Un regalo de cumpleaños
El otro día mi chica estuvo de cumple. De regalo hice que viese cumplida una de sus fantasías: Que un grupo de extraños la follaran por todos lados.
Era el cumpleaños de mi chica. Quería prepararle un regalo especial. Algo que no olvidaría nunca. Conocía sus fantasías. Esas perversiones que rondan nuestras cabezas con cierta frecuencia y que no nos atrevemos a confesar y mucho menos a poner en práctica. A ella no le tocaba trabajar ese día, así que sabía que iba a estar en casa, haciendo cosas. Como todos los años recibía de mi parte un precioso ramo de rosas rojas, símbolo de mi amor y pasión por ella. Normalmente los acompañaba de algún detalle adicional, como bombones o algún muñeco de peluche. Las encargaba y alguien se las llevaba a casa. Pero este año la sorpresa iba a ser especial. Yo estaba en la oficina, por lo que tuve que esperar con paciencia a que fuera una hora prudente para llamarla y felicitarle por teléfono. A eso de las 11 la llamé. Le dije lo mucho que la quería y que este año iba a tener un regalo muy especial. "Eres mía, me perteneces, y por eso quiero que me obedezcas y sigas al pie de la letra mis instrucciones", le dije. "Tengo una sorpresa para ti, pero debes ganártela." Ansiosa me preguntó qué era y qué debía hacer. "Tienes que tener paciencia y no discutir mis órdenes ni poner en duda lo que te mande". Yo sabía que a ella le daba mucho morbo sentirse sumisa, ser un objeto sexual, una pertenencia a las órdenes de su amo, sentirse una puta viciosa a la merced de la otra persona. "Quiero que te pongas el vestido rojo de látex que tanto me gusta y que no te pongas bragas. Por ahora nada más. Recuerda que eres mi esclava y una puta viciosa. Te amo y me perteneces, así que harás todo lo que te diga." "Sí, mi amo, haré todo lo que me ordenes. Soy tu puta esclava", dijo con la voz alterada de excitación. Colgué el teléfono. El plan estaba en marcha. Mi chica se arregló, se puso sus pinturas de guerra y con una gran excitación que notaba en su chocho humedecido ciñó a su escultural figura ese vestido de látex rojo tan sexy, por supuesto sin bragas. Pensaba que yo iba a aparecer por casa, que esa sería la sorpresa... Al cabo de media hora llamaron al timbre. Miró a través de la mirilla de la puerta. Sólo se adivinaba un gran ramo de rosas rojas. Abrió apresuradamente, pensando que era yo, con la intención de echarse encima de mí, de besarme todo el cuerpo. Había imaginado tirar el ramo al suelo, bajarme el pantalón y chuparme la polla en la misma puerta. Su expresión cambió de repente. Su rostro se volvió rojo de vergüenza. Allí estaba ella, medio desnuda delante de un extraño que portaba un gran ramo de rosas. Se trataba de un chico más bien joven. Alto, con buena figura, moreno de tez y sonrisa amplia y pícara. Vestía una camiseta negra brillante, ceñida al cuerpo que marcaba perfectamente unos pectorales muy marcados, donde podía leerse "Feliz cumpleaños, soy tu regalo, puta". La primera reacción de Mari fue cerrar la puerta de golpe, pero recordó mis palabras y tragó saliva. Lo cierto es que un calor extremo subió por su cuerpo al ver a ese chico. No pudo evitar fijarse en lo atractivo que era, en ese torso marcado que le ofrecía un regalo de carne y hueso, expresando de forma literal lo que sentía en ese momento... que en el fondo se sentía una puta viciosa. Aun paralizada por la impresión pudo bajar la mirada y observar que el chico llevaba un pantalón vaquero muy ceñido, que adivinaba un gran bulto deseoso de liberarse. El chico extendió la mano, entregándole una nota escrita por mí y sonriendo le dijo: "soy tu regalo, pero no soy la única sorpresa, lee esto." La nota iba pegada en una pequeña bolsa de plástico. Era una nota escueta que decía: "abre la bolsa cariño, ponte el antifaz que hay en ella, y ponte de espaldas a la pared con los brazos en alto. Ya recibirás más instrucciones". Mari estaba excitada. Sorprendida y a la vez muy