Un rato para no olvidar
Una joven estaba dispuesta a masturbarse... pero no fue su mano quien lo hizo al final...
Os voy a contar cómo me lo pasé en cierta ocasión, de las muchas que nos sacamos nuestros gustos, con una amiga de la escuela, que estamos muy unidas desde nuestra infancia, no guardamos secretos ninguno, y hemos conocido todas las formas de darnos placer mutuamente, sin llegar al lesbianismo (excepto hoy).
Llegué de la escuela bastante excitada, presentía que "algo bueno" me iba a ocurrir, ya sabéis a qué me refiero cuando digo "algo bueno", me iba a hacer un dedo especial, muy especial, al llegar a casa, en eso es en lo que estaba pensando en ese momento.
Nada más llegar, me encontré con la puerta semiabierta, entonces pensé, una de dos, o hay ladrones, o alguien me ha visto llegar y ha abierto para sorprenderme, pero era imposible, hoy mi familia salía, y estaba sola en casa plenamente, dispuesta a darme los gustos que estaba deseando.
Empujo la puerta y detrás estaba mi mejor amiga de toda la vida, me da un beso que jamás se me olvidará, uno de tantos que sabe darme, me vuelve loca, de manera que me dejo hacer por ella lo que quiera, yo sabía que es lo que quería, lo mismo que yo, así que le aprieto con mis labios y ella me sigue respondiendo, sin detenerse saca una flauta dulce que traía escondida en el pecho y me la empieza a restregar por el culo y el coño a la vez, me hace apoyarme en la ventana observando la calle y ella sigue con sus meneos.
Siguiendo con sus caricias como digo, por encima de mis ropas, cuando ya sabe que no puedo más, se detiene y empieza a darme caricias en las sienes, yo de lo agustito que estaba me empezaba a quedar dormida, tanto del placentero masaje de las sienes como de haberme pasado el instrumento musical por mis agujeros a la vez.
Un segundo antes de quedarme dormida veo que comienza a abrir todas las cortinas y ventanas, no me dio tiempo a preguntar..., me quedé dormida.
No sé cuanto tiempo pasaría, pero una vez me desperté, me encontré con las piernas abiertas, bien expuesta, desnuda de arriba abajo y mi amiga a punto de morrearme de nuevo.
Tras ese beso, me dijo "no hagas nada, déjame hacer a mi todo, tú solo disfruta".
Al poco empezó a acariciarme los escasos vellos que hacía relativamente poco tiempo empezaron a salirme en la vulva, me tiraba de ellos, me acariciaba la vagina en general, empezó a sobarme las tetas, y así pasaba de un sitio a otro de mi cuerpo, yo me relajé, pero estaba empezando a volverme loca del placer, y eso que todavía no había empezado lo mejor.
Así que pasaba de mi clítoris a mis pezones, que estaban empezando a ponerse duros, bien tiesos, me los acariciaba, me soplaba con la boca, su aliento caliente me sacaba de quicio, pero trataba de tranquilizarme, así volvía a mi clítoris, al cual soplaba también, y acariciaba de nuevo mis pezones, sólo mis pezones.
Cuando a ella buenamente le dio la gana, empezó a acariciarme de veras el clítoris, sólo por encima, el dedo iba y venía, siempre por encima, iba... venía... y de nuevo iba... venía..., el placer que sentía era inenarrable, me sentía cada vez más cerca del clímax, sus caricias las alternaba con besos en mi boca, ella seguía vestida, y mi vagina comenzaba a manar fluidos... del placer que sentía
Alguna vez apretó su dedo corazón un poco hacia el interior de mi vagina, pero no lo introducía del todo, yo intentaba "comérmelo" pero ella me decía "quieta", lo único que sacaba era el dedo chorreando de mis fluidos, y así continuaba, haciéndome disfrutar como a una loca, de nuevo volvía a mi botoncito del placer, abría mis labios un poco y lo sacaba a relucir, con pequeños golpes secos pero tiernos me hacía palpitar mi corazón, no cabía de gozo, y de nuevo su boca, su lengua buscaba la mía, me besaba otra vez, dulce y delicadamente.
Después de esos dulces besos bajaba a inspeccionar de nuevo mi mojada vagina, esta vez acercaba de nuevo su cabeza, me abría los labios, investigaba en su interior, con delicado tacto volvía a abrir los labios y me veía todos los líquidos acumulados de tantas y tantas caricias, tantos líquidos que de un lengüetazo que me diera podría saciar su sed, así estaba ya de mojada, y de nuevo, otra vez al ataque, mi clítoris había tomado un tamaño extragrande, mi respiración se estaba empezando a acelerar, me sentía que me corría de un momento a otro.
Me decía lo que le alucinaba ver como latía el interior de mi chochete, palpitaba al unísono con mi estómago, y un requero de placer se desplazaba del interior de mi vagina dirigiéndose hacia el agujero anal, yo lo sentía resbalar, y de haberse podido, también lo hubiera sentido entrar en ese agujero tan oscuro y placentero a la vez.
Pero ella, seguía con su juego, ahora me soplaba el interior de mi vagina, ahora me besaba los pezones, lo imparable estaba a punto de aparecer, pero... se detuvo, yo no sabía lo que hacer, al final me decidí por obedecerla y me quedé quieta, sumida en mis pensamientos, me relajé y cuando más tranquila me estaba quedando, volvió al ataque, esta vez sin pudor, me apretaba el clítoris, lo empujaba hacia el interior de mi oceánico chocho, hasta que por fin decidió introducir un dedo, lo movía lentamente, el placer que obtuve era sublime, la respiración acelerada, mis espasmódicos movimientos eran lo síntomas de mi clímax, y no pude más, agarré su mano, y la mantuve dentro de mi vagina, me corrí y me corrí y me corrí...