Un rapto por amor (4) - FINAL -

Esta es la continuacion de: Un rapto por amor - parte 3, esta vez escrito por mi. Se trata de la dominacion de una mujer en un lapso de tiempo pre establecido por ambos. Al final de ese tiempo, ella decide.

No sé decir con exactitud cuánto tiempo estuve desmayada. Solo puedo asegurarles que en esos momentos soñé con cosas increíbles, con imágenes que nunca había visto, con las sensaciones que aun me hacían temblar al recordarlas en mi piel y todo mi cuerpo. Al despertar, apenas abrí los ojos, una sensación de cansancio total se adueñó de mi. No tenía fuerzas. De alguna forma José me había acomodado en otra posición mas libre, algo estaba diferente y no sabía bien decir qué. Levanté mi cabeza con muchísimo trabajo y me miré.

Mis piernas estaban desatadas. Intenté mover mis manos y pude hacerlo con total libertad. Estaba libre. No podía creerlo. Intenté de inmediato incorporarme y vestirme, pero cuando levanté mi cuerpo de la cama supe el porqué no me había amarrado. Cada movimiento era un sacrificio, un esfuerzo tremendo. Después de un rato logré sentarme en el borde de la cama y apoyando mis temblorosas manos sobre mis rodillas hacia fuerza para incorporarme. Podía sentir entre mis piernas el hormigueo aun de las sensaciones que había sentido y mis muslos y rodillas se aflojaban antes de poder sostenerme. Caí nuevamente sentada sobre el borde de la cama y con un resoplido lamenté que aun con mi libertad no pudiera escapar.

Sobre la mesa de noche, al costado de la cama me di cuenta entonces que había un cartel escrito a mano, un vaso de agua y una píldora. El cartel decía muy claramente. "Toma la píldora, te lo recomiendo. Te amo." debajo firmaba José. Mil ideas pasaron por mi mente. ¿Que era esa píldora? ¿Porque era tan importante que la tomara?. Sobre todo la ultima frase me provocaba ciertas sensaciones contradictorias en mi. ¿José me amaba? ¿Porque el muy desgraciado me tenía allí entonces?

Hasta ese momento José me había hecho cosas que en la vida había soñado o imaginado siquiera. Cada una de las imágenes y sensaciones habían quedado grabadas a fuego en mi memoria. Comenzaba a sentir cierta sensación extraña con José. Era una mezcla de respeto y un dulce temor .. pero no un temor de miedo.. era una sensación de miedo a lo que iba a hacerme, aun sabiendo que estaba totalmente a salvo con él. Unas cosquillas extrañas recorrían mi vientre y sabía que José, aun sin hacerme daño, me tenía preparado algo de lo que no me olvidaría nunca. Miré nuevamente la píldora y sin dudarlo mas me la metí en la boca y la tragué con dos sorbos de agua detrás. Solo rogaba que esa píldora no me durmiera. Deseaba estar despierta para lo que vendría. Un dejo de curiosidad recorría mi mente y la ansiedad me comenzaba a poner nerviosa.

Con muchísimo trabajo volví a intentar incorporarme. Por fin pude llegar al pequeño toilete que había contiguo a la habitación. Me observé en el espejo y casi me desmayo del susto. Mi rostro desencajado, mis cabellos desordenados, notables ojeras en mis párpados, todo mi cuerpo sudado.. era la perfecta imagen del desastre que José había logrado en mi. Utilicé el toilete y cuando me fui a lavar y secar pude observar lo enrojecida y sensible que estaba mi vagina. Después de secarme, me arreglé como pude y regresé a la cama tratando de recuperar fuerzas lo antes posible. Recostada sobre la cama trataba de relajarme para tener mas fuerzas.

Unos minutos mas tarde la puerta de la habitación se abrió. Con gran presencia entró José y la cerró detrás echando dos vueltas de llave y metiendo la llave en su bolsillo. Cuando lo observé supe enseguida lo que seguía. Vestido en una impecable bata de seda azul noche, José se acercaba a mi con paso firme y decidido. Con un poco mas de fuerzas logré ponerme de pie. A dos pasos de mi, José dejaba el vaso de whisky que traía en su mano sobre el mueble. Podía sentir un aroma de perfume muy masculino que provenía de donde estaba el.

-Vamos José.. déjame ir ya...- le pedí

-¿Estas segura que es eso lo que deseas?- me preguntó el sonriente mientras sorbía su trago

-Aun quedan tres horas de tu prueba.- dijo mirando a su reloj

-Quiero irme.- insistí una vez mas

-No, no lo quieres... Porque sabes que estas pocas horas serán mas intensas aun que el resto.-

Algo dentro mío escuchaba las palabras de José e inconscientemente le iba dando la razón. Solo por fuera mi cuerpo intentaba escapar de lo que mi mente deseaba con locura. Mis pezones volviéndose duros nuevamente, mi sexo humedeciéndose, mis manos, inquietas sin encontrar posición hablaban por mi. Sabía que debía intentar escapar, pero también sabía que era inútil.