cachonda. No dejaba de pensar en lo bueno que estaba ese chico y la oportunidad que iba a tener de disfrutarlo. Se puso el antifaz, colocó los brazos en alto, situándose pegada a la pared y respiró hondo esperando las más que probables caricias que iba a recibir. A pesar de tener el antifaz cerró los ojos y esperó. Oyó cómo el chico abría el grifo de la cocina para llenar un jarrón y poner las flores en agua fresca, haciéndola sufrir un poco. Sabía que en cuanto oyese el ruido del jarrón colocándose en la mesa empezaría el espectáculo. Eso le excitaba. Estaba ansiosa y nerviosa esperando ser usada sin poner resistencia. Al poco pudo oír ese sonido esperado. El jarrón ya estaba en su sitio. Sintió unos pasos hacia ella. El chico se detuvo frente a ella. Noto una respiración profunda. Un cierto jadeo de excitación y un olor suave y sensual a colonia mezclado con aroma de hombre, posiblemente de una polla húmeda recién liberada. Qué excitada estaba. Tanto que se retorcía un poco antes de sentir ningún contacto. Sintió un aliento en su oído, de unos labios que se acercaron suavemente a su cuello humedeciéndolo. El chico sabía besar. Lamía con ternura su cuello erizado de sensaciones. La lengua del chico recorrió ese cuello supersensible hacia su rostro acercándose a su boca, que ya estaba abierta y con la lengua solicitando compañía inmediata. El repartidor le besó con fuerza mezclando sus lenguas, mientras con sus fuertes manos comenzó a recorrer su cuerpo suavemente desde las caderas hasta esas montañas de sensibilidad, con la hierba erizada y la cima marcada de sinuosas protuberancias duras como piedras. Notaba el cuerpo musculoso del chico, mientras le apretaba los pechos y pellizcaba sus pezones a punto de reventar de excitación. Quiso bajar los brazos y tocar. Disfrutar de ese tremendo cuerpo, pero el chico no le dejó. "Debes aguantar. Tu amo lo quiere así", le dijo. "No sé si podré, creo que me voy a correr ya", dijo ella. "Puedes hacerlo, esto sólo es el principio". Las manos del chico ya conocían todos los rincones del cuerpo de Mari, ya desnuda por completo, cuando sonó el teléfono. Era yo. "¿estás disfrutando puta mía?" le dije. "Uf sí, esto es una pasada, te quiero, soy tu puta viciosa y haré todo lo que me pidas, amo mío". "Ahora van a llamar a la puerta. Quiero que sin sacarte el antifaz la abras y dejes entrar a quien llame, no cortes la llamada ya que en realidad es una videollamada y quiero ver todo lo que te hacen". Mari protestó levemente, aunque esa idea le excitaba todavía más y ahora ya no sentía pudor puestos en materia. El timbre sonó. Mari, desnuda, se acercó a tientas a la puerta y la abrió, con el antifaz puesto. Nadie dijo nada. Pero sintió como entraba alguien. Más de una persona. La agarraron de ambos brazos. Cerraron la puerta y la llevaron en volandas al dormitorio. Aquello era una pasada, pensó Mari. El corazón le iba a tope. Allí estaba ella, desnuda en su casa, con los ojos tapados y con gente desconocida abusando de ella. Como si fuera un simple objeto sexual, una puta viciosa... ¡qué morbo le daba aquello! Ya en el dormitorio la tumbaron en la cama, boca abajo. Alguien puso música lenta de fondo y encendió unas velas aromáticas. Le dieron a beber una copa de vino muy frío, albariño. Eso le hizo desinhibirse un poco más, si ya no lo estaba. Sintió cómo le ataban las manos y los pies a los extremos de la cama. Estaba a merced de esos extraños. Sin poder ver absolutamente nada, pero sí sentir unas sensaciones inmensas de morbo y placer. Mientras unas manos acariciaban sus piernas ascendiendo hacia sus nalgas, notó como otras manos recorrían su espalda hasta centrarse en el lateral de sus enormes tetas, frotándolas con firmeza mientras ella levantaba un poco su cuerpo para que se las pudieran agarrar completamente Al mismo tiempo comenzó a oler un aroma que conocía. Olía a miembro masculino. Un olor fuerte a polla húmeda. Notó cómo esa polla le rozaba