Un recuerdo de mi juventud

Un hombre adulto recuerda cómo descubrió el sexo de joven y cómo perdió la virginidad.

UN RECUERDO DE MI JUVENTUD

Para Lara, mi más fiel lectora.

Ahora soy adulto, tengo 48 años y sé mucho de sexo, como satisfacer a una mujer, cómo llevarla al clímax follándola bien. Pero claro, como le pasa a todo el mundo, hubo una época en la que no tenia ni idea de sexo.

Bien joven espiaba a mis compañeras de clase cuando se duchaban después de la clase de gimnasia. Por aquellos años los chicos y las chicas teníamos clase de gimnasia en días separados. En aquel entonces no tenía ni idea de porque hacían eso en mi colegio, pero claro, ahí estaba el motivo. Aunque a esa edad una mujer no ha desarrollado del todo su cuerpo, no le han crecido bien los pechos y las curvas casi no se aprecian, a mi me encantaba verlas desnudas mientras el agua caía sobre su cuerpo menudo y su rajita casi sin pelo se mojaba.

Se me ponía dura como una piedra pero todavía no me había empezado a masturbar. Solo me rozaba con el pantalón del chandal que llevaba y me daba mucho gusto. Cómo al día siguiente los chicos teníamos gimnasia ya me preparaba y me ponía la ropa adecuada.

Cuando terminaban de salir aquel día las chicas del gimnasio y se dirigían a la ducha, me escondí donde solía hacerlo siempre y noté un golpe en la cabeza. Una colleja que decíamos entonces.

-¡Luis!, me gritó Ricardo, mi profe de mates. ¿Qué haces espiando a tus compañeras en las duchas?

-Nada señor. Laura, que me ha dicho que le llevara una sudadera que ella se había dejado en clase.

-¿Una sudadera? Tú lo que eres es un pervertido, me dijo. ¡Al despacho del director ahora mismo!.

Me acompañó él mismo hasta el despacho del director. Entramos y cerró con fuerza la puerta.

-Su profesor de matemáticas me ha contado que otros profesores le habían pillado mirando las duchas cuando sus compañeras estaban allí y Ricardo no podía creérselo al principio hasta que no lo ha visto con sus propios ojos. Dijo el director muy serio con sus manos apoyadas en la barbilla.

Se cayó un momento y luego continuó hablando:

-Por el momento no le diré nada a sus padres, pero debe saber que en este colegio no toleramos ese comportamiento con sus compañeras ni con nadie. Estará castigado las próximas dos horas todo lo queda de semana por lo que se perderá varias clases y dé gracias a que todavía queda bastante curso, sino tendría que repetir.

Ricardo apoyó su mano sobre mi hombro. Parecía que me apoyara por el momento, aunque no lo entendía porque era él el que me había llevado al despacho del director.

El propio Ricardo me acompañó hasta un aula donde había un par de alumnos más castigados. Repasaban o hacían que repasaban sus libros. También esta allí Sofia, la chica más guapa de la clase, a la que no había visto al entrar, sentada al fondo del aula.

-Hombre, ha llegado Luis el empollón de su clase. Dijo con tono burlón. Sabía que para nada era el empollón de la clase.

Me senté al otro del aula para no tener que hablar con ella. Abrí un libro y me olvidé de todo.

Al cabo de un rato oí una respiración trabajosa. Era el chico con gafas que estaba en otra clase del que ni siquiera sabia su nombre. Su mano bajaba y subía bajo el pupitre. Sin duda estaba haciéndose una paja.

Sofia se giró al oírle y se quedó mirándole.

El chico estaba acelerando el sube y baja. Estaba a punto de correrse.

-Será cerdo el tío, dijo Sofia.

Como si hubiera habido una epidemia, el otro chico que estaba también castigado empezó a meneársela.

-Vaya par de cerdos, joder. Me voy de aquí.

-¿Podrías enseñarme las bragas? le dijo el chico mientras se la meneaba.

-Ya está. Se acabó. Me largo de aquí.

Sofia se levantó y se fue a la puerta del aula e intentó abrirla, pero estaba cerrada por fuera.

El chico se acercó a ella y le levantó la falda. Sofia intentó apartarse y él eyaculó justo en ese momento.

