Un reencuentro para siempre

Alejandra y Daniela se reencuentran luego de 3 años pasado el año de coronavirus. Sus vidas han cambiado mucho, y qué mejor forma de conocerse de nuevo en una noche de pasión y grandes sorpresas. Espero sea de su agrado esta mi primer historia basada en una fantasía propia.

“Te voy a comer a besos, preciosa”, le decía excitada a su amada Alejandra.

Juntas estaban de pie, una frente a la otra, cerca, bien pegadas, con sus cabellos largos enredados, sus labios húmedos y sus bocas jadiantes. Daniela abrazaba a Alejandra mientras acariciaba su espalda, su cabello lacio y pelirrojo y su trasero redondo y bien torneado.

“Te he deseado desde hace mucho tiempo, bebé, desde que me contaste sobre ti”, decía entre susurros entrecortados Daniela. “Siempre quise conocerte y estar cerquita de ti, y el hecho de que hoy me hayas invitado a venir me hace muy feliz… te tengo solita para mí”.

Alejandra había encontrado el número antiguo de su amiga Dany, la que siempre quiso y le gustó. Dany, ella , tan sexy, delgadita, divertida y cariñosa. Dany, sensual y peligrosa a las miradas de los demás. Cuando se arreglaba definitivamente era la diosa del lugar. Pero lo que a Alejandra siempre le gustó fue su carisma y su personalidad tan loca y divertida.

Ese día decidió ponerle un mensaje a Dany y se presentó como Dany la recordaba. Quedaron para encontrarse en el departamento de Alejandra, la invitó a cenar, y se puso a alistar la cena: Deliciosos rollos de salmón, vino y pan pita, acompañado de aceitunas y queso sería la cena tan esperada y pospuesta.

Perfumó y limpió la casa, como quien espera a un amante. Alistó una mesa con velas y una botella de vino en el centro, y procedió a arreglarse ella.

Esa noche decidió usar un vestido rojo y corto ajustado al cuerpo, un conjunto de liguero, tanga y bra negros, medias de red y unos tacones altos; pintó sus uñas de un rosado fuerte y lo remató con esmalte de escarcha. Se atavió con unas cuantas pulseras, anillos de plata y se maquilló como toda una princesa. Alisó su cabello pelirrojo y se acomodó el flequillo de tal forma que le cubriera su frente. Se perfumó con un aroma dulce y también se había depilado por completo, ya que sabía lo que más quería de su amiga.

Esperó, impaciente y nerviosa, hasta que sonó el timbre de su casa. Era ella, su hermosa amiga Dany... Se apresuró a la puerta y abrió. Al inicio, Daniela se miraba confundida, pero ahí estaba ella, hermosa, con un conjunto de lo más normal pero con clase: jeans de color negro, ajustados y rotos en las piernas, una blusa verde floreada ajustada al cuerpo, su cabello en una hermosa cola de caballo y siempre luciendo aquellas grandes tetas que Alejandra solo soñaba con acariciar, morder y chupar.

“Disculpe… ¿no vive acá…?” preguntó extrañada, pero al mismo tiempo, una luz de entendimiento sobrevino su rostro angelical.

Alejandra se abalanzó sobre ella y la abrazó con gran fuerza…

“Dany, amiga, te estaba esperando ansiosa”, dijo con una voz casi quebrada en llanto. Esa voz suya, que era tan diferente ahora: más dulce, delgada y femenina.

“Pero pero pero… no entiendo nada”, decía Daniela mientras correspondía aquel abrazo de amigas que no se ven desde hace años… años… más o menos unos 3 años.

Alejandra remató el saludo con un gran beso en la mejilla de Daniela y la tomó de la mano, invitándola a pasar.

“Vamos, Dany, pasa, la cena nos espera”, decía Alejandra mientras cerraba la puerta tras de sí y encendía la luz del descanso. “Esta es mi casita, bienvenida y no tengas miedo, que no muerdo. Sigo siendo yo”.

Con esto comenzó a caminar, lo más sensual y femenino que podía, para que Daniela la siguiera a la estancia donde estaba servida la cena.

Daniela venía detrás suyo haciendo uno que otro chiste y riendo, sorprendida del cambio de su amiga Alejandra. “Pero qué guapa estás, se ve que te has esmerado en mejorar y ser más femenina”, decía estupefacta. “hasta te ves mejor que yo, desgraciada”. Y reía antes de concluir que en realidad a ella nadie la superaba.

Esa era la Dany que Alejandra recordaba, tan risueña, alegre y positiva. Esa era la Dany que le encantaba… bueno, que le encanta.

Se sentaron a la mesa y Daniela recordó cuántas veces le había prometido a Alejandra que irían a comer salmón. Pero ahí estaban, tres años después.

