Un regalo inesperado en Navidad (cap. 7: Reunión )

Llega el fin de la historia de Nerea y Edu para nosotros y el comienzo del resto de sus vidas para ellos. Gracias a todos, ha sido un gran placer :)

El sol brillaba con la intensidad única de esos amaneceres que quitan el aliento y que me acompañaban en mi alegría; me sentía completa, satisfecha, feliz como no lo había estado en mucho tiempo. ¿La razón? Dormía a mi lado y le acariciaba las mejillas mientras lo observaba; parecía un ángel, un niño bueno…  No pude evitar sonreír pensando en toda nuestra historia sobre todo en esos momentos en que le encantaba fastidiarme y hacerme enojar “solo porque me veía guapa” y es que, sin duda alguna, mi Edu ¡¡Era mucho Edu!! ¿Hace cuánto tiempo no trataba a un hombre con ese “mi” de propiedad? No podía negarlo, estaba en una nube y no me dejaría caer aun cuando entendía perfectamente sus consecuencias; pero sabía muy bien que si todo salía mal, me afectaría. No estaba preparada para el desprecio de la gente que más quería; aunque por él me enfrentaría a un dragón de ser necesario.

Abrió los ojos lentamente tratando de acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana de la habitación; estaba aturdido por el sueño aun, pero esto no fue suficiente para que me regalara la mejor de sus sonrisas la cual yo devolví como una autómata.

-          Buenos días princesa – me dijo con voz ronca. - ¿Dormiste bien?

-          Como nunca antes, mi amor – le dije mientras me acercaba para darle un dulce beso en esos labios que me volvían loca.

-          Bueno pues al menos alguien descansó, el pequeño Christian tenía razón ¡¡Te mueves demasiado, pareciera que bailaras toda la noche!! – me dijo soltando una carcajada.

-          ¡¡IDIOTA!! No me moví – le dije sin estar muy convencida, pues sabía que antes lo hacía mucho pero según el  imbécil de mi ex, ya no lo hacía.

Entre carcajadas de Edu y pequeños golpes de mi parte en tono bromistas nos quedamos un ratito más en la cama aprovechando ese momento de alegría que muy probablemente dentro de algunas horas se convertiría en silencios incómodos y discusiones fuertes…

-          Tierra llamando a Nerea…

-          Lo siento, me quedé absorta, jaja.- dije saliendo de la cama de un salto digno de una gimnasta.- Venga vamos a desayunar, muero del hambre; aunque, la próxima vez, puedes ser galán y sumar varios puntos subiéndome el desayuno.

-          Serás… ¡Ven acá! – me dijo mientras me hacía cosquillas y volvía a lanzarme sobre la cama.

Fue muy placentero nuevamente cocinar con él, si bien se notaba que no era un experto cocinero, se veía muy dispuesto a aprender y ayudar. Un desayuno sabroso, entre risas cómplices y caricias precedieron a nuestra partida. Recogimos mis cosas, debido a que él no llevaba ropa de cambio y tomamos rumbo a la ciudad.

-       Supongo que sabrás lo que haces…- dijo Edu sobre mi idea de contarle a Josefa en primer lugar todo lo sucedido.

-        Si, cariño. Es importante para mí; durante toda mi vida ha sabido darme los consejos correctos y las críticas adecuadas. Sé que puede parecer un poco alocada, pero confió en ella y necesito que tú también lo hagas.

Su respuesta fue una simple sonrisa mientras afirmaba con la cabeza; Edu tenía la particularidad de decir cosas con la mirada, de expresar su conformidad con una especie de telepatía que llegaba a asustarme.  Nos fuimos a casa de Josefa, me encargué de llamarle por el camino para asegurarme que no se iría y poder contarle de primera lo que habíamos decidido y escuchar sus consejos. Después de todos los años de amistad le permitiría hacer una intervención objetiva debido a que conocía perfectamente a mi familia y además estaba eso de que al no estar involucrada en el asunto veía las cosas desde afuera y no veía todo como una catástrofe sino que le permitiría analizar el asunto y decirnos como era mejor abordarlo.

-          ¡Peeeepa! – le dije mientras salía corriendo a abrazarla.

-          Joe que me tumbas loca. ¿Qué le hiciste? – dijo mirando a Edu con picardía-  tenía años sin verla así jajajaja. Vamos adentro para que me lo cuenten todo. Y me refiero a TODO.

Apenas nos sentamos comencé a contarle, a veces me detenía con cierta verguenza sin saber muy bien el porqué; sabía que Josefa jamás me juzgaría mal, todo lo contrario, me apoyaría y me aconsejaría, aunque seguramente dependiendo de lo que hiciera me llevaría una buena bronca de su parte, pero lo cierto es que Edu cuando yo paraba él la seguía sin ningún problema, definitivamente a ese hombre el carácter le sobraba, en menudo paquete me había metido jaja.

-          Así que ya…- dijo mi querida amiga haciendo un expresivo gesto de penetración con sus dedos y soltando una carcajada observándome.- Joder mírame a la nené.

-          ¡Oye que yo no he dicho que ya…!