los labios. Esos labios que se abrieron con la esperanza de gozar de ese tacto que tanto le gustaba. Era una polla gruesa, que empujó sus labios a abrirse más de lo que lo habían hecho. Estaba dura, firme y podía notar un sabor a vino y semen cuando con su legua saboreó aquel musculado miembro. Lo chupó hasta el fondo, babeando de placer y de la dificultad de meterla entera en la boca. Alguien le estaba chupando el culo, recorriendo su ano de forma circular para acabar introduciendo la lengua, dura, como un pene, en su agujero supersensible ya y relajado a la espera de verse relleno como un pavo en navidad. Unos dedos expertos se introducían por su vagina a la búsqueda del punto G, sin olvidarse de ese clítoris tan agradecido, que hacía brincar de forma incontrolada todo su cuerpo con cada caricia. Mari no pudo aguantar más y se corrió de placer, con la enorme polla en la boca, y sintiendo varias manos en su cuerpo, disfrutando de sus sinuosas curvas. La polla empezó a entrar y salir con mayor rapidez en su boca, ella notaba como estaba cada vez más dura, los huevos ya no rebotaban en su barbilla, porque estaban demasiado duros. Exhausta del pacer recibido sólo pudo mantener la boca abierta a la espera de esa leche templada que tanto deseaba tragar. Por fin la polla soltó toda su carga en la boca de Mari, que se la tragó a duras penas mientras limpiaba con su lengua el generoso miembro. Yo veía toda la escena en mi teléfono. "eres una puta viciosa. No creas que esto ha acabado, porque una vez que reposes un poco van a seguir usándote como una perra." "Como tú digas mi amo", dijo Mari totalmente sumisa y complacida. Los invitados desataron a Mari. Le dieron la vuelta, atándola nuevamente a la cama, pero boca arriba. Notó como se ponía de rodillas frente a su rostro. Mientras esperaba recibir una nueva polla en su boca se sorprendió por adivinar un olor distinto, aunque conocido. Una vulva mojada y carnosa se restregó en su rostro, hasta llegar al ano. Arriba y abajo, iba notando cómo saboreaba la vulva o el ano, según coincidiese. Siempre había pensado cómo sería ese sabor. ¿Qué se sentiría?. Ahora por fin lo sabía. Sus dudas estaban disipándose. Le sabía a gloria. Pasó su lengua con fruición por ese coño mojado del néctar de la pasión. No sabía qué le gustaba más si el sabor suave y afrutado del chocho o el más dulce y de tacto más duro del culo de la chica. Lo cierto es que le encantaba y hundió su rostro en ese culo maravilloso. Se adivinaba que la chica tenía una gran trasero, sus nalgas eran redondas y carnosas, pero firmes. El coño estaba rasurado, lo que permitía disfrutar de todo su tacto suave y tierno. Mientras experimentaba esta nueva experiencia con una mujer sintió cómo su coño era comido por una lengua nerviosa y ágil, que sabía explorar su clítoris, todavía sensible de haberse corrido. En esta situación insospechada, volvió a correrse, en la boca desconocida (¿hombre o mujer? que disfrutaba de su chocho abierto de par en par para recibir todas las caricias que le llegaban. La chica que tenía encima se movía con gran rapidez, cabalgaba de forma compulsiva, gimiendo y gritando como una posesa, hasta correrse finalmente en la boca de Mari. Sintió la excitación de hacer vibrar el cuerpo entero de una mujer con un simple toque de su lengua, maliciosamente golpeando el clítoris tras la tremenda corrida. La chica no se amilanó y aunque brincaba con cada roce en si clítoris movía su culo formando círculos alrededor del rostro de Mari para sentir cada gota de placer que recorría su cuerpo. De repente, la chica se levantó. Mari se sintió desnuda y sola ante el peligro. Sin saber cuál era el siguiente paso. Una polla grande empezó a entrar en su coño, ya rendido al éxtasis. De forma compulsiva ese pene entraba y salía en el chocho de Mari, mientras unas tetas duras y turgentes recorrían ahora su rostro. Una nueva polla, esta más pequeña, pero musculada y también gruesa, sustituyó