Hablaron de todo un poco, de lo que había pasado en sus vidas, de los cambios tan grandes que habían sufrido luego de aquel año del coronavirus. Alejandra le contó cómo luego de eso decidió ser feliz y plena, y dejarse de complejos; le contó como terminó su proceso de olvidar definitivamente aquel viejo amor que solo lágrimas le dejaba. Ella, toda ella, era una mujer nueva y más fuerte, libre y feliz, independiente y positiva. Dany, por su parte, se había separado luego de que su matrimonio no funcionara. Las cosas se habían vuelto muy monótonas y fue insostenible. Ahora vivía sola en una apartamento fuera de la ciudad, en las montañas, ella la chica loca de ciudad, buscó un lugar más tranquilo para vivir.

Bebieron vino y comieron salmón, plato afrodisiaco, por lo que al rato de estar hablando las cosas llegaron a un punto de no retorno. Bastó un roce inintencionado de la mano de Alejandra en el cabello de su amiga. Dany le instó a tocárselo para que viera como lo tenía de suave, luego de tantos años de cuidados exhaustivos. Pero los ojos de Alejandra se encendieron de deseo mientras acariciaba el cabello rubio de su amiga, detalle que Dany no pudo dejar de notar.

“¿Te pasa algo, Alejandra?” preguntó con una voz preocupada, acercando su rostro al de Alejandra para examinarla mejor.

“No, tranquila, solo que creo que se me subió un poco el vino”, respondió Alejandra soltando el cabello de Daniela. Pero de forma repentina, Dany le tomó el rostro con sus dos manos y le preguntó que si estaba segura…

Ante este gesto, Alejandra se dejó llevar y sintió sobre sus labios la respiración de su amiga, ese olor embriagador de vino… y de repente sus labios, tersos y suavecitos.

Se fundieron en un beso apasionado. Alejandra abrió poquito a poco su boca para dar paso a la lengua de Dany, que pedía a gritos paso. Correspondió e hizo lo mismo, pero acercó más el rostro de Dany con su mano, tomando su cabeza por la parte posterior, y acariciando su cabello liso. Era su sueño hecho realidad.

Sonrieron y se pusieron de pie, tomadas de las manos, dándose besos de piquito de cuando en cuando. Se abrazaron y sintieron la ternura del reencuentro nuevamente. Ambas lloraron. Lágrimas bajaban de sus rostros, como quien vuelve a ver a un amante después de mucho tiempo de no verse. Por suerte ambas llevaban maquillaje a prueba de todo.

Pronto esos sentimientos de cariño se transformaron en fuego puro, y se dirigieron hacia la habitación de Alejandra. Dany se soltó su cabello lacio en el camino, y se deshizo de su bolso. Alejandra, por su parte, no quiso matar ninguna magia y se quedó vestida esperando a Dany a un costado de su cama.

Allí, de pie, sintió como su Dany le tomó de las caderas y subió sus manos lentamente, dibujando el contorno de su cintura y su abdomen. “Es increíble lo hermosa que estás, bebé. Me encantas”. Pasó sus manos por sus crecidos senos y finalizó abrazándola nuevamente, y se fundieron nuevamente en un beso apasionado, excitadas, felices, libres.

“Te voy a comer a besos, preciosa”, le decía excitada a su amada Alejandra.

Juntas estaban de pie, una frente a la otra, cerca, bien pegadas, con sus cabellos largos enredados, sus labios húmedos y sus bocas jadiantes. Daniela abrazaba a Alejandra mientras acariciaba su espalda, su cabello lacio y pelirrojo y su trasero redondo y bien torneado.

Comenzó, poco a poco, a bajar el cierre del vestido de Alejandra, y por su parte, Alejandra comenzó a subir la blusa de Dany para dejar al descubierto aquel par de tetas tan hermosas y perfectas. La besaba y acariciaba su trasero, excitada, por sobre aquellos jeans ajustados, y en un momento de descuido se dio cuenta de que su amiga estaba mojada, muy mojada… No aguantaba más, quería tener ese mojado sexo sobre su cara.

“Ahora me tienes para ti, amor, soy toda tuya”, decía con susurros jadiantes Alejandra. “Toda, tuya, completa, la mujer que soy, para ti”. Decía incontrolablemente, mientras Dany pasaba suavemente sus dedos sobre la tela de su tanga negra, ajustada, suave y sexy.

Alejandra, por mientras, ya se había ensañado con el cierre del sostén de Dany, y se apresuraba a deshacerse de él, a como Dany se deshizo finalmente de aquel vestido rojo de Alejandra, dejándola en tan solo su lencería sensual y su cuerpo ahora al descubierto. Ambos, sostén y vestido se hicieron uno solo en el suelo, como ellas más tarde.