-Aaaaaaah, que cerdooooo.

Yo miré al otro que hacia tiempo que se había corrido.

El chico se sentó en el suelo del gusto y se quedó sonriendo con cara de idiota.

Se limpiaron los dos la leche que habían derramado. La falda de Sofia casi se mancha pero no lo hizo por poco.

Después de aquello nos dejaron salir del aula.

Esa noche habiendo aprendido cómo hacerse una paja correctamente, me la meneé por primera vez. Estuvo bastante bien.

Terminó el curso y suspendí. Mi hermana, que había repetido anteriormente curso y aunque me sacaba un año estaba en mi misma clase, también suspendió.

En lugar de ir a la playa ese verano, mis padres nos castigaron a ir al pueblo con mis tíos. Les ayudaríamos en la granja y también tendríamos que estudiar para recuperar el curso y no tener que repetir.

Mi padre nos llevó al pueblo y nos dejó en su casa. Era una casa de campo, grande. Tenían bastantes animales y una huerta bastante grande también.

Nos bajamos del coche y allí estaban mis tíos esperándonos. No los recordaba bien, creo que como vivían en el pueblo solo los había visto dos o tres veces cuando era muy pequeño.

Mi tío era alto, barrigón y con un buen mostacho. Mi tía un poco más baja con una buena tripa también y caderas anchas. Se adivinaba que debía tener un buen trasero.

Nos ayudaron a instalarnos en una habitación con dos camas junto a la suya y sacamos nuestras cosas. Antes nos dijeron que cenaríamos a las 8 y media.

Nos nos dejaron ayudarles a preparar la cena, no sabíamos que al día al siguiente madrugaríamos un montón. Imagino que por eso nos dejaron descansar.

A las 6 de la mañana abrieron la puerta y nos despertaron. Jolín, si ni siquiera había amanecido, pensé.

Bajamos a desayunar. Habían preparado huevos fritos y tocino. Menudo desayuno para coger fuerzas.

Después nos llevaron hasta donde tenían los animales. Nos dieron ropa adecuada y unas botas grandes.

Lo primero fue limpiar la mierda de los cerdos.

Menudo verano nos esperaba...

Dos horas después estábamos exhaustos. Las gallinas que correteaban por allí nos habían molestado un poco, pero ya casi habíamos terminado.

Nos sentamos en una piedra grande a modo de escalón que estaba junto a una chimenea. En eso que un cerdo se puso a montar a una hembra.

-Que asco, dijo mi hermana. Qué guarros son.

-Es que son cerdos hermanita. Su propio nombre lo dice.

-Pero fíjate lo que están haciendo.

-Tú también lo harás algún día, le dije sonriendo.

-Estas loco.

Le di un golpecito en el brazo y nos fuimos de allí.

Estábamos muy cansados por lo que después de cenar nos fuimos pronto a la cama.

Yo no podía dormirme aunque mi hermana dormía como un tronco. Roncaba y todo.

El termómetro que teníamos en nuestra habitación marcaba 40 grados. Así era imposible dormir. No sé como ella podía hacerlo.

Estaba mirando el techo sin saber que hacer para conciliar el sueño cuando oí un ruido. Era como una especie de gruñido. Acerqué el oido al aire y eran dos gruñidos. Me recordó al principio a los cerdos haciéndolo cuando los vimos esa mañana.

Me picó la curiosidad y me levanté de la cama. Estaba claro que ya sabía de que se trataba.

Llegué hasta la habitación de mis tíos y los vi. Estaban desnudos. Mi tío sobre mi tía empujando. Su culo gordo se movía atrás y adelante. Ella le agarraba la espalda y gemían como los dos puercos de esa mañana.

Era la primera vez que veía follar a dos personas en la vida real. Había visto muchas escenas eróticas en películas y eso, pero nunca en vivo y encima tan cerca y además que fueran mi tíos.

Me quedé plantado allí como un idiota viéndoles hacerlo. Como él estaba encima de mi tía y ella le agarraba, sin duda no podían verme.

Quería quedarme allí para siempre viendo aquello, pero entonces mi tío empezó a gemir más fuerte y acelerar el bombeo y me di cuenta de que estaban a punto de terminar.

