Un primer día nudista demasiado caliente
Tenía miedo a la erección en mi primer día y acabé... con un calentón eterno que acabó calmando una pareja.
Antes que nada deciros que este relato es real. La historia se remonta a hace nueve o diez años. Podría calificarla de mi primera vez en una playa nudista. Antes me había puesto en bolas en alguna playa, pero siempre con las típicas bromas de amigos y aprovechando que el resto de playistas pues estaba lejos o no había casi nadie.
Aquel día quedé con un amigo para ir a una playa nudista. Salimos temprano por la mañana con la intención de conocer esa experiencia, que acabó siendo maravillosa. Hoy, con el tiempo que ha pasado, siempre la recordamos con muchísima excitación. Tanto mi amigo como yo somos heteros, aunque desde aquel día creo que pasamos a tener un punto bi que quizás teníamos antes pero que no habíamos descubierto.
Aunque teníamos intención de llegar pronto a la playa, al final llegamos casi a las dos de la tarde porque nos acabamos perdiendo y entre vueltas y vueltas tardamos en dar con la playa. Es una de las playas nudistas más conocidas del sur, pero pensábamos que iba a estar más tranquila. Y al ver que había bastante gente nos intimidó un poco la idea de hacer nudismo. No lo habías hecho nunca así en serio y bueno, tampoco sabíamos cómo actuar. Y, sobre todo, por lo que comentamos en el coche de camino a la playa, teníamos un poco de reparo por si nuestros miembros se ponían erectos a las primeras de cambio.
Así que en esas entramos con bastantes dudas en la playa. La verdad es que con esas dudas iniciales no nos atrevimos a ponernos en la primera línea, donde había mucha más gente, y andamos un poco para colocarnos en una zona algo más tranquila, pero para nada solitaria. Al llegar al sitio donde nos quedamos dudamos dos o tres minutos hasta que nos quitamos la ropa. La sensación que sentí fue tremenda. Una libertad increíble. Era como estar en otro mundo. A un lado se había quedado el ruido, la "civilización", la contaminación, los problemas del día a día. Y aquello era lo más parecido al paraíso. Nada más sentarnos pasó por delante un grupo de cinco chicas con sus tetas al aire y sus coñitos rasurados. Bueno, una de ellas lo tenía sin afeitar, con sus pelitos al aire.
La verdad es que nunca antes había visto a tantas chicas desnudas y la impresión de ese primer grupo me dio un morbo tremendo. Aunque, por sorpresa, mi polla no respondió. Estaba excitado, pero mi pene se mantenía calmado. Yo pensaba que sufrir una erección allí iba a ser un palo. Primero, por mi propio amigo, y después por la gente de alrededor que en seguida supongo que se daría cuenta de que era primerizo. No pude dejar de contemplar a aquellas chicas y el hecho de ponerme a comparar sus culos y sus tetas me puso todavía más excitado, aunque por las sensaciones de estar allí, quizás por ese miedo a la erección, mi amiguita de abajo seguía calmada.
Allí, debajo de la sombrilla, sentados en la toalla -cada uno en la suya, permanecimos por lo menos dos horas. No nos atrevíamos a levantarnos, a mostrar nuestras pollas. Ninguno de los dos tenemos cuerpos musculosos. Somos normalitos y, en cuanto a tamaño, pues no sé, porque todo es cuestión de gustos. En flacidez puedo tener unos 10 centímetros y en erección estoy en los 19,5. La de mi amigo era más o menos como la mía. Algo menos gruesa, porque la verdad es que mi pene tiene un grosor considerable. Al lado, relativamente cerca, había una pareja. Empezaron a besarse y demás. Todavía cierro los ojos y puedo recordar las tetas tan bien puestas que tenía esa chica. Al novio se veía que tantos arrumacos le habían puesto algo morcillón, pero lo curioso es que la chica no paraba de mirar hacia al lado, hacia donde yo estaba. Mi amigo estaba al otro lado de la sombrilla.