Se separó tan solo un momento para admirar aquello… Alejandra, mujer de metro setenta y dos, de piernas redondas, fuertes y bien torneadas, trasero redondo y levantado, bajo aquella cintura delgada y caderas anchas, de senos perfectos y grandes, cabello pelirrojo y largo, hasta la cintura, de ojos verdes color miel y piel blanca sin rastro de un solo vello… ataviada con su sensual lencería negra y sus uñas rosadas, con una mirada que a gritos decía “cómeme ya”.

Ella, frente a aquella mujer despampanante sintió una corriente eléctrica que le recorrió todo su cuerpo, y agua comenzó a fluir como ríos sobre su tanga. Se acercó poco a poco a Alejandra y al oído le susurró, “eres solo mía a partir de este momento”. Lamió el lóbulo de su oreja y la volvió a besar, mientras Alejandra se apresuró a desabrochar los pantalones de Dany, que ya destilaban olor a mujer en celo.

Una vez liberada de sus hermosos jeans negros, que primeramente Alejandra olió profundamente como si fuera el mejor perfume del mundo, Dany se lanzó sobre su amante y la tumbó sobre la cama. Ambas rieron felices, mientras se revolcaban y frotaban sobre las sábanas.

Comenzaron a gritar, decir cosas sucias y a jurarse amor por siempre, se besaban y se lamían el cuello. Se abrazaron y se quedaron quietas por un momento sintiendo la respiración y los  latidos una de la otra. Hicieron una cucharita sensual y Alejandra se quedó en la parte de atrás, abrazando a Dany por unos instantes.

Entonces, Alejandra comenzó a masajear las tetas de Dany, a lo que esta respondió con gemidos suaves de placer. Se volvió para que su amada hiciera mejor su trabajo, y Alejandra chupó, mordió y apretó aquellas hermosas toronjas que llevaban hacia el éxtasis a nuestra amiga Daniela. Pero, pasado un rato, Daniela quiso hacerlo mismo a su amante, y la hizo volverse para zafar su sostén con la boca. Costó un poco de trabajo, pero se logró y fue mucho más divertido para ambas. Y una vez liberada del brasier negro, Alejandra se sintió como lo que siempre había querido ser, feliz, una mujer feliz en los brazos de una linda chica como Daniela, quien comenzó a succionar sus pezones con dulzura y delicadeza. Sentir el cabello de Dany sobre sus tetas y sobre su rostro, sentir aquella succión tan deliciosa, encendieron aún más a Alejandra y se sintió amada por primera vez en mucho tiempo.

“Quiero… quiero hacerlo”, dijo Dany mientras descansaba por un segundo de las tetas de Alejandra, quien sonreía en éxtasis. “Quiero en serio hacerlo, no sabes cuánto, Ale, bebé”, decía, mientras acariciaba la entrepierna de su pelirroja.

Alejandra se acostó sobre su espalda y abrió sus piernas. “Adelante, mi amor”, dijo sensual y mordiéndose los labios, “sabes que soy tuya; todo lo mío es tuyo”.

Al fin Dany, desnuda casi, frotó su cuerpo terso sobre el torso desnudo de su amada, deslizándose hacia abajo y poniendo su cara entre las piernas de Alejandra. Esta, muerta de excitación, cerró por un momento sus piernas sobre la cabeza de Dany para que se consumiera en su sexo, y ella no hizo sino chupar y juguetear con su lengua sobre la tanga de Alejandra, que comenzó a halar con los dientes hasta bajarla por completo.

Allí, frente a los ojos de Daniela, quien miraba extasiada y voraz, apareció el tan ansiado pene de Alejandra, tieso, duro como una roca, esperando ser lamido, esperando ser tocado, y ser acariciado. Aquella visión majestuosa de Alejandra, pelirroja hermosa, con sus tetas y su falo entre sus piernas, con todo su cuerpo depilado y suave, terminaron de convencer a Daniela que esto era lo que quería para su vida.

Acto seguido, se lanzó hacia esa verga, que era no muy grande, tal vez de unos 12 centímetros, a darle placer a su amada. Le hizo sexo oral como toda una profesional, lamiendo por acá, por allá, masturbando con su boca a su amada Alejandra, y Alejandra por otro lado estaba disfrutando la visión de follarse la cara de su amada Dany, siendo ella una mujer trans. Siempre pensó que por ser trans no encontraría a una mujer que la amara, ya que siempre le habían gustado las chicas, y era difícil de encontrar chicas que les gustaran las chicas trans.

