Un puto muy legal (3)

Llega el fin (snif) de mi oficio, pero con una fiesta por todo lo alto, en la que por supuesto, habrá depravado sexo con apetitosos maduros a cambio de dinero: "Gimme peace, love and a hard cock!"

UN PUTO MUY LEGAL (3)

por Majsingle82

-¿Así que le quieres?- inquirió Chrissie pensativa.

Resoplé. La vida sin amor es mucho más fácil, más divertida y como dijo el último nuevo rico que me alquiló, más mejor. Había pasado una semana desde el fin-desemana-delrestodemivida que pasé con Carles. ¿O quizás fue el primer día de mi nueva vida? Nueva vida, en la que pueda descubrir qué coños significa "contigo". Y también "anhelo", "desesperación", "celos" y "rutina". ¿Estoy seguro de que quiero esto? Pero es entonces cuando recuerdo tu sexo dentro de mí, tomando posesión con tu sabrosa lefa, con tus orines, marcando tu territorio como si fueras un perro. Mejor dicho, yo soy tu perro.

-¿Tú qué piensas?

-Yo diría que se te hace el culo agua cuando hablas de él. Aún no me has respondido.

-Porque no tengo cojones para ello- y así es, y como los putos no sentimos, pretenderé hacer gracia y simular que nada me afecta, que cada noche que he visitado a Carles de esta semana he sentido viejos miedos al sentir su mirada en mi cuerpo desnudo. Y siempre el mismo vacío al abandonar tu lecho mientras tú aún duermes o finges que duermes porque sabes que odio despedirme.

-Y Carles, ¿estás seguro de que te quiere? Porque te conoce desde hace poco

Carles. El último beso en la nuca aún conserva tu calor. Y la lanza de tu mirada todavía me perfora el cerebro e hiede mi corazón de puto callejero.

-No sé si puedo estar seguro de él, tía. Nadie puede estar seguro de nadie. Pero él… yo he sido su puto e incluso así me respeta. ¿Dónde encontrarías a un hombre así?

-En Barcelona.

-No te hagas la graciosa.

-Bueno, este pavo es de allí, ¿no?

Tomé una ducha para intentar aclarar mis pensamientos, pero lo único que conseguí fue recordarte. Ayer me tomaste de los morros sellándolos con los tuyos. "¿Me quieres de verdad detrás de todo?", pregunté angustiado. "Te amo por debajo de todo", respondiste antes de que yo rechazara el chupetón en el cuello porque hoy tengo que cumplir mi último trabajo. Tony dijo que me reservaba algo grande para el final de mi carrera de chapero de lujo. Ayer Carlos no me chupó el cuello pero me tendió en su cama y, desnudo él, vestido yo, descorrió mi bragueta y sacó mi sexo húmedo, lascivo, hasta que lo engulló de un solo bocado.

Tu garganta fue el refugio más mojado que jamás mi polla ha cobijado. Tus mejillas me succionaban estremecedoras, tu nariz sumergida en mi vello púbico, ahogándote en mí, más tarde te levantaste y te sentaste en mi cipote, apenas contemplé tus fugaces nalgas velludas tomar posesión de mi sexo, pues incluso recibiendo tú me follas. Recordándote, se me ha puesto dura en la ducha, como era de esperar. Me pajeo el rabo y poco a poco el agua encuentra su camino hasta mi pelvis, despeñándose desde mi dura polla, sometida por mis manos, acaricio mis huevotes, me siento, la corriente cae sobre mí y mientras me la meneo me meto un dedo por el culo. Por el culo me estuviste follando luego, me desnudaste y me ataste a la cama, no sólo de manos, me dejaste boca arriba abierto de piernas (ahora agradezco mis clases de ballet durante la juventud) y ataste los tobillos con las manos al cabecero.

Después sometiste mi boca a tu enorme polla, la sacaste sólo para que sorbiera tus cojones, qué sabrosos y qué peludos, creí que ya había terminado cuando tu verga se apoyó en mi culo, que la dejó entrar lisa, merced a los dedos lubricadores que me habías metido antes, hasta el puño me metiste. El agua resbala sobre mis pezones rosados y suspiro; el presemen chorrea que da gusto. Tu polla me folló bien follado, tu taladro es magnífico, tu cabeza horadaba mis paredes y tus cojones se restregaban contra mi culito indefenso.

Me soltaste y te volví a follar por la boca, como si fuera un coño, te asfixiaba, intercambiamos papeles y te sentaste en mi cara. Puedo meter dos dedos en mi culo, ¿quieres? El agua sí, ya que se mete y me refresca, me doblo hasta que la corriente de agua se estrelle contra mi pajeada polla y prosiga su camino a lo largo de mi afeitado periné hacia mi rosado culito. Culminamos con un 69 bestial, los dos tumbados de lado, nos ahogábamos de polla, chupábamos los huevos del otro, le metíamos alguna lamida de ojete y nos corrimos en la boca, yo antes, tú después. Y así me corro yo en mi ducha.

La vida del enamorado es casi como la de un anuncio de compresas. Yo no sabía a qué olían las nubes (a lluvia ácida las de Madrid), pero andaba todo el día como si me hubiera fumado un porro, o mejor aún, como si me hubiera metido un porro por el culo. La polla de Carles era lo más próximo a esto. Decidí retirarme y aceptar la proposición de Carles. Chrissie me aseguró que no había ningún problema; conocía a una compañera de facultad que buscaba compañera de piso para poder salir de un horrible antro habitado por futuros periodistas deportivos y políticos. Pobrecilla, a mí también me daba pena. Si en el fondo yo siempre he hecho buenas acciones, soy como una ONG de polvos. Salí de la ducha con una toallita cubriendo mi sexo, Chrissie la retiró de un manotazo, mis pelotas al viento:

-Deja, deja, que hoy dejo el oficio y vuelvo a ser un hombre respetable.

-Sí, el hombre que tu padre quería que fueras.

-No, que el hombre que mi padre quería es el chofer, que para algo me echó para Madrid, para follárselo él solito.