Caminé despacio hasta nuestra habitación y me metí en la cama justo cuando se corrían. Los gritos que dieron hubieran despertado a un muerto, pero mi hermana seguía roncando como si nada.

Mi tía entró primero en el baño y orinó. Tenía la puerta abierta por lo que se oía todo. Después entró mi tío y también orinó. Oí tirar de la cadena, como se lavaban las manos y volvían a su habitación.

Al poco rato estaban roncando los dos.

Imaginadme con 40 grados de calor con una empalmada de aupa y sin poder dormirme. Me fui al baño al asegurarme de los que los tres, mis tíos y mi hermana seguían durmiendo.

Me planté delante de la taza. Me bajé el calzoncillo, era lo único que llevaba puesto y comencé a meneármela. Estaba demasiado seca. Miré alrededor para ver que podía usar pero solo tenían jabón. Con eso bastaría.

Ya bien lubricada mi mano subía y bajaba como si nada. Estaba muy excitado por lo que había visto y oido y esperaba una buena corrida. Tuve que inclinarme por el fuerte orgasmo que tuve. Varios chorros de leche saltaron por toda la taza.

Recuperado de la gran corrida que acababa de tener, me agaché y limpié bien la taza.

Volví a la habitación. Ahora me dormí enseguida.

Transcurrió otra semana y más o menos nos habíamos acostumbrado a las tareas. A lo del madrugón no tanto, pero lo llevábamos como podíamos. Ya se nos daba todo mejor.

Nos acostamos temprano. Seguía haciendo mucho calor. Me había levantado para comprobar que la ventana de la habitación estaba abierta y así era. Entonces volví a oír los gemidos. Mis tíos estaban haciéndolo de nuevo.

Esta vez mi hermana no dormía. Me miraba con cara incrédula. Me encogí de hombros y le señalé con el dedo hacia la habitación.

Me levanté y cogí a mi hermana por la muñeca y casi la arrastré al pasillo.

Nos plantamos delante del umbral de la puerta y allí estaban los dos. Cómo la semana anterior mi tío bombeando sobre mi tía y ella agarrada a sus hombros. Mi hermana me agarraba de la mano y notaba por su respiración que estaba excitándose.

De repente pararon. Mi tío se salió de ella y entonces se cambiaron de postura. Ella pasó a estar encima de él y mi tío debajo.

Nos hicimos a un lado de la puerta justo antes de que pudieran vernos y nos quedamos escondidos en silencio mientras ellos volvían a hacerlo. Mi tía debía estar cabalgando con fuerza a mi tío por los gemidos que daba y por el sonido que hacía la cama.

Antes de que se corrieran volvimos a la habitación. Mi hermana se tumbó en su cama y yo hice lo mismo en la mía.

Me miró y seguidamente metió su mano bajo las bragas y aunque estaba delante de ella empezó a masturbarse.

No podía creer lo que estaba viendo. Suponía que mi hermana se masturbaría igual que yo, pero nunca pensé que pudiera hacerlo alguna vez delante mío.

Yo seguía mirándola y entonces ella se desabrochó el sujetador y lo dejó caer a los pies de la cama.

Se agarraba un pecho con la mano izquierda mientras con la derecha seguía masturbándose. Se encogía de gusto mientras seguía haciéndolo. Para entonces mi polla estaba muy dura y el glande asomaba por encima del calzoncillo.

Nuestras camas estaban muy juntas, lo que hizo que mi hermana se girase hacia mi y mientras se corría se agarró a mi pecho con su mano izquierda.

-Hermanito, me dijo. Hermanito, hermanito, hermanito... así hasta que terminó de correrse.

La situación era super excitante. Sus pechos sudorosos apuntaban hacía mi y había compartido su orgasmo conmigo.

Yo no podía aguantar más. Me quité el calzoncillo y empecé a masturbarme apuntando la polla a mi hermana. Ella me miraba extasiada y acariciaba mi pecho mientras yo seguía meneándomela.

Agarré uno de sus pechos con mi otra mano y ya no pude más. Me corrí sobre los pechos y la tripa de mi hermana.