-          Cariño, por favor, te conozco más que tú misma, esa sonrisa, esa vitalidad, nunca te la había visto ¿Y sabes qué? Me alegro mucho de que hayas dejado de ser tan cabezota, siempre te dije que estabas tomando una postura ridícula al respecto ¿O crees que le dije a tu primo donde estabas porque tiene una sonrisa bonita?

-          Entonces no te parece mal – intervino Edu aliviado.- Tu opinión es muy importante para la nené, como tú la llamas. Empezaba a temer más tu decisión que la de mis padres.

Josefa se echó a reír por la claridad de las palabras de mi primo; yo comenzaba a respirar tranquila porque la comunicación entre ellos era fluida y eso era un buen síntoma. Mi mejor amiga era una especie de doctora que era capaz de diagnosticar la personalidad de una persona con tan solo una breve conversación.

-     Déjame contarte una historia Edu… Una vez, hace algunos años, conocí a una chica que era dicharachera, bastante noble e incluso inocentona. Sin embargo, nunca entendía el por qué se cerraba tanto al mundo, creo que era en el fondo algo de miedo.- dijo Josefa bajando por primera vez la mirada.- Pero eso no es lo importante, lo importante del caso es que por mucho que se la diera de ruda y de “no me duele nada”, un día se topó con la horma de su zapato; conoció a un chico que, con su carácter digamos especial, fue tumbando todas esas murallas y logró enamorar a la chica… Se le veía feliz, ambos lo eran realmente, eran de esas parejas que uno ve por la calle y sonríe. Al tiempo quisieron hacer una barbacoa para que las familias se conocieran y dar la sorpresa de que tenían planes de casarse al año siguiente; sin embargo los sorprendidos fueron ellos… Eran hermanos.

En ese momento los ojos de Edu se abrieron como dos soles, pero no dijo palabra alguna; buscó en mi mirada dar veracidad a esa historia.  Yo me limité a asentir y a indicarle que siguiera escuchando.

-  Resulta que el padre de la chica, ese sobre el que su mamá tantas veces le había dicho que se había ido a trabajar muy lejos para que ellas pudieran tener dinero; el mismo sobre el que al crecer entendió simplemente que las había abandonado casi al nacer, tenía otra familia.- continuó con su relato Josefa.- A partir de esa famosa barbacoa fue que entendió que el abandono ocurrió por irse con esa otra tía, madre del chico al que ella amaba. Fue un golpe terrible, incluso terminaron y más nunca retomaron el contacto.

-          Joder Josefa, no me des tantos ánimos – dijo Edu perplejo.- Que historia tan terrible, pobres chicos.

-          Estas perdiendo el punto de vista, pregúntale a Nerea lo que te trato de decir – dijo mientras me observaba con una sonrisa-  ¡vamos no me importa que lo hagas!

Yo agarré la mano de mi primo y lo miré con una tierna sonrisa, aún muy sorprendida por la confesión que Josefa le había hecho.

-          Quiere decir que ella es la chica de esa historia,  cariño. No quiero que le cuentes a  nadie esa historia,  no la sabe casi nadie y te está demostrando confianza.

-          ¡JODER! Pero… Pero entonces… ¿Por qué terminaron si nos estás diciendo claramente que debemos seguir?

-          Porque mucho tiempo después entendí que uno no siempre debe dejarse llevar por los impulsos. Debes entender que el amor puede más que el odio y el orgullo. Al enterarme se me abrió el mundo a mis pies y no supe llevar la situación. También debo admitir que no pude superar de buenas a primeras que su madre fue la razón por la cual yo nunca tuve un padre y llegué a culpar a mi hermano por ello, aunque hoy entienda perfectamente que la culpa es de mi padre y nadie más que mi padre… Pero era ya muy tarde y no hubo vuelta atrás – le dijo con una mirada nostálgica cargada de sentimiento.- Me parece que lo primero que deben hacer es hablar con tu madre, Edu;  no la conozco pero me parece que ya sabe todo esto o créeme que lo sospecha por ese comentario que le hizo a Nerea en año viejo. Creo que ella puede ser la persona que os ayude cuando venga el momento de dar la cara vuestros padres, aunque paradójicamente sea tu madre.

-          Sí, supongo que llevas razón. Mi madre es bastante peculiar en su forma de analizar las cosas.- dijo Edu con una sonrisa que mezclaba orgullo y preocupación.

-          Tu madre lo entenderá, Nerea y con el tiempo tu padre también, eres su niña mimada, ve por tus ojos y entenderá que es hora de que tomes decisiones de adulta y verá lo feliz que eres. Pero déjame decirte algo, no conviene que se entere tu abuela, no es necesario que ella sepa nada de esto, sabes bien que es una mujer conservadora y que un disgusto como ese le podría dar otro infarto; le dirás que vas a aprender inglés allá, que será bueno para rellenar el curriculum y luego si todo va bien como espero, le dices que obtuviste una beca o algo así. Es importante que la vengas a visitar periódicamente sabes que ve te adora,  además no creo que puedas estar mucho tiempo sin ver a Christian, quien por cierto te matará Edu, le quitaste a su chica jajajajajaja.