Por fin mi decisión se produjo, y con la poca fuerza que tenía intenté correr hacia la puerta. Pasé por delante de José sin que él me detuviera, pero cuando llegué a la puerta e intenté abrirla recordé lo de la llave. Miré hacia atrás y vi como José se acercaba inexorablemente.

-Para abrir esa puerta tienes que venir a mi.- me dijo él con voz calmada

Estaba atrapada entre él y la puerta. Miré a ambos lados y no tenía salida. Muy pronto José estuvo tan cerca que mis piernas empezaron a temblar. En un último y desesperado movimiento extendí mi brazo tratando de llegar al bolsillo de su bata. Su mano firme sobre mi muñeca me impidió llegar. Me apretaba con fuerza pero con dulzura. Mi otra mano corrió en auxilio de la primera, pero también fue atrapada por él. Con ambas manos inmóviles lo sentí acercárseme mas y mas. Di un paso atrás pero mis nalgas dieron contra la puerta. Otro paso mas de él y sus piernas se metieron entre las mías y mi cuerpo quedó suavemente atrapado entre la fría puerta y el calor intenso que podía sentir de su cuerpo. Me miraba fijamente a los ojos mientras sus manos llevaban las mías mas arriba de mi cabeza. Me sentía extraña, indefensa, derrotada, pero a la vez sumamente excitada por esa mirada y esas manos que me sostenían.

En un siempre movimiento tomó mis dos muñecas con una sola mano mientras con la otra se quitaba el cinturón de su bata. Quizás hubiera podido reaccionar, pero todo lo que podía hacer era verlo y sentir como mi sexo se mojaba mientras él daba una y otra vuelta sobre mis muñecas amarrándolas una a la otra. Nuevamente estaba amarrada. Mis manos inmóviles e incapaces de defenderme. Los dedos de José recorrían suavemente mis brazos descendiendo hasta mi cuello y mi rostro. Nunca pensé que esas caricias me iban a perder tanto. Ambas manos de José me acariciaban suavemente mientras se acercaban a mis pechos. Mis pezones estaban tan erectos y duros como nunca.

-Ohh.. José... no.. por favooor.- supliqué sintiendo que me perdía

Uno de los índices de José se acercó a mis labios y se apoyó cruzándolos en una dulce seña de silencio. Lo siguiente fue sentir los dedos de José acariciando mis senos con ternura. Pero cuando cerró sus dedos sobre mis pezones una descarga eléctrica hizo que mi cuerpo se convulsionara sobre el de él.

Pero José no se daba por conforme con eso. Sus manos continuaban acariciando todo mi cuerpo. Mi cintura, mis muslos .. mi ingle.. y...

-Ohhh.. no.. no mas...- supliqué cuando sentí sus dedos sobre mis sensibilizados labios vaginales

José parecía no importarle mis suplicas. De hecho parecía complacido mirando mi rostro debatirse con su dedo subiendo y bajando por la ahora empapada abertura mientras yo saltaba con cada contacto. Hice fuerza por zafar de allí pero no pude. La poca energía que me quedaba se iba drenando en cada contacto con los inquietos dedos de José.

En un momento José se apartó de mi, me sonrió y con firmeza volvió a tomar mis muñecas desatándome y llevando mis brazos para nuevamente amarrarlos a mi espalda. Sus manos deslizándose por mis brazos llegaron a mi codo y pude sentir como me llevaba hacia la cama. No me resistí. De alguna forma su firmeza me estaba ganando, me estaba derritiendo. Cuando llegamos al lado de la cama el me soltó, me dio un suave y dulce chirlo en mis nalgas y luego me empujó hacia atrás. Con mis manos atrapadas detrás de mi espalda alzaba mi vista mirando sus ojos brillantes y firmes. El se veía tan imponente desde esa posición que me provocaba una sensación de poder infinito.

Fue entonces que José se acomodó. Mis piernas colgaban por las rodillas desde el borde del colchón, ligeramente abiertas por haber intentado sostenerme. Aprovechando esta situación sentí las piernas de él metiéndose entre las mías y abriéndolas. Todo mi cuerpo palpitaba. Algo muy dentro de mi deseaba que continuara, y por otro lado otra parte de mi se resistía. Las manos de él sobre mis rodillas, subiendo por mis muslos me hicieron ruborizar y el calor subió en mi. En ese momento él tomó los bordes de su bata y con soltura y seguridad se la quitó dejándola caer al suelo.