Me conecté al puto-correo que todos ustedes conocen: putodelujo@yahoo.com . Un mensaje de Manuel, que se había convertido en versátil total de la muerte, y varios de mis clientes entristeciéndose por la pérdida sufrida en el sector empresarial de servicios madrileños. Con la falta que hacían ahora esos servicios para recabar apoyos… Tony me llamó para concertar la última cita. Clientes: Señor A y Señor B. Los dos eran clientes, de manera que el servicio no era un dúplex. Qué pena, con el dúplex se trabaja menos y se cobra más, aunque la tarifa será extraordinaria por follarme a este par de señores. Señor A. Edad: 63 años. Señor B. Edad: 48 años. Ambos, versátiles. Los dos señores me estarían esperando en la plaza de Neptuno, junto al museo Thyssen-Bornemisza. De allí iríamos al Ritz en busca de un picadero de alta categoría. Yo debía ir de negro. Se supone que ellos me reconocerían. Habían pedido un universitario y Tony les había dejado con un puto.

Entré a mi habitación, pero no sabía qué hacer. Por primera vez tenía remordimientos. Carles, me preguntaste ayer si iba a seguir mucho más tiempo poniéndote los cuernos. En mi mente, eso de los cuernos no existía antes de que tú la nombraras, aunque muchas (demasiadas) cosas no tenían lugar para mí hasta que tú llegaste. Estuvimos hablando de Tony, de su novia y socia, Carla. Te conté, desde el primer cliente (Manuel) hasta el último (Abduhl), que me follé la mañana antes de verte ayer. Te relaté la pequeña historia de mi vida y tú me escuchaste. Después me marché como nos marchamos los ladrones, sin hacer ruido. Te abandoné. Besé por última vez el hombro desnudo y salí a saludar a la madrugada madrileña, envuelto en la neblina del frío diciembre. Quién diría que tendría un mensaje en mi móvil de parte de Tony, anunciando que aceptaba mi retirada, a cambio de un último trabajo. Soy un puto muy legal, no puedo traicionarle cuando ya me he forjado cierta fama en el circuito del sexo pagado. Estos dos señores que tienen a sus señoras esposas a ajo y agua quieren petarme el culo y que yo se lo pete a ellos. O un sándwich.

Me preguntaste cómo gozaba más, si con un cliente o contigo. Callé, para hacerte de rabiar. Cuando estuviste lo suficientemente humillado, confesé: contigo. ¡Je, je! Te me enganchaste al cuello y hube de retirarte para que mis fans no apreciaran marcas cuando se corrieran en mi boca. Y ahora tengo remordimientos. Es la última vez, pensé. Mi salida debería ser algo memorable. Total, ya perdí las oportunidades para hacerme bueno, no voy a perder ahora las de hacerme malo para convertirme en un idiota más de la masa. Me coloqué un microtanga negro, que sólo sirve para mantener unidos mis huevos y para pelarme el ojete. Me enfundé en unos pantalones negros comprado en "Todo Zorritas", bonita tienda situada en el complejo guarro de Hortaleza, superajustados, ideal para mi culo prieto y mi paquete caliente. Elegí un camiseta de rejilla, también sacada de "Todo Zorritas" y una camisa de seda negra. Hoy iba a ser la más puta de todas. Chrissie me miró:

-Te estás poniendo muy guapo, ¿a quién te vas a follar, a un prelado o a un eurodiputado?

-Al presidente del Congreso, no te jode

-Bien que te molaría.

-Pues sí, pero es apostólico y romano. Por cierto, ¿sabes cómo se apellida Carles?

-A ver, déjame pensar: ¿Carod-Rovira?

-No, él no desciende de aragoneses, sino de catalanes.

-Ufff… ¿Collons? Por sus milagrosos huevos, digo.

-¡No! Aunque le habría quedado bien- reímos-. Carles se llama Carles Escames Pons-Crespo.

-Ah, ¿y dónde está la gracia?

-¿No se la ves?

-Anda y vete a trabajar, que el amor te está fundiendo las neuronas.

Allá voy. Al igual que en mi primera vez, tengo que procurar que el cliente se quede totalmente satisfecho. Esta vez son dos, pero son dos pedazos de maduros, mmmh, me pregunto cómo será el sesentón. Si está como mi padre, desde luego sería un polvazo, pero nunca se sabe. Espero que me follen los dos bien follado. Ya que me voy a despedir de la vida libertina, lo voy a hacer por todo lo alto. Bajé hacia Neptuno desde Sol siguiendo la estela del Thyssen.

Justo cuando llegué me topé con la peor pesadilla que me podría haber encontrado. Una pareja de hombres me miraba horrorizada y yo mismo enrojecí por primera vez de pura vergüenza. Ante mí, mi padre, Don Nicolás de la F., el Señor A, y Tomás M., profesor titular de derecho romano en cierta universidad católica que un óptimo día abandoné, el Señor B. Nos miramos, los tres, entre asombrados y coléricos:

-Pero, ¿en qué clase de maricón te has convertido?- mi padre se lanzó a mi cuello.

-Mira quién fue a hablar- me desenganché-, el que viene a Madrid a escondidas a follarse un niño mientras su esposa se pudre en León.

-Joder, cómo te ha salido el chaval- comentó Tomás con una mezcla de sorpresa, hipócrita recriminación y puro deseo libidinoso.

-Joder, cómo has resultado ser tú- le respondí a él también-. De diácono, padre de familia y exnumerario del Opus Dei te has pasado al Opus Gay.

-Vaya mierda, Tomás, para una vez que nos alquilamos un puto, lo que nos viene es mi hijo.

-Bueno, Nicolás, habrá que apañarse con lo que hay.

-Me ha dado un bajón.

Análisis de la situación mientras ellos dos discuten la posibilidad de follarme o no follarme. A mí, mi padre me ha puesto desde siempre cachondo. Deberíais verle: tan alto como yo, de vigorosas espaldas, barbudo pero con canas, con aire de caballero, de gran señor que se ha acentuado con la edad. Tripa contenida pese a la edad, de carnosos muslos y fuertes brazos, recuerdo la primera y última vez que lo vi desnudo. Se disponía a tomar el baño y yo le interrumpí. Su cuerpo, invadido de vello espeso y negro, su sexo hermoso, no en vano lo he heredado de él, quizás sus huevos le cuelgan más. Me echó a patadas, no antes de espiar su culo peludo y apretado, creo que también he heredado su culo. En cuanto a Tomás… qué decir. Un poco más bajito que yo, pero no bajo.