Entre caricias y charlas con su chico, echaba una mirada hacia atrás, a mi pene. A lo primero lo hacía disimuladamente. Yo estaba con gafas de sol y podía también disimular un poco la mirada. Estaba pendiente a esas tetazas que tenía. Estaba sentada y no le había visto mucho más. Tras varias miradas, ella se dejó de disimulos y miraba más descaradamente. En una de esas incluso me hizo un guiño. No os podéis imaginar lo cachondísimo que me estaba poniendo. Uff, pero no me empalmé. Estaba logrando mantener mis impulsos. En otra situación estoy seguro que estaría ya súper erecto y con ganas de pajearme.
En otra de las veces que echó el vistazo hacia al lado, la chica me tiró un beso. Su chico estaba mirando hacia el mar. Mi amigo no se había enterado de lo que estaba pasando. Él estaba escuchando un poco de música y mirando hacia adelante. Yo levanté la pierna izquierda para disimular un poco entre mi amigo, que si miraba hacia mí no iba a ver lo que empecé a hacer. Y es que, a partir del beso que me tiró la chica, empecé a tocarme un poco. Comencé a dejar un poco al descubierto mi capullo ya que normalmente estoy con el glande cubierto. Vi que la chica echó su mano hacia abajo. Intuí que empezó a acariciarse un poco sus labios, pero la verdad es que no la vi porque, aunque al lado, ella estaba un poco más adelantada y no tenía una buena perspectiva para poder verle el coño. Que sí se lo ví, ummm, increíble, cuando minutos más tarde se puso de pie para darse un baño. Supongo que ella acabaría allí, en el agua junto a su chico, con la provocación y el calor que había surgido con el tonteo que estábamos teniendo.
Tras el baño, imagino que caliente y con sexo, la pareja se fue de la playa. El chico cogió los tratos y se adelantó un poco. Ella se paró delante mía, se presentó, me dio dos besos y al marcharse, con disimulo, me acarició rápidamente el paquete. Noté unas sensaciones tremendas. Cuando se fueron, yo seguía mirando a todo lo que se movía, aunque la verdad es que la gente que paseaba por la orilla nos pillaba algo más lejos y como iban andando pues era ver rápidamente e imaginar. Por fin nos decidimos a dar un paseo, a mostrarnos algo más que debajo de la sombrilla. Me levanté y noté que tenía algo hinchado el pene, pero era una sensación distinta. No estaba erecto, quizás tampoco morcillón, pero a lo mejor de haberme contenido tanto, pues lo tenía algo más grandecito que cuando está flacido totalmente. Todavía seguía pensando en el calentón que me había dejado aquella chica de tetas espectaculares (no por grandes sino por lo bien que las tenía, con unos pezones para saborearlos durante horas y horas).
Nos acercamos un poco a la orilla y al ver a mi amigo noté que estaba un poco erecto. Le comenté entre risas que qué le había pasado y me dijo que es que había visto a dos chicas cerca y se estaba poniendo malísimo. La verdad es que no me percaté de las chicas que él decía, pero cuando andamos un poco sí que me llamaron la atención dos parejas que había. Las chicas eran muy normales. Estaban muy blanquitas de piel por lo que podría ser también la primera vez que iban. Los chicos tenían unos rabos normales, más pequeños incluso que los nuestros. Las chicas no estaban nada rasuradas y tenían unas tetas de las que yo llamo de antes, de esas naturales que se caen incluso para abajo por el tamaño que tienen. Tendrían unos kilitos de más ambas chicas, pero me dieron un morbazo tremendo al imaginarme entre las dos. El paseo que dimos me dejó más caliente todavía y le dije a mi amigo que nos metiéramos en el agua. Él se cansó un poco antes del agua y salió, pero yo no podía. Estaba completamente erecto. No recuerdo una erección como aquella, tan brutal. De vez en cuando salía un poco del agua, pero continuando con el baño, por si alguien pasaba y propiciaba yo esa mirada de reojo hacia mi polla. En una de esas pasaron tres chicas y me "dejé" ver un poco. Ellas miraron y vi como empezaron a sonreir y a comentar algo entre ellas. Eran normalitas, pero el hecho de verlas desnudas y de sentir que me habían visto con el rabo como lo tenía, me puso más tremendo todavía. Estuve por lo menos una hora y algo en el agua.