Mi respiración casi se detuvo. Delante mío, entre mis piernas, estaba el hombre que me había hecho sentir tantas cosas en esas últimas horas. Desnudo y con una erección mas que evidente entre sus piernas, ese hombre me tenía a su merced. Mis rodillas podían sentir el roce con sus velludas piernas. Mis nervios me traicionaban y me ponía tensa y nerviosa sabiendo que José solo tenia una cosa en mente conmigo. Hice el último intento de cerrar mis piernas, pero solo podía sentir sus muslos fuertes y decididos entre ellas.

Una mano de José acariciaba mi monte de venus. Sus dedos enrulando mis vellos, su calor tan cerca de mi sexo me hizo entrecerrar los ojos. Podía sentir como él comenzaba a abrir suavemente sus piernas. Muy dentro mío me debatía en un placer que crecía y me hacía perder la razón. Su mano entonces se posó en mi rodilla. Mis ojos se abrieron sobresaltados de inmediato, solo para verlo avanzar sobre mi muslo. Todas las sensaciones de ese día, todos los orgasmos que me había provocado repiqueteaban martillándome el cerebro. La mano de él se acercaba mas y mas y acariciaba mi ingle.

-Ahhhh..- gemí sin poder contenerme en cuanto sus dos dedos se posaron sobre mis labios vaginales

Me estaba mojando como si un grifo se hubiera abierto en mi. Mis labios mordidos suavemente trataban de contener mis gemidos. Toda mi mente estaba concentrada en esas sensaciones en mi sexo, y cuando José deslizó sus dedos desde casi mi ano hasta mi clítoris mi cuerpo se convulsionó. Suavemente los iba recorriendo, una y otra vez abriéndolos entre sus dedos solo para acariciar cada vez mas dentro de mis sensibles carnes.

Se inclinó sobre mi y abrió sus labios rodeando mi pezón derecho. Mi cabeza se echó para atrás y un fuego me recorrió de punta a punta. Jalaba de mis manos sin remedio mientras que sentía el doble incendio de mis sensaciones en mis pechos y en mi sexo. Con sus dos manos José apretaba mis pechos suavemente lamiéndolos, devorándolos con su inquieta lengua, mordiendo con suavidad mi pezón hasta arrancarme gemidos que jamás hubiera pensado que pudiera emitir.

De repente sentí que a pesar de tener a la vista las dos manos de él, una caricia deliciosamente suave me recorría el sexo de arriba a abajo. Con suaves movimientos de pelvis estaba deslizando su miembro por entre mis labios vaginales. Estaba caliente y suave. Fue en ese momento que desee con desesperación inhumana que me penetrara. Levanté mis ojos algo húmedos hacia él y vi una sonrisa en su rostro. Sin darme tiempo a nada empujó su pelvis hacia adelante y pude sentir como la caliente cabeza de su sexo se hundía.. se deslizaba.. se clavaba deliciosamente dentro mío. Mis ojos y mi boca se abrieron al máximo y en ese momento senti como mi cuerpo se llenaba de un placer infinito. Era una caricia húmeda, suave, caliente que me recorría implacablemente hasta abrirme y sentir su magnitud dentro de mi ser. Un suave gemido se escapó de mi boca en ese momento. Miré hacia sus ojos y supe que él también estaba sintiéndolo muy rico.

Su verga se deslizaba suavemente dentro mío, su piel suave rozaba contra la mía haciéndome sentir el exquisito y delicado roce de nuestros cuerpos. Se movía dentro y fuera de mí con firmeza y delicadeza. Sus manos acariciaban mis pechos y todo mi cuerpo hervía en un torbellino de sensaciones. Odiaba admitirlo pero estaba gozando tremendamente con esa violación a mi cuerpo. Mis dedos se movían inquietos a mi espalda y mis pies se estiraban en reflejo por esa tremenda sensación.

Los movimientos de José eran lentos pero seguros, delicados pero inexorables, suaves pero devastadores. Antes que pudiera darme cuenta mis rodillas se habían abierto mas aún y mis caderas se movían acompasadamente acompañándolo con cada movimiento. Podía sentir el roce de su cuerpo contra el mío y escuchar mis suaves gemidos cada vez que él me metía todo su miembro hasta el fondo.

-Te gusta.. ¿verdad?- me susurró al oído

Mi rostro enrojeció. No pude responder. Estaba disfrutando como una ninfómana, como si no existiera otra cosa en el mundo mas que el cuerpo de él. Gemí muy suavemente en su oído y luego me mordí el labio tratando de contener mi calor. No podía, era mas fuerte que yo.

En ese momento José bajó su cabeza hasta mis pechos y engulló nuevamente mi pezón mirándome a los ojos. Creí que explotaba por dentro. Mis piernas se abrieron al máximo posible y sentí su pubis rozando contra el mío. Bajé la vista y observé lo que no podía creer. Me estaba penetrando hasta el fondo de mi ser y toda esa enorme verga había desaparecido dentro mío. Perdiendo totalmente el control levanté mis piernas envolviéndolas alrededor de la cintura de él y abrazándolo lo apreté hacia mi.