Musculoso y con ciertos kilos de más ganados por la edad, el vello del Dr Tomás M. siempre sobresalía por el cuello de la camisa. Él también llevaba barba, poblada y negra, con pocas canas, aunque mientras que el cabello de mi padre se había tornado blanco a costa de permanecer en su sitio, Tomás lucía hermosa calva. Los ojos, de profundo negro, me recordaron a un compañero mío, locaza declarada que sufría de católicas depresiones, que se declaraba fan entusiasta de las nalgas del profesor. No era para menos… quizás un poco grandes para un hombre, según mi gusto, pero tersas, bien puestas, y en cualquier caso, pantagruélicas, de caderas sensuales. Recordé el incidente con Chema, nuestro chofer. ¿Fueron las airadas palabras de mi santo padre fruto únicamente de la rabia o manaba de una excitación provocada por otra índole? Su cara enrojecida de rabia se correspondía con rubor sexual. Quizás deseo. ¿Quién no ha querido follarse a su tierno niño cuando le ve crecidito, hecho un hombre, pero inexperto en lides del sexo? ¿Qué hijo no se la ha querido comer a su padre? Decidí actuar: soy un puto y no debo dejar un cliente escapar:

-Papá

-Hijo, te voy a partir la cara, después de toda la educación que te hemos dado, resultas ser un maricón que encima

-Sí, un maricón como mi santo padre, al que le gusta que le metan vergas bien gordas por su culo. ¿No recuerdas lo cachondo que te pusiste cuando me viste chupándosela a Chema?

-Deja de decir gilipolleces, eres mi hijo, aunque seas marica, y eso sólo fue una deshonra…- le corto a tiempo.

-¿No te gustó ver cómo chorreaba sus humores por mis mejillas, su polla tragada por mi boquita?- acaricio con los dedos mis labios túrgidos, de frambuesa y me los humedezco sutil-. ¿Sabes el placer que me dio meterme aquella picha hasta lo más profundo de mi garganta? Te pusiste rojo, pero no de ira, papá. En el fondo te hubiera gustado ser Chema. No lo dudes- Tomás se envaró mostrando un cipote de grosor muy apetecible. Mi padre parecía inalterable.

-Hijo, ejem…- en el fondo luchaba por controlarse.

-Desde siempre he soñado contigo, papito- me acerqué a él cual agraciada perra, contorneando mis caderas juveniles-. Soñaba con sacarte ese tesoro que llevas entre las piernas y mojarme con él, toda mi garganta, con tu surtidor de leche

-…Para, hijo mío…-ahora que me acerco a él, comienza a temblar como un hoja.

-… porque aquel día que te sorprendí en la ducha, lo que ambos deseábamos era que me hubieras secuestrado en la ducha, domándome con tus brazos, papaíto, y me hubieses violado hasta caer exhaustos, pero te reprimiste, porque allí estaba mamá y mis hermanos. Mírame ahora, papá, mírame. ¿No te mueres por follarme?- le doy la espalda y rozo con mis caderas su sexo duro, ¡ahora sí! Ya es mío. Tomás suspira. Me engancho al cuello de mi padre y antes de depositar un beso en las mejillas barbudas miro de reojo a Tomás. Pobrecito, no se vaya a quedar solo y pille un trauma.

-Nicolás, ejem, creo que…-balbuceó Tomás cuando frote mis mejillas contra las quijadas paternas.

-Tú lo has querido, hijo- mi padre me mira serio mas salaz a través de esos ojos verdes que ambos compartimos-. Ahora mismo vamos a ir al hotel y allí te vamos a follar bien follado.

-Adelante, papá. A ver si quedan nuestros culos como la bandera de Japón.

Caminamos como tres amigos, un padre con su hijo más el amigo de la familia, a pesar de que mi atuendo no era el más adecuado para una reunión familiar ordinaria, aunque sí para la orgía que se iba a desarrollar en una habitación cualquiera de un caro hotel madrileño. Ni el recepcionista, ni los seguratas, ni el ascensorista se inmutaron demasiado. Desde luego, cuánto hemos progresado con la vuelta de la democracia. Llegamos a la habitación, lujosa, aunque vetusta para mi gusto.

-¿Hay jacuzzi?

-Sí- contestó ávido Tomás.

-Creo que con la cama tendremos suficiente- cortó mi padre-. Quiero que te desnudes, zorrita.

A ver quién acaba siendo aquí la zorra, pensé. Apagué el móvil. Raudo dejé el abrigo en una silla y me desnudé poco a poco, siguiendo una danza sin música. Acomodé a ambos señores tras sendos besos castos en la cama king size y desabotoné la camisa transparente. Froté mis pezones a través de la rejilla de la camiseta, hasta que casi salían, hinchados, excitados. Me humedecí los labios y les dediqué una sonrisa lasciva. Me sentí más y más cachondo conforme iba bailando. Marqué sobre mis abultados pectorales la camiseta y la rajé, hiriéndome, arañándome el pecho. Les tiré los despojos de la camiseta y me silbaron, aplaudiendo y magreándose los paquetes.

De pronto, Tomás se fijó en mi padre y presa de inaplazable pasión le comenzó a besar el cuello y a sobar su polla que asomaba erecta tras el pantalón. Mi padre no dejaba de mirarme. Me desembaracé de las botas y me puse de espaldas a ellas mientras le miraba de reojo. Ellos también me miraban, pero ahora mi padre correspondió a las caricias de Tomás y pronto los dos se morreaban y se pajeaban por encima del pantalón los pollones erectos. Así, de espaldas, comencé a mover mi culo en círculos, mientras repasaba con mis dedos la raja del culo, y gemía como una perra en celo mientras me humedecía los túrgidos labios con la lengua.

-Mira qué puta ha resultado ser tu hijo- dijo Tomás mientras lamía la oreja de mi padre.

-Es una puta viciosa, es un vicio que corre por las venas de nuestra familia- correspondió mi padre magreando a Tomás desde la punta de su polla gorda hasta el perineo, donde hundió un dedo-, y de nuestros amigos- el madurito caliente suspiraba excitado.

Yo también me estaba poniendo muy caliente con estos señores metiéndose mano y besándose apasionados con sus barbas, la de Tomás negra, la de mi padre, blanca. Rápidamente me di la vuelta, había dejado de ser el foco de atención, no lo podía permitir. Bailaba como un furcia, en ochos, acariciando con mi culo el suelo, magreándome el paquete, me sentía supercachondo. Bajé los pantalones de un modo suave, hasta quedar con el microtanga. Me acerqué a los señores y dejé mi sexo endurecido dentro del microtanga a su merced. Rápidos, encabritados, los dos se pelearon por quitarme la última prenda, Tomás me tiró boca abajo en la cama y abrió mis nalgas, buscando con sus dedos gordezuelos la entrada de mi culo. Mi padre terminó de retirarme el microtanga y Tomás halló lo que buscaba: mis labios anales se hallaban abiertos y húmedos, suaves y elásticos; humedeció uno de sus dedos y me lo endiñó hasta tocar mi próstata. Mi padre me hizo darme la vuelta:

-A ver qué polla tiene mi niño.