Afortunadamente mis tíos roncaban y no se enteraron de nuestras corridas. Fui al baño a por papel higiénico y limpié los pechos y la tripa de mi hermana amorosamente. Ella me limpió a mi también. Después de eso me pasé a su cama y dormimos los dos juntos abrazados.

El día siguiente amaneció algo nublado, pero para nosotros fue el más luminoso. Bajamos a desayunar cómo si fuéramos en una nube y nos fuimos a las tareas del campo sin quejarnos.

Ni siquiera habíamos empezado a estudiar.

Mi tía me llevó con ella al establo y mi tío a mi hermana a la huerta.

Me pidió ayuda. Tenía que quitar la tabla, una especie de puerta que tapaba la chimenea y buscar algo dentro, pero no me dijo que.

Le dije que podía hacerlo. Meterme dentro y eso, pero no me dejó.

Con su cuerpo inclinado metiendo la mano en el hueco de la chimenea, su falda se había levantado y me dejaba ver sus muslos gordos y su culo embutido en esas bragas antiguas que llevaba.

Ella se movía de un lado a otro y yo me estaba empezando a poner cachondo. Tenía unos muslos y un culo que uf. Solo de pensar en mi tío dentro de ella me ponía malo.

Enseguida terminó y saco algo envuelto en tela de la chimenea. No sabía que era.

La ayudé a incorporarse y se dio cuenta de que estaba sudando.

Se sentó en la piedra abriendo un poco sus piernas y me dijo:

-¿Qué? ¿Te apetecería darle un tiento a tu tía?

-¿Un tiento?

-Si, un tiento, me dijo. Si te gustaría metérsela a tu tía. Seguro que nunca te has follado a una mujer. ¿Eres virgen, no?

Me moría de vergüenza.

Ante mi asombro se bajó las bragas hasta los tobillos y se abrió del todo de piernas, dejándome ver sus muslos grandes y su coño peludo.

Se separó los labios y me indico por dónde debía metérsela. Como si no lo supiera...

Me hizo un gesto para que me acercase. Sacó mi polla que estaba medio dura y me masturbó hasta que se enderezó del todo.

-Acércate más.

Me empujó hacia ella y cogió mi polla y la guió hasta su coño y agarrando mi culo se la metió del todo. Yo me quedé parado. Estaba idiotizado.

-Vamos hombre, muévete.

Yo obedecí y empecé a moverme dentro y fuera. No tenía ni idea de cómo hacerlo bien.

Ella me ayudaba agarrando mi culo y empujando y sacándome de ella. El roce de sus muslos gordos y su bamboleo me volvieron loco, aparte de claro, estar dentro de su coño.

No duré nada. Debieron ser un par de minutos o tres y me corrí como un loco. Gemí bien fuerte.

Al salirme de ella, desenvolvió lo que había sacado de la chimenea. Era una especia de cazuela de barro. Con el trapo me limpió la polla y ella el chocho. Se subió las bragas y se arregló la falda.

-De esto a tu tío ni una palabra, me dijo. ¿Eh?

-Claro, no, no diré nada.

-¿Qué? ¿Te ha gustado? me preguntó.

-Si. Ha estado muy bien.

-Ha sido tu primera vez y por eso no has durado mucho. Pero no te preocupes tenemos todo el verano para enseñarte a hacerlo bien.

-Si. ¿Todo el verano? ¿Pensaba volver a hacerlo conmigo?

-Y alegra esa cara, no te preocupes. Te he dejado correrte dentro porque ya no puedo quedarme embarazada.

La ayudé a levantarse de la piedra.

-Anda vamos, que tu tío no nos eche en falta.

No entendía que hubiera querido follar conmigo teniendo al tío con el que ya le habíamos visto dos veces hacerlo.

Imaginaba que quizá le había entrado el calentón conmigo y había querido probar a un joven.

Estuve dandole vueltas todo el día al polvo que había echado con mi tía y la verdad es que había estado bastante bien. No estaba delgada, pero era de esa clase de mujeres que estando rellenita, me ponían bastante.

No había visto a mi hermana en todo el día. No sabía que habrían estado haciendo en la huerta. Quizá recogiendo tomates, lechugas, quien sabe.

La respuesta la tendría enseguida.

-Hermanito, me dijo nada más entrar en la habitación. Tengo que contarte una cosa.