Sin darme cuenta por el calentón interior me había entrado un frío tremendo en el cuerpo porque serían las seis de la tarde así y ya no hacia tanto calor ambiental como cuando llegamos. Soplaba algo de viento y con el frío que empecé a sentir se me calmó la verga, para volver a su estado original de flacidez. Llamé a mi amigo para que me acercara la toalla por el frío que tenía. Al menos, para secarme un poco y no ir mojado hasta la sombrilla. Mi amigo no se percató de los gritos, pero sí un chico que estaba cerca nuestra. Él fue a avisarle. Le colgaba un buen rabo. No es que me fije mucho en ellos, pero sí que los suelo mirar para comparar y demás. Y el de este chico en flacidez era bastante largo. Además, se veía que le gustaba presumir de lo que tenía. Lo primero que pensé, la verdad, es que era gay. No sé, me dio esa impresión. El chico en cuestión se acercó a mi amigo para decirle que yo le estaba llamando desde el agua. Mi amigo entonces se puso de pie, con su polla morcillona, y me acercó la toalla.
Cuando los dos llegamos a la sombrilla, el chico se volvió a acercar a nosotros para decirnos que nos había echado el ojo varias veces y que le gustábamos. Empezamos a charlar y sin casi pedir permiso empezó a acariciarnos las pollas. Serían las siete de la tarde y ya quedaba poca gente en la zona que estábamos. Las que habían estaban algo alejadas y pensé que seguro que no nos estaban viendo. Pero creo que sí, que algo verían. Yo no sabía ni que decir. Nunca me había pasado algo así, bueno, de más joven habíamos tenido las bromas entre colegas de pajearse y demás, pero aquello era algo totalmente nuevo para mí. Y para mi amigo, con el que tengo mucha confianza, creo que también porque si no me lo hubiera contado. En un momento estuve a punto de decirle que se cortara un poco y que dejara de hacernos eso, porque nosotros no eramos homosexuales. Mi amigo me miró y no dijo nada. Y yo la verdad es que después de estar tan excitado durante tantas horas, también me callé. El chico estaba con una mano en cada una de nuestras pollas. Tampoco me hacia falta mucho para empalmarme tras todo el calentón acumulado y en seguida se me puso, a pesar del frío que había pasado anteriormente, la polla a mil. Mi amigo también se puso con el rabo tieso y eso, la verdad, es que me llamó la atención. Lo había visto desnudo mil veces en las duchas después de los partidos y demás, pero nunca empalmado. Y me resultó curioso. En erección la tenía algo más pequeña que yo.
El chico seguía pajeándonos, sonriendo, pero sin decir nada. A él se le puso algo morcillona. Ya así casi la tenía más grande que la mía en erección, y eso que llego cerca de los 20. Al rato, creo que pasarían unos diez minutos, pasó un grupo de unos seis o siete chicos por la orilla. Me quería morir de la vergüenza. Y pensaba que el chico iba a parar y disimular un poco. Pero no. Siguió a lo suyo, dándole mamporrazos a nuestras pollas. Yo estaba muy empalmado y caliente, pero la verdad es que no tenía ganas de correrme. Los chicos que pasaron se quedaron mirando, pero como si nada. Por lo visto sería algo habitual allí a esas horas en las que se queda la gente más rezagada, porque eso, serían las siete de la tarde y algo.
Sin dejar de pajearnos, a esto que se acercó una chica y tras decirnos hola le dio un pico en la boca al chico. Ella era morena, de cuerpo normalito, de tetas operadas pero ricas, y con un culito respingón muy curioso. El coñito lo tenía rasurado, pero con algunos pelitos. El chico preguntó si nos importaba que ella se sumase a lo que estaba haciendo. Tampoco supimos que decir. O no hizo falta decir nada cuando la chica ya tenía cogida con sus manos nuestras pollas mientras que el chico se la colocó en la boca...