Me dio la vuelta y se le hizo la boca agua al ver mi sexo rosado, húmedo, como el cuerno de un fauno. Tomás me seguía dando por el culo con su dedo, y mi padre, con los ojos desorbitados dijo:

-Si es igual que la mía, sólo que depilada- aproveché aquella interrupción para exigir lo mío:

-¿Qué hacen vestiditos, señores, temen pasar frío? No se preocupen, que yo les calentaré.

-Vale, pero quiero que tú desnudes a Nicolás, que yo eso no me lo pierdo- adujo Tomás. Mi padre no opuso resistencia, creo de hecho que lo deseaba.

Le quité la cazadora a mi padre. Nos besamos. Era la primera que besaba a mi padre en la boca y a ambos se nos puso gorda. Mi padre besaba bien. Metía su experimentada lengua dentro de mi boca y bailaba con la mía, luego me sorbía los labios; era un viejo cachondo y a mi se me hacía el culo agua. Toqué su polla, guarecida por un pantalón de Pedro del Hierro y se puso a 100, me comenzó a pajear, yo le quité la camisa y redescubrí aquella pradera antaño salpimentada ahora canosa, pero con todos sus vellos y unos pectorales aún fuertes y prietos. Sorbí sus pezones, mmmh, papito lindo, qué erectos los tienes. Le sonreí y le bajé los pantalones, los muslos son aún fuertes y el vello aquí es tupido.

Queda ante mí unos calzoncillos blancos, hinchados, que retiro febril y una polla gorda golpea mis carrillos. Abro los ojos. Es una polla como la mía, un poco más oscura y poblada de vellos canos y rizados. Su cabeza es roja, como una punta de flecha y los huevotes cuelgan inflamados, rojos, su aroma es penetrante y lamo la cabeza par probar su presemen… mmmh, está buenísimo, mi padre gime y suspira, yo lamo ese tronco preciado y tanto tiempo anhelado. Me retira y nos besamos de nuevo, nos violamos las bocas. Me retira de su rostro y nos pajeamos mutuamente, me chupa el cuello, muerdo sus labios y masajeo sus cojones. Tomás se pone cachondo y se dispara, deja su jersey, torso velludo y moreno emerge, y un abdomen terso, aunque con un pequeña tripita. Le observamos mi padre y yo, y mientras nos besamos, le miramos. Sus bíceps están geniales, se baja los pantalones (qué ricos muslos morenos) y arroja lejos sus boxers. Su polla no es tan larga como la nuestra, pero es muy gorda, tremendamente gorda y cabezona. Tomás tiene unos cojones a juego, gordos y con abundante vello rizado.

-¡Pero qué clientes más ricos tengo!- exclamo y desciendo hasta el pubis paterno. Abro de piernas a mi papi y le chupo los cojones mientras hurgo en su perineo hasta encontrar su ojete. Para mi sorpresa, está muy abierto y es muy peludo, lleno de pelitos blancos que me hacen cosquillas en la lengua cuando lo lamo. Por poco tiempo, pues Tomás me coge del pelo y me tira contra su polla.

-Cómetela, putito.

Presto. Se la como como puedo, me cuesta relajar tanto la mandíbula para que me entre, pero me la como. Su polla tiene un olor fuerte, ácido, que me chifla y agarro sus caderas recias para que me entre más adentro, me la saco de la boca y lamo la cabezota, después me la meto en la boca y pajeo su miembro mientras mi padre me come el culo. Me relajo y disfruto un poco de sus lameteos, cuando le digo:

-Papi, fóllame.

Sus ojos cazan los míos. Apoya contra mi culo su pollón y la cabeza se abre paso a costa de romperme el culo, me folla como una máquina y me embiste contra el pubis de Tomás, de manera que su polla me entra por completo en la boca y trago polla por mis dos agujeros hasta rebosar. Por mis mejillas corren sus jugos y mi saliva, qué rico polvo, qué buenas vergas me están jodiendo. Me doy la vuelta y paso a chupar el rabo de mi padre, es largo y cuesta metérmelo dentro.

Tomás no pierde el tiempo y me la mete de una estocada, su gorda polla me estruja por dentro y exprime mi recto, yo sumerjo mi rostro en el pubis paterno, sus vellos albos me acarician mientras su polla raja mi garganta. De pronto, mientras Tomás me folla lento pero hasta el fondo, dejando reposar su polla en el tope de sus huevos (ricos huevotes peludos contra los míos depilados), mi padre saca su cipote de mi boca y se agacha hasta comerse la mía, dejo un tiempo para ver como mi padre abre su experimentada boca y se traga de un bocado mi polla, joder qué bien lo hace, es el mejor chupador que he encontrado, mientras me la chupa, me masajea con su lengua, se la saca y me lame la cabeza, su lengua roja crea un contraste peculiar con mi polla rosada, y su barba blanca, y se la vuelve a meter, hasta la base, se la saca y lame los huevos por tiempos, primeros los míos, y cuando Tomás me la mete hasta el fondo también chupa los suyos.

No puedo más, Tomás me folla sin descanso y me siento una jodida puta viciosa, mi padre es otra zorra, cómo chupa, se nota su experiencia. Veo como mi padre enjuaga en saliva uno de sus dedos y se lo mete por el culo a Tomás, éste da un respingo y me folla con más ganas, yo no aguanto más, y en el 69 que formamos, me vuelvo a comer la polla de mi padre, se la chupo, lamo todo el tronco, sorbo los huevos, y aparto sus piernas hasta permitir a uno de mis dedos metérselo por el ojete, qué morbo, si alguien me lo hubiera dicho esto habría sido lo último que se me habría pasado por la cabeza, mientras le dedeo en círculos se la chupo con ahínco, incluso con mi polla metida en su boca noto sus gemidos de placer y eso me pone cahondo, me pone caliente chupársela a mi padre y darle placer así.

