin previo aviso a nuestra casa central en el vuelo de las 17 horas, hasta el domingo por la tarde no estaré de regreso... espero que me des tu regalo a la vuelta... te quiero besos....... El primer orgasmo explotó en mi cerebro con la fuerza de un misil...y lo peor es que el vibrador tiene de esas pilas alcalinas que no se acaban nunca...................

Fin