-          Ese enano se hace querer, ¿sabes? Todavía recuerdo cuando me gritó en el parque “¡eh, tú! ¿Qué haces molestándola?” – dijo Edu soltando la carcajada contagiándonos a todos.

-          Bueno pues me gustaría que se quedaran a comer conmigo pero saben que tienen trabajo que hacer; les recomiendo que inviten a tu tía Julie a comer, Nerea. Deja que Edu le diga primero, es su madre y sabrá abordarla. Eso sí, firmeza ante todo muchachos, ya están pálidos jajaja.

Salimos de casa de Josefa un poco más claros. Edu no se podía creer la historia de Josefa, decía que era como para dar el portazo, demasiado fuerte. Pareció darle más ánimo, decía que al menos no éramos hermanastros jaja. Aun así, él seguía en su idea de que la vida es cuestión de impulsos frente a la razón esgrimida por mi amiga. Eres dos personas cabezotas a más no poder…

Marcamos a su madre para invitarle a comer, que aceptó encantada, y nos fuimos a un pequeño restaurante de comida española casi a las afueras de la ciudad, que nos permitiría estar más cómodos después del balde de agua fría que estábamos por darle. En la tensa espera en la puerta del establecimiento, las manos me temblaban aunque simulé que era el frío; besé a mi tía en las mejillas evitar fijar mis ojos en los suyos. Ella se limitó a sonreír, sabiendo que algo sucedía.

Nada más llegar al restaurante pedimos una botella de vino y ordenamos la comida que transcurrió entre risas y momentos agradables que la tía había pasado con mi madre el día de ayer mientras estaban de compras. Edu y yo nos mirábamos de vez en cuando como buscando el momento de soltar la bomba pero creo que consideró oportuno esperar a terminar de comer. Llegó el carrito de postres y mi tía pidió un pastel de chocolate que se veía delicioso pero yo estaba full y Edu pidió un pie de parchita.

-          Eduardo ¿Esto está divino tesoro, quieres probarlo? – le dijo su madre sonriendo.

-          Claro, prueba este también está muy rico.

-          ¿Sabes? De pequeño siempre me pedía que le hiciera pasteles de chocolate, le encanta… Me extraña que pidiera ese pie, supongo que fue por la pinta, se veía y está muy rico. Pero le he enseñado mil veces que no debe dejarse llevar por las apariencias – me contó mi tía, girándose hacia Edu diciéndole.- Ahora aprovecha que estamos en “el momento dulce” y cuéntame eso que te tiene tan nervioso.

-          ¿Nervioso?- dijo Edu con mirada huidiza.

-          Cariño, tengo casi 30 años contigo, créeme que sé cuando tienes algo que decirme y cuando te ocurre algo – acotó sonriéndole sin dejar de saborear al postre como si no diera importancia a lo que estaba por escuchar.

Yo miraba perpleja la situación, Josefa para variar tenía razón, de una u otra forma lo sabía; nos había descubierto y lo peor es que no tenía idea cómo. El silencio era incómodo, ninguno de los dos sabía que decir, así que fue ella quién lo rompió.

-          Mi niño, quiero que sepas que más de lo que te amo yo, en el mundo habrá pocas personas que lo hagan, pero tu prima creo que se acerca a ello ¿O me equivoco?

Y, si señores, lo había dicho… Confirmado. Y nos había dejado con la boca abierta y hasta cara de idiotas; fui yo quien, tras tomarme todo el vino que me quedaba en la copa, respondí muy segura de mi misma.

-          Sí tía, lo amo… No sé cómo pasó y no pediré permiso, ni perdón.  Lo cierto es que Edu y yo nos conocimos antes de la fiesta. Verás, yo salí a hablar por teléfono porque me iba de marcha con una amiga tras la cena y supongo que él vendría de cambiarse del traje y coincidimos. Charlamos un buen rato y, bueno, luego nos enteramos que éramos primos. – dije enfrentando la mirada de mi tía Julie.- La realidad es que aunque lo somos no lo puedo ver como tal; nunca lo había visto antes, no crecí con él, sólo sabía de su existencia por la abuela y ya el “mal”- dije haciendo con los dedos las comillas-  estaba hecho.

-          ¡Esa es mi niña! Y eso es lo que esperaba oír, lo cierto es que realmente lo sospechaba por las miradas de Edu.  Pensé al principio que te encontraba atractiva y nada más; como te he dicho antes, tu primo no ha sido excesivamente mujeriego pero se ha dejado llevar en ocasiones por las apariencias. Pero aquella noche en la cabaña, me confirmó que se habían enamorado y que pronto estaría delante de ustedes con esta conversación. No diré que es el escenario ideal, Nerea, pero creo que eres una buena chica, veo que quieres a mi hijo y eso es todo lo que yo puedo querer para mi pequeño, ¿no crees?- dijo mi tía con un simpático gesto pellizcando la mejilla de mi primo.

-          Mamaaaá que no soy un niño – dijo avergonzado Eduardo-  pero muchas gracias, sabía que podía contar contigo aunque no estaba claro en cómo decírtelo; entiende que es difícil, nunca imaginé esto.