Desmontamos después de un rato el tándem. Mi padre se arrodilla como en una genuflexión religiosa y deja su culo apretado al descubierto. Es tan pálido como yo, paseo mis manos por sus nalgas y él ronronea. Mientras hago esto, Tomás se acerca y me besa, yo respondo a sus besos, nos besamos al mismo tiempo que acariciamos las nalgas duras de mi venerable progenitor. Tomás también se arrodilla y me deja su culo bien expuesto. Los dos culos, diferentes, el de mi padre, más estrecho y musculoso, el de Tomás, respingón y más blandito, que no caído, voluptuoso, curvado, moreno, pero ambas entradas protegidas por vello según observo cuando separo las bellas mitades. Comienzo por el de mi padre, su ojete es rosado y estriado, lo lameteo, qué bien sabe. Lo beso y meto uno de mis dedos por él, buscando su próstata.

Cuando la encuentro, él gime. Mientras dejo mi dedo ahí metido, paso a consolar a Tomás. Con mi otra mano separo sus nalgas, qué rico ano tiene, es moreno y con pelo cúprico alrededor, lo lamo, con una lamida lenta y delectuosa, luego con lameteos más rápidos, más violentos, le meto la lengua por el culo, y luego otro dedo va a parar al culo de un señor. Mientras les masturbo analmente, beso y lamo las dos espaldas masculinas, llego hasta la nuca de mi padre y beso la calva de Tomás. Saco los dedos y beso las nalgas y los perineos de ambos.

-¡Ya basta!- anuncia mi padre-. Cómenosla a los dos.

Se tienden mis dos maduros Adonis cuan largos son encima de la cama y se aproximan para facilitarme el comerme sus vergas. Me rompen la boca cuando me meto las dos cabezas a la vez, son sabrosas y me asfixian, pero no me importa, me meto más y más de esas vergas, lubricándolas con chorros de mi saliva. Mientras, los dos maduritos se besan, dejo sus pollas, subo hasta su boca y nos besamos los tres, no dura mucho ya que Tomás y mi padre se bajan para comerme los dos la polla.

Mientras Tomás se la zampa de un bocado, mi padre me sorbe los cojones. Tomás me hace un garganta profunda, su barba se confunde con mi vello púbico; mi padre levanta uno de mis muslos y me come el ojete. Así, se sonríen y me comienzan a lamer el ojete los dos largo y tendido, me abren de piernas, cada uno sosteniendo uno y se turnan para meterme sus pollas, mi padre me agarra de la pierna derecha y Tomás de la izquierda, primero mi padre abre mi ano bien y me mete su polla de un empellón.¡Voilà! Su polla entra y sale para dejar espacio a la de Tomás. ¡Ahí va! Su polla entra y sale de una sacudida, y así se van turnando, mi culo está hecho un coladero y ellos lo disfrutan, estoy tan abierto que me podrían meter un puño entero. De pronto mi padre me toma de las dos piernas y me la mete, pero no la saca sino que empieza a follarme. Su folleteo es intenso, me parte en dos: me folla rápido, pero hondo, apenas siento que sus cojones han chocado contra los míos, llenándome de su carne, cuando retoma el coito y sale, pulverizando mi culo.

Tomás se apoya detrás de él y comienza a follar a su vez a mi padre, la faz de mi padre enrojece y grita primero de dolor y luego de gusto, los dedos de Tomás tiran de los pezones paternos y yo comienzo a estrangular la polla de mi padre con mi esfínter, además sitúo mis manos debajo de mis caderas para mover mi culo y soportar las embestidas de los dos. Sincronizamos el ritmo pronto, y cuando mi padre me la hunde a mí, Tomás se la hunde a él, mmmh, es delicioso, porque cuando a mi papá se la mete hasta la empuñadura su verga se vuelve más larga y dura que nunca y me perfora como un taladro. Me la saco y me pongo en pie encima de la cama, cojo la barbilla de mi padre y le meto mi polla en la boca hasta el mismo pubis, para asfixiarle, hasta que se confunda su barba blanca con mi pelopolla.

Así, follado por delante y por detrás, mi padre recibe polla hasta saciarse, me sujeto en sus hombros y contemplo como la polla de Tomás perfora inmisericorde el culo de mi padre, el cual no pierde el tiempo y además de chupármela me mete un dedo por el culo, es insaciable, es algo familiar. Le saco la polla de la boca y nos miramos, sonriéndonos y observando a Tomás. Rápidamente, le inmovilizamos boca arriba y mi padre le folla por el culo. Tomás suspira cuando siente el pollón en su ojete y grita de dolor cuando mi padre se la mete sin piedad, le abre las piernas como una mujer y no grita más, pues yo tapo sus quejidos con mi polla, que se afana en tragar. Me pongo a horcajadas encima de su cuello y como puedo (pues le queda poco pelo) le tiro de su pelo para que se trague mi polla hasta que le entre náuseas. Mi padre le folla con todas sus fuerzas y la polla de Tomás se mueve con cada embestida, me encanta esa imagen, con la polla dentro de su boca, le doy la espalda y nos hacemos un 69 mientras papá le folla. La polla de mi padre entra y sale con facilidad, como si el culo de Tomás fuera mantequilla.

-¿No te apetecería follarle, hijo mío?- me dice mi padre reconvertido en sátiro.

-Pues sí, papá. Tiene un culo precioso.

-Y muy acogedor. Prueba.

Se sale de Tomás y me deja el camino libre. Tomás abre sus piernas y yo le miro desafiante:

-¿Preparado?

-Después de la polla del padre, creo que me podré tragar la polla del chaval.

Pues que te follen. Le meto mi cipote de un tirón y no protesta, es que la polla de mi padre hace milagros. Mi padre nos contempla un rato satisfecho. El culo del profesor Tomás es prodigioso, es cálido y blandito, me aferro a sus nalgas y son esponjosas, aunque turgentes, puras columnas de vida. Su culo peludo me calienta como el infierno y mi padre ya ha tomado una decisión. Se deja caer a través de las caderas de Tomás hasta su objetivo: empalarse como un vaquero en la gorda polla de Tomás.

Me aproximo a él, dejo de pellizcar las nalgas de Tomás y paso a torturar los pezones de mi santo padre al mismo tiempo que lo beso. Libero una de mis manos y paso a tirar de su polla, a pajearla mientras Tomás le devuelve la enculación, a torturar su cipote y sus cojones, dándoles palmadas, frotando su cabeza exquisita, mordiendo su oreja, chupándole el cuello, dejándole moratones que delante a su hijo. Mientras, mi polla destroza a Tomás por dentro, follándose a ese oso maduro. ¿Pero qué hay de mi padre? Éste es el que me quiero follar desde hace tiempo.