-Uuuuhhhgg- exclamé

-Mas... maaaass.- dije sin poder contenerme

El me miraba y se sonreía. Seguía con sus delicados movimientos de pelvis dentro mío. Yo ya no aguantaba mas. Sentía como un volcán creciendo a punto de estallar entre mis piernas y movía mi pelvis y mis piernas con desesperación.

-¡¡Mas duro amor.. dame mas duro!!- le pedí ya sin poder contenerme

José supo en ese momento que me había derrotado por completo, y yo también lo sabía. Pero en ese momento lo único que deseaba era que me cogiera con toda su fuerza. Mirándolo a los ojos supe que lo amaba mas que a nada en este mundo.

Con sus manos tomadas de mi cintura José comenzó a penetrarme violentamente, salvajemente, sin piedad. A cada embiste de su cuerpo un río de sensaciones desarmaba mi ser y arrancaba nuevas lágrimas de placer de mi rostro. Con empujones violentos y profundos golpeaba sus muslos contra mis nalgas en un sonido que retumbaba dulcemente en mi mente.

Sentía un torbellino de sensaciones en mi cuerpo, una ardiente sensación que me quitaba el aire. Un huracán creciendo en mi interior que amenazaba con llevarme. De repente exploté y con un grito que salió de dentro de mi alma comencé a convulsionar en un paraíso de sensaciones que golpearon mi cerebro con cosas que nunca jamás había sentido. Mi espalda arqueada, mi boca abierta tratando de obtener aliento, mis piernas apretándolo contra mi, todo mi ser estallaba en un orgasmo sintiéndolo aun devastándome con sus embistes dentro mío.

No se cuanto tiempo estuve en el cielo, pero cuando ya no aguantaba mas y creía desmayarme nuevamente, una nueva sensación me hizo llegar mas alto aun. José estaba convulsionando, su pene temblaba dentro mío, se expandía y se contraía deliciosamente arrancándome gritos mas agudos aun de mi garganta. De repente una sensación cálida invadía mi ser. Muy dentro mío sabía que él se había derramado en mi. Pero solo podía sentir amor en esa sensación que me invadía y me llenaba cada poro.

Un rato después, cuando ya las mareas de sensaciones habían descendido José me acarició el rostro y suavemente se quitó de dentro mío. Con mis ojos aun húmedos de las lágrimas derramadas lo miraba, pero esta vez con muchísimo amor.

José se puso de pie delante mío, se volvió a colocar la bata y observó su reloj pulsera. Hizo un gesto de contrariedad y me sonrió. Luego de eso me tomó del brazo y me giró colocándome boca abajo. Con suavidad me aflojó y me desató mis brazos. Casi de inmediato los llevé hacia adelante y los fregué con mis manos por el entumecimiento que tenía.

-Aun falta una hora cielo, pero si en este tiempo no me has amado, no lo harás en una hora mas.- me dijo con ojos dulces

-Toma, aquí tienes la llave. Eres libre de irte ya mismo si deseas. - dijo metiendo la mano en su bolsillo y entregándome la llave suavemente en mis manos

Por un momento observé la puerta, luego lo observé a él. Me puse de pie a un lado de la cama y estirándome dejé la llave sobre la mesa de noche. Giré sobre mi misma y le sonreí mirándolo a los ojos con ternura. Por primera vez con mis brazos libres los alcé y le rodee el cuello.

-Para que irme... si lo que mas quiero está aquí mismo.- le dije abrazándome y refregando mi cuerpo sobre el de él

-Te amo.- me respondió

-Yo también te amo... mi dulce violador.- le dije besándole el cuello

Casi como sincronizados ambos caímos sobre la cama. Su pesado cuerpo sobre el mío. Su peso, su fuerza y su aroma me excitaban una vez mas. Deslicé mis manos sobre su espalda y con suaves movimientos abrí su bata y sentí su piel caliente sobre la mía. Por primera vez, concientemente lo deseaba.

Nuestras miradas se cruzaban diciéndonos todo. Así.. sin palabras tomé el cinturón de su bata y lo quité lentamente. Ante sus ojos encendidos enrollé un extremo en una de mis muñecas y la coloqué encima de mi cabeza. De inmediato sentí como su pene se volvía a poner duro.

-Te amo mi preciosa víctima.- me dijo él

-Y tu.. has ganado tu premio.- le dije besándolo

Nuestro beso fue el preludio de muchos hermosos momentos. Quizás ninguno fuera tan intenso como esas 24 horas con él, pero todos llevaban el amor y las sensaciones de ambos como marca. Y así fue como finalmente me enamoré de José.

-FIN-