-          El amor llega y punto. Nunca es como nos lo imaginamos, siempre es así: sorpresa, espléndido y como nunca pensamos que sería – dijo alegre mi tía que parecía estar más ilusionada que nosotros mismos- Aunque tu padre y tus tíos tienen que saberlo Eduardo, pero yo estaré allí, con ustedes afrontando la situación ¿Qué les parece una cena esta noche? A lo mejor el postre les ayuda también – agregó soltando la carcajada y llamando al camarero para pedir una nueva porción de tarta de chocolate.

-          Eres imposible – dijo Edu riendo.


Estaba saliendo de la ducha, eran las 20:00 ya y habíamos quedado en una hora para ir a comer fuera según las indicaciones de mi tía. Me acosté en mi cama aún con el cabello húmedo dejando mis pies en el suelo pensando en la tarde de hoy. “Una menos” pensé suspirando, al menos mi tía Julie estaba contenta. No sé si era por ser extranjera que no ponía tantas pegas ya que tienden a ser de mentalidad más abierta, o simplemente por su asombrosa personalidad. Con razón el tío la adoraba; era de esas personas que tenían brillo propio…

-          Nereeeaaaaa – gritó mi padre.- ¿Te falta mucho? Ya sabes que tus tíos son ingleses llegarán en menos de una hora… Apúrate.

-          Ya casiiiiii, estaré a tiempo – le respondí.

Me sequé el cabello y me coloqué un vestido verde que tenía tipo cocktail, era bastante bonito; me maquillé un poco para la ocasión, al menos que mi pinta denotara alegría y no el terror que sentía en el fondo.

-          Nena, estás preciosa - me dijo mi madre apenas bajé, dándome un beso en la frente.- Tenía tiempo que no te veía ese brillo en los ojos. No me digas quee.. ¿Te gusta un chico? Confiesaaa.

Comenzó a hacerme cosquillas como acostumbraba a hacer siempre que quería sonsacarme.

-          ¡Mamá por Dios! ¿qué uno no puede arreglarse un poco? mírate tú también estás radiante y yo no te digo nada…

-          Cariño, eso es porque tengo una familia preciosa y un esposo ejemplar.- dijo dándole un beso a mi padre que pasaba por ahí.

Golpe al hígado fue lo que pensé ¿Seguiría pensando lo mismo dentro de unas pocas horas? Ayy Diooos que ya me estaba doliendo la panza de los nervios; creo que el maquillaje lo había usado para ocultar mi palidez.

Llegaron mis tíos y para mi sorpresa nos dirigimos al mismo sitio en el que almorzamos, resulta que misteriosamente mi tía Julie había comentado que unas amigas de Leicester se lo habían recomendado cuando les contó que pasaría las navidades aquí. Al llegar nos situaron en la mesa y ordenaron una botella de vino tinto para todos mientras decidíamos qué ordenaríamos. Mi padre, sin embargo, ordenó algunas entrantes.

Al igual que la tarde, fue una velada muy agradable, no paraban las risas y las anécdotas de los cuatro durante estas últimas semanas. Mi padre definitivamente la tenía cogida con mi tío porque no supo prender el fuego de la chimenea el último día de la casa de campo; decía que el té de Inglaterra le había quitado los años de crianza en esa casa mientras todos reían, incluyendo mi propio tío quien trataba de defenderse diciendo que la leña estaba húmeda por el frío.

Mi tía nos miraba de reojo de vez en cuando y sonreía, supongo que tratando de darnos ánimos. Al rato, se levantó Edu para ir al baño y ella esperó unos segundos para pedirme que la acompañara también a ella al baño que, entre tantas risas, ya no aguantaba más. Nos dirigimos hacia ellos pero para mi sorpresa no entramos sino que paró en seco

-          Calma esperemos a tu primo para hablar los tres antes ¿Te parece?

Asentí con la cabeza mientras suspiraba.

-          Ven acá mi niña, pareces un pollito asustado – me dijo mientras me abrazaba.- Mira de tu tío me encargo yo, tu madre aunque la conozco poco, creo que primero quedará sorprendida pero luego comprenderá y se encargará de tu padre.

Edu salió y nos vio, se asustó un poco al vernos ahí en una especie de emboscada

-          ¿Qué pasó? ¿les dijiste algo mientras no estaba? –  dijo con los ojos muy abiertos.

-          ¿Queeeeé? Por supuesto que no ¿Por quién me tomas? – dijo un poco enfadada mi tía.- Verán luego de que terminen de comer estoy segura que pedirán otra botella y ya llevan dos, no creo que deban esperar tanto como para que se embriaguen y luego no recuerden nada, no quieren pasar esto dos veces  ¿o sí?

-          No – dijimos casi a la vez.

-          Bueno mis muchachos me temo que ya va siendo hora de que hablen, esta vez no puedo hablar yo por ustedes o quedaré como su cómplice (que lo soy) y no podré ayudarlos como quiero. Ahora ve tú a la mesa Edu, nosotras esperaremos un poco más.