-Papaíto- le pregunto después de un rato-, ¿qué tal tu culo?

-Ay, que placer como éste tal nunca sentí. ¿Me quieres follar, hijo? Fóllame, a ver si has heredado de tu padre el sentido del follar.

-Por supuesto, papá querido.

Me salgo de Tomás y éste nos observa. Domo a mi padre, le pongo a cuatro patas después de morrearle salvaje. Palmeteo su culito, lo lamo de arriba abajo, y me apoyo en sus lomos. Meto mi polla en su culo y me siento deshacer en éxtasis. Follarse a tu propio padre es una experiencia que pocos afortunados tienen, sobre todo habida cuenta de que mi padre es uno de los hombres más guapos que conozco. Mi padre menea su culo como una perra, o como un perro, nada de lo que haga una hembra puede compararse a esto.

Mi polla le folla como un animal, araño sus flancos, su culo es tan caliente que disuelve mi polla, vuelvo a la realidad cuando Tomás golpea mi boca con su rabo hasta que la abro y mi lengua lame a mi cliente. Después, me folla un poco por la boca. Me tumbo con mi padre de lado dándole por culo aún, mi zurda, que queda libre, le masturba y masajea sus huevos, ahora Tomás deja su polla en la boca de mi padre, y se lo folla por allí, beso a mi padre en su cuello, en agradecimiento por lo que me está dando. Ahora mi pistoneo es más dulce y lento, cuando se la meto le dejo un rato mi rabo metido dentro de su culo sabio para que lo disfrute. Mi padre goza así, murmulla con la polla de Tomás dentro de él, cuando se la saca para lamerla gime, y yo le hablo al final:

-Date la vuelta.

Mi padre se da la vuelta y nos besamos, juntamos los cuerpos, el joven y el viejo, y nos metemos las pollas por los muslos, en un coito interfemoral, acariciándonos los pezones como dos lesbianas, magreándonos las pollas cuando emergen. Tomás nos interrumpe:

-Yo también quiero.

-Pues chúpanosla- responde mi padre.

Ahora es Tomás el que abre la barba y se mete nuestras pollas hasta lo más hondo de su garganta, reventando su faringe, tocando con nuestras cabezas su campanilla, desparramándose por sus hirsutas quijadas presemen y saliva. Nos damos besitos tiernos mi padre y yo, nos acariciamos la faz, hemos recuperado algo a través del sexo que nunca tuvimos a través del amor paternal. Y es que ser puto es algo que va en los genes de los hombres de mi familia, hemos tenido que esperar a que yo fuera puto para encontrarnos.

Después de estos momentos almibarados, Tomás se aproxima y deja su pollón para nuestras fauces, dicho y hecho, nos la merendamos en un periquete, mi padre chupa su cabeza con sabiduría mientras yo lamo el tronco y las gruesas bolas, le dejamos después boca abajo y clavo mi polla en esas nalgas tersas y morenas. Cuando ya he cogido un ritmo es mi padre quien me folla a mí, siento su polla en mis entrañas y como su lubrifica con todos esos jugos que los hombres echamos cuando nos folla un macho.

-Cambio, cambio- solicita Tomás, pero lo único que consigue es que mi padre me cambie el sitio. La polla de mi padre se mueve con brío en el culo moreno y yo sobo todos esos fantásticos huevos que quedan a mi alcance. Mi padre se folla a Tomás como un perrito, Tomás a cuatro patas, reniega y reniega porque le gusta lo que mi padre le está haciendo. Yo decido recompensar a su polla y me pongo también a cuatro delante de él. Me aferra y me aduce hacia él, siento su gorda polla devorar mis entrañas, su cabeza toma posesión de mí, me empala, y detrás de él, mi padre, empalándonos a los dos.

-¡Qué gustazo!- grita Tomás.

-Anda y tomad, so zorras- nos escupe mi padre.

-¡Pues tú también lo eres!- responde Tomás, que me libera.

De una sacudida, Tomás se libera de mi padre, le tumba, le coge de las piernas y se la mete. La polla de mi padre se pone durísima y tiesa, apuntando en vertical. Observo como el culo está completamente dilatado por la gorda y termino pajeándome encima de él, mientras me sorbe los huevos. Tomás y yo nos miramos a los ojos, cómplices. Me tiendo y se la chupo a mi padre, violando mi garganta profunda. Además, para resarcir a la familia, me tiendo y le meto un dedo por el culo a Tomás.

-¡Qué gusto, chaval!- dice Tomás y me mete un dedo por el culo.

Nos separamos, Tomás y yo besándonos caemos en la cama, su cuerpo fornido y varonil contra el mío:

-¿Sabes qué decía el piluca de ti?

-¿Qué tenía el mejor culo de la universidad?

-¡Exacto!

-Me lo dijo cuando me lo follé en la revisión.

-¡Serás cabrón, a mí nunca me hiciste eso!

-Por desgracia no te hizo falta

Situados juntos como estamos, masturbándonos y metiéndonos mano, mi padre aprovecha para abrirnos a ambos de piernas y nos mete su polla por turnos.

-¿Qué, os gusta?

-¡Ahora le toca a Tomás!- me río de mi padre.

Tomás nos pone a mi padre y a mí boca arriba. Nos abrimos de piernas y pajeamos la polla del otro mientras Tomás nos somete a sus embestidas.

-Y ahora mi niño. Se lo ha ganado- mi padre me guiña un ojo.

Tomás asiente y los dos se ponen como antes, a cuatro patas. Me deleito en realidad en cada culo, los dos diferentes, pero maduros, velludos, calientes, elásticos… como a mí me gustan.

-Y ahora, putito querido- proclama mi padre-, te vas a sentar en mi polla y te vas a preparar para el final de fiesta, que vas a gozar de una sorpresa.

Mi padre se tiende como un pantocrátor armado con un terrible sexo. Yo me siento encima de su polla como un vaquero, mirándole a él. Me folla lento, disfruto del polvo sin prisas cuando siento la polla de Tomás intentando entrar en mi agujerito. Creo que no me va a caber, pero me da igual, que me peten el culo de una vez. Su polla hace una presión discreta, insidiosa pero cada vez mayor. Mi culo se dilata progresivamente, y cuando me quiero dar cuenta un dolor agudo en mi ojete me avisa de la doble penetración.