Alejandra respondió con gemidos y espasmos incontrolables, retorciéndose de placer en su cama como toda una chica a punto de correrse. Excitada, pidió a Dany que dejara un poquito para su linda conchita, que estaba como loca de poder penetrar. Por esto, tomó a Dany del pelo suavemente y le ordenó detenerse y tumbarse sobre la cama, abriendo sus piernas. Dany estaba empapada en sudor y también en fluidos vaginales.

Alejandra, mirándola con deseo, le quitó suavemente su tanga empapada, que también olió profundamente, y la lanzó a lo lejos. Enterró su cara entre las piernas de Dany y comenzó a lamer, succionar y chupar su clítoris, y sintió como Dany se comenzó a retorcer gimiendo fuertemente de placer mientras decía, “sí, amor, hazme tuya con tu lengua, quiero ser tuya siempre… qué rico, bebé, así, así…” Después, Alejandra se movió de tal manera que su pene quedó sobre la cara de Dany y se fundieron en un 69 muy sensual.

Ambas chicas gemían y se retorcían de placer, felices, libres, plenas. Alejandra gritaba de cuando en cuando algunas groserías y suplicaba a Dany que la hiciera suya, que la hiciera su mujer por siempre, y decidió que era hora de hacer un trabajo más profundo.

Pidió a Dany sentarse, y en ese momento se fundieron en un beso apasionado mientras se decían palabras de amor y jugueteaban con sus tetas.

Alejandra se acostó nuevamente, y pidió a Dany que se sentara sobre su cara. De esta forma, Alejandra comenzó a follársela con la lengua, metiendo más y más profundo su lengua en la vagina de Dany, a lo que esta respondió con gemidos más pronunciados y un baile rítmico sobre la lengua de Alejandra, quien de vez en cuando chupaba el clítoris de Dany, toda su parte genital e inclusive el hoyito de su culo, a lo que Dany no mostró resistencia. La tomó de las caderas y la masajeó hacia adelante, insinuando un cambio de posición para podérsela follar finalmente con su verga…

Dany se movió lentamente y se sentó sobre la polla de su amada, subiendo y bajando paulatinamente hasta que quedó ensartada. Alejandra, cadenciosamente comenzó a moverse de arriba abajo, y el sonido de piel con piel resonó en toda la habitación. Dany gritaba de placer montando a su mujer, siendo la chica dominante a un 100% en ese momento. “Eres mía, perrita”, le decía entre gemidos. Al cabo de 3 minutos, el cuerpo de Dany se tensó, dio un chillido de placer y Alejandra sintió como la inundación de fluidos recorría su vientre y su entrepierna.

Rendida, Dany se acostó al lado de Alejandra y suspiró en relajación absoluta… “nunca había sentido algo así, Ale. Me encantó…” “Y ya sé que quieres tu”, dijo al cabo de unos segundos, “y yo te lo voy a dar, bebé… te haré mi mujer, mi chica”.

Dicho esto, le apretó una nalga a Alejandra y acarició su raja con la otra mano. Le ordenó ponerse en cuatro y comenzó a realizar un trabajo con su lengua por todo su culo, desde las nalgas hasta darle un delicioso beso negro a su amada. Metió y sacó su lengua del ano de Alejandra varias veces, a lo que ella reaccionó con gemidos y pidiendo más. Acto seguido, se puso lubricante y metió uno, dos, tres dedos en el ano de Alejandra, y de esa forma se la folló, excitada y expectante, mientras que Alejandra se corrió como antes nunca y decidió que ahora, cada día, querría sentir un beso negro de su chica, y si fuera posible, que se la follara.

Ambas chicas, rendidas, se acostaron una junto a la otra y se abrazaron, felices, en una prolongada cucharita que las trasladó a un sueño profundo. Claro está, antes de dormirse, se dieron un último beso, sensual y apasionado, para dormir como si acabaran de nacer.

Al cabo de los días, decidieron vivir juntas y comenzar una relación de noviazgo formal. No les importa ya salir por ahí a la calle tomadas de la mano a dar un paseo, ni vestirse iguales para ir al gimnasio, ni referirse una a la otra como su novia.

“Eres lo que siempre soñé, Dany, gracias por estar”, le decía con lágrimas en los ojos una tarde de verano, viendo el atardecer en la playa, y ambas vestidas con su traje de baño de una pieza, abrazadas sobre la arena.

Aquel hombre que alguna vez Alejandra fue era un recuerdo fugaz en la mente de Dany… pero igual lo hubiera amado, ya que desde siempre ella estuvo enamorada, profundamente y en secreto. Por esto quizás, le fue más fácil aceptar y amar a Alejandra como tal. Era su mujer, su novia y su amante. No podía pedir nada más. Era la misma persona que conoció, solo que con envoltorio diferente.