-¿El qué? le dije bajando el tono de voz.

-El tío. Que me ha desvirgado.

-¿Qué te ha qué?

-Idiota, que me ha desvirgado.

-Cuéntame. A mi también me habían desvirgado, pero no le había contado nada.

-Estábamos en la huerta los dos. Ya sabes. Tú estabas con la tía.

Follando también, pensé.

-El tío me enseñó a recoger los tomates. Y luego nos cambiamos a recoger las lechugas. Me tocaron a mi. Estaba agachada en el suelo intentando coger una. Él se acercó por detrás y me tocó el culo. Llevaba un pantalón corto. Yo me volví pero sonreí pensando que era una broma.

Me dijo que que rica estaba y ya no me hizo gracia.

-¿Y no te fuiste de allí?

-Qué iba a hacer. Si me iba me encontraría y luego iría con el cuento a papá.

¿De verdad iba a creérmela? Seguro que le había gustado.

-Anda hermanita, dime la verdad.

-¿La verdad?

-Te ha gustado. Nunca habías probado un rabo.

-Bueno...

-Anda sigue contándome...

-El caso es que me levanté para darle un tortazo pero vi que estaba empalmado. Notaba el bulto en su pantalón.

-¿Y qué pasó luego?

-Me dijo que su mujer le follaba bien todas las semanas, pero que necesita probar un coño dulce y joven después de tantos años follando con ella.

-Y tú encantada.

-Estaba nerviosa. Nunca lo había hecho, ya sabes. Pero él se encargó de quitarme los nervios. Me besó en la boca y me metió la lengua. Una vez me besé con Roberto, el delegado de clase, pero aquello no tenía nada que ver. Sabia besar perfectamente y enseguida mojé las bragas. Metió su mano por la raja de mi culo y me puso super cachonda.

-Sigue, sigue.

-Me llevó hasta un lado apartado de la huerta. Bajo la sombra de un árbol había como una especie de rueda de molino. Allí se desnudo él y me desnudó a mí. Conmigo lo hizo muy despacio, sin prisa.

Su polla estaba bien erecta. Rezumaba unas gotitas de...

-Liquido preseminal.

-Eso. Me acarició los pechos despacio. Joder que gusto me estaba dando. Luego se centró en los pezones. Para entonces chorreaba. Ya sabes, mi coño estaba inundado. Se sentó en la piedra y me acercó a él cogiéndome de las muñecas. Muy suave. Parecía un amante. Entonces me hizo sentarme sobre su polla. Me avisó de que me dolería un poco. Me la introdujo despacio y a la vez con un dedo iba masturbándome el clítoris para que me doliera menos. Sentí su polla, la tiene gorda ¿eh? atravesarme. Me dolió un poco, pero joder entre lo húmeda que estaba y el orgasmo que estaba a punto de tener por lo que me hacía en el clítoris fue increíble. Noté como el himen se rompía y la sangre se escurría por mis muslos. Me dijo que no me preocupara y que lo peor ya había pasado. Yo asentí y en unos instantes me corrí con su dedo.

-Me estas poniendo cachondo, le dije.

-Pues hazte una paja mientras, me dijo sonriendo, todavía no he terminado. Cuando el dolor pasó, me agaché más y entonces subí y bajé. Era fácil follar. Solo tenía que subir y bajar. El tío se moría de gusto. Ahora era yo la que se lo estaba haciendo a él. No podía parar de subir y bajar. Enseguida tuve un segundo orgasmo, esta vez con su polla.

Yo había empezado a meneármela delante de mi hermana tal y como ella me había pedido.

-Eres un guarro, siguió riendo y con el relato. El tío me agarraba el culo con fuerza. Nunca había follado hasta ahora, pero sabía cuando estaba a punto de correrse. Su polla se contrajo y se contrajo y entonces, inundó mi coño con su semen. Estaba caliente. Casi quemaba.

-Qué exagerada eres, dije siguiendo con la paja.