Mi padre arquea su cuello y le muerdo allí mismo. Nos besamos los tres como podemos, mi padre casi aplastado por nuestro peso, pero feliz, notaba su polla contra la de su amigo enterradas ambas en el recto de su niño. Pero Tomás iba a estallar. Tanto sexo allí en esa habitación no podía durar más, era como una espita y nos avisó:

-¡Que me corroooo!

Se salió de mi culo abrupto y dejó su polla frente a nuestras bocas mientras mi padre me seguía enculando. Se jaló la verga y de ella comenzaron a salir espumarajos calientes, todo un torrente de leche caliente en nuestros rostros. Mi padre y yo la compartimos, de algo han de servir tantos años en la iglesia, al fin hemos comprendido qué significa eso de compartir como buenos cristianos.

Compartir es vivir, y más aún si es la lefa de un oso caliente como Tomás. La leche empapaba los carrillos de mi padre y seguía en canales por su cuello y su pecho, a mi me había manchado toda la cara. Limpiamos la polla de Tomás con nuestras lenguas y luego le obligamos a beber su propia leche de nuestras bocas.

-Me voy a duchar- nos anunció.

Papá y yo nos miramos. Éramos los últimos del juego que sellaría mi libertad y que abriría las puertas de la reconciliación familiar. Porque, claro, después de esto, yo a mi padre no le quiero perder. Hemos aprendido a tratarnos MUY BIEN.

-Mi niño- susurró mi padre-. Quiero correrme en tu cara.

Uff, qué casualidad, yo había pensado justo en lo mismo. Serán los genes o demasiada pornografía.

-Ponte encima mía para hacer un 69.

El último 69 con mi padre (hasta que le vuelva a follar, claro). Mi padre se tendió sobre su lado izquierdo y yo sobre mi lado derecho. Nos sonreímos, cómplices de húmedas travesuras y nos abalanzamos sobre la polla del otro. La polla de mi padre, salada, chorreaba presemen, que me apresuraba en tragar y a mi padre mis jugos le chorreaban por las comisuras de los labios. Al mismo tiempo, nos dedeábamos el culo del otro, masajeando la próstata. Continuamos en silencio.

Gimiendo y gozando de la chupada, cuando sentí un extremo calor en la parte más alta de mi cuerpo (mi polla) y me corrí en la cara de mi padre. Mi padre exprimió mi polla con sus labios como si fuera un limón y me agarraba entre mis estertores orgásmicos para tragarse mi polla más adentro. Me chupó y dejó salir parte de mi lefa para que se secara en su barba y se complaciera en lamerse el rostro, satisfecho con su manjar. Estaba tan cachondo que noté cómo su polla se hinchaba por momentos y se turbaba cuando dejó escapar un río de leche que tragué como un descosido, era la leche que me había dado la vida y no quería desaprovecharla. Me regó con ella toda la cara, más la que me bebí. Le miré, lo que su leche me dejaba a través de mis párpados violados por su esperma. Suspiraba, aliviado. Nos besamos y compartimos el semen.

Estábamos tan agotados, que cuando nos duchamos solos, ni se nos empalmó. Eso sí, aprovechamos para mearnos el uno encima del otro, no dejamos escapar ni un mínimo de nuestros jugos de macho. Mientras le frotaba la espalda, me dijo:

-Y ahora, ¿qué?

-Ahora me vais a dar los 800€ que cuesta lo que he hecho.

-Ya, si a ti siempre te ha gustado demasiado el dinero, pero me refería a tú y yo. Eres de la familia a quien más quiero después de lo de hoy. ¿No vas a volver a León?

-Estoy muy bien en Madrid. Me considero más madrileño que leonés. Además, tú me echaste.

-Ya, lo siento, pero… cuando te vi con la polla del chofer en tu boca (por cierto, la mía es mucho mejor) me dio tal calentón que temí violarte. Ya sabes cómo somos los padres para con los hijos. Pero después de lo de hoy, te voy a violar siempre que quiera.

-Y yo a ti. Pero ahora no quiero volver, ni siquiera sé cuándo podremos volver a follar.

-¿Y eso?

-No sé si a mi novio le gustan los tríos.

-Pues tarde o temprano habrá que presentarle a "la familia", ¿no?

Obviamente sí, tarde o temprano habría que presentarle a la familia, y sobre todo tener un placentero encuentro paterno-filial a tres bandas, pero de momento me apetecía disfrutar de Carles sólo para mí. Tenía los 800€, no estaba mal, me había follado a mi padre (y a un amigo muy atractivo), había hecho con él las paces y todo lo que tú quieras, pero mi trabajo, después de esta fecha que guardaré por siempre en mi memoria, había tocado techo. Ya nada me quedaba por conseguir. Tenía mi coche, mis ahorros, mi chico y a mis amigos. Eran las 12 de la noche de un viernes cualquier de diciembre en Madrid y yo me fui a visitar a mi amor.

Qué extraño es el amor. Ahora me sentía con fuerzas suficientes como para hacerme otro trío, pero al mismo tiempo me sentía tan agotado que necesitaba a Carles, quería abrigarme dentro de él, de su calor mediterráneo, ni siquiera follar. Permanecer esa noche con él, abrazado por fin, libre de cargas y de taras, libre de mi pasado, libre de la palabra puto, libre, libre, libre para estar con el hombre que (por fin) aceptaba que amaba. Estar enamorado es como un dulce de fresas.

Dulce, dulce, pero también ácido. No había nadie en casa de Carles. Encendí el móvil, me llegó un aviso de llamadas perdidas pero no lo leí, sólo llamé a Carles. No me contestaba. ¿Dónde estaría un viernes a esa hora de la noche? Sólo de pensar que pudiera haber encontrado a otro… se me rompía el corazón de sólo pensarlo, no podría ser. Miré el aviso de llamadas perdidas. Catorce perdidas de Chrissie. Pero no me importaba. Nada me importaba salvo mi hombre.

Acudí al Ricks, uno de los locales que le gustaban, dejé el coche mal aparcado. Nada, el aire frío de la noche también se lo había llevado a él. ¿Dónde estaba? ¿Dónde queda mi amor, dónde mi ser, dónde mi todo, dónde el paraíso terrenal que descubrí si me faltas tú? ¿Dónde te escondes, Carles? Ya que no estabas en el Ricks, fui al Ohm, a ver si veía a Chrissie, que hoy no trabajaba. Allí no había nada salvo aquéllos que más odio: policías. Policías aquí, policías allá, marea azul reprimidora y castrante por doquier. Nada, no queda nada. ¿Qué diablos ha pasado aquí? ¿Por qué violan uno de los sitios donde trabajé? Policías llevaban prendido al Rizos, un camello flacucho e inofensivo, cual peligroso terrorista. Entonces, mi ángel, Chrissie, se acercó a mí.