A los pocos minutos volvimos a la mesa para terminar de cenar, escuché como mi padre pedía otra botella al camarero y automáticamente vi a mi tía que me sonrió y nos dio una mirada de “se los dije” así que pensé “bueno, que caramba, el mejor momento nunca llegará así que tomemos este como tal” y miré a Edu muy decidida, tratando de decirle “es ahora o nunca”. ¡Vaya! La extraña telepatía también funcionaba en sentido contrario. Él carraspeo y todos giraron a verle

-          ¿Pasa algo hijo? – dijo mi tío Eduardo

-          Sí, bueno papá… Verás es que yo… A ver la cosa es que…

-          Pero hijo ¿es tan grave? Pocas veces te he visto así, no sabes ni qué decir ¿Prefieres hablarlo a solas conmigo? – dijo mi tío preocupado.

-          No papá, prefiero que no porque lo que tengo que decir les incumbe a todos, y tienes razón no tengo idea como empezar así que sólo lo diré… Nerea y yo nos queremos, por lo tanto decidimos iniciar una relación y consideramos apropiado hablarlo con ustedes debido a… Bueno ustedes saben… - dijo subiendo el codo a la mesa mientras acariciaba su barbilla en señal de nerviosismo.

Tal como lo predije el silencio fue absoluto; sólo nos miraban pero estaba tan nerviosa que no sabía por primera vez descifrar aquella mirada. No me atrevía a hablar o mejor dicho no podía, debo admitir que estaba tan asustada que, por un momento sentí que no podía articular palabra alguna por más que tratara, hasta que mi padre rompió el silencio.

-          Nerea, hija... pero ¿Que locuras está diciendo tu primo? Esas no son bromas – le dijo a Edu mirándolo con gesto serio.

-          Lo siento tito, pero no es ninguna broma.- aseguró mi primo con gesto serio, comenzando a demostrar ese carácter que me había enamorado.- Es una decisión muy seria tomada por dos adultos que trataron de negar lo que sentían por un parentesco absurdo, hasta que simplemente entendimos que no podíamos dejar la felicidad pasar sólo por el qué dirán o por el vínculo familiar que nos une.

-          Pero ¿Qué tonterías dices?- espetó su padre furioso.- No puedes manejar tu vida siempre en impulsos, esto es una locura.

-          Lo siento, papá, con todo el amor y respeto que te tengo debo repetirte lo que una vez cuando era apenas un niño me dijiste “La vida debe estar llena de impulsos; porque hay cosas que solo ocurrirán una vez en la vida y hay que asumir riesgos” y esto estoy seguro que sólo me va a ocurrir una vez y estoy dispuesto a asumir todos los riesgos. Soy un adulto, con una carrera profesional y no un niñato hormonado. Tú me conoces mejor que nadie en esta sala y sabes que nunca hubiese hecho esto simplemente por una aventura repentina. Es mi prima, sí, pero para mí es la mujer que amo y con la que quiero pasar la vida entera. No os estoy hablando de ningún impulso, por primera vez medité una decisión. – culminó tomando mi mano.

-          ¿Y tú, Nerea? ¿Qué tienes que decir? – agregó mi madre tranquilamente.- me gustaría conocer tu versión.

La cosa no había resultado nada fácil; tenía a mi padre y a mi tío, furiosos en frente, mi tía no sonreía ya pero si nos trasmitía confianza y mi madre pues, creo que lo estaba aceptando ¿O eran ideas mías?

-          Mamá, tú sabes que ustedes son lo más importante que tengo en la vida, y no sabes cómo me duele que me miren así, pero Edu tiene razón. Si bien es cierto que es la decisión más difícil que he tenido que tomar en mi vida, sigo firme en ella; estoy enamorada de Eduardo y deberán respetarlo como yo siempre les he respetado. Los amo, son mis padres, pero yo también escogí a Eduardo como el hombre con el cual deseo compartir mi vida. Tú misma lo notaste hoy, estoy feliz siempre, ya no me oculto en libros, ni me visto “como un tío” como dice papá y eso deberían celebrarlo sin importar que seamos primos o no.

-          Pues yo creo que  los muchachos tienen razón – acotó finalmente mi tía Julie.

-          ¿Pero qué dices? – espetó perplejo mi padre mientras todos la mirábamos.

-          Eduardo, cariño, si los escuchas bien te darás cuenta que los chicos realmente se han enamorado, no podemos ponernos intransigentes con ellos por un parentesco que existe en teoría; nunca se criaron como primos, simplemente se conocieron dos adultos y se creó el vínculo. Todos en esta mesa sabemos que una vez que dos personas se conocen y se gustan poco queda por hacer de la atracción se pasa al cariño y del cariño al amor y ellos evidentemente están decididos y para ello supongo que tuvieron que pasarla mal dándole vueltas a todo esto ¿o no? – agregó mirándonos a Edu y a mí.

-          Muy mal tía, tratamos de evitarlo pero al final nos aplastó y es muy importante para nosotros que nos apoyen, porque los amamos y respetamos.

-          Creo que siempre nos han demostrado ser lo suficientemente responsables con sus decisiones.- aseveró mi tía Julie.- Siempre han llevado con ejemplaridad sus estudios.

-          No me lo puedo creer…- seguía negando mi tío con las manos en la cabeza.

-          Mi niña, les voy a pedir que se retiren un momento al coche y ya luego saldré yo a buscarlos quisiera hablar un momento con mi esposo y cuñados.