-Bueno, a lo que iba, yo estaba tan caliente, tan caliente, qué habiendo tenido dos orgasmos, seguí follándome al tío pese a haberse corrido. No parábamos de gemir cómo dos enloquecidos. Afortunadamente nadie podía oírnos allí y el árbol nos tapaba de miradas indiscretas. Entonces la sacó de repente y me giró apoyándome contra la piedra. Allí a cuatro patas terminó de follarme corriéndose por segunda vez. Nos quedamos sentados en el suelo extasiados y recuperando la respiración. Fue el primer y mejor orgasmo de mi vida con un polvo. No creo que nadie pueda superarlo. Después me limpió la sangre de los muslos y me dijo que me diera una ducha.

-Aaaaah. Justo cuando mi hermana acababa de terminar su relato me corrí.

-Joder hermanito, estabas lleno, me dijo riendo.

Manché un poco las sabanas, pero las limpié como pude. Estaba deseando darle eso mismo a mi hermana. Antes, aún no lo sabía, volvería a follarme a mi tía.

Unos días después de que mi hermana me confesara cómo nuestro tío la había desvirgado, volvimos a oír a los tíos follar. Parecía que no tenían suficiente. Eran bastante ardientes para su edad. Volvimos a dormir abrazados, aunque todavía no me había atrevido a pedirle a mi hermana que nos acostáramos.

Me desperté tarde para lo que acostumbraba. Eran las 8 y mi hermana no estaba en la habitación. Me di cuenta de que estaba medio empalmado. Me estaba tocando un poco la polla cuando oí que tocaban a la puerta. Estiré las sabanas intentado disimular por si era mi tío.

Pero no. Era mi tía la que entraba por la puerta.

Llevaba un vestido de color claro que se transparentaba y pude apreciar que no llevaba ropa interior.

Se sentó en el borde de la cama conmigo. Sus pechos grandes dejaron de bambolearse. Cómo me la había follado medio vestida aquel día no había podido apreciar su tamaño hasta ahora. Aunque estaban algo caídos tenía unos buenos pezones que al verlos, hizo que mi polla se pusiera dura del todo enseguida.

-Veo que ya estas preparado. Me dijo sonriendo. Tu hermana está en el campo con tu tío así que tenemos al menos un par de horas para nosotros solos.

-Tía hay algo que quiero decirte.

-Ahora no, me dijo y casi se abalanzó sobre mi y empezó a besarme con pasión.

Yo estaba muy bruto. No podía parar de besarme y yo aproveché para sobarle las tetas y acariciar sus pezones.

-Esta vez vamos a hacerlo de otra forma, me dijo parando un momento de besarme.

Se sacó el vestido por la cabeza y me cogió una mano y se la puso en el pecho. Con su mano derecha comenzó a hacerme una paja.

-Tienes mis pechos solo para ti. Haz lo que quieras con ellos.

Me agarré a su pecho izquierdo cómo si no hubiera un mañana y comencé a chuparlo. Qué gusto me estaba dando. Ella seguía con la paja y yo comiéndole las tetas.

La cama temblaba por la paja. Estaba tentado a bajar a su coño y meterle un dedo pero no me dejó. Me detuve en sus pechos y enseguida estaba corriéndome. Salpiqué su tripa pero a ella no pareció importarle.

Recuperé la respiración tumbado boca arriba mientras mi tía veía como iba perdiendo la erección.

-¿Sabes? Hay algo que quiero decirte.

-Ahora no muchacho, volvió a decirme haciendo el gesto de taparse la boca con un dedo.

Iba a decirle que seguramente su marido estaría follándose a mi hermana justo como iba a hacer ella ahora, pero no me dejó seguir.

Tumbado como estaba, ella se puso encima mío. Sus muslos a cada lado de mis piernas. Se agachó hasta mi boca y volvió a besarme.

No hacía ni cinco minutos que me había corrido y mi polla estaba otra vez a punto.

Después bajó a mi polla y me lamió el glande con su lengua. Mi tío era afortunado de tener una mujer así. Y ahora era en parte para mi.

Ni siquiera se había limpiado el semen que manchaba su tripa. Después de lamérmela un poco más, avanzó hasta que colocó su coño bajo mi cara. Se lo había depilado un poco, aunque en los 80 no se llevaba depilado, claro.

-Ahora si te dejo que me hagas lo que quieras ahí abajo.

Le metí un dedo torpemente mientras ella me miraba desde arriba con amor. Sus tetas colgaban sobre mi y eran lo más.