a las enormes tetas de la invitada. Mari tenía una polla en su coño y otra en su boca, moviéndose de forma acompasada, ahora más despacio. Se sentía ya una absoluta guarra, una perra viciosa, sumisa y complaciente. Y además le gustaba. Uf cómo le gustaba. Antes de que volviera a correrse ambos penes se separaron. La desataron y la pusieron a cuatro patas. Oía cómo la chica le decía lo perra que era mientras le sobaba las tetas. Le avisó de lo que venía. "Ahora te van a follar por detrás, te van a meter una polla enorme en tu coño mientras otra polla algo más pequeña te llena el culo de leche. Para eso tienes que dejar que el repartidor que ya conoces se ponga debajo de ti. El te meterá su polla en tu coño de guarra. El que te va a dar por el culo es otro chico parecido al que has visto. Seguro que te gusta cuando lo veas. ¡Ah! y abre bien la boca porque otra polla te va a llenar de semen tu lengua y tu garganta mientras te follan por todos lados" Eso prometía. Mari creía que ya no iba a ser capaz de correrse más. Pero la idea de verse follada por todos lados le atraía mucho y en la situación que estaba viviendo el cansancio ya no importaba. A cuatro patas, abrió el culo todo lo que pudo, esperó a recibir esa polla ya conocida en su coño y pensó "soy una puta viciosa". Aquello era una sensación extraordinaria. Mucho mejor de lo que había pensado. Se sintió una zorra, una perra perversa follada por todos lados. No era capaz de distinguir cuál de las sensaciones le gustaba más. Su coño se derretía ante cada embestida de aquella enorme polla. Su culo estaba completamente lleno de otra polla que entraba y salía sin ya dificultad. Su boca se relamía con cada lametazo a la tercera polla. La saboreaba como si fuera un enorme caramelo lleno de sabores perversos. Recorría con la lengua aquel miembro para recordarlo en cada sueño que tuviera. Sus labios se aferraban a cada centímetro de carne que quería entrar y salir. Ella quería tenerla entera en su boca, hasta sentir los huevos en sus labios. Quería chupar el jugo que salía de aquel tremendo instrumento sintiendo en toda la superficie de su boca cada vena y aquella piel suave y tensa. Sin moverse, como si fuera otra lengua más, como si fuera una parte de ella. Se aferraba a aquella polla, sin soltarla, recibiendo los impulsos cada vez más frenéticos en el culo y el coño. Aquellos dos tíos se iban a correr dentro de ella. Abrió todavía más las piernas, dejó que ellos se movieran. Sólo recibía las embestidas, esperando esa leche caliente y abundante dentro de ella. La cama parecía que se iba a romper, así como el cuerpo de Mari, cada vez más contorsionada. Notó cómo un líquido caliente entraba en su coño. Ella apretaba el pene con su vagina, para exprimir hasta la última gota de su leche cálida. En ese momento notó cómo el otro tío se corría en su ano. Notó cómo la leche salía por su culo mojando también su coño que ya no sabía distinguir de quién era aquel fluido. En ese momento dejó que la polla de su boca se moviese para soltar también su leche. Agarró los huevos del chico, chupó con desesperación arriba y abajo buscando más líquido en su cuerpo. Ya era una experta, la leche fluyó a borbotones inundando su boca. Mari cayó rendida boca arriba. Alguien le sacó el antifaz. Era yo. Que había llegado hacía rato. El tiempo suficiente para ser el que llenase su culo de semen. Le acaricié con ternura. "Muchas felicidades cariño. Espero que te haya gustado mi regalo. Lo eres todo para mí. Espero que esto sea el principio de un amor más fuerte y de lograr compartir cada vez más fantasías y experiencias perversas." "Siempre serás mi amo y yo tu esclava. Siempre te amaré" me decía Mari, antes de despedir a los dos chicos y la chica que le había traído de regalo. Eran gente con la que había hablado en la página de contactos y que habían aceptado participar en la fiesta. También ellos habían disfrutado. Seguro que no sería la última vez que nos veíamos.