Edu y yo salimos sin decir ni una sola palabra; apenas llegué al coche saqué un cigarrillo y lo prendí, aunque fue toda una proeza debido al temblor de mis manos. Cuando disponía a guardarlos en mi bolsa, Edu me los quitó de las manos y se fumó uno él también en absoluto silencio. Lo habíamos hecho… Tal como predijo Josefa, mi madre lo había tomado mejor que mi padre y mi tío. Bueno, mi tía dijo que se lo dejáramos a ella, así que nos tocaba confiar en ella. Edu no para de dar vueltas absorto en sus pensamientos iba de aquí para allá

-          Eduardo puedes dejar de dar vueltas me tienes con los nervios de punta.

-          Lo siento cariño, es que nunca me había enfrentado a mi padre así, y me tiene desconcertado lo que está pasando dentro. Aunque bueno, mi madre está dando la batalla, estoy seguro de ello… Confiemos en ella ¿vale? – me dijo dándome un suave beso en los labios.

-          ¿Qué crees que esté pasando? – le pregunté.

-          Facilísimo están planeando jugar al bowling mañana, es más deberíamos decirle que lo jueguen por wii para reírnos un rato de ellos – me dijo riendo, haciendo que yo soltara la carcajada.

-          ¿Ves? Eso quería, sonríe nena. La sonrisa más valiente es aquella que disfraza una tristeza, y la sonrisa más bella es la que no se esboza en los labios, sino la que expresa la mirada.- dijo Edu mientras acariciaba mi mejilla.- No va a pasar nada malo. Si no lo entienden ahora seguiremos con nuestro plan, buscaremos un piso, al principio será un tanto modesto puesto que no tengo la especialización todavía, pero luego iremos ascendiendo y ellos con el tiempo entrarán en razón al ver lo felices que somos. Incluso tendremos una habitación para Josefa para que venga a visitarnos muy seguido – finalizó con una sonrisa.

-          Vale pesado, tú ganas, para variar – le dije sonriendo mientras me acercaba a darle un suave beso el cual interrumpió mi tía al carraspear.

Casi me da un infarto, una cosa era que lo supiera pero que me viera a punto de besar a su hijo era como tensar la cuerda al máximo, o eso creía…

-          Caramba que no los puedo dejar solos un minuto – dijo riéndose.

-          Mamaaá ¡¡que casi nos matas de un infarto!! – le dijo Edu

-          Si, si, se nota jajajajajaja – rió a carcajadas nuestra cómplice.- Vamos adentro está haciendo frío y sus padres tienen que hablar con ustedes. Y si vuelvo a notar que estás fumando de nuevo te mato yo ¿Estamos claro? Que apestas hijo por Dios... ese vicio.

-          Mamá, sabes que sólo fumo cuando estoy nervioso. Y tú me dirás si no tengo razones como para estarlo; ya viste a papá, nunca habíamos discutido así.

-          Lo sé hijo,  a él también le afectaron mucho tus palabras pero vamos adentro ya verán. Me he acostumbrado a vivir con tantos cabezotas en mi familia que creo que podría estudiar psicología.

Fuimos hasta la mesa nuevamente. Apenas nos sentamos, agarré mi copa y bebí todo lo que había de un solo trago. Mi madre me miró extrañada y yo la entendí perfectamente, pero debía de comprender que, aunque sabía que no tomaba casi, el momento permitía algún exceso como este…

-          Chicos – empezó mi padre, hemos hablado, reflexionado lo que nos dijeron, comentado nuestros puntos de vista y hemos llegado a la decisión que los apoyaremos, al final del día con o sin nuestro apoyo seguirán adelante, pero eso sí, deben probarnos que realmente es una decisión madura y bien pensada.

-          No los entiendo – les dije.

-          Bueno sobrina, tu padre quiere decir que nosotros nos iremos en un par de días a Inglaterra y a ti te quedan dos meses para terminar tu último año de postgrado ¿o no?

-          Sí, pero… – entendiendo por donde iban los tiros.

-          Bueno es muy fácil cariño, agregó mi padre, terminarás tus estudios como está previsto, tu primo empezará su especialización y cuando tú termines veremos si realmente están decididos como dicen que están y no es sólo una atracción pasajera.

-          ¡NO! – dijo Edu rotundamente

-          ¿Qué no? – le espetó mi padre.- O sea que tú dices quererla pero no quieres que culmine su postgrado por irse contigo.

Edu se quedó mirándome un rato y aunque no le gustase la idea de estar dos meses apartados entendió que tenían razón. Aunque nos doliese mucho tendríamos que esperar 60 días para volver a vernos, por ello debíamos aprovechar los dos días que nos quedaban juntos puesto que sería difícil para él venirse algunos fines de semana debido a sus guardias médicas.

-          Tienes razón tito, discúlpame, es que estoy… - dijo sin culminar la frase.

-          Tranquilo sobrino, todos lo estamos, créeme – agregó bebiendo lo que quedaba de su copa.

-          Hecho, entonces me graduaré y luego me iré a Inglaterra a estudiar inglés, es bueno para mi carrera y lo saben.