Viendo que no atinaba del todo en darle gusto con mi dedo, me guió masturbándose como a ella le gustaba. Me enseñó a hacerlo bien y finalmente le comí el coño como me había enseñado. Se moría de gusto.

Retrocedió a la postura inicial y cogiendo mi polla erecta se la clavó despacio.

Me sonrió y comenzó a subir y bajar despacio.

-¿Te gusta? me preguntó.

-Si tía. Mucho.

-Ahora disfrutarás más. Me harás disfrutar a mi y correrme. Tu déjate llevar.

-Ah, ah, ah. No podía evitar gemir.

Sus tetas se bamboleaban en cada subida y bajada. Sus pezones estaban duros como rocas pero no llegaba a tocárselos porque seguía tumbado y así quería seguir mientras la tía me follaba bien follado.

Ella echaba la cabeza para atrás del gusto que le estaba dando. Ahora por fin la estaba satisfaciendo, no cómo la otra vez que solo me corrí yo.

-Aaaah sobrino. Voy a correrme, me dijo.

Se agarró de mis muñecas para impulsarse mejor y siguió botando hasta que se corrió con un grito bastante fuerte.

-¡Aaaaaaaaaaah! ¡Me corroooooooo! Sobrino, que gustooooooooo.

Yo estaba orgulloso de que mi tía se corriese. Era la primera vez que llevaba al orgasmo a una mujer y aquel verano no sería la ultima, solo que entonces aún no lo sabía.

-Aaaah, cariño, sigue, sigue, sigue.

No se cansaba de follarme. Yo tampoco. Aguantaba mucho después de haberme pajeado.

Aún aguanté un poco más. No sabía ni que hora era. Ni si el tío y mi hermana estaban a punto de volver. Me olvidé de todo y después de un rato más follando, por fin me corrí de nuevo dentro de mi tía.

Nos quedamos así después de terminar. Ella encima mío y yo debajo, aún dentro de ella con mi corrida que empapaba su coño.

Me beso en la boca y ya después se salió de mi.

-Ahora vamos a darnos una ducha. Miró el reloj que había sobre la mesilla y dijo que todavía faltaba media hora para que volvieran su marido y mi hermana.

Nos duchamos juntos y mientras le enjabonaba la espalda, el agua caliente mantenía mi polla medio erecta, le conté finalmente que a mi hermana se la había follado su marido. No se oía demasiado bajo el agua, pero nos entendimos.

-No me extraña. Me dijo. Tu tío anda últimamente muy caliente.

-Pero tú le satisfaces ¿no? Vamos que le contó a mi hermana que folla bien contigo.

-Si. Pero de vez en cuando le apetece probar un coñito joven. Tú ya me entiendes. Así ha aprovechado para desvirgar a tu hermana, porque seguramente que era virgen ¿verdad?

-Pues si.

-Se queda satisfecho y yo se lo consiento. El año pasado se folló a la hija de Ramiro, el de la tienda de ultramarinos. La pobre es tan fea que nunca ha tenido novio y por supuesto nadie se había acostado con ella. Pero de cuerpo no esta nada mal. Y a tu tío se le antojó y se la tiró. Eso si, se rió, se la folló con la luz apagada y cuando iba a correrse la puso a cuatro patas y así terminó.

-¿Y a ti no te importa?

-Hijo a mis 49 años me da igual con quien se acueste tu tío con tal de que luego cuando me tiene que dar lo que me tiene que dar, me folle bien. ¿Tú me entiendes, no?

-Si. No la entendía pero me daba igual a quién se follase mi tío mientras pudiera seguir follándome a la tía al menos lo que quedaba de verano.

Salimos de la ducha y nos secamos mutuamente y nos vestimos. Bajamos a la cocina a comer algo. El polvo me había dejado hambriento.

Un rato más tarde antes de la comida, volvieron mi hermana y mi tío. Mi hermana venía despeinada con lo que se confirmaba lo que me había dicho mi tía. Habían vuelto a follar.

Un silencio sepulcral inundaba la cocina mientras comíamos. Era una cocina grande, de pueblo y por lo tanto podíamos comer perfectamente allí. Si hubieran estado mis padres también habrían cabido.