-¿Qué ha pasado?- pregunté.

-Han detenido a todos- me relató-. A todos. Menos mal que a ti no te han cogido. Y todo por ti

-¿¡Quéee!?

-Tú y tu Carles habéis hecho una buena limpieza en Madrid. Tu funcionario no trabaja en el Banco de España, querido. Te he estado buscando todo el día

-¿Qué tiene que ver Carles con todo esto? ¿Ha montado esto un funcionario, un economista?

-¡Dime quién si no! Él te conoce, y en una semana todos caen justo cuando tú te retiras. Todos los camellos del Tony han caído, y tanto a él como a Carla los han trincado. No es que a mí me importen, pero es culpa de tu Carles

-No entiendo nada- me resistía a admitir la verdad.

-Carles es policía, David. Te mintió. Cuando te fuiste, busqué en internet el nombre que me diste, Carles Escames Pons-Crespo. Es un pez gordo del gobierno. Dime quién si no ha montado todo esto. Al menos tú estás bien

Quiso abrazarme, pero yo no podía. Nadie me podía tocar. Me sentía un apestado. Chrissie me era ajena y extraña, todo el mundo me era extraño porque yo me sentía como un desconocido a mí mismo. Todo mi mundo hecho pedazos, por un ti, un tío más listo que yo. Abandoné todo, todos eran sombras, me avergonzaba de mí mismo y no quería que nadie espiara mi culpa. Todos aquellos camellos eran escoria, pero aunque no lo supieran, aunque ante el mismo Tony se le hubiera pasado, yo era el culpable. Cogí el Golf, Chrissie me gritó, no recuerdo qué, para qué, ya nada me importaba salvo ajustar cuentas contigo. Llegué a tu casa desbocado.

-¡¡¡¡Caaaaaaaaarlees!!!! ¡¡Sé que estás ahí!! ¡¡Ábreme la puta puerta!! ¡Me lo debes!

La puerta se abrió, hasta ti, mi señor. Tu rostro beatífico me sonrió cuando abrí la puerta, pero yo te derribé de un puñetazo. Una vez en el suelo, cerré la puerta y te metí dos, tres, quizás diez o más patadas. Carles, chillabas y me gritabas que te dejara en paz, que te escuchara

-Mentira, mentira, ¡mentira, cabrón! Eres un hijo de puta y un mentiroso

Y estrellaba contra tu cabeza la suela de mis botas. Cuando te quedaste lo suficientemente atontado, te até las manos. Sangre chorreaba de tu boca, tu nariz, creí que te había roto los huesos de la nariz. Te bajé los pantalones, dejando ese culo velludo a la luz de la lámpara. Eran la una de la madrugada cuando te metí mi polla, violándote, tal y como tú habías violado mi alma. Pero yo no podía. Habías inoculado en mí una semilla demasiado mortífera como para ignorarla. Habías contagiado tu flor del mal.

Me desplomé llorando, jamás en mi vida había llorado así, golpeaba mi cabeza contra el suelo, contra las paredes, con la vana esperanza de dormir para siempre, que algún día despertara cuando todo esto hubiera pasado. Unas manos me sujetaron para que no me siguiera haciendo daño. Las tuyas. Parece que el entrenamiento policial sirve para algo.

-Mi nen, no llores más, que tu llanto me parte el alma.

-¡Eres un cabrón!- le escupí.

-Lo soy, pero te quiero. Collons, David, no podía decirte la verdad- sujetaste mi testa inquieta y me hiciste mirarte-. Cuando te conocí, sólo quería información para trincar al chulo, pero además… encontré algo que no había hallado antes. Te encontré a ti.

-Devuélveme los golpes si quieres, Carles, porque yo me quiero morir. Yo no te quiero.

-¿Y por qué no me has seguido violando, David? Sabes que eso no es cierto. ¿Qué te ha pasado par acabar así?

Y te conté, mi señor, todo ello que he narrado aquí, pues aunque algunos me estén leyendo, es a ti a quien he hablado todo este tiempo que he narrado.

-No me tengas miedo, David. Yo te quiero. Aunque te cueste creerlo. ¿Por qué crees que he esperado hasta hoy? Por ti.

-Si al final tú también eres un puto. A mí me vendía mi chulo y tú te dejaste follar el culo por mí, para conseguir la información.

-¡Sí!- ríe-. Pero volvería a hacerlo todo. Sobre todo lo de tu polla en mi culo, mi nen. Ay, nen, creo que nos tiene que ver un médico, porque estamos llenos de magulladuras.

En otro final, yo me habría despeñado por el acueducto de Segovia cantando la canción que me ha acompañado todo el rato. Yo me sentiría muy dramático, muy trágico, pero por fortuna, la vida no es así.

-¿Qué haces?- preguntaste.

-Llamo a una amiga para que no se preocupe por mí.

-¿Chrissie? A ver cuando me la presentas.

-Cuando deje los porros, no sea que la detengas.

-No, no lo haré-sonríe. Ay, qué bella es tu sonrisa-. ¿Nos vamos?- inquieres cuando termino.

-Vámonos.

Al entrar en su espectacular carro, Carles conectó la música.

-Hoy conduces tú, pero lento, ¿eh? Que vamos como para que nos recojan, nen.

Al encender el coche, se encendió la radio y con ella sonó un CD de Tori Amos.

-¿Te gusta esta canción?

-Me encanta, nen.

-Pues después de que nos reconstruyan, nos vamos a cenar,

Starfucker, just like my daddy is.

Selling his baby, yeah.

-Muy bien, nen.

Gonna strike a deal, make him feel like a congressman.

It runs in the family!

-Y después nos jalamos una botella de cacique.

-Estupendo. Pero no nos empalmaremos. Coge la segunda a la derecha.

-Eso más tarde, cuando nos despertemos con resaca y te haga una mamada con premio.

-¿Con premio?

-Hay cosas de mi oficio que nunca te expliqué.

She will supply

Gimme peace, love,

Peace, love

GIMME PEACE, LOVE AND A HARD COCK!!!

Autor: MAJSINGLE82

Paz, amor y sexo.

Espero sus comentarios, sugerencias, propuestas, etc, etc, sobre todo si son maduros (mmmh).