-          Lo sabemos cariño, eso sí, aunque tus tíos se enfaden, vivirás en un piso aparte. No creemos prudente que vivan en el mismo techo, mientras no estén casados, ya saben.

-          Una tontería me parece, pero tu padre ha insistido en ello así que he logrado sonsacarlos para que te quedes en el anexo de nuestra casa. Tendrás tu privacidad y técnicamente no estarás viviendo con nosotros porque no se comunica con la casa. Aun así creo que en el mercado medieval aún se podrá comprar un cinturón de castidad a muy buen precio…

Mi padre la miró con una mirada fría como el hielo, pero no pudo evitar sonreír ante el guiño de mi tía. Empezaba a entender que esa mujer tenía mucho que ver en el carácter de Edu. Esa extraña habilidad para hacer imposible el enfadarse con ellos.

-          Una cosa más – agregué viéndolos a todos con cara de súplica.- Guardaremos este secreto a la abuela ¿sí? Ya saben que es muy conservadora y podría provocarle un infarto. Le diremos que me voy a estudiar inglés y que viviré con los titos un tiempo ¿Pueden hacer eso por nosotros y por la abuela?

-          Sí, ya lo habíamos pensado también – agregó mi tío Eduardo.

-          Entonces salud por la felicidad, por dos buenos muchachos que harán sus vidas maravillosas – dijo mi tía Julie, mientras todos alzábamos nuestras copas, algunos con más convencimiento que otros.

Al final bebimos tanto que el camarero llamó a un taxi nos envió a un pequeño motel muy cerca del restaurante y pasamos la noche. Había pasado más de una hora cuando escucha unos suaves golpes en mi puerta y abrí asustada. Edu entró sin darme chance a preguntarle nada, apenas cerré con cuidado la puerta.

-          Pero que haces… ¿Estás loco? Si nos pillan nos matan.- dije sin poder evitar la traviesa sonrisa.

-          Cariño con lo ebrios que están, fui yo quien pidió que tu habitación estuviera a la otra punta, así quedaremos bien parados, las de nosotros tres están seguidas en la otra ala, ahora ven y besa a tu inteligente novio ”borracho”

Me acerqué a él y vaya que lo besé, pese al susto que pasé tenía toda la noche conteniéndome las ganas de abrazarlo y besarlo como ahora lo hacía, si tendría que separarme dos largos meses de él, aprovecharía al máximo estos momentos. Mis manos bajaron a su camisa desabrochando uno a uno sus botones mientras él me quitaba la bata de baño que me había puesto para dormir, puesto que sólo tenía el vestido y era algo incómodo para dormir. Al terminar de desabrochar los botones le retiré la camisa, para encargarme de su cinturón y el broche del pantalón, pero estaba poniéndome el trabajo difícil al acariciar mis pechos de esa manera, no llevaba sujetador, me resultan incómodos para dormir, cuando terminé lo que consideré una odisea, sus pantalones cayeron al suelo mientras él se descalzaba y los retiraba, yo dejé caer mi bata al suelo, quedándome sólo en braguitas. Le vi esa sonrisa pícara nuevamente

-          ¿Sabes? Esas son mis favoritas, sueño con ovejitas desde la primera vez que las vi.

-          ¡Vaya! No lo recordaba, es cierto – dije adoptando una postura seductora esta vez mirándolo muy fijamente para luego darme la vuelta y que apreciara por completo lo que tenía delante.

Escuche como suspiraba y acercándose a mí me dio un beso sugerente, mientras me hacía retroceder hasta la cama, sus manos acariciaban mi trasero con ganas y el beso aumentaba cada vez más, era ansia, hambre del uno por el otro, sólo dejamos de besarnos cuando al retroceder mis piernas tocaron el borde de la cama y Edu me sujetó por la espalda para dejarme caer, de pie ante mí subió una de mis piernas y la fue besando lentamente desde el talón, subiendo por los gemelo, pasando por las rodillas para llegar a mis muslos que abrí ligeramente mientras gemía, Edu se situó entre mis piernas y soplo mi cosita aún con mis braguitas empapadas, la sensación fue divina, me encantó, dio un lametón a lo largo y aunque se interponían las ovejitas como él las llamaba me arrancó un nuevo gemido, entre besos pasó a la ingle y luego a mi muslo nuevamente, ya no podía aguantar más, necesitaba sentirle

-          Edu… Por favor… Ya no aguanto más.

-          Pídemelo – me dijo con su habitual sonrisa traviesa y los ojos brillantes.

-          Hazme el amor Dioooos ¡¡Cómemelo yaaa!!

-          Con gran placer, mi ángel.

Bajó mis ovejitas y las retiró, volvió a situarse en mis piernas y con la mano abrió mis labios mayores para soplar el clítoris mientras yo arqueaba mi espalda gimiendo, sin dejar de ver mi placer le dio varios toquecitos con su lengua a mi bultito de placer para luego hacerme la mejor comida de coño de mi vida, su lengua jugaba hábilmente por toda mi intimidad, en todas direcciones, a veces la alternaba penetrándome unos instantes para luego volver a mi botoncito. Mis manos le sujetaban la cabeza pegándolo hacia mí cada vez más y más, sentía como nacía el orgasmo y que sería brutal, me quedaba poco.