Acabamos de comer y recogimos los platos y ayudamos a mis tíos a fregarlos. Después de guardarlos nos fuimos cada uno a nuestra habitación a echarnos la siesta. Esta era mi oportunidad.

Nos acostamos en la misma cama aunque estábamos apretados. Mi hermana estaba más guapa que nunca aunque no se había peinado todavía.

-He pensado que si te gustaría tener el segundo mejor orgasmo de tu vida.

-Hermanito. ¿Vas a masturbarme?

-Qué va. Voy a follarte, le dije.

-Joder. Se quedó sin palabras. ¿En serio? ¿Me follarías?

-Ya te digo. No solo va a follarte el tío. Además, yo también me he follado a la tía.

-Vaya familia de pervertidos, me dijo riendo.

Me desnudé y al ver que iba en serio, ella también se desnudó.

-Espera. Se levantó y fue hasta un cajón de la mesilla. El tío me ha follado con precauciones. La primera vez fue a pelo, pero podría quedarme embarazada. Así que la segunda ya lo hicimos con condón.

Las gomas en los 80 no eran tan finas y seguras como ahora, pero es lo que había.

Mi hermana me hizo una rica mamada que hizo que mi polla se enderezase enseguida. Paró un momento.

-Oye hermanito. Yo te conté lo que me hizo el tío. Me gustaría que me contases también tú cómo lo hiciste con la tía.

-Claro, me parece justo. Tu sigue chupándomela y yo te cuento.

Mi hermana siguió con la mamada.

-La primera vez que lo hicimos, aaah, gemía, estábamos con los animales. Yo le ayudé a sacar una cosa de la chimenea y aaaah. Joder que gusto me estaba dando.

-Go te pages, dijo con mi polla en la boca.

-Bueno el caso es que, aaaah, joder hermanita, así no puedo seguir, para un momento.

-Vale.

Tenía una cara de viciosa increíble. Estaba preciosa.

-Se abrió de piernas y me enseño el coño. Previamente se había bajado las bragas.

Mi hermana se sentó en el borde mi cama e hizo lo mismo. Se chupó un dedo y bajó hasta su coño y comenzó a masturbarse.

Yo seguí con el relato. Cómo la primera vez no había durado nada con el polvo, pasé a contarle la segunda vez que lo hicimos.

Ya estaba mi húmeda y yo muy cachondo así que procedimos a hacerlo. Me ayudó a ponerme el condón y la penetré.

Empezamos con un misionero lento. Yo seguí contándole como lo hacíamos y entonces decidió que cambiáramos de postura y ponerse encima de mi.

-Sigue hermanito, sigue.

-La tía me follaba igual que tú.

-Si, siiii, pero igual de bien que yo, eh, seguro que noooooo.

-Aaaah, hermanita, hermanita.

-Dime, ¿quién te folla mejor eh?

-Túuuuuu.

Joder no podía parar de moverme. Mi hermana me llevaba al borde del orgasmo y luego paraba.

Ya no pude más y entonces me salí de ella y la puse a cuatro patas. Ella se agarró al cabecero de la cama.

Empecé a bombearla fuerte, duro, no podía más, quería correrme ya.

-Dime, ¿quién te folla mejor? le pregunté con un hilo de voz. ¿El tío o yo?

-Aaaaaah, no sé, el tío también me folla muy bien, no sé, aaaaaaah.

Yo seguí dandole bien fuerte.

-Hermanitoooo, eres tú, joder, sigue, sigue, sigueeeeeeeee.

-Dime, ¿qué te decía el tío?

-Qué nunca probó un coño como el mío. Ni siquiera el de la hija de Ricardo. Jodeeer que gusto me das cabrón. Ni siquiera el de la tía cuando tenía mi edad. Jodeeer, me voy a correeeeeer.

La masturbé y terminé corriéndome agarrándole las tetas.

Me quedé un rato dentro de ella mientras recuperábamos la respiración.

Luego la saqué despacio. Su coño hizo un bluf cuando la saqué. Me quité el condón y nos tumbamos juntos.

En la otra habitación mis tíos roncaban como troncos.

Menudo verano acabábamos de comenzar. Y yo que pensé que sería un desastre...

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