-          Córrete mi niña, dame de beber, córrete en mi boca – me dijo.

Nada más escuché eso y sentir como me penetraba con dos dedos en busca de mi punto G me puso cardíaca y en segundos tuve un brutal orgasmo haciéndome despegar mi espalda de la cama, no pude resistir la maestría de sus manos y la pericia de su lengua en mi botoncito. Edu se lo bebió todo incluso mientras me recuperaba un poco subió besando mi monte de venus, mi abdomen hasta llegar a uno de mis pechos que lo acarició, lamió e incluso mordisqueó poniéndome a mil nuevamente mientras que con la mano daba suaves pellizcos a mi otro pecho, finalmente subió a mi cuello en el que se entretuvo unos segundos para darme el beso que tanto ansiaba, le comí la boca, sólo nos separamos cuando realmente fue necesario para tomar un poco de aire.

Edu se acercó nuevamente para besar mi frente, mi nariz y mi boca, mientras se acomodaba entre mis piernas, tomo mis manos y entrelazando nuestros dedos situándolos a cada lado de mi cabeza, entró en mi nuevamente, gemí junto a su boca, él también aunque parecía un débil gruñido, comenzó a bombear suavemente, mi cuerpo pedía más, sabía que el suyo también aumenté la pasión del beso, y en el acto cambió el ritmo aumentó a tres rápidos y dos lentos, me estaba matando con el cambio de ritmo, tan pronto estaba casi a punto como me dejaba con las ganas de correrme cuando no pude más le dí la vuelta quedando yo arriba, apretaba mucho las paredes vaginales tratando de castigarlo mientras rotaba mis caderas, él subió a besar mis pechos con ganas mientras comenzaba a botar y fue cuando se me ocurrió la gran idea, sabía que era su postura favorita, coincidía con la mía, lo habíamos comentado entre risas durante el desayuno. Lo saqué de mí, mientras me ganaba una mirada de reproche, me coloqué en postura perrito y le dije:

-          Venga primito, te apuesto que así te gustará más, mientras me mordía el labio.

Y no se cortó ni un pelo, apenas se puso detrás introdujo su polla de un solo golpe arrancando nuestros gemidos, me agarraba de las caderas mientras bombeaba a un ritmo frenético, ya estábamos ahí, en poco tiempo nos correríamos, aumentó mucho más el ritmo lo cual me pareció una proeza y  en un par de embestidas más entre jadeos y suspiros nos corrimos. Exhaustos como estábamos caímos en la cama, a los pocos minutos mientras nuestras respiraciones trataban de calmarse, me dio un dulce beso en los labios y separándose milímetros de mí susurró:

-          Te amo, eres lo más bonito que me ha pasado en la vida.

-          Yo también te amo mi príncipe, eres todo lo que yo soñé y hasta más.

-          ¿Juntos siempre? – me preguntó.

-          Siempre - afirmé


Cuatro meses más tarde....

Pues sí, ahora con la distancia que me da el tiempo trascurrido puedo decir que no me equivoqué; cuatro meses hace ya de mi traslado a Leicester y ni el clima gris de esta ciudad puede embargar mi felicidad. ¿Saben algo que descubrí? Que ni la más arriesgada de las decisiones deben darte miedo si la tomas con seguridad. Yo amo a Edu y cada día estoy más segura de ello; cada día que llega con esa radiante sonrisa que parece que no me ha visto en años, cada caricia que provoca escalofríos en mi piel y cada mirada que me desnuda el alma.

Dice mi padre que la vida no puede llevarse por impulsos y estoy totalmente de acuerdo con ello; mi primo aprendió que toda decisión tiene una consecuencia pero decidió afrontarla, porque lo deseaba con toda su alma. Hoy somos felices, no sabemos lo que nos depara el futuro pero sé que juntos conseguiremos lo que nos propongamos. Porque aprendimos a necesitarnos, necesitamos tenernos y tenemos lo que deseamos.

Vaaaale, contamos con la complicidad de mi tía Julie que nunca le dirá a mis padres que compartimos esa zona anexa a su casa; sólo nos pide extrema precaución, ante lo que Edu se pone rojo como un tomate como si le avergonzara que su mamá supiera de su sexualidad. ¿Mis padres? Pues tienen planeado venir a vernos y supongo que, poco a poco, irán dándose cuenta que esto no es una locura de dos amantes, sino el amor de dos locos. Loca por Edu, loco por mí. Por otro lado, hablamos muy seguido con mi abuela y tengo la impresión de que sabe mucho más de lo que dice, pues no hace sino preguntarme si mi primo me cuida bien y que solo quiere mi felicidad… Nunca desestimes la sabiduria por encima de la inteligencia; las arrugas son virtudes de la memoria.

Y Josefa, mi querida Pepa… Tenemos planeado visitarla y Edu no deja de insistir en que debería tratar de retomar la relación, al menos familiar, con ese hermanastro suyo. Por supuesto, Josefa se niega a remover el pasado. Pero mi querido amante de pícara sonrisa es tan cabezota como yo. Pero eso, amigos, ya es otra historia…